Simon Monroe

Simon es todo un prodigio: Un hombre de una inteligencia privilegiada, que le permite adquirir casi cualquier conocimiento con prácticamente verlo una vez y aplicarlo con una precisión inusitada prácticamente al momento de haberlo visto, esto se nota en casi todos los aspectos de su personalidad, principalmente en el hecho de que tiende a ser muy analítico con todo y todos, prefiriendo adoptar una mente racional ante todo aquello que encuentra, y a no creer en las cosas hasta que han sido corroboradas, preferiblemente por sí mismo, lo que lo hace una persona bastante crítica.

Hijo de una reputada científica francesa y el duque de Inglaterra, a Simon se le han inculcado igualmente los valores estrictos junto con la ambición y el deseo de prosperar de la época victoriana, pero también ciertos aspectos negativos, como un dogmatismo bastante acusado y una seriedad que muchos llamarían excesiva, frutos de su herencia Inglesa, y un deje de la mítica arrogancia Francesa, que lo hace algo difícil de tratar en los primeros encuentros. Sin embargo, hablando positivamente, tiene un sentido de la justicia completamente inquebrantable lo que, unido a una amabilidad natural muy bien escondida, hace que se sienta naturalmente impelido a ayudar a otros y a tratar que éstos den lo mejor de sí.

Para ello, utiliza un método muy sencillo: El ejemplo. Para él, si te conviertes en una figura digna de ser imitada, entonces, es probable que los demás traten de esforzarse al máximo para dar, así mismo, lo mejor de ellos, por lo que no tienes que enseñarles más que las directrices básicas. Es poco amigo de imponer sus pensamientos a otros, lo que lo hace bastante callado, pero discutirá opiniones opuestas a la suya con una argumentación casi férrea y que no deja fisuras, lo que puede llevar a otros a pensar que es muy cabezota, cuando realmente sólo muestra una convicción en la lógica y la fuerza de los argumentos que roza el dogmatismo. Además de esto, tiende a tener poco tacto cuando cree que se encuentra ante un incompetente, y no se corta un pelo a la hora de hacerle llegar sus pensamientos a estas personas.

Muchos de sus compañeros de la facultad miran con recelo su posición, pues es inusualmente joven para un profesor de universidad, y la mayoría de sus compañeros piensan que su juventud, además de una inexperiencia considerable, acarreará que sus alumnos no lo vean como una figura de autoridad, sino como a alguien a quien pueden "torear" y que no sabrá imponerse llegado el momento: Hasta la fecha, sin embargo, Simon ha demostrado que todas estas acusaciones están completamente equivocadas, lo que causa la envidia de algunos compañeros que consideran que está "pisándoles" el terreno siendo un recién llegado. Esto es especialmente grave cuando se considera el hecho de que Simon es bastante amigo de hacer callar a los que dudan de él dejándoles en ridículo, lo que hace que no tenga demasiados amigos en el profesorado, sin embargo, éstos pocos lo aprecian y darían la cara por él en cualquier momento.

Aunque es amable y solícito por naturaleza, tiende a hablar con un tono frío y seco que puede resultar intimidatorio para los que no están acostumbrados a él y que puede disuadirles de buscar su ayuda al verlo como inaccesible. Además, el hecho de que suele ser muy profesional y poco amigo de las bromas. Exigente y autoritario en su trabajo, hace que la gente tienda a verlo fuera de él como igualmente profesional, cuando esto sólo es su personalidad dentro de su profesión: Fuera de ella no le importa relajarse, aunque siempre se exige mucho, y se muestra abierto además de amigable.

Uno de sus problemas clave es que tiende a involucrarse demasiado con sus alumnos, estando dispuesto a defenderlos por cualquier medio a su alcance, y lo que es la razón de su principal problema: Una importante falta de confianza en sí mismo que le lleva a dudar de sus habilidades, además de una personalidad ligeramente melancólica, desarrollada a causa de su incapacidad para salvar a una de sus alumnas víctima que, a su parecer, debía poder haberse salvado si él hubiese actuado de otra forma. Simon nunca se ha perdonado por esto, lo que le ha llevado a ser todavía más exigente consigo mismo de lo que ya lo era, a un punto que roza el elitismo.

Simon es el hijo primogénito de una reputada científica francesa y el duque de Inglaterra, aunque ésta no fue una unión común.

