After party~ [Privado]

por **Cilla Citroen** Mar Ago 19, 2014 11:30 pm

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Tras la despedida de Llya, finalmente el señor Vecchio dio inicio a su caminata hacia la terraza, detrás de él Katrynna le seguía, admirando discretamente la desbordante elegancia del lugar. Fuera del salón de fiestas y la fiesta romana, el lugar poseía un aire moderno y robusto muy típico de la época y no por ello era un lugar común. Le hizo recordar de alguna manera el viejo castillo Báthory, aquel donde vivió sus primeros años y al que nunca regresó desde la muerte de su padre.

Al llegar a la terraza, el caballero perdió todo tinte cortés y se convirtió en un hombre enojado y amenazante, peligrosamente atractivo a su parecer, realizando la pregunta que suponía él venía reservándose para un momento más íntimo, como casualmente resultaba aquel. La joven vampiro, joven en comparación a su milenario compañero, pasó de largo al hombre y apoyó sus antebrazos al barandal de la terraza, echando un vistazo al paisaje nocturno que ofrecía y dando la espalda a Lucciano.

-Las respuestas a sus preguntas usted debe conocerlas tan bien como yo, sino es que mejor, ¿O me equivoco Monsieur Vecchio?- fue todo lo que le dio por respuesta, dejándole claro que estaba al tanto de su poder y que no le gustaba en absoluto la presencia de terceros en su mente. El hecho de que ella se colara en la casa y fiesta del hombre y a cambio él se colara en su mente le causó algo de gracia. -Supongo que, después de todo, estamos a mano ¿no?- razonó antes de volverse hacia él, notando que los ojos del hombre perdían la tonalidad carmesí y volvían a ser dispares.

Se recostó nuevamente en el barandal, esta vez de frente a él, evaluándolo. Si bien ella no poseía la habilidad de entrar en las mentes ajenas, era bastante perceptiva. Sin embargo, terminó fijándose inevitablemente también en su apariencia, el hombre era atractivo eso no podía negarse, vestido como romano, con ropas de un inmaculado blanco. Aquello trajo a sus pensamientos preguntas de como se vería en frac; tal vez, sin tanto formalismo, con pantalón negro y camisa blanca sin corbata, algunos botones abiertos, ya en un ámbito mucho más intimo sin dicha camisa…

Al notar el rumbo de sus pensamientos, parpadeó un par de veces intentando alejarlos de esa zona prohibida, concentrándose en la situación actual. -Permítame preguntar ahora a mí, Monsieur. Si tanto le desagrada mi presencia en su sagrado hogar, ¿Qué ha evitado que me saque de aquí a patadas?- podía imaginarse la respuesta, ya había pensado al respecto anteriormente durante la noche, pero deseaba comprobar su teoría.

por **Lucciano Vecchio** Sáb Ago 23, 2014 12:55 pm

Su mente zumbaba en la de ella ligeramente, no quiso penetrar en profundidad en los pensamientos o recuerdos mejor guardados en la cabeza de aquella mujer, pero si ligeramente dejo que aquellos que pensaba espontáneamente en el momento se colara en sus oídos.

-Y si le digo que las ignoro, a pesar de que usted sepa que podría arrebatarselas sin moverme ni un ápice. Prefiero que sea usted misma la que me dé las respuesta, "el juego" perdería toda la gracia, ¿no cree? - Si seguía con aquel tono hierático. Él lo había llamado juego, eso significaba que no se sentía en desagrado con su presencia y es más, si la había llevado a un lugar más apartado significaba que le resultaba de algún modo curiosa.

Lucciano tenía una postura relajada, con aquellos manos metidas en el bolsillo. Sus ojos en cambio eran intimidantes, clavados en los de ella, era como si desnudase su cuerpo por completo, como si la devorase con los ojos. Sin quererlo, sus labios se curvaron en una sonrisa divertida, y su boca paladeo.
Él había notado no solo por como le miraba y sus leves pensamientos, que le parecía atractivo a sus ojos, que le parecía apetecible por así decirlo. Y no podía negarlo, ella también era apetecible y más con su atrevimiento.

