AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
I'll make you feel pure — Bastian Zweig
2 participantes
Página 1 de 1.
I'll make you feel pure — Bastian Zweig
TRUST ME
Su puño, cerrado sobre la estilográfica, se movía en florituras irregulares, creativas e ingeniosas, deslizándose sobre la hoja de papel, de izquierda a derecha y de arriba hacia abajo. Sus ojos seguían los movimientos de su escritura con pupilas inquietas, brillantes por una intensidad evidente en el rostro. Theodore, siempre que escribía, tenía la sensación de ser incapaz de contenerse a sí mismo, derramándose sobre el papel con palabras que, en un juicio minucioso que hacía posteriormente, podían significar bien un soneto digno de ser leído, bien una catástrofe de la que enseguida se arrepentía.
Observó lo que había escrito por un par de minutos: la longitud de los versos, la composición fonética (que repasó en su mente), el alcance de la semántica; y enseguida arrugó el entrecejo, inconforme, cerrando sobre su puño la hoja de papel, también arrugada, que lanzó a una canasta cercana. Deslizó el pulgar y medio por la línea de sus cejas y cerró los ojos, exhalando con violencia. Tal estado de improductividad artística le hacía sentir impotente, en toda la amplitud de la metáfora.
Renunció a un segundo intento, después de haberse removido en su asiento con ansiedad, cuando escuchó el llamado a la puerta. Con aire tímido asomaba la cabeza un criado.
— ¿Señor? Ya está aquí, eh... —tartamudeó, inseguro—. El... Usted pidió que...
— Está bien, está bien —calmó Theodore con el esbozo de una sonrisa, restándole importancia con un manoteo al aire—. Hágalo pasar.
Segundos después, cuando advirtió al chico del que había solicitado sus servicios, contrajo el rostro entre sorpresa e indignación. Le habían llevado allí con los ojos vendados, amordazado como prisionero de guerra. Theodore se levantó de su asiento y se apresuró hacia el prostituto, en cuyos hombros dejó caer sus manos. Las suyas, ahora que lo veía, también las llevaba atadas.
— No hacía falta tomar tantas medidas —espetó al criado con un gesto severo—. Sólo pedí no fuera capaz de recordar el camino a la Mansión, ¡por Dios! Han hecho de una sencilla petición un secuestro en toda regla.
Antes de cualquier excusa o réplica, Theodore despidió al sirviente, que cerró la puerta tras de sí.
En silencio y con cuidado, víctima del remordimiento que escocía en su consciencia, no tardó en deshacerse del vendaje que cubría los ojos del chico, los que saltaron a enfrentarse a los cálidos de Theodore.
— Shhh... —le calmó—. Entiendo que estás molesto, ¿vale? Estás en todo tu derecho —le reconoció, mirándole a los ojos, con voz grave y pausada—. Te quitaré esto, ¿sí? —señaló la mordaza—. No vayas a gritar.
Ahora que podía apreciar el rostro del chico, Theodore recuperó una media sonrisa.
— ¿Cuál es tu nombre? —preguntó, intentando relajar la tensión entre ambos. Con sus manos de nuevo sobre los hombros del chico, buscó hacerlo girar, dispuesto a liberar sus manos de las ataduras.
— Lamento mucho esto... —confesó, ni bien detallar las muñecas irritadas—. Quiero que sepas que jamás di orden para semejante... brutalidad.
En otra vida en tus líneas, en otra vida en montañas
En otra vida en sombras del alma mía
En otra vida te descubrí más de mil defectos
Desnudo
Te reescribí humano
En otra vida ...
En otra vida en sombras del alma mía
En otra vida te descubrí más de mil defectos
Desnudo
Te reescribí humano
En otra vida ...
Observó lo que había escrito por un par de minutos: la longitud de los versos, la composición fonética (que repasó en su mente), el alcance de la semántica; y enseguida arrugó el entrecejo, inconforme, cerrando sobre su puño la hoja de papel, también arrugada, que lanzó a una canasta cercana. Deslizó el pulgar y medio por la línea de sus cejas y cerró los ojos, exhalando con violencia. Tal estado de improductividad artística le hacía sentir impotente, en toda la amplitud de la metáfora.
