AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Del Sueño a la poesía. [Privado]
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Del Sueño a la poesía. [Privado]
Para mi corazón basta tu pecho,
para tu libertad bastan mis alas.
para tu libertad bastan mis alas.
Su corazón se acelera un poco, desconocía las razones por las cuales actuaba de tal forma frente a un extraño, más frente a él, es más ¿Por qué? Jamás antes detallo en las facciones de uno de sus sirvientes, empleados o simples comensales que estaban de paso por sus ayudas momentáneas, pero el encontrar en el ese mirar suspicaz la tenía de cabeza, con el pecho en desnivelaciones al respirar con complicación y esa latente sensación de incomodidad bajo el silencio dentro de aquel carruaje.
Pero ¿Cómo comenzó? Usualmente solía recurrir siempre a su chófer de siempre, de toda la vida para exagerar en el tema algo que es completamente cierto, el mismo hombre de edad, cortés, que solía esperarla hasta altas horas de la noche o que solía rescatarla de charlas desanimadas con alguna de sus farsas contemplaciones de algo por hacer, algo que jamás se impuso entre ambos, pero de él, aceptaba todo, era un hombre que ya había vivido lo suficiente como saber cuando una dama se encontraba harta de uno u otra situación. Mismo acto por el cual, se sorprendió de sobremanera al saber que se encontraba gravemente enfermo en las posadas de su hogar; ¿Que podía hacer ella? Sería extraño que siguiera sus pasos para llevar a él, un consuelo con palabras o un poco de dinero, pero sus agendas copadas no le permitieron hacer nada, más que enviar a él un par de cosas junto con una nota deseando lo mejor; Es ahí donde aquel extraño fastidioso entraba en su cuadro de vida.
Cargaba con citas, reuniones y encuentros libres con un par de personajes que pedían su ayuda; Se destacaba por eso, pero estaba cansada, harta de ajetreos terminó ne su última reunión, una cena donde las mayores clases sociales se encontraban para discutir el porvenir de sus reinos, el como se manejarían sus dineros si el mando cambiaba o si ciertos especímenes llegasen al mandato; Eran humanos, simples humanos que conocían sobre la existencia de sobrenaturales, pero no que guardaban en su interior el detalle de poder o tan solo pensar en compartir con ellos aunque sea una milésima para entender que en algunos, no era el gusto de ser diferente, si no una condena, o una herencia, como lo era su caso; Caso que aquellos desconocían y siempre harían.
Toda la noche, o parte de las conversaciones se encontraba abstracta en la cara de aquel hombre, ese castaño de ojos oscuros que la veían a ratos cuando ella giraba su rostro para fingir que no le veía; Pero no era algo lógico, no tenía razón ni parte tenerlo en la cabeza en esos momentos, abarrotada en ahogados juicios llevo una copa a sus labios, calmando o logrando de aquella extraña forma detener el flujo efusivo de su sangre por sus venas; Se sentía arder, sus mejillas estaban a segundos de tomar el característico color carmesí de una fina linea de sangre, no era bueno, no era recomendable y mucho menos comenzar a tomar nuevos sentimientos en un lugar repleto de enemigos auto titulados.
Autorizó su salida bajo el mandato de uno de los congregados, cubrió su cuerpo bajo la fina tela oscura y camino hasta el carruaje, dónde sabía, dónde estaba sentenciada a encontrarse nuevamente con él; Pero ésta vez sus sentidos estaban mucho más alerta que antes, cada mínimo detalle la hacía poner atención a los movimientos y claramente dentro de él, algo era diferente a otros simples empleados que le servían; Arrugó el puente de su nariz y tomó así las función de su felino, olfateando en él alrededor, o más bien, en el entorno ajeno un peculiar aroma que la hizo acercarse cada vez más con cortos pasos indecisos- Que tienes... que ocultas que me obliga acercarme sin querer - pensó en voz alta, pero lo suficientemente bajo para que ni un tercero, ni el mismo involucrado le escuchara.
Se detuvo frente a las altas puertas de aquel transporte, él bajo de donde se encontraba para abrir sus puertas para ella y sin lograr dar paso alguno se quedo de frente a él, detallando sus ojos, buscando en ellos esas tantas respuesta que tenía a una simple pregunta ¿Quien era?
Última edición por Aniëtt O'Claude el Miér Sep 24, 2014 10:44 pm, editado 1 vez
Aniëtt O'Claude- Cambiante/Realeza
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Re: Del Sueño a la poesía. [Privado]
"Hice retroceder la muralla de sombra,
anduve más allá del deseo y del acto."
anduve más allá del deseo y del acto."
Sus intenciones como residente fijo en París eran claras, por ningún momento titubeó o pasó por su mente la idea de iniciar una vida nueva, al menos no sin ella.
Solo ella existía para aquel hombre que se hallaba sentado sobre la parte delantera del carruaje, en dirección al majestuoso Palacio Royal, a una de las innumerables fiestas o "juntas reales" a las que acostumbraba llevarla. Desde el punto de vista masculino, no entendía como en este caso su empleadora, soportaba tantas horas dentro del lugar. Eran eventos de etiqueta, donde todos los invitados se presentaban con amplias y fingidas sonrisas, reverenciándose entre si, una y otra vez; Era una prisión... Una jaula.
Luego de auxiliarla en su descenso del carruaje -sin siquiera obtener una mirada por parte de ella- se quedó de pie, con su espalda cómodamente apoyada contra el transporte. Observaba de reojo como el sol terminaba de perderse en la lejanía, para dar paso a una noche bastante tibia, y agradable, ideal para dar una larga caminata por las calles, o sencillamente perderse en el bosque, o en un caso más extremo, dar libertad a alguna de sus pieles. Más de un mes había transcurrido en su forma humana, sin adoptar alguna piel canina, tal vez por falta de tiempo, o simplemente por ser alguien que solo usa su mutación en momentos extremos, y estrictamente necesarios. Claramente su vida, había tomado un giro, llegando a tener nuevas e indiscutibles prioridades. Nuevamente se movió de su lugar, saltando con gran agilidad al diminuto asiento tras las riendas del coche, y exhaló.
Un chasquido provino de su boca, denotando el aburrimiento que sentía, la paciencia no era una cualidad de Ezequiel, y por el contrario, ya comenzaba a sentirse incómodo y decaído.
Sus ojos no perdían de vista la puerta principal, haciendo que los mismos rodaran con decepción cada vez que se percataba de como solo personas desconocidas para él, abandonaran el lugar.
Así pasaron los minutos, fácilmente un par de horas antes de que sus orbes se iluminaran con un brillo infame, pero no menos afable, justo en el momento en que la señorita O' Claude, a quien tanto esperaba, finalmente y retirándose de la fiesta, comenzara su trayecto de vuelta al carruaje, siendo escoltada hasta la reja principal.
Vertiginosamente el cambiaformas de apresuró a retomar su comportamiento habitual, y educado, bajando del carro, abriendo la puerta de este, asegurándose así de tener todo cuidadosamente listo y prolijo para ella.
La manera en que el aroma de la fémina inundaba el aire mediante se acercaba, era embriagador, no habría una forma mas exacta para describirlo. Los parpados del hombre, bajaron hasta ocultar por completo sus ojos, realizando así una honda inhalación por su nariz, asegurándose de retomar consciencia en cuanto la silueta femenina resumía la distancia entre sus cuerpos. En virtud de los echos, y como era debido, la mano masculina se levantó para sostener la ajena, acariciando de manera casi imperceptible el borde de esta, y aún en tan simple roce, disfrutar de lo tersa de su piel.
No fue necesario desviar la mirada a la mujer, para saber que algo pasaba, aún así los ojos del varón buscaron los de ella, y enarcando una de sus cejas, sus labios se separaron.
— ¿Ocurre algo, madame?— le interrogó, al ver lo estática de su posición, mientras él aguardaba su arribo al coche. Pero nada, ambos estaban prácticamente inmóviles. Y para Ezequiel, aquella forma en la cual se entrelazaron sus miradas, fue la recompensa luego de su ardua espera. Sin dudas buscaría la forma en que ese momento se prolongara, no perdería esta oportunidad, deseaba su compañía, el sutil tacto que sus manos unidas representaba, ansiaba escuchar su voz pronunciando la respuesta a su duda. Sin importar que su atrevimiento le costara su empleo, por sobretodo lo demás, debía estar con ella, con Aniëtt... Con su hermana.
Última edición por Ezequiel O'Claude el Sáb Sep 13, 2014 8:45 pm, editado 1 vez
Ezequiel O'Claude- Cambiante Clase Media
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Re: Del Sueño a la poesía. [Privado]
Eran sus pasos, esos cortos sonidos ahogados que se desataban contra el asfalto, aquellos en los cuales intentaba controlar sus pensamientos para desviar de su cabeza la imagen de aquel castaño que la traía fuera de un estado alerta común. Intentaba con todas sus fuerzas ver en su interior, buscar allí el detalle, aquel conjunto de ideas, el razonamiento necesario, el roce esencial de la cordura y aquella obsesión desmedida para las ideas sin lógica en su postura. Pero un simple roce derrumbó por completo al templanza de la fémina, la calidez de la mano masculina contra la suya la hizo caer en cuenta que aquel personaje no era uno más; Y deseaba, tanto como alejarse de él en ese momento,saber de quien se trataba esa presencia, enviciada, intoxicada en ese nuevo fanatismo que la inmovilizaba frente a él.
Era un signo de debilidad y por sobre todo lo resignado de la situación, jamás se dejaría ver serena frente a un desconocido, y por más que sintiera conocerlo, aún no sabía nada de él, aún su permanencia, la insistencia en observar ese bache de oscuros pozos negros que la miraban con detalle, se sentía desnudar por esa firme destreza de su ojos.
Retiró su mano de entre la del castaño, sintiendo en aquella aún el roce infinito, esa calidez impasible que no desaparecía de su piel; Frunció el ceño, quería verse paciente, impávida frente a la efigie masculina que la tenía de cabeza con el corazón hecho un motor de trenes de colección; Inhaló un poco de aire, llenó sus pulmones y cuando las reservas de aire en su interior se plagaban del perfume ajeno, entreabrió sus labios mascullando con inquebrantable estabilidad — ¿Que podría ocurrir? —Sentenció enarcando una de sus cejas, desviando la mirada con rapidez a la puerta de aquel carruaje que se abría a su cuerpo para que, claramente esta entrara y se perdiera en un camino directo a sus aposentos; No quería eso ¿Por qué? No lo sabía, pero estaba firme en que regresar a esa, en ese momento, no era una opción.
— Quizás le parezca un atrevimiento, y espero que no lo mencione si así lo cree... — Tomó aire, retiró un mechón del propio cabello, lo escondió a un costado de su rostro continuando con vigor — Pero deseo dar un paseo por los alrededores, es su trabajo acompañarme, mis chóferes siempre lo hacen y el que usted en este momento sea nuevo, le obliga a hacerlo — Mintió, pero con lo obstinada que era, no esperaba que el la descubriera.
¿Que tenía en mente? Ni ella misma lo sabía, pero al presencia de ese hombre la descomponía en mil fragmentos y no se iría a la mansión hasta descubrir que era lo que se ocultaba bajo ese traje de chófer, escondida en ese telar de pensamientos que el quizás escondería sobre ella en su cabeza.
