Bertrán Rigaud

por **Bertrán Rigaud** Dom Sep 21, 2014 10:01 pm

Bertrán Rigaud

46 años reales, 30 aparentes → Licántropo → Heterosexual→ Clase Media →Francés
Bertrán Rigaud OvKHMjr

Habilidades y Atributos
Sigilo, sentidos aumentados, buenos reflejos, agilidad, flexibilidad, velocidad y fuerza sobrehumana, garras afiladas, dentadura afiliada, rasgos lobunos (en su forma transformada) y longevidad

Poderes
Transformación, sanación acelerada, percepción del aura, fortaleza, bloqueo mental y rastreo

Descripción psicológica
Dos historias confluyen en una sola alma. Dos existencias, tan diferentes una de la otra como una gota de agua a una de aceite. Dos vivencias que marcaron profundamente sus creencias y comportamientos pero que rivalizan entre sí por el control del mismo cuerpo. Por un lado es un hombre común, poco estudiado que a duras penas puede escribir su propio nombre. Trabajador incansable, testarudo y firme en sus opiniones. Caballeroso con las damas que cree que lo merecen, e indiferente con las demás. Tierno y juguetón con los pequeños y afable y simpático con algunos pocos adultos que han ganado su amistad. Un poco huraño pero carismático cuando decide hacerse notar. Una persona con inclinaciones artísticas cuando su mente y manos se encuentras imbuidas en el metal que trabaja. Pero bajo la fachada de normalidad siempre está la bestia esperando. Aquella otra personalidad voluble y violenta, que sueña con no deja escapar un desaire sin sentir la sangre en sus dedos. Que anhela saltar sobre las féminas y poseerlas por la fuerza, ensalzando su propio deseo con los gritos y débiles forcejeos. Que prospera en medio del dolor y el sufrimiento y que no comprende más que la ganancia a pulso de fuerza bruta… esa que permanece fuertemente atada bajo un férreo control pero que, ocasionalmente, escapa para hacer de las suyas, incluso aunque no haya luna llena sobre los cielos parisienses

Historia
Nacido en el seno de una humilde pero unida familia en el pueblo de Montpeyroux, al sur de Francia. Su padre, el herrero del lugar, al igual que su padre antes que él, se empeñó en enseñarle algunos de los trucos del arte desde muy pequeño con la esperanza de que siguiera sus pasos mientras su madre y hermana mayor se encargaban con ciega devoción de las labores hogareñas. Nada resaltó especialmente durante los primeros 14 años de su existencia. Era un niño con dichas y penas como cualquier otro. Que obedecía y reía pero que también cometía errores los cuales eran reprendidos por sus progenitores más o menos fuerte dependiendo de la naturaleza de la infracción. Su futuro estaba claro bajo sus pies. Heredar la forja, cuidar de sus padres y hermana, y conseguir una joven decente y en lo posible hermosa que le brindara sucesores, que mantuviese su hogar en buen estado y que le diese calor en las noches de invierno. Sin embargo el destino tenía otros planes.

El otoño de su decimocuarto año de vida, y tras un invierno inusitadamente despiadado, el joven Bertrán salió a dar un paseo en solitario por las zonas boscosas que rodeaban el pueblo. Era está una costumbre que tenía desde algún tiempo atrás sin encontrarse nunca con ningún percance de importancia. Esa tarde había tenido un pequeño enfrentamiento con su hermana y la molestia que bullía en su mente le impedía concentrarse en el rumbo que tomaban sus pies. La luz empezó a menguar y él, finalmente, cayó en cuenta de que era hora de regresar a su hogar. El problema era que se encontraba en algún lugar en el cual no había estado antes. Sin proponérselo se había internado en el bosque mucho más de lo planeado y ahora no era capaz de encontrar algún punto de referencia que le ayudase a identificar el camino hasta el pueblo. Camino tratando de conservar la calma pero al caer la oscuridad de la noche sobre su cabeza la desesperación tomó el mando. Corría, llamando a gritos a alguien que le ayudase con la esperanza de que algún leñador regazado le encontrase. Lamentablemente fue un lobo negro quien acudió a su llamado. La bestia le derribó prácticamente sin dificultad y, entre los gritos del joven, enterró sus afilados dientes en el muslo derecho. Ese debió ser su fin. De hecho estaba seguro de que moriría entre aquellas espeluznantes fauces pero un poderoso aullido lejano llamó la atención de la bestia, quien lo soltó y huyó a la carrera en pos del sonido.