Renunció a un segundo intento, después de haberse removido en su asiento con ansiedad, cuando escuchó el llamado a la puerta. Con aire tímido asomaba la cabeza un criado.
— ¿Señor? Ya está aquí, eh... —tartamudeó, inseguro—. El... Usted pidió que...
— Está bien, está bien —calmó Theodore con el esbozo de una sonrisa, restándole importancia con un manoteo al aire—. Hágalo pasar.
Segundos después, cuando advirtió al chico del que había solicitado sus servicios, contrajo el rostro entre sorpresa e indignación. Le habían llevado allí con los ojos vendados, amordazado como prisionero de guerra. Theodore se levantó de su asiento y se apresuró hacia el prostituto, en cuyos hombros dejó caer sus manos. Las suyas, ahora que lo veía, también las llevaba atadas.
— No hacía falta tomar tantas medidas —espetó al criado con un gesto severo—. Sólo pedí no fuera capaz de recordar el camino a la Mansión, ¡por Dios! Han hecho de una sencilla petición un secuestro en toda regla.
Antes de cualquier excusa o réplica, Theodore despidió al sirviente, que cerró la puerta tras de sí.
En silencio y con cuidado, víctima del remordimiento que escocía en su consciencia, no tardó en deshacerse del vendaje que cubría los ojos del chico, los que saltaron a enfrentarse a los cálidos de Theodore.
— Shhh... —le calmó—. Entiendo que estás molesto, ¿vale? Estás en todo tu derecho —le reconoció, mirándole a los ojos, con voz grave y pausada—. Te quitaré esto, ¿sí? —señaló la mordaza—. No vayas a gritar.
Ahora que podía apreciar el rostro del chico, Theodore recuperó una media sonrisa.
— ¿Cuál es tu nombre? —preguntó, intentando relajar la tensión entre ambos. Con sus manos de nuevo sobre los hombros del chico, buscó hacerlo girar, dispuesto a liberar sus manos de las ataduras.
— Lamento mucho esto... —confesó, ni bien detallar las muñecas irritadas—. Quiero que sepas que jamás di orden para semejante... brutalidad.
MANSIÓN PATTERSON — 23:13 — Bastian Zweig
S. Theodore Patterson- Realeza Inglesa
- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 08/11/2014
Re: I'll make you feel pure — Bastian Zweig
Things haven't been the same
since you came, into my life...
since you came, into my life...
Durante el transcurso de la noche no durmió por un solo instante. Desde el momento en que en sus manos acariciaron inquietas el sobre de aquella misiva la mente se convirtió en un torbellino de ideas que revoloteaban impidiéndole pensar con claridad. Estaba habituado a recibir a aquellos desconocidos en el mismo lugar de siempre, sin embargo en esta ocasión se le hacía una petición especial para abordar el carruaje y asistir a un punto de encuentro en específico. En los laberintos enmarañados de su conciencia sintió un ligero remordimiento, irresoluto si decidía aceptar la invitación o no ¿Estaría violando algún decreto al salir del burdel por primera vez? Su dedo índice pasó sobre la oscuridad de la tinta que se derramaba sobre la hoja, una y otra vez leyó las oraciones yuxtapuestas que sutilmente le ofrecían compartir tiempo con el remitente.
Suspiró. El silencio laceraba como ninguna otra velada. Se recostó con los brazos hacia atrás pensando si hacía lo correcto, mientras evocaba recuerdos de la infancia y sus miedos y culpas le tomaban de la mano, poco a poco su cuerpo y su conciencia se rindió ante la morfina que tan solo provee el cansancio, el peso de la rutina que se cernía sobre sus hombros cada vez que tenía que entregar la lozanía de su piel y juventud era algo simplemente insoportable en ocasiones. Caminaba a través de la oscuridad de regreso a casa, con el violín antiguo en la mano y un par de monedas en los bolsillos de su roído pantalón. El fulgor vivaz de las llamas que se alargaban portentosas hacia el cielo desprendía una humareda que alertó de lo que sucedía a Bastian, en los ojos del rubio aquella casona se desmoronaba reduciendo todo a cenizas.