Comenzó un andar lento, sus brazos se cruzaron a la altura de su pecho, mientras los mismos se entrelazaban, de entre sus labios una cálida canción de cuna comenzó a aflorar libremente; Giró su rostro he hizo una ceña al desconocido para que la siguiera, esperaba encontrar respuestas, pero con tal lejanía, por el momento se sentía cómoda; Por alguna extraña razón, estar cerca de él la descomponía, la traía nerviosa y sus piernas extrañamente temblaban, donde nuevamente insistía ¿Que tenía él? ¿Quien era?
— Encuentro justo saber su nombre... ¿Cuál es? —
Era un signo de debilidad y por sobre todo lo resignado de la situación, jamás se dejaría ver serena frente a un desconocido, y por más que sintiera conocerlo, aún no sabía nada de él, aún su permanencia, la insistencia en observar ese bache de oscuros pozos negros que la miraban con detalle, se sentía desnudar por esa firme destreza de su ojos.
Retiró su mano de entre la del castaño, sintiendo en aquella aún el roce infinito, esa calidez impasible que no desaparecía de su piel; Frunció el ceño, quería verse paciente, impávida frente a la efigie masculina que la tenía de cabeza con el corazón hecho un motor de trenes de colección; Inhaló un poco de aire, llenó sus pulmones y cuando las reservas de aire en su interior se plagaban del perfume ajeno, entreabrió sus labios mascullando con inquebrantable estabilidad — ¿Que podría ocurrir? —Sentenció enarcando una de sus cejas, desviando la mirada con rapidez a la puerta de aquel carruaje que se abría a su cuerpo para que, claramente esta entrara y se perdiera en un camino directo a sus aposentos; No quería eso ¿Por qué? No lo sabía, pero estaba firme en que regresar a esa, en ese momento, no era una opción.
— Quizás le parezca un atrevimiento, y espero que no lo mencione si así lo cree... — Tomó aire, retiró un mechón del propio cabello, lo escondió a un costado de su rostro continuando con vigor — Pero deseo dar un paseo por los alrededores, es su trabajo acompañarme, mis chóferes siempre lo hacen y el que usted en este momento sea nuevo, le obliga a hacerlo — Mintió, pero con lo obstinada que era, no esperaba que el la descubriera.
¿Que tenía en mente? Ni ella misma lo sabía, pero al presencia de ese hombre la descomponía en mil fragmentos y no se iría a la mansión hasta descubrir que era lo que se ocultaba bajo ese traje de chófer, escondida en ese telar de pensamientos que el quizás escondería sobre ella en su cabeza.
Comenzó un andar lento, sus brazos se cruzaron a la altura de su pecho, mientras los mismos se entrelazaban, de entre sus labios una cálida canción de cuna comenzó a aflorar libremente; Giró su rostro he hizo una ceña al desconocido para que la siguiera, esperaba encontrar respuestas, pero con tal lejanía, por el momento se sentía cómoda; Por alguna extraña razón, estar cerca de él la descomponía, la traía nerviosa y sus piernas extrañamente temblaban, donde nuevamente insistía ¿Que tenía él? ¿Quien era?
— Encuentro justo saber su nombre... ¿Cuál es? —
Última edición por Aniëtt O'Claude el Miér Sep 24, 2014 10:46 pm, editado 1 vez
Aniëtt O'Claude- Cambiante/Realeza
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Re: Del Sueño a la poesía. [Privado]
"Mi deseo de ti fue el más terrible y corto,
el más revuelto y ebrio, el más tirante y ávido."
el más revuelto y ebrio, el más tirante y ávido."
El simple, pero increíblemente frío movimiento que realizó al momento que alejó su mano, fue lo que Ezequiel necesitaba para reaccionar de su ridículo estado, por lo que se aseguró de retomar su posición seca y distante con ella, ya que no deseaba de alguna u otra forma llegar a ofenderla. Aveces el felino llegaba a ser acelerado, más con con sus actos que sus palabras, y esto quedaba demostrado al encontrarse frente a la fémina, su silencio reinaba mientras pensaba con diligencia sus próximas palabras; pero aún así su mirada se encontraba enfocada en cada centímetro del cuerpo ajeno, sin tener siquiera la decencia de ocultar su anhelo por el mismo.
Negó un par de veces con su cabeza al momento que la pregunta se asomara de aquellos suculentos labios, y optó por mantenerse en silencio, responder en ese momento sería muy inapropiado.
Aunque luego de lo que siguió, esperaba que en su semblante lograra fingir el gesto de desaprobación a las peticiones femeninas acerca del paseo, mientras en su interior una pequeña llama de satisfacción crecía, al saber que pasaría — con suerte — un par de horas con ella, a solas.
— No soy nadie para reprochar su petición. Con gusto le acompañaré en su paseo, Madame.— respondió con formalidad, rodeando el carruaje para retirar su sombrero desde el lugar que ahora debería esperar por su regreso, y depositándolo en su cabeza, regresó rápidamente con ella, siguiéndola como le indicaba. Luego del gesto de Aniëtt con su mano, Ezequiel se ubicó a su lado, extendiendo su brazo y aguardó de esa manera que ella se decidiera a tomarlo.
Parpadeó repetidamente cuando su nombre fue prácticamente exigido, y con una discreta sonrisa le observó directamente.
— Tiene usted razón... Mi nombre es Ezequiel.— claramente no revelearía su apellido, al menos de que quisiera sufrir en ese momento el interrogatorío por parte de aquella con la cual le tocaba compartir sangre. Si las dudas por su identidad persistían, de seguro terminaría dando un apellido falso, así como también lo haría con su lugar de origen y demás. Buscaría conservar la verdad lo más oculta posible, por su bien.
Sólo unos minutos de caminata había recorrido, pero el aroma de fémina se las arreglaba para taladrear su cabeza, sus sentidos. Le frustraba conservar la distancia que debía por "respeto", se sentía limitado, y eso no era algo que le deleitara en lo más mínimo. Sus orbes buscaban colisionar con los enormes de ella, irrumpía con ellos cada vez que la oportunidad se presentara, y teniéndola así con él, era una forzosa lucha que debía lidiar para no cometer errores, aún cuando sus deseos más bajos le sacudían a disparar contra su hermana.
— Ruego perdone mi insistencia, pero, ¿qué le hizo escoger esta noche para pasear? — la interrogante era simple, pero bien sabía en su interior que Aniëtt buscaba ocultarle algo. Intentaba mostrarse firme y serena, aunque eran sus facciones las que no lograban relajarse, así como los titubeos de su cuerpo.
El derecho sobre ella era inapelable, así lo sentía Ezequiel, y no permitiría que alguien más se acercara a ella, y el sólo imaginar que podría ser otro el que estuviera acompañandola esa noche, le irritaba enormemente. Estaba dispuesto a lo que fuera por protegerla, de todo y todos.
Ezequiel O'Claude- Cambiante Clase Media
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Re: Del Sueño a la poesía. [Privado]
La escena parecía de una estampa cursi, un paseo por los mástiles de energética presencia, altos, profundos, cortos, peligrosos, confundía poco a poco lo que se encontraba frente de ella, pues, para variar de su cabeza no salía de la idea de que era lo que venía ahora; Si bien, buscaba de todas las formas viables conocer de él que era lo que a ella misma la traía inquieta, el nerviosismo no tardó en hacer estragos en el centro de su vientre, era peligroso el acto; Cuando no se veía en peligro, pero si en momentos de súbitos sentimientos chocando dentro de si, aquellas pieles se peleaban de forma trivial en su interior para investigar que había para ellos en el exterior.
Se sentían animados, listos para averiguar que la tenía tan desazonada, pero se contenía, agarraba fuerzas de dónde no sabía para equilibrar sus estados mentales y mantenerse de imagen severa en su piel humana; Insistir en pensar en ello, le traería conflictos, por lo que ladeó su cabeza de lado a lado, despejando sus pensamientos para seguir con la vista atenta a lo que veía.
Su aroma era inconfundible, conocía al masculino hace tan sólo un par de horas, pero estaba segura en un cien por ciento que podría reconocer su perfume en el lugar más inhóspito de la tierra; Perduraba en el ambiente, en su interior, la hacía bajar la guardia, sentirse débil, casi una infante con la protección necesaria como para no cuidarse por si misma.
Su voz la hizo estar consciente de que no tan solo debía sentirse a gusto a su lado, si no que buscaba esa razón por la cuál el castaño provocaba en ella lo desconocido; La notoriedad de sus palabras la dejó por unos momentos atónita ¿Que pasaba con ella? Se sorprendía hasta de su forma de parpadear, todo le parecía exquisito, digno de deleitar su mirada por horas completas sin tener segundo de aburrimiento ¿Un brujo quizás? Pasó por su cabeza la idea.
Pasaron muchas ideas por su cabeza, vampiro, lycan, brujo, inquisidor, al ser de la realeza estaba expuesta a todo tipo de seres que buscaban excusas para tomar cercanía de su presencia, así bien para acabar con ella o para buscar favores extraordinarios que solo ella lograba conceder. ¿Quizás solo era eso? ¿Un aprovechador más?
La fama de me fémina no era la peor, se caracterizaba por tener un ángel carismático en su actuar, pero esa noche, justo esa noche, había decidido tomar el carácter de sus pieles, una felina alerta — No se trate a usted mismo como "Nadie" no corresponde — Su voz era seca, rasgaba el hilo de la descortesía, pero con sus facciones aún endurecidas, extendió su brazo para aferrarse del antebrazo masculino; Cálida sensación que la hizo prevenir y descartar opciones pasadas; No era un vampiro, su piel era caliente, tanto que sobrepasaba la camisa que cubría su piel.
— Ezequiel... ¿Y su apellido cuál es? — Sentenció, quería saber todo lo necesario y para cumplir con ello, debía saber el linaje de su familia, misma que se ocultó en la presentación vaga que avisaba entre sus carnosos labios — Debe saber a la perfección quien soy, pero las presentaciones se hacen de forma correcta, no quiero que usted me considere una descortés, debo dar el ejemplo frente a mi semejantes; Mi nombre es Aniëtt O'Claude — Sus palabras arrastraban su lengua entre cada silaba, mencionando su apellido casi en un suspiro que se robo el viento antes de ser pronunciado por sus pétalos.
Una vez más aquel varonil sonido se escapó de los labios del castaño, su voz ronca resonó por lo silencioso del lugar llamando de inmediato su atención, girando su rostro para verlo de frente; La luna hacía buen juego de luces, pero sentía como su propio rostro se bañaba en sus luces y el castaño recibía aquella misma cantidad de destellos; Chasqueo su lengua, relajó sus facciones y buscando una rápida mentira en su cabeza mencionó sin remordimiento alguno — Es una bella noche ¿No lo cree usted? El bosque es uno de mis lugares preferidos — En eso no mentía — Me gusta recorrer sus senderos en noches como esta, saber que es sólo mío por un ápice de minutos, quizás unas horas, eso me llena de regocijo — Seguía sin mentir — ¿No disfruta acaso usted de este silencio? ¿De aquella brisa exquisita? — Había planeado una mentira, pero no salía de sus labios.
