AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Últimos temas
Ruxandra D. Kornitsova || ID
4 participantes
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Ruxandra D. Kornitsova || ID
▲NOMBRE DEL PERSONAJE▲
Ruxandra Danise Kornitsova▲EDAD▲
22 años▲ESPECIE▲
Humana▲FACCIÓN A LA QUE PERTENECE▲
-▲TIPO, CLASE SOCIAL O CARGO▲
Prostituta, clase baja.▲ORIENTACIÓN SEXUAL▲
Heterosexual.▲LUGAR DE ORIGEN▲
Rusia.▲HABILIDADES/PODERES▲
-Desde tiempos inmemoriales la naturaleza nos ha mostrado su parte más sádica y egoísta, dejándonos únicamente lo justo y necesario para vivir al alcance. De un extremo a otro, dándonos a conocer su belleza, como por ejemplo, los más áridos desiertos de África o la Antártica con su gélido clima. Lugares tan exóticos como las cataratas del Niágara o los Fiordos de Noruega… y otros muchos más, donde el único sentido y sentimiento para seguir viviendo es la supervivencia. El pez grande se come al pequeño, ¿no es así? Pues eso es algo que Ruxandra se tomó al pie de la letra hace un tiempo. Una vida segada, fracturada y desecha que la llevó al borde de la muerte en repetidas ocasiones, creó una Ruxandra desconfiada y silenciosa. Esa muchacha del fondo en la que pocas personas se fijan, y las que lo hacen, no pueden separarse de ella. Jovial, dulce y tímida podrían describirla en su totalidad. Pero eso es solo una mera apariencia.
Ya desde bien pequeña la enseñaron el arte de la seducción, del engaño. Así que se podría decir que es una maestra, pero no de las que presumen de ello… sino de las que sacan las armas cuando es estricta, urgente y necesariamente. Se asemeja a las plantas carnívoras del Amazonas… deja que su presa entre en su territorio y una vez dentro, no la deja escapar. No hasta que ha conseguido lo que quería de ella. Un poco competitiva quizá, pero en el más puro silencio. Diáfana y femenina. Rara vez la encontrarás vestida como cualquier otra cortesana. Se gasta el dinero que consigue en telas mínimamente buenas, y a veces, cuando le sobra, en un rubor o unos pendientes. Es sencilla y deja mucho a la imaginación de sus clientes. Pues esa es una de sus estrategias para retenerlos: el tener una mínima de decencia y amor propio para que solo aquel que pague, pueda ver sus atributos al desnudo.
Inteligente. Siempre sabe qué decir y cómo responder para agradar, salir de un aprieto o librarse de uno. Es una habilidad que fue obteniendo a lo largo de los años, a base de golpes y duras caídas. Pero tampoco te pienses que es una mosquita muerta, es como tú, se ve como tú, pero a diferencia de ti sabe manipular y actuar de tal forma que será imposible que pudiera llegar a caerte mal. Te agradará, y en cambio ninguna persona es de su agrado, pues todos son simples piezas de un tablero. Se comporta como lo necesita. Observa, analiza y actúa conforme a lo aprendido. Y es que, encontrarás en ella la muchacha más sencilla y perfecta, amable o tierna, como prefieras, y te encapricharás… Te besará, te bajará la luna y las estrellas, pero cuando estés dispuesto a dar la vida por ella, se marchará. No le harás más falta porque ya ha absorbido lo que necesitaba. La reconquista no te servirá de nada, recuerda que nunca la conquistaste sino que fue ella quien te enamoró.
Puede aparentar desde ser una muchacha muerta de hambre hasta la más elegante princesa de la corte. Pero es una simple humana que puede adoptar mil y una caras con tal de conseguir lo que quiere. No todo lo que nos dice la primera apariencia de una persona es cierto. Y Ruxandra no es menos.
Ya desde bien pequeña la enseñaron el arte de la seducción, del engaño. Así que se podría decir que es una maestra, pero no de las que presumen de ello… sino de las que sacan las armas cuando es estricta, urgente y necesariamente. Se asemeja a las plantas carnívoras del Amazonas… deja que su presa entre en su territorio y una vez dentro, no la deja escapar. No hasta que ha conseguido lo que quería de ella. Un poco competitiva quizá, pero en el más puro silencio. Diáfana y femenina. Rara vez la encontrarás vestida como cualquier otra cortesana. Se gasta el dinero que consigue en telas mínimamente buenas, y a veces, cuando le sobra, en un rubor o unos pendientes. Es sencilla y deja mucho a la imaginación de sus clientes. Pues esa es una de sus estrategias para retenerlos: el tener una mínima de decencia y amor propio para que solo aquel que pague, pueda ver sus atributos al desnudo.