Pasó un día entero antes de que al fin le encontrasen. Desvaído y casi desangrado, fue trasladado hasta su hogar en donde recibió los mejores cuidados que podían costear sus progenitores. Pasaron algunos días antes de que se encontrase de nuevo en forma para abandonar su cama. La herida había sanado pero el intenso dolor que le recorría al apoyarla le obligó a usar un apoyo por un par de semanas. Todos le consideraban afortunado por la suerte que había tenido al salir con vida de semejante aprieto. Tan felices se encontraban que nadie osó retarlo por el descuido de perderse en el bosque. Él, por su parte, se sentía al mismo tiempo agradecido y desgraciado. Bendecía a los hombres que le habían encontrado tanto como al aullido que consiguió que el enorme lobo le dejara en lugar de devorarle. Pero las pesadillas sobre el ataque le atormentaban y, muy en su interior, presentía que algo malo sucedería pronto.
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El canto de los pájaros y la luminosidad de la mañana le despertaron poco a poco. Se sentía dolorido y desorientado. El viento frío cortaba sobre su piel desnuda ¿Por qué no estaba en su cama? ¿Dónde estaban sus ropas? ¿Dónde se encontraba? ¿Era esta otra pesadilla? Lo último que recordaba era encontrarse en la forja con su padre. Habían decidido trabajar hasta entrada la noche para terminar uno de los encargos de mayor urgencia… luego nada. Ahora se encontraba tendido en el bosque al lado de uno de los senderos, desnudo y con lo que parecía ser sangre sobre parte de su cuerpo. Este último descubrimiento le llenó de pavor. No pudo encontrar ninguna herida sobre su piel por lo que la sangre no debía ser suya ¿Qué demonios había ocurrido? Con paso indeciso caminó hasta una quebrada cercana donde se limpió con la intención de intentar regresar a su hogar, esperando encontrar allí alguna respuesta. Sin embargo, antes de salir de la espesura, fue abordado por tres hombres quienes sin mediar palabra le sometieron a la fuerza, le amarraron y amordazaron para luego subirlo a la grupa de un corcel y alejarlo de todo lo que conocía.
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Pasaron días, meses, años. Todo lo que conocía se evaporó poco a poco en medio de una oscura fantasía. Aceptar el hecho de que ya no era humano fue algo que por poco le arrebata su cordura, pero no le quedó más remedio una vez fue evidente que todos sus nuevos compañeros también eran de esas criaturas terroríficas que se transformaban bajo la luz de la luna llena en feroces lobos. Sus secuestradores se habían convertido en su manada y nueva familia. El líder, Gerard, le explicó como secuestraban niños pequeños para criarlos conociendo sus costumbres y generando lazos de lealtad, para luego transformarlos una vez entraran en la adolescencia. El propio Bertrán había sido un error de uno de los lobos menores. Era demasiado mayor al momento de ser mordido como para que el amor por su familia humana representara un problema, sin embargo, una vez transformado, Gerard había decidido incorporarlo a sus filas.

16 años pasó en medio de la manada. Aprendiendo y creciendo, desarrollando sus habilidades y fuerza. No se trataba de una existencia soñada, sin embargo era todo lo que tenía ahora y, de alguna manera bizarra, había aprendido a querer, respetar y convivir con sus nuevos compañeros. No obstante extrañaba a su familia humana y día a día se preguntaba sobre su suerte. Así, una noche decidió hacerles una visita. En su corazón albergaba la esperanza de que fuese bien recibido, incluso se permitió imaginar la posibilidad de quedarse con ellos, aunque fuese por un breve espacio de tiempo. De ninguna manera podría contarles la verdad sobre lo ocurrido, ni tampoco quedarse el tiempo suficiente como para que ellos llegasen a comprobar su lento envejecimiento. Pero no pensó en que para ese momento ya habían pasado años suficientes como para que ellos notasen que continuaba viéndose como un crío en lugar de tener el aspecto de un hombre entrado en la treintena.

Las sorpresas desagradables se siguieron unas a otras sin tregua no bien llegó a su antiguo pueblo. Descubrió que su padre había muerto la misma noche en que él había desaparecido, al parecer por el ataque de una criatura rabiosa que le destrozó por completo. Su madre había enloquecido por el dolor de la pérdida de su esposo y su hijo. Solo le quedaba su hermana, quien se había casado y dado a luz a dos varones. Pero ella sí que notó los pocos cabios surtidos en él a pesar de los años transcurridos. El temor por este descubrimiento, unido al odio que guardaba en su corazón por sentirse abandonada tras toda la tragedia, le llevaron a repudiarlo y echarlo de su hogar amenazando con entregarlo a la inquisición por brujería.

Con el corazón destrozado, pues entendía ahora que él mismo había matado a su padre y llevado la desgracia a su feliz hogar, regresó a lo único que conocía, la manada. Continuó con ellos por algunos años más pero algunos enfrentamientos internos, generados principalmente por el hecho de que él no estaba de acuerdo con el secuestro de niños inocentes, le obligaron finalmente a apartarse un poco de ellos. Se dirige entonces a Paris, donde instala una humilde forja y se empeña en llevar una vida lo más normal posible.

Extras

Continúa en contacto con algunos de los integrantes de su antigua manada
Nunca volvió a saber nada sobre su hermana pero guarda la esperanza de volver a ver a sus sobrinos

por **Tarik Pattakie** Lun Sep 22, 2014 11:01 pm

FICHA APROBADA
BIENVENIDO A VICTORIAN VAMPIRES

TE INVITO A LEER LAS NORMAS QUE TENEMOS EN EL FORO PARA QUE ESTÉS BIEN ENTERADO DE CÓMO SE MANEJA TODO Y ASÍ EVITARTE FUTUROS MAL ENTENDIDOS, Y SI TIENES ALGUNA DUDA O ACLARACIÓN SOBRE CUALQUIER COSA, NO DUDES EN PREGUNTARME A MÍ O A OTRO ADMINISTRADOR, ESTAMOS PARA AYUDARTE.

QUE TE DIVIERTAS.

Bertrán Rigaud

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