Listen to my howl {Jonathan's ID}

Cientos de años después, la misma luna que presenció la sangre, fue testigo de uno de los milagros más hermosos de la vida; el nacimiento de un bebé. Era un pequeño que con el tiempo, su cabello creció como quebradizo parecía rizado, el castaño cuyo tono marcaba la diferencia entre el rubio y el mismo castaño. Siempre fue muy apegado a su familia, sobreprotegido, crecía con los cariños que solo los padres pueden ofrecerle a su descendencia, se valía de los aprendizajes que todos le daban; las historias del abuelo, su filosofía, su cosmogonía y sus importantes lecciones que hacían a uno reflexionar, al final de todo siempre resaltaba la importancia de que nosotros defendieramos lo que ellos protegieron durante tanto tiempo y generaciones anteriores a ellos. Una manada, una familia de cambia formas, todos adoptaban la forma del cánido amante de la luna. Cercanos y cálidos, dispuestos a tender la mano a quien lo necesite, pero a arrancarsela a quien profane su santuario. Mi padre me contó que un nuevo grupo de conquistadores habían vuelto una vez mas, esta vez bien informados y con una oferta de paz, ellos pensaban que esta familia, tribu, manada, lo que fueramos para ellos, tenía a su disposición a un montón de perros salvajes y sedientos de sangre que acababan de forma precisa con quienes invadieran sus tierras, era mejor si lo pensaban así, no les revelaríamos la verdad. El abuelo aceptó el paso de los conquistadores solo de manera pacífica, sin armas y con la única condición de alterar los terrenos de la manada, me pregunto si eso fue una sabia decisión.

Crecí con raíces basadas en el precepto de equilibrio físico, mental; a través del conocimiento y aprendizaje, y espiritual; a través de la meditación. Mi familia decía que mientras mantuviera aquellos tres picos del triángulo, tres espirales o como quisiera llamarle, en orden sería una persona integra y correcta, un noble más de la manada. Me desarrollé como buen pupilo, hijo, nieto y parte de la manada; pero en mi siempre hubo una chispa buscando encender algo como un incendio incontrolable, pero ese algo no parecía llegar, a diferencia de mi familia, yo era un apasionado, me dejaba llevar demasiado por las emociones y, a pesar de mi alto autocontrol, seguía siendo inevitable revelar el hecho de que así lo era...

Con el paso de los años, los mayores llegaron a una decisión, me enviarían en mi propio viaje, como el inicio del camino para un jóven lobo, en el que buscaría formar yo una manada, extensión de la que ahora habitaba estas tierras. Me gusta pensar que mis ancestros planeaban que heredara la sangre de un verdadero alfa, un buen líder como lo habían sido todos ellos... Pero tenía miedo, ahora lo tengo, sigo inseguro, ellos no pueden equivocarse pero yo no estoy listo para liderar a un grupo... Ni siquiera sé lo que encontraré en Europa, un dolor frío y punzante atraviesa mi pecho cada vez que pienso en ellos; en cada ocasión que recuerdo mi deber.

Una noche, llegué a uno de los embarcaderos, ahí tomé un barco, realmente no sabía a dónde iría, pero me sumergí en los cálidos brazos de morfeo en una de las hamacas que pendían de un par de tantos pilares en la habitación inferior de la embarcación. Olía a humedad, salitre, madera y todo rechinaba, pero nada importaba más que el deber que se me había asignado, a pesar de los nervios pude dormir esa noche...

Cuando llegué a Inglaterra la primera palabra que llegó a mi mente era sobrevivir, necesitaba dinero, trabajo, algo, no había un sistema de bien común y beneficio como en la manada, era un cambio demasiado drástico, agradecía haber sido educado antes de venir. Sabía que, si no conseguía vivienda o alimento podía tomar la forma de lobo y rondar por los bosques para cazar, alimentarme y pasar la noche... Aunque en esos momentos, después de el viaje, lo que más me apetecía era encontrar una cálida cama para reposar...

Desde mi llegada a Inglaterra he trabajado en todo lo que he podido; asistí en tiendas, escolté transportes y carretas, ayudé a los vendedores, formé parte, temporalmente, de una guardia, prácticamente todo trabajo en donde pudiera asistir, sin denigrar a nadie ni a mi propia integridad fue lo que me llevó a estabilizarme económicamente. Hoy en día sigo buscando esa manada y de quién aprender, sé que el cielo es el mismo y la luna nos escucha a todos por igual, me anima saber que mi familia corresponde a los aullidos que les transmito, que nos vemos reflejados en la claridad de aquel astro. Lo que dificulta mi estancia y, no me hará fácil la vida, es mi sentimentalismo y pasión, aunque no sea una persona indiferente, sigo comportandome como un lobo muy jóven, aun tengo mucho por aprender, dejaré huella y cumpliré con mi deber, aquí inicia mi historia...