AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Entrelazados | Privado
Nunca un viaje se le había hecho tan largo como ese. Había cogido un coche de alquiler tan pronto su cliente salió del pequeño local que había rentado en la zona comercial. Sus dedos tamborileaban sobre su rodilla, como si de esa forma, pudiese contener el deseo de golpear el techo y apurar al chofer para que llegasen a su destino. Morgan, la cazadora que había interrumpido su última misión guiándolo a un reverendo fracaso, le debía una retribución después de que se viera obligado a devolver el pago. Si ella creía que el tema había quedado zanjado, estaba a punto de llevarse la mejor de las sorpresas. A él, como un regalo de navidad, justo frente a su puerta. La había investigado las últimas veinticuatro horas y, aunque no había obtenido ninguna otra información, al menos sabía dónde se estaba quedando. La mujer había mencionado que era nueva en París y eso había sido suficiente para emprender la búsqueda. Tras insistirle a Jack, su cliente, que la captura de la bruja se había visto impedida por otro cazador en la zona; éste había considerado darle una segunda oportunidad. Esa vez, sin embargo, no le había dado ni un maldito franco. En esta ocasión, debía matar a un vampiro en su ataúd, pero para ello, alguien debía entretener a su séquito de esclavos. Kristoff era dueño de una taberna en las afueras de la ciudad y se negaba a abandonar la tranquilidad que le proporcionaba tener allí a uno que otro humano de paso. Como buen cazador, no había hecho más preguntas, aunque estaba seguro que de haberlas hecho, no había obtenido alguna respuesta. Si quería la recompensa que había por la cabeza del chupasangre, debía lograr lo imposible, olvidar sus diferencias con Morgan y convencerle de jugar a ser la carnada. No es que se lo pediría en esas crudas palabras. La fémina había demostrado ser sensible en cuanto al tema de que no estaba hecha para ese tipo de carrera. Tal vez recordaría no decirle que una mujer decente aguardaría en casa, tejiendo o sirviendo el té; dejando la violencia o asesinatos a tipos duros como él. Su boca se torció en una sonrisa porque, recordar qué dictaba la etiqueta, era difícil cuando la tenía enfrente.
El cochero finalmente se detuvo y Wyatt no tardó en descender. Sus zancadas lo llevaron rápidamente a la habitación que le había sido asignada a su nueva compañera de cacería. Alzó su mano para golpear la puerta, pero antes de que sus nudillos tocaran, ésta se abrió y la susodicha apareció. Su mirada se cruzó con el de la joven por un eterno segundo y con un muy leve asentir de cabeza en señal de saludo, pasó sin ser invitado. – No hay tiempo para que festejes el poder verme de nuevo. – Anunció, estirándose los puños de su almidonada camisa. La pulcritud, era uno de sus rasgos característicos. Pocos adivinarían que bajo su apariencia, había armas muy peligrosas esperando a ser empuñadas y utilizadas. A pesar de que ahora pertenecía a la clase media y trabajadora, había ciertas costumbres que aún le eran difíciles de abandonar. – Esta no es una visita de placer o cortesía.- Señaló, evaluándola con la mirada. Sus ojos tardaron clavados en algunas partes más que en otras. Sin embargo, el rictus en su boca permaneció intacto. – Creo que puede funcionar, siempre que no abras la boca. – Continuó, mascullando para sí mismo. Hablaba como un comprador que está a punto de cerrar un acuerdo, excepto que en su caso, no había más de donde elegir. – Tengo una misión que te interesará. Podrás ponerte en plan ninja cuando dé la señal. Solo necesito que me cubras las espaldas por unos segundos, entreteniendo a la audiencia. No queremos que nuestro vampiro sepa que estoy yendo por su cabeza. – Si bien no todos los chupasangres descansaban, algunos más viejos tenían un miedo visceral al sol. ¿Kristoff había tenido una mala experiencia exponiéndose a los rayos del astro rey? Pronto, lo descubriría. – Y, le señaló, antes de que repliques. ¿Tengo que recordarte que me lo debes? Perdí una grandiosa suma al no capturar a esa maldita bruja y, anunciarse en el periódico más famoso de París no es gratis, muñequita. –