Inteligente. Siempre sabe qué decir y cómo responder para agradar, salir de un aprieto o librarse de uno. Es una habilidad que fue obteniendo a lo largo de los años, a base de golpes y duras caídas. Pero tampoco te pienses que es una mosquita muerta, es como tú, se ve como tú, pero a diferencia de ti sabe manipular y actuar de tal forma que será imposible que pudiera llegar a caerte mal. Te agradará, y en cambio ninguna persona es de su agrado, pues todos son simples piezas de un tablero. Se comporta como lo necesita. Observa, analiza y actúa conforme a lo aprendido. Y es que, encontrarás en ella la muchacha más sencilla y perfecta, amable o tierna, como prefieras, y te encapricharás… Te besará, te bajará la luna y las estrellas, pero cuando estés dispuesto a dar la vida por ella, se marchará. No le harás más falta porque ya ha absorbido lo que necesitaba. La reconquista no te servirá de nada, recuerda que nunca la conquistaste sino que fue ella quien te enamoró.
Puede aparentar desde ser una muchacha muerta de hambre hasta la más elegante princesa de la corte. Pero es una simple humana que puede adoptar mil y una caras con tal de conseguir lo que quiere. No todo lo que nos dice la primera apariencia de una persona es cierto. Y Ruxandra no es menos.
Todos tenemos algo en nuestro pasado que no nos gusta recordar ni contar. Conocemos nuestros errores y sabemos qué pudimos hacer mal para llegar a ciertas situaciones, pero… ¿el hecho de haber nacido es razón suficiente como para condenar la vida de una persona? Ruxandra, obviamente, no se acuerda de su nacimiento. Ni de su infancia, más o menos. Para ella, el despertar fue a los cinco años, solo desde ese momento tiene recuerdos nítidos y a todo color de esa época. A esos cinco años tomaba su primer tren acompañada de la mujer a la que hacía llamarse mamá. Un destino incierto para la pequeña y un viaje demasiado largo con muchas aventuras de por medio. De Rusia a Italia, casi una semana en ese tren que, cada dos por tres, si no tenía una flauta era un pito.
Ruxandra había sido fruto de una relación esporádica entre amantes. Su madre, casada con un hombre de alta cuna, con varias empresas al corriente, decidió tener una aventura con otro similar a su marido económicamente. Siete meses de embarazo y Stlantha, su madre, dio a luz a Ruxandra. Era el primer bebé del matrimonio, como bien le recordaba siempre que podía Stlantha a Sergei, su marido. Un trío amoroso que poco a poco se fue conociendo en el pequeño pueblo de Gorod, Rusia. Alexei, el amante y responsable de Ruxandra, decidió reclamar aquello que decía ser suyo. Quería una vida con su hija y esa mujer casada que tanto amaba, lo que no sabía era cómo hacerlo. ¿Huir de la ciudad? No podía. Tenía negocios que dirigir. Y la separación no era una opción, porque siquiera existía.
Presentarse ante Sergei no fue lo mejor para intentar separar a su hija y amada del hombre que las sustentaba. Nadie conocía la naturaleza del esposo de Stlantha hasta aquel momento. Era un vampiro, pero no desde hacía mucho tiempo. Por eso es que él sabía que ese niño que traía Stlantha no era suyo, porque él no podía tener hijos. Y lo único que había estado haciendo ese tiempo era idear una venganza contra la mujer que no le había sido fiel, que años atrás había comprado mediante el matrimonio a unos campesinos que la destinaban a la prostitución por la falta de oro en la familia. Pero aguantó, cedió a la petición de Alexei, y dejó libres a su mujer e hija. Les dio unos meses para ser felices y llevar la vida que querían, para entonces, llevar a cabo su venganza.
Se deshizo de Alexei y condenó a Stlantha a la pobreza absoluta. Pues al no estar casada con él, nada de su patrimonio le pertenecía. Y entonces fue cuando obligatoriamente Slantha tuvo que buscar medios con los que seguir sobreviviendo. Empezó con el hurto, después con el cultivo de tomates sin éxito y acabó donde desde un principio su familia la había destinado: a un burdel para trabajar como cortesana. Ruxandra, de este modo, se crió en un entorno poco idílico: violencia, agresividad, drogas, sexo… Un ambiente en el que Stlantha sabía que crearía de Ruxandra una mujer violenta y poco cuidadosa. Por eso decidió viajar a Italia conforme esta cumplió sus cinco años y un nuevo embarazo interrumpía su vida. Un buen destino al parecer…
Para subsistir durante el embarazo de Stlantha, Ruxandra fue quién se tuvo que encargar de ello a pesar de la temprana edad que tenía. Su madre la ofreció como Esclava de Sangre a una vampira que adoraba esa inocente y pura sangre a cambio de unas rodajas de pan diarias. Ruxandra cayó enferma mil y una veces, su sistema inmunológico estaba destrozado por las cantidades de sangre que perdía al día, y durante siete meses fue un zombi viviente, no una niña. No podía jugar porque le faltaban fuerzas para ello. Vivía en una cama de la poderosa mansión de aquella vampira, sumisa a sus órdenes. Pero todo finalizó cuando Stlantha tuvo al pequeño Vincent y pasaron las semanas que se tomó para recuperarse y reanudar el trabajo en el burdel.
