AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Últimos temas
Inside of me ~
Página 1 de 1.
Inside of me ~
Inside of me, by Katrynna Báthory~
Breve Introducción ~
Breve Introducción ~
A lo largo de mis actuales 300 años, han sido muchos y variados los sucesos que han marcado mi personalidad y mi forma de actuar, así mismo como me han marcado a mí como persona, como hija, como vampiro, y como miembro de una sociedad.
En este apartardo me dedicaré a abrirles mi alma, les mostraré lo que hay dentro de mí: los momentos más cruciales en mi vida, aquellos que han marcado una encrucijada y un camino sin retorno. Me desahogaré, contándoles los momentos más tristes, pero también compartiré momentos felices, momentos de pasión.
El orden en que estas memorias vengan a mí para ser contadas probablemente no sea cronológico, por lo que señalaré en cada entrega un nombre con el que identificar el recuerdo y en esta primera los ordenaré para ustedes en una lista bien identificada.
Con esto no pretendo justificarme, pero si llegara a provocar algún tipo de emoción o sentimiento en sus corazones distinto de indiferencia, me daré por satisfecha.
En este apartardo me dedicaré a abrirles mi alma, les mostraré lo que hay dentro de mí: los momentos más cruciales en mi vida, aquellos que han marcado una encrucijada y un camino sin retorno. Me desahogaré, contándoles los momentos más tristes, pero también compartiré momentos felices, momentos de pasión.
El orden en que estas memorias vengan a mí para ser contadas probablemente no sea cronológico, por lo que señalaré en cada entrega un nombre con el que identificar el recuerdo y en esta primera los ordenaré para ustedes en una lista bien identificada.
Con esto no pretendo justificarme, pero si llegara a provocar algún tipo de emoción o sentimiento en sus corazones distinto de indiferencia, me daré por satisfecha.
Cronología ~
1. Empujada a un abismo de oscuridad~
2. Tocando fondo~ [+18]
Última edición por Katrynna Báthory el Dom Jul 27, 2014 2:50 pm, editado 6 veces
Cilla Citroen- Humano Clase Alta
- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 21/07/2014
Re: Inside of me ~
Empujada a un abismo de oscuridad~
Casi 4 años habían transcurrido desde el inicio de su búsqueda, había pasado días y noches caminando, entrado desde los más vulgares a los más exclusivos burdeles de Hungría, entrevistado a numerosos caballeros, enfrentado situaciones peligrosas y nada agradables para una dama; nada de aquello había dado algún fruto.
La joven y hermosa noble, con su pelirrojo cabello atado en un sencillo moño, usando un vestido color cobre, también sencillo, que combinaba a la perfección con el tono de su cabellera y resaltaba formidablemente el azul intenso de sus ojos, caminaba sin rumbo alguno por la plaza principal de Budapest. Se sentía agotada, cada día que pasaba se llenaba de más y más decepción y tristeza. Comenzaba a rendirse y a darle la razón a su padre, tal vez su madre había muerto ya, tal vez se había casado con un hombre extrangero e ido a algún lugar lejano.
Cuando las doce campanadas sonaron anunciando la llegada de un nuevo día, su mirada perdió cualquier rastro de esperanza, se sintió embargada por un terrible vacío, soledad y desolación. Aquel no era un día cualquiera, no era sólo un día más para Katrynna, a decir verdad era uno bastante especial, ya que se cumplían 20 años desde que había llegado al mundo, 20 años desde que su madre la abandonara.
Con un suspiro, se dejó caer sobre el pasto, recostada del grueso tronco de un inmenso árbol. Se imaginó entonces a la perfecta Catalina y sus muy acostumbrados regaños, en los que le exigía se comportara como una verdadera dama. Sonrió sin alegría al recordarlo, al menos ahora era libre de ella y todos sus insultos.
-Vampiros- fue la solitaria palabra que escapó de sus labios al percatarse que esa noche la luna no mostraba su hermoso rostro, dejando las calles en absoluta tiniebla y creando sombras tenebrosas a su alrededor. Desde que escuchó los rumores que se contaban respecto aquellas criaturas nocturas que llamados "muertos-vivientes", que se disfrazaban de humanos con el único propósito de seducirte para luego pegarse a tu piel y succionar tu sangre cual sanguijuela, creyó que debía temer. Pero el temor nunca se instaló en su ser, todo lo que podía sentir era curiosidad por ellos.
Cerró los ojos por lo que creyó fueron incontables horas, pero de seguro no pasaron más que unos pocos minutos, hasta que sintió una presencia fría y poderosa instalarse frente a ella. Al abrirlos nuevamente sintió náuseas, eso no la detuvo de ponerse de pie casi al instante. La mujer frente a ella la miraba de pies a cabeza de manera altanera y a la vez orgullosa; rebosaba de energía y belleza, aparentaba unos 25 años, su cabello era rojo fuego y sus ojos verdes cual esmeraldas. Ella era Camille Karstein, la famosa prostituta, su madre.
Eternos minutos pasaron reconociendose mutuamente, encontrando semejanzas y diferencias, una de ellas buscando los rasgos de alguien más en la otra. -Definitivamente eres su hija- fueron las primeras palabras de Camille a su hija, como si por mucho tiempo lo hubiera dudado, claro que dada su profesión eso no sería de extrañar, era seguro que muchos dudaban de quién era el padre de la joven, y muchos otros se alegraban de no haber sido ellos los señalados como responsables.
Una mano fría y delicada se deslizó suavemente sobre el rostro de Katrynna, quien por primera vez en años se estremeció ante una caricia. Quiso llorar, claro que sí, quiso abrazarla y decirle lo mucho que la había necesitado, pero su orgullo no le permitió hacer ningún movimiento semejante, se quedó estática ante la mirada inquisitiva de la mayor. -Semejante belleza no debería perderse en el tiempo..- Fueron sus siguientes palabras, las únicas que recordaría Katrynna de su madre en el futuro ya que con ellas se marcaba un antes y un después definitivo, un punto sin retorno, serían las últimas palabras que sus oídos humanos serían capaces de escuchar.
Lo siguiente que vio fue una bestia de rostro muy parecido al de su madre, tintado de salvajismo, algo prohibido y peligroso, y por más que supo que había llegado su fin, aún en ese momento, no sintió miedo. El dolor fue indescriptible, lo más intenso que sintió nunca. -Así debe sentirse la muerte- pensó Katrynna. Si ese era su fin, supuso que era justo que la persona quien le dió el regalo de la vida fuera también quien se lo arrebatara, por lo que en ningún momento opuso alguna resistencia, se dejó guiar a la muerte.
En el momento en que el dolor se hizo insoportable, sintió algo caliente llenar su boca y luego bajar con tortuosa lentitud por su garganta. No podía respirar, se llevó inconscientemente las manos al cuello, bañado en su propia sangre, y en un intento por obtener un poco de oxígeno para sus pulmones, arañó con sus recién adquiridas garras todo su cuello y parte de su pecho, siendo detenida por Camille, quien pronunciaba palabras ininteligibles para ella.
La desesperación logró sonsacarle un par de lágrimas necias, era verdad que no sentía miedo, pero morir como lo estaba haciendo era algo cruel, pero finalmente sintió cierta paz. Su cuerpo se volvió liviano, no había sonidos, sólo silencio, y todo lo que alcanzaba a ver era oscuridad y más oscuridad. Sí, aquello debía ser la muerte. Sin embargo, repentinamente una cantidad abismal de sonidos, olores y sensaciones nuevas la abrumaron.
-¿Dónde estoy? ¿Ya he muerto?- se preguntó en pensamientos, aún no abría los ojos pero se sentía sumamente extraña. -Estás viva, hija mía. Más viva que nunca- aquellas palabras la hicieron abrir de golpe los ojos, entendiendo apenas lo que había ocurrido. Su madre no la había matado, la había transformado, la había empujado a un abismo de oscuridad eterna.~
Casi 4 años habían transcurrido desde el inicio de su búsqueda, había pasado días y noches caminando, entrado desde los más vulgares a los más exclusivos burdeles de Hungría, entrevistado a numerosos caballeros, enfrentado situaciones peligrosas y nada agradables para una dama; nada de aquello había dado algún fruto.
La joven y hermosa noble, con su pelirrojo cabello atado en un sencillo moño, usando un vestido color cobre, también sencillo, que combinaba a la perfección con el tono de su cabellera y resaltaba formidablemente el azul intenso de sus ojos, caminaba sin rumbo alguno por la plaza principal de Budapest. Se sentía agotada, cada día que pasaba se llenaba de más y más decepción y tristeza. Comenzaba a rendirse y a darle la razón a su padre, tal vez su madre había muerto ya, tal vez se había casado con un hombre extrangero e ido a algún lugar lejano.
Cuando las doce campanadas sonaron anunciando la llegada de un nuevo día, su mirada perdió cualquier rastro de esperanza, se sintió embargada por un terrible vacío, soledad y desolación. Aquel no era un día cualquiera, no era sólo un día más para Katrynna, a decir verdad era uno bastante especial, ya que se cumplían 20 años desde que había llegado al mundo, 20 años desde que su madre la abandonara.
Con un suspiro, se dejó caer sobre el pasto, recostada del grueso tronco de un inmenso árbol. Se imaginó entonces a la perfecta Catalina y sus muy acostumbrados regaños, en los que le exigía se comportara como una verdadera dama. Sonrió sin alegría al recordarlo, al menos ahora era libre de ella y todos sus insultos.
-Vampiros- fue la solitaria palabra que escapó de sus labios al percatarse que esa noche la luna no mostraba su hermoso rostro, dejando las calles en absoluta tiniebla y creando sombras tenebrosas a su alrededor. Desde que escuchó los rumores que se contaban respecto aquellas criaturas nocturas que llamados "muertos-vivientes", que se disfrazaban de humanos con el único propósito de seducirte para luego pegarse a tu piel y succionar tu sangre cual sanguijuela, creyó que debía temer. Pero el temor nunca se instaló en su ser, todo lo que podía sentir era curiosidad por ellos.
Cerró los ojos por lo que creyó fueron incontables horas, pero de seguro no pasaron más que unos pocos minutos, hasta que sintió una presencia fría y poderosa instalarse frente a ella. Al abrirlos nuevamente sintió náuseas, eso no la detuvo de ponerse de pie casi al instante. La mujer frente a ella la miraba de pies a cabeza de manera altanera y a la vez orgullosa; rebosaba de energía y belleza, aparentaba unos 25 años, su cabello era rojo fuego y sus ojos verdes cual esmeraldas. Ella era Camille Karstein, la famosa prostituta, su madre.
Eternos minutos pasaron reconociendose mutuamente, encontrando semejanzas y diferencias, una de ellas buscando los rasgos de alguien más en la otra. -Definitivamente eres su hija- fueron las primeras palabras de Camille a su hija, como si por mucho tiempo lo hubiera dudado, claro que dada su profesión eso no sería de extrañar, era seguro que muchos dudaban de quién era el padre de la joven, y muchos otros se alegraban de no haber sido ellos los señalados como responsables.
Una mano fría y delicada se deslizó suavemente sobre el rostro de Katrynna, quien por primera vez en años se estremeció ante una caricia. Quiso llorar, claro que sí, quiso abrazarla y decirle lo mucho que la había necesitado, pero su orgullo no le permitió hacer ningún movimiento semejante, se quedó estática ante la mirada inquisitiva de la mayor. -Semejante belleza no debería perderse en el tiempo..- Fueron sus siguientes palabras, las únicas que recordaría Katrynna de su madre en el futuro ya que con ellas se marcaba un antes y un después definitivo, un punto sin retorno, serían las últimas palabras que sus oídos humanos serían capaces de escuchar.
Lo siguiente que vio fue una bestia de rostro muy parecido al de su madre, tintado de salvajismo, algo prohibido y peligroso, y por más que supo que había llegado su fin, aún en ese momento, no sintió miedo. El dolor fue indescriptible, lo más intenso que sintió nunca. -Así debe sentirse la muerte- pensó Katrynna. Si ese era su fin, supuso que era justo que la persona quien le dió el regalo de la vida fuera también quien se lo arrebatara, por lo que en ningún momento opuso alguna resistencia, se dejó guiar a la muerte.
En el momento en que el dolor se hizo insoportable, sintió algo caliente llenar su boca y luego bajar con tortuosa lentitud por su garganta. No podía respirar, se llevó inconscientemente las manos al cuello, bañado en su propia sangre, y en un intento por obtener un poco de oxígeno para sus pulmones, arañó con sus recién adquiridas garras todo su cuello y parte de su pecho, siendo detenida por Camille, quien pronunciaba palabras ininteligibles para ella.
La desesperación logró sonsacarle un par de lágrimas necias, era verdad que no sentía miedo, pero morir como lo estaba haciendo era algo cruel, pero finalmente sintió cierta paz. Su cuerpo se volvió liviano, no había sonidos, sólo silencio, y todo lo que alcanzaba a ver era oscuridad y más oscuridad. Sí, aquello debía ser la muerte. Sin embargo, repentinamente una cantidad abismal de sonidos, olores y sensaciones nuevas la abrumaron.
-¿Dónde estoy? ¿Ya he muerto?- se preguntó en pensamientos, aún no abría los ojos pero se sentía sumamente extraña. -Estás viva, hija mía. Más viva que nunca- aquellas palabras la hicieron abrir de golpe los ojos, entendiendo apenas lo que había ocurrido. Su madre no la había matado, la había transformado, la había empujado a un abismo de oscuridad eterna.~
Última edición por Katrynna Báthory el Dom Jul 27, 2014 2:51 pm, editado 1 vez
Cilla Citroen- Humano Clase Alta
- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 21/07/2014
Re: Inside of me ~
Tocando fondo~ [+18]
Después de varios intentos fallidos, Katrynna comenzó a cuestionarse respecto a su orientación sexual. ¿Cómo era posible que ningún hombre pudiera llegar a tentarla lo suficiente como para llegar al acto sexual? Camille, su madre, no hacía más que reprocharle la pérdida de clientes importantes, entre ellos humanos pertenecientes a la realeza y vampiros muy adinerados. Mientras que para la joven vampira aquello no era más que un error. Al ser criada como miembro de una sociedad adinerada, se esperaba que ella llegara virgen al altar en un matrimonio arreglado por su padre que supondría un enlace beneficioso para ambas familias; para su madre que era una prostituta desde temprana edad aquello no eran más que tonterías, para ella no existía algo mejor que el sexo, sin importar con quien. Dar y recibir placer era lo que Camille consideraba ‘estar viva’ y esperaba que su recién ‘adquirida’ hija, viviera de la misma manera.
Una noche, su madre le pidió que se arreglara con más esmero que nunca, la hizo vestir uno de sus vulgares vestidos, de un blanco tan puro que Katrynna no podía ni siquiera imaginar a Camille enfundada en él. -Lo he mandado a hacer para ti, ¿no es precioso?- había comentado la mujer, y eso respondió a sus dudas. Arregló sus cabellos en abundantes y preciosos bucles, y aplicó un tenue y elegante maquillaje a su rostro, que luego fue reemplazado por uno exagerado que su madre dijo estaría más acorde. Al mirarse al espejo, Kat no se veía a sí misma, se preguntaba qué estaba haciendo y aún más ¿Por qué? Nunca encontraba una respuesta que fuera lo suficientemente convincente, por lo que dejaba el tema de lado y seguía obedeciendo las órdenes de su madre.
Esa como todas las noches, a Katrynna le fue servida una copa de vino, pero en esta ocasión había algo diferente en ella. Al terminar la cena, Kat se sintió muy mareada, sintió unas terribles náuseas y decidió ir al baño antes de hacer un desorden que estaba segura a su madre desagradaría sobremanera. Cuando intentó ponerse de pie, las rodillas le flaquearon y estuvo a punto de caer, siendo sostenida por unos brazos fuertes que posteriormente la cargaron en vilo y llevaron a su alcoba. Era un hombre desconocido para ella, quien mantenía una conversación con su madre que ella no podía entender, creyó por un instante que hablaban un idioma desconocido para ella. Tarde se dio cuenta que había sido drogada por su propia madre con el propósito de prostituirla aún en su contra.
Aquel hombre la depositó en su propia cama y comenzó a desvestirse ante sus ojos. Se notaba que era un hombre de mucha riqueza que nunca en su vida había cargado mayor peso que el de una amante, ya que poseía traje fino pero ninguna musculatura. Cuando quedó totalmente desnudo frente a ella, se sentó en su cómodo sillón. Él abrió la boca, y supo que le estaba diciendo algo, algo que ella no podía entender; sin embargo, su cuerpo respondió ante las órdenes que él dictaba. Pronto estuvo de pie frente a él y comenzó a desvestirse lentamente, la chica se sentía impotente, presa dentro de su propio cuerpo sin poder negarse a lo que él pedía.
Una vez desnuda se colocó a horcajadas sobre el hombre, quien sonrió perversamente enseñando la extraña longitud de sus colmillos, haciendo entender a la chica un poco de lo que estaba sucediendo. Aún así, seguía moviéndose según sus deseos, meneando y contoneando las caderas sobre la extensión de su miembro, ocupándose de despertarlo, dejándolo palpitante y deseoso de tomarla. Después de un par de intentos por penetrarla en aquella posición y notar la expresión adolorida de su joven presa, el mayor la tumbó sin ninguna delicadeza sobre la cama y la penetró sin contemplaciones, provocándole un dolor tan intenso que la hizo reaccionar ante la supuesta droga, pero esto no lo detuvo. Estocada tras estocada, el despreciable vampiro continuó moviéndose en su interior. No se había preocupado por hacerla lubricar, no la había excitado en absoluto, y luego de aquella profanación, tampoco había procurado hacerla sentir algún tipo de placer. Aquella no era en absoluto una buena primera vez, algo que ella quisiera recordar en el futuro. Todo lo que podía sentir en aquel momento era asco y repulsión, de aquel hombre desconocido, de su madre, incluso de sí misma.
La chica quiso llorar, pero las lágrimas no salieron de sus ojos. Se sintió seca y vacía. Todas sus ilusiones de descubrir ese mundo de intimidad con alguien a quien amase y que lo hiciera de igual forma con ella se destruyeron y cayeron a pedazos a sus pies. Probablemente ni llegase a disfrutar del sexo nunca, había sido lastimada no sólo física, sino emocionalmente.
Poco antes de terminar, el tipo salió de su interior y se corrió gracias a masturbación, derramando toda su semilla muerta sobre el vientre y los pechos de Kat; con morbosa satisfacción la vio embarrada en su leche, excitándose nuevamente. Con sus sentidos recientemente recuperados, se colocó en posición fetal, no quería estar consciente si es que pensaba repetirse. –Drógame, por favor. Si vas a hacerlo de nuevo, drógame.- Fue todo lo que pidió, no quería sentirlo, no quería escuchar sus perturbadores gemidos. Él le concedió su petición y la violó a placer, en distintas posiciones, hasta poco antes del amanecer, hora en la que debía marcharse si no quería tener que quedarse allí o enfrentarse a los rayos del sol.
Aquella noche se convirtió en la primera de muchas pesadillas, noches infinitas temblando ante el asco y repulsión que se provocaba a sí misma. El sexo no le provocaba ningún tipo de placer, los hombres en general se hacían cada vez más repugnantes a sus ojos, se sentía sucia y usada. Aquellos que pedían sus favores ni siquiera la deseaban a ella, quería poseer a su madre y se conformaban con la copia barata cuando ella tenía un compromiso previo para esa noche.
Pero si Katrynna creía que ya no podía llegar más bajo, estaba equivocada. Mayor fue su pena al descubrir que atendería a tres hombres la misma noche. Su madre le había dicho -Ya tienes algo de experiencia, hija. Es hora de pasar al siguiente nivel- Pero Kat fue inocente al creer que iría uno a la vez. Cuando vio entrar al trío junto y desvestirse al mismo tiempo, observando su cuerpo semi-desnudo con lujuria, se estremeció de terror ¿Qué demonios pensaban hacer esos tres con ella? Al intentar escapar, fue tomada fuertemente por los brazos por dos de ellos, quienes la amarraron con fuerza a la cama, cada una de sus extremidades a una pata de la cama.
Esa noche no le dio tiempo siquiera de consumir su dosis acostumbrada de droga, aquella que le permitía desinhibirse y dejarse tomar sin ninguna restricción. Uno de aquellos hombre consiguió la manera de colocarse entre la cama y ella, teniéndola de espaldas acostada sobre su pecho, sin previo aviso la penetró con fuerza por su pequeño ano, nada acostumbrado a aquella profanación, sintiendo su interior rasgarse ante semejante embiste. Esta noche las lágrimas corrieron libremente por sus mejillas antes el dolor ocasionado.