El cochero finalmente se detuvo y Wyatt no tardó en descender. Sus zancadas lo llevaron rápidamente a la habitación que le había sido asignada a su nueva compañera de cacería. Alzó su mano para golpear la puerta, pero antes de que sus nudillos tocaran, ésta se abrió y la susodicha apareció. Su mirada se cruzó con el de la joven por un eterno segundo y con un muy leve asentir de cabeza en señal de saludo, pasó sin ser invitado. – No hay tiempo para que festejes el poder verme de nuevo. – Anunció, estirándose los puños de su almidonada camisa. La pulcritud, era uno de sus rasgos característicos. Pocos adivinarían que bajo su apariencia, había armas muy peligrosas esperando a ser empuñadas y utilizadas. A pesar de que ahora pertenecía a la clase media y trabajadora, había ciertas costumbres que aún le eran difíciles de abandonar. – Esta no es una visita de placer o cortesía.- Señaló, evaluándola con la mirada. Sus ojos tardaron clavados en algunas partes más que en otras. Sin embargo, el rictus en su boca permaneció intacto. – Creo que puede funcionar, siempre que no abras la boca. – Continuó, mascullando para sí mismo. Hablaba como un comprador que está a punto de cerrar un acuerdo, excepto que en su caso, no había más de donde elegir. – Tengo una misión que te interesará. Podrás ponerte en plan ninja cuando dé la señal. Solo necesito que me cubras las espaldas por unos segundos, entreteniendo a la audiencia. No queremos que nuestro vampiro sepa que estoy yendo por su cabeza. – Si bien no todos los chupasangres descansaban, algunos más viejos tenían un miedo visceral al sol. ¿Kristoff había tenido una mala experiencia exponiéndose a los rayos del astro rey? Pronto, lo descubriría. – Y, le señaló, antes de que repliques. ¿Tengo que recordarte que me lo debes? Perdí una grandiosa suma al no capturar a esa maldita bruja y, anunciarse en el periódico más famoso de París no es gratis, muñequita. –
Wyatt Burgess- Cazador Clase Media
- Mensajes : 26
Fecha de inscripción : 16/11/2014
Re: Entrelazados | Privado
El hostal siempre había sido la mejor opción para la cazadora. Desde que la riqueza se le hubiera de las manos a su padrastro y él se suicidara dejándole en la ruina, la alemana había tenido en claro que no podía aferrarse a algo definido y confiar en eso, por eso es que ahora vivía de manera modesta, manteniendo la mayor parte del dinero que ganaba oculto para las emergencias que pudieran surgir y desempeñando su profesión -que gracias a su padrastro tenía- tan bien como podía. Era precisamente su desempeño como cazadora lo que le llevara hacía demasiado poco a encontrarse con un hombre que esperaba nunca más en la vida ver. Wyatt apareció como un maldito terrorista cuando ella ya tenía todo perfectamente planeado y listo para la acción contra una bruja por la que pagarían demasiado. Morgan ya contaba con ese dinero para ella, cuando el cazador llego a interrumpirle, reclamando una presa que era suya y que gracias a sus tonterías, terminaron ambos perdiendo. La alemana no era de las que olvidaban fácilmente las cosas y de hecho, ese hombre ya estaba anotado gloriosamente su lista mental de personas indeseables. Igual, ya no debía preocuparse más por aquel individuo y esperaba no toparse con él nunca más en la vida.
Suspiro frente al pequeño espejo en su habitación y se recogió un mechón de cabellos que salía de su sitio de manera rebelde. Ese día no tenía preparada ninguna cacería y de hecho se disponía a ir a comprar algunas cosas que necesitaba y regresar a su hogar a tomar un merecido descanso después del ajetreo de días anteriores. Se encontraba completamente lista, usaba un vestido sencillo con solamente un par de dagas y un arm; ocultas por si algo se salía del rumbo que su mente ya había establecido para el curso de los sucesos. Esas tendencias a cargar algunas cosas pos si acaso, las había aprendido de su padre y maestro. No había entonces más que hacer, por eso con pasos decididos se dirigió a la puerta y al abrirla se quedo estática, observando aquella terrible visión que le aguardaba fuera de su habitación.
