AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Aventura a Inglaterra -primera parte-
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Aventura a Inglaterra -primera parte-
Llevaba más de dos horas contemplando el horizonte a través de la ventana de una taberna. El puerto presentaba su actividad habitual y todo allí era exactamente como se suponía que debía ser, pero aun así, le había llevado dos horas hacerse con el panorama. Tamborileó los dedos, acusado por la abstinencia de alcohol mientras bebía de su cuenco cuyo contenido desconocía y ya estaba frío tras una hora reposando en el interior del recipiente. Tragó saliva y echó un vistazo a su bolsa de dinero casi con horror. Extrajo lo necesario para pagar la comida que apenas había probado, y sólo por pensar que le costaría dinero apuró una cucharada tras otra hasta terminárselo. No estaba en condiciones de desperdiciar absolutamente nada.
La cosa no sabía del todo mal, pero seguía sin saber qué acababa de comer. Depositó el dinero sobre la mesa y unos segundos más tarde ya estaba allí la camarera ofreciéndole algo para beber. El rubio apretó los labios, conteniendo un primer impulso de gastarse todo lo que llevaba en alcohol y la echó con más educación de la que merecía. Su último encuentro con la bebida había resultado desastroso, no se había detenido hasta acabar tirado en una fuente sin ropa y sin dignidad. Ahora mismo tenía otros planes para su futuro próximo, la vergüenza pública debía esperar a que estuviera sobre una nave hacia su tierra.
Tras pensárselo unos segundos, concluyó que existían otras formas de viajar a Inglaterra además de pagando un billete. Desde luego descartó inmediatamente trabajar como parte de la tripulación, era demasiado perezoso para las tareas de ese tipo. Mientras cavilaba sobre sus opciones tamborileando sobre la mesa repasó nuevamente la concurrencia con una mirada claramente analítica. Allí se hallaba su boleto a Londres, sólo tenía que averiguar qué forma tenía.
Y el medio de viaje no era lo único que necesitaba hallar, todavía se encontraba en un dilema sobre cuál sería la mejor excusa para un viaje como aquél. ¿Regresaría, en cualquier caso? Ante la mirada indiferente de Ozryel lo mismo le daba una cosa que la otra, solo buscaría un poco de satisfacción del otro lado del agua. Con suerte lograría paliar el aburrimiento que ya se le había metido en el carácter.
La cosa no sabía del todo mal, pero seguía sin saber qué acababa de comer. Depositó el dinero sobre la mesa y unos segundos más tarde ya estaba allí la camarera ofreciéndole algo para beber. El rubio apretó los labios, conteniendo un primer impulso de gastarse todo lo que llevaba en alcohol y la echó con más educación de la que merecía. Su último encuentro con la bebida había resultado desastroso, no se había detenido hasta acabar tirado en una fuente sin ropa y sin dignidad. Ahora mismo tenía otros planes para su futuro próximo, la vergüenza pública debía esperar a que estuviera sobre una nave hacia su tierra.
Tras pensárselo unos segundos, concluyó que existían otras formas de viajar a Inglaterra además de pagando un billete. Desde luego descartó inmediatamente trabajar como parte de la tripulación, era demasiado perezoso para las tareas de ese tipo. Mientras cavilaba sobre sus opciones tamborileando sobre la mesa repasó nuevamente la concurrencia con una mirada claramente analítica. Allí se hallaba su boleto a Londres, sólo tenía que averiguar qué forma tenía.
Y el medio de viaje no era lo único que necesitaba hallar, todavía se encontraba en un dilema sobre cuál sería la mejor excusa para un viaje como aquél. ¿Regresaría, en cualquier caso? Ante la mirada indiferente de Ozryel lo mismo le daba una cosa que la otra, solo buscaría un poco de satisfacción del otro lado del agua. Con suerte lograría paliar el aburrimiento que ya se le había metido en el carácter.
Ozryel Sins- Hechicero Clase Media
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Re: Aventura a Inglaterra -primera parte-
Había aprovechado el silencio y el sosiego de su hogar para aventurarse en un viaje desconocido. Desde un par de semanas atrás se le había metido en la cabeza el fuerte deseo de buscar a su padre en Londres. Loreena estaba lo suficiente entusiasmada como para no querer dar su brazo a torcer; hace un par de meses que no sabía nada de su progenitor y ni siquiera su abuelo le da respuestas adecuadas. Movida por las ideas de los espectros que de vez en cuando le acompañaban tomó aquella firme decisión, si su padre no iba a ella, ella iría a él. Ni siquiera su gran compañero de aventuras, Vittorio –como la bruja le llamaba–, era conocedor de esto, aunque lo sospechaba.
Ni siquiera conocía a la ciudad inglesa aunque, eso era lo de menos, lo importante era llegar. Partió aquella noche sin hacer el menor ruido, llevó un corcel distinto esta vez y vestida con atuendos masculinos emprendería la marcha hacia su destino. No pensaba en otra cosa sino en ese viaje, sentía un poco de nervios pero siendo tan entusiasta no iba a darse por vencida, no esta vez. Podía meterse en líos y saldría de ellos, siempre era lo mismo, parecía una costumbre en la pelirroja. La adrenalina la superaba. Llevó todo lo necesario para defenderse y lamentó un poco que Vittorio no le acompañase pero no quería meterlo en problemas con el patriarca de la familia. Ya suficientes problemas le había buscado en ocasiones anteriores. Dejó su hogar atrás y su actual ciudad para cumplir sus deseos.
Le había tomado un par de días estar en Le Havre, por suerte, llevaba el dinero necesario para valerse por sí misma, eso sin contar que también sabía defenderse lo bastante bien. Logró comerciar el caballo que llevaba a un muy buen precio y con ello obtuvo su boleto sin problemas; había viajado en barco anteriormente, hace un par de años atrás cuando tuvo que mudarse a París. Aquellos recuerdos lograron arrebatarle un suspiro y unas cuantas ideas cargadas de nostalgia rondaron por su cabeza hasta que logró dispersarlas. Aún faltaba tiempo para zarpar, unas cuantas personas rondaban el puerto, también esperaban el momento en el que abordarían la nave. La espera parecía bastante aburrida pero bien sabía lo necesaria que ésta era; se quedó por los alrededores del puerto sin perder de vista el navío que la llevaría a las tierras inglesas. De vez en cuando observaba a su alrededor, ningún rostro le resultaba familiar, aunque reconocía algunas auras, los semblantes le eran totalmente desconocidos.
La mala sensación de no saber si lo que hacía era lo correcto, le invadió por unos instantes. Tenía remordimiento de conciencia por haberse fugado sin consultar a nadie, pero si no tomaba esa iniciativa jamás sabría lo que había ocurrido con su padre durante todos esos meses en los que no obtenía respuesta de sus cartas. Al menos la pelirroja se tomó la molestia en dejar una pequeña nota y de un ligero sacudón de su cabeza quiso alejar las imágenes de la escena que vendría al momento en que el mayor leyera la apostilla de su nieta. Se quedó frente al enorme navío dejando que sus pensamientos se dispersaran lentamente, sus miedos e incertidumbres quedarían atrás para permitirse encaminarse en un viaje lleno de sorpresas.