— Ezequiel... ¿Quien es usted? No puedo seguir alargando este instante, usted... — Ordenó las palabras en su mente — ¿Lo conozco de algún pasado? —
Se sentían animados, listos para averiguar que la tenía tan desazonada, pero se contenía, agarraba fuerzas de dónde no sabía para equilibrar sus estados mentales y mantenerse de imagen severa en su piel humana; Insistir en pensar en ello, le traería conflictos, por lo que ladeó su cabeza de lado a lado, despejando sus pensamientos para seguir con la vista atenta a lo que veía.
Su aroma era inconfundible, conocía al masculino hace tan sólo un par de horas, pero estaba segura en un cien por ciento que podría reconocer su perfume en el lugar más inhóspito de la tierra; Perduraba en el ambiente, en su interior, la hacía bajar la guardia, sentirse débil, casi una infante con la protección necesaria como para no cuidarse por si misma.
Su voz la hizo estar consciente de que no tan solo debía sentirse a gusto a su lado, si no que buscaba esa razón por la cuál el castaño provocaba en ella lo desconocido; La notoriedad de sus palabras la dejó por unos momentos atónita ¿Que pasaba con ella? Se sorprendía hasta de su forma de parpadear, todo le parecía exquisito, digno de deleitar su mirada por horas completas sin tener segundo de aburrimiento ¿Un brujo quizás? Pasó por su cabeza la idea.
Pasaron muchas ideas por su cabeza, vampiro, lycan, brujo, inquisidor, al ser de la realeza estaba expuesta a todo tipo de seres que buscaban excusas para tomar cercanía de su presencia, así bien para acabar con ella o para buscar favores extraordinarios que solo ella lograba conceder. ¿Quizás solo era eso? ¿Un aprovechador más?
La fama de me fémina no era la peor, se caracterizaba por tener un ángel carismático en su actuar, pero esa noche, justo esa noche, había decidido tomar el carácter de sus pieles, una felina alerta — No se trate a usted mismo como "Nadie" no corresponde — Su voz era seca, rasgaba el hilo de la descortesía, pero con sus facciones aún endurecidas, extendió su brazo para aferrarse del antebrazo masculino; Cálida sensación que la hizo prevenir y descartar opciones pasadas; No era un vampiro, su piel era caliente, tanto que sobrepasaba la camisa que cubría su piel.
— Ezequiel... ¿Y su apellido cuál es? — Sentenció, quería saber todo lo necesario y para cumplir con ello, debía saber el linaje de su familia, misma que se ocultó en la presentación vaga que avisaba entre sus carnosos labios — Debe saber a la perfección quien soy, pero las presentaciones se hacen de forma correcta, no quiero que usted me considere una descortés, debo dar el ejemplo frente a mi semejantes; Mi nombre es Aniëtt O'Claude — Sus palabras arrastraban su lengua entre cada silaba, mencionando su apellido casi en un suspiro que se robo el viento antes de ser pronunciado por sus pétalos.
Una vez más aquel varonil sonido se escapó de los labios del castaño, su voz ronca resonó por lo silencioso del lugar llamando de inmediato su atención, girando su rostro para verlo de frente; La luna hacía buen juego de luces, pero sentía como su propio rostro se bañaba en sus luces y el castaño recibía aquella misma cantidad de destellos; Chasqueo su lengua, relajó sus facciones y buscando una rápida mentira en su cabeza mencionó sin remordimiento alguno — Es una bella noche ¿No lo cree usted? El bosque es uno de mis lugares preferidos — En eso no mentía — Me gusta recorrer sus senderos en noches como esta, saber que es sólo mío por un ápice de minutos, quizás unas horas, eso me llena de regocijo — Seguía sin mentir — ¿No disfruta acaso usted de este silencio? ¿De aquella brisa exquisita? — Había planeado una mentira, pero no salía de sus labios.
— Ezequiel... ¿Quien es usted? No puedo seguir alargando este instante, usted... — Ordenó las palabras en su mente — ¿Lo conozco de algún pasado? —
Aniëtt O'Claude- Cambiante/Realeza
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Re: Del Sueño a la poesía. [Privado]
"Ah mujer, no sé cómo pudiste contenerme
en la tierra de tu alma y en la cruz de tus brazos."
en la tierra de tu alma y en la cruz de tus brazos."
El creer que las distracciones tan vagas que haía creado le ayudarían a distraerla, fue un error, y lo único que había conseguido era alertarla más, que idiota se había sentido por eso. Él mejor que nadie debería saber a que tan hábil mujer tenía a su lado, aunque seguramente la belleza despampanate de la misma había terminado por emobobarlo, se olvidaba del lugar que le correspondía.
Ella estaba siendo muy dura, casi agresiva en cuanto a sus palabras se refería, como si de una innecesaria manera buscara intimidar al cambiaformas que sólo se mantenía alerto a cada una de sus cortantes articulaciones.
— Lamento haberme referido a mí de esa manera, pero a su lado es lo que soy.— se excusó, dejándose aún más bajo ¿y por qué lo hacía?.. Simple, estaba poniendo a prueba su paciencia, ya que parecía no tener mucha para él aquella noche.
— Craciun... Ezequiel Craciun.— respondió por inercia en cuanto su apellido le fue exigido, y vaya como sus dotes de mentiroso salieron a flote rápidamente, pero el que ella le hubiera insistido por saberlo era algo que no esperaba.
— Por supuesto que sé quien es, conozco perfectamente para quien trabajo, Madame O'Claude.— articuló sus palabras de manera más fría, sintiendo que las cosas ya no estaban yendo por buen camino, y la verdad aquello comenzaba a molestarlo.
Aunque molesto o no, le era imposible remover la atención que fija se hallaba en su compañera. La respuesta que recibió fue simple y por un momento la sintió más cercana, puesto que el paseo le estaba regalando unos minutos más con ella, y finalmente era precisamente eso lo que Ezequiel venía ansiando desde que había comenzado a trabajar para su hermana.
— Lo disfruto, en demasía... Y si me permite decirlo, es su presencia la que hace que el lugar se vea aún más hermoso de lo que realmente es— se arriesgó, pero le restó importancia ya que sólo había sido un cumplido, y no debía porque haberse visto de mala manera.
¿Qué clase de pregunta era esa?.. Si antes había logrado desconcertarlo, ahora ya era demasiado. Y por lo visto él no era el único que arastraba un par de dudas, pero fue su última pregunta la que hizo que sus ojos destellaran, ¿lo había reconocido?
— ¿Me recuerdas?.. ¿Realmente me recuerdas, Aniëtt?— su voz sonaba casi alterada, y liberando el brazo que sostenía de ella, llevó en un imperceptible movimiento las palmas de sus manos hasta los hombros ajenos, quedándose de frente a ella.
Que gran error había cometido, y bastaron unos insignificantes sengudos para que se diera cuenta y retrocediera unos pasos, alejándose. Era imposible que ella supiera quien era él.
— Lo lamento, Madame... Le ruego perdone mi confusión— se frotó la sien con fuerza, y por más que buscara formular una excusa en su cabeza, ésta no aparecía.
— Lo mejor será regresar al coche, de seguro en la mansión la esperan— sabía que la fémina no se quedaría tranquila luego de la escena que había dado, pero apeló a que de alguna manera pudiera dejarlo pasar, al menos por esa noche.
Le dedicó una leve reverencia y señaló el camino de vuelta, esperando impaciente por seguirla. Sólo anhelaba terminar pronto la noche.
Ezequiel O'Claude- Cambiante Clase Media
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Re: Del Sueño a la poesía. [Privado]
Después, mientras veía la insistencia de sus ojos, logró detener el tiempo en su cabeza, aquellos segundos tan cortos se hacían efímeros entre el baño mental que acongojaba cada pensamiento adverso he individual ¿Que reacción era aquella que había presentado? ¿Era la forma de tratar a una fémina? ¿Era la forma de tratar con ella? Jamás, y haciendo memoria de su pasado, confirmaba que nunca en los años de vida la habían tomado de aquella forma, con tal firmeza, con esa vista que destacaba la necesidad de respuestas a las cuales las preguntas aún no se formulaban.
Su pecho comenzó a moverse de formas desiguales, su corazón dio un vuelco dentro del mismo y mientras la respiración se agitaba, su entrecejo se fruncía entre tanto el centro de su vientre era receptor de leves espasmos de corrientes que la hacían sentir confusa, diferente, vulnerable, acogida, dividida entre diferentes hechos que por única vez, la dejaban sin palabras frente a un masculino como tal; Simplemente era un hombre más, un humano... no, aquél personaje no era un humano del montón, desde un inicio había detectado en sus actos que era diferente, quizás desde allí sacaba la ilusa idea de creer conocerlo desde algún pasado cercano, quizás podía ser, la razón no la tacharía ahora, mucho menos ahora que sus actos se alteraban por la desaprobación de tal acción inapropiada.
— No recuerdo haber pedido subordinados para trabajar a la par conmigo y con mi tiempo señor... no recuerdo también haberle dado la confianza de tratarme de aquella forma, como tampoco recuerdo que usted tenga el derecho de tocarme — Comenzó a caminar como diga fiera, como lo era en su interior; Haciendo círculos en su entorno, rodeándolo, casi viéndolo como una presa de sus propios instintos animales que afloraban cada vez que se veía en un peligro palpable — Hable... ¿Quien es usted? — Sentenció su pregunta en el instante que sus pasos se detenían frente a la mirada masculina y su respiración chocaba contra las mejillas ajenas; La incomodidad no hacía presencia y saber que quería escapar de ese momento la hizo tomar atrevimiento de tacto.
Su mano diestra se plasmo abierta contra el pecho (Marcado) del castaño hasta acorralarlo como pudo entre un árbol y ella, su cuerpo, haciendo de escudo para una posible huida del descuidado y subversivo hombre.
Sus sentidos se agudizaron y antes de que pudiera detallar palabra alguna, alejó todo tipo de cercanía, no sin antes cerrar sus ojos, lo que duró menos de un segundo, dónde tomo una gran bocanada de aire y su aroma la trastorno.
¿Era cierto? ¿Podría serlo? Aroma familiar.
Gruñó, cómo digna pantera... retrocedió con insistencia sus pasos y desatando lo que no deseaba, casi en un nuevo gruñido preguntó — ¿Quien eres, Ezequiel? — Se sabía, estaba a segundos de suceder, el aroma la alteró, incendio sus sentidos y faltaban tan sólo segundos para ver su naturaleza salir a piel oscura; Si no era un enemigo, mejor sería que corriera.
Su pecho comenzó a moverse de formas desiguales, su corazón dio un vuelco dentro del mismo y mientras la respiración se agitaba, su entrecejo se fruncía entre tanto el centro de su vientre era receptor de leves espasmos de corrientes que la hacían sentir confusa, diferente, vulnerable, acogida, dividida entre diferentes hechos que por única vez, la dejaban sin palabras frente a un masculino como tal; Simplemente era un hombre más, un humano... no, aquél personaje no era un humano del montón, desde un inicio había detectado en sus actos que era diferente, quizás desde allí sacaba la ilusa idea de creer conocerlo desde algún pasado cercano, quizás podía ser, la razón no la tacharía ahora, mucho menos ahora que sus actos se alteraban por la desaprobación de tal acción inapropiada.