– ¿Qué haces aquí? – fue lo primero que pudo decir después de que su cerebro procesara todo.
De manera automática volvió a cerrar la puerta y permanecer en su habitación. Con la mirada fija en aquel hombre su ceño se frunció en una evidente mueca de repulsión y fastidio.
– Festejaría solo si no tuviera que volver a verte nunca en la vida, desafortunadamente veo que ese no es el caso – cruzo los brazos, siguiendo con la vista a quien entraba a su habitación de manera tan casual, como si hubiese estado ahí antes un montón de veces. A Morgan no le molestaba que estuviese dentro, ella no tenía grandes cosas que ocultar -solo su dinero- lo que la hacía rabiar era tener que verle el horrible rostro y escuchar su molesta voz – Me he dado cuenta desde el momento en que apareciste que esto no es de placer ni cortesía así que habla pronto para que puedas largarte de una vez por todas – Enarco la ceja al ver que lo que hacía era analizarla, como si tratara de alguna clase de mercancía que podía venderse por un buen precio – ¿Disculpa? – pregunto ante las palabras que Wyatt decía más para si mismo que para ella y solo cuando volvió a abrir la boca para comenzar a explicarle el por qué de su presencia ahí, fue que la cazadora se rió de manera descarada – ¿Una misión? Y vienes a decirme eso porque esperas que te ayude a completar una misión – volvió a reír mientras su cabeza iba de un lado a otro en un gesto de negativa. Sus labios se abrieron levemente cuando se vio interrumpida por el cazador, que dejaba en claro que desde su punto de vista, la germana debía aceptar seguirle – Estas muy equivocado si piensas que voy a ir contigo así como así, además de que sabes tan bien como yo que lo de la bruja, fue completamente tu culpa. Eres un descuidado y un inútil, así que yo no te debo nada y agradeceré que te vayas de una buena vez, tengo otros asuntos que atender a menos claro que me asegures que obtendré algo de esta misión – con esas palabras creía dar por finalizado todo, así que nuevamente abrió la puerta y lo miro, esperando que con ese gesto comprendiera que debía irse de ahí o aceptar sus condiciones – así que dime ¿Qué ganare a cambio por ayudarte, muñeco? – sus labios se curvaron en lo que parecía ser una sonrisa, pero sin llegar del todo a ser una. Aquel negocio iba a manejarse a su manera, le gustara o no a él.
Suspiro frente al pequeño espejo en su habitación y se recogió un mechón de cabellos que salía de su sitio de manera rebelde. Ese día no tenía preparada ninguna cacería y de hecho se disponía a ir a comprar algunas cosas que necesitaba y regresar a su hogar a tomar un merecido descanso después del ajetreo de días anteriores. Se encontraba completamente lista, usaba un vestido sencillo con solamente un par de dagas y un arm; ocultas por si algo se salía del rumbo que su mente ya había establecido para el curso de los sucesos. Esas tendencias a cargar algunas cosas pos si acaso, las había aprendido de su padre y maestro. No había entonces más que hacer, por eso con pasos decididos se dirigió a la puerta y al abrirla se quedo estática, observando aquella terrible visión que le aguardaba fuera de su habitación.
– ¿Qué haces aquí? – fue lo primero que pudo decir después de que su cerebro procesara todo.
De manera automática volvió a cerrar la puerta y permanecer en su habitación. Con la mirada fija en aquel hombre su ceño se frunció en una evidente mueca de repulsión y fastidio.