Ni siquiera conocía a la ciudad inglesa aunque, eso era lo de menos, lo importante era llegar. Partió aquella noche sin hacer el menor ruido, llevó un corcel distinto esta vez y vestida con atuendos masculinos emprendería la marcha hacia su destino. No pensaba en otra cosa sino en ese viaje, sentía un poco de nervios pero siendo tan entusiasta no iba a darse por vencida, no esta vez. Podía meterse en líos y saldría de ellos, siempre era lo mismo, parecía una costumbre en la pelirroja. La adrenalina la superaba. Llevó todo lo necesario para defenderse y lamentó un poco que Vittorio no le acompañase pero no quería meterlo en problemas con el patriarca de la familia. Ya suficientes problemas le había buscado en ocasiones anteriores. Dejó su hogar atrás y su actual ciudad para cumplir sus deseos.
Le había tomado un par de días estar en Le Havre, por suerte, llevaba el dinero necesario para valerse por sí misma, eso sin contar que también sabía defenderse lo bastante bien. Logró comerciar el caballo que llevaba a un muy buen precio y con ello obtuvo su boleto sin problemas; había viajado en barco anteriormente, hace un par de años atrás cuando tuvo que mudarse a París. Aquellos recuerdos lograron arrebatarle un suspiro y unas cuantas ideas cargadas de nostalgia rondaron por su cabeza hasta que logró dispersarlas. Aún faltaba tiempo para zarpar, unas cuantas personas rondaban el puerto, también esperaban el momento en el que abordarían la nave. La espera parecía bastante aburrida pero bien sabía lo necesaria que ésta era; se quedó por los alrededores del puerto sin perder de vista el navío que la llevaría a las tierras inglesas. De vez en cuando observaba a su alrededor, ningún rostro le resultaba familiar, aunque reconocía algunas auras, los semblantes le eran totalmente desconocidos.
La mala sensación de no saber si lo que hacía era lo correcto, le invadió por unos instantes. Tenía remordimiento de conciencia por haberse fugado sin consultar a nadie, pero si no tomaba esa iniciativa jamás sabría lo que había ocurrido con su padre durante todos esos meses en los que no obtenía respuesta de sus cartas. Al menos la pelirroja se tomó la molestia en dejar una pequeña nota y de un ligero sacudón de su cabeza quiso alejar las imágenes de la escena que vendría al momento en que el mayor leyera la apostilla de su nieta. Se quedó frente al enorme navío dejando que sus pensamientos se dispersaran lentamente, sus miedos e incertidumbres quedarían atrás para permitirse encaminarse en un viaje lleno de sorpresas.
Loreena Mckennitt- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 17/06/2013
Localización : Por aquí, por allá... Por ajullá.
Re: Aventura a Inglaterra -primera parte-
Tras un exhaustivo análisis de su situación y las auras de los congregados en aquella taberna portuaria, localizó a quien le llevaría hasta la gran Inglaterra. Era un ser imponente, tenía un porte orgullosos y medía una cabeza más que él, su piel estaba arrugada, pero aún podía considerarse joven. Ozryel miró aquellos ojos oscuros y valiéndose de su destreza particular, formuló en aquella mente la idea de que él viajaría como su consejero de viaje, un cargo que él estaría ansioso por desempeñar. Varios sujetos le habían saludado con respeto anteriormente, y oyó que uno de ellos (que parecía ostentar un cargo relativamente más alto entre los demás) le indicó que habían acabado los preparativos y que esperaban nuevas órdenes. Se acercó a ellos, hasta colocarse junto al hombre, pero inmediatamente se arrepintió pues la diferencia de estatura le pareció casi ridícula. ¿Una cabeza? Si hubiera querido, habría podido apoyarse sobre su él y usarlo de bastón… Oz agradeció que aquel gigante lo saludara sólo con un golpe aferrándole el hombro mientras lo presentaba al resto de individuos. Sintió un alivio al ver que no era el único que parecía escaso en altura pese a que superaba los seis pies.
Se produjo un breve intercambio de palabras entre los hombres, en los que se abstuvo de intervenir, resultaba evidente que los otros tripulantes se hallaban consternados ante la nueva incorporación, pero tampoco querían ofender a su jefe poniendo dudas a sus decisiones o cuestionando sus acciones. El brujo permaneció allí de pie, encantado ante el sonido de aquel vozarrón de mando, decidido a practicarlo en cuanto tuviera oportunidad.
Con un gesto, los hombres se retiraron, Ozryel se despidió de ellos, indicando que debía hacer una adquisición, no le tomaría más de un minuto, aseguró, así que los hombres lo abandonaron. Le indicaron que partirían en media hora, y se marcharon perdiéndose de vista. Él corrió a la barra, empujando a una pelirroja que iba vestida de caballero en el apuro, y se apresuró a surtirse de alcohol. El viaje sería largo, y si iba a pasar un buen rato sólo con aquellos hombres, lo mejor sería que se buscara un buen pasatiempo, así que una vez hubo gastado sus últimos ingresos en suministros, volvió a dirigir su atención hacia la multitud a su alrededor… Ahora bien, ¿quién sería su pasatiempo?
Se produjo un breve intercambio de palabras entre los hombres, en los que se abstuvo de intervenir, resultaba evidente que los otros tripulantes se hallaban consternados ante la nueva incorporación, pero tampoco querían ofender a su jefe poniendo dudas a sus decisiones o cuestionando sus acciones. El brujo permaneció allí de pie, encantado ante el sonido de aquel vozarrón de mando, decidido a practicarlo en cuanto tuviera oportunidad.
Con un gesto, los hombres se retiraron, Ozryel se despidió de ellos, indicando que debía hacer una adquisición, no le tomaría más de un minuto, aseguró, así que los hombres lo abandonaron. Le indicaron que partirían en media hora, y se marcharon perdiéndose de vista. Él corrió a la barra, empujando a una pelirroja que iba vestida de caballero en el apuro, y se apresuró a surtirse de alcohol. El viaje sería largo, y si iba a pasar un buen rato sólo con aquellos hombres, lo mejor sería que se buscara un buen pasatiempo, así que una vez hubo gastado sus últimos ingresos en suministros, volvió a dirigir su atención hacia la multitud a su alrededor… Ahora bien, ¿quién sería su pasatiempo?
