Pinceladas del pasado... ideas para el futuro [Privado]

por **Karin Schütz** Mar Jul 29, 2014 9:21 pm

"La imaginación lo es todo.
Es una visión preelimar de lo que sucederá en tu vida"

La primavera no era una de mis estaciones del año favorita, en realidad sus variados colores hacían sentirme un poco abrumada con los recuerdos de una infancia feliz, sonaba raro pensar que en alguna época de mi vida había sido completamente feliz. Ahora… Ahora solo era una mujer que la guiaba la venganza, que su único propósito en la vida era matar; tomar entre mis manos aquello que me habían arrebatado. Continué mi camino, silencioso observando el bosque, no me causaba ninguna sensación extraña, eso quería decir solo una cosa, había perdido el rastro de aquellos malditos, sabía que era más por el sol alumbrante que por cualquier cosa, pero no quería pensar en aquello.

El destino era una gran ironía, patee una piedra que había en el camino, y seguí por el camino improvisado que me iba trazando, me había internado lo suficiente en el bosque como para que nadie me encontrara, quería perderme en mi pensamiento. Un árbol se cruzaba en medio, ladee con suavidad mi cabeza, echándole un vistazo hacia la copa del mismo, sonreí ampliamente ajuste la alforja de cuero que tenía tallado Schütz en la parte frontal y estirando un poco mi cuerpo avance con rapidez, di un pequeño salto y con mis manos tome la rama de aquel árbol. Escalar se me daba bastante bien y aquel árbol me estaba haciendo la invitación de posarlo, mis pies buscaron un soporte en el tronco y comencé a subir hasta lo que más me aguantara, mire hacia abajo, estaba en la altura justa. Como gato me pose en una rama que soportara mi peso, me quede quieta era lo bastante ancha y firme; me quite la alforja y la colgué de una rama más corta que estaba sobre mi cabeza, sin dejar mi soporte me dedique a observar aquel bosque, que tanto de día como de noche parecía estar tan vivo, era un alma encantada que sabía de demonios, de peleas de amantes.

Tome asiento dejando colgar las piernas y saque la bitácora que me acompañaba siempre, su forro era de cuero que tenía el mismo tallado que la alforja saque un carbón que me servía para dibujar y abriendo aquel cuadernillo me puse a dibujar… No eran cualquier dibujo sino recuerdos de mi antigua vida, de cuando era una humana…

Los trazos comenzaron solos eran mis hermanos… lo supe al ver sus ojos, almendrados, comencé con finas líneas que poco a poco formaron sus cuerpos y en ese instante me acorde de lo que decía Cecil a menudo – Cuando crees que sabes todo, descubres que las cosas han cambiado – Si aquello me decía siempre que me veía tristona. Aquel recuerdo me hizo pensar que ahora, todo había cambiado, mi fin iba a justificar todos los medios que había ocupado o que ocuparía a lo largo de mi vida o de lo que quedaba de ella. Continué con el dibujo hasta terminarlo y le firme con una S cursiva. Detrás del dibujo escribí con una excelente caligrafía aquella frase que me inspiraría de ahora en adelante…

Comencé a ojear la bitácora leyendo las ultimas pistas que había tenido de aquel grupo de vampiros que había dado muerte a mi familia - Paris… Paris… - Dije con suavidad para que el viento que corría se llevara mis palabras.

por **Imara Rákóczi** Lun Ago 04, 2014 1:22 pm

“Muertos sean aquellos que caen en la desesperación. Muertos sean aquellos que se enjuagan con la sangre inocente”

Respiraba agitadamente, era uno de esos días que estaba cargada de energía, en unas pocas noches llegaría la luna y me rompería los huesos, transformándome en un lobo horrible y gigante. Y mis músculos y huesos lo sentían, estaban más agitados de lo habitual y necesitaba gastar todo lo que tenía, hasta caer desmayada del cansancio. Y nada mejor que salir a investigar el bosque; el bar estaba siendo asegurado por los demás trabajadores y al estar el sol aún en popa no había posibilidades de vampiros por la zona. Lo cual me daba un plus de tranquilidad para poder salir a investigar si había nuevas personas para ser reclutadas o quizá un grupo de rebeldes para ser apaleados. Pocas veces sucedía eso, pero al menos escalaría árboles y haría algunos entrenamientos de fortaleza hasta que la tarde llegue y sea hora de volver al trabajo. Llevaba ropa ligera, al cuerpo, pero más cómoda que la habitual de hombre que sin duda era conveniente de usar a la hora de pelear y de estar en el bar. Pero ese día tan solo llevaba pantalones ajustados y elastizados, con zapatos sin taco, usados para los deportes, bien agarrados al tobillo. Una blusa larga y apretada, colores marrones y negros. Nunca salía de aquello. El cabello atado en una trenza de raíz ajustada, perfecta para tener todo el campo de visión en alerta.

Empecé corriendo rápidamente, no tenía que parar y tenía que esquivar al todo lo que estuviese en mi camino al mismo tiempo. Lo hice bien, hasta que un árbol más grande de la cuenta se me vino encima y golpeé mi frente. Cerré los ojos y maldije en voz baja, agarrándome la cabeza, mirando el tronco gigante que deseaba hipnotizarme con su belleza natural. Sonreí, mostré todos esos dientes gigantes con los que había nacido y me di cuenta de que era el destino que me decía que era hora de escalar. Lo hice con soltura, era lo que mejor se me daba, así que fui girando por las ramas, subiendo sin siquiera un suspiro de cansancio. Estaba a punto de llegar hasta la mitad cuando un olor peculiar se acentuó en mi nariz y rápidamente tiré mi cuerpo hacía abajo, apegándome a la corteza del árbol. Pero no pasó demasiado tiempo hasta que noté el dulce perfume conocido. Giré y volví a escalar, encontrándome con la primera recluta que había conseguido. — Schütz, ¿Desde cuándo tiene tiempo libre? — Agité la mano, buscando con la cabeza a la muchacha. Aún recordaba el día en que la había encontrado, su rostro que estaba plagado de odio, la venganza recorriendo sus venas. Me preguntaba si algún día podría terminar aquel calvario que había comenzado. Poder sacar esa vida de odio que había nacido en su interior. Sonreí de lado, con la marca rojiza del golpe anterior en la frente.