Los escasos rayos del sol se colaban por las rejas del cuarto y de un sobresalto despertó empapado en sudor ¿En qué momento se había quedado dormido? Las tonalidades cálidas de la luz matinal indicaban que pasaban de las 8 o las 9 quizás. De inmediato lavó su cuerpo y vistió su desnudez con una camisa de algodón, tirantes sobre los hombros y un pantalón beige a juego con un par de botas de cuero. Era un desconocido sí, pero en Bastian se había forjado una necesidad de vender una buena imagen sin importar de quien se tratase, si iba a conseguir una buena cantidad de francos debía mostrarse limpio y acicalado. Apenas logró acomodar sus mechones cenizos para tener buen aspecto, cruzó el umbral y empezó a andar un par de cuadras, bajo una farola un carruaje se detuvo y de inmediato abordó el mismo, saludó cortésmente.
A su lado un hombre le indicó que debía ser amordazado y atado, Bastian reprochó tal acción, al cabo de unos segundos ladeo su cabeza recordando su lugar, un par de prendas de etiqueta no le quitarían el lugar que le correspondía recorrió de esta manera el camino, al cabo de menos de una hora descendió del carruaje y fue conducido hasta un despacho, reconoció una voz grave pero amable, un aroma sutil y dulce que flotaba alrededor del susodicho, escuchó atento sus disculpas y al recuperar su libertad y su visión nuevamente escudriño el lugar y la sonrisa de bienvenida que aquel hombre le había dedicado en respuesta la ligero maltrato que previamente recibió le dejó ligeramente embelesado.
— Vaya forma de tratar a tus invitados —soltó irónicamente
— Mi nombre es Bastian —
Su mirada se mantuvo perdida apenas en los orbes ajenos, nunca había sido recibido con tal amabilidad.
Patrice Lesauvage- Esclavo de Sangre/Clase Alta
- Mensajes : 106
Fecha de inscripción : 05/10/2014
Re: I'll make you feel pure — Bastian Zweig
TRUST ME
Según le respondía, Theodore volvió a girarlo frente a sí bajo el control sutil de sus manos, como bailarín al compás de la música que él orquestaba. La ironía era una buena señal. Dadas las circunstancias en las que había sido transportado allí, agradecía las bondades de un buen sentido del humor. Theodore correspondió a la mirada magnética que Bastian cernía sobre él. Era un chico hermoso.
Una risa ligera, casi inaudible, escapó a la sonrisa ahora más amplia de Theodore.
— En mi defensa, debo decir que no es algo que acostumbro —mintió, alejándose un par de pasos, sin despegar la vista del chico—. Quiero decir, si bien considero los beneficios de la inmovilización y la amplitud que despierta sobre los sentidos la privación de alguno de ellos, mis métodos de ejecución suelen ser más... accesibles —explicó después, torciendo la sonrisa, al mismo tiempo en que dejaba caer las cuerdas y vendas al suelo, donde el chico pudiera verlas: una doble declaración de amenaza y garantía.
Rompiendo el contacto visual, dirigió su atención hacia un espacio selecto de la habitación, a un lado del escritorio, en el que se encontraba un mueble de roble pulido que hacía las de mini-bar. Theodore tomó dos vasos de cristal, de base ancha y cortos en estatura. Sirvió en cada uno de ellos una porción generosa de escocés y tendió la bebida a Bastian. No hacía falta un ofrecimiento formal; Theodore asumía la capacidad receptiva del chico hacia el placer, del tipo que fuera.
— ¿Es natal de Paris, joven Bastian? —preguntó, haciéndose con un sorbo, después de un breve gesto de brindis que dedicó a su interlocutor—. Por su nombre, diría que no es así, pero no quiero creerme tan ingenuo de pensar que tal es el verdadero.