Ozryel Sins- Hechicero Clase Media
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Re: Aventura a Inglaterra -primera parte-
Pasos. Muchos y en una secuencia muy veloz se movían arriba y abajo en aquella estancia que parecía casi una mansión que poco parecía agradar a su dueña, de hecho , era una fuente de disgusto constante –Estúpidas casas estúpidamente grandes– refunfuño mientras abría y cerraba archiveros en busca de distintos papeles. Volteo rápido, levantando el vestido que había preparado para la misa, a la cual evidentemente ya no asistiría, y recorrió el escritorio con la mirada en busca de su pluma y tintero encontrándose con que el segundo estaba totalmente vacio cosa que la hiso soltar una nueva serie de improperios en griego, solo para proteger la mentecilla de sus criados. Se detuvo y tomo una gran bocanada de aire, esperando que eso oxigenara su cerebro y alivianara su alma. No había sido un día fácil y normalmente aquello no la disgustaría pues era de esas personas extrañas (y masoquistas, si me permiten) que disfrutan sorteando los problemas y obstáculos tanto como hace un perro de agilidad en las competencias. Le gustaba lo impredecible, el tener que adaptarse al cambio a grandes velocidades y forzadamente caer bien parada. Era como adrenalina para la mente
Pero no había nada de ello esta vez, ni adrenalina ni corrida ni nada. Un error de cálculo la había forzado a chocarse con las valles y ahora, en el aire, debía esforzarse por caer bien parada y seguir la carrera. Carrera que la guiaba hacia Londres cosa que no le molestaría de no ser porque se trataba de negocios y peor, la parte aburrida de los negocios; la parte legal, la que requería sentarse durante horas y horas frente a burócratas que solo sabían quejarse como terneros mamones cuando las cosas se complicaban y …valla que lo habían hecho. Una de las minas de España se había derrumbado y el solo recordarlo hacia que la cambiaformas mostrara ese humor negro que pocas veces salía a la luz conjunto de gruñidos casi animales que vibraban en su pecho –DANNAAAAAAAAAAAAAAAAA- grito, sin darse cuenta que la pobre criatura se encontraba detrás de ella y que la había estado siguiendo todo el ir y venir mientras arrastraba las pesadas maletas detrás de si –Asegu ¿Qué traes? …No, no deja eso. No llevare nada, tengo que irme de forma urgente y salir en el barco de esta noche o tendré que esperar otras 2 semanas– en largos pasos llego al escritorio y señalo el tintero vacío como si se tratara de la huella de un crimen –Esto es un ultraje! El karma esta en mi contra Danna! Debes vengarme!…o envíar una carta a la empresa y diles que partiré esta noche, que llegó en 2 días. – volvió a salir de la habitación, recorriendo aquellos interminables y malditos (a palabras de la rubia) pasillos hacia su habitación en donde saco una bolsita de una de las tantas cajas fuertes que había en la casa – Págale a un letrado si hace falta y luego ve al correo, que sea una encomienda lo más veloz posible… - volvía a caminar, dejando los francos en la mano de su encargada mientras se apuraba a salir de aquella endemoniada casa gigante hacia su destino
El barco
Pero parecía que llegar era más difícil que simplemente acercarse al puerto y comprar los boletos. Simplemente porque ya no quedaban, algún magnate de alguna empresa también estaba viajando y se aseguro de llevar hasta el juguete del perro consigo y por supuesto que le había comprado pasajes innecesarios -Franceses- bufo por no gritar contra su mano mientras revisaba sus opciones, que en realidad era una sola: viajar en segunda clase, y cuando decía segunda clase se refería a equipaje de primera que finalmente, terminaría en las habitaciones correspondientes. Ya ven que cuando una se acostumbra a la buena vida, difícilmente renuncia a ella…El único problema es que debía saber que presa elegir y sobretodo, como hacer una entrada silenciosa digna del Gato de Chesire.
Por el momento fue al baño
Para esta clase de misiones era siempre mejor tener el cuerpo lo más vacío posible considerando que estaría horas encerrada. Asi que se encargó de ajustar todos los preparativos de último momento, empezando por cambiar de forma y esconder la ropa tras unos viejos caños, dejándose únicamente su gargantilla que se ajustó con facilidad a su nuevo cuerpo mientras este mutaba. Acto seguido simplemente salió de allí correspondiendo las miradas confundidas de las damas ¿Qué les pasaría? Apenas hubo salido busco una saliente donde pararse, ser tan bajita no le permitía ver mucho mas que los pies de las personas salvo forzase su cabeza hacia arriba…demasiado esfuerzo cuando se poseía la inteligencia humana que le permitía llegar a sentarse sobre unos viejos barriles –tras 3 intentos fallidos que dejarían su marca en las sentaderas- pero esto en realidad solo le dio, mas bien, una visión desalentadora; una reunión por la derecha, unas damas parlanchinas en la izquierda, una joven solitaria entre medio y un par de caballeros mas atrás. El resto era en su medida trabajadores del barco que no llevaban carga, y tampoco creía –o quería- que entrase en sus bolsillos.
Estaba cavilando si arriesgarse con las damas parlanchinas era una buena idea, arriesgándose a ser aplastada entre abrazos y apodos infames, cuando hubo el más ligero de los atropellos. Fue idóneo y no tardo en poner sus patitas en movimiento aprovechando que un hombre chocara con la joven solitaria y se alejara sin disculparse, fueron 5 segundos quizás pero los suficientes para distraer a la dueña del bolso sobre el que Amethyst se lanzó como si de ello dependiera su vida. Primero su hocico, pequeño y triangular, forzó la abertura del cierre hasta abrirlo lo suficiente para que su cabeza entrase. No fue difícil que le siguiera el pecho y su tren trasero solo requirió unos rápidos movimientos de gusano para terminar de esconderse entre todas las ropas las cuales rasqueteo y mordió para ordenarlas encima de su cuerpo. No fuera a ser que tras tanto esfuerzo la descubrieran.
Bostezó. Lista para echarse a dormir una siesta, ojala no sacudieran demasiado el bolso
Pero no había nada de ello esta vez, ni adrenalina ni corrida ni nada. Un error de cálculo la había forzado a chocarse con las valles y ahora, en el aire, debía esforzarse por caer bien parada y seguir la carrera. Carrera que la guiaba hacia Londres cosa que no le molestaría de no ser porque se trataba de negocios y peor, la parte aburrida de los negocios; la parte legal, la que requería sentarse durante horas y horas frente a burócratas que solo sabían quejarse como terneros mamones cuando las cosas se complicaban y …valla que lo habían hecho. Una de las minas de España se había derrumbado y el solo recordarlo hacia que la cambiaformas mostrara ese humor negro que pocas veces salía a la luz conjunto de gruñidos casi animales que vibraban en su pecho –DANNAAAAAAAAAAAAAAAAA- grito, sin darse cuenta que la pobre criatura se encontraba detrás de ella y que la había estado siguiendo todo el ir y venir mientras arrastraba las pesadas maletas detrás de si –Asegu ¿Qué traes? …No, no deja eso. No llevare nada, tengo que irme de forma urgente y salir en el barco de esta noche o tendré que esperar otras 2 semanas– en largos pasos llego al escritorio y señalo el tintero vacío como si se tratara de la huella de un crimen –Esto es un ultraje! El karma esta en mi contra Danna! Debes vengarme!…o envíar una carta a la empresa y diles que partiré esta noche, que llegó en 2 días. – volvió a salir de la habitación, recorriendo aquellos interminables y malditos (a palabras de la rubia) pasillos hacia su habitación en donde saco una bolsita de una de las tantas cajas fuertes que había en la casa – Págale a un letrado si hace falta y luego ve al correo, que sea una encomienda lo más veloz posible… - volvía a caminar, dejando los francos en la mano de su encargada mientras se apuraba a salir de aquella endemoniada casa gigante hacia su destino
El barco
Pero parecía que llegar era más difícil que simplemente acercarse al puerto y comprar los boletos. Simplemente porque ya no quedaban, algún magnate de alguna empresa también estaba viajando y se aseguro de llevar hasta el juguete del perro consigo y por supuesto que le había comprado pasajes innecesarios -Franceses- bufo por no gritar contra su mano mientras revisaba sus opciones, que en realidad era una sola: viajar en segunda clase, y cuando decía segunda clase se refería a equipaje de primera que finalmente, terminaría en las habitaciones correspondientes. Ya ven que cuando una se acostumbra a la buena vida, difícilmente renuncia a ella…El único problema es que debía saber que presa elegir y sobretodo, como hacer una entrada silenciosa digna del Gato de Chesire.
Por el momento fue al baño
Para esta clase de misiones era siempre mejor tener el cuerpo lo más vacío posible considerando que estaría horas encerrada. Asi que se encargó de ajustar todos los preparativos de último momento, empezando por cambiar de forma y esconder la ropa tras unos viejos caños, dejándose únicamente su gargantilla que se ajustó con facilidad a su nuevo cuerpo mientras este mutaba. Acto seguido simplemente salió de allí correspondiendo las miradas confundidas de las damas ¿Qué les pasaría? Apenas hubo salido busco una saliente donde pararse, ser tan bajita no le permitía ver mucho mas que los pies de las personas salvo forzase su cabeza hacia arriba…demasiado esfuerzo cuando se poseía la inteligencia humana que le permitía llegar a sentarse sobre unos viejos barriles –tras 3 intentos fallidos que dejarían su marca en las sentaderas- pero esto en realidad solo le dio, mas bien, una visión desalentadora; una reunión por la derecha, unas damas parlanchinas en la izquierda, una joven solitaria entre medio y un par de caballeros mas atrás. El resto era en su medida trabajadores del barco que no llevaban carga, y tampoco creía –o quería- que entrase en sus bolsillos.