— ¿Qué haces aquí? ¿Disfrutando de la naturaleza? — Inquirí, observando sus ojos, tan fuertes y oscuros, tan cargados de sentimientos que te arrollaban. Ella me recordaba a mí, aunque yo no tenía un odio específico, ni tampoco esa presencia, a mí simplemente me habían arrancado la vida de inquisición que llevaba, me habían sacado de la monotonía de un soldado para llevarme a otras fronteras, que aún no sabía si eran buenas o malas. Estaba a una distancia prudente de la licana que conocía hacía ya bastante tiempo. Con la única que me había sentido cómoda a la hora de hablar. Quizá porque sabía el odio que ella cargaba o simplemente porque nuestras razas eran las mismas y no había demasiados como nosotros en la corporación. — ¿Sigues dibujando? ¿No fue por aquí que te encontré? — Miré hacía el horizonte y sonreí de lado, apoyando el codo en el tronco, y la cabeza en la mano, tranquilizando mis músculos que sin duda estaban irritados de haberse detenido. Los estiré unos segundos, esperando escuchar aquella voz melodiosa de la muchacha, que siempre sonaba como si me estuviese regañando. Claramente por algo le habían dado ese puesto, ella se encargaba de ayudar, de decirme las cosas que estaba haciendo mal y mejorarme en todos los aspectos. En parte estaba agradecida de que no fuese un vampiro el que tuviese que decirme eso. Itsvan sabía elegir sabiamente cuando se trataba de las razas.

“Y entonces comprendí que no estaba sola en el espacio”

por **Karin Schütz** Miér Ago 06, 2014 2:46 pm

La probabilidad de hacer mal se encuentra cien veces al día;
la de hacer bien una vez al año.

Las anotaciones siempre traían consigo un recuerdo del pasado y aunque doloroso siempre era para mí recordar, con el tiempo ya me había acostumbrado a ese dolor tan particular uno que comenzaba a la altura del ombligo y que subía hasta los pulmones haciendo que el aire quemara y luego aquella presión en el corazón, el nudo en la garganta apretaba con fuerzas y hasta respirar en ese momento dolía. Pero sabía que todo tenía un fin y aquel era el que andaba buscando tal vez aquello terminara con mi vida, aunque era lo que menos me preocupaba estaba capacitada para la lucha, para la investigación no era simplemente una cara bonita si no que podía ser en un segundo la persona más cruel. ¿Alguien me conocerá de verdad? Lo dudaba, ciertamente nunca se termina de conocer a las personas, seria nuestro fin… pensar siempre iba de la mano con lo que era bueno y malo, aquello que carcomía a las especies, donde la lógica entraba y la maldad cegaba. Mi vida era un matiz de colores donde negro y blanco eran los puntos referentes.

Mientras seguía mi vista fija en mis propia caligrafía escuche como algo se encaramaba en el árbol, mis sentidos de alerta no se habían activado, muy intuitiva era, mi mentor alguna vez me dijo ochenta por ciento intuición veinte por ciento realidad; hasta ahora me había ayudado y con todo lo que podía hacer creía firmemente en aquello, aunque tal vez bajaría los porcentajes, su aroma inigualable, una sonrisa se poso en mi rostro al escuchar mi glorioso apellido – El tiempo libre depende del punto de vista Pavilion – sonreí, ella merecía mi respeto, mi confianza y mi lealtad, hasta ahora había sido una persona sincera y verdadera, sin mencionar con todas esas aptitudes ocultas que poseía, que claro nunca se las diría pues la mejor arma es la que uno oculta para el bien común. – Digamos que esto es una revisión del área – entrecerré los ojos haciendo una mueca con los labios – Todos los días las pisadas cambian, los aromas se mezclan y hay que separarlos – explique – por el bosque deambulan muchas- hice una pausa – criaturas, pero no todas vienen a menudo, hago un estudio de aromas, de técnicas, de repeticiones… de marcas ellas nunca mienten – dije con algo de orgullo – siempre hay que buscar un patrón – agregue, de eso era mi trabajo de vigilar, de observar. Era una experta en patrones sicológicos y físicos algo que muy pocos sabían ya que esa era mi arma secreta.

El dibujo solo me sirve para despejar la mente – ella lo sabia más de una vez se lo había mencionado mientras mis ojos se posaron en aquellos de tonalidad claros, sonreí. Mire hacia abajo y luego hacia arriba del árbol – ¿Cuanto tiempo ha pasado? Ese primer encuentro mostro lo peor de mi – dije un poco incomoda – y seguía a quien tenía la esencia de mi creador – apreté la mandíbula – Sin querer siempre termino en Paris – levante los hombros – En realidad la situación parece ser la misma… yo en un arbol

“Corría con fuerzas siguiendo a Kamaro, llevaba dos días tras su rastro casi imperceptible sin querer había arribado a tierras parisinas, él y su maldad eran lo que hacía que lo aborreciera más que cualquier otro, era una bestia, en sus dos formas, en la taberna haba descrito la noche de mi transformación y todo indicaba que era el… he ahí mi estadía en Paris mi seguimiento… El bosque oscuro parecía ocultar más de una criatura, sin pensarlo seguí las pisadas y su apestoso hedor, estaba revolcándose con una prostituta, claro que el la mataría luego ese era su patrón, yo arriba del árbol lo observaba con repudio esperando el momento de actuar, aquella Prostituta barata trabajaba en una cantina y mala elección había hecho, Justo cuando el acabaría con la vida de la mujer con un salto caí al suelo y una mujer se me adelanto, lo único que vi fue su cabellera blanca”

Si parce que fue aquí donde tú te me adelantaste para acabar con el maldito – levante las cejas y volví a mirarla – vaya carta de presentación… no iba a dejar que acabaras con el tu sola, creo que he lo hice saber – reí.

por **Imara Rákóczi** Sáb Ago 09, 2014 9:37 pm

“Las probabilidades no existen, menos cuando tienes el fruto de una vida longeva”

Observé, reí y me calmé. Apenas me había agitado y aun así sentía el fuego en mi interior, no era otra cosa más que la necesidad de gastar energía. Era un hábito, cada semana antes de la luna llena me forzaba a dar todo de mí, para llegar a aquel momento lo más fatigada posible, claramente, me habían dicho que eso no tenía importancia, que luego estaría igual de salvaje y violenta en mi forma animal, pero interiormente me calmaba. Me hacía sentir que al menos estaba intentando ayudar a mi caso. Apreté la trenza que colgaba sobre mi espalda y observé las piernas largas de la lycana. Su sonrisa y su pronunciación eran claramente signos de que seguía mejorando en su día a día. Aunque manejaba una venganza interior que quien sabe si sería capaz de cumplir, ella hacía todo lo posible por no faltar a lo que era la misión grupal, la hermandad la cual nos unía. En parte eso me agradaba, me hacía sentir que no era en vano todo lo que había hecho, que había encontrado un fruto y que por ello seguía en aquella corporación, llena de chupa sangres, chupa vidas. Llenas de perros de la luna como yo, que no podían controlar su cuerpo cuando el enorme satélite blanco salía a relucirse por completo. En parte teníamos algo en común con aquellos de largos colmillos, ellos no podían ver el sol y nosotros no podíamos ver la luna completa. Jamás podría volver a ver el brillo nítido.

