AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Destino final: París (Amber Le Vaillant)
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Destino final: París (Amber Le Vaillant)
El viaje había sido espantoso. Odiaba el mar, y odiaba aún más navegar sobre él. Las estúpidas doncellas no dejaban de reírse contando chistes. De no ser porque no iba sola en el barco, más de una habría acabado riéndose sola en las entrañas del mar. Pero los marineros que habían cedido su barco y viaje para llevarme hasta mi nuevo destino eran demasiado encantadores; su uniforme me traía recuerdos de otra vida que ya no viviría más: la vida con mi esposo, conde de Rumanía. Añoraría esa tierra casi por igual, pero al menos podía dar gracias a que la idea de mi hermano de cambiar mi lugar de reclusión de Ecsed a París había significado salir a la calle y ver la luz, poder caminar fuera de mis dominios ya hechos ceniza.
Viviría sola, lejos de mi hermano, que ahora discutía si comenzar la guerra contra Turquía o no. Bueno, en realidad, no estaría sola. Tenía a mi hijo. Mi hermoso hijo. Eso no me lo iban a quitar con facilidad. Y por supuesto, tenía a las tres imbéciles niñas que en mala hora salieron de mi vientre. Estaban mejor dentro.
Levanté la vista y pude ver que ya habíamos llegado al puerto. Las niñas dieron vítores de alegría y saltaron por la cubierta del barco, lo que hizo que éste se balancease con más ímpetu.
-¡Estúpidas hijas de Satán! ¡Estaos quietas! -dije mientras las abofeteaba.- ¿Son acaso estos modales para una dama de la realeza? -dije consciente de que los oficiales de la marina me miraban con acritud.
Me giré y esperé a que pusiesen la tabla de madera para poder bajar del barco. Me despedí del marinero y llamé para que me entregasen a mi hijo. Una doncella vino enseguida, y me entregó a Paulio, apenas de diez meses, con su semblante tranquilo y sus hermosas facciones. Lo tomé en brazos y ambos descendimos del barco, después de haberme despedido con educación de los marineros.
Cuando bajamos, miré a mi alrededor con escepticismo. Bueno, una ciudad como cualquier otra. Miré a mi pequeño, y acaricié con suavidad su carita endormiscada.
-No sé si éste será un buen lugar para que recibas tu educación.
Aún así, el trato ya estaba cerrado. Yo me alejaría de Rumanía, tal y como había exigido mi hermano, y a cambio mi hijo se quedaría conmigo, supervisando yo su educación, para convertirlo en el conde que realmente necesitaba el país. Un conde digno, no como su estúpido tío, que en mala hora ayudé a ostentar el cargo que ahora poseía.
El frío otoñal me sacudía la cara, y no pude sino sorprenderme al ver una cara conocida en aquel puerto. Sentada sobre un banco, como si de una aparición fugaz se tratase, allí estaba ella, la condesa de Escocia. Negué con la cabeza. Las ropas que portaba no eran ni de lejos propias de una dama como ella; eran mugrientas, estaban sucias , y sobre todo, eran horribles.
Le entregué el niño a una doncella y le pedí que llevasen todo el equipaje al carruaje que acababa de llegar. Mientras tanto, tendría tiempo para hablar con aquella dama. Me acerqué a ella, vestida con mi mejor vestido rojo, evuelta en joyas de oro y con el pelo rizado y recogido.
-¿Lady Elizabeth? -dije en voz baja- ¿Qué ha hecho el mundo con vos?
Viviría sola, lejos de mi hermano, que ahora discutía si comenzar la guerra contra Turquía o no. Bueno, en realidad, no estaría sola. Tenía a mi hijo. Mi hermoso hijo. Eso no me lo iban a quitar con facilidad. Y por supuesto, tenía a las tres imbéciles niñas que en mala hora salieron de mi vientre. Estaban mejor dentro.
Levanté la vista y pude ver que ya habíamos llegado al puerto. Las niñas dieron vítores de alegría y saltaron por la cubierta del barco, lo que hizo que éste se balancease con más ímpetu.
-¡Estúpidas hijas de Satán! ¡Estaos quietas! -dije mientras las abofeteaba.- ¿Son acaso estos modales para una dama de la realeza? -dije consciente de que los oficiales de la marina me miraban con acritud.
Me giré y esperé a que pusiesen la tabla de madera para poder bajar del barco. Me despedí del marinero y llamé para que me entregasen a mi hijo. Una doncella vino enseguida, y me entregó a Paulio, apenas de diez meses, con su semblante tranquilo y sus hermosas facciones. Lo tomé en brazos y ambos descendimos del barco, después de haberme despedido con educación de los marineros.
Cuando bajamos, miré a mi alrededor con escepticismo. Bueno, una ciudad como cualquier otra. Miré a mi pequeño, y acaricié con suavidad su carita endormiscada.
-No sé si éste será un buen lugar para que recibas tu educación.
Aún así, el trato ya estaba cerrado. Yo me alejaría de Rumanía, tal y como había exigido mi hermano, y a cambio mi hijo se quedaría conmigo, supervisando yo su educación, para convertirlo en el conde que realmente necesitaba el país. Un conde digno, no como su estúpido tío, que en mala hora ayudé a ostentar el cargo que ahora poseía.
El frío otoñal me sacudía la cara, y no pude sino sorprenderme al ver una cara conocida en aquel puerto. Sentada sobre un banco, como si de una aparición fugaz se tratase, allí estaba ella, la condesa de Escocia. Negué con la cabeza. Las ropas que portaba no eran ni de lejos propias de una dama como ella; eran mugrientas, estaban sucias , y sobre todo, eran horribles.
Le entregué el niño a una doncella y le pedí que llevasen todo el equipaje al carruaje que acababa de llegar. Mientras tanto, tendría tiempo para hablar con aquella dama. Me acerqué a ella, vestida con mi mejor vestido rojo, evuelta en joyas de oro y con el pelo rizado y recogido.
-¿Lady Elizabeth? -dije en voz baja- ¿Qué ha hecho el mundo con vos?
Erzsébet Batoríy- Mensajes : 47
Fecha de inscripción : 27/08/2010
Re: Destino final: París (Amber Le Vaillant)
Mladición, Maldición, Maldición, Maldición! me repetí a mi misma, hoy había sido un día fatal para salir, pero no quedaba mas remedio que hacerlo porque en casa, con la situación que vivía era imposible estar en paz, estar entre las cuatro frías paredes de mi habitación me volvía a recordar la voz de mi padre dandome su ultimatum, mi condena.
Corrí por las calles antes de que alguien lograse verme, mi amiga no estaba en su casa y la carreta de un caballero había pasado cerca de ahí obligandome a meterme al lodo para que no me viera, de cualquier forma no me hubiese reconocido con la manta que tenía en mi cabeza, la cual me quite al haber llegado a un terreno valdío, otra acción estupida ya que para mi buena suerte de hoy Lady Erzsebet se aproximó a mi, reconociendome por supuesto de inmediato, suspire y agradecí no haber tenido tantos tratos con ella para que no me conociese a fondo. Me mordí el labio y sonreí cortesmente, al menos mi cabello aun conservaba el peinado y la limpieza, cosa que no podía decir de mis ropas. Por fortuna lo único senzato al parecer que había tenido a bien hacer por la mañana era haber traido conmigo uno de mis vestidos por si acaso se me hacía tarde para asistir a una reunión en la casa de Lady Storgoff, a la cual no me apetecía asistir, pero que tenía que hacerlo.
