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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Imara Rákóczi Dom Jul 27, 2014 9:50 pm

 “Es una infusión de sangre, que marca al maldito”
Estaba obsesionada con la maldita organización del lugar. ¿Es que nadie podía hacer las cosas correctamente? Parecía que todo estaba fuera de control y aunque los vampiros no se atrevían a cazar en el bar. Muchos estaban hambrientos y se le notaba en los ojos que estaban esperando a llevarse a sus “acompañantes” para devorarlas fuera del lugar. A mí, eso me ponía como loca. Mujeres prostitutas que eran alquiladas por el lugar para dar unos buenos bailes muchas veces no volvían jamás. Señal de que habían sido convertidas en cadáveres luego de su última noche. Porque claramente no habían sido transformadas en inmortales, nos hubiésemos enterado. Eso sí no lo podíamos permitir. Nuestra organización estaba estrictamente hecha para concientizar a las razas de no hacer estupideces. De esconder nuestra maldición, un poder tan grande como ese no se le podía dar a cualquiera. No había que tomarlo a la ligera y en el mundo había tantos inconscientes que muchas veces yo misma consideraba que realmente no deberíamos existir. Pero esos eran pensamientos de Livia, mi antiguo yo. Éste de ahora, creía correctamente en que podíamos seguir viviendo en un mismo planeta, pero divididos, separados en la noche y el día, la oscuridad y la luz. No debíamos juntarnos, no era prudente. Tenía que haber una línea para que el equilibrio siga en pie.
Por mientras, caminaba a paso derecho, con unos pantalones de montar ajustados, color marrón oscuro que marcaban una figura trabajada y no demasiado femenina. Llevaba unas botas hasta las rodillas de cuero, con el taco de madera cotidiano de los caballeros. La camisa estaba dentro de mis pantalones, abotonada, dejando los dos últimos libres, de un color más bien tiza. Con un saco haciendo juego, lo bastante cómodo como para estar siempre alerta. Mi cabello casi blanco estaba recogido en una trenza baja tirada a un costado de mi cuello, sin lienzos de cabello colgados por mi rostro, no podía especular con que todo estaría bien, ya que si algo me ocupaba la vista sería de gran problema para mis movimientos. No usaba maquillaje, siquiera un poco de rubor. Mi piel color nieve, lustrosa y siempre cálida ya mantenía de por sí, un suave rosado que tan solo le daba vida a mi rostro. Una de las pocas cosas que tenía a favor; yo seguía viva, mi corazón bombeaba sangre a la perfección. Y eso me mantenía con un poco de brillo, aunque mis ojos color azules, estaban opacos, como si estuviesen muertos, llenos de decepción. ¿Culpar a alguien? La tragedia de ser una persona mitad perro, mitad humano. La paz nunca llegaba a mi mente con ese pensar.
Estaba dirigiéndome hacía la parte principal de los espectáculos. Mi andar era tranquilo, no llamaba para nada la atención, como una sombra, como un oscuro. Me aproximaba a donde un grupo de vampiros bebía vino y se divertía con una muchacha que bailaba al compás de la música, todo normal hasta el momento. Siempre había cosas como esas, aunque en lo que a mi concierne, me decepcionaba como las mujeres caían a los pies de los inmortales tan fácilmente, como muñecas, se dejaban engañar por una belleza demasiado sobrenatural para ser real. Pero era parte de la rutina y sabía que tarde o temprano me acostumbraría. Aunque nunca lo entendería. Suspiré de brazos cruzados, pero fue el reflejo de unos colmillos hambrientos lo que me hizo reaccionar y me acerqué fijo y sin tapujos hacía aquella mesa. Tomé de uno de los hombros a la muchacha que estaba por ser mordida disimuladamente en la parte trasera del cuello. Parecía que la hubiesen hipnotizado por unos momentos. — Ojo. Ustedes se van a tener que ir si no se comportan. Y tú, estas en un bar, no en un burdel. — Arruiné la fiesta privada con un tono bajo, apenas se escuchaban entre murmullos mis palabras. Lo hacía claro, pero conciso, sin llamar demasiado la atención. Una muchacha colorada de cabellos cortos y lúcidos era lo que tenía entre las manos. Parecía desear con candencia que aquellos malditos cadáveres se la coman viva. La vena de mi frente quería explotar. La chica no era demasiado alta, me llegaba a los pechos aproximadamente, tenía ojos grandes, casi como si fuesen unos pozos de agua. Chasqueé los dientes y negué, el olor a alcohol emanaba con fuerzas de ella, parecía mareada y pensé que quizá ya la había mordido. Eso me enojó, pero sin dudas esas piernas ajenas ya no estaban como para seguir girando en las maderas y aunque las miradas inmortales casi me comían el cuello, lo ignoré y como fuese arrastré a la colorada a la fuerza hacía un lado. Esperanzada de que el bar siga con normalidad. No podía permitirme tales cosas, quería golpearlos a ellos, pero más aún quería golpearla a ella que como una idiota se dejaba caer en brazos vampíricos, aunque claro, se suponía que ella no tenía idea de nada. Parecía tan solo una zorra esperando un milagro.  
“No puedo entender como desean morir tan horriblemente” 
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Mensaje por Lilith O'Hara Lun Jul 28, 2014 3:27 pm

Era tarde y aunque el sol ya se había escondido, la noche aún no dominaba el lugar. Las campanas de alguna iglesia sonaban fuertemente y aunque varias familias ya iban directo a sus casas yo aún me encontraba vagando entre los callejones y las calles de la ciudad. "Pronto tendré que regresar..." pensaba mientras caminaba sin rumbo alguno perdida entre mis pensamientos.

Cada día me hartaba mas de estar en ese asqueroso lugar, tratando con borrachos y hombres que ofrecían dinero por una noche de sexo sin importar si quiera si yo lo iba a disfrutar. Afortunadamente siempre lograba escaparme de esas miradas hambrientas y de esas lenguas lujuriosas que a veces lamían mi oreja mientras yo ejecutaba mis bailes en el burdel, me repugnaban pero aún así tenía que aguantar... todo por tener la esperanza de que quizás algún día por la entrada de ese burdel un vampiro cruzaría la puerta y así pedirle mas belleza y la vida eterna.

Debía de dar gracias a que mi jefe me daba un cuarto para dormir a cambio de solo bailar y tener la libertad de elegir a mis clientes (aunque desde que entré al burdel, no había tenido sexo, todos me repugnaban por igual.), pero parecía que con cada noche que pasaba ya no era suficiente tan solo bailar y sentía que pronto me correría del lugar. ¿Podría yo entregarme a alguien que no me hiciera disfrutar?, ¿Ser la mascota sexual de cualquier hombre?

Mis piernas bajo la falda y envueltas en esas medias de red que la mayoría del tiempo usaba para trabajar, se detuvieron a media calle. Levanté la vista a un local que tenia enfrente, "The Brotherhood of the Damned". Nunca lo había visto y se me hizo tan extraño.... sin embargo parecía que "algo" o "alguien" me lo mandaba desde el cielo.  -Justo lo que necesito para poder pensar...

Me adentré sin pensarlo dos veces en el lugar y sin pena alguna metí la mano dentro de mi camisa rojo brillante para sacar un billete que guardaba de entre mis pechos. -Dame lo mas fuerte que tengas y que me alcance con esto. -le dije al cantinero mientras le tendía el billete sobre la mesa, no era mucho dinero pero tan solo quería un trago y pensé que sería suficiente. Luego vi que no...
-Jaja, querida... tan solo porque eres muy bella y se ve que lo necesitas. Toma, va por la casa pero que no se entere mi jefa que es algo especial y puede explotar. -me dijo el cantinero mientras me entregaba un tarro de cerveza entre risas burlonas ante mi pobreza.
-Yo le pago el siguiente si gusta... -contestó una voz a lado de mi, al cual agradecí con una sonrisa mientras alzaba mi tarro de cerveza.

Terminé mi bebida mientras me perdía entre mis propios pensamientos y apenas dí el ultimo trago el cantinero ya me estaba dando el otro tarro junto con una copa de vino que según él "Lo mandaba el caballero de atrás". Sonreí agradecida a aquel otro hombre de lejos, hoy tenía muchas ganas de tomar como nunca lo había hecho antes.

El cantinero me empezaba a hablar platica, mientras yo le contaba algo de mi pasado. Venía de una familia rica, mas no la conocía y me reía fuertemente al decir lo agradecida que estaba por eso ya que no me imaginaba siendo vendida como todas al casarla a la fuerza. -¡¿Pero porque todo es tan triste en este lugar?!, ¡VAMOS PON ALGO DE MUSICA, QUE VOY A BAILAR! -grité muy animada y un poco mareada al mezclar todo tipo de licores que mis nuevos "amigos" me invitaban.

Inmediatamente me hicieron caso y al escuchar mis gritos la demás gente se iba acercando... al parecer ya era tarde, perdí la noción del tiempo y no me importo el no haber ido hoy a trabajar. Seguí divagando y tomando todo cuanto la gente me invitaba a cambio de seguir bailando y hablando de mi vida. -¡Y esos rucos de la otra taberna me dijeron que los inmortales existían!, ¿Que maravilla no creen? Imagínense hacer mi belleza eterna... -dije encima de la mesa mientras me rodeaba cada vez de mas gente que querían seguir viéndome o escuchando mi historia. Al terminar le dí un sorbo a mi copa que ya ni sabía de que era, pero ya no tenía nada. -¡Demonios! ¡¿QUIEN ME INVITA OTRA?! O me voy ahora mismo a bailar a otro lugar, ¿Y que pasó con la música? ¡SÚBANLE MAS! -grité aún encima de la mesa mientras todos reían y pagaban al cantinero de todo tipo de bebidas, no me importaba lo que me daban... tan solo quería perderme y divertirme. ¿Que importaba?