Según sus palabras, en las que hacía énfasis con movimientos precisos de sus manos, Theodore se paseó por la habitación, alrededor de Bastian, hasta completar un círculo que terminó de nuevo en la zona cercana a su escritorio, sobre el que apoyó su cadera, relajando la postura.
— ¿Y bien? —le animó a hablar—. ¿Cuál es tu historia? Y espero, ¡te ruego!, no tomes mi curiosidad por intromisión. Lo último que quiero es... —recordó la ironía de la expresión, de modo en que sonrió, cínico—. Invadir tu privacidad.
Un sorbo más y descansaba la vista sobre Bastian, a través del cristal, al mismo tiempo vigilante y adulador.
Una risa ligera, casi inaudible, escapó a la sonrisa ahora más amplia de Theodore.
— En mi defensa, debo decir que no es algo que acostumbro —mintió, alejándose un par de pasos, sin despegar la vista del chico—. Quiero decir, si bien considero los beneficios de la inmovilización y la amplitud que despierta sobre los sentidos la privación de alguno de ellos, mis métodos de ejecución suelen ser más... accesibles —explicó después, torciendo la sonrisa, al mismo tiempo en que dejaba caer las cuerdas y vendas al suelo, donde el chico pudiera verlas: una doble declaración de amenaza y garantía.
Rompiendo el contacto visual, dirigió su atención hacia un espacio selecto de la habitación, a un lado del escritorio, en el que se encontraba un mueble de roble pulido que hacía las de mini-bar. Theodore tomó dos vasos de cristal, de base ancha y cortos en estatura. Sirvió en cada uno de ellos una porción generosa de escocés y tendió la bebida a Bastian. No hacía falta un ofrecimiento formal; Theodore asumía la capacidad receptiva del chico hacia el placer, del tipo que fuera.
— ¿Es natal de Paris, joven Bastian? —preguntó, haciéndose con un sorbo, después de un breve gesto de brindis que dedicó a su interlocutor—. Por su nombre, diría que no es así, pero no quiero creerme tan ingenuo de pensar que tal es el verdadero.
Según sus palabras, en las que hacía énfasis con movimientos precisos de sus manos, Theodore se paseó por la habitación, alrededor de Bastian, hasta completar un círculo que terminó de nuevo en la zona cercana a su escritorio, sobre el que apoyó su cadera, relajando la postura.
— ¿Y bien? —le animó a hablar—. ¿Cuál es tu historia? Y espero, ¡te ruego!, no tomes mi curiosidad por intromisión. Lo último que quiero es... —recordó la ironía de la expresión, de modo en que sonrió, cínico—. Invadir tu privacidad.
Un sorbo más y descansaba la vista sobre Bastian, a través del cristal, al mismo tiempo vigilante y adulador.
MANSIÓN PATTERSON — 23:13 — Bastian Zweig
S. Theodore Patterson- Realeza Inglesa
- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 08/11/2014
Re: I'll make you feel pure — Bastian Zweig
...You found a way to touch my soul
And I'm never, ever, ever gonna let it go
And I'm never, ever, ever gonna let it go
Las manos de aquel hombre fluían suaves sobre la piel del berlinés al momento de soltar los nudos en las sogas. Desde que Bastian puso un pie en la habitación supuso la escena que le esperaba, después de todo pocos hombres podían costear el transporte para requerir un servicio privado. Empero, lo que descubrió al momento de liberarse de aquella prisión le asaltó súbitamente. El porte y cada partícula en su gesticulación, cada movimiento improvisado que la anatomía de su anfitrión articulaba mecánicamente. Un espectáculo digno de admirar, alejado por mucho de otros hombres que había visto con anterioridad. Se mostró dúctil dejándose llevar por él para verse libre finalmente. Se mantuvo callado pero sin dejar de observar lo que le rodeaba.