.-Milady, dichosos mis ojos que me permiten encontrarme con usted nuevamente, y lamento mucho que me encuentre en tan deplorables condiciones pero las circustancias me han hecho tomar medidas severas, la inseguridad en las calles Parisinas se ha vuelto algo trivial, mi doncella se ha perdido de mi vista y me han robado mis joyas razgandome el vestido en el acto, por lo cual he intercambiado mis prendas con una aldeana mientras encuentro un buen lugar donde poder cambiarme a mi vestido que he recogido con la costurera, planeaba regresar a casa inmediatamente pero el camino parece el mismísimo infierno y usted coincidira conmigo en que no puedo dejarme ver así por las calles-. me expliqué .-Si milady tuviera la bondad de permitirme usar un instante su carruaje para deshacerme de tan desagradables prendas le estaría eternamente agradecida-. finalice poniendo un semblante de verdadera preocupación, esperaba con todo el corazón que mis palabras la hubiesen convencido.
Corrí por las calles antes de que alguien lograse verme, mi amiga no estaba en su casa y la carreta de un caballero había pasado cerca de ahí obligandome a meterme al lodo para que no me viera, de cualquier forma no me hubiese reconocido con la manta que tenía en mi cabeza, la cual me quite al haber llegado a un terreno valdío, otra acción estupida ya que para mi buena suerte de hoy Lady Erzsebet se aproximó a mi, reconociendome por supuesto de inmediato, suspire y agradecí no haber tenido tantos tratos con ella para que no me conociese a fondo. Me mordí el labio y sonreí cortesmente, al menos mi cabello aun conservaba el peinado y la limpieza, cosa que no podía decir de mis ropas. Por fortuna lo único senzato al parecer que había tenido a bien hacer por la mañana era haber traido conmigo uno de mis vestidos por si acaso se me hacía tarde para asistir a una reunión en la casa de Lady Storgoff, a la cual no me apetecía asistir, pero que tenía que hacerlo.
.-Milady, dichosos mis ojos que me permiten encontrarme con usted nuevamente, y lamento mucho que me encuentre en tan deplorables condiciones pero las circustancias me han hecho tomar medidas severas, la inseguridad en las calles Parisinas se ha vuelto algo trivial, mi doncella se ha perdido de mi vista y me han robado mis joyas razgandome el vestido en el acto, por lo cual he intercambiado mis prendas con una aldeana mientras encuentro un buen lugar donde poder cambiarme a mi vestido que he recogido con la costurera, planeaba regresar a casa inmediatamente pero el camino parece el mismísimo infierno y usted coincidira conmigo en que no puedo dejarme ver así por las calles-. me expliqué .-Si milady tuviera la bondad de permitirme usar un instante su carruaje para deshacerme de tan desagradables prendas le estaría eternamente agradecida-. finalice poniendo un semblante de verdadera preocupación, esperaba con todo el corazón que mis palabras la hubiesen convencido.
Amber Le Vaillant- Humano Clase Media
- Mensajes : 187
Fecha de inscripción : 27/08/2010
Re: Destino final: París (Amber Le Vaillant)
Lady Elizabeth se asombró de verme, aunque no sabía bien si esa sorpresa era en realidad verguenza ante la situación en que ella se encontraba. Debía preguntarse qué hacía yo allí; una mente medieval embutida en un vestido de corte parisino y paseando por una ciudad que nunca sería la mía.
Efectivamente, se trataba de ella, pues. Intentó explicarme la situación, que según ella había sido fruto de un robo y el abandono de su sirvienta.
-Demonios -farfullé acercándome a ella y ayudándola a levantarse del banco.- Creo que me llevo una mala impresión de esta ciudad nada más pisarla. Sabía que no era el lugar idóneo para mí -dije pensando en la horrible seguridad de la capital francesa. Cada vez odiaba más a mi hermano por haberme hecho esto- Desde luego que no deberíais dejaros ver así por la calle; parecéis una simple paisana. -dije con todo el odio que pude. Siempre era partidaria de mostrarse tal y como uno era. Si has nacido rey, entonces, ostenta la corona, y si has nacido campesino, no te avergüences del azado. Además, incluso a mí misma me avergonzaba que me vieran hablar con ella en la calle, aunque por suerte nadie sabía quién era aún.- Por supuesto que podéis usarlo. Es más, estaré encantada de llevarla a casa. Si me decís por dónde queda vuestro hogar, no me importaría llevaros hasta allí antes de llegar a mi destino.
Levanté una mano volviéndome hacia los carruajes que me esperaban y llamé al cochero.
-Acompaña a esta señorita al carruaje. Que se monte en el mío personal, irá conmigo y la llevaremos a casa.
Subió al carruaje conmigo y dejó sus pertenencias en el suelo mientras cerraban la puerta. Descorrí las cortinas para ver el camino parisino mientras ella se acomodaba en el sillón del coche de caballos.
-¿Qué hacéis en París, lady Elizabeth? -pregunté, pese a que sabía que el encuentro había sido extraño. Ninguna de las dos pertenecíamos al país en el que estábamos. Al menos, tendría una confidente a mi altura lejos de Rumanía, la tierra de la que ahora empezaba a desligarme.
Efectivamente, se trataba de ella, pues. Intentó explicarme la situación, que según ella había sido fruto de un robo y el abandono de su sirvienta.
-Demonios -farfullé acercándome a ella y ayudándola a levantarse del banco.- Creo que me llevo una mala impresión de esta ciudad nada más pisarla. Sabía que no era el lugar idóneo para mí -dije pensando en la horrible seguridad de la capital francesa. Cada vez odiaba más a mi hermano por haberme hecho esto- Desde luego que no deberíais dejaros ver así por la calle; parecéis una simple paisana. -dije con todo el odio que pude. Siempre era partidaria de mostrarse tal y como uno era. Si has nacido rey, entonces, ostenta la corona, y si has nacido campesino, no te avergüences del azado. Además, incluso a mí misma me avergonzaba que me vieran hablar con ella en la calle, aunque por suerte nadie sabía quién era aún.- Por supuesto que podéis usarlo. Es más, estaré encantada de llevarla a casa. Si me decís por dónde queda vuestro hogar, no me importaría llevaros hasta allí antes de llegar a mi destino.
Levanté una mano volviéndome hacia los carruajes que me esperaban y llamé al cochero.
-Acompaña a esta señorita al carruaje. Que se monte en el mío personal, irá conmigo y la llevaremos a casa.
Subió al carruaje conmigo y dejó sus pertenencias en el suelo mientras cerraban la puerta. Descorrí las cortinas para ver el camino parisino mientras ella se acomodaba en el sillón del coche de caballos.
-¿Qué hacéis en París, lady Elizabeth? -pregunté, pese a que sabía que el encuentro había sido extraño. Ninguna de las dos pertenecíamos al país en el que estábamos. Al menos, tendría una confidente a mi altura lejos de Rumanía, la tierra de la que ahora empezaba a desligarme.