— No recuerdo haber pedido subordinados para trabajar a la par conmigo y con mi tiempo señor... no recuerdo también haberle dado la confianza de tratarme de aquella forma, como tampoco recuerdo que usted tenga el derecho de tocarme — Comenzó a caminar como diga fiera, como lo era en su interior; Haciendo círculos en su entorno, rodeándolo, casi viéndolo como una presa de sus propios instintos animales que afloraban cada vez que se veía en un peligro palpable — Hable... ¿Quien es usted? — Sentenció su pregunta en el instante que sus pasos se detenían frente a la mirada masculina y su respiración chocaba contra las mejillas ajenas; La incomodidad no hacía presencia y saber que quería escapar de ese momento la hizo tomar atrevimiento de tacto.
Su mano diestra se plasmo abierta contra el pecho (Marcado) del castaño hasta acorralarlo como pudo entre un árbol y ella, su cuerpo, haciendo de escudo para una posible huida del descuidado y subversivo hombre.
Sus sentidos se agudizaron y antes de que pudiera detallar palabra alguna, alejó todo tipo de cercanía, no sin antes cerrar sus ojos, lo que duró menos de un segundo, dónde tomo una gran bocanada de aire y su aroma la trastorno.
¿Era cierto? ¿Podría serlo? Aroma familiar.
Gruñó, cómo digna pantera... retrocedió con insistencia sus pasos y desatando lo que no deseaba, casi en un nuevo gruñido preguntó — ¿Quien eres, Ezequiel? — Se sabía, estaba a segundos de suceder, el aroma la alteró, incendio sus sentidos y faltaban tan sólo segundos para ver su naturaleza salir a piel oscura; Si no era un enemigo, mejor sería que corriera.
Aniëtt O'Claude- Cambiante/Realeza
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Re: Del Sueño a la poesía. [Privado]
"En la infancia de niebla mi alma alada y herida.
Descubridor perdido, todo en ti fue naufragio."
Descubridor perdido, todo en ti fue naufragio."
— Grandísimo idiota.— se repetía a si mismo de forma privada. A pesar de encontrarse firme en el suelo, sus pies cada tanto eran recorridos por un golpe de adrenalina muy presente en la escena.
Se había auto-descubierto frente a la ojos de la fémina, tal vez no directamente, pero conocía a la perfección la enorme habilidad que ambos compartían, producto de las pieles que ocultaban bajo su humanidad. Sin mencionar que Ezequiel desconocía los animales que habitaban dentro de su hermana, era evidente que aquellos serían tan indomables como ella misma.
Escuchaba con exasperación las palabras que a simple vista se asemejaban a un regaño, mas que a un recordatorio. Y él por más que quisiera hacerlo, no olvida su lugar.
— Mil perdones, no fue mi intención ser atrevido con usted. Le prometo que no volverá a repetirse, Madame.— le aseguró aún con duda de observarle.
Podía sentir el brutal y mayúsculo cambio de ambiente que se produjo entre ellos. La noche cambiando drásticamente de un simple paseo, a un cuadro de acecho en el que Ezequiel debía contener su naturaleza dominante, y forzarse a mostrar un perfil mucho más bajo que el de ella.
Los segundos siguientes fueron cruciales para las consecuencias que vendrían producto de lo que había ocurrido. La responsabilidad sólo caía en los hombros masculinos, y bastó una sencilla caminata para que el cambiaformas se encargara de arruinar todo lo que había avanzado. Y como siempre era justamente su ansiedad lo que le jugaba una muy mala pasada.
Sus orbes se vieron obligados a trazar los fieros ojos de la mujer, y le sorprendía el cambio que estos no se molestaban en ocultar.
Sus acciones revelaban el control que la fémina buscaba tener frente a él, haciendo uso - quizás - de la superioridad que tenía, y era ahí que él debería limitarse a lo que tenía de su lado.
— Ya le dije quien era.— respondió secamente, y sus facciones se vieron rígidas, agudas. La cercanía que poco a poco se había vuelto inexistente no lo ayudaba en lo más mínimo. Sintió como la mano ajena se amoldaba a su torso y por un momento sintió arder la zona, tal vez todo producto de su retorcida mente.
El silencio se hizo finalmente presente en la boca de Ezequiel, y sólo exhaló con algo de alivio al verla retroceder, alivio que escasamente no duró más de un minuto, menos en cuanto la voz femenina se alzó de forma más atrevida, tuteándolo.
Incluso sin conocerla sentía como sus pieles comenzaban a reclamar presencia, lo percibía como en él mismo.
— Si le digo más no va... No vas a creerme.— murmuró frunciendo el ceño con algo de fuerza. Conocía su cuerpo, así como la desesperación que se producía en el mismo a la hora que su bestia interna le llamaba, más cuando estaba siendo claramente desafiado.
— No lo hagas, esto no terminaría bien...— mencionó con tono firme sin temor a ser descubierto, sólo esperaba que ella supiera controlarse.
— Sé lo que eres.—
Última edición por Ezequiel O'Claude el Mar Feb 02, 2016 8:50 pm, editado 1 vez
Ezequiel O'Claude- Cambiante Clase Media
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Re: Del Sueño a la poesía. [Privado]
Efecto dominó de razones lanzadas al aire, representación visual y auditiva de aquel presentimiento que carcomía hasta la hebra mas delicada de su piel; Noción ambigua, confusa, algo oscura. Sus gestos se endurecieron de tal manera que no se sentía la fémina que debía ser frente a un joven, frente a un caballero, niño o chófer como era el caso. Sabía que algo se venía venir, los dolores musculares daban alerta de como su piel se rasgaba internamente hasta buscar la superficie humana para arruinar a ras de dolores inconcebibles el cambio más conflictivo para Aniëtt.
Pero segundos antes de que todo sucediera, en un sordo eco logró dar atención a Ezequiel que mencionó aquella frase que detonó el encuentro que se llevaría sí o sí a cabo: "Sé lo que eres" Su cabeza se hizo trizas, quería vomitar, se sentía enferma, nada estaba dónde debía, mareada y con pocas fuerzas, era débil a las grandes hazañas que hacía su felino para defender a la capa visible que se debilitaba bajo el miedo de ser descubierta en público; Bajo el pánico de no saber, de no concabar ese rompecabezas que ahora estaba incompleto por una sola pieza, una pieza masculina, por él. A nivel de descontrol, si tanto sabía de ella, o si sabía con quien se encontraba supo que muy bien estaría alerta de lo que sucedería, mismo efecto que la reprimió a callar, a no darle tiempo de huida; En su interior, en el fondo de sus deseos, Aniëtt deseaba acabar con él. Ella no era una asesina, pero estar en constante peligro con alguien que guardara información privada, la hacía pensar a veces como una inconsecuente.
Escuchaba el rugir en su cabeza, sus ojos habían cambiado de color a un oscuro café que daba mayor claridad a las facciones del castaño; Duró segundos el trance antes de transformarse, luego de eso, todo habría sido parte del pasado.
Pero aquellos segundos la hicieron rellenar espacios que había cerrado con la muerte de su madre; Sus ojos, su nariz, la dimensión de su rostro, aquellos labios y la decisión de sus palabras ¿Por qué seguía haciéndose tan familiar? Gruñó, odiaba no poder entender. Ladeo su cabeza de lado a lado, los segundos comenzaban a correr por como eran, sólo segundos.
Su cuerpo se encorvó hacía atrás. Y antes de caer al suelo en cuatro patas, una imagen dio una fugaz visita a su mente.
"— María, por favor, acércame el espejo... deseo ver las maravillas que has hecho hoy conmigo. — Murmuró extendiendo su mano a la sirvienta que obedecía.
— Usted no necesita de aquellas supuestas maravillas, tiene un rostro hermoso que sólo se ve opacado por el maquillaje, madame.— Aniëtt sonreía a lo que ella decía — Tiene unas hermosas facciones, si me deja el atreviendo... —
— Claro, adelante... ¿Que me ves de especial? — Cómo toda mujer, adoraba ser halagada.
— Su ojos, parecen ser almendras perfectamente seleccionadas; Su nariz, una bella y delicada figura que adorna su rostro; Su rostro... perfectamente dimensionado y sus labios, delgados, como una reina quisquillosa de quienes puedan besarlos como se debe, pues sólo existe una forma de corresponder a esos roces delicados y delgados de sus labios. — Sentenció la sirvienta, retirándose luego de su habitación.
Aniëtt se veía al espejo, lo vía a él... "
Y cómo vino el recuerdo se fue, el estruendo de sus patas contra el suelo la alertaron y abriendo su hocico amenazó al castaño que se encontraba aún contra el árbol que ella lo había dejado; Un gruñido ahogado, que hizo desaparecer a todo animal que estuviera cerca, descontrolada en totalidad, sus movimientos se hicieron de depredador y esperaba sus movimientos para comenzar a correr en su encuentro.
Pero segundos antes de que todo sucediera, en un sordo eco logró dar atención a Ezequiel que mencionó aquella frase que detonó el encuentro que se llevaría sí o sí a cabo: "Sé lo que eres" Su cabeza se hizo trizas, quería vomitar, se sentía enferma, nada estaba dónde debía, mareada y con pocas fuerzas, era débil a las grandes hazañas que hacía su felino para defender a la capa visible que se debilitaba bajo el miedo de ser descubierta en público; Bajo el pánico de no saber, de no concabar ese rompecabezas que ahora estaba incompleto por una sola pieza, una pieza masculina, por él. A nivel de descontrol, si tanto sabía de ella, o si sabía con quien se encontraba supo que muy bien estaría alerta de lo que sucedería, mismo efecto que la reprimió a callar, a no darle tiempo de huida; En su interior, en el fondo de sus deseos, Aniëtt deseaba acabar con él. Ella no era una asesina, pero estar en constante peligro con alguien que guardara información privada, la hacía pensar a veces como una inconsecuente.
Escuchaba el rugir en su cabeza, sus ojos habían cambiado de color a un oscuro café que daba mayor claridad a las facciones del castaño; Duró segundos el trance antes de transformarse, luego de eso, todo habría sido parte del pasado.
Pero aquellos segundos la hicieron rellenar espacios que había cerrado con la muerte de su madre; Sus ojos, su nariz, la dimensión de su rostro, aquellos labios y la decisión de sus palabras ¿Por qué seguía haciéndose tan familiar? Gruñó, odiaba no poder entender. Ladeo su cabeza de lado a lado, los segundos comenzaban a correr por como eran, sólo segundos.
Su cuerpo se encorvó hacía atrás. Y antes de caer al suelo en cuatro patas, una imagen dio una fugaz visita a su mente.
"— María, por favor, acércame el espejo... deseo ver las maravillas que has hecho hoy conmigo. — Murmuró extendiendo su mano a la sirvienta que obedecía.