– Festejaría solo si no tuviera que volver a verte nunca en la vida, desafortunadamente veo que ese no es el caso – cruzo los brazos, siguiendo con la vista a quien entraba a su habitación de manera tan casual, como si hubiese estado ahí antes un montón de veces. A Morgan no le molestaba que estuviese dentro, ella no tenía grandes cosas que ocultar -solo su dinero- lo que la hacía rabiar era tener que verle el horrible rostro y escuchar su molesta voz – Me he dado cuenta desde el momento en que apareciste que esto no es de placer ni cortesía así que habla pronto para que puedas largarte de una vez por todas – Enarco la ceja al ver que lo que hacía era analizarla, como si tratara de alguna clase de mercancía que podía venderse por un buen precio – ¿Disculpa? – pregunto ante las palabras que Wyatt decía más para si mismo que para ella y solo cuando volvió a abrir la boca para comenzar a explicarle el por qué de su presencia ahí, fue que la cazadora se rió de manera descarada – ¿Una misión? Y vienes a decirme eso porque esperas que te ayude a completar una misión – volvió a reír mientras su cabeza iba de un lado a otro en un gesto de negativa. Sus labios se abrieron levemente cuando se vio interrumpida por el cazador, que dejaba en claro que desde su punto de vista, la germana debía aceptar seguirle – Estas muy equivocado si piensas que voy a ir contigo así como así, además de que sabes tan bien como yo que lo de la bruja, fue completamente tu culpa. Eres un descuidado y un inútil, así que yo no te debo nada y agradeceré que te vayas de una buena vez, tengo otros asuntos que atender a menos claro que me asegures que obtendré algo de esta misión – con esas palabras creía dar por finalizado todo, así que nuevamente abrió la puerta y lo miro, esperando que con ese gesto comprendiera que debía irse de ahí o aceptar sus condiciones – así que dime ¿Qué ganare a cambio por ayudarte, muñeco? – sus labios se curvaron en lo que parecía ser una sonrisa, pero sin llegar del todo a ser una. Aquel negocio iba a manejarse a su manera, le gustara o no a él.
Zenevieva Nikoláievich- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 58
Fecha de inscripción : 19/11/2014
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Re: Entrelazados | Privado
Ignoró, por el bien a su salud, esa última referencia. Muñequita, había sonado demasiado encantador viniendo de él; pero si no le gustaba, siempre podía tratar con arpía. Ante ese pensamiento, sus comisuras se curvaron en una sonrisa que se obligó a desaparecer. Muchas mujeres, habían caído hechizadas ante el derroche de su personalidad, mejor se abstenía de causar tal impacto en Morgan, la cazadora que había traído la mala suerte a su emprendedor negocio de cazarrecompensas. Estaba allí para reclutarla, no para que cayese enamorada a sus pies. Aunque, por sus palabras, Wyatt juraba que estaba a medio camino de hacerlo. ¿Estaba siendo sarcástico? Un poco. ¿Egocéntrico? Tal vez. Estiró el cuello de su camisa, señal de que la mujer le sofocaba mientras pensaba, al parecer, sus siguientes palabras. Aquello, no era del todo cierto. Él ya sabía qué decir, solo buscaba cómo hacerlo sin ofender a la ¿dama? Aunque por sus modales hilarantemente refinados, bien podría haberse criado con lobos. – ¿No vas a ofrecerme un trago de lo que sea que estés bebiendo? Porque seguramente estás ebria si crees que la bruja escapó por mi culpa. Todo iba perfectamente bien hasta que apareciste. La tenía, a ella y a todos esos francos en mi poder. – Soltó un gruñido de frustración ante su pérdida y, dado que esa conversación parecía estar tomando más de lo esperado, se puso cómodo. Se sentó en una silla sorprendentemente agradable, estirando sus brazos y piernas. Una de sus manos, jugaba a hacer sonar los dedos sobre la madera. Tenían que salir pronto, el Sol no iba a estar en lo alto todo el día. – Ahora que ya aclaramos ese punto, le advirtió, su mirada diciéndole que mejor dejara pasar el tema o las cosas se pondrían turbias, pasemos a los negocios. No solo lucharás a mi lado, algo por lo que cualquiera mataría; sino que también saldarás tu deuda conmigo. Después de esto, no me volverás a ver; aunque eso suena más a un castigo que a un premio. – Finalizó, esta vez sonriendo con arrogancia, muy pagado de sí.