Erzsébet Batoríy- Mensajes : 47
Fecha de inscripción : 27/08/2010
Re: Destino final: París (Amber Le Vaillant)
Subí rápidamente al carruaje en cuanto el cochero lo indicó y me deshice de las prendas sucias en menos de lo que el cochero tardo en alistar los caballos de nuevo, me enfundé en el vestido, era una suerte que debajo de este trajera las crinolinas para esponjar el vestido, así que no costó tanto volver a estar en condiciones de viajar en el carruaje de Lady Batoryi. Cuando ella se subió yo terminaba de abrocharme el corsé, que, para fines prácticos lo había mandado a hacer por delante.
.-Le agradezco su amabilidad milady, es un honor poder estar con usted un rato más, y porsupuesto no podrá rechazar mi invitación a quedarse por hoy en mi finca, de seguro sus criaturas han de estar exhaustas al igual que usted, y claro en mi hogar sobran habitaciones, aparte de todo, no desearía que se quedara sola el primer día en una ciudad nueva, alguna vez yo tuve que pasar por esto, así que la entiendo un poco-. le sonreí mientras guardaba las ropas sucias en un saco dejando este mismo a un lado como si no me importara.
.-Oh bueno, mi padre ha decidido que mudarnos aquí por una temporada es lo ideal, no me pregunte mucho por las razones, el afirma que son meramente de negocios, pero supongo que regresaremos el otro año a Escocia, todo depende de sus arreglos, por mi parte asisto a las reuniones que se efectúan en su mayoría en el palacio Royal, hermoso lugar he de decirle, y algunas veces mas acompaño a mi padre a la corte, en los ratos libres me dedico a las artes en casa-. le comenté sin dejar de ver a la sirvienta que traía al niño en brazos, me preguntaba por qué las pequeñas viajaban en el otro carruaje, si bien este no era apto para cargar con mucha gente, al menos sus hijas..... bueno no quise inmiscuorme en sus asuntos, pero no pude evitar hacer un comentario. .-Milady, lo siento es solo que no puedo evitar observar a su pequeño, es todo un ángel, y tan tranquilo... una verdadera bendición, permitame felicitarla por haber traido al mundo a este primor-. sonreí ampliamente, nunca había tenido hermanos pequeños y mucho menos hijos o hijas, pero siempre me habían parecido encantadores, y deseaba poder algún dia tener alguno.
.-Le agradezco su amabilidad milady, es un honor poder estar con usted un rato más, y porsupuesto no podrá rechazar mi invitación a quedarse por hoy en mi finca, de seguro sus criaturas han de estar exhaustas al igual que usted, y claro en mi hogar sobran habitaciones, aparte de todo, no desearía que se quedara sola el primer día en una ciudad nueva, alguna vez yo tuve que pasar por esto, así que la entiendo un poco-. le sonreí mientras guardaba las ropas sucias en un saco dejando este mismo a un lado como si no me importara.
.-Oh bueno, mi padre ha decidido que mudarnos aquí por una temporada es lo ideal, no me pregunte mucho por las razones, el afirma que son meramente de negocios, pero supongo que regresaremos el otro año a Escocia, todo depende de sus arreglos, por mi parte asisto a las reuniones que se efectúan en su mayoría en el palacio Royal, hermoso lugar he de decirle, y algunas veces mas acompaño a mi padre a la corte, en los ratos libres me dedico a las artes en casa-. le comenté sin dejar de ver a la sirvienta que traía al niño en brazos, me preguntaba por qué las pequeñas viajaban en el otro carruaje, si bien este no era apto para cargar con mucha gente, al menos sus hijas..... bueno no quise inmiscuorme en sus asuntos, pero no pude evitar hacer un comentario. .-Milady, lo siento es solo que no puedo evitar observar a su pequeño, es todo un ángel, y tan tranquilo... una verdadera bendición, permitame felicitarla por haber traido al mundo a este primor-. sonreí ampliamente, nunca había tenido hermanos pequeños y mucho menos hijos o hijas, pero siempre me habían parecido encantadores, y deseaba poder algún dia tener alguno.
Amber Le Vaillant- Humano Clase Media
- Mensajes : 187
Fecha de inscripción : 27/08/2010
Re: Destino final: París (Amber Le Vaillant)
El ofrecimiento de Lady Elizabeth me pareció bastante atrevido, pero sin embargo, acepté. No estaría mal conocer a alguien por estos nuevos lugares, y más aún si ese alguien formaba parte de la realeza extranjera, como era mi caso. Quizá tendríamos más de un punto en común, y podríamos compartirlos.
-Sois muy amable. Me encantará ir a vuestro hogar. Así mis criados aprovecharán el tiempo que pase con usted para coloca mis pertenencias en mi hogar. Cuando llegue mañana estará ya todo preparado. Le agradezco su hospitalidad, Lady Elizabeth.
Me comentó por qué había venido a París, era algo extraño, aunque en la realeza la vida era así, pendiendo del hilo de los que tienen más poder.
-Comprendo, también yo he tenido que venir a París por deseo de otra persona. ¿Recordáis a mi hermano Gabriel? -pregunté- Ahora, convertido en conde de Rumanía, se ha cansado de mí y me ha obligado a venir a París con toda mi familia para que estemos "lejos de molestarle". No me queda más remedio, aunque sé que esto no quedará así -dije con todo mi odio. Cada vez que recordaba a Gábor gritándome que "mi comportamiento no era el adecuado" la sangre me hervía en las venas. ¿Qué clase de comportamiento quería sino que tuviese? Si alguna doncella hacía algo mal, había que castigarla. Eso era algo que él no entendía. Aunque algún día, puesto que no tenía hijos, vendría a París a reclamar a mi pequeño Paulio, y entonces yo le hablaría con la misma crudeza con la que el lo había hecho.
Desperté de mi letargo y volví la vista hacia Lady Elizabeth, que hablaba sobre mi hijo.
-Gracias, milady, sí que es una auténtica bendición. Es lo más grande que mi marido ha podido dejarme. -susurré. Oh, ella seguramente no sabía el trágico destino que había tenido mi marido-. Él... Férenc murió. Y ahora yo tengo a este pequeño, que es lo único que me queda. Mi única salvación como condesa. Y voy a aprovecharlo al máximo -sonreí.
Sabía que ella se había referido a su belleza y yo a su utilidad. Eso decía mucho de nosotras, que éramos opuestas en muchas facciones. Quizá yo era demasiado cruda con la realidad, pero era así. Aquel era el único varón que tenía, y debía cuidarlo y educarlo como el conde en el que se convertiría.
-¿Os habéis casado vos? ¿Habéis formado una familia? No tengo noticias de Escocia desde la última vez que nos vimos.
-Sois muy amable. Me encantará ir a vuestro hogar. Así mis criados aprovecharán el tiempo que pase con usted para coloca mis pertenencias en mi hogar. Cuando llegue mañana estará ya todo preparado. Le agradezco su hospitalidad, Lady Elizabeth.
Me comentó por qué había venido a París, era algo extraño, aunque en la realeza la vida era así, pendiendo del hilo de los que tienen más poder.
-Comprendo, también yo he tenido que venir a París por deseo de otra persona. ¿Recordáis a mi hermano Gabriel? -pregunté- Ahora, convertido en conde de Rumanía, se ha cansado de mí y me ha obligado a venir a París con toda mi familia para que estemos "lejos de molestarle". No me queda más remedio, aunque sé que esto no quedará así -dije con todo mi odio. Cada vez que recordaba a Gábor gritándome que "mi comportamiento no era el adecuado" la sangre me hervía en las venas. ¿Qué clase de comportamiento quería sino que tuviese? Si alguna doncella hacía algo mal, había que castigarla. Eso era algo que él no entendía. Aunque algún día, puesto que no tenía hijos, vendría a París a reclamar a mi pequeño Paulio, y entonces yo le hablaría con la misma crudeza con la que el lo había hecho.
Desperté de mi letargo y volví la vista hacia Lady Elizabeth, que hablaba sobre mi hijo.
-Gracias, milady, sí que es una auténtica bendición. Es lo más grande que mi marido ha podido dejarme. -susurré. Oh, ella seguramente no sabía el trágico destino que había tenido mi marido-. Él... Férenc murió. Y ahora yo tengo a este pequeño, que es lo único que me queda. Mi única salvación como condesa. Y voy a aprovecharlo al máximo -sonreí.
Sabía que ella se había referido a su belleza y yo a su utilidad. Eso decía mucho de nosotras, que éramos opuestas en muchas facciones. Quizá yo era demasiado cruda con la realidad, pero era así. Aquel era el único varón que tenía, y debía cuidarlo y educarlo como el conde en el que se convertiría.
-¿Os habéis casado vos? ¿Habéis formado una familia? No tengo noticias de Escocia desde la última vez que nos vimos.
Erzsébet Batoríy- Mensajes : 47
Fecha de inscripción : 27/08/2010
Re: Destino final: París (Amber Le Vaillant)
Asentí complacida de que aceptara mi invitación, por un lado porque tendría a alguien mas con quien intercambiar comunicación aparte de la engreída y chocante Cornelia con sus malos modos, y claro mi madre, pero hablar con ella era como hablarle a una madeja de hilo o a un vestido, no daba razones de nada que no fueran deberes domésticos. Mi padre ni hablar, negocios era el único tema en su vocabulario.
.-No es nada, simplemente reciprocidad milady, creame que le comprendo muy bien, por otra parte, hablar únicamente con los sirvientes no es muy acogedor que digamos-. comenté con un pequeño suspiro. .-Oh claro que recuerdo a su hermano-. respondí con simpleza, no tenía comentarios al respecto de ese hombre. .-Milady.... no se que decir de tal demonio que ha quedado en la corte de Rumania, lamento que haya pasado de esa forma, pero por lo que se, usted pronto será recompensada porque tiene al único sucesor al título-. dije sonriendo de lado viendo al pequeño, y al escuchar sus comentarios supe que era cierto, aunque ella hablaba de fines meramente prácticos, ¿A caso sería lo único que le interesaba de su hijo? Entendía que así era la vida en la realeza, incluso mi madre la cual únicamente había tenido desendencia para fines económicos, y para su mala suerte había nacido mujer.
Por alguna razón a todo el mundo últimamente se le había dado la costumbre de preguntarme por Escocia, bueno, debía deducir que la pregunta era obvia, mas bien, el punto era que últimamente iban apareciendo personas que había dejado de ver en mucho tiempo. Sin embargo sus otras preguntas me cayeron como baldes de agua helada, y me hicieron recordar mi crítica situación, tal vez ella era la única persona a la que le podía comentar las cosas como eran.
.-No milady, no he contraído matrimonio aún, ni hijos por ende, pero mi padre me ha fijado una fecha, y si no cumplo con sus deseos de encontrar a un hombre en un plazo de doce meses, va a casarme con alguien de su conveniencia-. mencioné con repudio mal disimulado, ante esa situación no podía evitar teñir mis palabras de amargura y odio, sabía que así era la vida, pero no quería conformarme con tal cosa.
.-Y mi padre como sabe es conde ahí, los negocios le marchan muy bien ultimamente y al parecer regresaremos otra temporada a escocia, probablemente en el próximo verano si todo marcha conforme a sus planes-. finalice sin darle mucha importancia a las burdas desiciones de ese hombre, mi progenitor.
.-No es nada, simplemente reciprocidad milady, creame que le comprendo muy bien, por otra parte, hablar únicamente con los sirvientes no es muy acogedor que digamos-. comenté con un pequeño suspiro. .-Oh claro que recuerdo a su hermano-. respondí con simpleza, no tenía comentarios al respecto de ese hombre. .-Milady.... no se que decir de tal demonio que ha quedado en la corte de Rumania, lamento que haya pasado de esa forma, pero por lo que se, usted pronto será recompensada porque tiene al único sucesor al título-. dije sonriendo de lado viendo al pequeño, y al escuchar sus comentarios supe que era cierto, aunque ella hablaba de fines meramente prácticos, ¿A caso sería lo único que le interesaba de su hijo? Entendía que así era la vida en la realeza, incluso mi madre la cual únicamente había tenido desendencia para fines económicos, y para su mala suerte había nacido mujer.
Por alguna razón a todo el mundo últimamente se le había dado la costumbre de preguntarme por Escocia, bueno, debía deducir que la pregunta era obvia, mas bien, el punto era que últimamente iban apareciendo personas que había dejado de ver en mucho tiempo. Sin embargo sus otras preguntas me cayeron como baldes de agua helada, y me hicieron recordar mi crítica situación, tal vez ella era la única persona a la que le podía comentar las cosas como eran.
.-No milady, no he contraído matrimonio aún, ni hijos por ende, pero mi padre me ha fijado una fecha, y si no cumplo con sus deseos de encontrar a un hombre en un plazo de doce meses, va a casarme con alguien de su conveniencia-. mencioné con repudio mal disimulado, ante esa situación no podía evitar teñir mis palabras de amargura y odio, sabía que así era la vida, pero no quería conformarme con tal cosa.
.-Y mi padre como sabe es conde ahí, los negocios le marchan muy bien ultimamente y al parecer regresaremos otra temporada a escocia, probablemente en el próximo verano si todo marcha conforme a sus planes-. finalice sin darle mucha importancia a las burdas desiciones de ese hombre, mi progenitor.
Amber Le Vaillant- Humano Clase Media
- Mensajes : 187
Fecha de inscripción : 27/08/2010
Re: Destino final: París (Amber Le Vaillant)
Lady Elizabeth habló de su padre. Recordaba perfectamente a aquel hombre, sumido en una tremenda ambición de la que dudaba algún día pudiera despertar. En cierto modo, Elizabeth se parecía un poco a él, físicamente hablando, aunque dudaba que ella pudiese pensar del mismo modo que su padre en lo que a los negocios se refería. Ella parecía más despegada de todo ese mundo, como si fuese algo ajeno a lo que sólo prestaría atención cuando llegase el momento; es decir, cuando su padre feneciese.
-Bueno, querida, es lógico que vuestro padre quiera encontrad un marido para vos. Siempre hay que estar preparada para cualquier cosa, milady. -dije con aspereza. El tema del matrimonio era algo que a muchas mujeres molestaba, y sin embargo para mí tan sólo suponía un trámite para ser alguien en el mundo. Recordé a Férenc, mi difunto marido.- Lo que me resulta extraño es que vuestro padre os haya dado la oportunidad de ser vos misma quien elija al individuo en cuestión. Lo único que conseguirá así será que os dejéis llevar por el corazón y perdáis posición en este austero mundo.