Estaba cavilando si arriesgarse con las damas parlanchinas era una buena idea, arriesgándose a ser aplastada entre abrazos y apodos infames, cuando hubo el más ligero de los atropellos. Fue idóneo y no tardo en poner sus patitas en movimiento aprovechando que un hombre chocara con la joven solitaria y se alejara sin disculparse, fueron 5 segundos quizás pero los suficientes para distraer a la dueña del bolso sobre el que Amethyst se lanzó como si de ello dependiera su vida. Primero su hocico, pequeño y triangular, forzó la abertura del cierre hasta abrirlo lo suficiente para que su cabeza entrase. No fue difícil que le siguiera el pecho y su tren trasero solo requirió unos rápidos movimientos de gusano para terminar de esconderse entre todas las ropas las cuales rasqueteo y mordió para ordenarlas encima de su cuerpo. No fuera a ser que tras tanto esfuerzo la descubrieran.
Bostezó. Lista para echarse a dormir una siesta, ojala no sacudieran demasiado el bolso
Amethyst C. Tsartsaris- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 04/02/2014
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Re: Aventura a Inglaterra -primera parte-
Estaba ensimismada en sus pensamientos mientras esperaba la partida del navío que la llevaría a Inglaterra. Bostezó con pereza, el tiempo parecía estar en su contra, pasaba demasiado lento y eso le hacía estar algo nerviosa. Siempre escapaba de casa para ir a hacer travesuras pero esta travesura amenazaba con convertirse en un gran problema, del cual podría salir ilesa si así se lo proponía. Observó el reloj de bolsillo que llevaba y notó que ya faltaba menos de una hora para embarcarse a la aventura. Suspiró y antes de poder iniciar su marcha alguien la empujó. Loreena bufó por lo bajo y sus ojos se clavaron en aquel que había sido el culpable de haberla tropezado de aquella manera sin siquiera pedir una disculpa. Entrecerró la mirada y no la apartó de aquella figura masculina que le parecía bastante familiar. Tomó su equipaje y decidió seguir al hombre, sabía que lo había visto en algún otro lado.
—Pero, ¿Por qué está tan pesado? —Murmuró Loreena al notar como su bolso parecía estar más cargado de lo que ella creyó que estaría.
Terminó por ignorar el peso de su maleta y siguió el rastro del sujeto con la ayuda de sus hábiles espectros que aparecieron a su alrededor como unos guardaespaldas. Solían estar cerca de ella justo cuando los necesitaba, aunque parecía que viajara sola, no lo estaba, esos espíritus siempre la acompañarían. Todo era por orden de la terrible Morrigan, protectora de la sangre celta. El viejo arlequín se escabulló con su aura espectral entre las personas, se valía de su incorporeidad y malicia para retrasar el paso del hombre que había tropezado con Loreena. El espíritu al estar cerca del sujeto le tomó por los tobillos en un intento de hacerlo caer y evitar que se moviera, un truco que jamás le fallaba, era un fantasma terrible. La bruja aprovechó aquella acción y apresurando su paso finalmente llegó a estar cerca del hombre y lo encaró.
— ¡Oye tú! —Exclamó la pelirroja al estar frente al hombre. Se sorprendió al ver de quien se trataba—. ¿Ozryel? Pero que… ¿Qué haces tú aquí?
Loreena se quedó boquiabierta, el destino siempre le jugaba bromas extrañas. Hace unas semanas se había topado con aquel brujo en el cementerio por accidente, la chica le jugó pesadas bromas con la ayuda de algunos espíritus. Él le había sacado de quicio por su agrandado ego y la pelirroja era bastante temperamental. Ambos tenían un trato pesado por tener un fuerte carácter y ahora se volvían a encontrar. Entre todas las personas que habitaban en París, ¿Por qué se tenía que tropezar justamente con ese? No lo sabía y terminó exhalando con cierto fastidio.
—Me debes una disculpa, costal de rábanos… —Murmuró la chica sin dejar siquiera que respondiera las interrogantes anteriores mientras que el viejo arlequín continuaba sujetando al tipo de los tobillos evitando que escapara.
—Pero, ¿Por qué está tan pesado? —Murmuró Loreena al notar como su bolso parecía estar más cargado de lo que ella creyó que estaría.
Terminó por ignorar el peso de su maleta y siguió el rastro del sujeto con la ayuda de sus hábiles espectros que aparecieron a su alrededor como unos guardaespaldas. Solían estar cerca de ella justo cuando los necesitaba, aunque parecía que viajara sola, no lo estaba, esos espíritus siempre la acompañarían. Todo era por orden de la terrible Morrigan, protectora de la sangre celta. El viejo arlequín se escabulló con su aura espectral entre las personas, se valía de su incorporeidad y malicia para retrasar el paso del hombre que había tropezado con Loreena. El espíritu al estar cerca del sujeto le tomó por los tobillos en un intento de hacerlo caer y evitar que se moviera, un truco que jamás le fallaba, era un fantasma terrible. La bruja aprovechó aquella acción y apresurando su paso finalmente llegó a estar cerca del hombre y lo encaró.
— ¡Oye tú! —Exclamó la pelirroja al estar frente al hombre. Se sorprendió al ver de quien se trataba—. ¿Ozryel? Pero que… ¿Qué haces tú aquí?
Loreena se quedó boquiabierta, el destino siempre le jugaba bromas extrañas. Hace unas semanas se había topado con aquel brujo en el cementerio por accidente, la chica le jugó pesadas bromas con la ayuda de algunos espíritus. Él le había sacado de quicio por su agrandado ego y la pelirroja era bastante temperamental. Ambos tenían un trato pesado por tener un fuerte carácter y ahora se volvían a encontrar. Entre todas las personas que habitaban en París, ¿Por qué se tenía que tropezar justamente con ese? No lo sabía y terminó exhalando con cierto fastidio.
—Me debes una disculpa, costal de rábanos… —Murmuró la chica sin dejar siquiera que respondiera las interrogantes anteriores mientras que el viejo arlequín continuaba sujetando al tipo de los tobillos evitando que escapara.
Loreena Mckennitt- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 609
Fecha de inscripción : 17/06/2013
Localización : Por aquí, por allá... Por ajullá.
Re: Aventura a Inglaterra -primera parte-
Apoyó el peso de su cuerpo sobre su codo, colocándose en la barra mientras miraba sin ver todas aquellas caras desconocidas y daba el primer trago de alcohol. Arrogó la nariz en cuanto notó el sabor amargo y decidió combatir la ansiedad de otras formas más productivas. Una chica se escabulló por una de las entradas laterales del local, despertando su interés, y él se dispuso a seguirla cuando notó que algo le frenaba sus movimientos. Irritado, dirigió su mirada, esperando encontrarse con algún sujeto ebrio o quizá un niño pidiendo caridad…
–¿¡Qué demo…!?–
Su rostro se crispó, frunció sus labios y la expresión se tornó sombría. Repasó la multitud con la mirada, un tanto más analítica esta vez, hasta dar con la persona que buscaba. No tuvo que salir en su busca, porque ella misma se fue acercando. Suspiró con exasperación y se rascó la nuca. Este viaje ya comenzaba a parecerle una locura.