– Y si sales con vida de ésta, te daré el cinco por ciento de las ganancias. Incluso me comprometo a pagarte el boleto en barco para que regreses a casa. Estoy seguro que la extrañas. – Wyatt quería poner cierta distancia entre ellos. No quería competencia, mucho menos a una mujer que jodía sus planes en el momento más inoportuno. – Necesitarás cambiar ese vestido por algo más revelador. Un profundo escote, podría mantenerlos ocupados el tiempo suficiente para que yo salga de allí como un héroe. ¿Es mucho desear que tengas algo como eso entre tus cosas? – Antes de ser cazador, él era un hombre. No le diría que no a la oportunidad de ver a una hembra mostrar sus atributos. Morgan era preciosa, siempre que mantuviese sus pensamientos para sí. “Y pensar que me quejaba de las mujeres que solían hablar sobre el clima y tiras para el pelo”, murmuró con pesar. Se levantó para buscar ese trago, ya que la cazadora actuaba como una terrible y mala anfitriona. – Mientras te pones a ello, dijo dándole la espalda, ¿por qué no me cuentas cómo demonios te convertiste en esto? Todo apunta a que hay una historia impactante esperándome. – Por el tono de su voz, estaba claro que no lo creía. Al no oír movimientos tras él, se giró. ¿Qué demonios esperaba? – Dime tus condiciones, gatita. Está claro que estás a punto de saltar sobre mí con tus garras. Lo cual sería adorable, si me gustaran los felinos. Soy más un hombre que le gustan los perros. Habría traído un par como compañeros, pero lo que necesito está aquí. Ellos no esperarán que una fémina los esté saboteando. El ego masculino, realmente nos ciega. - Desafortunadamente, aquello era cierto. – Ahora mismo, esa es tu arma más poderosa. – Casi, casi era un cumplido. No parecía estar manejando tan mal el asunto de compañerismo. Ella, podía ser el anzuelo y él, el cazador. Podría funcionar. Siempre que se pusieran de acuerdo.
– Y si sales con vida de ésta, te daré el cinco por ciento de las ganancias. Incluso me comprometo a pagarte el boleto en barco para que regreses a casa. Estoy seguro que la extrañas. – Wyatt quería poner cierta distancia entre ellos. No quería competencia, mucho menos a una mujer que jodía sus planes en el momento más inoportuno. – Necesitarás cambiar ese vestido por algo más revelador. Un profundo escote, podría mantenerlos ocupados el tiempo suficiente para que yo salga de allí como un héroe. ¿Es mucho desear que tengas algo como eso entre tus cosas? – Antes de ser cazador, él era un hombre. No le diría que no a la oportunidad de ver a una hembra mostrar sus atributos. Morgan era preciosa, siempre que mantuviese sus pensamientos para sí. “Y pensar que me quejaba de las mujeres que solían hablar sobre el clima y tiras para el pelo”, murmuró con pesar. Se levantó para buscar ese trago, ya que la cazadora actuaba como una terrible y mala anfitriona. – Mientras te pones a ello, dijo dándole la espalda, ¿por qué no me cuentas cómo demonios te convertiste en esto? Todo apunta a que hay una historia impactante esperándome. – Por el tono de su voz, estaba claro que no lo creía. Al no oír movimientos tras él, se giró. ¿Qué demonios esperaba? – Dime tus condiciones, gatita. Está claro que estás a punto de saltar sobre mí con tus garras. Lo cual sería adorable, si me gustaran los felinos. Soy más un hombre que le gustan los perros. Habría traído un par como compañeros, pero lo que necesito está aquí. Ellos no esperarán que una fémina los esté saboteando. El ego masculino, realmente nos ciega. - Desafortunadamente, aquello era cierto. – Ahora mismo, esa es tu arma más poderosa. – Casi, casi era un cumplido. No parecía estar manejando tan mal el asunto de compañerismo. Ella, podía ser el anzuelo y él, el cazador. Podría funcionar. Siempre que se pusieran de acuerdo.