Sabía que mis palabras no gustaban a Lady Elizabeth, pero aún así las decía completamente segura.
-Una mujer de nuestra posición no está hecha para el amor, sino para el poder. -concluí. En ese momento, Paulio comenzó a llorar estrepitosamente, y pedí a la dama que nos acompañaba en el carro a la condesa escocesa y a mí que me entregara al pequeño angelito. -No sabéis cuidarlo -le espeté con ojos furiosos. Si no hubiera estado Lady Elizabeth delante, le habría propinado una buena bofetada.- Baja calaña... -murmuré.
Tomé al pequeño en brazos y lo mecí regularmente. Sus hermosos ojos oscuros se abrieron para dirigir su mirada a mí.
-Y además -dije en silencio, retomando el tema de nuestra conversación- siempre hay un lado bueno del matrimonio; un heredero es lo que más he deseado siempre. Alguien a quien educar en mis propios valores. ¿No es eso maravilloso?
Dejé caer las palabras mientras el carro llegaba a su destino. Los caballos relincharon al parar.
-Bueno, querida, es lógico que vuestro padre quiera encontrad un marido para vos. Siempre hay que estar preparada para cualquier cosa, milady. -dije con aspereza. El tema del matrimonio era algo que a muchas mujeres molestaba, y sin embargo para mí tan sólo suponía un trámite para ser alguien en el mundo. Recordé a Férenc, mi difunto marido.- Lo que me resulta extraño es que vuestro padre os haya dado la oportunidad de ser vos misma quien elija al individuo en cuestión. Lo único que conseguirá así será que os dejéis llevar por el corazón y perdáis posición en este austero mundo.
Sabía que mis palabras no gustaban a Lady Elizabeth, pero aún así las decía completamente segura.
-Una mujer de nuestra posición no está hecha para el amor, sino para el poder. -concluí. En ese momento, Paulio comenzó a llorar estrepitosamente, y pedí a la dama que nos acompañaba en el carro a la condesa escocesa y a mí que me entregara al pequeño angelito. -No sabéis cuidarlo -le espeté con ojos furiosos. Si no hubiera estado Lady Elizabeth delante, le habría propinado una buena bofetada.- Baja calaña... -murmuré.
Tomé al pequeño en brazos y lo mecí regularmente. Sus hermosos ojos oscuros se abrieron para dirigir su mirada a mí.
-Y además -dije en silencio, retomando el tema de nuestra conversación- siempre hay un lado bueno del matrimonio; un heredero es lo que más he deseado siempre. Alguien a quien educar en mis propios valores. ¿No es eso maravilloso?
Dejé caer las palabras mientras el carro llegaba a su destino. Los caballos relincharon al parar.
Erzsébet Batoríy- Mensajes : 47
Fecha de inscripción : 27/08/2010
Re: Destino final: París (Amber Le Vaillant)
.-Tal vez simplemente me haya dado dicha oportunidad para terminar de arreglar los negocios con quien planea casarme y porque sabe que la oportunidad que me ha dado es imposible, que encontrar a alguien por mi misma sería como usted dice, dejarme llevar por el corazón, osea, encontrar una aguja en un pajar-. contesté, aunque mas bien pareciese que estuviera pensando en voz alta, sacando mis propias y dolorosas conjeturas acerca de este asunto, Lady Erzébet tenía un pensamiento frívolo, no muy parecido al mio en muchos aspectos, y sin embargo, bastante cercano el unos pocos más, yo no lo hubiese creiado, y sin embargo así era, cada quien tenía algo en común con su semejante, aunque fuera un poco, y de vez en cuando, solo por eso se lograban las alianzas.
"Una mujer de nuestra posición no está hecha para el amor, sino para el poder" escuché después, era verdad, en mi posición eso era lo único que se suponía debía importarme, y sin embargo yo no había elegido nacer con tal destino....
El llanto del niño me hizo volver la cabeza hacia él, su madre lo tomó en brazos ¿Qué mejor que el abrazo de una madre para reconfortar a su pequeño? la escena me pareció conmovedora aunque fuera simple, el bebé se calmo enseguida mirando a su madre como quien idolatra a un dios, por la otra parte ella tenía razón, su heredero... era un ser nacido de ella, una parte de ella, y sí, era una buena recopensa en el matrimonio, para muchos una luz enmedio de su sufrinmiento, para otros, un instrumento que usarán apra su salvación, tal como pasaba con mi padre.
.-Así es milady, un hijo es algo maravilloso, alguien que es parte de tí... es una parte buena, coincido con eso-. dije finalmente. Tal vez en el futuro eso fuera mi único destino....
"Una mujer de nuestra posición no está hecha para el amor, sino para el poder" escuché después, era verdad, en mi posición eso era lo único que se suponía debía importarme, y sin embargo yo no había elegido nacer con tal destino....
El llanto del niño me hizo volver la cabeza hacia él, su madre lo tomó en brazos ¿Qué mejor que el abrazo de una madre para reconfortar a su pequeño? la escena me pareció conmovedora aunque fuera simple, el bebé se calmo enseguida mirando a su madre como quien idolatra a un dios, por la otra parte ella tenía razón, su heredero... era un ser nacido de ella, una parte de ella, y sí, era una buena recopensa en el matrimonio, para muchos una luz enmedio de su sufrinmiento, para otros, un instrumento que usarán apra su salvación, tal como pasaba con mi padre.
.-Así es milady, un hijo es algo maravilloso, alguien que es parte de tí... es una parte buena, coincido con eso-. dije finalmente. Tal vez en el futuro eso fuera mi único destino....
Amber Le Vaillant- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 27/08/2010
Re: Destino final: París (Amber Le Vaillant)
Lady Elizabeth asintió ante mis últimas palabras. Mientras acunaba a mi hijo en mis brazos, vislumbré la gran casa de la condesa escocesa, a la que ya habíamos llegado. Los jardines eran amplios, y por supuesto, bien cuidados. Los colores tenían una pizca de viveza, aunque permanecían apagados como relatando que en otra época fueron un esplendor que ahora empezaba a ser pasto de los gusanos. Como yo. Maldita sea.
Miré a mi niño de nuevo, y lo acuné a la espera de que se quedase dormido. Al menos, yo tenía un instrumento mediante el cual podría canalizar mis ideas, mis juicios, contra todo el pesar. Eso y la sangre de mis doncellas, que me rejuvenecía no sólo la piel, eran las únicas armas que portaba en la lucha contra la mortalidad inevitable y el terrible y temido paso del tiempo. Suspiré. No me derribaré tan fácilmente.
El tiempo en París era húmedo, y aunque aún se notaban los últimos vestigios del verano, la sombra invernal comenzaba a ceñirse sobre el crudo invierno. Un tiempo feo, la verdad, predecesor de mis días en aquella ciudad.
-Tenéis unas tierras preciosas en París, Lady Elizabeth -murmuré mientras me bajaba del carruaje. Entregué a mi pequeño en manos de una doncella, mientras el cochero y un sirviente me ayudaban a bajar.- Debéis pasar mucho tiempo aquí, parece bien acondicionado para ser una simple morada de paso.
Observé el panorama a mi alrededor. Tenía ganas de ver mi casa, aunque no quería llegar aún. Tendría que adaptarme a un nuevo hogar, y eso supondría poner a cada persona en su lugar, a cada miembro del servicio, y a mis atolondradas y estúpidas hijas. Me quedaría un par de días en compañía de Lady Elizabeth -una compañía que no me desagradaba, aunque tampoco me entusiasmaba especialmente- y después aceptaría mi destino.
-Espero no molestar aquí, querida. Me alegrará ver a vuestra familia, si es que se encuentra en casa.
Miré a mi niño de nuevo, y lo acuné a la espera de que se quedase dormido. Al menos, yo tenía un instrumento mediante el cual podría canalizar mis ideas, mis juicios, contra todo el pesar. Eso y la sangre de mis doncellas, que me rejuvenecía no sólo la piel, eran las únicas armas que portaba en la lucha contra la mortalidad inevitable y el terrible y temido paso del tiempo. Suspiré. No me derribaré tan fácilmente.
El tiempo en París era húmedo, y aunque aún se notaban los últimos vestigios del verano, la sombra invernal comenzaba a ceñirse sobre el crudo invierno. Un tiempo feo, la verdad, predecesor de mis días en aquella ciudad.
-Tenéis unas tierras preciosas en París, Lady Elizabeth -murmuré mientras me bajaba del carruaje. Entregué a mi pequeño en manos de una doncella, mientras el cochero y un sirviente me ayudaban a bajar.- Debéis pasar mucho tiempo aquí, parece bien acondicionado para ser una simple morada de paso.
Observé el panorama a mi alrededor. Tenía ganas de ver mi casa, aunque no quería llegar aún. Tendría que adaptarme a un nuevo hogar, y eso supondría poner a cada persona en su lugar, a cada miembro del servicio, y a mis atolondradas y estúpidas hijas. Me quedaría un par de días en compañía de Lady Elizabeth -una compañía que no me desagradaba, aunque tampoco me entusiasmaba especialmente- y después aceptaría mi destino.
-Espero no molestar aquí, querida. Me alegrará ver a vuestra familia, si es que se encuentra en casa.
Erzsébet Batoríy- Mensajes : 47
Fecha de inscripción : 27/08/2010
Re: Destino final: París (Amber Le Vaillant)
Mire el terreno que tantas veces ya había recorrido en este año, llevábamos aproximadamente seis meses viviendo en la ciudad y no me parecía tan acogedor aún, era cierto, la finca estaba bien acondicionada para pasar mas de unas semanas, pero lo cierto era que mi vida estaba en Escocia, cerca de Irlanda, mis paisajes favoritos yacían alla, no en esta cudad llena de cosas mezquinas y malos ratos en mi vida, no quitaba que tambien hubiese buenos, pero si habría de elegir, definitivamente optaba por mi ciudad natal.
Le agradezco el comentario Lady Erzsebet, aunque aún siguen siendo de mi preferencia las tierras escocesas le confesé mirando sin atención los rosales que iban abriendose camino mientras llegábamos al portón, no era un recorrido extremadamente largo, pero sí había un buen tramo entre la puerta y el jardín. Definitivamente he pasado muchos meses aquí, parece que el próximo verano hay planes de regresar a Escocia, eso depende de las decisiones y negocios de mi padre, ruego por que así sea dije en un susurro mirando el cielo y luego la construccion que se extendía enfrente de nosotros a unos cuantos metros más.
De ninguna forma milady, no lo mencione de nuevo se lo ruego, aquí tenemos espacio de sobra y como le digo, es un gusto tenerla con nosotros, probablemente vea a mi madre si no ha salido a hacer sus mandados, no le aseguro así que tenga la oportunidad de ver a mi padre que ha salido a un negocio a un pueblo vecino, pero probablemente mañana o pasado mañana se deje ver, si no tiene la oportunidad estoy segura de que le haremos una visita a su casa cuando este bien instalada le comenté con media sonrisa dibujada en mis labios.
Por lo tanto no se preocupe por nada, tome el tiempo que necesite para instalarse bien mencioné y de pronto avisté a mi pesadilla personal, Cornelia, vaya mujer mas castrante, pero al fin y al cabo seguía siendo mi subordinada, y si mi padre no la iba a hechar de una buena vez no dejaría que siguiese haciendome la vida un asqueroso pasatiempo.
.-Cornelia, Lady Batoriy nos honra con su presencia, probablemente no la conoceis, lo se, pero no necesitas explicaciones, anda ve y dirige a los caballeros hacia los cuartos grandes de huéspedes donde se quedara nuestra invitada-. dije con los ojos entornados mirandola fugazmente, ella inmediatamente dio la vuelta y haciendo merito de sus "modales" dirigio a los ayudantes de Lady Erzsebet al interior de la casa, era una total farsante, siempre era lo mismo con esa mujer, portandose de maravilla con la servidumbre masculina en cambio y especialmente conmigo era fatal, pero al menos yo tenía la satisfaccion de sacarla a menudo de sus casillas, cosa que ella no lograba facilmente conmigo.
Milady, ella era Cornelia, nuestra ama de llaves y a menudo mi fastidiosa dama de compañia, le atendera en lo que necesite, auqnue claro puede igualmente pedirle cualquier cosa a cualquier miembro de la servidumbre si asi lo necesita le espete a la dama que caminaba junto a mi, seguramente la tonta de Cornelia se desharia en atenciones con la invitada eso era seguro y por ese lado estaba bien, que hiciera algo útil al menos, pero claro, solo lo haría para demostrar que era un alma de Dios, la perfecta ama de llaves!, lo mismo que hacía con mis padres y lo que nunca haría conmigo de buena gana.
Le agradezco el comentario Lady Erzsebet, aunque aún siguen siendo de mi preferencia las tierras escocesas le confesé mirando sin atención los rosales que iban abriendose camino mientras llegábamos al portón, no era un recorrido extremadamente largo, pero sí había un buen tramo entre la puerta y el jardín. Definitivamente he pasado muchos meses aquí, parece que el próximo verano hay planes de regresar a Escocia, eso depende de las decisiones y negocios de mi padre, ruego por que así sea dije en un susurro mirando el cielo y luego la construccion que se extendía enfrente de nosotros a unos cuantos metros más.
De ninguna forma milady, no lo mencione de nuevo se lo ruego, aquí tenemos espacio de sobra y como le digo, es un gusto tenerla con nosotros, probablemente vea a mi madre si no ha salido a hacer sus mandados, no le aseguro así que tenga la oportunidad de ver a mi padre que ha salido a un negocio a un pueblo vecino, pero probablemente mañana o pasado mañana se deje ver, si no tiene la oportunidad estoy segura de que le haremos una visita a su casa cuando este bien instalada le comenté con media sonrisa dibujada en mis labios.
Por lo tanto no se preocupe por nada, tome el tiempo que necesite para instalarse bien mencioné y de pronto avisté a mi pesadilla personal, Cornelia, vaya mujer mas castrante, pero al fin y al cabo seguía siendo mi subordinada, y si mi padre no la iba a hechar de una buena vez no dejaría que siguiese haciendome la vida un asqueroso pasatiempo.
.-Cornelia, Lady Batoriy nos honra con su presencia, probablemente no la conoceis, lo se, pero no necesitas explicaciones, anda ve y dirige a los caballeros hacia los cuartos grandes de huéspedes donde se quedara nuestra invitada-. dije con los ojos entornados mirandola fugazmente, ella inmediatamente dio la vuelta y haciendo merito de sus "modales" dirigio a los ayudantes de Lady Erzsebet al interior de la casa, era una total farsante, siempre era lo mismo con esa mujer, portandose de maravilla con la servidumbre masculina en cambio y especialmente conmigo era fatal, pero al menos yo tenía la satisfaccion de sacarla a menudo de sus casillas, cosa que ella no lograba facilmente conmigo.
Milady, ella era Cornelia, nuestra ama de llaves y a menudo mi fastidiosa dama de compañia, le atendera en lo que necesite, auqnue claro puede igualmente pedirle cualquier cosa a cualquier miembro de la servidumbre si asi lo necesita le espete a la dama que caminaba junto a mi, seguramente la tonta de Cornelia se desharia en atenciones con la invitada eso era seguro y por ese lado estaba bien, que hiciera algo útil al menos, pero claro, solo lo haría para demostrar que era un alma de Dios, la perfecta ama de llaves!, lo mismo que hacía con mis padres y lo que nunca haría conmigo de buena gana.
Amber Le Vaillant- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 27/08/2010
Re: Destino final: París (Amber Le Vaillant)
En efecto, Lady Elizabeth tenía una mansión preciosa. Nada más llegar al interior de la casa, me deslumbraron los motivos florales con los que estaban decorados las paredes. No era una casa tan antigua como la mía, pero sí tenía el encanto y el calor de un hogar, y eso era algo de lo que mi castillo carecía. "La mejor decoración de una casa es llenarla de vida" decía mi hermano a menudo. Sin embargo, y aunque sabía que era cierto, la vida que poseía mi castillo era prácticamente equiparable a un caserón andaluz, aunque mucho menos alegre.
Suspiré cuando me presentó a una dama de compañía.
-Sé perfectamente de lo que me habláis -dije con fiereza-. Yo también sufro las consecuencias de que el servicio esté compuesto por mujeres y no por hombres. Son estúpidas en su mayoría, y su clase social atolondra más todavía sus diminutos cerebros.
Ví como los miembros del servicio se llevaban mi equipaje hacia los pisos superiores, y decidí que me quedaría allí un par de días, disfrutando de la tranquilidad que nunca se tiene en el hogar.
-Decidme una cosa, Lady Elizabeth, si no es atrevido...-comencé- ¿Qué negocios tiene vuestro padre aquí exactamente? Desconozco cualquier tipo de relación internacional entre el Reino Unido y Francia. Tenía entendido que se llevaban a matar -Nunca mejor dicho.
Suspiré cuando me presentó a una dama de compañía.
-Sé perfectamente de lo que me habláis -dije con fiereza-. Yo también sufro las consecuencias de que el servicio esté compuesto por mujeres y no por hombres. Son estúpidas en su mayoría, y su clase social atolondra más todavía sus diminutos cerebros.
Ví como los miembros del servicio se llevaban mi equipaje hacia los pisos superiores, y decidí que me quedaría allí un par de días, disfrutando de la tranquilidad que nunca se tiene en el hogar.
-Decidme una cosa, Lady Elizabeth, si no es atrevido...-comencé- ¿Qué negocios tiene vuestro padre aquí exactamente? Desconozco cualquier tipo de relación internacional entre el Reino Unido y Francia. Tenía entendido que se llevaban a matar -Nunca mejor dicho.
Erzsébet Batoríy- Mensajes : 47
Fecha de inscripción : 27/08/2010
Re: Destino final: París (Amber Le Vaillant)
Sonreí al notar que Lady Batoriy tenía el mismo problema con su servidumbre, ni mas ni menos las sirvientas nunca eran de mucha utilidad, si bien era cierto que había algunas que eran decentes había unas mas como mi ama de llaves que eran el mismo infierno andante, mas aun si eran solteronas y mayored de edad, viejas cascarrabias como aquella mujer.
Mire a mi alrededor, mi madre no se veía por ninguna parte, suponía que estaba dando ordenes en la cocina como era su costumbre, ahí al menos era el único lugar donde ella tenía el poder, tal vez por eso le fascinaba estar en casa, ya que su vida era completamente gobernada por mi padre a quien ella idolatraba como a un Dios y que el por su parte la trataba como si fuese una sirvienta mas,
Voltee a ver a mii acompañante de nuevo y asentí ante su comentario .-En efecto milady, asi sucede, por ello no hay demasiados escoceses de la corte por estos lugares, pero habra notado que el apellido que porto no es un apellido meramente Escocés sino Francés, así pues mi padre es decendiente de esta patria, mi abuelo fallecido nunca fue muy bien visto en escocia porque siempre estuvo inclinado hacia Francia, su amada francia solía decir, pero mucha gente no lo sabe, tampoco el rey en fin, mi padre, me parece que tiene algunos negocios con unas tierras heredadas por mi abuelo, no se si planee venderlas o rentarselas a alguien, y por otro lado tiene sus asuntos con la corte, tal vez quiere buscar algún mejor puesto, no lo se con franqueza, por lo que yo he entendido, lo único que le ayuda aquí es su desendencia y el apellido, siempre ha querido vivir aquí, y si así es su desición y consigue hacer buenos nexos probablemente nos quedemos, en Escocia no tenía muy buenas migas con la corte, tal vez también este entre sus planes el casarme con alguien de estas tierras y así ligarnos mas a este lugar, conseguiria sus objetivos y porsupuesto mi madre no replicaría en absoluto, despues de todo milady, el tendría mucho mas poder aquí-. dije estas últimas palabras con todo el desprecio que me fue posible,
.-El no habla mucho de esto, lo que le he dicho es lo que he oido algunas veces en la corte, cuando he ido acompañandolo o lo que le platica a mi madre de vez en cuando-. mencione, de cualquier modo con apellido francés o no yo seguia amando Reino Unido, pero desgraciadamente el conde Francois Le Vaillant no.
Mire a mi alrededor, mi madre no se veía por ninguna parte, suponía que estaba dando ordenes en la cocina como era su costumbre, ahí al menos era el único lugar donde ella tenía el poder, tal vez por eso le fascinaba estar en casa, ya que su vida era completamente gobernada por mi padre a quien ella idolatraba como a un Dios y que el por su parte la trataba como si fuese una sirvienta mas,
Voltee a ver a mii acompañante de nuevo y asentí ante su comentario .-En efecto milady, asi sucede, por ello no hay demasiados escoceses de la corte por estos lugares, pero habra notado que el apellido que porto no es un apellido meramente Escocés sino Francés, así pues mi padre es decendiente de esta patria, mi abuelo fallecido nunca fue muy bien visto en escocia porque siempre estuvo inclinado hacia Francia, su amada francia solía decir, pero mucha gente no lo sabe, tampoco el rey en fin, mi padre, me parece que tiene algunos negocios con unas tierras heredadas por mi abuelo, no se si planee venderlas o rentarselas a alguien, y por otro lado tiene sus asuntos con la corte, tal vez quiere buscar algún mejor puesto, no lo se con franqueza, por lo que yo he entendido, lo único que le ayuda aquí es su desendencia y el apellido, siempre ha querido vivir aquí, y si así es su desición y consigue hacer buenos nexos probablemente nos quedemos, en Escocia no tenía muy buenas migas con la corte, tal vez también este entre sus planes el casarme con alguien de estas tierras y así ligarnos mas a este lugar, conseguiria sus objetivos y porsupuesto mi madre no replicaría en absoluto, despues de todo milady, el tendría mucho mas poder aquí-. dije estas últimas palabras con todo el desprecio que me fue posible,
.-El no habla mucho de esto, lo que le he dicho es lo que he oido algunas veces en la corte, cuando he ido acompañandolo o lo que le platica a mi madre de vez en cuando-. mencione, de cualquier modo con apellido francés o no yo seguia amando Reino Unido, pero desgraciadamente el conde Francois Le Vaillant no.