La última y única ocasión en que se encontró en una situación similar fue un par de años atrás, la primera vez que arribó a la mansión de aquel joven, de ahí en fuera no tuvo la necesidad de fingir lo que era y su verdadero origen humilde. Escuchó atento cada oración que los labios del caballero y decidió bajar la guardia, era momento de actuar si quería obtener algún beneficio de todo esto, normalmente no sería tan egoísta o ambicioso, pero necesitaba dar inicio a una nueva investigación para saber más cosas sobre el paradero de André. Arqueo ligeramente una ceja y mordió su labio inferior al atender la frase “métodos de ejecución” el corazón palpitaba levemente salvaje ¿Habría arriesgado su integridad al acudir así como así?
Recibió el vaso y se sintió comprometido a beber aunque sea un sorbo, este es el juego ya las reglas sería dictaminadas poco a poco. Negó con la cabeza.
— Berlín —dijo volviendo a sostener la mirada en el vaso, momento de mostrar de que estaba hecho.
Pegó un ligero sorbo con los ojos cerrados, el sabor no del todo desagradable resbaló por su garganta.
— ¿Ingenuo? No lo es, Bastian es mi verdadero nombre — ¿Preguntar el nombre ajeno sería demasiado atrevimiento? Que ocurría, nunca había sentido la necesidad de hacerlo, sería un encuentro fugaz y tan solo eso.
Bebió un poco más y suspiró ligeramente mientras por su mente trataba de construir una buena historia, algo creíble, algo ajeno al dolor que le consumía hasta la fecha.
— Descuide, no es ninguna intromisión, después de todo, está en su derecho de preguntar. Pues… Mi padre murió hace tiempo en un incendio — en el fondo deseaba que eso fuera verdad, no habría necesidad de mencionar a la madre, para Bastian desde el momento en que ella les abandonó había perdido todo lugar en su vida — Mi hermano escapó afortunadamente de dicho evento y tengo la firme idea de que podría hallarlo aquí, en la capital —
Los ojos del rubio se perdieron nuevamente en los ajenos, una tenue línea se dibujó en sus labios, como explicarlo él extraño era simplemente encantador.
Patrice Lesauvage- Esclavo de Sangre/Clase Alta
- Mensajes : 106
Fecha de inscripción : 05/10/2014
Re: I'll make you feel pure — Bastian Zweig
TRUST ME
Bastian hacía gala de más de una virtud, o así lo percibía Theodore, muy familiarizado con la tendencia romántica de dotar de contenido simbólico a cualquier detalle, para otros quizás insignificante. Por motivo de un impulso casi incontrolable, no tardó en construir una breve lista de todo lo que encontraba fascinante en el chico al otro lado de la habitación, sin cuidar el sesgo de su propia pasión.
Lo primero había sido su expresión monosílaba. Berlín. Bastian concedía la palabra clave para dar respuesta a la pregunta y sólo eso. Sin contenidos extra, sin redundancias. Una declaración implícita de que para el buen entendedor hacían falta pocas palabras. Theodore lo agradecía en su orgullo.
En segundo lugar, estaba su honestidad. ¡Le había permitido el honor de su nombre! Ya porque despreciara la verdadera importancia de la identidad, ya porque, aún sabiéndolo, fuera dueño de un carácter más bien temerario, Theodore valoraba la confianza. El referirse a un segundo por su nombre, Bastian, añadía el poder del enunciado firme e inequívoco, sin lugar para la confusión.
El tercer lugar encerraba lo más valioso, digno número mágico: la sumisión. Theodore tenía derechos sobre Bastian, y tal condición no devenía precisamente de una escala aristocrática en la que Theodore, como príncipe, se encontraba en la cima, no. Theodore tenía derechos sobre Bastian porque así lo concedía el último voluntariamente, y esto era evidente en la forma en que bebía del escocés con silencioso recelo o el cómo se sometía a sus preguntas sin mayores reparos, sin siquiera esperar respuestas a cambio.
Theodore, que había recuperado una expresión neutral, volvía a sonreír. Había cruzado sus brazos sobre su pecho y, aún recargado sobre el escritorio, bebía del vaso que sostenía en su mano.