Pero no todo lo que reluce es oro. Había una norma muy estricta en ese burdel italiano: toda aquella que quedase embarazada y diera a luz un barón, debería entregarlo a la Iglesia, porque era fruto del pecado. Muy a su pesar, así lo hizo Stlantha, pues ella sabía que no podría mantener tres bocas futuramente y tampoco podía hacer responsable de aquel niño a nadie, porque por su cama habían pasado demasiados hombres. Sin embargo, aquella que tuviese una niña sería obligada a enseñarla desde pequeña en el arte de la seducción. Y eso no era –en ese momento- lo que Stlantha quería para Ruxandra, así que, desaparecieron del burdel a los dos años, yéndose de nuevo a Rusia a intentar tomar paces con Sergei y que éste le diese otra oportunidad a ambas.
¿Y a cambio de qué fue esas “paces? Nuevamente de la sangre de Ruxandra, y no solamente eso… el vampiro la quería para él plenamente como criada, esclava de sangre y cortesana. Así, recién cumplidos los ocho años de Ruxandra, la inocencia desapareció y lo peor de todo es que Stlantha lo permitió a cambio de los lujos que antes tenía siendo la mujer de Sergei. Era un negocio como otro cualquiera: los servicios de Ruxandra a cambio de una remuneración que se llevaba Stlantha. Era injusto, le decía la pequeña a su madre. Pero era lo que le debía por haberla protegido, le contestaba ella. ¿Protección de qué tipo? ¿Qué madre cambia a su hija por unas joyas o unos vestidos de seda? Le soltó Ruxandra una vez, ya con doce años y con madurez suficiente para conocer el egoísmo de su madre.
Con trece años, Sergei se cansó de la monotonía y comenzó a tratar a Ruxandra como una simple vulgar. Quería explorar nuevas situaciones con aquella niña que él crió a su gusto y conveniencia, darla a conocer al mundo para ver qué tan bueno era siendo profesor. Así es, como Ruxandra comenzó a ser una cortesana, una prostituta. Sergei le obligaba a acostarse con otros hombres bajo la promesa de convertirla en alguien como él, en una inmortal. Algo, que parte de la inocencia que aún tenía le hizo creer que aquello se cumpliría si le obedecía. Además, también le prometió la libertad pasados unos años y cómo no, Ruxandra le creyó. Se encontró con vampiros, licántropos, cambiaformas, humanos de todas las clases económicas –salvo realeza-, etc. Y estuvo al borde de la muerte en repetidas ocasiones por palizas brutales, desangramiento –a causa de la sed de Sergei y los demás clientes-, drogas –que le obligaban a consumir-, etc.
Cansada de vivir a merced del vampiro y toda la retaina de clientes, hizo el intento de deshacerse de su propia vida varias veces, pero ninguna funcionó. Estaba tan decepcionada consigo misma y con lo que estaba siendo en la vida, que no encontraba otra manera de ser feliz que no viviendo más. Mientras tanto, Stlantha seguía viviendo de los servicios de su hija, haciendo una vida aparte en la capital. Pero entonces, cuando Ruxandra cumplió quince años, una noticia fastidiosa para ambas mujeres llegó a sus vidas. Sergei había muerto a causa de haber pasado demasiado tiempo al sol, un accidente demasiado vergonzoso para cualquier vampiro. Y les tocó pensar de nuevo, qué hacer para subsistir. ¿Adivina a quién le tocó?
Ruxandra mantenía un servicio sin descanso, jornadas laborales de 18 horas, sin parar. Un hombre salía y otro entraba. Así día tras día, tras día, tras día. Hasta que su cuerpo dijo basta, al año de llevar ese ritmo y cayó enferma. Una enfermedad que ningún médico supo ponerle nombre ni cómo diagnosticar, le daban semanas para su muerte por la intensidad de la desdicha… pero esa muerte jamás llegó. Se recuperó y al día siguiente ya estaba ejerciendo de nuevo su profesión. Más, a las dos semanas de haber salido de esa crisis, volvió a recaer, y entonces, los médicos dijeron que eran síntomas de un embarazo. Si no podía alimentarse a sí misma y a su madre, ¿cómo iba a alimentar a la nueva criatura? Y peor aún, ¿saldría ella viva del parto teniendo en cuenta los síntomas que tan temprano estaba teniendo?