Seguí bailando mientras los hombres me aplaudían, era como estar en el burdel... solo que esta vez mi escenario era tan solo una mesa y no me sentaba en las piernas de nadie, ni siquiera les veía a la cara lo cual era mejor que estar en mi trabajo. De repente pensé que me caería mas no era una caída, si no una persona muy blanca que jalaba de mi muñeca y al escuchar sus palabras no pude hacer nada mas que contestar entre risas y con mi voz desajustada. -Pff... ¿Y cual es la diferencia? Este lugoar... debería estar a...gradecido conmigo. Gr... oacias a mi... tiene MAS CLIENTES -le dije sin pensar ni importarme lo que pensara, ¿Quien era esa persona para impedirme hacer lo que yo quisiera?

Noté su cara de asco, como si hubiera olido algo y le hubiera repugnado, ver su cara hizo que me empezara a reír burlándome de ella, me sentía tan mareada que no pude distinguir bien su rostro pero sus gestos me parecían muy chistosos. Sentí el jalón y como me alejaban de la multitud -¡Suéltame! -grité muy enojada tratando de liberarme, sin embargo parecía que su fuerza era extrañamente mayor que la mía.

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Mensaje por Imara Rákóczi Lun Ago 04, 2014 11:36 am

“Es el factor post codena, que te aprieta los brazos y ata el corazón”
Era un jodido griterío, mis ojos estaban serenos pero por dentro tenía una vena que estaba a punto de estallarme. Mantenía los brazos cruzados y los pasos hacían eco por debajo de mis zapatos. Busqué efímeramente el lugar de donde venían todos los gritos. Sí, efectivamente había una zorra dando la nota. Casi tosí del odio, con todos los inmortales que estaban excitados de un poco de su sangre y tan solo escucharla, lo que decía y sus ganas de estar muerta. ¿Por qué en mi horario del bar? Era el maldito karma. Quizá si no tuviese en mi sangre la venganza de una inquisidora, hubiese tomado todo aquello como un chiste, pero yo, aunque protegía a los neófitos y me encargaba de que el secreto estuviese guardado, aun así, no podía quererlos. Me llevaba bien con mis superiores, que también estaban muertos y a decir verdad, con Vayne estábamos muy complementados, pero ellos eran simplemente excepciones a la regla. Porque en general quería atravesarlos con una estaca a todos. Giré la cabeza en el camino, el cantinero estaba mirando, divertido mientras limpiaba unas copas y yo negué, con la certeza de que había algo de lo que yo no estaba al tanto. — ¿Tú sabes algo que yo no? ¿Hay algún payaso pintado que yo no vea que te estás riendo tanto? — Fue algo seco, sin enojo ni tampoco sarcasmo. Era simplemente mi pensamiento en limpio.
Una de las razones por las que podía ser líder es porque no ocultaba las cosas, pero tampoco las decía de mala manera. Eran como preguntas que realmente no podía responder. El muchacho me sonrió y subió los hombros. Luego asintió y se giró para seguir trabajando. Al final no me dijo nada y supe entonces que algo había que él no me había dicho, de no ser así, hubiese explicado la situación. Mi lengua se frotó y chasqueé los dientes una vez más, dirigiéndome hacía donde estaba el alboroto. Allí seguí viendo los colmillos milenarios y rodé los ojos un poco, ellos sabían que eso no estaba permitido y le tenían miedo a nuestro jefe como para intentar ignorar sus palabras, por lo que sabía que no iban a comerla allí dentro. Pero tampoco quería que la maten, luego podrían esparcirse los rumores de que la gente desaparecía aquí dentro. Y no permitiría que algo así sucediera. Fue en ese entonces que la agarré del cuerpo, era liviana, como una pluma y se movía como una serpiente, gritoneando y diciéndome que la suelte. Mi rostro era piedra y negué esporádicamente. La orquesta se detuvo por una fracción de segundo cuando la bajé de allí y con una mirada de odio mía volvió a sonar, pero tranquila, llegando a lo habitual. Cerré los ojos una vez más e ignoré sus palabras hasta estar lo suficientemente lejos. — A su mesa cada uno, esto no es un burdel. — Anuncié a las personas que estaban alrededor nuestro, viendo con un poco más de énfasis a los vampiros que se relamían los labios y uno de ellos elevó la mirada para verme fijamente. — No seas aburrida ‘Pavi’, estamos divirtiéndonos. —
El sonido suave y melódico del inmortal sucumbió a las personas que estaban alrededor, estaba usando uno de sus poderes de seducción, pero yo había engendrado el bloqueo mental cuando la maldición licana me había agarrado y negué con suspicacia. — Guárdate eso y mi nombre, sigue bebiendo. — Respondí con la mano apresando a la muchacha, separándola hasta llevarla lejos del resto. Suponía que iban a tranquilizarse ahora que había arruinado toda la fiesta, así que la llevé hacía mi oficina. Sonreí de lado a la chica que estaba ebria y se movía de lado a lado, riendo a tal punto que me daban ganas de golpearla. Apenas la entré a la oficina que llevaba mi nombre, la estampé contra la puerta, lo suficientemente fuerte como para que sienta un poco de dolor, pero no demasiado como para romperle la columna. — Cállate. ¿Qué es esa ropa que tienes puesta? ¿Realmente eres una salida del burdel? Esto es un bar y yo soy la que manda en este lugar, se siguen mis reglas. Y no permitiré que ni tu ni nadie haga esa clase de cosas aquí. ¿Me estás entendiendo? — Apoyaba una mano en la puerta, a un costado de su cabeza, observando su pequeña cabeza y sus labios rojos que combinaban con unos ojos colorados, ¿qué tanto había bebido? Chasqueé los dientes y me acerqué a olerla. No tardé demasiado en notar algo ácido y con la derecha tomé sus mejillas y las apreté para que abriera la boca. — ¿Qué te metieron? Abre la puta boca. ¿Pagaste por las cosas que tomaste? — Pregunté olisqueando cual perro faldero a la chica, mirándole los ojos con extrañeza. — Respóndeme y dime tu nombre. —

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Mensaje por Lilith O'Hara Jue Ago 14, 2014 12:39 am

A pesar de la música y los alaridos del resto de la gente, pude escuchar a aquella mujer molesta hablando con uno de mis "nuevos amigos" y solté una gran risotada la escuchar como la había nombrado.
-¡AJAJAJAJA... "Pavi"! -grité burlonamente mientras me reía y sotenía mi copa ya casi vacía en la mano. ¿Quien le podría ese nombre tan patético a una persona?

Perdida entre risas y figuras indefinidas creadas por el alcohol que invadía el resto de mi cuerpo, me sorprendí al sentir como aquel lugar en el que estaba se iba alejando poco a poco, alguien me estaba jalando y me obligaba a estar lejos de mi diversión sin mi permiso, lo cual empezó a molestarme.
-¡TE DIJE QUE ME SOLTARAS! -le grité mientras me metía a través de una puerta con una placa la cual no alcancé a leer ni me interesó, pues lo único que quería era liberarme de aquella persona que me alejaba con gran fuerza de mi pequeña fiesta. Era sorprendente como por mas que intentaba soltarme ella tan solo me seguía llevando como si fuera cualquier cosa, como si fuera una misera pluma o una hoja de papel la cual no le cuesta nada cargar. -¡AGH..!, ¡DÉJAME! -le grité al sentir la puerta en mi espalda, el golpe me había dolido tanto que ni siquiera pude mirarla a la cara del gran dolor que sentía ahora recorrer mi espalda y parte de mi cuello. Me quedé quieta e inmóvil a esperar que se mi cuerpo se relajara mientras escuchaba sus palabras.

-Para... para... -le dije entre quejidos ya harta de escucharla e intentando callarla, posando la palma de mi mano en la frente. Me sentía algo mareada mas no podía distinguir si era por tanta bebida o por el golpe que me había dado en la puerta que también me había dolido en la cabeza. -¿Sabes... cuanto dinero... han dejado tus clientes aquí... por mi? -volví a hablar arrastrando las palabras mientras aún me agarraba mi cabeza.

Parecía que la mujer no me prestaba ni siquiera el mínimo de atención a mis palabras de borracha y tan solo se concentraba en mi cara. Apretó fuertemente mis mejillas y enseguida noté una cara de desagrado al olerme mientras yo me sorprendí ante tal atrevimiento. -¡¿PERO QUE TE PASA?! -le grité mientras retiraba mi mano de la cabeza y de un manotazo retiraba la suya de mi cara. -POR SUPUESTO QUE LO QUE TOMÉ FUE PAGADO -contesté mientras la con ambas manos trataba de golpearle para empujarla y tratar de quitármela de encima. -Y SI ME DISCULPAS, TENGO MAS BEBIDAS PAGADAS QUE TOMAR... "PAVI" -dije finalmente muy enojada mientras giraba la perilla de aquella oficina para salir nuevamente al bar.
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Mensaje por Imara Rákóczi Vie Ago 22, 2014 10:24 pm