— ¿Crees que esté aquí, en París? —confirmó, ladeando el rostro, cavilando posibilidades, ojos entornados—. ¿Tienes alguna idea de cómo buscarlo? —inquirió, según daba el último sorbo de escocés y, en el silencio del oyente, dejaba el vaso sobre la mesa.
Asintió, más para sí que para acreditar alguna respuesta. Hilaba la historia de Bastian con el presentismo que busca la correspondencia entre el pasado y su situación actual. Theodore abandonó su posición y se acercó al chico con pasos silenciosos, comedidos, aunque firmes.
— ¿Cómo llegaste aquí, Bastian? —pronunció su nombre como quien pronuncia el nombre de una propiedad, encontrándose con los ojos magnéticos del chico a invasivos centímetros de distancia—. Si es la búsqueda de tu hermano lo que te acongoja, ¿qué estás haciendo aquí? —por su voz, que había ganado una profundidad más grave, que nacía desde su garganta, se infería de sus palabras una doble lectura —. ¿Qué necesitas?
Por segundos cruciales, Theodore abandonó los ojos de Bastian y desvió su mirada hacia su cuerpo, en una línea descendente que iniciaba en sus labios y recorría todo lo demás sin la mínima contemplación o disimulo. Cuando volvió a mirarle, esbozó una sonrisa mínima.
— Puedo ayudarte.
Y del dicho al hecho, Theodore lo sabía, existía un abismo de mil y un demonios.
Lo primero había sido su expresión monosílaba. Berlín. Bastian concedía la palabra clave para dar respuesta a la pregunta y sólo eso. Sin contenidos extra, sin redundancias. Una declaración implícita de que para el buen entendedor hacían falta pocas palabras. Theodore lo agradecía en su orgullo.
En segundo lugar, estaba su honestidad. ¡Le había permitido el honor de su nombre! Ya porque despreciara la verdadera importancia de la identidad, ya porque, aún sabiéndolo, fuera dueño de un carácter más bien temerario, Theodore valoraba la confianza. El referirse a un segundo por su nombre, Bastian, añadía el poder del enunciado firme e inequívoco, sin lugar para la confusión.
El tercer lugar encerraba lo más valioso, digno número mágico: la sumisión. Theodore tenía derechos sobre Bastian, y tal condición no devenía precisamente de una escala aristocrática en la que Theodore, como príncipe, se encontraba en la cima, no. Theodore tenía derechos sobre Bastian porque así lo concedía el último voluntariamente, y esto era evidente en la forma en que bebía del escocés con silencioso recelo o el cómo se sometía a sus preguntas sin mayores reparos, sin siquiera esperar respuestas a cambio.
Theodore, que había recuperado una expresión neutral, volvía a sonreír. Había cruzado sus brazos sobre su pecho y, aún recargado sobre el escritorio, bebía del vaso que sostenía en su mano.
— ¿Crees que esté aquí, en París? —confirmó, ladeando el rostro, cavilando posibilidades, ojos entornados—. ¿Tienes alguna idea de cómo buscarlo? —inquirió, según daba el último sorbo de escocés y, en el silencio del oyente, dejaba el vaso sobre la mesa.
Asintió, más para sí que para acreditar alguna respuesta. Hilaba la historia de Bastian con el presentismo que busca la correspondencia entre el pasado y su situación actual. Theodore abandonó su posición y se acercó al chico con pasos silenciosos, comedidos, aunque firmes.
— ¿Cómo llegaste aquí, Bastian? —pronunció su nombre como quien pronuncia el nombre de una propiedad, encontrándose con los ojos magnéticos del chico a invasivos centímetros de distancia—. Si es la búsqueda de tu hermano lo que te acongoja, ¿qué estás haciendo aquí? —por su voz, que había ganado una profundidad más grave, que nacía desde su garganta, se infería de sus palabras una doble lectura —. ¿Qué necesitas?
Por segundos cruciales, Theodore abandonó los ojos de Bastian y desvió su mirada hacia su cuerpo, en una línea descendente que iniciaba en sus labios y recorría todo lo demás sin la mínima contemplación o disimulo. Cuando volvió a mirarle, esbozó una sonrisa mínima.