El segundo de los bandidos penetró su vagina, un dolor al que a estaba acostumbrada fue lo que siguió, aunque debía admitir que la droga amortiguaba un poco. Sus gemidos de dolor e impotencia no se hicieron esperar, apenas empezaban y ya quería que aquella tortura terminara, pero ellos parecían disfrutar incluso con su dolor y sus lágrimas. Finalmente, el tercero de ellos se colocó a horcajadas sobre su cara, provocando una expresión de profundo terror en el joven rostro de la pelirroja. -¡No!- Intentó pedir, pero eso sólo lo ayudó a conseguir el espacio para hundirse con fuerza en su boca, en toda su asquerosa extensión. Al principio los embistes del tercero fueron lentos, pero de acuerdo como llegaba a su climax se movía más rápido y más fuerte, golpeándole el rostro con sus asquerosos testículos. –Chupa, niña. Chupa con fuerza, voy a correrme en esa boquita preciosa tuya.- Uno a uno fueron terminando, dejándola cubierta de rastros de semen por todas partes, incluso haciéndola tragarlo.
Llegado a ese punto, no sintió más que vergüenza. ¿Cómo había caído tan bajo? ¿Cómo había llegado a esto? Después de eso no creía que hubiera algo peor, claro que se equivocaba y pronto lo descubriría, de momento ella se sentía como si estuviera tocando fondo.
Una noche, su madre le pidió que se arreglara con más esmero que nunca, la hizo vestir uno de sus vulgares vestidos, de un blanco tan puro que Katrynna no podía ni siquiera imaginar a Camille enfundada en él. -Lo he mandado a hacer para ti, ¿no es precioso?- había comentado la mujer, y eso respondió a sus dudas. Arregló sus cabellos en abundantes y preciosos bucles, y aplicó un tenue y elegante maquillaje a su rostro, que luego fue reemplazado por uno exagerado que su madre dijo estaría más acorde. Al mirarse al espejo, Kat no se veía a sí misma, se preguntaba qué estaba haciendo y aún más ¿Por qué? Nunca encontraba una respuesta que fuera lo suficientemente convincente, por lo que dejaba el tema de lado y seguía obedeciendo las órdenes de su madre.
Esa como todas las noches, a Katrynna le fue servida una copa de vino, pero en esta ocasión había algo diferente en ella. Al terminar la cena, Kat se sintió muy mareada, sintió unas terribles náuseas y decidió ir al baño antes de hacer un desorden que estaba segura a su madre desagradaría sobremanera. Cuando intentó ponerse de pie, las rodillas le flaquearon y estuvo a punto de caer, siendo sostenida por unos brazos fuertes que posteriormente la cargaron en vilo y llevaron a su alcoba. Era un hombre desconocido para ella, quien mantenía una conversación con su madre que ella no podía entender, creyó por un instante que hablaban un idioma desconocido para ella. Tarde se dio cuenta que había sido drogada por su propia madre con el propósito de prostituirla aún en su contra.
Aquel hombre la depositó en su propia cama y comenzó a desvestirse ante sus ojos. Se notaba que era un hombre de mucha riqueza que nunca en su vida había cargado mayor peso que el de una amante, ya que poseía traje fino pero ninguna musculatura. Cuando quedó totalmente desnudo frente a ella, se sentó en su cómodo sillón. Él abrió la boca, y supo que le estaba diciendo algo, algo que ella no podía entender; sin embargo, su cuerpo respondió ante las órdenes que él dictaba. Pronto estuvo de pie frente a él y comenzó a desvestirse lentamente, la chica se sentía impotente, presa dentro de su propio cuerpo sin poder negarse a lo que él pedía.
Una vez desnuda se colocó a horcajadas sobre el hombre, quien sonrió perversamente enseñando la extraña longitud de sus colmillos, haciendo entender a la chica un poco de lo que estaba sucediendo. Aún así, seguía moviéndose según sus deseos, meneando y contoneando las caderas sobre la extensión de su miembro, ocupándose de despertarlo, dejándolo palpitante y deseoso de tomarla. Después de un par de intentos por penetrarla en aquella posición y notar la expresión adolorida de su joven presa, el mayor la tumbó sin ninguna delicadeza sobre la cama y la penetró sin contemplaciones, provocándole un dolor tan intenso que la hizo reaccionar ante la supuesta droga, pero esto no lo detuvo. Estocada tras estocada, el despreciable vampiro continuó moviéndose en su interior. No se había preocupado por hacerla lubricar, no la había excitado en absoluto, y luego de aquella profanación, tampoco había procurado hacerla sentir algún tipo de placer. Aquella no era en absoluto una buena primera vez, algo que ella quisiera recordar en el futuro. Todo lo que podía sentir en aquel momento era asco y repulsión, de aquel hombre desconocido, de su madre, incluso de sí misma.
La chica quiso llorar, pero las lágrimas no salieron de sus ojos. Se sintió seca y vacía. Todas sus ilusiones de descubrir ese mundo de intimidad con alguien a quien amase y que lo hiciera de igual forma con ella se destruyeron y cayeron a pedazos a sus pies. Probablemente ni llegase a disfrutar del sexo nunca, había sido lastimada no sólo física, sino emocionalmente.
Poco antes de terminar, el tipo salió de su interior y se corrió gracias a masturbación, derramando toda su semilla muerta sobre el vientre y los pechos de Kat; con morbosa satisfacción la vio embarrada en su leche, excitándose nuevamente. Con sus sentidos recientemente recuperados, se colocó en posición fetal, no quería estar consciente si es que pensaba repetirse. –Drógame, por favor. Si vas a hacerlo de nuevo, drógame.- Fue todo lo que pidió, no quería sentirlo, no quería escuchar sus perturbadores gemidos. Él le concedió su petición y la violó a placer, en distintas posiciones, hasta poco antes del amanecer, hora en la que debía marcharse si no quería tener que quedarse allí o enfrentarse a los rayos del sol.
Aquella noche se convirtió en la primera de muchas pesadillas, noches infinitas temblando ante el asco y repulsión que se provocaba a sí misma. El sexo no le provocaba ningún tipo de placer, los hombres en general se hacían cada vez más repugnantes a sus ojos, se sentía sucia y usada. Aquellos que pedían sus favores ni siquiera la deseaban a ella, quería poseer a su madre y se conformaban con la copia barata cuando ella tenía un compromiso previo para esa noche.
Pero si Katrynna creía que ya no podía llegar más bajo, estaba equivocada. Mayor fue su pena al descubrir que atendería a tres hombres la misma noche. Su madre le había dicho -Ya tienes algo de experiencia, hija. Es hora de pasar al siguiente nivel- Pero Kat fue inocente al creer que iría uno a la vez. Cuando vio entrar al trío junto y desvestirse al mismo tiempo, observando su cuerpo semi-desnudo con lujuria, se estremeció de terror ¿Qué demonios pensaban hacer esos tres con ella? Al intentar escapar, fue tomada fuertemente por los brazos por dos de ellos, quienes la amarraron con fuerza a la cama, cada una de sus extremidades a una pata de la cama.
Esa noche no le dio tiempo siquiera de consumir su dosis acostumbrada de droga, aquella que le permitía desinhibirse y dejarse tomar sin ninguna restricción. Uno de aquellos hombre consiguió la manera de colocarse entre la cama y ella, teniéndola de espaldas acostada sobre su pecho, sin previo aviso la penetró con fuerza por su pequeño ano, nada acostumbrado a aquella profanación, sintiendo su interior rasgarse ante semejante embiste. Esta noche las lágrimas corrieron libremente por sus mejillas antes el dolor ocasionado.
El segundo de los bandidos penetró su vagina, un dolor al que a estaba acostumbrada fue lo que siguió, aunque debía admitir que la droga amortiguaba un poco. Sus gemidos de dolor e impotencia no se hicieron esperar, apenas empezaban y ya quería que aquella tortura terminara, pero ellos parecían disfrutar incluso con su dolor y sus lágrimas. Finalmente, el tercero de ellos se colocó a horcajadas sobre su cara, provocando una expresión de profundo terror en el joven rostro de la pelirroja. -¡No!- Intentó pedir, pero eso sólo lo ayudó a conseguir el espacio para hundirse con fuerza en su boca, en toda su asquerosa extensión. Al principio los embistes del tercero fueron lentos, pero de acuerdo como llegaba a su climax se movía más rápido y más fuerte, golpeándole el rostro con sus asquerosos testículos. –Chupa, niña. Chupa con fuerza, voy a correrme en esa boquita preciosa tuya.- Uno a uno fueron terminando, dejándola cubierta de rastros de semen por todas partes, incluso haciéndola tragarlo.
Llegado a ese punto, no sintió más que vergüenza. ¿Cómo había caído tan bajo? ¿Cómo había llegado a esto? Después de eso no creía que hubiera algo peor, claro que se equivocaba y pronto lo descubriría, de momento ella se sentía como si estuviera tocando fondo.
Cilla Citroen- Humano Clase Alta
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