Keith Monroe y Adrienne Verhoyen eran, cuando se conocieron, los herederos de dos grandes familias, siendo Keith de la realeza Inglaterra y Adrienne de la clase alta Francesa teniendo contacto con gran parte de la realeza de dicho país, así que su matrimonio fue, en origen, una maniobra para unir ambas familias y países.

La unión hizo que tanto ellos como el resto de su familia pudiese vivir a todo lujo durante generaciones, sin embargo, aunque durante el primer año pudiese parecer que el matrimonio sólo iba a mantenerse por dinero, puesto que literalmente los dos miembros del mismo no se soportaban, pronto ambos empezaron a ver lo bueno del otro, y acabaron perdidamente enamorados, redondeando el matrimonio de un modo perfecto, algo que tuvo su fruto al poco tiempo, con el nacimiento del primer hijo del matrimonio.

Al haber nacido en una familia de inmenso poder económico, Simon no sólo tuvo la oportunidad de recibir la mejor educación posible, sino que además sus padres se ocuparon toda su vida de que no le faltase de nada, sin embargo, fueron lo bastante inteligentes para no darle excesivos lujos, tratándolo como si fuese un chico normal... Si obviábamos la extremada exigencia que tenían con su hijo, claro: Esto se debía a que los dos esperaban que Simon fuese, en el futuro, el siguiente duque de Inglaterra, sin embargo, aunque Simon se adaptaba bien a las exigencias de sus padres, a menudo superando sus expectativas, su intención nunca fue formar parte de dicha realeza.

Él quería poder guiar a otros, ser un ejemplo. La medicina le parecía, aunque necesaria, un modo de aprovecharse del sufrimiento ajeno y vivir de su nombre solamente le parecía odiable: Esto se intensificaba más aún cuando Simon se daba cuenta de que, lo que se priorizaba en ambos casos, era el amasar beneficios, y no el ayudar a las personas. Especialmente odioso fue para Simon el enterarse del hecho de que sus progenitores, poco después de haberlo tenido, se liberaran de todo trabajo, viviendo del nombre de Monroe y así optando por centrarse en criar a su hijo.

Fue gracias a esto que nació el segundo hijo del matrimonio, en éste caso, una niña, tres años después del nacimiento de Simon, llamada Adèle.

Al contrario que él, sin embargo, la muchacha tuvo una educación distinta: Unido al hecho de que sus capacidades no llegaban a las cotas de Simon, ambos progenitores, habiéndose visto liberados de sus trabajos, concedieron mucho más tiempo a mimarla y a concederle sus caprichos, haciendo que fuese notablemente más malcriada que Simon quien, sin embargo, trataba de ayudarla en todo lo que podía. El joven creció bien, graduándose en el instituto como el mejor de su promoción, mientras que su hermana trataba de cumplir las expectativas que sus padres tenían de ella: Sin embargo, el hecho de que Simon consiguiese tan fácilmente todo lo que a ella le costaba acabó haciendo que, pese a ser tratada con más cariño por sus padres, desarrollase unos grandes celos por su hermano, que la llevaban a querer igualarlo en cuanto podía.

Sin embargo, fue cuando Simon se graduó con honores en bachillerato que llegó la noticia: Él no quería vivir puramente del nombre de Monroe.

Simon decidió que viviría su propia vida como profesor de psicología, en vez de hacer lo que sus padres deseaban: Para su sorpresa, ellos se lo tomaron bien, más el caso de su hermana fue distinto. Estaba completamente furiosa al ver que su hermano rechazaba todo lo que había logrado como si fuese tal cosa, más aun teniendo en cuenta lo difícil que para ella había sido conseguir lo mismo, y no comprendía cómo él podía hacerlo, y cómo sus padres se lo permitían. Pese a todo, Simon se limitó a despedirse de su hermana y marcharse para seguir su propia vida.

Tres años después de despedirse, a los veintitrés años, Simon se doctoró en la universidad de Paris como el primero de su promoción, sacándose el doctorado en Psicología y empezando a ejercer poco después en la universidad como profesor en prácticas.

Fue en ésta época cuando se reencontró con la que sería su novia, Victoria Hoffman, una amiga de la infancia con la que había estudiado que, sin embargo, tuvo que mudarse por motivos de trabajo de sus padres desde Londres a Toulouse, donde acabó sus estudios secundarios. No podía creerse que se hubiesen vuelto a encontrar tras tanto tiempo, y le costó acabar de darle crédito al hecho de que aquella era realmente Victoria. Por su parte, ella quedó sorprendida por el hecho de que el que había sido su compañero de clase ahora fuese su profesor, lo que, según sus palabras, "le daba mucha envidia", aunque Simon sabía que no era cierto.