“Que delirio que me cuesta”
Enarqué la ceja ante la risa estúpida de la muchacha de cabellos anaranjados, quería golpearla, no quería contenerme, pero desgracia la mía, ella era simplemente una humana, ni más ni menos que una dulce puta de esquina y no era un enemigo, era una de las personas que tenía que proteger y por ello debía controlar todas las emociones que estaban explotando en mi interior. Rodé los ojos, no me interesaba como me llamaran después de todo, solo yo, sabía mi verdadero nombre. —Pavilion para ti, intenta soltarte y solo te irás sin la mano. — Murmuraba con desprecio en el camino, forcejeos y molestias eran lo único que sentía, pero nada que no pudiese controlar. Literalmente, yo esperaba que no existiera cosa alguna que fuese incontrolable y más para con ese mar de inmortales que usualmente rodeaban el bar. Me apreté los párpados, conteniendo el estrés una vez más. Maldije en voz baja cuando el rostro de la chica cambió por uno de dolor, seguramente la había lastimado, pero yo lo sabía, ninguno de sus huesos estaba roto, podría notarlo de ser así, un soldado tiene un nivel de entrenamiento básico para poder subsistir sola y yo me había esforzado en aprender todo tipo de cosas en mis épocas de inquisidora. Así que solo la observé, su cuerpo, sus delgadas piernas que parecían dos palos sosteniendo un cuerpo. Mordí mi labio inferior, continuamente quería callarme y pensé en la posibilidad de que fuese a vomitar. La mataría si llegaba a hacerlo sobre mí.
— ¿De qué hablas, dinero? Este lugar gana muchísimo de eso, no necesita un plus por ti, cuando quiera hacer un evento de prostitutas lo haré, quizá hasta te tenga en cuenta. Mírame a los ojos, ¿Cómo te llamas? — Volví a formular la pregunta, esta vez con más calma, aunque mi voz nunca se elevaba demasiado, mantenía un tono grave, firme y dominante. Unos ojos que siempre estaban distanciados, lo suficiente para matar aún a una persona que conociera hace más de un año. Esas cosas no me importaban, no había nadie que mereciera la pena en mis ojos. Pocas personas habían podido hacerme sentir algo en mi interior como primera impresión. Por ahora solo dos estaban vivos, aquella lycana que había conocido en medio de una tragedia y el bastardo inmortal que me había recogido cuando no sabía ni pronunciar mi nombre al ser una recién convertida. Pasando de ellos, podría quebrarles el cuello a todas las personas del lugar, no me movería ni un pelo. — ¿A dónde te vas? No vas ni al bar ni fuera del bar. Estás tan ebria que van a llevarte de esclava y no te darás cuenta. Tú te quedas aquí. Iré a hablar a ver que tantas bebidas haz pagado. Y te las voy a hacer pagar si me estás mintiendo. — Susurré al tiempo que sus manotazos daban contra mi rostro, el mismo que daba a la idea de que quería matarla. Entonces tomé su cuello, lo hice con suavidad, pero con un área firme, inamovible. Y entonces la llevé al otro costado de la habitación, haciéndola caminar en puntas de pie. — ¿Puedes dejar de gritar? Tu voz es insufrible, acuéstate aquí un rato. Hazlo. — La solté en ese mismo instante y mi cuerpo se trasladó con una rapidez que se notaba que era extraña, hacía la puerta, salí de allí. No puse traba simplemente cerré, ella rompería la puerta si me atrevía a encerrarla.
Fui entonces hacía la mesa donde ahora se encontraba tan solo uno de los inmortales, los demás, estaban conversando con otros humanos, pero mucho más tranquilos que la bestia que estaba dentro de la habitación. — ¿Le pusieron sangre a alguna de las bebidas que le dieron? Te juro, que si lo hicieron, los voy a matar a cada uno de ustedes. Eso está prohibido en este maldito lugar. — No lo dije, lo pensé, mirando fijamente al tipo frente a mí. Podíamos leernos la mente, yo lo sabía y podía controlarlo. Tenía bloqueo mental para ello, pero podía activarlo y desactivarlo a mi placer. En ese instante, conversé con el inmortal a lo que en su sonrisa se notaba la diversión. Si alguno de esos vampiros tenía la habilidad para poder controlar a base de sangre, podrían usar a la muchacha como una muñeca. Gruñí. Miré hacia atrás, esperando a que ella seguramente saliera de la habitación, no me haría caso y eso lo notaba sin necesitar conocerla en absoluto. Supe entonces que no sabía bien cómo lidiar con aquella situación, pero tendría que hacerlo. No solo como mi trabajo en el lugar, sino también como una protectora.

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Mensaje por Lilith O'Hara Vie Ago 29, 2014 2:03 am

Mi cabeza no dejaba de girar, había tomado tanto y de distintos licores que dentro de mí se habían mezclado y una resaca segura me iba a llevar el día de mañana, pero no me importaba… me sentía tan harta de la vida y de no obtener lo que yo quería que lo que pasara conmigo el día de mañana no me interesaba, si lograba pasarlo entonces volvería mañana a preocuparme por mi vida pero por ahora tan solo quería divertirme hasta perderme, no quería saber nada ni siquiera de mi misma.
Aquella rubia era odiosa, a pesar de que me reía y me burlaba de ella en el fondo la odiaba por quererme privar de mi diversión momentánea. ¿Quién se creía que era ella para poder alejarme de mi momento de libertad absoluta? No me importaba que fuera la dueña, no iba a darle el gusto de hacer o responder nada que ella quisiera.
-Mi… nombre… no te… IMPORTA –le contesté resbalando las palabras con mi cabeza aún mareada, aquella mujer se quería hacer la ruda con ese tono tan dominante y que al parecer le servía con los hombres que frecuentaban ese lugar, pero conmigo eso no le iba a funcionar. “Tengo que escapar pronto de esta amargada” pensé mientras intentaba salir del cuarto en donde me tenía encerrada.
-¡JA! ¿ESCLAVA YO? POR FAVOR… Tu… no… me… conoces. –el alcohol había hecho lo que hace mucho no lograba, después de haber trabajado durante años dentro de una taberna y de haber vivido en las calles había conseguido ya cierta resistencia a las bebidas embriagantes, pero esta noche me habían dado tanto que hasta el habla y los movimientos eran muy torpes. De cualquier manera seguí intentando defenderme sin éxito alguno, mas no me rendiría ni mucho menos ante esa pesada. -¡A MI NADIE ME HACE ESCLAVA NI ME RETIENE A LA FUERZA, YA SUELTAME! –grité desesperada mientras le propinaba una bofetada.

Sin haberme dado cuenta la mujer ya me había tomado por el cuello y me trasladaba a otro lado, ¿Cómo era posible que me dejara inmóvil tan solo con una mano?, ¿Por qué me estaba ella cargando? Sin duda esta era una de las mayores borracheras que me había pegado como para sentir que la mujer podía tener una fuerza subnormal contra mí.
-¿Te aprovechas… porque estoy… borracha… verdad? –le dije mientras me tallaba los ojos al notar cómo se movía tan rápido. -¡Hey! ¡¿A dónde vas?! VUELVE AQUÍ PERRA.

¿Acaso me había abandonado ahí en ese cuarto? Cada segundo que pasaba la detestaba un poco más, pero no me dejaría ganar… suficiente tenía ya con aguantarme los chismes y las miradas de mis compañeras envidiosas del burdel y de aquellas señoras en la calle, este día nada me importaba… la reputación hacía años que no existía mas en mi vida desde que me habían tirado a la calle así que no tendría nada más que perder si intentaba darle una golpiza a la mujer.
Al desaparecer de mi vista me giré por completo hasta caerme de donde estaba, gatee hasta la puerta e intenté ponerme de pie sosteniéndome de la misma madera. “Si tan solo esa apretada no me hubiera interrumpido…” pensé muy enojada mientras me sostenía la cabeza que no paraba de girarme cada vez mas y salía por la puerta.
-¡Eh... Lilith! ¿Ya te dejó mami salir a jugar? Jajaja –me gritó uno de los hombres que estaba con Pavilion, sin embargo yo ya no quería seguir jugando, mi deseo en ese momento tan solo era deshacerme de toda esa ira acumulada desde hace días y que aquella mujer había detonado.
-¡NO VUELVAS A DARME LA ESPALDA PERRA DESGRACIADA! –grité al mismo tiempo en que me abalancé sobre ella y le jalaba de aquella trenza.
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Mensaje por Imara Rákóczi Mar Sep 02, 2014 9:33 am

“Me gustaría golpearte, hasta hacer salir tu verdadero ser”
Sus gritos seguían maldiciéndome los tímpanos, cada uno de ellos perforaba mi cerebro, pensé que realmente eso era un punto débil nuevo y que tendría que empezar a entrenarme en el arte de soportar estupideces. Suponía que en ese ámbito bien me haría soportar aquellas cosas. Aunque era la primera cortesana que se me aparecía en el bar y lo desarreglaba todo, quizá no era la última, aunque así lo deseaba. Suspiré cansinamente, no la golpeé, si lo hacía terminaría por desfigurarle la cara y eso seguramente era algo muy importante en su trabajo. Así que me comporté y acepté sus movimientos torpes, sus golpes sin figura, que no me hacían absolutamente ningún daño físico, era un simple ajetreo por su parte que solo la llevaría a cansarse hasta caer dormida. Sí, eso sería lo ideal, pero no estaba pasando.  Y allí estaban los pensamientos de la muchacha a flor de piel, pude interpretarlos con solo mirar su rostro, pero no dije nada, no me interesaba lo que los demás pensaran de mí. Y menos si se trataba de una zorra barata como aquella. — ¿No puedes cerrar la boca de una vez? — Me agité con una mirada inquisidora, seca y distante. Su bofetada me había causado más humillación que dolor. Pocos osaban ir a mi rostro directamente, eso era algo de mediocres. Así que efectivamente me calmé, ella era mediocre. Sonreí de lado y quedé en silencio. No seguiría haciendo más disturbio o terminaría dejándole el cadáver enterrado en la parte trasera del local.

