Despedida [Privado]

por **Alain Vial** Mar Nov 25, 2014 9:40 am

El lugar que amamos, ése es nuestro hogar; un hogar que nuestros pies pueden abandonar, pero no nuestros corazones.
Oliver Wendell Holmes

Quería estar a solas, las nuevas noticias recibidas eran demasiado para él. No solo debía cargar ahora con la confusión que le trajera la presencia de Ivana a su vida, sino que ahora debía lidiar con eso y responsabilidades mucho mayores a las que planeo en un inicio de todo. ¿Qué había pensado, vivir de la manera en que lo hacía por siempre? Que ridícula e infundada creencia que tenia él ahora ex conde de Francia. Y nunca había extrañado tanto como en esos momentos que alguien le dijera conde, e incluso alguno de los apelativos que mencionaban para hacerle sentir mal; pero eso no pasaría de nuevo, se hablaría de él si, más de una forma que no había planeado.

Rey de Italia. ¿Quién en su sano juicio había decidido que él era una buena opción? Tal vez la desesperación y la ausencia de la verdadera reina de aquel país. En algunas reuniones con la nobleza vio a Sophia la esposa del gobernante original del país que ahora caía en las manos de Alain. Bien sabía de parentesco lejano con el rey de Italia, pero nunca se espero que tras el fallecimiento de esté y la desaparición de Sophia, se pensaría en él para tomar las riendas de aquel reinado. El ahora rey estaba preparando todo para dejar atrás Francia e ir a cumplir con sus obligaciones en Italia -que entre ellas estaba dar con el paradero de Sophia- y aunque en otras ocasiones París le molestaba en gran medida ahora lo estaba extrañando sin aún haber partido.

La noticia de sus nuevas responsabilidades y todo lo que se aguardaba de él llegó hacía apenas tres días. Los cambios estaban ocurriendo demasiado aprisa y la verdad es que no era de extrañar pues un reino no podía quedarse sin rey durante mucho tiempo. Era necesario que se tuviera alguien que diera la cara por un pueblo entero y aunque en un inicio Alain pensó en cometer alguna estupidez y dejar en claro o en vergüenza su nombre para no volverse rey; fue la idea de que podía convertirse en un mejor hombre de lo que hasta en esos momentos mostraba ser lo que le animo a embarcarse en aquel cambio de vida. Tendría que aprender muchas cosas pero no se hallaba dispuesto a fracasar.

El atardecer estaba cayendo sobre las calles de París, que nunca fue observada por Alain como en aquellos momentos. Encontraba maravillosas las estructuras y los colores que el atardecer formaba entre las calles. Aquella era sin dudas una cuidad hermosa y desperdicio su tiempo en cosas que no incluía apropiarse de ella por completo. Unidamente lo hacía ahora que sería incapaz de verla tan seguido como antes.Ese paseo en solitario era despedida de aquella tierra pues en algunas horas partiría para cumplir con su nuevo propósito. Llegaba de hecho a la plaza Tertre cuando la vio; sus cabellos oscuros ya eran bien conocidos por Alain, quien no dudo en acercarse a ella y suspiro una vez estuvo a su lado.
– ¿Pensaste alguna vez que tendrías que abandonar tu hogar? – sonrió – Lamento que nuevamente tengas que ir a otro sitio Ivana, pero al menos en Italia poder protegerte más, ahí no seré solamente un conde – le miro entonces a aquellos ojos que le hechizaran desde el primer momento que la vio.

por **Ivana Belankorth** Miér Ene 07, 2015 6:10 pm

Mi hogar se encuentra allá donde se encuentre él.
Ivana B.

El día a día de Ivana era monótono y apacible. Se alegraba enormemente de que Alain la hubiese acogido en su hogar bajo el pretexto de su nueva doncella personal, lo que sin duda alguna le hacía merecedora de ciertos privilegios. No debía centrarse en la cocina, ni poner las mesas de aquel gran lugar en el que se alojaba. Simplemente entre otros deberes debía estar por y para Alain. Ayudarle con los equipados trajes y armaduras que solía desquitarle con paciencia y cuidado tras las mañanas entrenando o cabalgando. Ayudarle en los baños, situación en la que ya conseguía ruborizarse un tanto menos que las primeras veces que le tocó realizar tal tarea. Acudir cuando él la llamara, lo que hacía de buen grado, saboreando aquellas mañanas en que él insistía en verla a solas y por último y lo más importante; mantenerse fuera de la vista de los guardias que en ocasiones se sabía que seguían rondando los alrededores de la región en su búsqueda.

Sin embargo en aquella ocasión había sido necesario el salir de la protección del condado. Y acompañada por una de las jóvenes doncellas de la mansión, fue a los mercados a comprar todo lo necesario que se urgía para el día siguiente. Se necesitaban nuevas telas, víveres y provisiones.

— ¿crees que servirán para un nuevo traje, Leonora? — Preguntó Ivana a su acompañante aquella tarde de compras en la ciudad, antes del largo viaje a Italia. — Le hará juego con sus ojos… ¿No creéis?

De respuesta solo se oyó la risa nerviosa de la doncella y aceptando su propia opinión, sabiendo que lo conocía lo suficiente para no errar demasiado, terminó comprando la tela que serviría para el traje que daría a Alain antes del baile real en tierras italianas. Aquel sería su regalo y lo haría a mano en sus noches solitarias, en la habitación contigua a la del conde, donde dormitaba como una doncella autentica haría. Una sonrisa se formó en sus labios al pensar en verlo como un Rey de aquella región. Todo y que aquello significara que ambos se alejarían, que su tiempo a solas terminaba definitivamente en las cortes italianas, el verlo como Rey y sabiendo sus capacidades para serlo, haría de aquel momento uno inolvidable. No obstante también melancólico.

De nuevo se encontraría en las sombras observándole, soñándole en secreto y no únicamente los separarían una pared, sino todo a su alrededor los separaría. Las formas, las cortes… las habladurías. Con aquel pensamiento su mente vagó en la tristeza haciendo caso omiso a las palabras de la joven que la acompañaba, hasta que con la mirada perdida, una silueta conocida salió de entre la gente y ella reconociéndolo, no dudó en sonreír. Otra de sus dulces sonrisas creadas solo para él.

— Conde. — Lo saludó al llegar a su lado. Con su mano apretó la bolsa que llevaba más contra sí, ocultándola a los ojos de Alain para que no pudiese descubrir su secreto y le sonrío, tras que la joven que la acompañaba marchara hacia el carruaje a acomodar las compras restantes.

— Ya abandoné mi hogar hace tiempo y encontré uno igual o más reconfortante que el propio que dejé atrás. — Se detuvo frente a él y volviéndose a sus ojos le miró profundamente, como aquellos últimos días antes de partir solían verse. — No lo lamentéis por favor, estoy feliz de acompañaros en este viaje. Y sí, ya no series solo un conde, ahora series un magnifico Rey. — Contestó segura de sus palabras. Sonrío al ver en sus ojos una leve sombra de temor de no estar a la altura y negó. — No os preocupéis, lo haréis bien. Italia ha ganado más que nosotros por teneros allí. Y aunque no lo creaís, de verdad sereís un gran rey. Quizás solo os falte madurar un poco más… — Añadió bromeando ladeando el rostro ligeramente, rompiéndose por dentro de pensar en no poder compartir más atardeceres a su lado como aquel.

Despedida [Privado]

Despedida [Privado]

Re: Despedida [Privado]