Amber Le Vaillant- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 27/08/2010
Re: Destino final: París (Amber Le Vaillant)
Sopesé las palabras de Lady Elizabeth tranquilamente. Me empezaba a irritar hablar de nobles y de realeza. Tenía ganas de descansar, puesto que el viaje había sido largo y agotador. Además, odiaba el mar y sus olas cuando ibas a bordo de uno de esos buques de pasajeros.
-Comprendo -dije asintiendo.- No estaría de más pues que la persona con la que os uniéseis en matrimonio fuese un francés, ¿me equivoco? -Debía de ser duro, por otro lado, casarse con un extranjero. En eso yo sí había tenido suerte. Mi querido Férenc había sido la mejor elección dentor de las posibilidades que limitaban Rumanía. A pesar de todo, ahora me veía obligada a trasladarme a París. Sola. Como una rata.- Pero debéis tener cuidado al elegir un hombre. No es fácil encontrar a alguien que sólo quiera poder por encima de todo. En ese caso incluso vuestra propia vida peligraría. -mi voz se volvió sombría con el último comentario.
En cierto modo, me daba envidia Elizabeth. Ahora disfrutaría de un matrimonio, una fiesta nupcial, y comenzaría a tener descendencia. Aunque en realidad, no tenía nada que envidiar. Curvé mis labios en una mueca de ironía. Mi matrimonio había sido fantástico, y me había dado tres estúpidas niñas que casar con duques de tierras extranjeras, para así aumentar mi poder. Eso, y un hijo maravilloso que sería el único heredero del condado rumano.
-Parece ser que París es el lugar idóneo para matrimonios reales. También yo espero encontrar marido a alguna de mis hijas. -Observé el rostro de Amber- Sé que sólo son unas niñas, pero a la edad de la mayor, Katrina, yo ya estaba comprometida con mi marido. En realidad, esperaré algunos años para buscar un buen hombre con un buen título que las aparte de mi vista. Al fin y al cabo son sólo eso, poder para mí y una mujer a la que llevar a la cama para ellos.
Sabía que mis comentarios no serían bien recibidos, pero... ¿desde cuando me había importado eso?
-Comprendo -dije asintiendo.- No estaría de más pues que la persona con la que os uniéseis en matrimonio fuese un francés, ¿me equivoco? -Debía de ser duro, por otro lado, casarse con un extranjero. En eso yo sí había tenido suerte. Mi querido Férenc había sido la mejor elección dentor de las posibilidades que limitaban Rumanía. A pesar de todo, ahora me veía obligada a trasladarme a París. Sola. Como una rata.- Pero debéis tener cuidado al elegir un hombre. No es fácil encontrar a alguien que sólo quiera poder por encima de todo. En ese caso incluso vuestra propia vida peligraría. -mi voz se volvió sombría con el último comentario.
En cierto modo, me daba envidia Elizabeth. Ahora disfrutaría de un matrimonio, una fiesta nupcial, y comenzaría a tener descendencia. Aunque en realidad, no tenía nada que envidiar. Curvé mis labios en una mueca de ironía. Mi matrimonio había sido fantástico, y me había dado tres estúpidas niñas que casar con duques de tierras extranjeras, para así aumentar mi poder. Eso, y un hijo maravilloso que sería el único heredero del condado rumano.
-Parece ser que París es el lugar idóneo para matrimonios reales. También yo espero encontrar marido a alguna de mis hijas. -Observé el rostro de Amber- Sé que sólo son unas niñas, pero a la edad de la mayor, Katrina, yo ya estaba comprometida con mi marido. En realidad, esperaré algunos años para buscar un buen hombre con un buen título que las aparte de mi vista. Al fin y al cabo son sólo eso, poder para mí y una mujer a la que llevar a la cama para ellos.
Sabía que mis comentarios no serían bien recibidos, pero... ¿desde cuando me había importado eso?
Erzsébet Batoríy- Mensajes : 47
Fecha de inscripción : 27/08/2010
Re: Destino final: París (Amber Le Vaillant)
Me quede muy pensativa con todas las palabras que me decía aquella mujer, todo lo que expresaba era válido, finalmente nadie pensaba igual que el otro, pero realmente no me convencía el hecho de querer para sus hijas simplemente eso, no verlas, despues de todo eran su sangre y ella había sido una niña igualmente, pero por otro lado, a la edad de sus pequeñas ella estaba comprometida, por un lado era una actitud comprensible, yo había estado comprometida hace años, con un señor muchisimo mayor el cual para mi fortuna y gracia había muerto antes de que yo cumpliese una buena edad.
.-Así es milady, las bodas de mayo aquí son demasiadas-. comenté con simpleza, no era algo alentador, había asistido a alguna en el pasado, de niña cuando habíamos venido a ver casarse a una prima lejana. La boda había sido por demas magnifica si hablabamos materialmente, elegancia y lujos por doquier, París era una ciudad así, pero con todo eso no me gustaba la idea de contraer matrimonio asi fuese en el mismisimo palacio royal.
.-En el palacio royal se ofrecen fiestas a menudo, muchos caballeros y nobles tienen hijos jóvenes, de seguro que estara usted en la lista prontamente milady-. dije dando un incentivo, no podía hacer otra cosa. .-Pero bueno, esas cosas no son mi tema favorito de discusión, hay tiempo de sobra de oirlas, tal vez sea mejor que descanse, que por ahora se distraiga en otras actividades, hay muchas que puede usted hacer en la finca o fuera de ella, si desea recorrer mas tarde o mañana la ciudad o ir a algun lugar específico simplemente hara falta que me lo diga-. comente.
.-Así es milady, las bodas de mayo aquí son demasiadas-. comenté con simpleza, no era algo alentador, había asistido a alguna en el pasado, de niña cuando habíamos venido a ver casarse a una prima lejana. La boda había sido por demas magnifica si hablabamos materialmente, elegancia y lujos por doquier, París era una ciudad así, pero con todo eso no me gustaba la idea de contraer matrimonio asi fuese en el mismisimo palacio royal.
.-En el palacio royal se ofrecen fiestas a menudo, muchos caballeros y nobles tienen hijos jóvenes, de seguro que estara usted en la lista prontamente milady-. dije dando un incentivo, no podía hacer otra cosa. .-Pero bueno, esas cosas no son mi tema favorito de discusión, hay tiempo de sobra de oirlas, tal vez sea mejor que descanse, que por ahora se distraiga en otras actividades, hay muchas que puede usted hacer en la finca o fuera de ella, si desea recorrer mas tarde o mañana la ciudad o ir a algun lugar específico simplemente hara falta que me lo diga-. comente.
Amber Le Vaillant- Humano Clase Media
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