Cuando se le concedió la oportunidad de retomar su relación, el joven no se lo pensó dos veces, y empezó a pasar con Victoria mucho tiempo, más que con cualquiera de sus otros alumnos: A pesar de que éstos en un primer momento lo habían considerado fácil de domar y, luego, un estirado, unos pocos acabaron apreciando al profesor, gracias en gran parte al hecho de que Victoria solía convencerle para salir con ellos de vez en cuando, como "amigos". Aunque inicialmente a sus alumnos les costaba convencerse de que sólo estaba ahí como un joven más divirtiéndose, y les costó dejar de verlo como un profesor, al final acabó saliendo bien, lo que hizo la adaptación del joven mucho más llevadera, e hizo que sus alumnos lo considerasen como uno más, siempre, a sabiendas de que eso no le haría más blando en los exámenes, claro.

Casi como un hermano mayor, dirían algunos.

Sin embargo, poco a poco Simon empezó a darse cuenta de una cosa: Su atracción por Victoria, cuya personalidad abierta y alegre era completamente distinta de la suya, era cada vez más evidente. Esto le preocupó enormemente pues, aunque siempre había sido justo, no sabía si seguiría siéndolo o, peor aún, si los demás creerían en su integridad, sabiendo que mantenía una relación sentimental con una alumna, lo que le llevó a la decisión de separar completamente su vida personal de la laboral, distanciándose de los que habían sido sus amigos hasta el momento, con el fin de protegerlos.

Pero no pudo distanciarse de Victoria... Principalmente, porque ella no se lo permitió.

Un día, mientras se preparaba para salir de clase, la joven se acercó y solicitó que, como su profesor, le tutorase en una de sus asignaturas, básicamente la de psicoanálisis, a lo que Simon acabó aceptando por la insistencia de la chica, aunque con reservas.

Aquello demostraría ser, al tiempo, su mayor error y su mayor acierto, pues la chica jugó bien sus cartas y, lo que empezó siendo una tutoría privada, acabó con ella confesándole sus sentimientos y tratando de avanzar la relación, algo que el joven no hubiese esperado nunca... Sin saber cómo reaccionar, él decidió abandonar la sala en la que se encontraban, pero Victoria se lo impidió, preguntándole si no sentía lo mismo por ella, más aún, le pidió que, si de verdad estaba equivocada, le mirase a los ojos y se lo dijese: Simon, tras tragar saliva, sabiendo que estaba a punto de mentirle a la que era su mejor amiga, y tras conseguir reunir todo el valor que pudo, se dio la vuelta, dispuesto a hacer lo que ella le había pedido.

Y cayendo de lleno en otra de sus trampas.

En cuanto se dio la vuelta, Victoria no perdió la oportunidad y, sin tiempo a que él reaccionase, le rodeó con los brazos, antes de unir sus labios a los de él: Aunque inicialmente el joven hubiese pensado en resistirse, quedó paralizado por esa acción súbita y, antes de darse cuenta, se encontraba devolviéndole el beso, incapaz de negar por más tiempo sus sentimientos por la chica.

Aquel día, además de consumar su relación, Simon y Victoria se convirtieron en pareja, con una relación que muchos habrían tildado "de ensueño" aunque también prohibida: Los únicos que sabían de ella eran los amigos comunes de ambos, que los ayudaron a ocultarla al resto del profesorado. Sin embargo, aquella felicidad fruto de dos años de relación sentimental y que pareció que iba a ser eterna, se truncó cuando uno de los profesores del instituto, celoso del trato que Simon recibía por el director y los alumnos, le dio un ultimátum: Le obligó a romper con Victoria o, de lo contrario, él se aseguraría de que fuese expulsada por mantener relaciones sentimentales con un profesor.

Simon en un primer momento intentó negar su relación con la chica pero, se dio cuenta de que la palabra de un profesor que llevaba quince años de más que él enseñando, Victor, pesaba más que la suya. Ante ésta perspectiva e intentando ser racional, Simon sólo pudo hacer una cosa: Capituló a las peticiones de Victor y, tratando de proteger a Victoria, a sabiendas de que el ser expulsada por un escándalo de esa clase daría al traste con su futuro, se vio forzado a romper con ella, para inmenso dolor de su corazón.

Pero más doloroso aún fue el hecho de que Victoria no se creyese que estuviese cortando con ella porque ya no la amase: El verla llorar siempre había sido una de las debilidades de Simon y, en una situación similar a aquella por la que se convirtieron en novios, Victoria le pidió que la mirase a los ojos y le dijese que ya no sentía por ella nada... Ella hizo lo mismo, sin embargo, ésta vez Simon no devolvió el beso, utilizando todo su autocontrol para hacer lo que ella le había pedido.

Con el corazón roto, Simon se marchó, ocultando sus lágrimas, y trató de volver a su vida.

Pero él no ver a Vitoria en sus clases era más de lo que podía soportar: Sabía que estaba sufriendo y, por sus amigos, supo que su ex novia llevaba sin salir de su casa desde que habían roto, aparentemente demasiado dolida para hacerlo, incapaz de entender lo que había pasado. Honestamente, él también se preguntaba cómo había sido capaz de hacerlo, y, aunque trataba de ocultarlo, era obvio, por su expresión, que no estaba bien con toda esa situación: Su gesto era apagado, y parecía como si no hubiese dormido en días. Una amiga común de Victoria, preocupada por ello, se acercó a su profesor, y le preguntó por lo que había pasado, lo que acabó por romper la fortaleza de Simon, que se derrumbó.

No sólo le contó todo lo que había ocurrido sino que, además, confesó que tenía insomnio y depresión, siendo confesar debilidades como esas un paso importante para alguien de tan orgulloso como Simon.

Y ella le ayudó: Un día, aprovechando una tutoría con Victor, la chica lo "sedujo", por supuesto, Victor no opuso resistencia. El profesor cayó directo en la trampa permitiendo a la chica poder portar cargos por intento de violación, ya que al parecer aquella no había sido la primera vez que Victor se pasaba de pegajoso con alumnas. Nana, la chica, le devolvió un ultimátum diciendo que ella no presentaría cargos si él no decía nada al respecto de Simon y Victoria. Furioso, Victor había caído en su propia trampa, y se vio obligado a escuchar a la chica, tras lo cual Simon fue informado de ello.

En ese momento, supo lo que tenía que hacer.

Pese al sueño atrasado y el cansancio, Simon se dirigió hacia el piso de su novia, dispuesto a solucionar las cosas de una vez por todas... Por desgracia, parecía que el mundo se había puesto en su contra y, cuando llegó, vio algo que le heló la sangre en las venas: Una ambulancia delante del bloque de pisos en que se encontraba. Aunque Simon en un principio dedujo que no podía ser ella, cuando subió las escaleras y llegó al piso se encontró con una estampa que no esperaba: Su novia estaba situada en la cama, aparentemente dormida, con una de las manos colgando por un lado de ella, mientras varios paramédicos comprobaban su estado y un par de policías tapaban la entrada a la estancia.

Al ver aquello, Simon entró en pánico: Luchó para abrirse camino entre los guardias y, cuando consiguió pasar, se dio cuenta sin embargo de que lo que había visto era muy real. Su novia había dejado de respirar y, en el suelo, cerca de su mano, un bote de somníferos, abierto, se hallaba, su contenido desperdigado por el suelo. Aquello hizo que Simon lanzase un grito mientras, desesperado, tomaba la mano de su novia, negándose lo que estaba viendo mientras los policías lo apartaban y los paramédicos depositaban el cuerpo de su chica en una camilla.

El caso se archivó como un suicidio, y la hora de la muerte se fijó en el 3 de Junio de 1797... Justo el día en que él la había dejado.

Devastado, no tuvo otro remedio que abandonar su puesto como profesor y alejarse lo más posible de París, al menos hasta que se recuperase. Acabó por volver arrastrándose a Inglaterra aceptando su herencia, aquello resultó ser una completa sorpresa para sus padres que hasta lloraron de la felicidad ya que su hijo prodigio representaría el nombre de Monroe a partir de ahora, estando ellos demasiados viejos como para acudir a eventos u otros.

Sin embargo la cosa no acabó allí. Simon se vio pronto exasperado y tres años después, tras haberse recuperado de su trastorno depresivo, decidió volver a París ya que este era el último paso para superarlo. Solo que esta vez dedicándose a investigaciones propias y viviendo de su nombre, teniendo que volver de vez en cuando a Inglaterra para arreglar asuntos familiares.