— Si me quisiera aprovechar estarías sin ropa y tirada en una cama. Sí, soy una perra. — Mascullé al cerrar la puerta de la habitación, en lolas acciones inmortales noté que nada raro habían puesto en las bebidas, era simplemente la locura de muchas bebidas juntas, tenía literalmente una completa borracha en mi bar y si la tiraba a la calle se la comerían los vampiros. ¿Qué tenía que hacer con ella? El lugar estaba tranquilo, había vuelto a la normalidad a pesar de que la colorada se las había apañado para que los músicos estuviesen más ruidosos y movidos. Pero era algo suficientemente soportable. El problema fue cuando se las apañó para salir de allí. Había pensado que no podría, con tal estado de ebriedad y sus pies que iban de lado a lado estaba casi segura de que terminaría en el piso antes de poder llegar a mí. Pero la subestimé, había llegado y me había tironeado de la trenza bastante fuerte. Tendría que haberme cortado los cabellos hacía mucho tiempo, era una desventaja abismal. Pero aun así mi cabeza apenas había bajado un centímetro, mis ojos estaban secos y parecían haberse oscurecido a un celeste con marrón, que denotaban mi naturaleza lobuna. — No soporto más tus gritos. — Me revolví, simplemente no la soportaba un segundo más.

Aun así pasé a mirarla de frente; alcé un brazo y con cuidado tomé sus muñecas, ambas con una mano. Ahora ya sabía que ella solo necesitaba dormir. ¿Golpearle el cuello para que eso sucediera? Era justamente lo que estaba por ocurrir. Pero no podía hacerlo allí frente a los humanos que estaban mirando el alboroto, pensarían que era una bruta sin control, que se abusaba de su autoridad. Así que me la llevé dentro nuevamente, arrastrándola por los brazos, mi rostro era como una roca indestructible. No emití sonido alguno y a cambio obtuve algunas risas desconsideradas por parte de los sobrenaturales. Terminé nuevamente en la habitación que me pertenecía, la observé a los ojos unos segundos y luego la lancé hacía el sillón. — ¿Quieres que llame a la policía? Esto es sencillo, te calmas o pasas la noche en una celda. No creo que tengas documentaciones y seguramente no eres de aquí. Así que tírate en el sillón hasta que se te pase y en la mañana te irás de aquí. De otra manera ya me haz cansado con tus gritos y pasaré a darte a otra autoridad. — Mascullé con sencillez, no tenía problemas en hacer aquello, después de todo ella era una humana y los policías de la ciudad también. Sería lo ideal que se encargaran de ella. Yo ya sentía que no podía más. Ella era molesta, al punto que su bello rostro y cuerpo parecían horribles de una punta a la otra. Era increíble como un físico podía cambiar a la vista por una asquerosa personalidad. Rodé los ojos y luego observé los ajenos, esperando por su respuesta, que no tenía muchas salidas.
“Esto es un ahora o un nunca.” 
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Mensaje por Lilith O'Hara Jue Sep 25, 2014 10:57 pm

Mi ira realmente era mucha, no sabía en que momento se había juntado tanto ni como, todo eso eran tan solo odio y coraje que había estado juntando desde el día en que entre a trabajar al burdel y tan solo con la mezcla de tantas bebidas me atrevía a sacar por primera vez, era demasiado.

Por segunda vez me sentí sorprendida, pues aunque yo directamente fui a atacarla de su cabello y me sentí en ventaja por agarrarle de la espalda, la mujer tan solo bastó de ponerse frente mía y agarrarme de mis muñecas con una sola mano. Me impresioné tanto que mis ojos se abrieron y de pronto sin poderlo controlar me sentí asustada… seguramente por fin me daría mi merecido, ¿Y como no? Después de todos los insultos que le había dicho, sabía que me lo merecía, sin embargo… no tenía ganas de detenerme, por mas asustada que me sintiera mi orgullo estaba ante todo.

-¡¿De nuevo me vas a encerrar?!, ¡Quiero irme de aquí ya! –le grite mientras me jalaba hacia la habitación nuevamente pero sin hacer esfuerzo de soltarme, mis fuerzas se estaban agotando y mi coraje disminuía estrepitosamente, bravo... otro síntoma de estar borracho.

Caí en el sillón y no hice esfuerzo por levantarme ni seguir insultando a aquella mujer, tan solo la escuché mientras sentía como todas las fuerzas se alejaban de mi cuerpo y me impedían seguir sacando mi odio, tan solo podía pensar en lo miserable que era mi vida nuevamente… por mas que trataba de lograr convertirme en alguien mejor parecía que todo empeoraba, nada me importaba. Me extendí mas en el sillón y escondí mi cara entre mis brazos como si estuviera tachando con ellos mi rostro  para que así la mujer no viera mi cara derrotada, mis ojos querían estallar pero yo luchaba para que eso no sucediera y tomaba cuanto fuera necesario de aire para evitar llorar con alguien que hace apenas unos minutos detestaba.

Mientras la rubia me amenazaba con llamar a la policía, yo luchaba contra mi propia garganta, pues dolía demasiado tratar de evitar que saliera mi llanto. No me importaba mucho a quien llamara, desde hace tiempo yo ya no tenía reputación que cuidar ni miedo a vivir en una celda, seguramente era mejor que vivir en las calles y eso ya lo conocía yo muy bien, lo único que temía era por mi vida y eso era tan solo lo que me importaba conservar.

Me tomé mi tiempo para relajarme respirando fuertemente aún acostada, una ligera y suave ráfaga de viento se sentía por el escote de mis senos, lo cual hizo que me dieran algo de escalofríos pero me ayudó a aminorar el dolor del nudo en mi garganta, hubo un breve silencio sin que nadie dijera nada y cuando por fin me sentí segura retiré mis brazos de encima de mi cara, mas no me esperaba encontrarme tan rápido son su mirada.

-No me agradas… -le dije con un tono de voz relajado tan solo para mantener mi apariencia ruda en caso de que ella hubiera notado mi momento de debilidad. –…pero si regreso al burdel mi jefe se pondrá furioso y me obligará a acostarme con alguien para retribuirle el dinero de mi baile de esta noche, cosa que no quiero. –bajé mi mirada y miré al suelo fastidiada, de tan solo pensar que podría tener sexo con alguien que yo no quisiera me repudiaba, había batallado mucho en estos meses para evadir a los patéticos borrachos del burdel como para que esta vez tuviera que acostarme con uno por obligación. Me tallé los ojos con el pulgar y el dedo medio, poco a poco y después todos esos movimientos bruscos el alcohol iba abajando. –Así que prefiero regresar en la mañana y mentirle con que estuve con alguien. –me desabroché rápidamente la camisa y me recosté nuevamente en el sillón cruzando mi  pierna derecha sobre la izquierda para ponerme cómoda como si de mi propia casa se tratara.

-Mis nuevos amigos pagaron algunas copas de mas para mi… ¿Podrías traerlas hasta acá, o prefieres que vaya yo por ellas Pavi? –le dije a la rubia pesada, sabía que quizás podría molestarse y negarse, sin embargo no me importaba, hacerla enojar se podía convertir en mi nueva diversión esta noche.
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Mensaje por Imara Rákóczi Mar Oct 14, 2014 9:29 am

“Cuida tus ojos, son la puerta de tu alma”


Sus ojos dilatados me causaban una compasión que en gran porción, me parecía hipócrita de mi parte. Era como golpear a un cerdo para comerlo y luego sentir pena al devorarlo. Yo no era de ese modo, sin embargo tampoco era una asesina, ni una cruel jefa de malos tratos. La arrastré hacia mi oficina, ella no forcejeaba lo suficiente, sus piernas empezaban a ser más pesadas y eso lo podía notar con facilidad, no era la primera vez que arrastraba a un borracho del bar, aunque claro, siempre eran hombres y eso hacía que tenga menos piedad. Los tiraba a la calle en definitiva. — No puedes irte así, vas a terminar en la cárcel y no por mis propias ganas. — Respondí en seco mientras me revolvía, sentía mis oídos apunados por todo aquel alboroto. Nosotros los mitad lobos, teníamos los sentidos sensibles, no éramos como los vampiros que podían escuchar a largas distancias y así mismo no sentían ninguna clase de dolor de ese tipo. Sus órganos estaban muertos después de todo. Pero al fin todo aquello empezaba a disiparse, la muchacha de cabellos rojos se hacía una bola de estambre en mi diván. Se frotaba y de repente pareció más un gato asustado que una fiera salvaje. Me apoyé en el borde de la mesa, mirando de reojo lo que sucedía en el bar. Todo estaba calmado, no podía ver realmente, porque la puerta estaba cerrada, pero hasta el más mínimo movimiento era captado por mis habilidades de licantropía.

— A mí tampoco me agradas, pensé que ya lo habías notado. — Mi voz era rugosa, cuadrada, sin demasiadas vueltas. La ironía, aunque algunas veces la utilizaba, no era propia de mi personalidad. Simplemente la había empezado a utilizar por costumbre, los inmortales lo hacían conmigo y había aprendido a responderles de la misma forma. Pero me gustaba ser directa, sin escrúpulos. Observé entonces como se acomodaba, agradecí que calmara sus locuras, aunque era notorio que su personalidad seguía siendo un fiasco. — ¿No tendrías que llevarle dinero si le dices eso? Tss… Te traeré una, lo demás puedo devolvértelo en francos, si me vomitas algo, desearás haber pasado mil noches en la cárcel. — Me paré, derecha y tranquila y me dirigí a un costado de la habitación, si ella creía que saldría de allí estaba equivocada. Tomé uno de los vinos que guardaba para mi propio placer y serví en un vaso de culo grande, poco más de la mitad. Lo moví con cuidado, haciéndolo girar, oxigenándolo con la debida precaución, lo olí. Saboreé el gusto dulce y me giré acercándome a la muchacha que ahora se estiraba con los senos apenas cubiertos. Quise toser y desviar la mirada, ninguna de las dos sucedió. Solo me acerqué y apoyé la bebida en el suelo a su lado, sin mirar nuevamente aquellas curvas. Me volví a la mesada y serví una copa para mí. — ¿Tienes calor o haces eso todo el tiempo? — Murmuré alargando una ceja, a sabiendas de que ella no se pararía en los próximos minutos acepté hacerle caso a mis pies que hacían desde la mañana caminaban de un lado a otro. Y me senté en la mesa, con el pie apoyado sobre la otra rodilla. Dejando estar al mismo tiempo, el codo en la pierna, manteniendo el vaso en la mano, girándolo con lentitud. Observaba cuidadosamente sus piernas, era pequeña, se notaba que no medía demasiado, pero su cuerpo estaba bien distribuido, así que lo miré como si de una obra de arte se tratara. ´

— ¿Trabajas en el burdel desde hace mucho? No entiendo a las personas que hacen eso, pero supongo que alguien tiene que hacerlo. —Inquirí con una curiosidad demasiado verdadera y poco empática. Claramente mi educación no me permitía pensar en que aquello estaba bien. Había sido educada para servir a dios y a la iglesia desde que era una niña. Había cambiado, ahora ya no pertenecía a ese mundo, pero las secuelas aún quedaban y probablemente no se irían jamás. Y entonces me dije a mi misma, ¿Si yo pudiese comprenderla, cambiaría nuevamente? Mordí mi labio inferior, pensar no se me daba demasiado bien, era mejor peleando sin duda alguna. — Deja de molestarme con tu cuerpo niña… Si quieres alguien que te de placer hay muchos hombres por ahí afuera esperándote. — Recriminé sus posiciones con amargura y bebí de mi copa nuevamente, casi terminándola. No me permitía tomar demasiado en horas laborales y por ello puse mala cara al ver que no había disfrutado lo suficiente esa copa.

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Mensaje por Lilith O'Hara Sáb Oct 18, 2014 12:38 am

-Planeaba decirle a mi jefe que me gasté el dinero… aunque seguro sería difícil convencerlo. –contesté ante la afirmación tan obvia que me había hecho la rubia acerca de mi trabajo, no podía volver así nada mas después de haber faltado una noche a trabajar… y no quería volver a ese asqueroso lugar en este momento tampoco. –Es una lástima que tan solo me vayas a dar una copa… pero pensándolo bien, me vendrían bien esos francos para no batallar tanto con mi jefe y restregarle una vez mas que no soy objeto de nadie y yo puedo estar con quien quiera. –Mi cabeza se sacudía lentamente y mi estómago parecía que iba a empezar una revolución, notoriamente no me sentía bien después de haber vivido tantas emociones y haber hecho tantas locuras en tan poco tiempo y mi cuerpo ya lo estaba resintiendo. –Entonces apúrate con esa copa si no quieres una nueva decoración en tu oficina.

La observé caminar y pensé que saldría para traerme una bebida, por un momento pensé en ir con mis nuevos amigos nuevamente en cuanto ella saliera pero sabía que si me levantaba rápidamente mi cabeza no lo soportaría y esta vez si me caería o peor aún... vomitaría. Entre menos me moviera ahora mas rápido pasaría mi ebriedad. Sorpresivamente la chica no salió si no que sacó una botella de ahí de su misma oficina, tan solo reí para mi misma y solté un “Ha…!” mientras mi boca formaba una gran media luna, pues me causaba gracia lo equivocada que estaba si es que realmente quería escaparme nuevamente de ahí.

Era extraño, pero no podía quitarle la mirada de encima… seguramente su actitud tan fuerte y la confusión que había tenido hace unos momentos al notar su fuerza mayor a la mía y su rapideza me sorprendían.  
-Uy, tranquila que no muerdo… -le dije en tono de burla al notar como la mujer me ponía la copa en el suelo en vez de dármela en la mano como yo esperaba. –…a menos que me lo pidan, jaja.

-¿Porqué?, ¿Te molesta que haya alguien semidesnudo en tu oficina? –le contesté a la mujer sin dejar mi tono divertido. Si alguna otra persona entrara repentinamente a la habitación y me hubiera visto, seguramente no creería que apenas hace menos de media hora yo estaba enojada con aquella mujer y la odiaba. –La verdad si tengo mucho calor, tu sabes... tanto baile y tantas copas. -le contesté mientras me quitaba los zapatos con los pies y los dejaba a un lado.

Bebí un trago de aquella copa sin levantarme mucho, sabía que cualquier movimiento brusco que hiciera podría hacerme mal, mas a mi cabeza que a mi estómago el cual parecía haberse relajado más con aquél vino. Por primera vez en todo el rato en el que me había encontrado ahí, observé cada parte de aquella oficina… demasiado sencilla para mi gusto, parecía mas que nada el cuarto aburrido de un rudo soldado al que no le interesaba mucho la decoración, de no haberme metido Pavilion ahí, jamás hubiera dado con que el dueño de esa oficina era una mujer. Por mas que trataba de enfocar mi atención a algún cuadro, a un adorno o a un acabado era imposible, no solamente porque el cuarto era totalmente aburrido si no porque por alguna extraña razón mi mirada siempre se topaba con ella. ¿Qué tenía esa odiosa rubia que tanto me llamaba la atención?, ¿Cómo había logrado que me rindiera ante ella momentos antes?

-Tan solo llevo algunos meses… y aunque me gusta probar cosas nuevas no es tan agradable como parece, muchos piensan que una está por gusto en esos lugares y te juzgan sin saber realmente lo que haces y el porqué lo haces. –bebí otro poco de vino y un pequeño suspiro salió dentro de mi por el placer que me causaba aquella bebida.

Pero ¡DEMONIOS!, ¡Hasta el techo era aburrido!, lo único con vida en esa habitación además de mi, parecía ser ella... su larga cabellera y su perfecta figura. Mis ojos una vez mas se sintieron como un imán y la buscaron topándose sorpresivamente con los de ella la cual parecía estar observando mi cuerpo de igual manera, aunque no podía deducir muy bien si era por curiosidad o quizás en su mente estaría insultando a esta vulgar cortesana.

-¿Placer? JAJAJAJAJA –me reí  fuertemente ante los pensamientos de la mujer. -…ningún hombre se interesa por darle placer a una mujer querida, ellos tan solo buscan el propio. Es por eso que no me gusta meterme con ninguno. -bebí otro trago pequelo de la copa antes de continuar. -...dudo mucho que alguien me haga sentir algo alguna vez. –sonreí, y lentamente sin moverme tan brusco me senté en el sillón para quitarme la camisa que antes tan solo me había desabrochado. Al terminar de hacerlo y quedarme solo en ropa interior en la parte de arriba, con mi falda y mis piernas cubiertas en red, hice la prenda bolita y se la aventé a la mujer que se encontraba mirándome. –Toma, cuélgalo por ahí en donde mañana lo pueda ver… no me gusta dejar mi ropa en el suelo.
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Mensaje por Imara Rákóczi Dom Oct 26, 2014 5:32 pm

“Descarada alma que lleva el viento, volverás a tu lugar, porque todo lo que se va, luego vuelve.”


Era gracioso como ella explicaba su afán por ser libre, su pensamiento extraño por pensar que no era una simple prostituta. Si de verdad ella deseara hacer algo productivo iría a capacitarse, cualquier cosa era menos denigrante que tener un puesto en el prostíbulo de la ciudad, donde cualquier hombre o mujer podía ir y tomar un cuerpo ajeno como si de una pertenencia se tratara. No importaba que tanto ella quiera decir que no, las cosas eran así y se notaba que, después de todo, no tenía honor. Pues su cuerpo se desplegaba como una flor en plena primavera por mi diván. Estaba segura, que su fragancia no desaparecería de mi cuarto en meses. Giré el cuello haciéndolo crujir, mirando su figura independientemente si a ella le molestara o no, después de todo tampoco podía evitarlo. Pensé en decirle que se fuera de una vez, pero sería en vano, mis enseñanzas no me permitían tirar a un gato indefenso a la calle, por más salvaje que fuese. — No vas a poder escaparte, deja de pensar en eso. En la mañana te irás y espero no tener que ver tu rostro en este bar nunca más. — Le reproche al momento que le arrastraba la copa y me alejaba temiblemente, de por sí, el contacto directo con sus ojos me perturbaba, pues era inevitable no ver el constante revote de sus senos por debajo de su cuerpo. Como si de alguna manera intentaran hablarme.

— Graciosa… Estas cien años lejos de poder llegarme a morder algún día. Sí, me molesta, no es de buena educación desvestirse en un cuarto ajeno. Tss... Me imagino, debe haber sido agotador. — Carraspeé, en parte no era ironía, ya la había visto moverse, bailando por todos lados y con unos zapatos con punta, que de solo verlos me causaban dolor. No sé en qué pensaban las mujeres al vestir cosas como aquellas, sin duda los zapatos de hombre eran mucho más cómodos y por sobre todo, agarraban el pie de todos lados, haciendo casi imposible doblarse por la falla de un tacón. Pronto, me vi a mi misma rodeando mi escritorio, la muchacha estaba con las ropas sueltas, semi desnuda y tirada, no creía posible que fuese a intentar escaparse de ese modo. Y al mero movimiento de querer volver a acomodarse la ropa y salir corriendo, yo ya estaría tres veces por delante de ella. Incluso siendo humana eso se llevaría a cabo, pues seguía siendo un soldado capacitado para matar sobrenaturales. Así que me senté en la silla acolchonada y sin fijar mi mirada en ella nuevamente, saqué los planos de la ciudad y varias plumas marcadoras. Aún había zonas sin revisar de Paris y yo recorrería cada rincón buscando rebeldes. —Creo que todos saben lo que hacen las prostitutas, el por qué, no creo que le interese a nadie. ¿Te preguntas tú por qué un gusano se arrastra? ¿O por qué un pájaro vuela? No necesitas hacerlo, tampoco te lo cuestionas pero aun así no sabes la razón. — Expliqué mientras hacía un círculo en la zona sur de la ciudad y al lado, en una hoja en blanco, comenzaba a escribir una serie de órdenes a cumplir.

La miré de reojo un momento, justo cuando se quitaba la camisa y sus suaves pechos solo eran cubiertos por una pequeña y fina tela. Enarqué una ceja y volví al plano que aún necesitaba ser perfeccionado. Pronto el aire brotó y el sonido filoso de algo siendo lanzado hizo que por instinto mi mano derecha se levantara y agarrara el pedazo mínimo de tela que ella había abollado. Quise amonestarla, pero en cambio solo me levante y acomodé la camisa por los brazos de ésta, dejándola en el perchero que estaba al lado de la puerta. Apenas la sacudí, su fragancia salió desparramada y mis ojos se cerraron como si se tratara de un veneno. —Con tu carácter, ni un perro enamorado querría darte placer, ¿por qué no trabajas de otra cosa si tanto te disgusta? Vamos, mejor duérmete de una vez, estoy ocupada y lo único que haces es mirarme hambrienta. No tengo tiempo para jugar con gatos ajenos y callejeros. — Me dirigí hacía a ella con la misma firmeza de siempre, pero pasé por detrás del diván cuando ya estaba a punto de tenerla frente a mí. Y entonces abrí el placard que estaba a sus espaldas, era de madera y parecía ser parte de la pared. Color madera, simple y sin adornos, tomé de adentro una camisa holgada lo suficiente para que el aire fresco entrara por todos lados, pero al menos le cubriría el cuerpo. — Levántate, ponte esto y deja de llorar. No puedo hacer mi trabajo con tu cuerpo moviéndose desnudo de un lado a otro, me exasperas. — Volvía frente a ella, con la camisa estirada, agarrándola de las puntas, esperando así a poder ponérsela y abrochársela, de otra manera, terminaría distrayéndome toda la noche.

“Es el demonio que se viste de princesa y te enreda en el pecado.”
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Mensaje por Lilith O'Hara Miér Nov 05, 2014 12:02 am

Por alguna extraña razón escuchar aquellas palabras me provocó un pequeño dolor en el pecho, pues me di cuenta que la mujer tenía razón… a pesar de que evitara acostarme con los clientes y me dedicara a bailar solamente, a nadie le interesaba el porqué estaba ahí...

Volví a recordar lo miserable que me sentía antes de entrar al bar y la desesperación que recorría por mi mente al querer encontrar pronto a aquella criatura que me diera vida eterna para poder salir de ese lugar. Aparté mi mirada y la dirigí hacia mi copa viéndola de nuevo como la solución a todos mis males, ahí estaba ese líquido coqueto sonriéndome y diciendo que tenía que recuperar mis fuerzas… su olor seductor me atrapó rápidamente, así que sin pensarlo tomé un gran trago dejando casi vacío el recipiente pero no me lo acabé y dejé un sorbo pequeño para después, había recordado el control que esta mujer me había puesto con el alcohol y sentí que quizás debía saborearlo un poco mas.

Le aventé la prenda con la intención de que le callera sobre la cara y sorpresivamente la mujer pudo atraparlo con mucha facilidad y sin cambiar la expresión de su cara, lo cual atrapó mi atención y me hizo pensar si aún seguía bajo los efectos del alcohol. Crucé las piernas y mientras posaba mis dedos sobre mi barbilla y mi codo recargado en las piernas la observé detenidamente con una mirada seria mientras me hablaba. ¿Qué clase de mujer era esa?

-Mirarte… ¿Hambrienta? –pregunté muy extrañada y sonriénte, pues no entendía a que se refería con lo de hambrienta. ¿Cómo podría yo sentirme atraída por esa perra que había arruinado mi diversión momentos antes?

La seguí con la mirada, observando cómo lentamente se acercaba hacia mi ubicación, su actitud era extraña pero a la vez me divertía. Era la primera vez que alguien que tanto me molestaba a la vez me atraía de alguna forma extraña, no supe desde cuando comencé a verla como aquella luz brillante en medio de toda la obscuridad, de pronto parecía que no había nada más que aquella luz acercándose a mi lentamente y pasándome de largo. Bajé mi brazo y dejé de cruzar las piernas para poder voltear mejor mi torso y ver hacia donde se dirigía.

Al ver la camisa holgada que sujetaba, una sonrisilla burlona salió de mí sin poder evitarlo al mismo tiempo en que mi mano tallaba mis ojos lentamente. La camisa era notoriamente más grande que yo y de colores muy serios, ¿acaso planeaba que yo me pusiera 'eso'? Una vez más por una fracción de segundo pensé en la posibilidad de que aquella oficina podría pertenecerle a un hombre y quizás él había dejado en este lugar su ropa.

-¿De quién es eso, de tu padre?, oh ya sé… de tu ex novio. Digo EX porque ni siquiera "un perro enamorado" aguantaría tu actitud tan amargada... –me burlé mientras me levantaba frente a ella como me lo había pedido. Era un poco más alta que yo aunque no necesitaba levantar tanto la cabeza para mirarla a los ojos, tan solo levanté un poco la mirada para toparme con los de la rubia que tenía tan cerca de mío. – ¿Quieres… ayudarme? –pregunté mientras alzaba mis brazos lentamente por encima de mi cabeza y sin retirarle la mirada y mi sonrisa traviesa.

Tenerla tan cerca me provocó una curiosidad tan extraña que seguía sin poder entender, ahora que la tenía frente mío podía observarle mucho mejor y apreciar su perfecta piel que casi se asemejaba a la porcelana, por un momento las yemas de mis dedos desearon tocarla para ver si era cierto que era tan suave como se veía, sin embargo no me atrevía a hacerlo... De pronto me encontré luchando internamente conmigo misma por sentirme atraída ante la mujer que tanto odiaba hace una hora antes, yo había venido aquí a perderme y a olvidarme por un rato de la miseria en la que me sentía, a llenarme de energía nuevamente para continuar con mi camino... ¡HASTA QUE LLEGO ESA MALDITA MUJER! Ella me alejó de toda la diversión en la que estaba como si de una perra brava cuidando a su pequeño cachorro se tratara.

Una parte de mi seguía algo molesta porque deseaba un poco mas esas bebidas y quería buscar de alguna forma una venganza, aunque fuera haciéndola enojar mas. Pero sus ojos tan claros parecían incluso más embriagadores que todas las bebidas que había consumido antes, como si en ellos pudiera escuchar el sonido del mar, el mismo mar que tanto me tranquilizaba cuando salía a caminar a la playa en los momentos que me sentía más mal... tan solo sus ojos lograban disipar el enojo nuevamente y me hacían fusionarme con el aire. ¿Que pasaba?

Me había perdido tanto en ella que dejé de ser yo por un instante, en algún momento de la noche me perdí tanto que mis brazos se fueron bajando sin darme cuenta y mi sonrisa burlona y traviesa parecía estar ausente ahora.

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Mensaje por Imara Rákóczi Dom Nov 16, 2014 4:59 pm

“Es el baile de los suspiros atormentados”


Su frágil boca soltaba lamentos que yo no era capaz de comprender, masticaba dolores que en mi cabeza no daban resultados y de maneras que me resultaban extrañas, lograba sacarme una sonrisa, por más molesta que fuese, mis sonrisas, al igual que mis miradas, siempre eran verdaderas, no conocía la palabra ironía y tampoco me interesaba hacerlo. Quizá solo si me provocaba lo suficiente, ella podía llegar a sacar ese toque molesto que tenía cuando era una niña pequeña y solo me interesaba ir a bailar con las brujas del bosque. — No pongas esa cara, no es mi culpa que las personas sean así. ¿Tienes algún deseo para tu futuro, piensas hacer algo al respecto? — Pregunté con la curiosidad a flor de piel, observando como danzaba, se abanicaba y bebía como una loca desaforada, me pregunté en ese instante qué habría sido de ella para llegar a trabajar en un burdel, pero rápidamente aquella inquietud se esfumó, pues sus labios encomendaron inquietudes que solo un gato callejero podría hacerse. Cerré los ojos y sonreí de lado, negando austeramente, mientras la yema de mis dedos se regocijaba por los muebles. Había luchado tanto, toda mi vida y ahora me encontraba custodiando a un animal que estaba en pleno subdesarrollo. ¿Qué era lo que en verdad había hecho tan mal para terminar de ese modo? — Si fuese de mi padre o de mi ex novio, no dejaría que una pulga sucia como tú utilice la camisa. Deja de chillar mocosa. — Fruncí el entrecejo y al tiempo en que lo hice, observé como se levantaba y miraba atentamente el pedazo de tela que colgaba uniformemente en mis manos. Yo tenía la mano alargada, para que ella misma se pusiera ello, pero instintivamente supe que sus labios me provocarían. 


Mi rostro no tuvo reacción alguna, me acerqué a ella y alcé la camisa sobre sus hombros. Los escasos centímetros que teníamos la una de la otra eran perturbantes, podía sentir su olor, incluso como los pequeños poros de su piel se abrían y cerraban y el sonido de su respiración que avanzaba y se detenía al instante. Se agitaba y volvía a bombear sangre, como si estuviese a punto de paralizarse. Apenas observaba sus ojos, mis manos estaban ocupadas haciendo pasar la tela por sus brazos y la camisa suave y olor a perfume seco de almendras y canela se esparcía. Toda mi ropa olía igual, era un perfume extraño y que simplemente hacía que los malos olores no se apeguen a la ropa. No me importa exactamente oler bien y no tenía ninguno para la piel tampoco, solo usaba piedra alumbre para tallarme el cuerpo, la cual tenía las propiedades de exterminar los olores de manera que no quedara nada.
Fue cuando terminé de acomodar sus hombros cuando me di cuenta de su mirada, pestañeé y me quedé observando sus ojos, eran horriblemente claros, verdes y con un borde oscuro que parecía que me estaba investigando el alma. Eso no me gustaba, pero no dije nada al respecto, suficiente era privarle de que esté desnuda, ya que suponía que era algo cotidiano y cómodo para ella. Yo por lo contrario, pocas veces me encontraba tan indefensa, aún si estaba en mi casa o en un día de franco. Tragué saliva y moví el cuello a un costado, acercándome a los botones, para así abrocharlos uno por uno, suspirando pesadamente por su rostro que no sabía si estaba fastidiado por mis palabras o simplemente adolorido por el efecto del alcohol y el baile. Odié ese instante, pude sentir la suave vibración de sus ojos cuando alguien se siente vacío. Era lo que había aprendido las veces que había rechazado a alguien o incluso cuando asesinaba a alguien, sentirse sin nada dentro o que ya no había salida.

— Vuelve a tierra. ¿Te sientes bien? Quizá… deberías recostarte. ¿Cómo te llamas? No me hagas tener que averiguarlo por mis propios medios. — Insistí, tomando su mentón un segundo, estirándolo hacía arriba solo un poco,ya iba a ser la segunda vez que se lo preguntaba, a la tercera me adentraría a sus pensamientos y le arrancaría el nombre de una vez. No me gustaba rogar por nada y mucho menos cuando se trataba de una muchacha que me había hecho un alboroto en el bar. Apreté entonces un costado de mi cien y tomé su cintura con la otra mano, girándola de manera que quedara frente al sillón, su mirada estaba sofocándome y su cuerpo olía demasiado bien como para que ella estuviera caminando por allí, provocándome de tantas maneras. — Vas a hacerme un agujero en el cerebro si sigues mirando mis ojos. Recuéstate y descansa, en la mañana te daré los francos de esos tragos que te han regalado los queridos huéspedes del lugar. Gente a la que no deberías acercarte tanto tampoco. — Fue un murmuro suave, instintivo, porque no era algo que quería decir con tanta libertad, pero así salió, con molestia, con total denigración hacía esa clase de seres, que no eran humanos, no estaban vivos y tampoco tenían emociones similares a las nuestras. Eran simplemente almas muertas, que vagaban por la tierra en busca de diversión. O al menos eso es lo que siempre me habían enseñado, pero aun no encontraba alguien que realmente me muestre que las cosas no eran así, incluso aquel vampiro que me había salvado cuando había sido convertida en una bestia, era un hombre que solo me había rescatado para su uso personal. Me mantenía como sus ojos en el día, como sus alas en el cielo cuando él no podía salir a investigar. Y también era sus manos sucias cuando algo tenía que desaparecer. ¿Cómo podía alguien confiar en seres tan detestables como aquellos? 

“Incluso si es el mal el que toca tu puerta, espéralo con las armas en popa.”
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Mensaje por Lilith O'Hara Vie Dic 05, 2014 11:49 pm

Respiré fuertemente e ignoré su pregunta respecto a mi futuro, por su puesto que tenía un único deseo y era que mi futuro fuera eterno… la muerte no estaba en mis planes y le presumiría mis ganas de vida a todas aquellas personas que desearon jamás verme nacida. Pero no era algo que le contaría a alguien a quien ni siquiera conocía… nunca lo entendería.

Por alguna razón el que esa mujer me llamara “pulga sucia” no me había hecho enojar, era como si fuese un placer para mi el haberla hecho sacar las garras y defenderse, sonreí levemente en vez de contestarle con otro insulto antes de ponerme de pie y esperaba que me ayudara a vestirme con aquellos trapos.

Sentir la forma de sus manos por encima de la tela que me ponía encima hizo que un pequeño escalofrío recorriera mi espalda, mi respiración a ratos se aceleraba pero apenas me daba cuenta y la controlaba. ¿Por qué me pasaba? Las puntas de sus dedos hicieron su trabajo con aquellos botones y tan solo seguí observando sus ojos mientras me imaginaba como trabajaban sus dedos abrochando aquella camisa botón por botón, uno por uno de abajo hacia arriba hasta llegar a la altura de mis pechos.

Luego la mujer me sacó de mi momento de trance.

-Sí… No.. e-es decir… sí, seguramente el alcohol me tiene algo confusa, no lo sé. –le dije en voz baja mientras me agarraba la cabeza ya que ni yo misma entendía porque me había perdido tanto en ella. –Sabes… necesito relajarme un poco, ¿Tienes un puro? -Desvié mi mente de ella y traté de volver a mi estado natural antes de quedarme hipnotizada con su mirada nuevamente.

–¿Tus medios?, ¿Cuáles?, ¿Ir al otro lado de la puerta y preguntarles a toda esa bola de testosterona? Jaja –contesté burlonamente antes de sentir su mano sobre mi barbilla lo cual aunque detuvo mis risas no borró mi sonrisa traviesa. –Si no te lo digo… ¿Qué harás? –le reté con mi sonrisa juguetona mientras me mordía suavemente mi labio inferior.

Ya me había jaloneado, regañado, y sinceramente no le tenía miedo a los golpes, ¿Qué otra cosa podría hacer esa mujer? Mi curiosidad sobre ella parecía aumentar cada vez mas, quería conocer todo lo que era y no era capaz de hacer, como si de mi nuevo juego peligroso se tratara y quisiera conocer mis límites también.

-¿Sabes? Algo que siempre me hace sentir bien es el mar. –le dije una vez que escuché sus reclamos y cortó mi visión al voltearme de espaldas contra ella. -…ni siquiera entro al agua, me basta solo con mirarlo. Eso me relaja mucho y anima mis días cuando estoy mal, de hecho… puedo mirarlo por horas. –alcé mi mirada al techo recordando a aquella niña peliroja que escapaba hacia la playa a llorar después de los golpes y regaños que había recibido.

Suspiré suavemente y caminé al otro extremo de la habitación ignorando su oferta de “recostarme y descansar”, por el contrario llegué hasta su escritorio y me senté en una orilla de este en donde no había papeles ni nada que pudiera maltratar.

-¿No es extraño como algo tan… sencillo puede hacer que cambien tus emociones o tu forma de actuar de una forma tan drástica? –la miré nuevamente de forma tranquila sin importar que aquello le molestara o la incomodara.

Y ahí estaba yo, nuevamente dándome cuenta de lo sola que estaba realmente y de lo triste que en el fondo me sentía, encima de ese escritorio con su camisa y cruzando mis piernas envueltas en red mientras esperaba alguna respuesta, aunque realmente lo que yo estaba tratando de encontrar era una explicación del porque de la nada y de repente ya no tenía ganas de matarla, no por ahora.
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Mensaje por Imara Rákóczi Lun Dic 22, 2014 11:14 am

“Es un asunto que requiere algo más que fuerza física”


Resistí la tentación de subir mis hombros de manera vulgar, como si no me importara de lo que hablara. La triste realidad es que ella me daba curiosidad, así como todas las cosas que había conocido hacía menos de dos años. Me había encontrado con peligros inminentes cuando era más joven. Pero jamás había presenciado esa clase de cosas, regañar a alguien, sentirme presionada o angustiada. Dudar en matar o no matar. Incluso aunque había sido criada para tener una mente rígida y cuadrada, poco a poco estaba descuadrándome y uniéndome como una brecha de grafito a la sociedad. No como los demás esperaban, pero hacía mi mejor esfuerzo por mantener mis aguas en equilibrio. Hice crujir mi cuello entonces, cerrando los ojos, mientras me apoyaba en la columna de madera pegada a la pared que estaba en un costado, frente al sillón. Dudé de todo en ese instante en el que la peliroja hablaba y tan solo me dediqué a escucharla. Algo me escondía, algo pasaba por su mente de un lado al otro y podía saber qué. Tenía la posibilidad de indagar en la mente de todo ser vivo. Procuraba no usar aquellas dotes, suficiente era tener aquella fuerza y resistencia sobrehumana, como para también ir de gitana por todos lados. Ridículo.

— ¿Por qué debería darte uno? Incendiarás la habitación si te lo ofrezco. — Balbuceé mientras me acercaba a uno de los cajones de mi escritorio, en un costado de allí se encontraban una serie de cigarrillos de diferentes tamaños y sabores, finos y absolutamente largos hechos con mis propias manos. Me gustaba comprar el tabaco y armarlos yo misma, me despejaba kjnhy sin duda eran mucho mejores, sin ningún otro ingrediente para ocupar espacio. Tomé entonces uno marrón y sencillo y lo acaricié como si se tratara del oro. Miré luego a la muchacha que con aires de rudeza se acercaba al mueble y se apoyaba con todo esplendor, abanicando sus piernas como si se tratara de una tarima del burdel. Fruncí el entrecejo y la miré a los ojos esperando una explicación. — ¿Bola de testosterona? Ah… Nada. No haré nada si no me lo dices, estoy perdiendo el interés en saberlo. Bájate de ahí, no es lugar para sentarse. Y deja de provocarme. — Paseé mis dedos por mi cabello casi plateado y lo arremangué hacia atrás, dejando caer mi figura en la silla acolchonada que estaba frente a mí, metida entre el escritorio y la pared. La miré desde allí, ella seguía sobre la madera lustrada y mi brazo se quebró, apoyando el codo allí y la cabeza en la mano. Curiosamente la escuchaba hablar y me imaginé su pequeña y voluptuosa figura mirando el mar, sus lágrimas humanas aparecieron sin avisar y me sorprendí un poco.

