Arma X -Primera Parte- // Privado

El encuentro.

A todo galope, con el espectro siguiéndole como una capa al aire, Malek se apresuraba al lindero del ducado del norte con el bosque. Por tercera ocasión le fue reportado un ataque de un lobo sobre sus trabajadores, los dos primeros pastores. Johan Connor murió en un ataque que daba lectura a Malek que se trataba de algo más salvaje que un licántropo. Caroline Wheaster sobrevivió tenía heridas como las de Johan pero una mordida en su hombro no dejaba pie a dudas de que era en efecto, un licántropo; sobre todo porque los cuerpos eran encontrados al día siguiente de la luna llena. Caroline no sobrevivió, esto fue porque Malek le dio muerte. No iba a permitir que entre sus criados hubiera un licántropo.

Malek llegó a tener dudas sobre si él había sido el causante, pero contaba con una fortuna de la que carecían miles de licántropos. Él tenía al espectro que le relataba lo que su animal interno hacía por las noches de irracionalidad. [color=#878a9f]Tu no eres el asesino/color], le anunció cuando encontraron a Johan y volvió a decirle minutos previos a que Malek arrancara el corazón del cuerpo de Caroline.

Cuando llegó encontró al joven Barry Locke. Malek suspiró, en un principio, aliviado por estar muerto. Pero luego llegó la rabia. Desde la muerte de Johan tuvo que actuar y ahora tenía sobre sus hombros la muerte de dos pastores y una mujer que se dedicaba al cultivo. – Ya hemos puesto trampas, señor –escuchó la voz del padre de Barry al borde del llanto, su semblante se mantenía duro, como el de un guerrero, pero los latidos del corazón no podía ocultarlos a los oídos de Malek y lloraba, muy en su interior lloraba.

–Quítalos, yo personalmente me encargaré de esta amenaza. George ve y prepara mis armas, hoy inicio con la cacería –le quisieron debatir pero el tono fuerte en la voz, la exigencia. Hizo que todos se pusieran manos a la obra. Malek habló con Damian, el padre de Barry y le ordenó refugiarse en el palacio hasta que Malek despachara la amenaza. Malek como el espectro sabían dos cosas, perderían el tiempo hasta que fuera la noche de luna llena y dos, lo de el refugio era una fachada para que no intentara hacer justicia por cuenta propia.

De noche, y ya solos con una pistola cargada con ocho balas de plata. El espectro y Malek caminaban por el bosque.

Deberías matarle tan pronto lo veas. No sé porque tu afán de querer hablarle para persuadirle que se vaya de tus tierras. ¿No piensas acaso que tal vez eso es lo que quiere ese monstruo? ¿Encontrarse contigo a solas para darte muerte?

Malek le miró con una sonrisa. Por más que la voz se escuchara vacía. Él alcanzaba a sentir el cálido aliento de la preocupación. El espectro siempre le decía que si lo hacía era porque al morir Malek, el espectro también lo haría y sus comentarios era para que Malek pensara en la supervivencia del espectro, no en la suya.

Pero fue hasta los 15 días después de la última muerte cuando por fin encontraron algo que impactó inclusive al espectro. Una niña casi semidesnuda, con su cabello castaño enmarañado. La encontraron de espaldas junto a un árbol, andando sobre sus cuatro extremidades, parecía una salvaje, no, eso precisamente era. Malek la identificó como una licántropo y la asoció como la amenaza. «¿Pero qué tan salvaje puede ser?» se preguntó Malek con una sonrisa maliciosa.


No, ¿no me digas que quieres domesticarla?

–Más que eso –dijo y con esas palabras se delató a la niña que se dio media vuelta para verlo.

Primer asalto.

Realmente era una salvaje, los movimientos toscos y agresivos de la niña. Haciendo crecer en tamaño bajo la ostentosa amenaza. El espectro se echó a reír, una risa apabullante e irritadora que Malek no sabía si lo hacía por la criatura frente a ellos o hacía el mismo Malek. Diferiendo a la reacción del espectro, Malek le mostró a la niña una sonrisa ladina. –¡Oh!, así/ ¿qué tú piensas que éste es tú territorio? Me has causado muchos problemas señorita, pero claramente veo que con palabras no arreglaré este asunto –dijo con una voz severa.

Cruzó sus brazos y con sus manos desabrochó la capa de su abrigo que cayó como una hoja de otoño al suelo, luego, se quitó el abrigo, desabrochó el primer botón de su camisa y con sus dos manos la destrozó mostrando sus pectorales fuertes y el abdomen rigido y definido. Dejó caer su cabeza, primero pegándola al hombro derecho y después al izquierdo escuchándose un crujido, como el de una vara. –Pediste un combate/ lo tendrás –dijo amenazador y siguiendo el juego de la niña emitió gruñidos que nunca salieron de la boca de Malek.

Estoy en conflicto Malek, ¿tienes las agallas para matar a una niña o sólo estás fanfarroneando? Especuló el espectro elevándose sobre ellos. La pequeña ya se había adelantado antes de que Malek dijese algo, pero seguía a la defensiva. En tanto que Malek bajó su mirada, sus ojos se ensombrecieron y la mirada asesina volvió a hacerse presente en él. Una mirada que el nigromante mantuvo hasta el día en que se convirtió en un hijo de la luna. Creo que va en serio. Se dijo el espectro para sí.

Malek hizo una finta hacía la derecha, se movió a la izquierda agachando su cabeza para librarse de la mano de la niña que realmente parecía una garra por sus uñas largas y sólidas. Malek la tomó del cuerpo y la alzó arrojándola contra un árbol usando toda su descomunal fuerza –. Vamos, de pie. ESTE ES MI TERRITORIO Y NADIE LO VA A VIOLAR –Malek, que se encontraba encorvado y con sus manos extendidas se reincorporó, la sombra que se proyectaba por el sol dio la apariencia de que Malek se hacía más grande, factor que él usó para intimidar a la niña–. Ríndete y perdonaré tu vida, no quiero más sangre derramada en mi ducado o ataca y atente a las consecuencias.

El espectro que observaba todo desde arriba estaba asombrado de lo que observaba en Malek. La niña era una salvaje y no se iba a rendir, menos aún cuando Malek estaba literalmente pisando su comida. El espectro sonrió al ver los ojos de la niña.

Salvajismo.

Creyó que el golpe y las palabras fueron suficientes, pero que inocente. Pensó el espectro al ver como se levantaba la niña salvaje y mientras cojeaba soltaba palabras que bien sabía eran un distractor. La forma por cómo caminaba alrededor de Malek era un asecho, no tardaría mucho en atacarlo; el espectro se alejó y se elevó por encima de ellos, poniendo su atención en la niña que Malek pensaba domesticar si bien lo entendía.

Sabía que no entendería, pero Malek lo dijo igual. –Mi nombre es Malek y gobierno sobre estas tierras, como salvaje piensas como un animal irracional y no comprendes lo que significa el poder de la tierra y sus responsabilidades/ –Malek no pudo continuar porque la niña se arrojó hacía él mordiéndole la pierna. Como una autentica bestia desgarró la piel del duque, fisurando sus huesos que se hicieron gruesos cuando la maldición de la luna llena cayó sobre de él. Al principio no se movió, dejó que la niña mordiera y rasgara con sus largas uñas la pierna, esperando a que se cansara; pero se dio cuenta de que eso no iba a suceder, ella iba a quebrar sus huesos si continuaba de esa forma. «Es una lástima, tenía pensado hacer grandes cosas contigo» caviló mientras preparaba la pistola cargada con las balas de plata. Una última mirada, la del asesino y acarició el gatillo apuntando la cabeza de la niña. Sin embargo, el espectro descendió interponiéndose entre el rifle y la cabeza de la pequeña.

–Quítate imbécil, eres un mísero espectro no puedes detener las balas, te atravesarán –le espetó con rabia.

Pero puedo hacer esto. Dijo en advertencia y se introdujo en el cuerpo de Malek, poseído. Malek dio media vuelta a la pistola y con la parte trasera dio un fuerte golpe a la niña sobre la sien para que ésta cayera desmayada. El espectro impulsó una fuerza que mataría a un hombre común pero a un licántropo seguro noquearía. Cuando el espectro abandonó el cuerpo de Malek, el duque no tenía pupilas, sus ojos estaban totalmente en blanco, estaba pálido y tenía la sangre fría. El espectro fue perdiendo volumen hasta desaparecer.

Malek estaba inconsciente, sin saber si la niña estaba noqueada o no. A su merced de no estarlo porque el cuerpo aparentemente ausente de alma del duque cayó hacía atrás. La pistola se escurrió de sus manos y permaneció inmóvil, sin aura/ sin vida/