En un inicio, la identificó como la pelirroja vestida de hombre que, de hecho, seguía siendo, pero no fue hasta que la mujer se plantó frente a él que la reconoció realmente. Su semblante volvió a cambiar, tornándose más socarrón. Ahora todo parecía encajar, el esbirro, esa aura… Loreena… ¿Cómo no la había reconocido antes? ¿Qué diantres estaba haciendo ella allí? No tenía idea del cometido, pero era seguro que marchaba pretendiendo no ser vista. Hizo rodar los ojos en un claro gesto de tedio, a la chica le fascinaba ir pidiendo que le besen los pies, desgraciadamente, él tenía otros planes que no pensaba compartir.
–Reena… –Su voz jovial y la media sonrisa que llenaba su cara no parecían encajar con las palabras de la otra. –Lo lamento, te confundí con un marinero. –Soltó él, formulando una disculpa que era todo menos apaciguadora. –Si vistes como un hombre, debes esperar que te traten como a uno.
Estiró una mano y le dio un golpe en el hombro, aferrándoselo exageradamente, justo como le había hecho a él el capitán hace unos minutos. Esto le recordó que tenía un barco que tomar, y ni con toda la persuasión mágica del mundo conseguiría que lo esperaran todo el día.
–Sabes que me encantaría quedarme –Mintió– Pero, ya ves, tengo cosas que hacer...–
Tras esas palabras, realizó un hechizo de limpieza para quitarse el agarre del esbirro de la bruja y se dirigió hacia la puerta. Antes de salir, se volvió y con toda su teatralidad le lanzó un saludo vulgar de marinero. Una vez fuera, echó a andar por el puerto a paso tranquilo, porque tampoco se iba a dignar a correr… Y sudar.
–¿¡Qué demo…!?–
Su rostro se crispó, frunció sus labios y la expresión se tornó sombría. Repasó la multitud con la mirada, un tanto más analítica esta vez, hasta dar con la persona que buscaba. No tuvo que salir en su busca, porque ella misma se fue acercando. Suspiró con exasperación y se rascó la nuca. Este viaje ya comenzaba a parecerle una locura.
En un inicio, la identificó como la pelirroja vestida de hombre que, de hecho, seguía siendo, pero no fue hasta que la mujer se plantó frente a él que la reconoció realmente. Su semblante volvió a cambiar, tornándose más socarrón. Ahora todo parecía encajar, el esbirro, esa aura… Loreena… ¿Cómo no la había reconocido antes? ¿Qué diantres estaba haciendo ella allí? No tenía idea del cometido, pero era seguro que marchaba pretendiendo no ser vista. Hizo rodar los ojos en un claro gesto de tedio, a la chica le fascinaba ir pidiendo que le besen los pies, desgraciadamente, él tenía otros planes que no pensaba compartir.
–Reena… –Su voz jovial y la media sonrisa que llenaba su cara no parecían encajar con las palabras de la otra. –Lo lamento, te confundí con un marinero. –Soltó él, formulando una disculpa que era todo menos apaciguadora. –Si vistes como un hombre, debes esperar que te traten como a uno.
Estiró una mano y le dio un golpe en el hombro, aferrándoselo exageradamente, justo como le había hecho a él el capitán hace unos minutos. Esto le recordó que tenía un barco que tomar, y ni con toda la persuasión mágica del mundo conseguiría que lo esperaran todo el día.
–Sabes que me encantaría quedarme –Mintió– Pero, ya ves, tengo cosas que hacer...–
Tras esas palabras, realizó un hechizo de limpieza para quitarse el agarre del esbirro de la bruja y se dirigió hacia la puerta. Antes de salir, se volvió y con toda su teatralidad le lanzó un saludo vulgar de marinero. Una vez fuera, echó a andar por el puerto a paso tranquilo, porque tampoco se iba a dignar a correr… Y sudar.
Ozryel Sins- Hechicero Clase Media
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Re: Aventura a Inglaterra -primera parte-
Apenas se había acomodado para dormir cuando sintió que su mundo, el bolso, empezaba a sacudirse y de pronto el movimiento se intensifico. Rebotaba con cada paso de la joven bruja y sus s gruñidos se veían saltados por los golpes que daba contra todos los objetos resonando como si tuviera algo muy similar al hipo canino –Maldita sea, como siga asi voy a vomitar– murmuro para si en un idioma que solo otros canes podrían entender. Tardo siglos en lograr moverse y apuntar al lado contrario pues el bolso estaba repleto de prendas y otros utensilios que le dificultaban la movilidad. Seria cosa de suplantarlos para acomodarse mejor en aquel trayecto o terminaría con una hernia y sin poder dormía.
Saco el hocico negro para jadear e intentar subsidiar el mareo que todo el sacudón le había propiciado y entonces fue que pudo escuchar un poco mejor la discusión de la propietaria del equipaje y un tercero pero mas importante, pudo sentir lo que este cargaba: Alcohol! La cura de todos los males! En un movimiento rápido y del cual estaría orgulloso un gato, , dejo el equipaje caer sobre uno de los lados para poder sujetar una de las botellas con los dientes y jalar de ella tan rápido como podía para ingresarla en el equipaje. Fueron forcejeos desesperados para hacer entrar la botella por la que pequeña abertura pero por suerte se trataba de una mente humana la que lidera el cuerpo redondito y casi cómico del Corgi y no tardo demasiado en ingeniárselas mientras el chico parecía hacer gala de un nuevo acto de desaparición que Amethyst lamentaba perderse pero hey! Al menos se había cobrado algo a su favor.
"Yoho yoho! "Take what you can and Give nothin' back!" canturreo en una típica frase pirata mientras se echaba pansa para arriba, abrazando tan bien como podía la botella que debía medir casi tanto como su pequeño cuerpo ¿Cómo la destaparía? Por suerte para sus colmillos aun en la época no existía más seguro que un tosco corcho que con algunas pruebas se aseguro podría sacar. Pero aun era demasiado temprano ¿Cómo disminuiría el nuevo peso de una botella? La chica ya había sospechado asi que … lo mejor sería deshacerse de cuanta ropa pudiera cuanto antes pudiera. Estaba dicho, cuando la volviera a levantar, volvería a abrir el cierre para lanzar la ropa por fuera, seria menos peso y mas espacio
Off: perdon por el post hiper chafa y la demora T___T
Saco el hocico negro para jadear e intentar subsidiar el mareo que todo el sacudón le había propiciado y entonces fue que pudo escuchar un poco mejor la discusión de la propietaria del equipaje y un tercero pero mas importante, pudo sentir lo que este cargaba: Alcohol! La cura de todos los males! En un movimiento rápido y del cual estaría orgulloso un gato, , dejo el equipaje caer sobre uno de los lados para poder sujetar una de las botellas con los dientes y jalar de ella tan rápido como podía para ingresarla en el equipaje. Fueron forcejeos desesperados para hacer entrar la botella por la que pequeña abertura pero por suerte se trataba de una mente humana la que lidera el cuerpo redondito y casi cómico del Corgi y no tardo demasiado en ingeniárselas mientras el chico parecía hacer gala de un nuevo acto de desaparición que Amethyst lamentaba perderse pero hey! Al menos se había cobrado algo a su favor.