— Me imagino, tú sabrás más de eso, no estoy muy al tanto de esas cosas. No podría controlarme si veo a un vampiro mordiendo a un humano. Tendría que salir a romperle el cuello sin ver si mató o no a su víctima. — Subí los brazos con símbolo de que era algo “inevitable”, yo solo me encargaba de ir a buscar a los neófitos o recién convertidos lycanes, hablarles para que estén de nuestro, ayudarlos si no se podían controlar o matarlos si estaban en nuestra contra. No había demasiados caminos en el lugar donde estábamos. Y ella era una de las personas que había aceptado, recordaba perfectamente ver su lado salvaje, verme reflejada en sus ojos me había paralizado el corazón y casi había terminado fallando ante el quiebre en mi mente. Seguí de pie en la rama, con la mano sobre el árbol, apretándolo, observando de reojo sus dibujos y como los orbes color miel me penetraban en inquietud. — Siempre mostramos lo peor o mejor de nosotros cuando estamos en puntos límites. — Expliqué con una sonrisa tranquila en el rostro, ella era una persona que me hacía sentir acompañada o al menos, me hacía bajar la guardia tan solo un poco. Y allí estaba el recuerdo, tan nítido que parecería que fue ayer.

“’Un rebelde está dejando huellas de muertes por cada parte de la ciudad. Hay que matarlo antes de que empiece a levantar sospechas, nadie puede matar sin dejar ni un poco de sangre propia.’ Esas eran mis indicaciones y uno de los espías me había mandado a decir mediante un animal que ya lo habían detectado. Fui tan rápido como pude, estaba a punto de volver a matar. Mis caninos se alargaban de la ira, mi siempre atada trenza estaba más ajustada de lo habitual. Y para cuando llegué al lugar el tipo estaba a punto de asesinar, con su asqueroso pene dentro de una prostituta. Me dio asco, pero ella también era una humana. De ser inquisidora aún, ella hubiese muerto con el tipo. Pero no. Tan solo golpeé al hombre de la luna con una patada, era necesario primero sacarlo de arriba de la muchacha. Fui ilusa, de eso no había dudas. Otra mujer licántropa estaba arriba del árbol, pensé que me alcanzaría a lastimar, pero no, iba directo al hombre que acababa de patear, se notaba que me había visto, pero no parecía tener intenciones de ir contra mí. El odio la golpeaba de maneras terribles y parecía estar poseía cuando se abalanzó contra aquel lobo. Empujé a la muchacha que acababa de ser una bolsa de semen, le dije que huya lo antes posible y me abalancé con la pistola de plata en la mano. Grité para que se aparte, lancé un tiro a la rodilla del hombre, no dejaría que pueda correr, pero estaba atenta, la chica salvaje parecía un animal peleando por su presa.”

— Fui muy buena contigo, te dejé una buena parte de ese bastardo. Deberías decir que tuviste suerte, si me hubiese dado cuenta de ti antes, quizá te hubiese disparado también. Pero fuiste muy buena muchacha. Aprendiste rápido. ¿Estás contenta ahora o no lo estarás nunca? — Pregunté y observé el árbol y asentí. Era igual que antes, mi trenza ajustada, mi ropa de cazar. Solo que ella ahora tenía los ojos calmados, llenos de control. Como si fuese capaz de entenderlo todo.

“Mantendrás tu promesa hasta el final, porque es lo que nos liga en este camino”

por **Karin Schütz** Mar Ago 12, 2014 12:53 am

La confianza ha de darnos la paz. No basta la buena fe, es preciso mostrarla,
porque los hombres siempre ven y pocas veces piensan.

Pav demostraba aquella característica sin igual que pocas personas tenían, esa confianza disfrazada con la rudeza de sus actos, ella era así tal cual la veías, salvaje, altanera no mostraba su grandeza pero solo quien podía verla así de cerca y conocerla como tenía el privilegio de hacerlo sabíamos que ella no había nacido para ser una más del montón, de alguna forma la admiraba, en mi bitácora la había descrito como la mujer de los ojos de otoños, aun cuando no eran de un color café, poseían un color enigmático, una mirada que decía más que cualquier palabra, ahí en aquellas puertas de su alma vibrante demostraba la grandeza de su confianza. Sonreí con sus palabras, yo era y siempre seria bien metódica para todo lo que hiciera, no dejaba rastro y rara vez me equivocaba, aquella fortaleza mía era natural, no lo había aprendido de nadie desde pequeña que lo era y aun con mis años lo seguiría siendo. No permitía que las personas que me conocían supieran mas de mil de lo que podían yo saber de ellas y aunque todo decía mucho de las personas, con Pav me había sincerado de una manera que jamás lo había hecho con alguien, ni Edmond conocía aquella parte de mi vida… y nunca lo haría aquel maldito.

La diferencia entre tú y yo Pav, que tu lo matarías de una yo, yo – sonreí – Esperaría el momento preciso y tan silenciosa como pueda ser acabaría con su bestial vida de la peor de las maneras y – aquel y marcaba una diferencia que no cualquiera sabría – no dejaría rastros – era bien sabido que todos los cuerpos dejaban un rastro hasta los malditos por la luz dejaban uno yo me encargaba que nadie supiera en décadas o tal vez milenios lo que había ocurrido en aquel lugar. – Lo que es bueno o malo siempre dependerá de quien lo vea – pero claro estábamos que solo existía un lado bueno y un lado malo. Matar era malo, siempre y cuando se atentara con la vida de un humano, ya bien si era cualquier tipo de Monstruo podría ser bueno. - ¿Cómo van las cosas con la Hermandad?- ella me había reclutado, y con eso me daba una esperanza de seguir con mis pasos, de simplemente darme una razón para vivir, ya que la que tenia tras mi espalda me mataría en cualquier momento.

“La prostituta grito, quien sabe Dios si de miedo o de Placer lo más probable que lo primero, y desapareció, eso era lo que tenía que ocultar aquella mujer me había visto y a la otra también, el primer gran error. Pero mi mente estaba segada con la venganza y con las fuerzas que me proporcionaba mi maldita especie acabe ferozmente con aquel hombre. Mis manos se posaron en su cuello apreté con fuerzas y lentamente enterré mis uñas en su yugular que palpitante y excitada permanecía – Maldito aquí acabaras – habían cosas ni aun cuando el dolor cegaba nuestros sentidos podríamos olvidar y ahí estaba el en medio del miedo sus ojos se posaron en los míos y lo odie con todas mis fuerzas y no pude detenerme, aun sabiendo que él era el equivocado no pude parar los instintos animalistas que venían de mis entrañas acabe con su vida y me asegure que fuera lo último que viera mi rostro… luego de ahogarlo y desnucarlo con los dientes apretados y manchada de pies a cabeza de sangre dirigí la mirada a la chica…”

Pavilion – alce la mirada y con lentitud me levante para quedar en su altura - ¿Qué viste en mí esa noche? – ¡un monstruo! Me respondí para mi misma y luego me quede pensativa tras su pregunta que definitivamente me había tomado por sorpresa – Estoy tranquila Pav, contenta por verte definitivamente, varias cosas han pasado – levante mis hombros de manera ingenua y termine por cerrar la bitácora.

por **Imara Rákóczi** Jue Ago 14, 2014 12:17 pm

“Es una cultura donde entre más tienes, más inteligencia creen que posees.”

Dejé salir una risilla, era cierto, cuando mataba me convertía en la inquisidora sin alma que solía ser. Iba, terminaba con la escoria y dejaba el lugar en el mismo momento. No me interesaba pasar desapercibida, yo vivía para morir. Había dado la existencia para una causa y por esas razones no me escondía. Quería dejar mi marca en cada lugar, que las cenizas se esparzan y que así los demás sepan qué sucede si cometen un error. ¿Una amenaza? Pues claro que lo era. Los humanos solo verían ceniza de una fogata o un cuerpo maltrecho, asesinado por piratas que robaban y hasta dejaban desnudas a sus víctimas en el caso de tener que matar a uno de los míos o a un hechicero, no me importaba la raza. Así era, un soldado y nada más. No tenía otra clase de existencia y mi círculo estaba completamente cerrado, no tenía necesidad de ocultar mi presencia, ni antes, ni nunca. La iglesia podría averiguar de mí, podría mandarme a cazar y yo estaba preparada para ello. No lo deseaba, pero más no me arrepentiría de mis decisiones. —Cuando dices esas cosas parece que tienes el odio pegado en el pensamiento. Si lo haces con tantos sentimientos, alguna vez cometerás un error. — Murmuré, mirando de reojo lo que hacía. Apreté mis manos en la rama que estaba unos centímetros arriba mío, la agarré con fuerzas y comencé a ejercitar, subiendo y bajando, escuchándola de a tantos.

— ¿Mmm? Más o menos, hay más colmilludos de los que desearía. Y se la pasan todo el tiempo con sus hermosas ropas. Pero les gusta la idea de matar a los suyos, dicen que son una “tragedia para su raza” — Entre soplidos le comentaba, las reuniones con aquellos patanes eran habituales, pocos licántropos eran los que habían. Los brujos estaban apartados de nuestra hermandad, humanos con poderes eran simplemente humanos y había que protegerlos siempre que no causen alborotos. Así que de esa forma estábamos, con una superpoblación de inmortales que se pasaban vestidos con pomposos disfraces, incómodos y poco efectivos. Rodé los ojos y me descolgué cuando llegué al número acordado de repeticiones. Estiré los brazos, apretándolos contra el tronco, mientras la observaba, sentada, acomodada y tan inofensiva que daba a preocuparse. — ¿No te has estado involucrando o por qué me lo preguntas? — Cuestioné con los ojos fijos en los ajenos, me acerqué y olisqueé el ambiente, por momentos creí que quizá estaba cayendo en una trampa de los rebeldes, pero no. Allí estaba ella en carne y hueso, con toda su aura completamente alineada.

“En sus actos estaba la formalidad de una bestia, me iba a acercar, iba a detener todo aquello y me pregunté ¿Por qué? Quizá luego, cuando ella termine con mi presa acabaría también con su existencia. Pero primero tenía que asegurarme que ella no tenía los pensamientos correctos. Así que esperé, la sangre chorreaba por el suelo, llegaba hasta mis zapatos y yo no me movía del lugar. No me importaba ensuciarme. Mis ojos estaban secos y tan siquiera hice un ruido cuando la muchacha siguió destrozando al hombre, ya había muerto y ella seguía, consumida por el odio, termino por descontrolarse y cuando al fin quedó bañada en su sangre y me miró, me acerqué. — ¿Quién eres? ¿Quieres llorar? — Pregunté casi inconscientemente y me acerqué, la arranqué de aquel hombre y la aplasté un poco contra mis brazos, alerta, siempre alerta a cualquier tipo de acción incorrecta por parte de ella. — Lycana, puedo ofrecerte una nueva vida o puedo terminar tu dolor hoy. — Entre susurros, con fuertes agarres que provocaban que me manche con sangre ajena, la sujetaba, alejándola poco a poco del sujeto al cual había prácticamente desfigurado. Aquello no podría tomarse como un robo, siquiera por un ataque animal, tendría que hacer barrer la zona. Chasqueé los dientes y observé los impetuosos ojos de una licántropa convertida”

Enarqué una ceja en ese momento, cuando ella preguntaba qué es lo que había visto cuando en aquel momento la encontré con la sangre en su cuerpo que parecía ser una con ella. — ¿Qué vi? Fue parecido a verme a mí en el reflejo de la laguna la noche siguiente a mi transformación. Ojos sin brillo, semi muerta, deseando que le devuelvan algo que nunca volverá a tener. Anímate, al menos te encontré yo y no alguien que se riera de tu situación. — En una pequeña, pero real broma le apreté el hombro al tenerla de frente. Y apoyé la mano contra su cabello, girándolo con cuidado de no despeinarla demasiado. — ¿Varias cosas? ¿Cómo qué? Tal parece que no me he enterado. Deberías pasarte más seguido por el bar, te llevarías una buena experiencia. — La ironía en mi lengua se sentía a largos pasos y con un chasquido de dientes me giré y salté a la otra rama del árbol. —Cuéntame mientras me acompañas a la copa del árbol. Hace tan solo media hora vine a entrenar, no puedo parar ahora. — Como un juego me lancé hacía arriba y estiré mi cuerpo, observándola unos momentos desde arriba, me apoyaba divertida sobre el tronco, no solía conversar dinámicamente con nadie. Porque ninguna persona me gustaba, todos eran odiosos, hasta mi propio jefe me ponía de mal humor cuando tenía que charlar por largo rato con él, al final, nunca terminábamos dejando las cosas en claro.

“Es como un comienzo que no tiene final. Y un final que nunca empezó.”

por **Karin Schütz** Vie Ago 29, 2014 4:58 am

Un fracaso dura lo que tardas en olvidarlo,
eres tú el que decides hacerlo permanente o no.

Quede mirando a Pav, con gran admiración, en realidad ella tenía ese coraje que a veces me hacía falta, pero tan solo a veces, por ahí decían que Quien provoca a la bestia encontrara una. Y lo cierto era que compartíamos un linaje, descendiente de la Luna aquella luna hermosa y letal que ahora solo podía observar en pinturas, sonreí moviendo la cabeza, podría decir que Pav era la única persona constante en mi vida, no la veía a menudo pero si podía confiar en ella, y tenía fe que aquella lycan me apoyaría en mis decisiones, hermanas de la Luna. Me sentía tranquila si algo había aprendido en mis tantas noches de estudios había sido encontrar algo de paz en mi interior, no vivía con la venganza y odio a flor de piel como lo hacía anteriormente ahora podía centrarme en más cosas, Pavilion había abierto mis ojos y le había dado un giro tremendo a mi vida, y agradecida esta de ello, ya que mi antigua vida era una condena a muerte latente. –Como cualquiera guardo sentimientos, pero todos en su momento – sonreí como cual pequeña que acaba de recitar una lección aprendida – Ya no es solo Odio, podríamos decir que ahora creo en la esperanza – amplié mi sonrisa, los sentimientos de amor, felicidad habían tocado en mi vida no de la mejor manera pero podía decir que había sacado lo bueno de aquellas situaciones.

Me quede en silencio observando a la rubia, era perfecta y me gustaba leer sus expresiones, era un libro abierto para cualquiera que supiera lo que yo sabía, éramos pocos y meticulosos, silenciosos y demasiados observadores, únicos… uno en un millón… un Don natural me había dicho mi padre. Me levante y la seguí mientras ella tan ágil como yo posaba de tronco en tronco, desafiando las leyes de la gravedad – Me involucro en silencio, ya sabes que soy bien reservada para mis cosas, un poco solitaria pero cuando es la hora de trabajar lo hago, se que esta hermandad puede traer muchas cosas buenas, pero hay que ir con cuidado… con esos egos del porte de una montaña… ya sabes… vampiros – dije en broma, quien mejor que yo, la que conocía muy bien a los vampiros, levante mis hombros termine por acomodar por completo el cuaderno en mi alforja y salte tan ágil como lo era.- . Estoy esperando alguna misión imposible - nada mejor que lo difícil para hacer de la vida algo entretenido.

“No habían sentimientos cuando el cuerpo era destrozado en mil pedazos, una parte de mi se destrozaba con cada golpe que daba, así de grande era mi sufrimiento, tan brutal como mis actos, porque con sangre quería escribir venganza una que parecía nunca llegar, que desaparecía con cada muerte, con cada frio, con cada oscuro… El odio cegaba mi ser por completo y los ojos de aquella mujer no se separaron de mis actos, olvidada quedaba ella… yo y aquel cuerpo inerte que destrozado estaba. Tan solo sentí sus brazos y la angustia recorrió todo mi ser… ¿Qué era? ¿Por qué a mí? Esa y mil preguntas más aparecieron en mi cabeza y su voz chocaba en mis oídos buscando que comprendiera algo que no entendía – Soy… soy… soy esto -dije aguantándome un grito en la garganta y me quebré, me rompí en mil pedazos presa de mis sentimientos que me mataban lentamente, quería morir pero no de esta forma apoyé mi cabeza en su hombro y solo llore en silencio, escuchando su voz, sintiendo su respiración, podría decir que la cercanía era demasiado intima, algo que yo no permitía con nadie, normalmente alejaba a las personas, no lo contrario. El dolor en mi pecho se iba aliviando poco a poco, pero sabía que nunca terminaría – Necesito vivir… darme una oportunidad a mi misma – dije mientras frente a frente quedábamos ella había ofrecido y yo había aceptado, aquel era mi grito desesperado… hacia mucho, mucho tiempo había dejado mi vida atrás… ahora era el tiempo de cambiar… “

Me colgué de una rama y me quede estática mientras mi mente viajaba del pasado al presente y la quede mirando con una amplia sonrisa - Se que muy en el fondo querías reírte de mi… o matarme por haber actuado de aquella forma – ahora me parecía gracioso, ya había pasado el tiempo de lamentarse. – Sabes que no me gustan los bares… - moví la cabeza –mucha gente – sonreí – Digamos que de amor y odio no se puede vivir… aprendí que la venganza no es un buen sentimiento para seguir con vida, así que me estoy dando oportunidades que nunca me las había dado – dije acelerada – como… conocer gente – quizás para el resto del mundo aquello fuera normal, para mi claramente no. Seguí de árbol en árbol, posándome en troncos delgados, gruesos estables inestables… no era mi hora de entrenar pero no le hacia un mal a nadie hacerlo más junto a la compañía de una persona de confianza. Salte de la rama que me encontraba para caer en pleno bosque – Dime Pav… Hacemos una carrera – dije entusiasmada, no con el fin de una competencia si no para seguir en compañía.

por **Imara Rákóczi** Lun Sep 01, 2014 10:53 am

“Sería injusto solo pensar en mí, olvidando que siempre estuviste allí”

Era como un viejo encuentro, pero la realidad es que no había pasado tanto tiempo y tampoco nos conocíamos desde hace muchos años. Pero ambas habíamos dejado todo atrás, no teníamos casi nada de las cosas pasadas, éramos como hojas en blanco que empezaban a escribirse nuevamente. Eso me agradaba, porque ahora lo podía hacer todo a mi manera. Pero también me obligaba a agarrarme fuertemente de los pocos lazos que había creado. Ya sea con ella, que era la única licana que conocía del mismo ámbito que yo. O con los pocos seres inmortales que a pesar de que no eran de mi agrado, eran mejor que sentirse solitaria todo el tiempo. Así que le sonreía, escuchándola, asintiendo a sus palabras mientras me abanicaba en mi lado del árbol, mirando hacia arriba, disfrutando la calidez que me acariciaba la piel. —La esperanza es siempre lo último en irse, ¿O no es eso lo que dicen? — Moví la cabeza, ladeándola mientras le observaba unos profundos ojos oscuros, nublados cada tanto, mostraban demasiadas cosas, algunas las entendía perfectamente, otras, eran complicadas, oscuras y enmarañadas. Me preguntaba cuándo había conseguido tanta empatía con ella, no solía sucederme, a decir verdad, me costaba leer a las personas y en su mayoría la gente debían ser muy gráfica para lograr que los comprenda.

— Eso dice István, siempre lo recuerda, que traerá cosas buenas. A veces me pregunto para quién serán esas cosas de las que tanto habla… Pero ya sabes, no hablamos mucho. Eve es la que está al mando después de todo. — Subí los hombros, chasqueando la lengua, había pasado bastante desde que lo había visto a aquel otro vampiro y a decir verdad, no lo extrañaba en absoluto, por lo contrario, tenerlo lejos era lo mejor. Me agarré fuerte de los troncos, saltando, buscando el final, así como siempre lo hacía. Mirando a la lobuna de reojo que con perfecta sintonía seguía mis pasos. Parecía casi volar por los aires, pero no, nosotros no teníamos esa capacidad. — ¿Una misión imposible… eso existe para alguien como tú? — Bromeé, mirándola fijo cuando así me era posible, riendo en seco cada tanto. Los malditos vampiros… Nunca se cansaban de mostrarle al mundo lo hermosos, perfectos y suaves que eran. Pero claro, se escondían la parte de asesinos, cadáveres en vida, usurpadores y más cosas, que según ellos, era una naturaleza inevitable.

“Su grito silencioso, entre angustia y dolor. Era claro su sufrimiento y veme allí, tan segura de que no me haría daño. Estaba loca, no sabía en qué estaba pensando cuando mis brazos la rodeaban, la aplastaban con tal dulzura que hasta me sentí cálida a mí misma. Tenía en brazos a una persona quebrada, a un amuleto roto. Parecía un rompecabezas de partes perdidas. Y era imposible poder rearmarla, pero quizá, una gota de esperanza podía sanar lo que aún quedaba de ella y ¿por qué no hacerlo? Ahora tenía otra vida y podía entregársela a alguien más. Podía mantenerla y no soltarla, para que viviera, todo el tiempo que deseara. —Todos merecemos una oportunidad o eso dicen. — No era buena para eso, me costaba sacar de mi interior palabras de consuelo, jamás lo había necesitado, siempre era matar o morir. Los grises no existían en mi escala y ahora… Ahora era un mundo grisáceo, tenía que acostumbrarme a tener más dos salidas. Así que tomé aire, tan profundo como pude y le sonreí de lado. No era una sonrisa socarrona, al contrario, mostraba una lealtad ante mi ideal que pocos tenían. Ahora podía luchar por quien realmente creía y eso era algo que pocos tenían el gusto de apreciar. — Llora lo que quieras… Nos vamos de acá. — Quizá no eran las palabras más dulces, pero supuse que nadie que estuviese llorando de la ira e impotencia querría quedarse al lado del cuerpo que acababa de aniquilar. Así que la había agarrado, con seguridad, pero con precaución. Mis piernas daban el salto para salir de allí. Y nuestros cuerpos salieron disparados con la misma velocidad que un rayo. Estaba fija en un camino, la pequeña casa que tenía arriba del bar. Era lo único que me pertenecía, lo único que había conseguido luego de salir de la inquisición, pero era reconfortante y cómoda a más no poder. — ¿Cómo te debo llamar? — Anuncié y ese día, dejé que ella empezara a formar una pequeña parte de mi vida.”

— Así que estás conociendo personas, ¿Alguna que me sea de interés? — Jugaba, mis ojos hacían notar la burla. La pregunta de un romance era la que se alzaba y mis cejas lo hacían notar. Ella era como una pequeña hermana a la cual tenía que cuidar. Pero intentaba hacerme la despreocupada, después de todo no tenía realmente derecho sobre lo que ella hacía con su vida. Pero la curiosidad y el hecho de poder corroborar o investigar me ponían los bellos de puntas. — Uno, dos, ¡Ya! — Siquiera dije sí ante la propuesta, con mis ojos bastaba para acentuar la afirmación y me tiré a saltar, no sabía si le ganaría, la verdad nunca me importaba eso, mi orgullo estaba en otras partes y con otras personas. Pero siempre daba lo mejor y más si luego podía llegar a molestarla un poco más. Así que dejé salir una pequeña risa, después de todo, me divertía haciéndolo. — A ti no te gustan los bares, ni tampoco nada que implique gente alrededor. El otro día tuve que patear a una cortesana que se estaba pasando de lista. Fue un descontrol. — Hablé con un tono más bien grave y fuerte, ya que íbamos agitándonos. Pero allí estaba el recuerdo y el repudio en mi rostro.

“Es inevitable sentir lo que desde pequeños nos han enseñado”

por **Karin Schütz** Vie Sep 12, 2014 3:31 am

“No esta mal tener miedo…
El miedo te muestra tus debilidades,
una vez que las conoces, te vuelves mas fuerte…”

¿En que momento mi relación con Pav, se había vuelto tan intima?, sonreí de tan solo pensarlo, realmente ella la única persona que se quedaba siempre cuando algo andaba mal en mi, si, era una extraña amistad o tal vez la mas verdadera que me había tocado vivir, por el simple hecho que ella conocía lo peor de mi y aun estaba ahí para escuchar mis tecnicismos y estupideces, me entendía o hacia el intento. Tenia o sigue teniendo esa empatia que nadie había tenido por años conmigo, me alejaba del mundo para que no me dañaran, me alejaba de la humanidad por miedo a que conocieran al monstruo que vive en mi, pero ella estaba ahí a pesar de todo. Estaría siempre agradecida por la oportunidad que me había dado, de vivir mi propia vida, de seguir mi camino, de poder ayudar en algo a este mundo que poco a poco se iba oscureciendo bajo el manto de los sobrenatural. Y ahí estábamos dos mujeres fuertes, capaces que cualquiera podría subestimar. Al final de cuentas, ser lo que eramos no era un regalo, ni un don pero a medida que aprendía a vivir con ello te ibas acostumbrando hacer algo de otro mundo, inserto en una sociedad llena de prejuicios y tabúes. - La esperanza es lo que a muchos nos mantiene vivos, y por si las dudas no tengo esperanzas de encontrar a los culpables de mi tragedia... a veces prefiero que nunca se aparezcan por mi - Aquello era lo mas real que había dicho, era el sentimiento mas puro de que la venganza ya no lo era todo en mi vida... muchas veces imagine el momento donde cobraría venganza con mis manos, pero ahora... simplemente ya no sabría que haría en aquella situación.

Hay que tener esperanza - sonreí - que vendrán tiempos mejores - creo que ninguna se creía aquello ciertamente - Pero tenemos una lucha y - tome aire para llenar mis pulmones completamente - Hay que seguir adelante por nuestros ideales, por la raza... por nosotras - si aunque no lo quisiéramos, al menos por mi parte, yo lo hacia por el futuro... uno que parecía inmensamente lejano. -Aunque no lo creas todo en un comienzo parece imposible, pero a medida que el tiempo pasa se va volviendo posible - me gustaban las misiones que nadie mas quería, aquello era mi fuerte, no era simplemente una cara bonita.

"Solo sentí como mi cuerpo fue guiado, por primera vez en años dejaba que alguien me guiara, la seguí ya no llorando ya había desgarrado mi alma en llanto, ahora me sentía casi purificada, en realidad eso necesitaba, algo tan simple como un abrazo desinteresado. - Tengo que permitir, hacerme una vida - estaba dejando en claro que mi vida no era la que en realidad deseaba, sino lo que me había tocado vivir. Aun mi vista se encontraba un poco nublada por el llanto, mi rostro estaba destrozado y no me había fijado hasta que habíamos llegado a una casa, que supuse era de ella, que estaba llena de sangre, mi cuerpo se estremeció cuando vi mis manos manchadas, cerré mis ojos con fuerzas y la quede mirando con algo de desesperación - Karin - dije con firmeza - Necesito limpiarme - dije entre dientes, aun confundida con todo lo que estaba pasando... Aquella mujer me daba una oportunidad la única que había tenido hasta ese momento y me estaba aferrando a la extraña esperanza de poder vivir. - ¿Y tu como te llamas? - me atreví a preguntar de manera cortes y amigable, aquello parecía un pacto, una alianza el comienzo de algo... de una amistad... "

Conozco gente, solo que apareció un antiguo amor... que odio - si eso estaba de mas o tal vez de menos pero había que aclarar la historia ya que no era un cuento de hadas si no que parecía una de terror, y aunque sabia que ella no me juzgaría, sentía como mi estomago se estrujaba en aquel momento, y no sabia si era por que íbamos corriendo o por lo que yo creía no sentir. Me había dado el tiempo de tomar un impulso y ya nos encontrábamos corriendo a gran velocidad por el bosque como dos almas libres, como realmente eramos - Creo que es momento de ir a embriagarme a tu bar - reí entre dientes, yo no acostumbraba hacer aquellas cosas pero siempre se podía hacer una excepción ¿o no?. Corrimos tanto que dejamos los arboles atrás y me detuve cuando vi el lago frente a nuestros ojos, ¿Ganadora o perdedora? que mas daba, ambas amábamos la adrenalina y estaba segura que ella como yo habíamos disfrutado aquella liberación de estres. - ¿Crees que si me emborracho pueda ser mas amigable? - bromee, de lo que yo recordaba solo una vez me había embriagado hasta perder el conocimiento y fue la noche que conocí a Pav.

OFF: No me odies por demorarme tanto ><... perdí la noción del tiempo ><

por **Imara Rákóczi** Vie Sep 26, 2014 12:34 am

“Los errores son un martillo y solo los de hierro sobreviven a ser moldeados por su dureza, ¿de qué eres tú?”

Una luna menguante se formó en mis labios, la observaba como una doncella que veía a sus flores crecer. Su dulce rostro parecía estar más brillante de lo que recordaba y aquellas palabras solo verificaban lo que yo podía pensar. Siendo sincera, la empatía no era algo que se me diera bien, por lo contrario, necesitaba que me digan las cosas directamente para poder comprender las inquietudes ajenas. Y solo si eran cuestiones tácticas podía saber lo que alguien me trataba de decir. En persecuciones o en momentos de sigilo total, donde un movimiento de dedo podía ser el inicio de una cacería. Pero en las cuestiones humanas… Pocas veces me había sucedido aquello. Y con Karin había sido más que una excepción de mi regla. El espesor de sus ojos me daba fechas exactas de su humor. Los movimientos de sus dedos, la regularidad con la que dibujaba o qué cantidad de tiempo estaba callada. Podía medir todo y la única explicación que podía dar es que me sentía proyectada con ella. Veía todos mis pecados y mis dolores, aunque ciertamente no eran iguales, por contrario. Éramos completamente opuestas, la morocha había sido la víctima desde siempre. Yo, había sido una inquisidora mortal y sagaz. Pero el dolor y la desesperación había sido el mismo. Al perderlo todo, las emociones se combinaban y se modificaban hasta llegar a ser equivalentes. —No lo harán, pero si eso sucede, estaré ahí para ayudarte a darles una paliza. — Apuntándola con un dedo, mi mirada altiva y segura se mostraba y así mismo le regalaba una sonrisa. Le daba toda la confianza que me era posible. Si había algo que yo tenía era lealtad, ante mis ideales y ante las cosas que decía. Jamás aseguraba algo que no podía cumplir.

— No estoy segura de hacer esto por la raza. Lo hago por los humanos, ellos no necesitan saber sobre nosotros. Si lo saben, es muy probable que los de alto rango quieran matarnos, utilizarnos o simplemente mueran de miedo. Hasta quizá obligarían a nuestra especie a convertirlos, nunca falta el humano que quiere ser inmortal. — Le respondía con sinceridad, moviendo la cabeza a los lados, pensando en que realmente así era. Yo podía comprender que no era la culpa de los sobrenaturales tener esas capacidades. Cambia-formas y brujos nacían de ese modo. Muchos vampiros eran convertidos a la fuerza e incluso los licántropos, la mayoría pasaban la maldición en los momentos de luna llena, en la inconciencia total. Muchos otros lo hacían adrede, para dar la eternidad o la protección para enfermedades, ya sea por amor o no. Pero si todos sabían aquel secreto, el mundo sería un caos. Por eso había que ir en contra de los rebeldes, matarlos de ser necesario. — ¿Un antiguo amor? Oh dios, esto es una sorpresa total. Tendré que enterarme del resto. — Dije con ímpetu, mientras el trote se presenciaba y salía disparada, sentía mi corazón bombeando sangre como un animal feroz. Mis ojos despedían adrenalina, mis piernas temblaban de emoción y siquiera me fijé por donde iba ella. Ganar, perder. Jamás me había fijado en cosas tan mundanas como aquellas. Lo importante era llegar y eso era algo que era más que importante, era de lo que se trataba la vida. Llegar a las metas que uno se propone, sin darse por vencido y sin mirar a los costados, solo hacía el frente.

“Se movía como un lienzo, se mareaba con sus propios pasos. Parecía estar mirando en una sola dimensión y mis manos la llevaban como si se tratara de una hermosa muñeca. Mi sonrisa apenas se había formado cuando vi que miraba la sangre que tenía en su cuerpo. Sí, estaba cubierta de muerte. No podía hacer demasiado por ayudarla y tampoco podía bajar la guardia así como así. Por ello me puse a acomodar la tina en medio de la sala. Un gran balde, donde cabía una persona cómodamente. De cobre y madera, abajo se ponían los carbones que calentaban la tina. Movía todo aquello con destreza, con rapidez, fueron apenas segundos. En los que la muchacha se miraba, pensaba y temblaba. ¿Podía ser tan hermosa, miedosa y fuerte al mismo tiempo? No lo creía posible. — Yo te la daré. Soy Pavilion y estás en mi habitación. — Tomé su muñeca, no me importó el elixir rojo. Tironeé con cuidado y con la poca delicadeza que mis manos tenían, quité sus harapos, no todos, no lo consideraba apropiado. Tan solo los exteriores, que estaban demasiado manchados y harían que el agua limpia se tiña en rojo. Y allí dejé que se guíe sola, que se limpie con el mismo ímpetu con el que había asesinado. Las toallas habían sido tiradas a un costado y mi cuerpo se dejó caer a un lado, donde había un sillón largo y acolchonado. Suspiré, había encontrado una recluta nueva y parecía ser demasiado interesante para ser real. — Karin. Métete a la bañera, hablaremos mejor cuando estés más tranquila. Si me robas, te cortaré los dedos. Disfruta tu baño. — Aclaraba mirándola a los ojos, sonriendo de costado al tiempo que me levantaba, fatigada, pero decidida. Yendo hacía la puerta sin mirar atrás, si fuera yo, desearía un momento de privacidad con mi pasado.”

No supe cuánto fue que tardamos, ni quien llegó primera, pero estaba agitada. Inhalando y exhalando con vigorosidad. Pronto, la miré y empecé a reír. Tomando mi pecho que enloquecía, mis cabellos largos se habían alborotado y mientras me tiraba al pasto los desataba. Apretándolos en una cola de caballo nueva. — Pues vamos, puedes embriagarte todo lo que quieras. Y no, creo que borracha era un poco violenta. Pero quien sabe, quizá frente a ese pasado tuyo, te vuelvas una mujer sensual y decidida. Dicen que el amor nos hace hacer locuras. — Respondí a modo de diversión, mirando de frente aquel lago cristalino que se acentuaba en el reflejo. Mis orbes se escondieron por un segundo y mi sonrisa a boca cerrada se apretó. Tomaba una bocanada de aire nueva y la mantenía en mis adentros, haciendo crujir mis huesos al tiempo que le buscaba la mirada a aquella muchacha que estaba a mi lado. — ¿Cómo es esa persona? Quiero saber. — La curiosidad golpeó contra mi puerta y mis celestes ojos se abrieron, esperando respuestas.

“Es un pensamiento que solo tu provocas.”

por **Karin Schütz** Vie Oct 24, 2014 2:27 am

El pasado habla por sí solo como si fueran pinceladas…

El agua cubrió mi cuerpo semidesnudo, casi de manera inmediata el agua se tiño de un rosado oscuro, cerré mis ojos y me dedique a escuchar lo que la mujer me decía ¿Robar? ¿Tenía yo la pinta de una ladrona? Era una desconocida con eso iba todo aquello, me pareció divertida su amenaza, pero claro no era mi intención robar, poseía una herencia y por lo menos no me hacía falta robar. Por un instante me quede pensando en todo lo que había ocurrido esa noche y en el lugar que me encontraba, ajeno a los lujos, ajeno a mi vida… tan diferente que me hacía sentir a gusto cálida, podía ser yo con todos mis demonios dando vueltas y nadie los reprochaba, ella me había aceptado aun conociendo lo peor de mi… refregué mi cuerpo con cuidado poniendo ímpetu en mis uñas que tenían la sangre incrustadas… sumergí mi cabeza y me quede aguantando unos instantes la respiración, salí para tomar aire y recogí una toalla, me envolví y camine hacia la joven – mis demonios y yo te agradecemos lo que has hecho – sonreí, poco me costó para que dijera su nombre tan misterioso como ella misma… esa noche tuvimos ambas la oportunidad de conocer a la otra, nada forzado todo fluyo de manera lenta, relajada…

Ganar o perder creo que a ninguna le importo mucho la carrera en ese momento, hacia un buen tiempo que no coincidíamos, había que aprovechar el tiempo de alguna manera – Te contare todo con algo de alcohol en mi cuerpo – dije en broma, mientras recogía mi cabello en una coleta - y no soy tan violenta – puse cara de inocente, que sabría que no me creería pero no perdía nada con intentarlo. – Es solo un maldito que me hizo creer en el amor – me hice la resentida de manera chistosa, mientras quedaba completamente detenida. – Dudo que te agrade mi antiguo amor… pero como ya te lo dije cuando estemos en el bar te contare todo – Podría apostar que apenas le cuente toda la historia, Pav le daría caza o bueno tal vez solo le dé el odio con el… comenzamos a rodear la laguna de manera lenta, aún quedaba noche para lo que deseáramos hacer.

Pavilion – dijo de manera seria y en mi mente quedo grabado su nombre, extraño y misterioso como ella…

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