-No me desgradáis, es más... -Peligrosamente se acerco a ella unos pasos, sus dedos se dejaron caer sobre su hombro dejando un cosquilleo agradable por su brazo. Su voz eran un ronroneo. -... su olor despierta en mí cierto apetito, pero no puedo negar que me resulto curioso cómo ha llegado aquí y su intención.

por **Cilla Citroen** Mar Ago 26, 2014 8:44 am

Las palabras del hombre no iban en absoluto con sus acciones, decía que prefería escuchar sus motivos de su propia voz, pero el ligero zumbido aún retumbaba en su cabeza, incomodándola, irritándola en cierta medida, y provocando una molesta jaqueca. -Le ruego, Monsieur, si va entrar en mi mente, busque lo que sea de su interés y salga de ella- la mirada que le dedicó en ese momento no fue en absoluto agradable, así como no era para ella la presencia del hombre en su cabeza. No sabía qué buscaba, o por qué seguía allí si no planeaba buscar por si mismo las respuestas a sus propias preguntas.

Después de un momento, intentando apartar la desagradable sensación, pasó a analizar las palabras previas del hombre, buscándoles un sentido. -Dudo que su interés sea el saber cómo me he colado en su fiesta, ya que la verdad no ha habido dificultad alguna en esto. Los humanos son fácilmente influenciables. Si me permite opinar, siendo que no tengo la habilidad de poder leer sus pensamientos, me parece que se encuentra más interesado en el ¿Por qué? Pero puede que se decepcione Monsieur, ya que no he entrado con ningún propósito maléfico o demasiado rebuscado. Soy simplemente una recién llegada en esta ciudad, en busca de alguna diversión y vida social-. Se explicó brevemente. -Pero tiene razón, el juego tendría poca diversión si usted tuviera todas las respuestas, no habría un factor sorpresa-. Con lo último instándolo nuevamente a mantenerse apartado de sus pensamientos.

La mirada que el hombre le dedicaba haría erizar de miedo a cualquier humano, sin importar sexo, ella por su parte se sintió atraída. Él no era un vampiro blando de sentimientos, que caería rendido a sus pies fácilmente, y eso le gustaba. De alguna forma odiaba que los hombres no pudieran controlar sus emociones y su forma de proceder antes una dama.

El acercamiento Lucciano, lento pero letal, sólo podía ser comparado con el de una bestia acechando a su presa; comparación que, junto al ronroneo de su voz y la delicada caricia que depositó sobre su hombro, provocaron una sonrisa en los carmesíes labios femeninos. -Es un alivio saber que el sentimiento es mutuo, Monsieur. Nada más triste que sentir cierto interés por alguien que no le corresponde-. Sus palabras fueron acompañadas de una caricia que comenzó en la mano masculina, subiendo con tortuosa lentitud por su brazo, hasta llegar finalmente al cuello, allí donde la sangre latía con fuerza. Hablar de sentimientos correspondidos no siempre tenía que ver con amor.

-Dígame, Monsieur Vecchio. ¿Sería capaz de abandonar a sus invitados para atender dicho apetito?- cuestionó, relamiéndose discretamente los labios en expectativa de lo que podría venir a continuación.

por **Lucciano Vecchio** Vie Ago 29, 2014 7:24 pm

Disculpas:

Al parecer si intención con respecto a la fiesta, era lo que aparentaba, pero aquello no terminaba de convencer al romano. Era desconfiado por naturaleza.

Él no se había movido ni un ápice, le seguía el juego con naturalidad del que desea probar la carne; el problema es que ella con aquellos ojos hermosos, y sus gesto insinuadores y retantes, no se daba cuenta que había abierto una de las puertas de Pandora que Lucciano ocultaba, uno de sus oscuros apetitos, llenos de peligrosidad.

Fue terminar con su pregunta, ver sus labios húmedos, que por así decirlo se le apetecieron. Y tomándola por la nuca de una manera poco delicada los devoro en un beso impaciente y un tanto salvaje, mientras la aprisionaba con su cuerpo.
Se hacía evidente que se había olvidado de sus invitados y que prefería aquello.