— Usted no necesita de aquellas supuestas maravillas, tiene un rostro hermoso que sólo se ve opacado por el maquillaje, madame.— Aniëtt sonreía a lo que ella decía — Tiene unas hermosas facciones, si me deja el atreviendo... —
— Claro, adelante... ¿Que me ves de especial? — Cómo toda mujer, adoraba ser halagada.
— Su ojos, parecen ser almendras perfectamente seleccionadas; Su nariz, una bella y delicada figura que adorna su rostro; Su rostro... perfectamente dimensionado y sus labios, delgados, como una reina quisquillosa de quienes puedan besarlos como se debe, pues sólo existe una forma de corresponder a esos roces delicados y delgados de sus labios. — Sentenció la sirvienta, retirándose luego de su habitación.
Aniëtt se veía al espejo, lo vía a él... "
Y cómo vino el recuerdo se fue, el estruendo de sus patas contra el suelo la alertaron y abriendo su hocico amenazó al castaño que se encontraba aún contra el árbol que ella lo había dejado; Un gruñido ahogado, que hizo desaparecer a todo animal que estuviera cerca, descontrolada en totalidad, sus movimientos se hicieron de depredador y esperaba sus movimientos para comenzar a correr en su encuentro.
Aniëtt O'Claude- Cambiante/Realeza
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Re: Del Sueño a la poesía. [Privado]
"Perdido en un mar turbulento de preguntas,
aún mi alma anhela conocer la verdad prendida de tus labios."
aún mi alma anhela conocer la verdad prendida de tus labios."
Y ahí estaba; el momento que tanto había buscado evitar. En su mente ni siquiera conseguía recordar las palabras que le habían llevado hasta esa situación. Lo aterraba y aún así sus pieles se encontraban excitadas al ver tan de cerca a semejante y majestuoso animal que les amenazaba, y todo producto de sus impulsivas palabras.
Ezequiel sabía a la perfección que lo más aconsejable en ese caso era enfrentarla, ya que dar media vuelta y correr, no solo lo haría ver como un completo cobarde, si que también no existía posibilidad alguna de huir de ella.
Aunque su piel más fuerte rugía con desesperación en su cabeza, algo le hizo detener su propio cambio, lo cual resultaba visiblemente doloroso para sus músculos. Sin mencionar que la sorpresa le había dejado atónito.
— Nuestras pieles son diferentes.— murmuró con asombro, mientras daba un arriesgado paso al frente.
— Aniëtt, por favor, sé que puedes escucharme... Déjame explicarte.— prácticamente aquello sonó como un ruego, toda etiqueta utilizada desde siempre con ella había sido pisoteada.
Retrocedió lentamente unos cuantos pasos, conservando la compostura y las manos visibles a los costados de su cuerpo para que ella no perdiera detalle de sus inofensivos movimientos. Se espalda inevitablemente retomó su lugar contra el árbol.
Sabía que contaba con algunos minutos para darse a conocer, aunque aún así no se sentía listo para confesar su mayor secreto.
— Yo también soy un cambiante.— se apresuró a decir, manteniendo un peligroso contacto visual.
— ... Aunque mis pieles son caninas, no felinas como las tuyas. Compartimos el mismo secreto.— hablaba demasiado rápido, buscando apaciguar los rugidos del guepardo, quien no cambiaba su inquebrantable actitud contra él. Se estaba quedando sin opciones.
— No me hagas decírtelo de este modo... ¡Carajo!— llamarlo frustración sería insignificante, Ezequiel siempre había imaginado otro episodio para revelarle toda la verdad a su hermana menor, tal vez en una cómoda y amplia sala de estar, en donde no existiera la posibilidad de exhibir sus pieles y así contar con todo el tiempo del mundo para dar explicaciones, no así, no de esta forma.
Cayó de rodillas frente a ella, sin bajar su mirada y aunque se mostraba abatido aún no se estaba dando por vencido. Nunca lo haría.
— No voy a pelear contra ti... No puedo hacerlo.— susurró con una firmeza que amenazaba con abandonarlo en cualquier momento. Pero sin importar nada él jamás le pondría un dedo — o garra — encima.
— Tendrás que matarme.—
Ezequiel O'Claude- Cambiante Clase Media
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Re: Del Sueño a la poesía. [Privado]
Retrocedió, giró su cabeza y de regreso a él, sus instintos lograban sobresalir del control propio de sus actos. Estaba perdido y ella temía por la vida de un inocente retrasado que había elegido aquella noche para alterarla de dicha forma ¿Cuantas veces había evitado momentos como tales? ¿Y si tal vez él sólo estaba jugando? ¡IMPOSIBLE! barría toda idea mental el gruñido de su animal interior, él perfectamente sabía lo que hacia, a lo que se exponía con el simple grave error de marcar presencia, estaba consciente de sus actos, debería también estar consciente de que todo se acabaría esa noche, claro, si estuviera en sus garras la decisión.
Era demasiado tarde, para caminar, para escapar, para robar el coche y salir de allí, para... demasiado tarde.
Sufría después de cada movimiento, su cabeza era un lío de pensamientos y su cuerpo abusaba de aquello para moverse en completa libertad de acción, era un animal, no pensaba, no racionaba, no oía. Y a pesar de que se veía inocente y arrepentido ¿Acaso ella no lograba verse así en su verdadera piel?
Por más que le rogara tiempo y compresión ¿Cuándo se ha visto al cazador dar pies atrás para domar a la gacela?
Todo se tornaba más fácil, de noche nadie los vería, cruzaría la delgada línea que los separaba, bañaría su hocico con el delicioso elixir que derramaría su piel y luego simplemente debería buscar quien la condujera de regreso a su hogar.
Era un plan simple, no dejar rastros, pero olfateó a su presa una vez más recordando el espejo dónde se supondría debería estar su reflejo y en cambio estaba él.
"No compartimos nada" se atrevería a decir, pero el tinte negro camufló su cordura dando tonalidad al estruendo que hacían sus patas contra el barro.
Su hocico se cerró contra el cuello palpitante del cochero, lo sacudió sin la intensión de terminar inmediatamente. Clavó todo su dentadura sobre la tersa piel para que al soltarle bellas marcas le recordaran con quien intentaba meterse. Lo lanzó lejos, contra el árbol más cercano para deleitarse con el crujir de sus huesos. Primero su pata derecha y luego la izquierda, a largas zancadas se acercaba al cuerpo inerte, pero aún con vida del muchacho. Su hocico cerrado movió su rostro para poder ver sus ojos. Y ahí se detuvo, miró fijamente los baches oscuros dónde se reflejaba y por un momento logró verse contra el espejo ¿Brujería?
Alborotó sus ladridos, no estaba entre sus planes para aquella noche acabar con un impostor que jugaba con su mente.
Sosteniendo el gruñido seco en su garganta inicio la batalla nuevamente. Sus patas comenzaban a marcar cada vez más presión sobre el pecho masculino, sentía el leve crujido de sus huesos en el interior de su pecho y aún así, desairaba dicha melodía con sus ladridos ¿Que quería de ella? ¿Cómo alimentaba su furia con aquel olor tan familiar? ¡Demonios, ese olor! Más de su peso se dejaba caer sobre el tórax ajeno esperando una respuesta o tal vez una última exhalación.
Era demasiado tarde, para caminar, para escapar, para robar el coche y salir de allí, para... demasiado tarde.
Sufría después de cada movimiento, su cabeza era un lío de pensamientos y su cuerpo abusaba de aquello para moverse en completa libertad de acción, era un animal, no pensaba, no racionaba, no oía. Y a pesar de que se veía inocente y arrepentido ¿Acaso ella no lograba verse así en su verdadera piel?
Por más que le rogara tiempo y compresión ¿Cuándo se ha visto al cazador dar pies atrás para domar a la gacela?
Todo se tornaba más fácil, de noche nadie los vería, cruzaría la delgada línea que los separaba, bañaría su hocico con el delicioso elixir que derramaría su piel y luego simplemente debería buscar quien la condujera de regreso a su hogar.
Era un plan simple, no dejar rastros, pero olfateó a su presa una vez más recordando el espejo dónde se supondría debería estar su reflejo y en cambio estaba él.
"No compartimos nada" se atrevería a decir, pero el tinte negro camufló su cordura dando tonalidad al estruendo que hacían sus patas contra el barro.
Su hocico se cerró contra el cuello palpitante del cochero, lo sacudió sin la intensión de terminar inmediatamente. Clavó todo su dentadura sobre la tersa piel para que al soltarle bellas marcas le recordaran con quien intentaba meterse. Lo lanzó lejos, contra el árbol más cercano para deleitarse con el crujir de sus huesos. Primero su pata derecha y luego la izquierda, a largas zancadas se acercaba al cuerpo inerte, pero aún con vida del muchacho. Su hocico cerrado movió su rostro para poder ver sus ojos. Y ahí se detuvo, miró fijamente los baches oscuros dónde se reflejaba y por un momento logró verse contra el espejo ¿Brujería?
Alborotó sus ladridos, no estaba entre sus planes para aquella noche acabar con un impostor que jugaba con su mente.
Sosteniendo el gruñido seco en su garganta inicio la batalla nuevamente. Sus patas comenzaban a marcar cada vez más presión sobre el pecho masculino, sentía el leve crujido de sus huesos en el interior de su pecho y aún así, desairaba dicha melodía con sus ladridos ¿Que quería de ella? ¿Cómo alimentaba su furia con aquel olor tan familiar? ¡Demonios, ese olor! Más de su peso se dejaba caer sobre el tórax ajeno esperando una respuesta o tal vez una última exhalación.
Aniëtt O'Claude- Cambiante/Realeza
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Re: Del Sueño a la poesía. [Privado]
"No puedes cerrar tus ojos, no puedes cegarte,
La verdad corre furiosa e imponente por tus venas".
La verdad corre furiosa e imponente por tus venas".
El final más inesperado se estaba presentando en cámara lenta frente a sus orbes, ¿quién lo habría imaginado? Morir mutilado en las garras de su hermana. Su propia sangre estaba destruyéndolo de forma tortuosa, sin descanso, sin escape.
Por un momento fue ingenuo al creer que podría negociar con ella por un poco de tiempo, desde luego desconocía la adrenalina interna con la que Aniëtt luchaba, misma que la empujaba contra él, buscando silenciar las palabras que por sobre todas las cosas sonaban como las blasfemias mas atroces. Él era un empleado más, un don nadie que ahora buscaba desesperadamente estar a su altura, ¡Era lógico que jamás lo aceptaría!
Ezequiel se sentía como un completo imbécil.
Prácticamente no la vio acercarse, más cuando sus colmillos se clavaron en su cuello soltó un gruñido que le lastimó su garganta, sin mencionar que la misma estaba siendo desgarrada. Pensó que eso sería todo, que una simple mordida acabaría por romper su cuello y dejarlo inerte para siempre. Nuevamente estaba siendo ingenuo, ella no deseaba acabar con el de forma rápida, buscaba herirlo poco a poco, quizás esperando que él se retractara de sus insolentes habladurías.
El impacto con el árbol consiguió hacerle lanzar el primer grito cuando parte de sus huesos cedieron, haciendo que el rebote en el suelo fuera aún peor. Ni siquiera intentó levantarse, aunque su fortaleza estaba ayudándole; curar huesos rotos no era tarea de segundos. Su piel si estaba sanando, las heridas en su cuello pausadamente se retraían, mientras aguardaba por un nuevo ataque.
