Un reflejo volátil [Privado - Fleur ]

por **Cerise Moreau** Jue Nov 13, 2014 7:31 pm

Calma. Tranquilidad. Cerise estaba feliz.

Desde que había llegado a París no había parado de ir de acá para allá, sin apenas sacar lo suficiente para llenar el estómago. La noche anterior se había sentido perdida: sin pistas que la acercaran a su controlar su magia, sin nadie conocido a su alrededor. Llena de miedo y ansiedad. Por suerte, con la mañana, también había llegado esa ínfima gota de esperanza e ilusión que la impulsaba cada día en busca de un nuevo descubrimiento y que le devolvía la serenidad.

En busca de serenidad había acabado en la plaza de Tertre. Caminando lentamente bajo una sencilla sombrilla (que había tomado prestada por el camino), notando los adoquines bajo sus zapatos de tela, parecía haberla encontrado. Se sentó en uno de los bancos de la plaza cerca de una pequeña fuente coronada por un querubín regordete del que brotaba un chorro de agua. Y dejó pasar el tiempo, olvidando los demonios de la noche anterior.

Unos hombres la observaron y cuchichearon entre sí. Cerise se ajustó el pequeño sombrero y bajó la sombrilla tratando de ocultar su rostro. Odiaba las miradas extrañadas, los comentarios ocasionales, las miradas de desprecio. Uno de los hombre se estiró los ojos con los dedos y el otro río. Esa mueca era lo que más detestaba. La recordaba porque no se ponía vestidos como el que llevaba hoy, las mujeres siempre llamaban la atención. Deseó llevar su habitual vestimenta de mozo de los recados, llamaba menos la atención, la hacía invisible.

Se levantó, procurando mantener su cara oculta tras el parasol y siguió caminando por la plaza, tratando de recordar los detalles, las salidas y rincones ocultos. Una desviación del oficio. No podía evitarlo, así como no podía evitar especular sobre el dinero y la clase de los viandantes. Se sentó a la sombra de un árbol cercano, en un banco algo resguardado de las miradas ajenas gracias a la vegetación colindante. Cerró el parasol y lo colocó a su lado.

- Sombrero polvoriento, zapatos sin lustre, desea pero no tiene.- señalaba mentalmente y pasaba al siguiente, uno tras otro, como un pasatiempo, disfrutando de la suave brisa y el cálido Sol.

- Con ese vestido podría comprar Monmatre entero.- pensó sorprendida y su vista pasó del lujoso vestido hasta posarse en los ojos de su dueña. Y aquello le hizo abrir la boca de asombro porque eran unos ojos muy similares a los suyos.