En cuanto sus labios se alejaron, la respiración era intensa y las pupilas dilatadas en un escarlata encendido le hablaron.

-Se marcharon muchos, están cansados. ¿Espero que usted no lo éste todavía? Creo que nos queda noche que aprovechar la puerta que nos espera al finalizar el pasillo, ¿qué le parece? -Directo al grano, ¿para que darle tantas vueltas? Ambos tenían un objeto, un tanto común.

No espero mucho ni a su respuesta, se retiro de su lado y comenzó a caminar dentro y por el pasillo, esperando a que ella le siguiese sin más rodeos

por **Cilla Citroen** Lun Sep 01, 2014 2:44 pm

El beso rudo e impaciente del vampiro llegó tan de improvisto que apenas le dio oportunidad de reaccionar, siendo acorralada entre el cuerpo notoriamente más grande del hombre y el barandal de la terraza. Tardó un par de segundos, pero se unió al salvaje beso que su compañera había iniciado, no dejándose aminorar por la sorpresa. Supuso entonces que aquella era la respuesta a su pregunta; al hombre poco le importaban ya sus invitados y la deseaba tanto como ella a él.

Cuando Lucciano rompió el contacto, ambos jadeaban levemente, deseosos de continuar aquello, de terminarlo. El vampiro lo demostró con su propuesta, y luego dando inicio a su marcha, supuso Katrynna que en dirección a su alcoba, pero esa noche deseaba algo más atrevido, más arriesgado que simplemente ir y hacerlo en su cama. Cosa que arrancó una sonrisa deseosa de la vampiro. -Monsieur Vecchio- lo llamó antes que consiguiera dar un tercer paso alejándose de ella, consiguiendo detenerlo.

Se dio la vuelta para darle la espalda y mirarlo de reojo por sobre el hombro izquierdo. -La verdad es que me siento algo claustrofóbica esta noche, ¿Le importaría si permanecemos aquí? Hay algo especial en el temor a ser descubiertos que hace el acto sexual mucho más erótico, ¿no lo cree, Monsieur?- cuestionó mientras alcanzaba el cierre de su vestido y comenzaba a bajarlo con tortuosa lentitud, dejando expuesta y a la vista del hombre la piel de sus hombros y espalda sin la intervención de su cabello que se encontraba aún arreglado en un sencillo moño.

Cuando el cierre llegó a su cintura, decidió que quería sentir el roce de las manos masculinas sobre su cuerpo, por lo que, con voz ronca y seductora, lo invitó a ayudarla -¿Por qué no me ayuda? Soy algo torpe en estas cuestiones- una muy mala excusa, se debía admitir, pero así quería que fuese. Nada mejor que hacer obvia la necesidad que sentía por su tacto para hacerlo sentir la misma necesidad por el de ella.

por **Lucciano Vecchio** Miér Sep 24, 2014 6:21 pm

Con el sonido se su voz se detuvo bruscamente y ante tal petición retrocedió sus pasos observando como ella se desprendía de sus prendas.

No falto tiempo para que con un gruñido y cierta brusquedad sus manos se volviesen a posar en la piel de ella, para pasar de ser violentas a lentas y suaves al desprender la tela que ella llevaba y para él sobraban, dejando desnudo cada centímetro de su piel, dejando al descubierto aquellos bellos pechos.
Con ojos escarlatas y colmillos asomados no pronuncio ni expreso nada más lo que su gesto salvaje mostraba en su excitación.
Su mano se aferro a la nuca de ella, liberando aquel moño que ella llevaban y dejando caer aquel torrente de cabellos de fuego.

-Ya me había dado cuenta, signorina, en cuanto fue descubierta con tanta rapidez en mi fiesta. -Le susurro con respiración agitada. -Es algo descuidada dejarse a merced de un depredador. -No pasaron ni unos segundos cuando sus labios ya acariciaban los pechos de ella lentamente, hasta que llegaron a la altura del corazón y sus colmillo violentos penetraron en la piel haciendo que el sabor férreo de la sangre inundase la boca del vampiro.

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