Una sonrisa se dibujó en mi rostro y alcé el cigarrillo con cuidado entre mis dedos, levantándome luego para acercarme a sus labios y posar la finura de aquel tranquilizante. Entre sus comisuras lo dejé y pasé con fuerzas un fósforo por la pared de piedra, obligándolo a prender para alzarlo y dejar que lo encienda ella misma. — Las cosas sencillas son las que tranquilizan el alma de los vivos, Lilith. Disfrútalo, tengo que ir a ver el bar. Si tocas algo, lo sabré, incluso si respiras en el lugar equivocado lo notaré. — Me paré una vez más del asiento, apoyando mis manos sobre el mueble, estiré mi cuello una vez más y sin mirarla me dirigí hacía afuera. Con las manos en los bolsillos del pantalón, asistí mis cabellos de forma que se tensaran mis hebras y busqué sus piernas una vez más. — Acuéstate de una vez. — Alzando mis dedos hacia el picaporte me dispuse a salir, mirando al frente con simplicidad. Había dicho su nombre, lo había leído desde que había entrado en la oficina y no me importaba en lo absoluto, ella no era más que una chica, una prostituta del burdel, que por más que grite a los santos aires que había hecho algo extraño, nadie le creería. Incluso en ese mismo bar se reírian de su inocencia, porque allí más de la mitad sabía las condiciones sobrenaturales que llevábamos. Me sentí tranquila entonces, pero no demasiado, nunca paraba de pensar en las posibilidades.


“Es el oscuro dolor que debo pagar por mis pecados.” 
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Mensaje por Lilith O'Hara Dom Ene 04, 2015 3:37 am

Una risa coqueta mientras entrecerraba un poco los ojos se escapó de dentro de mí al escuchar que la mujer seguía insistiendo en que yo era quien le provocaba, pues la verdad es que nada de eso lo estaba haciendo a propósito mas no significaba tampoco que quisiera evitarlo y hasta cierto punto me emocionaba el hecho de lo que podía causar en ella.

Mi sonrisa era muda y mi mirada estaba tratando de ser discreta al seguirla para no perderme ningún movimiento que pudiera hacer la chica e ignorando la orden que me había dado de quitarme de su escritorio.

Cada movimiento sentía que era seductor, no me atrevía a aceptarlo todavía pero la verdad era que esa mujer me estaba inquietando otra vez pero ahora de una forma diferente y más sensual. Noté claramente el momento en el que alzó sus dedos con aquel cigarrillo y supe instantáneamente a donde iba a dirigirlo así que no me molesté en despegar las palmas de mis manos del escritorio y tan solo entreabrí un poco la boca mientras ligeramente alzaba el mentón como si fuera a besar ese pequeño cuerpo que fue a parar dentro de mi boca. Moví mi rostro un poco más al frente para encenderlo con el fósforo que me estaba tendiendo en frente e inhalé levemente haciendo que prendiera a la primera.

El dedo índice y el dedo medio de mi mano derecha sostuvieron el cigarrillo para retirarlo de mis labios y exhalar el humo frente a ella.
-Muy suave para lo que estoy acostumbrada… pero suficiente. Gracias. –le dije casi en un susurro tranquilizante.

La mujer me llamó por mi nombre lo cual me sorprendió por un pequeño instante, pero rápidamente esa sorpresa se fue disipando ya que suponía que lo había escuchado de aquellos hombres afuera y que quizá todo el tiempo lo había sabido, aunque... ¿Realmente ellos habían dicho mi nombre frente a ella? No podía recordarlo con certeza ya que había estado muy ebria, pero eso era lo mas seguro si no, ¿Que otra explicación habría? Lo único que lamentaba era no haber visto lo que la mujer era capaz de hacer para conseguir lo que quiere, imaginaba que sus métodos eran mas interesantes y divertidos lo cual hacía que mi curiosidad junto con mi atracción por ella aumentara cada vez mas.

Por un momento me quedé muda para escuchar todas aquellas advertencias que Pavilion me lanzaba sobre lo que no debía tocar o donde debería estar pero luego no pude aguantarlo mas y solté una carcajada pues tanto yo como ella en el fondo sabríamos que no le haría caso si no quería ni tampoco me importaba mucho el que se diera cuenta, pero esta vez tendría suerte no porque yo quisiera obedecerla si no porque el alcohol de mi cuerpo poco a poco iba bajando y gracias a ese cigarro mi cuerpo se estaba tranquilizando y sintiéndose cada vez un poco más pesado.

Inhalé un poco mas de aquella droga que hacía que mi alma se calmara un poco y una vez me dio la orden de que me acostase exhalé el humo al mismo tiempo que mis pies se apoyaron contra el piso para así poder sostenerme y caminar tras ella, quería detenerla antes de que se fuera así que la tome del brazo de la forma mas suave que pude sin ser brusca antes de que girara el picaporte de la puerta y se marchase.

-¿Sabes?... –mi mano libre sin vacilar buscó uno de sus mechones de cabello y como si fuera una de esas telas finas mis dedos acariciaron suavemente su pelo. -Eres odiosa y algo dentro de mí me dice que también eres peligrosa… lo cual me agrada. –pronuncié estas últimas palabras dejando que mis dedos soltaran su cabello y que las falanges de mi mano rodaran por su mejilla, mis piernas dieron vuelta y por primera vez en aquella noche obedecía las ordenes de la chica dándole la espalda y dirigiéndome al sillón mientras desabotonaba el botón de hasta arriba de la camisa que empezaba a incomodarme para finalmente reposar mi cuerpo en lo que terminaba de fumarme el cigarrillo.
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Mensaje por Imara Rákóczi Miér Ene 21, 2015 9:36 am

“Rotan los males cuando el astro baja y la luna espejada sube”


Aquel habla arrullador que tenía la muchacha de pelo tan rojo y anaranjado que parecía prenderse fuego, me llamaba la atención. Quizá no porque fuese ridículamente llamativa, era más bien porque hacía juego con una personalidad peligrosa. Podía verlo, lo tenía escrito en su rostro, lo que ella buscaba lo encontraría. No había razones para que bajara la cabeza, ella no tenía nada que perder y eso le daba poder. Muchas veces me lo habían dicho, ‘cuando solo luches por el bien y sin defender a nada ni nadie, ahí lograrás tu mayor potencial’. Era algo completamente aceptable, cuando la mente se enfoca en lo que desea y nada más. Pero temía por Lilith, temía por su humanidad que sería destruida lentamente y ella lo disfrutaría. No pude tan siquiera chistar cuando el humo se lanzó en mi rostro y tuve que cerrar los orbes de manera inoportuna. Suspirando mientras abanicaba mi mano derecha para quitarlo de enfrente. Un chasquido salió cuando mi lengua rozó mi paladar y no hice alusión a nada. Su gracias tan suave y calmado me hacía perder, no parecía ser la misma muchacha gritona y demente que había visto hacía una hora atrás. Estaba tan calmada y serena que solo podía ver un pequeño querubín a la espera de su nube para irse a dormir. Lentamente mis brazos se entrelazaron por sobre mi pecho, como si quisiera apresarme a mí misma. Por alguna razón, las yemas de mis manos querían pasearse por su piel y obviamente, no lo permitiría. — ¿Mh? No sé de qué te ríes pequeña luzbel. — Difamé con las cejas alzadas y la sonrisa a medias, sin mostrar los dientes, tan solo era su risa la que me causaba una especie de gracia que no era celestial, más bien era la de un pequeño demonio escondido en cuerpo divino.

Negando con la cabeza escasamente me vi girándome en mis talones, parecía que mis movimientos estaban más lentos de lo habitual, la llegada al picaporte había sido eterna y justo cuando estaba por girarlo; sus manos que eran pálidas y estiradas en su pequeñez se aferraron a la piel que mi camisa no llegaba a tapar, justo alrededor de mi antebrazo. Me quedé pensativa un santiamén y mirando de lado su figura quedé esperando una explicación a su gesticulación. — No lo soy, no para ti. Mientras no me saques de quicio no podré tocarte ni un solo cabello. — Hablé con voz pausada, algo gruesa en tanto me quedaba quieta, dejando que se paseara por donde quisiera. Mi cabello no era algo que me gustara que me tocasen, era un punto débil por donde fuese que lo mirara y no lo había cortado hasta el ras de mi nuca porque aún nadie lo había usado en mi contra. Pero en aquel caso lo dejé pasar, mantuve el momento en mi cabeza hasta verla girarse como una muñeca que estaba rota por como caminaba, tambaleándose muy escasamente a los lados. —No me agrada. Deberías dejar eso para los demás, no lo tomes a la ligera. — Mis retinas parecían querer salirse de lugar, estaba tan enojada por dentro. Su humanidad parecía estar todo el tiempo en peligro, ¿qué es lo que ella quería? Me preguntaba una y otra vez. Y antes de que ella pudiese responderme salí de aquella habitación, el sonido del golpe fue escaso. Y cuando por fin cerré me apoyé en aquel portillo de madera, dejando caer la cabeza de manera oblicua, suspirando pesadamente.

Terminaría encolerizándome con ella de tanto querer proteger lo que no me pertenecía. Yo ya no era nadie; humano o no humano no era mi problema. Mordí mi labio inferior y volviendo la vista al frente quedé observando el paisaje de vampiros y humanos, lycanes en un costado y un sinfín de razas que se acumulaban en aquel bar de buena muerte. Con ambas manos llevé mis albinos cabellos hacía atrás y me dispuse a seguir el trabajo que antes había dejado a la deriva. Claro que varias veces miré a la habitación, olisqueé desde lejos lo que hacía. Sus movimientos y su respiración, necesitaba saber qué hacía el demonio de mirada alada que tenía encerrado por una noche. Pues cuando el sol se dignara a salir ella estaría nuevamente en una libertad y en un camino que seguramente la llevaría a lugares que no quería imaginar.

“Es el vuelo de un ave melancólica”


[CERRADO]
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