— Puedo ayudarte.
Y del dicho al hecho, Theodore lo sabía, existía un abismo de mil y un demonios.
MANSIÓN PATTERSON — 23:13 — Bastian Zweig
S. Theodore Patterson- Realeza Inglesa
- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 08/11/2014
Re: I'll make you feel pure — Bastian Zweig
Siempre sabedor de la situación en la que se encontraba sumergido, siempre otorgando respuestas concisas y breves que marcaran la división entre un encuentro fortuito y un posible interés en conocer que ocultaba cada línea que los movimientos del hombre desplegaban. Sostuvo el vaso en su diestra con una seguridad. Albergaba la esperanza de que André siguiera con vida, anhelaba con todas sus fuerzas que esto fuera realidad pues de este modo podría redimir las culpas que aun llevaba a cuestas. Bastian estaba consciente del espacio abismal que existía entre sus anhelos y la cruda realidad que a diario le abofeteaba al despertar. Parpadeo para despertar de su letargo.
—Bueno, eso me gustaría creer, París es una ciudad llena de sorpresas, encantadora a la vista de cualquiera ¿Cierto?—
¿Posibilidades? Que se supone que respondería, vender su cuerpo y fingir una actitud amable, eso era todo lo que tenía en mente, reunir la mayor cantidad de dinero posible para contratar a algún investigador que le llevara a alguna pista.
—He decidido preguntar en los hospitales y en el orfanato, puede parecer una iniciativa muy burda, pero es todo lo que tengo por ahora— Dio el último sorbo soportando el sabor —Desde que llegué a la capital como polizón en aquel barco me he dado a la tarea de buscar nuevas posibilidades pero siempre regreso al mismo punto—
El cuerpo del chico hizo un ligero contacto con el ajeno al momento de colocar el vaso sobre la mesa. Por primera vez el corazón de Bastian empezó a retumbar con tenues latidos que sacudían su pecho. El contacto visual, aunado a la fragancia que flotaba sobre la piel del desconocido aún, no pudo evitar imaginarse como sería el adueñarse de ese olor en una caricia.
Su anfitrión liberaba las pautas únicamente. Relajó un poco el cuerpo, quizás el efecto de beber con avidez whiskey estaba iniciando a causar efectos en él. Se detuvo unos segundos albergando la esperanza de no mostrarse demasiado directo. Se limitó a seguir respondiendo.
—Creo que ambos sabemos a qué conllevara esta conversación, lo supe desde el momento en que recibí su misiva y no dudo que sea capaz de poder ayudarme, la pregunta aquí debería ser ¿Si yo soy capaz de ofrecer algo para usted en reciprocidad? Y bueno ya que lo menciona sí, hay algo que podría hacer por mí… su nombre ¿Podría saber su nombre?—
Durante este lapso Bastian había fingido algunos gestos y ocultado un par de detalles, no obstante cayó en la cuenta de que la caballerosidad del hombre le arrancaba una sonrisa cada vez que terminaba de realizar un cuestionamiento. Dedico una de ellas, amplia y sincera, el brillo en sus ojos era autentico. Se giró para concentrarse en los muebles que decoraban la escena, cada pincelada en ese lienzo polícromo, las iconografías, las flores en aquellos enormes jarrones, cada forma y figura eran únicas.
Se dirigió hacia uno de los estantes, llenos de libros plasmados de literatura y narraciones, inalcanzables quizás para una persona como él. Bastian no pudo evitar soltar un suspiro, como liberando un recuerdo de antaño.
Patrice Lesauvage- Esclavo de Sangre/Clase Alta
- Mensajes : 106
Fecha de inscripción : 05/10/2014
Temas similares
» Un día de lluvia {Bastian}
» I wanna you make me feel wanted... | Búsqueda [2/10]
» Bastian Leroy
» Las penumbras [Bastian Rouvier]
» Bastian Mehler
» I wanna you make me feel wanted... | Búsqueda [2/10]
» Bastian Leroy
» Las penumbras [Bastian Rouvier]
» Bastian Mehler
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour