No cambiaría nada...

por **Lilith O'Hara** Sáb Jun 07, 2014 2:34 am

El Primer Hombre.

16 años.
Verano.

Mas que acostumbrada ya estaba a vivir bajo esas cajas de madera en los lugares mas obscuros y abandonados de París, sus acompañantes eran los gatos y las ratas que se le acercaban sin miedo, pues eran los únicos amigos de una niña de largos cabellos rojizos y abandonada desde hace algún tiempo en las calles.

Lilith había sido echada a la calle como si se tratara de cualquier basura desde que cumplió los 16 años, sin embargo hacía todo lo posible por sobrevivir buscando siempre los lugares mas cálidos a lado del foco de algún local o protegiéndose de la lluvia siempre dentro de las cajas abandonadas de madera que se encontraban cerca de los basureros.

Casi cumplía el año viviendo de aquella forma, hasta que un día el panadero del mercado la atrapó mientras corría con un baguette entre las manos.

-¡DETENTE AHÍ JOVENCITA! -le gritó el señor muy molesto a la desnutrida que tan solo buscaba su desayuno esa mañana. Ésta muy asustada tan solo volteó para todas partes buscando un lugar en dónde esconderse, pues si la atrapaban podría ir a la cárcel y a lo que había escuchado era el peor lugar del mundo... donde algunos incluso no volvían.

Los demás trabajadores del mercado le cerraban los caminos para que la pequeña ladronzuela no pudiera escapar mientras el miedo empezaba a invadirle el alma. ¿Que haría ahora?, nada peor le podría sucederle ya.

-Yo lo pago... -contestó una voz grave de algún lugar lejano, dónde ella no podía alcanzar a ver. -Es mas... dame otros para llevar -volvió a hablar el hombre mientras lanzaba una moneda de oro al aire haciéndola llegar a las manos del panadero y saliendo de entre la multitud de gente.
Lilith lo observó mientras él caminaba hacia ella... era un joven alto y delgado con cabellos largos y obscuros como la noche. Claramente se notaba la diferencia de edad al ser ella todavía una adolescente en pleno desarrollo y él un fuerte hombre con el pecho en alto aunque no fornido.

-¿Me invitas a comer contigo? He estado de viaje y... una compañía no me vendría nada mal. -le dijo al estar tan cerca de ella con una sonrisa mientras esperaba a que el panadero le trajera lo que había encargado.

Ese día fueron a la playa y se sentaron a la orilla del mar para platicar despues de haber desayunado. Él se presentó como Stephan, un alma libre que gustaba de viajes largos y a pie, aunque entre sus palabras llenas de aventura Lilith noto un grave tono de seriedad... Como si mas que viajar por gusto, lo obligaran a hacerlo. Prefirió no preguntar para no incomodar.

La adolescente también le confeso varias cosas de su pasado, no tenia familia y la persona que le había criado la odiaba tanto hasta que un día la hecho a la calle donde había aprendido a sobrevivir por si sola.

La noche llegó a la ciudad y sin haberse dado cuenta, un lazo de amistad ya existía entre ellos. El hombre se ofreció a pagarle un cuarto para que pudiera volver a sentir la comodidad de una cama como hacia tiempo la pobre niña no recordaba y Lilith aceptó.

*****CONTINUARÁ*****