"Yoho yoho! "Take what you can and Give nothin' back!" canturreo en una típica frase pirata mientras se echaba pansa para arriba, abrazando tan bien como podía la botella que debía medir casi tanto como su pequeño cuerpo ¿Cómo la destaparía? Por suerte para sus colmillos aun en la época no existía más seguro que un tosco corcho que con algunas pruebas se aseguro podría sacar. Pero aun era demasiado temprano ¿Cómo disminuiría el nuevo peso de una botella? La chica ya había sospechado asi que … lo mejor sería deshacerse de cuanta ropa pudiera cuanto antes pudiera. Estaba dicho, cuando la volviera a levantar, volvería a abrir el cierre para lanzar la ropa por fuera, seria menos peso y mas espacio
Off: perdon por el post hiper chafa y la demora T___T
Última edición por Amethyst C. Tsartsaris el Miér Ene 28, 2015 4:37 pm, editado 1 vez
Amethyst C. Tsartsaris- Cambiante Clase Alta
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Re: Aventura a Inglaterra -primera parte-
La pelirroja entrecerró la mirada al escucharlo decir aquellas cosas pero en partes él tenía razón. No podía pedir mucho estando vestida de esa manera y sí, era lo mejor, pasaba por desapercibida y precisamente eso era lo que buscaba. Rodó los ojos con cierto fastidio, entre todas las criaturas del mundo tenía que toparse precisamente con ese. Creía que se aventuraría en alta mar como un buen pirata sin tener que lidiar con preocupaciones, ni problemas ni nada y ahora estaba Ozryel. Al menos no tenía que soportarlo en la misma embarcación que la llevaría a Londres y ya el tiempo estaba corriendo, si no se apresuraba perdería su única oportunidad para buscar a su padre. El brujo terminó por marcharse y la chica se quedó con ganas de patearle el trasero y enviarlo directo a la luna, luego de pensar en ello, se disculpó internamente con la luna por querer enviarle semejante acompañante. Suspiró con pesadez pues al caer en cuenta en el hechizo de limpieza observó como el arlequín empezaba a desvanecerse rodeándola de un tizne oscuro que se fue dispersando lentamente. Parpadeó varias veces tratando de comprender qué estaba ocurriendo, eso no era buena señal. Aquella cosa no se esfumaría tan fácilmente, solamente su líder era capaz de hacer que aquel emisario se retirara a sus reinos de mortandad, y ese líder era la siempre terrible Morrigan.
—Oh, alguien no debió hacer… Eso —musitó Loreena mientras su rostro era una mueca de horror y confusión.
Tragó saliva y cerró sus ojos tratando de concentrarse en las energías dispersas del hellequin pero era inútil. No quería perder el control de esa cosa y menos en ese momento. Quiso fulminar a Ozryel, pues si las cosas se tornaban oscuras era su culpa por haber molestado a un muerto poco amigable. Observó a los alrededores, las auras y las formas que la rodeaban. Mordía su labio inferior y al echar un vistazo hacia su horizonte su piel se erizó, el arlequín iría tras Ozryel, había poseído a alguien del lugar. Y si no era experto en nigromancia y magia negra, el emisario podría tomar su vida. Loreena pensó en lo peor y corrió tras la enorme silueta que había tomado prestada el hellequin. Si algo malo pasaba la culpa recaería en sus hombros por simple descuido. Aquello no era como los duendes con los que solía conversar o los nobles espíritus del bosque, se trataba de un ser de los círculos más profundos del Hades. La bruja corrió lo más que le daba su cuerpo mortal y sin contar lo que pesaba su equipaje, al que quiso abandonar durante la carrera, pero justo cuando esa idea se le cruzó por la mente algo alivianó su carga. Al inclinar su cabeza, notó a unas cosas pequeñas y regordetas corriendo a su lado y sosteniendo parte de su maleta. Sonrió. Sus pequeños amigos parecían seguirla a todas partes. Loreena nunca estaba sola y se sentía segura gracias a aquellos extraños seres del plano espiritual. Pero justo ese día, un ser del plano espiritual se había salido de su control. No era tan experta después de todo. Al observar el cielo, supo que vendría lo peor y ella prácticamente la causante. Su angustia se reflejaba extrañamente en el clima y eso estaba mal, muy mal.
—Ay no… Nubes váyanse. Shu shu, ahora no —murmuró mientras movía los brazos como si quisiera que mover las espesas nubes con sus manos—. Bah, quédense. Ya van a ver a la salida.
Una amplia sonrisa apareció en su rostro al ver que estaba muy cerca del arlequín y unos pasos más adelante, caminaba Ozryel con toda tranquilidad. El emisario sabía ocultarse bien dentro del cuerpo de las personas. Loreena gritó alguna frase en galo antiguo y el hombre alto y de fuertes músculos paró en seco dándose la vuelta y observando a la pelirroja que al no poder detenerse a tiempo, terminó tropezando con aquel fortachón. Su equipaje cayó al suelo junto con los pequeños gnomos, que sacudieron su cabeza algo aturdidos, lo mismo hizo Loreena mientras se revolvía los cabellos. Enfrentó directamente al arlequín y le ordenó quedarse quieto pero este sólo le miraba con un aire siniestro, negó y terminó respondiéndole a la bruja en el viejo idioma de los celtas.
—El que indigna merece ser casti… ¡Castigado! —Exclamó Loreena dejando ver su negativa. Frunció el ceño y al no temerle a la criatura le regañó—. Eso no, está mal. Ozryel podrá ser un costal de rábanos bueno para nada, pero no puedes usar la jaculatoria de exterminio con él. Quizás se merece coscorrones y… Sí, sólo puedes darles coscorrones. Si le haces algo más te acuso con Morrigan y te irá mal. Ah sí, y luego abandona el cuerpo de ese hombre en un lugar seguro y no le robes tanta energía que nos meteremos en líos y ya sabes que Inglaterra me espera así que vamos, shu shu.
La bruja hizo un ademán con sus manos tratando de que aquel ser le hiciera caso pero al parecer ignoró las palabras de la hechicera y en un abrir y cerrar de ojos se abalanzó sobre el cuerpo del brujo que era mucho más pequeño que el del hombre que había poseído. Loreena dejó escapar un chillido y cerró sus ojos, eso iba a doler. Los pequeños gnomos imitaron el gesto de Loreena al ver como el fortachón terminaba precipitándose sobre Ozryel. Esa cosa medía dos metros y más. Tenía masa muscular en excesos, lo más probable es que terminara aplastando al joven brujo.
—Oh, alguien no debió hacer… Eso —musitó Loreena mientras su rostro era una mueca de horror y confusión.
Tragó saliva y cerró sus ojos tratando de concentrarse en las energías dispersas del hellequin pero era inútil. No quería perder el control de esa cosa y menos en ese momento. Quiso fulminar a Ozryel, pues si las cosas se tornaban oscuras era su culpa por haber molestado a un muerto poco amigable. Observó a los alrededores, las auras y las formas que la rodeaban. Mordía su labio inferior y al echar un vistazo hacia su horizonte su piel se erizó, el arlequín iría tras Ozryel, había poseído a alguien del lugar. Y si no era experto en nigromancia y magia negra, el emisario podría tomar su vida. Loreena pensó en lo peor y corrió tras la enorme silueta que había tomado prestada el hellequin. Si algo malo pasaba la culpa recaería en sus hombros por simple descuido. Aquello no era como los duendes con los que solía conversar o los nobles espíritus del bosque, se trataba de un ser de los círculos más profundos del Hades. La bruja corrió lo más que le daba su cuerpo mortal y sin contar lo que pesaba su equipaje, al que quiso abandonar durante la carrera, pero justo cuando esa idea se le cruzó por la mente algo alivianó su carga. Al inclinar su cabeza, notó a unas cosas pequeñas y regordetas corriendo a su lado y sosteniendo parte de su maleta. Sonrió. Sus pequeños amigos parecían seguirla a todas partes. Loreena nunca estaba sola y se sentía segura gracias a aquellos extraños seres del plano espiritual. Pero justo ese día, un ser del plano espiritual se había salido de su control. No era tan experta después de todo. Al observar el cielo, supo que vendría lo peor y ella prácticamente la causante. Su angustia se reflejaba extrañamente en el clima y eso estaba mal, muy mal.
—Ay no… Nubes váyanse. Shu shu, ahora no —murmuró mientras movía los brazos como si quisiera que mover las espesas nubes con sus manos—. Bah, quédense. Ya van a ver a la salida.
Una amplia sonrisa apareció en su rostro al ver que estaba muy cerca del arlequín y unos pasos más adelante, caminaba Ozryel con toda tranquilidad. El emisario sabía ocultarse bien dentro del cuerpo de las personas. Loreena gritó alguna frase en galo antiguo y el hombre alto y de fuertes músculos paró en seco dándose la vuelta y observando a la pelirroja que al no poder detenerse a tiempo, terminó tropezando con aquel fortachón. Su equipaje cayó al suelo junto con los pequeños gnomos, que sacudieron su cabeza algo aturdidos, lo mismo hizo Loreena mientras se revolvía los cabellos. Enfrentó directamente al arlequín y le ordenó quedarse quieto pero este sólo le miraba con un aire siniestro, negó y terminó respondiéndole a la bruja en el viejo idioma de los celtas.
—El que indigna merece ser casti… ¡Castigado! —Exclamó Loreena dejando ver su negativa. Frunció el ceño y al no temerle a la criatura le regañó—. Eso no, está mal. Ozryel podrá ser un costal de rábanos bueno para nada, pero no puedes usar la jaculatoria de exterminio con él. Quizás se merece coscorrones y… Sí, sólo puedes darles coscorrones. Si le haces algo más te acuso con Morrigan y te irá mal. Ah sí, y luego abandona el cuerpo de ese hombre en un lugar seguro y no le robes tanta energía que nos meteremos en líos y ya sabes que Inglaterra me espera así que vamos, shu shu.
La bruja hizo un ademán con sus manos tratando de que aquel ser le hiciera caso pero al parecer ignoró las palabras de la hechicera y en un abrir y cerrar de ojos se abalanzó sobre el cuerpo del brujo que era mucho más pequeño que el del hombre que había poseído. Loreena dejó escapar un chillido y cerró sus ojos, eso iba a doler. Los pequeños gnomos imitaron el gesto de Loreena al ver como el fortachón terminaba precipitándose sobre Ozryel. Esa cosa medía dos metros y más. Tenía masa muscular en excesos, lo más probable es que terminara aplastando al joven brujo.
Loreena Mckennitt- Hechicero Clase Alta
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Re: Aventura a Inglaterra -primera parte-
El hechicero había dirigido su marcha hacia el barco, en vista de que cada vez que demoraba sus faenas acababa metido en un lío, se aconsejó a sí mismo embarcarse de inmediato y enviar a alguien por provisiones, de paso eso le daría tiempo para realizar algún conjuro apaciguador o algún artilugio que le ayudara a sobrevivir la travesía. Los hechos no le auguraban nada bueno, y el destino menos. Arrastró los pies hasta donde estaba el resto de la tripulación y le ordenó a un chico, en su elegante tono de petición, que hiciera sus compras de última hora, alegando que necesitaba hablar con el capitán de un asunto urgente. Procedió a enumerar los artículos que necesitaría, no olvidándose de alcohol, cera, agujas, más alcohol, unas hojas y algo de tinta. Pretendía dedicar el tiempo de viaje a escribir algo productivo, si le concedían tregua.
Aún no había finalizado su poco surtida lista cuando la voz de una mujer capturó su atención. No a muchos pasos de su ubicación se hallaba Loreena, al parecer decidida en joderle la expedición, pero para su sorpresa estaba peleándose con un monumento de hombre que le doblaba la altura. Echó a volar un suspiro. ¿Por qué siempre tenía que estar peleándose con todos? Pensó que si ese sujeto tuviera malas intenciones con ella, se podía dar por muerta; pero al escuchar su propio nombre pronunciado por la pelirroja se le erizó el vello y un sudor frío le recorrió la espalda. Intentó prestar atención a la conversación, deseando que no estuviera mandándolo a matar, despachando al chico de los recados y acercándose a ellos.
La expresión de su cara se agrió al comprobar que la otra estaba defendiéndolo, y en vano intentó recordar si acaso él tenía algún asunto pendiente con aquel enorme marinero. Si bien era cierto que no era muy ducho haciendo amigos, tampoco significaba que necesariamente bastara con respirar para sumar enemigos. Mientras todavía le daba vueltas al misterioso origen de aquel odio manifiesto, el hombretón en cuestión corrió hacia él, como en una embestida, dispuesto a estamparlo en la superficie del puerto.
Aquello no era para nada normal y estaba seguro de que todo era culpa de Loreena.
Con lágrimas en los ojos le aventó la botella con alcohol a la cara, sólo para ganar tiempo de hechizar a los hombres del barco para que lo defendieran. Quizá él con su aspecto elegante de ciudad fuera un enclenque a comparación de aquella bestia, pero los marineros allí reunidos no tenían nada que envidiarle. Siquiera necesitaba encantarlos a todos, sólo a dos líderes y los demás se les unirían por lealtad. El brujo era un cobarde, pero sabía cómo estaban hechas las cosas.
El asunto acabó en un popurrí de golpes y estrangulamientos digno de una taberna. Oz no pudo más que observar, con los pelos todavía de punta, cómo los pobres daban y recibían golpes. Como no se sentía a salvo, y creía que la bruja loca tampoco lo estaba (si es que realmente lo estaba defendiendo antes), le hizo señas con la mano, para que se embarcara en la nave con él. Si todo acababa mal, tendrían que dirigir la embarcación ellos mismos. Al menos, la condenada tenía un ejército de ayudantes que podrían servirles en la tarea.
En otras palabras, pero no las de Ozryel, necesitaba ayuda.
Aún no había finalizado su poco surtida lista cuando la voz de una mujer capturó su atención. No a muchos pasos de su ubicación se hallaba Loreena, al parecer decidida en joderle la expedición, pero para su sorpresa estaba peleándose con un monumento de hombre que le doblaba la altura. Echó a volar un suspiro. ¿Por qué siempre tenía que estar peleándose con todos? Pensó que si ese sujeto tuviera malas intenciones con ella, se podía dar por muerta; pero al escuchar su propio nombre pronunciado por la pelirroja se le erizó el vello y un sudor frío le recorrió la espalda. Intentó prestar atención a la conversación, deseando que no estuviera mandándolo a matar, despachando al chico de los recados y acercándose a ellos.
La expresión de su cara se agrió al comprobar que la otra estaba defendiéndolo, y en vano intentó recordar si acaso él tenía algún asunto pendiente con aquel enorme marinero. Si bien era cierto que no era muy ducho haciendo amigos, tampoco significaba que necesariamente bastara con respirar para sumar enemigos. Mientras todavía le daba vueltas al misterioso origen de aquel odio manifiesto, el hombretón en cuestión corrió hacia él, como en una embestida, dispuesto a estamparlo en la superficie del puerto.
Aquello no era para nada normal y estaba seguro de que todo era culpa de Loreena.
