Anahid (En Proceso)

-Nombre: Anahid (Անահիտ)
-Edad: 24 años
-Especie: Humana - Bruja
-Tipo, Clase Social o Cargo: Extranjera - Clase media
-Orientación Sexual: Célibe
-Lugar de Origen: Ereván, Armenia (Persia)
-Habilidad/Poder: Barrera, Creación de Ilusiones, Nigromancia

(Puedes poner una imagen en spoiler o describirla. Si decides describirla deberá ser en un mínimo de 8 líneas, no menos. Si tu personaje es cambiaformas deberás incluir alguna fotografía de sus apariencias animales.)

(Debes describirla en un mínimo de 8 líneas, no menos.)

Corría el año de 1776 en Ereván, en la región de Transcaucasia, cuando Anahid llegó al mundo. Nadie sabe quiénes fueran sus padres, o al menos nadie se lo ha revelado, ya que se separó de ellos con apenas unos meses de vida. Ella y su hermana, un año mayor, fueron entregadas a una comunidad de mujeres que habitaban en las lomas del monte Ararat. Se trataba de un aquelarre de brujas que llevaba ocupando la zona varias centurias, practicando sus ritos de forma secreta.

Allí y por dichas personas fueron educadas en un conocimiento que mezclaba las tradiciones de los pueblos que influenciaron a los armenios: desde los ritos paganos pre-romanos hasta las creencias de la iglesia apostólica, pasando por las aportaciones del zoroastrismo, la religión helena o la chía persa. Con el paso del tiempo irían aprendiendo la escritura en cuatro idiomas y, lo más importante, se les enseñaría a honrar correctamente a los dioses de los cual obtendrían sus poderes sobrenaturales si eran dignas de ello.

Según lo que les contaron, ambas eran la reencarnación de sacerdotisas que volvían a la tierra para adorar a los dioses, como lo eran las demás del lugar. Para ojos foráneos no existirían pruebas de dicha creencia, pero para ellas sus poderes eran la bendición de los dioses, lo cual era razón suficiente como para no poder en entredicho los dogmas que recibían. Dicha cuestión sería básica para que Anahid se decantara por el estudio de la nigromancia y los muertos cuando le tocara elegir en qué vertientes de la magia se especializaría -la diversificación era debida a lo extenso que resultan los conocimientos arcanos-, pero esto no sería hasta varios años después, pues hasta que ella no contaba con ocho no empezó a dar señales de poseer dichos poderes. Su hermana, Hasna, no los desarrollaría hasta los catorce.

Con el inicio de la pubertad y del comenzar a ser capaz de defenderse gracias a sus poderes, empezaron a visitar otros lugares civilizados, desde la cercana aldea de Ağori, hasta Ereván. Fue así como empezó a tener contacto con los miembros del género masculino, aunque, por normas de su comunidad, en público debía llevar un taraz (traje tradicional armenio) y siempre se hallaba bajo la vigilante mirada de alguna mayor responsable. Tampoco es que tuviera mayor interés que la simple curiosidad, ya que una de las normas del aquelarre era guardar el celibato, pues los dioses sólo podían ver como dignas a aquellas que no tuvieran hombre o hijos a su cargo o que se expusiera al riesgo de procrear. Y ella, por descontado, no quería deshonrarse o encolerizarles.

Contando con dieciocho años, partieron en un viaje más largo como parte de su formación. Tras llegar a la ciudad de Batumi se embarcarían para bordear la costa septentrional de Anatolia con el fin de llegar a la capital de los otomanos: Estambul. Allí tendrían acceso a viejos manuscritos recopilados de todos los confines de dicho Imperio, momento en el que se verían puesta a prueba su conocimiento en persa, árabe y griego, y compartirían conversación con algunos otros hechiceros de etnia armenia. Después, volverían a echarse al mar, rumbo Chipre y Alejandreta, desde donde se encaminarían al Ararat.

Pero el contacto con los muertos tiene sus riesgos. En medio de un ritual, Hasna tropezó, tirando al suelo uno de los cristales que servían de contención. Así fue que los espíritus, libres de ataduras, se adentraron en la estancia y atraparon a la hermana, llevándosela con ellos lejos del lugar. Arahid quedó devastada e incapaz de utilizar sus poderes por miedo a que su debilidad emocional supusiera un riesgo demasiado grande a tomar. Otras brujas intentaron localizar a Hasna, pero sin éxito. No sería hasta un mes después cuando nuestra protagonista recibiría en sueños la visita de un difunto otorgándole la posibilidad de un trato: debía encontrar un antiguo artefacto y entregárselo y, a cambio, ellos le devolverían a su hermana. Sin intención de pensárselo dos veces, Arahid lo aceptó y partió rumbo a Francia, donde debía comenzar su búsqueda.