Fue entonces, cuando Stlantha decidió que no podía perder su fuente de ingresos por un niño que ni sabían quién era el padre. Por ello y sin que Ruxandra supiese que estaba embarazada, le convenció para que siguiera trabajando… así era la forma más natural de deshacerse de ese engendro. No pasaban dos días seguidos sin que Ruxandra recibiera algún que otro maltrato o perdiese una buena cantidad de sangre, así que Stlantha sabía con seguridad que si seguía trabajando, el niño caería por su propio peso. Pero no fue así. La gestación iba a más y no parecía interrumpirse, Ruxandra ya supo que estaba embarazada por los cortes de menstruación, y los planes de Stlantha se fueron al garete. La pequeña quería a su bebé a pesar de desconocer la procedencia de los genes y tener dieciséis años.
Su madre le obligó a seguir trabajando para poder vivir, pero a los hombres les daba un poco más de respeto y la usaban menos por su creciente barriga que pocas posiciones le permitía recrear. Entonces llegó el día del parto, sin esperarlo, pero Dianne, como la bautizó Ruxandra, nació muerta. La guerra entre Stlantha y ella comenzó. El lado más maternal, maduro y retorcido de la pequeña y obediente salió a la luz, revelándose contra Stlantha. Sabía que todo aquello había sido por su culpa. Que toda la vida que había llevado, estaba condenada por su culpa. Por haber nacido. Por haber sido el fruto de un delirio, de un deseo. Pareció abrir los ojos de golpe y todo cambio. Ruxandra estaba dispuesta a hacer todo cuanto pudiese para devolvérsela a su madre por los años de castigo que había estado viviendo, y por las veces que había sufrido para que ella consiguiera unos malditos pendientes o un corsé sucio y apestoso. Entendió que la maternidad no era eso, eso era puro egoísmo. Las madres quieren, comprenden y aprecian a sus hijos… y Ruxandra tenía muy claro, que por más que estuviera muriéndose de hambre, jamás condenaría a su pequeña Dianne a pasar por los cánceres que ella pasó.
La suerte se le acabó a Stlantha cuando Ruxandra huyó a París a la búsqueda de recuperar esos años que había estado sometida a los demás como una esclava. Trabajó de la manera más decente que pudo: ganadería, agricultura, mercería… Además aprendió a coser y confeccionar sus propios vestidos, acorde, dentro de sus posibilidades, con la tendencia victoriana que se estilaba en ese país lleno de promesas; el arte del dibujar, la sensación de libertad al tocar un instrumento de cuerda… Un mundo que siquiera sabía que existía. Un lugar que le brindó la oportunidad de empezar de nuevo, de renacer. Y todo ello, a sus dieciocho años.
El amor tocó su puerta y esta, inocentemente, desconocedora de dicha sensación, le abrió de par en par. Otra nueva etapa comenzó y nuevos problemas trajo consigo. Su vida desfalleció de nuevo cuando se dio cuenta de que no era la única a la que ese hombre prometía lo que no se puede prometer. Un vampiro de miles de años, como ese que se llevó su inocencia a los ocho años… Lo repudió y desechó rápidamente de su vida. Entonces, fue cuando comprendió que el amor solo existía en los cuentos de gitanos, que tan solo era una fachada que ocultaba el deseo y la pasión, la lujuria y la desesperación de fundirse con otro cuerpo. Dejó de pensar en esa palabra que tantos significados albergaba y, viéndose absorta en la miseria… decidió volver a esa profesión que tantos años había realizado: la prostitución.
Ruxandra siempre creyó, y sigue creyendo, que es lo peor del mundo, que no sirve para otra cosa que para vender su cuerpo a los hombres y que estos disfruten de él. Piensa que Dios no la mandó con otra finalidad, por eso es que aún sigue dedicándose a esta profesión. Pero últimamente… sus deseos más internos le piden sangre. Sangre de venganza, de devolver todas esas palizas que un día aguantó, las enfermedades, las sobredosis… Quiere ser ella ahora la que tome decisiones. La que diga aquí y ahora, cómo y cuándo. Tiene las armas necesarias para hacerlo y para vengarse con cada hombre que pase por su cama. Ya no es en sí venganza… sino sed por hacer sentir a alguien lo que ella sintió. De jugar con los sentimientos de un hombre. Quiere jugar… pero manejando las piezas ella. Sabe qué sensación puede llegar a causar y cómo manipular a una persona para que caiga a sus pies, que es lo que le enseñó Sergei. Sabe transigir las palabras, darles un significado completamente distinto sin que nadie se entere. Dulce, jovial y tímida son las primeras impresiones que causa en cualquiera… pero realmente es una manipuladora nata que puede transformarse en quién el que tenga delante quiera. No tiene un objetivo fijo, solo quiere sentir lo que es cambiar los papeles y disfrutar de la vida sin preocupaciones ni presiones que años atrás tenía. Pero… ¿con qué piedras se tropezará por el camino?
Ruxandra había sido fruto de una relación esporádica entre amantes. Su madre, casada con un hombre de alta cuna, con varias empresas al corriente, decidió tener una aventura con otro similar a su marido económicamente. Siete meses de embarazo y Stlantha, su madre, dio a luz a Ruxandra. Era el primer bebé del matrimonio, como bien le recordaba siempre que podía Stlantha a Sergei, su marido. Un trío amoroso que poco a poco se fue conociendo en el pequeño pueblo de Gorod, Rusia. Alexei, el amante y responsable de Ruxandra, decidió reclamar aquello que decía ser suyo. Quería una vida con su hija y esa mujer casada que tanto amaba, lo que no sabía era cómo hacerlo. ¿Huir de la ciudad? No podía. Tenía negocios que dirigir. Y la separación no era una opción, porque siquiera existía.
Presentarse ante Sergei no fue lo mejor para intentar separar a su hija y amada del hombre que las sustentaba. Nadie conocía la naturaleza del esposo de Stlantha hasta aquel momento. Era un vampiro, pero no desde hacía mucho tiempo. Por eso es que él sabía que ese niño que traía Stlantha no era suyo, porque él no podía tener hijos. Y lo único que había estado haciendo ese tiempo era idear una venganza contra la mujer que no le había sido fiel, que años atrás había comprado mediante el matrimonio a unos campesinos que la destinaban a la prostitución por la falta de oro en la familia. Pero aguantó, cedió a la petición de Alexei, y dejó libres a su mujer e hija. Les dio unos meses para ser felices y llevar la vida que querían, para entonces, llevar a cabo su venganza.
Se deshizo de Alexei y condenó a Stlantha a la pobreza absoluta. Pues al no estar casada con él, nada de su patrimonio le pertenecía. Y entonces fue cuando obligatoriamente Slantha tuvo que buscar medios con los que seguir sobreviviendo. Empezó con el hurto, después con el cultivo de tomates sin éxito y acabó donde desde un principio su familia la había destinado: a un burdel para trabajar como cortesana. Ruxandra, de este modo, se crió en un entorno poco idílico: violencia, agresividad, drogas, sexo… Un ambiente en el que Stlantha sabía que crearía de Ruxandra una mujer violenta y poco cuidadosa. Por eso decidió viajar a Italia conforme esta cumplió sus cinco años y un nuevo embarazo interrumpía su vida. Un buen destino al parecer…
Para subsistir durante el embarazo de Stlantha, Ruxandra fue quién se tuvo que encargar de ello a pesar de la temprana edad que tenía. Su madre la ofreció como Esclava de Sangre a una vampira que adoraba esa inocente y pura sangre a cambio de unas rodajas de pan diarias. Ruxandra cayó enferma mil y una veces, su sistema inmunológico estaba destrozado por las cantidades de sangre que perdía al día, y durante siete meses fue un zombi viviente, no una niña. No podía jugar porque le faltaban fuerzas para ello. Vivía en una cama de la poderosa mansión de aquella vampira, sumisa a sus órdenes. Pero todo finalizó cuando Stlantha tuvo al pequeño Vincent y pasaron las semanas que se tomó para recuperarse y reanudar el trabajo en el burdel.
Pero no todo lo que reluce es oro. Había una norma muy estricta en ese burdel italiano: toda aquella que quedase embarazada y diera a luz un barón, debería entregarlo a la Iglesia, porque era fruto del pecado. Muy a su pesar, así lo hizo Stlantha, pues ella sabía que no podría mantener tres bocas futuramente y tampoco podía hacer responsable de aquel niño a nadie, porque por su cama habían pasado demasiados hombres. Sin embargo, aquella que tuviese una niña sería obligada a enseñarla desde pequeña en el arte de la seducción. Y eso no era –en ese momento- lo que Stlantha quería para Ruxandra, así que, desaparecieron del burdel a los dos años, yéndose de nuevo a Rusia a intentar tomar paces con Sergei y que éste le diese otra oportunidad a ambas.
¿Y a cambio de qué fue esas “paces? Nuevamente de la sangre de Ruxandra, y no solamente eso… el vampiro la quería para él plenamente como criada, esclava de sangre y cortesana. Así, recién cumplidos los ocho años de Ruxandra, la inocencia desapareció y lo peor de todo es que Stlantha lo permitió a cambio de los lujos que antes tenía siendo la mujer de Sergei. Era un negocio como otro cualquiera: los servicios de Ruxandra a cambio de una remuneración que se llevaba Stlantha. Era injusto, le decía la pequeña a su madre. Pero era lo que le debía por haberla protegido, le contestaba ella. ¿Protección de qué tipo? ¿Qué madre cambia a su hija por unas joyas o unos vestidos de seda? Le soltó Ruxandra una vez, ya con doce años y con madurez suficiente para conocer el egoísmo de su madre.
Con trece años, Sergei se cansó de la monotonía y comenzó a tratar a Ruxandra como una simple vulgar. Quería explorar nuevas situaciones con aquella niña que él crió a su gusto y conveniencia, darla a conocer al mundo para ver qué tan bueno era siendo profesor. Así es, como Ruxandra comenzó a ser una cortesana, una prostituta. Sergei le obligaba a acostarse con otros hombres bajo la promesa de convertirla en alguien como él, en una inmortal. Algo, que parte de la inocencia que aún tenía le hizo creer que aquello se cumpliría si le obedecía. Además, también le prometió la libertad pasados unos años y cómo no, Ruxandra le creyó. Se encontró con vampiros, licántropos, cambiaformas, humanos de todas las clases económicas –salvo realeza-, etc. Y estuvo al borde de la muerte en repetidas ocasiones por palizas brutales, desangramiento –a causa de la sed de Sergei y los demás clientes-, drogas –que le obligaban a consumir-, etc.
Cansada de vivir a merced del vampiro y toda la retaina de clientes, hizo el intento de deshacerse de su propia vida varias veces, pero ninguna funcionó. Estaba tan decepcionada consigo misma y con lo que estaba siendo en la vida, que no encontraba otra manera de ser feliz que no viviendo más. Mientras tanto, Stlantha seguía viviendo de los servicios de su hija, haciendo una vida aparte en la capital. Pero entonces, cuando Ruxandra cumplió quince años, una noticia fastidiosa para ambas mujeres llegó a sus vidas. Sergei había muerto a causa de haber pasado demasiado tiempo al sol, un accidente demasiado vergonzoso para cualquier vampiro. Y les tocó pensar de nuevo, qué hacer para subsistir. ¿Adivina a quién le tocó?
Ruxandra mantenía un servicio sin descanso, jornadas laborales de 18 horas, sin parar. Un hombre salía y otro entraba. Así día tras día, tras día, tras día. Hasta que su cuerpo dijo basta, al año de llevar ese ritmo y cayó enferma. Una enfermedad que ningún médico supo ponerle nombre ni cómo diagnosticar, le daban semanas para su muerte por la intensidad de la desdicha… pero esa muerte jamás llegó. Se recuperó y al día siguiente ya estaba ejerciendo de nuevo su profesión. Más, a las dos semanas de haber salido de esa crisis, volvió a recaer, y entonces, los médicos dijeron que eran síntomas de un embarazo. Si no podía alimentarse a sí misma y a su madre, ¿cómo iba a alimentar a la nueva criatura? Y peor aún, ¿saldría ella viva del parto teniendo en cuenta los síntomas que tan temprano estaba teniendo?
Fue entonces, cuando Stlantha decidió que no podía perder su fuente de ingresos por un niño que ni sabían quién era el padre. Por ello y sin que Ruxandra supiese que estaba embarazada, le convenció para que siguiera trabajando… así era la forma más natural de deshacerse de ese engendro. No pasaban dos días seguidos sin que Ruxandra recibiera algún que otro maltrato o perdiese una buena cantidad de sangre, así que Stlantha sabía con seguridad que si seguía trabajando, el niño caería por su propio peso. Pero no fue así. La gestación iba a más y no parecía interrumpirse, Ruxandra ya supo que estaba embarazada por los cortes de menstruación, y los planes de Stlantha se fueron al garete. La pequeña quería a su bebé a pesar de desconocer la procedencia de los genes y tener dieciséis años.
Su madre le obligó a seguir trabajando para poder vivir, pero a los hombres les daba un poco más de respeto y la usaban menos por su creciente barriga que pocas posiciones le permitía recrear. Entonces llegó el día del parto, sin esperarlo, pero Dianne, como la bautizó Ruxandra, nació muerta. La guerra entre Stlantha y ella comenzó. El lado más maternal, maduro y retorcido de la pequeña y obediente salió a la luz, revelándose contra Stlantha. Sabía que todo aquello había sido por su culpa. Que toda la vida que había llevado, estaba condenada por su culpa. Por haber nacido. Por haber sido el fruto de un delirio, de un deseo. Pareció abrir los ojos de golpe y todo cambio. Ruxandra estaba dispuesta a hacer todo cuanto pudiese para devolvérsela a su madre por los años de castigo que había estado viviendo, y por las veces que había sufrido para que ella consiguiera unos malditos pendientes o un corsé sucio y apestoso. Entendió que la maternidad no era eso, eso era puro egoísmo. Las madres quieren, comprenden y aprecian a sus hijos… y Ruxandra tenía muy claro, que por más que estuviera muriéndose de hambre, jamás condenaría a su pequeña Dianne a pasar por los cánceres que ella pasó.
La suerte se le acabó a Stlantha cuando Ruxandra huyó a París a la búsqueda de recuperar esos años que había estado sometida a los demás como una esclava. Trabajó de la manera más decente que pudo: ganadería, agricultura, mercería… Además aprendió a coser y confeccionar sus propios vestidos, acorde, dentro de sus posibilidades, con la tendencia victoriana que se estilaba en ese país lleno de promesas; el arte del dibujar, la sensación de libertad al tocar un instrumento de cuerda… Un mundo que siquiera sabía que existía. Un lugar que le brindó la oportunidad de empezar de nuevo, de renacer. Y todo ello, a sus dieciocho años.
El amor tocó su puerta y esta, inocentemente, desconocedora de dicha sensación, le abrió de par en par. Otra nueva etapa comenzó y nuevos problemas trajo consigo. Su vida desfalleció de nuevo cuando se dio cuenta de que no era la única a la que ese hombre prometía lo que no se puede prometer. Un vampiro de miles de años, como ese que se llevó su inocencia a los ocho años… Lo repudió y desechó rápidamente de su vida. Entonces, fue cuando comprendió que el amor solo existía en los cuentos de gitanos, que tan solo era una fachada que ocultaba el deseo y la pasión, la lujuria y la desesperación de fundirse con otro cuerpo. Dejó de pensar en esa palabra que tantos significados albergaba y, viéndose absorta en la miseria… decidió volver a esa profesión que tantos años había realizado: la prostitución.
Ruxandra siempre creyó, y sigue creyendo, que es lo peor del mundo, que no sirve para otra cosa que para vender su cuerpo a los hombres y que estos disfruten de él. Piensa que Dios no la mandó con otra finalidad, por eso es que aún sigue dedicándose a esta profesión. Pero últimamente… sus deseos más internos le piden sangre. Sangre de venganza, de devolver todas esas palizas que un día aguantó, las enfermedades, las sobredosis… Quiere ser ella ahora la que tome decisiones. La que diga aquí y ahora, cómo y cuándo. Tiene las armas necesarias para hacerlo y para vengarse con cada hombre que pase por su cama. Ya no es en sí venganza… sino sed por hacer sentir a alguien lo que ella sintió. De jugar con los sentimientos de un hombre. Quiere jugar… pero manejando las piezas ella. Sabe qué sensación puede llegar a causar y cómo manipular a una persona para que caiga a sus pies, que es lo que le enseñó Sergei. Sabe transigir las palabras, darles un significado completamente distinto sin que nadie se entere. Dulce, jovial y tímida son las primeras impresiones que causa en cualquiera… pero realmente es una manipuladora nata que puede transformarse en quién el que tenga delante quiera. No tiene un objetivo fijo, solo quiere sentir lo que es cambiar los papeles y disfrutar de la vida sin preocupaciones ni presiones que años atrás tenía. Pero… ¿con qué piedras se tropezará por el camino?
- Le gustaría ser propietaria de algún burdel futuramente.
- Quiere aprender el arte de la quiromancia.
- Desea la inmortalidad.
- No sabe defenderse físicamente ni manejar armas.
- Cree en la Iglesia y en Dios a pesar de que ninguna de las dos, la quieren.
- Vive en el burdel en el que trabaja, dando el 70% de sus beneficios.
Última edición por Ruxandra D. Kornitsova el Jue Oct 30, 2014 7:54 am, editado 5 veces
Ruxandra D. Kornitsova- Prostituta Clase Baja
- Mensajes : 23
Fecha de inscripción : 26/10/2014
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Ruxandra D. Kornitsova || ID
FICHA EN PROCESO
incompleta
TU FICHA ESTÁ INCOMPLETA. CUANDO HAYAS TERMINADO, POR FAVOR POSTEA A CONTINUACIÓN EN ESTE MISMO TEMA PARA QUE UN MIEMBRO DEL STAFF PASE A REVISARLA Y TE DE COLOR Y RANGO SI TODO ESTÁ EN ORDEN.
NO OLVIDES QUE PARA PODER ACEPTARLA ES NECESARIO QUE PRIMERO HAYAS REALIZADO LOS REGISTROS OBLIGATORIOS EN ESTE APARTADO Y QUE CUMPLAS CON LO QUE PEDIMOS EN EL ESQUELETO DE LA FICHA, INFORMACIÓN QUE PUEDES VER AQUÍ.
GRACIAS.
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Tarik Pattakie- Vampiro/Realeza
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Re: Ruxandra D. Kornitsova || ID
Terminada.
Ruxandra D. Kornitsova- Prostituta Clase Baja
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Re: Ruxandra D. Kornitsova || ID
OBSERVACIONES
favor de corregir
TU FICHA ESTÁ CORRECTA PERO PARA PODER APROBARLA ES NECESARIO QUE PRIMERO REALICES TODOS LOS REGISTROS, PUESTO QUE LOS QUE HICISTE SE TOMARON COMO RESERVAS DADO QUE UTILIZASTE EL CÓDIGO PARA ELLO.
CUANDO LO HAYAS HECHO, POSTEA A CONTINUACIÓN PARA APROBAR TU FICHA Y DARTE COLOR SI TODO ESTÁ EN ORDEN.
GRACIAS.
CUANDO LO HAYAS HECHO, POSTEA A CONTINUACIÓN PARA APROBAR TU FICHA Y DARTE COLOR SI TODO ESTÁ EN ORDEN.
GRACIAS.
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Tarik Pattakie- Vampiro/Realeza
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Ruxandra D. Kornitsova- Prostituta Clase Baja
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Re: Ruxandra D. Kornitsova || ID
OBSERVACIONES
favor de corregir
TODO EN ORDEN, PERO ES NECESARIO QUE ESPECIFIQUES A QUÉ CLASE SOCIAL PERTENECE TU PERSONAJE, YA QUE LAS PROSTITUTAS TAMBIÉN PUEDEN PERTENECER A LA CLASE ALTA, MEDIA O BAJA.
CUANDO LO AÑADAS, POSTEA AQUÍ AVISANDO PARA DARTE COLOR. GRACIAS.
CUANDO LO AÑADAS, POSTEA AQUÍ AVISANDO PARA DARTE COLOR. GRACIAS.
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Nigel Quartermane- Vampiro/Realeza [Admin]
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Re: Ruxandra D. Kornitsova || ID
Editado.
Ruxandra D. Kornitsova- Prostituta Clase Baja
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Re: Ruxandra D. Kornitsova || ID
FICHA APROBADA
bienvenido/a a victorian vampires
¡ENHORABUENA! YA ERES PARTE DE VICTORIAN VAMPIRES Y TE DAMOS LA MÁS CORDIAL BIENVENIDA.
ANTES DE HACER CUALQUIER OTRA COSA, TE INVITO A LEER LAS NORMAS QUE TENEMOS EN EL FORO PARA QUE ESTÉS BIEN ENTERADO/A DE CÓMO MANEJAMOS TODO EN ESTE SITIO Y ASÍ EVITARTE FUTUROS MALOS ENTENDIDOS. A CONTINUACIÓN TE DEJO LOS LINKS MÁS IMPORTANTES PARA QUE PUEDAS CONOCER LA INFORMACIÓN, Y SI DESPUÉS DE LEER SIGUES TENIENDO ALGUNA DUDA, PUEDES CONTACTARME A MÍ O A OTRO DE LOS ADMINISTRADORES; ESTAMOS PARA SERVIRTE.
¡QUE TE DIVIERTAS!
ANTES DE HACER CUALQUIER OTRA COSA, TE INVITO A LEER LAS NORMAS QUE TENEMOS EN EL FORO PARA QUE ESTÉS BIEN ENTERADO/A DE CÓMO MANEJAMOS TODO EN ESTE SITIO Y ASÍ EVITARTE FUTUROS MALOS ENTENDIDOS. A CONTINUACIÓN TE DEJO LOS LINKS MÁS IMPORTANTES PARA QUE PUEDAS CONOCER LA INFORMACIÓN, Y SI DESPUÉS DE LEER SIGUES TENIENDO ALGUNA DUDA, PUEDES CONTACTARME A MÍ O A OTRO DE LOS ADMINISTRADORES; ESTAMOS PARA SERVIRTE.
¡QUE TE DIVIERTAS!
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Doreen Jussieu- Hechicero Clase Alta
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