Menos de un minuto bastó para tenerla nuevamente a su lado, siendo ella quien buscó su mirada, entrelazándola con la de Ezequiel. Intentó hablar, más no pudo emitir sonido alguno, estaba siendo aplastado y nuevamente el crujir de sus costillas rompió el silencio del bosque.
Estaba perdido, y él lo sabía, sin las ganas de defenderse y arremeter contra ella, no tenía esperanza alguna de salir con vida
— Argh... Ani... — exhaló con pesadez, ladeando su cabeza para que la sangre escurriera desde su boca, empapando su mejilla derecha.
Alzó sus brazos hasta dar con las patas que le aprisionaban y empujó, consiguiendo moverlas apenas unos centímetros, misma distancia que permitió la entrada de aire a su tórax, aunque cada exhalación le costaba un nuevo alarido.
— T-te mentí... Mi apellido no... no es Craciun.— confesó a duras penas. No pensaba morir sin antes asegurarse que ella supiera la verdad. Poco le importaba si le creía o no, al menos él se sentiría satisfecho.
— Soy Eze... Ezequiel O' Claude... — susurró buscando los ojos ajenos, mientras los suyos comenzaban a volverse tan claros como el infinito. Su animal interno no lo dejaría morir, no de esa forma.
— ¡Soy tu hermano! — el descargo le dio la fuerza que necesitaba para quitársela de encima, a la par que su piel finalmente salía a la luz.
En lugar del desamparado hombre mal herido, se alzó un lobo gris casi tan grande como el guepardo que le desafiaba. El cambio fue rápido, y casi sin autorización del varón, pero era esta su única oportunidad.
Sus patas pisaron firme a pesar del dolor que sentía, y le gruñó con furia, como el primer regaño que realizaba siendo el mayor de los dos.
— Me creías un loco, ¿no es así?.. Pero lo sabías, lo viste en mis ojos.. ¡Deja de engañarte! — comunicarse con ella sería más sencillo de esa forma, siempre y cuando se mantuviera alerta frente a cualquier ataque sorpresa.
— ¡Basta de negarme!—
Última edición por Ezequiel O'Claude el Miér Oct 11, 2017 11:35 am, editado 2 veces
Ezequiel O'Claude- Cambiante Clase Media
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Re: Del Sueño a la poesía. [Privado]
El muchacho no hacía más que dejarse estar contra el suelo ¿En serio todo acabaría así tan rápido? Un par de mentiras y luego nada. Más bien se dejaría estar bajo el peso que ella amasaba en esa piel. Pero parecía no darle suma importancia a lo acontecido, o puede que ella se cegara al dolor humano pero ¿Eso era sufrir? Desearía verlo sangrar, implorando perdón, reconocer sus errores y luego, bueno, nada lo salvaría del vil destino que le esperaba, pero que al menos aceptar sus mentiras para fallecer dentro del sosiego a los reinos de los cielos. ¿No desearía una muerte digna?
Empezó a dibujar en su raciocinio una sonrisa ladeada, el crujir de sus huesos pronto acallarían sus propios ladridos y el sepulcral silencio del bosque se llevaría con sí el alma de un farsante más. Nadie lloraría su perdida, no notaría la ausencia de un pobre chófer de carruajes novato ¿Acaso alguien además de ella conocía su nombre? Tan vulgar, simple... un plebeyo.
Ladró de nueva cuenta, sus filosos dientes esta vez lastimaron la tersa piel de su mejilla, notando como una fina linea de sangre recorría esta hasta perderse por el hilo de su cuello.
"— ¡María, me he lastimado, mira mis manos están manchadas, mi rostro no deja de sangrar, tengo miedo! — Chistó entre lagrimas, secando sus mejillas que esparcían la sangre que había dejado la delicada punta de una espina.
— Pequeña, le he dicho que no debe jugar con las rosas, sus espinas hacen daño — Murmurando la sirvienta, inclinándose a la altura de aquella pequeña muchacha de tan solo nueva años para limpiar la delgada línea de sangre.
— ¿Quedaré marcada? ¿Mi rostro siempre se verá así? — Entre sollozos cuestionaba.
— No, no quedará así... en unos días se borrará y sólo podrá ver aquella herida en un recuerdo — Sabias palabras. "
Sobrevino a ella un golpe frío, dio traspié a la firmeza de su postura y regresó a la realidad. No estaba sobre él, los músculos de su cuerpo se quedaban en reposo mientras un dolor implacable se apoderaba de toda su anatomía ¿Él seguía jugando con su mente? ¿Un brujo? Regresaba a la idea más básica, eso debería ser. Jamás se podría asemejar a él, aquel recuerdo tan sólo fue como muchos otros, sin relevancia.
Retomó maciza con sus patas aferradas al suelo, y cuando ya llevaba acabo el deseo de terminar con todo, observó como la delgada herida de su mejilla se eliminaba frente a sus ojos, su piel comenzaba a tornar un pelaje oscuro y el estruendo contra el suelo la hizo retroceder alerta a lo que era espectadora ¿Era un juego?
Estaba cegada, la ceda negra que la hacía regresar siempre a la piel más temible intentaba tomar posición de ella en totalidad, mantenerse allí, tomar prestancia, apoderarse hasta de su última hebra de humanidad, no lo había oído antes y mucho menos lo haría ahora, conocía de timadores, jugaban con los recuerdos, con sus pieles, con la sensibilidad expuesta de sus victimas, ella no sería una de esas. Aunque... no, era imposible la idea de que fuese su hermano, no tenía familia, no conocía a más personajes como ella, no tenía porque creer una barbaridad como esa. No. No, claro que no.
Sus ojos.
El recuerdo.
Los sueños.
El olor de su sangre.
Lo testarudo.
La insistencia.
No, basta, muchos personajes podrían traer dichas cualidades.
— No creas que un juego tan barato como ese me hará caer rendida ante un "supuesto" hermano mayor — Sus ojos tomaron cierto color que hasta ella temía — No esperes que crea las necedades que dices — Su mente gritaba, sus músculos se tensaban — Y no uses el recuerdo de mi madre con idioteces como las que dices ¿Otro hijo? ¿Y dónde se suponía que estabas? Un linaje como el nuestro no es un chófer, no somos ratas, los O'Claude tenemos prestancia, mírate, no eres digno, siquiera tienes el honor de presentarte con tus mentiras en un lugar mas decente — Gruñó, a decir verdad ella no solía ser tan altanera, pero no lograba controlarse con él.
A zancadas se acercó hasta quedar frente a la efigie masculina, el hedor de su piel, su linaje le revolvía el estómago. Observó sus ojos y no logro movimiento alguno, nuevamente se veía en ellos, veía a su madre, el pasado, sus recuerdos, su niñez — Lárgate —
Aniëtt O'Claude- Cambiante/Realeza
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Re: Del Sueño a la poesía. [Privado]
"Cuando entres a mi mundo puede que no entiendas.
Puede que doble un poco la ley, pero no la romperé".
Puede que doble un poco la ley, pero no la romperé".
Sin dudas la escena que se alzaba frente a sus ojos era la última que habría imaginado, el como una noche que amenazaba ser igual de monótona que las anteriores, llegaría a convertirse en un enfrentamiento de dos cambiantes en un bosque, y no solo eso, si no que, aquellos compartían incluso la misma sangre. Irónico destino haciendo de las suyas nuevamente.
Pero ni él lograría que Ezequiel se dejara controlar por aquella piel furiosa que ahora le remplazaba frente a la mujer, no iba a luchar contra ella, aunque su posición denotara todo lo contrario, independiente de lo inquietante que la piel de Anïett se viera. Él estaba ahí para recibir, y confesar. Nada más.
Como era de esperarse la voz femenina hizo presencia en su mente, y en el interior del lobo los labios masculinos lograron articular una sonrisa satisfactoria.
Le gruñó con fuerza en respuesta, realmente le sorprendió lo arrogante que estaba siendo y no iba a tolerar eso, menos en la situación que se encontraban ahora, ambos estaban sobre el mismo suelo. Para él ya no era la "Condesa", y si debía ponerla en su lugar, lo haría.
— Que decepcionante, te crían en cuna de oro y aún así no te enseñan modales. — le transmitió con la desaprobación más grande que le fue posible.
— El lugar es totalmente irrelevante, habértelo dicho aquí o en el mismo palacio, ¿qué mas da? Mis palabras estarían siendo exactamente las mismas. — terminó por asegurarle mientras la observaba avanzar lentamente hacia él. Una amenaza tras otra.
Un escalofrío le recorrió a lo largo de su cuerpo al tenerle tan cerca, siendo capaz de perderse en la obscuridad de sus orbes. Su piel le incitaba a lanzarse sobre el animal, imponerse sobre él y demostrarle que de los dos, ella tenía todas las de perder. Él podría ser el menor de ambos,pero era más fuerte y había dominado sus pieles hace mucho más tiempo. Muy seguro tal vez, pero el solo hecho de ver como ella se descompuso y perdió la cordura al ser descubierta, fue un error que él no habría cometido. La mujer tenía mucho que aprender aún y en el fondo, era él quien deseaba enseñarle.
— No me iré a ninguna parte. — le aseguró, alzando la cabeza para resaltar sus palabras, no iba a estar bajo sus ordenes nunca más.
— Al menos no sin ti. Tienes mucho por saber aún, mucho que aceptar, ya que en el fondo sabes que no miento, lo estás viendo y yo no podría jugar con tu mente de ninguna forma. — añadió aquella frase para despejar quizás las dudas de juegos mentales, él no poseía esa capacidad, aunque había sido testigo de ella.
— Aniëtt, por favor, regálame esta noche y prometo que acabaré con toda tu incertidumbre, porqué aún bajo ese manto negro sé que el beneficio de la duda ya está instalado en ti. — apelaba a que la aceptación ajena les llevara por un camino menos complejo, uno que no terminara con ambos maltrechos y agonizantes.
— Y bien, ¿qué me dices? —
Última edición por Ezequiel O'Claude el Mar Oct 24, 2017 10:31 pm, editado 1 vez
Ezequiel O'Claude- Cambiante Clase Media
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Re: Del Sueño a la poesía. [Privado]
Ahora que respiro, resulta más difícil
sacar bajo nuestra piel las astillas del recuerdo.
sacar bajo nuestra piel las astillas del recuerdo.
“—Sus riquezas, sus gustos, todo lo que había imaginado se estrechara a usted del modo más honorable, casarse con el compromiso de cuidar y proteger a los suyos es la forma más generosa para aceptar este condecoro. Quizás imaginara deseo más solemne que éste, pero verá con los años que se vendrá difícil cada día más—
La castaña sonreía, su historia cambiaría y podría comunicársela a quién quisiese — Concédame el capricho… — Proclamó para mantener luego el silencio más preciado.”
Suscitada bajo el abyecto comentario del hombre frente a sus orbes, perseguía constantemente en su historia el cómo había llegado hasta ese punto ¿Por qué se atrevería a juzgar sus actos? Si decía ser quien es ¿Era lógico bajo sus pensamientos tan primarios que alguien como ella aceptaría de buenas a primeras aquella confesión? ¿En serio era tan iluso? ¿Lo era? En numerosas respuestas mentales, todo indicaba que sí.
No tardaron los segundos, pues ellos fueron quienes sin gracia, sin inocencia y con doblez, la detenían en cuatro patas, acelerada, con abundantes deseos de destrozar y ninguna pizca de arrepentimiento, fija en la batalla, avasalladora.
Debería dejarse entregar a todos los vicios de aquella piel que por ahora la dominaba, pero Ezequiel parecía ser ese óbice, aquel que a menudo le traería remordimientos si en ese momento acabara con su vida. Se negó mentalmente a responder a tales insinuaciones, la entrega de sus palabras no hacían más que dejar en claro que tales seres, continuaban creyendo que ser parte de la realeza es tener cuna de oro y errores frente al trato con otros seres.
Cuidadosamente entregó su peso corporal a la tierra, paso a paso hasta cortar distancia del gran pelaje que ahora la veía de frente; Grandes ventanas de vidrios transparentes que intentaban leer en ella movimientos y respuestas de las cuales ni la fémina aún estaba decidida. Se tenía prohibidísimo hablarle ¿Así funcionaba? Quizás en algún tiempo pasado por error, proporcionó información de su vida privada a un extraño y éste lo oyó ¿Podría ser eso? ¿Cuestión de dinero? — Si llegases a vencer los obstáculos que tú mismo te colocas frente a mí… podría considerar la idea de fingir creer algo de lo que dices — Confesó, pues, en el recóndito más lejano de su cordura, podría ser cierto, podría tener un her… — Pero no esperes que tan sólo por el hecho de sembrarte frente a mí, a mí…. — Gruñó, sus dientes se enseñaron como si fuese a morder la presa más deliciosa pero se controló. El dolor muscular, sus patas temblaban con el suelo, pero parecían raíces, y aunque éstas tiemblen bajo el temporal más necio, no se moverían —No te pares frente a mí — Ordenó.
Y a pesar de haber dado una orden, molesta, encaprichada y severamente irritada, retornó a un lugar lejano de la vista masculina. Tenía una pequeña provisión de ropa siempre escondida entre los árboles. No tan incrementada de lujos ni la voluptuosidad propia del cargo que había aceptado años atrás, ya que las decenas de veces que bajo sin ningún pretexto su piel más desmesurada salía a la luz, quedaba con su piel expuesta, insigne crueldad de ser una cambiaformas.
Cargaba con un desorden mental de copiosas dimensiones, incómoda, desnuda, haciendo las cosas mal, en un lugar que no correspondía, sus rodillas dieron contra el suelo no sin antes dejar aflorar de sus labios ya resecos por el cambio, un grito ahogado de tan solo dolor, un tormento bárbaro que no se había dejado permitir hace años, sostuvo su peso sobre la palma de sus manos, la más ignominiosa postura para reclamar y dejar salir de ella la terrible obligación de mantener la compostura — ¡Cómo es posible llegar a tales excesos! ¿Pretendías que te matara? ¿Se te permite algo así? ¿Entregar tu vida por una decisión estúpida? Sea o no tu hermana, seas o no un vagabundo, un chófer, y sí, una rata… — Tomó una bocanada de aire, sus costillas marcaban en su piel cada inhalación y exhalación para acompasar su respiración. No alzó más la voz, de hecho, él podría escucharla hasta en pensamiento — Solo una rata se esconde tanto tiempo, una rata sale en el momento más inadecuado, una rata... ¡Una rata como tu disfruta de lo ajeno! Es imposible que seamos hermanos, tienes algo Ezequiel ¿Como podría negarlo? Pero me niego a creer que es lazo sanguíneo — Arrebató de sus propios brazos el sudor en frío que la cubría para esconder su piel bajo harapos que reconoció como suyos
— ¿Qué demonios quieres? —
Aniëtt O'Claude- Cambiante/Realeza
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Re: Del Sueño a la poesía. [Privado]
"Tú crees que estoy completamente loco, que he perdido mis sentidos.
Pero no importa, el mundo finalmente conocerá la verdad".
Pero no importa, el mundo finalmente conocerá la verdad".
Conforme avanzaban los segundos bien podría cuestionarse la situación, la razón que le impulsó hasta exponerse así, su verdad y lo que significaba su vida a estas alturas. Fue impulsivo tal vez, y solo por ansiedad, por no ser capaz de soportar ni un minuto más como un simple empleado mientras el tiempo pasaba y lo desperdiciaba, viendo como su hermana crecía día a día, y estaba consciente que existiría un límite para él, aquel trabajo no sería eterno ni mucho menos los años, si bien ellos envejecían notablemente más lento, eso no impediría que la muerte llegara a reclamarlos. Habían demasiadas razones para acabar con su farsa.
No podía evitar aquel odio interno contra si mismo, veía el daño, la confusión que estaba causando a su propia sangre, pero en el fondo deseaba que aquello fuera lo correcto, y sin lugar a dudas era algo por que ella debía pasar para comenzar a entender, conocer sus verdaderas raíces, y no ahí en el palacio en que vivía, si no, en la misma casa en la que Ezequiel había crecido... Sin ella.
A pesar de todo no podía negar el deseo protector que había tenido con ella, incluso llegando a sentirse desmesuradamente obsesivo. Haría todo lo que estuviera en sus manos para protegerla de todo y todos, inclusive de ella misma.
No respondió más, y en su mente se resguardaba creyendo que todas las palabras que nacían de la fémina eran producto de la rabia que sentía, estaba seguro que podría contra eso.
Misma razón por la que le permitió alejarse, no iría tras de ella a menos que realmente la viera huir, y por lo visto no sería el caso, su aroma seguía impregnado en el lugar.
Aguardaba mientras sus garras se frotaban ávidas sobre la tierra. Un segundo bastó luego de escuchar el grito ajeno para que sus patas le empujaran al lugar.
Había retomado su forma, podía notar la silueta humana de la fémina en las sombras, y reservó una distancia con ella luego de asegurarse que estaba a salvo.
Su voz fue la encargada de sobresaltarlo, se escuchaba agotada, por un momento aquello camufló la furia que antes se había interpuesto entre ambos. Aunque inevitablemente gruñó al recibir las últimas palabras que expulsaron sus labios..."Me niego a creer que es lazo sanguíneo".
Había tenido suficiente de la negación de ella, suficiente de soportar aquel dolor físico que aún calaba en sus huesos luego de que éstos le fueron molidos en su torso, y sentir que nada de eso había valido la pena estaba matándolo.
Un gruñido seco fue lo que dio paso al castaño para volver a su humanidad, llevándose la mano al pecho cuando el dolor por aquel brusco cambio lo llevó a caer sobre una de sus rodillas, su cuerpo aún no sanaba por completo.
— Quiero recuperar a la única familia que me queda.— reconoció con sumo pesar, recordando a sus padres, había olvidado la falta que le hacían... La falta que le hizo su propia hermana todos esos años, mismos que pudo haber crecido junto a ella, pero la decisión de una madre angustiada los separó hasta ahora.
— Quiero recuperarte a ti, Aniëtt.— afirmó dejándose caer abatido producto del suplicio que significaba la situación, tanto física como mentalmente, se encontraba al límite.
Se vio obligado a descansar su espalda contra el tronco más cercano, desnudo y agotado, al no adelantarse a la situación no tuvo oportunidad para llevar más prendas con él, ahora debería asumir las consecuencias.
— Estoy cansado de ésto, y sí, me habría resignado a morir antes de ponerte una jodida mano encima. No quiero tu dinero, tu fortuna no me importa... Día a día rogaba con poder acercarme a ti, conocerte realmente, ¿Y qué obtenía de ti? Nada, ni una simple y sencilla mirada, ¡Nada! — golpeó el suelo con su diestra cerrada, la frustración estaba latente en sus palabras, en sus actos, ya no se molestaba en controlarse.
— Solo te he pedido una noche, no necesito nada más, y si aún con las horas que tengamos no logro hacerte creer en mí, te prometo que al amanecer desapareceré de tu vida. Para siempre.— era su última oportunidad, demasiado arriesgada, pero para Ezequiel ya era un todo o nada.
— Te doy mi palabra. —
Última edición por Ezequiel O'Claude el Vie Nov 17, 2017 12:35 pm, editado 1 vez
Ezequiel O'Claude- Cambiante Clase Media
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Re: Del Sueño a la poesía. [Privado]
"No te quedes, no te quedes tan
no te quedes tan cerca de mí."
no te quedes tan cerca de mí."
¿Cómo medir el valor de sus palabras si apenas y, creía en que la situación era cierta? Un trivial balbuceo era todo lo que oía salir de entre los labios de quien se hacía llamar su hermano. A menudo, y de acuerdo con las etiquetas sociales que resumían sus días, formulaba ideas novedosas para darle significancia a lo que se suponía enriquecería cada paso en su andar cotidiano. Éste día no descubriría en una fiesta nada más a un nuevo chófer, posterior a eso regresaría a su hogar, cerraría aquella página y diríase que se trató de un buen recorrido que pronto, entre los dominios de sus pensamientos no sería más que otra simple y considerada jornada.
Pero cuando el destino se burla de tus planes, comienza a hablar en serio y actúa de mala fe, salta a la vista la más sincera contradicción ¿Un sueño? No, tan sólo ingenuas, poco razonables e ineludibles verdades. Imperioso azar que daba contra su cara, persuadía lo monstruoso ponderando, sopesando y estimando la calidad de aguante, resignación y estoicismo de la cambiaformas.
Confundiendo la vergüenza con el orgullo se mantuvo en la misma posición, de cierta forma sortear aquella buenaventura de no verlo de frente acompasaba la intranquilidad que antes la agobió.
Ella por sí misma asumía un acto casi demoníaco peleando en su interior, siempre era un crimen acudir a la bestia que encarcelaba su piel., pues la intención de salir estaba al instante. Cerró sus ojos con fuerzas, en un agonizante dolor que aún recorría cada línea de su anatomía, preparó sus labios para responder pero sólo existía en sus narraciones liricas de ahogo dónde en desmentido quedaba que el rigor que imponía para controlarse era el papel primordial. Una parodia del drama que vivía, no se podía enseñar débil frente a él, íntegramente retiro sus manos de entre el pastoso suelo para mantener el equilibrio como pudo permitirse.
Era capaz de fingir, lograba hacerlo muy bien, pero eso no contradecía el hecho de que cada acto influía en su manera de pensar. Un lío se preparaba en su cabeza, ensamblaba ideas, provocaba a sus propios tabúes quizás a disponer de un poco de comprensión para progresar en lo que había sido una devastación de actuares ilógicos. Desgraciadamente, el caos que cargaba consigo sólo se rendía a un único y lógico pensamiento… era incapaz de ser tan crédula.
Sin duda existe en la vida un camino de la muerte, ese acto tan vertiginoso y sádico que les obliga a mantenerse cerca, a conciencia de pensamiento y carne, placenteramente asumía que ambos seguían allí por una razón, ya sea aniquilarse mutuamente o pretender entender las cuantiosas razones del otro. En concreto, no aportaban solución ni castigo.
Sus huesos crujían, cada vez que la crueldad se adueñaba de ella, perdía el juicio, dejando luego un supremo agobio en cada recóndito lugar de su anatomía. Recargó su hombro por la base de aquella superficie que le facilitaba aquel enorme árbol que la sostenía y mediante se arrastraba mordiendo su labio inferior para no proclamar otro sufrido grito que la dejaría débil a los ojos del hombro, continúo hasta queda con la mirada sobre aquel desnudo escenario.
Sus palabras resonaban con vehemencia, la fémina intentó clasificar falsedad en ellas; Más no lo logró. Si el propósito que enunciaba era sólo aquello que solicitaba, podría fácilmente ignorar la veracidad de sus afirmaciones y darle el placer de aceptar ser un familiar para él. Pero habían existencias extrañabas y eso no lo podía negar. Observó la desnudez de su compañero, despojado de sus prendas, carente de vergüenza y martirizado en su hablar.
Estaba lejos de seguir ignorando aquella imagen, algo sucedía con él. Alguno sucedía con ella. Algo sucedía con ella referente a él y él, referente a ella.
— ¿Cómo podrías considerarme tu familia, Ezequiel? Yo tengo familia… mi familia está… mi familia — Con fatiga buscó la mirada del cambiaformas — El concepto de familia con el que nací debe ser diferente al tuyo, nunca te podría considerar familia, no… —Tragó en seco, sintiendo como llamas recorrían su garganta deteniéndose siempre en ese nudo que le impedía respirar con tranquilidad — No me puedes recuperar, no puedes esperar que te vea allí y sienta la necesidad de estar contigo… no puedes, desperdiciar tu vida bajo la intención de que yo te matase… no me parece sano, no me parece coherente, está lejos de la lógica, no tiene razón de ser — Sentenció.
El desgaste se masificó cuando aquella última palabra resonó en el silencio que los rodeaba a ambos, se dejó desplomar contra el suelo azotando su figura sobre el fango que rodeaba aquel árbol que nuevamente la sostenía. Degradación, fue lo único que ahora podía pensar.
— Tienes lo que pides — Decidió ignorar la confesión del muchacho. De una u otra manera, eso la hizo empalidecer. Su corazón comenzó a latir como nunca antes, sentía que casi daba un vuelco dentro de su pecho. Asumió y se dejó creer que lo que oía era cierto… ya entendía que no recibiría explicaciones más sinceras que esas — Necesito saber la historia— No quitaba la vista del castaño, es más, desde ahora, aquella distancia era la justa y no perdería movimiento alguno de él. Su cuerpo comenzaba a recuperarse, como también junto con ella, la identidad pura de la muchacha. El dolor cegaba su razón, pero a contrariedad de sus designios prefirió dar beneficio de la duda— Y créeme, que poseo razones muy profundas para dudar de ti… a la más mínima contradicción de tu historia y la mía, te irás —
Aniëtt O'Claude- Cambiante/Realeza
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Re: Del Sueño a la poesía. [Privado]
"Estamos a un aliento de distancia, y estaré abrazándolo hasta que estemos juntos,
Escuchame llamar tu nombre, solo cree y háblame".
Escuchame llamar tu nombre, solo cree y háblame".
Solo unas palabras bastaron, después de tanto choque entre ambos, tanto dolor esparcido por el suelo, el ambiente rogaba no cargar con más recriminaciones. La voz de la mujer fue un destello luminosos que se escurrió entre la pared que ella misma había levantado horas atrás, la mente del castaño estaba consumida por la ansiedad, tenía tantas cosas que decirle, compartir aquellos secretos que, anhelaba estuvieran de su parte y sirvieran como cuerdas para sostenerle ante las enormes dudas que deambulaban por la cabeza de su hermana. Pero aún así, estaba dispuesta a darle lo que Ezequiel le pedía.
Su primer intento por ponerse de pie fue un fracaso, volviendo a caer al suelo luego de moverse unos pocos centímetro, y en paralelo con sus movimientos no podía pasar por alto tantas palabras injustas que nacían de los labios femeninos, quizás ni ella misma era consciente del daño que podía causar en él.
— Te busqué por años, no tienes idea... Tal vez te seguirá pareciendo una locura, no lo entenderás y me creerás un desquiciado, ¿Pero sabes? No me importa, me conformo con tu tiempo. — le aseguró con la voz ronca, aún sentía el dolor de las fracturas y supo que no podría ir muy lejos con ella, no en ese estado. Fue en ese momento cuando la idea más sensata llegó a su mente.
Exhaló despacio, casi buscando apaciguar las horribles puntadas que le atravesaban ante cada movimiento que realizaba. Con el ceño fruncido e implacablemente serio, alzó la mirada a la mujer quien volvía a verse como una víctima, indefensa y perdida.
— No podemos volver al palacio, debemos... —gruñó, dejándose caer hacia adelante con los puños en el suelo. Gotas de sudor caían por su rostro, se hallaba exhausto.
— Debes venir conmigo, a mi hogar. — sabía que sus palabras tenían argumentos sólidos, en ese lugar estaban demasiado expuestos, y por su parte él no tenía autorización de entrar al palacio. La servidumbre no pisaba las alfombras reales.
Insensato como era, continuó con su idea clavada en la mente, y si ella ponía en una balanza los puntos que él había analizado, llegaría a la misma conclusión, o al menos eso esperaba que hiciera. Por su lado, ya se había dado cuenta que en su forma humana no avanzaría siquiera unos metros, por lo que, antes de cambiar a su piel canina, volvió a mirar a la que ahora sí podría llamar su compañera.
— Por suerte para los dos, no queda lejos de aquí. Pero será mejor que tomes otra forma, no es seguro que vayas así... — le señaló con su diestra, por supuesto que sería sumamente extraño ver a una mujer caminando sola y con semejantes harapos. Sin importar lo tarde que era, Ezequiel sabía que existían muchos más peligros cuando el sol no les envolvía con su manto protector, y él en su deplorable condición no podría defenderla en caso de que ambos fueran atacados.
— Por favor, sé que no será fácil volver a realizar el cambio, pero será más seguro y con tiempo a nuestro favor... Busca tu piel más diminuta. — lamentablemente para él, su piel más "sencilla" no era mucho más pequeña que su lobo, por ende al buscar su transformación sería un nuevo infierno para el castaño.
No intentó ponerse de pie, sabía que no era una opción fiable y solo conseguiría lastimarse más aún.
— Sígueme y te lo ruego, no te alejes demasiado. — le pidió con sus orbes vidriosos, ensombrecidos y llenos de temor aún. No podía caer en cuenta aún de todo lo que habían vivido.
El cambio fue rápido aunque sumamente doloroso, cargado de quejidos ahogados, aprisionados en los labios que velozmente mutaron. El husky siberiano se alzó cojeando, haciéndole un gesto con su cabeza a la mujer para que le imitara, debían partir, ya que ni siquiera las horas que aún quedaban de oscuridad le serían suficientes.
Última edición por Ezequiel O'Claude el Vie Nov 24, 2017 10:02 am, editado 1 vez
Ezequiel O'Claude- Cambiante Clase Media
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Re: Del Sueño a la poesía. [Privado]
"Mas que amor, dinero o fama, dame verdad."
A pesar de todo, mantenía en sí la innegable necesidad que oír cada palabra pronunciada por aquel hombre. Ezequiel, desde el primer instante cargaba en ella ese agotamiento mental, le provocaba caer, producía los más arrebatados deseos de ya no ser parte de aquella realeza en la que había nacido, sino más bien, le reflejaba aquella libertad con la que podía vivir desde la escasez, la miseria y el pudor. Reconocía en aquellos baches oscuros algo familiar, tenía aquello asumido desde el primer instantes y ahora, a pesar de que su rostro se viera bañado en sudor, su cuerpo estuviese débil, gran parte de aquello por misma causa de la fémina, ver que la insistencia por sus palabras continuaba, la obligaba a sentir mucho más dolor moral que corporal.
Mordió sus labios, su cuerpo yacía inerte contra el suelo, su pecho se agitaba al sentir el eco de su voz resonar en cada sendero vacío de aquel bosque. Alzó la mirada para encontrarse nuevamente con él, lastimado, fracturado he incompleto, pues en su tonalidad lograba discernir claramente lo que decían sus palabras y lo que expresaba su alma ¿En serio le había causado tanto daño a un sujeto que solo necesitaba una charla? Pero no era posible en la cabeza de la cambiante ser tan inocente, no podía caer de buenas a primeras frente a una supuesta relación familiar. No se dejaba cargar con toda la culpa, aquello no era por causa misma, aquello se arrastró por años y de ello, puede que ambos hayan sido los culpables.
“Te busqué por años, no tienes idea...” Sintió como su corazón dio un vuelco dentro de su pecho. Gimió, y no precisamente por las razones que habría desearlo hacerlo, sino que un insistente malestar navegaba por su anatomía sin tener propósito de terminar. Jamás había sentido un dolor así luego de una transformación, aunque asumía también que nunca antes tuvo que transformarse de forma tan fiera.
Los ojos de la fémina se abrieron de par en par ante dicho ofrecimiento. ¿No volver? ¿Qué esperaba que lo acompañase? Espera… él continúo y así fue. Se negó mil veces en la cabeza ¿Estaba demente? ¿Qué? ¿Solos? Sus manos comenzaron a sudar en frío, mismo gélido actuar que recorrió toda su espina dorsal, que adormeció sus piernas y palideció su rostro.
Seguía atenta y no era capaz de creer lo que oía ¿Por suerte? Tragó en seco, guardó silencio y comenzó a observar cada detalle de aquel bosque, de alguna forma debía salir de ahí sin la compañía de aquel malherido muchacho. No le dio instancia para aceptar la propuesta, el cambiaformas ahora era nuevamente una bestia, más pequeña, más herida, mucho menos atemorizante que minutos atrás.
Aniëtt podría creerle, pero no era lógico pensar que aceptaría esconderse entre cuatro paredes desconocidas. Si bien había aceptado el acto mismo de dejarse convencer, él había sobrepasado los límites de la cordura. Una vez más dio con su mirada, tan delirante como la propia, tan preocupada y adolorida. No, no podía ir con él.
No lo pensó dos veces y al cerrar sus ojos se dejó llevar por su piel más sumisa, aquella efigie tan pequeña y delicada que la mantuvo escondida entre las prendas que anteriormente la cubrían en su fase humana. No pensó, cerró su mente en blanco con la decisión única que había tomado. Alzó una pata y el gruñido más terrorífico rasgó su garganta, dolía. Dolía como si mil demonios quisiesen rasgarle la piel para salir y a pesar de aquello, siguió cada instrucción de su compañero hasta detenerse observar a lo lejos lo que se suponía era su hogar. No se dejó continuar.
Marcó sus patas firmes contra el suelo — Lo siento — pensó para ambos y montándose sobre la copa más prominente del árbol que tenía a un costado se alejó. Desde ahí pudo observar el rostro de quien decía ser su hermano, su hogar y el regreso a casa.
|TEMA TERMINADO|
Aniëtt O'Claude- Cambiante/Realeza
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