Con lágrimas en los ojos le aventó la botella con alcohol a la cara, sólo para ganar tiempo de hechizar a los hombres del barco para que lo defendieran. Quizá él con su aspecto elegante de ciudad fuera un enclenque a comparación de aquella bestia, pero los marineros allí reunidos no tenían nada que envidiarle. Siquiera necesitaba encantarlos a todos, sólo a dos líderes y los demás se les unirían por lealtad. El brujo era un cobarde, pero sabía cómo estaban hechas las cosas.
El asunto acabó en un popurrí de golpes y estrangulamientos digno de una taberna. Oz no pudo más que observar, con los pelos todavía de punta, cómo los pobres daban y recibían golpes. Como no se sentía a salvo, y creía que la bruja loca tampoco lo estaba (si es que realmente lo estaba defendiendo antes), le hizo señas con la mano, para que se embarcara en la nave con él. Si todo acababa mal, tendrían que dirigir la embarcación ellos mismos. Al menos, la condenada tenía un ejército de ayudantes que podrían servirles en la tarea.
En otras palabras, pero no las de Ozryel, necesitaba ayuda.
Ozryel Sins- Hechicero Clase Media
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Re: Aventura a Inglaterra -primera parte-
De lo que paso a continuación, Amethyst no estuvo muy segura. Simplemente sintió el golpe del bolso al caer y unas voces que no llegaban a traspasar la tela cerrada del bolso. Mucho menos la borrachera que llevaba encima ¿Quién diría que el alcohol pegaba mas fuerte en sus formas animales? Uno pensaría que el sentido común, quizás la supervivencia o los propios años, le hubieran dotados de estos datos aparentemente importante y lo cierto es que, lo sabia y tenia todos aquellos atributos recién mencionados pero solía pasar de ellos para dirigirse a la felicidad inmediata, como era el alcohol, y la cual era en ese momento interrumpido por el griterío fuera de la bolsa que detuvieron su avanze sobre el preciado liquido del cual aun quedaban una generosa culata. Fruncio el ceño tanto su forma animal le permitia y saco el hocico para olfatear alrededor. Arrugo los labios enseguida al oler la testosterona de un macho cabrio cerca y escondió nuevamente el morro para observar por el agujero de la cerradura de quien se trataba y OH VAYA UN GORILO EN LA CIUDAD. Quizas por el estado que estaba, lo encontró gracioso al igual que la chica que agitaba sus brasitos flacos y palidos en el aire como si quisiera saludar al alto cielo. Ella la imito por ebria, educada y estar convenientemente panza arriba para poder sacudir las patas delanteras de forma torpe con la suerte de que nadie puiera ser testigo mientras se carcajeaba al oir que castigarían alguien que obviamente podría callarla de un solo golpazo. “Es una chica valiente” pensó antes de girar sobre su lomo y sentir que algo hacia ruido bajo sus patas, formas regordetas se quejaban y pensó que la habia tirado sobre ratas o sapos –cosas típicas de brujos- que le quitaban el ya muy precario equilibrio. Pero aun asi, y creo merece mención de aplausos, la corgi logro salir casi intacta del bolso y sin romperse la nariz contra el asfalto. Tampoco era una sílfide de elegancia y traería mucha vergüenza en sus antepasados pero era una pequeña victoria que celebrar.
-Es que una ya no puede estar de polizón sin que armen revuelo– se lamento, rascándose detrás de una oreja y cayendo en ese mismo instante hacia un lado –ni siquiera me dejan la tierra quieta!- se volvió a levantar y centro los ojos en el grupito de marineros que peleaban entre el que reconoció y su ofensiva se volvió enseguida diversión. Una pelea de bar! Con su torpe cuerpito de corcho, agarro a uno de los duentes entre sus colmillos y salio corriendo para dar golpes a diestras y siniestras con la pobre criaturita tal cual espada. En algún momento se le perdió, la tragedia de todo gladiador! Pero ella era griega y no se rendia fácil asi que viro la estrategia y clavo una dentellada en un pie, luego en otro, elevando aullidos de dolor de sus adversarios mientras con una agilidad desconocida esquivaba los pisotones. O eso creía ella, los giros abruptos se debían mas a patadones que su propia decisión pero entre la piel gruesa, la mente perdida en nieblas y el subidón de adrenalina no había quien lograse detenerla exactamente en su afán animal de involucrarse en la pelea y salvar al pobre muchachito que había visto anteriormente y a quien le debía la botella y quien sospechaba tenia mas que pudiera extraer para su viaje en barco
EL BARCO
Dio un salto y mordio el trasero de alguien como final magistral a su ataque y se subio a la espalda de forma desesperada con la gracia de un ganso cojo –ARRIVERDERCHI MIS CAMARADAS- grito en la mente del pobre hombre y se lanzo como una bala, peluda, a por el brujo, intentando pasar por entre sus piernas hacia la puerta del barco y dándose un cabesaso mayúsculo contra la canilla. Esto de medir y correr no era su fuerte nisiquiera estando sobria y solo sirvió para mitigar el poco pedo (sarcasmo) que tenia hasta entonces. Sacudio las orejas, miro fijo al hombre y sentada sobre su pata le grito “moviendo moviendo que el barco se va y los hombretones vienen!”
Nota de autor:
*Amethyst no esta en contacto con nadie asi que escucharían algo asi como: Warf grau hip guau hep guau warf. Los hep e hip son hipos de borracha (salvo el ultimo comentario a Ozryel claro)
-Es que una ya no puede estar de polizón sin que armen revuelo– se lamento, rascándose detrás de una oreja y cayendo en ese mismo instante hacia un lado –ni siquiera me dejan la tierra quieta!- se volvió a levantar y centro los ojos en el grupito de marineros que peleaban entre el que reconoció y su ofensiva se volvió enseguida diversión. Una pelea de bar! Con su torpe cuerpito de corcho, agarro a uno de los duentes entre sus colmillos y salio corriendo para dar golpes a diestras y siniestras con la pobre criaturita tal cual espada. En algún momento se le perdió, la tragedia de todo gladiador! Pero ella era griega y no se rendia fácil asi que viro la estrategia y clavo una dentellada en un pie, luego en otro, elevando aullidos de dolor de sus adversarios mientras con una agilidad desconocida esquivaba los pisotones. O eso creía ella, los giros abruptos se debían mas a patadones que su propia decisión pero entre la piel gruesa, la mente perdida en nieblas y el subidón de adrenalina no había quien lograse detenerla exactamente en su afán animal de involucrarse en la pelea y salvar al pobre muchachito que había visto anteriormente y a quien le debía la botella y quien sospechaba tenia mas que pudiera extraer para su viaje en barco
EL BARCO
Dio un salto y mordio el trasero de alguien como final magistral a su ataque y se subio a la espalda de forma desesperada con la gracia de un ganso cojo –ARRIVERDERCHI MIS CAMARADAS- grito en la mente del pobre hombre y se lanzo como una bala, peluda, a por el brujo, intentando pasar por entre sus piernas hacia la puerta del barco y dándose un cabesaso mayúsculo contra la canilla. Esto de medir y correr no era su fuerte nisiquiera estando sobria y solo sirvió para mitigar el poco pedo (sarcasmo) que tenia hasta entonces. Sacudio las orejas, miro fijo al hombre y sentada sobre su pata le grito “moviendo moviendo que el barco se va y los hombretones vienen!”
Nota de autor:
*Amethyst no esta en contacto con nadie asi que escucharían algo asi como: Warf grau hip guau hep guau warf. Los hep e hip son hipos de borracha (salvo el ultimo comentario a Ozryel claro)
Amethyst C. Tsartsaris- Cambiante Clase Alta
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