Wyatt Burgess- Cazador Clase Media
- Mensajes : 26
Fecha de inscripción : 16/11/2014
Re: Entrelazados | Privado
Fingió bostezar, desinteresada por lo que aquel hombre pudiera decir que fuera orientado a quejarse sobre lo que ocurriera antes entre ellos y que Morgan tuviera escrito como completamente culpa de Wyatt. Rodó los ojos y sus manos se colocaron sobre sus caderas, en una señal de descontento ante lo que escuchaba. Morgan se preguntaba si es que Wyatt podía ser más tonto y cada vez que se decía a si misma que eso era imposible, se superaba a él mismo de una manera asombrosa. Claro que ella como la “buena” persona que era, no le dejaría permanecer en su error por mucho tiempo.
– Lo lamento, pero seguramente no puedes tolerar lo que yo bebo. Luces tan débil que seguramente con tan solo darte agua eres capaz de embriagarte – antes de continuar con sus palabras se rió y dio dos pasos en dirección a él – Iba tan perfecto todo que igual se escapo por tu falta de utilidad; no tenías ni a la bruja ni esos francos – suspiro – ante mi puedes admitir lo que sea, prometo que no me reiré demasiado de tus sueños con respecto a que eres buen cazador – oírle gruñir le agrado de sobre manera, saber que de cierta manera ella no le facilitaba las cosas de la manera en que él deseaba era tan gratificante para la germana que solo por eso estaba dispuesta a escucharle un poco más. Y no fue nada de lo que dijo sobre él mismo lo que le hizo considerar seriamente la idea de ayudarlo, sino que prometía que no le vería más – Pese a que seguramente muchas desearían verte diariamente, puedes estar seguro que no es mi caso Wyatt, aunque quizás seas tu quien desea verme – frunció el ceño ante la desagradable idea de ser perseguida por aquel hombre – en fin, no hablemos de nosotros – dijo después de guiñarle el ojo de manera descarada – mejor dime más de lo que puedo conseguir y ver si es que logras convencerme de mantenerte a salvo durante esta misión – la germana no dudaba ni un segundo de las habilidades que desarrollara desde hacía varios años, pero vaya que tenía serias dudas sobre las de Wyatt, así como del estado mental en que se encontraba el hombre; pero finalmente ese no era su problema.
La idea que más ayudaba al cazador para atraer a Morgan era la idea de no verlo, pero con todo y eso debía esforzarse un poco más si es que esperaba obtener la ayuda de ella. La idea de regresar a casa incluso era tentadora, pero no podía hacerlo. Salió de Alemania como una muerta de hambre y no pensaba regresar ahora que tenía buenos ingresos en París, ella planeaba quedarse bastante tiempo y Wyatt debería aceptarlo.
– ¿Cinco por ciento? Debes estar de broma si piensas que aceptare eso. Esfuérzate un poco más, que al menos para eso deberías de servir – respondió solo a eso, omitiendo lo de regresar a su hogar y entonces se centro en lo que hablaba respecto a su ropa. Como toda mujer, Morgan estaba consciente de que los hombres siempre babeaban por un buen escote y gracias al cielo, ella había recibido los atributos para lucir algunos bastante llamativos – No hablemos de mis vestidos y mucho menos de mi hasta que aceptes mis términos. No me gusta perder el tiempo si es que al final no se concreta nada – y eso era verdad. ¿Para qué iba a mostrar sus vestidos o contar su historia? Igual no estaba segura de aceptar la misión al lado de aquel hombre – Primero que nada, deja de ponerme apodos ridículos, me molesta que lo hagas – enarco la ceja – y quiero la mitad de las ganancias o tendrás que hacerlo todo tu solo – le sonrió – y a lo que me has dicho, finalmente me necesitas y sé que estas desesperado porque de no estarlo no hubieses acudido a mi en primer lugar – se acerco entonces a él y tomo el trago que se había servido y tenia en la mano para beber ella – así que o aceptas lo que ahora te pido o no tendremos manera de trabajar juntos – bebió del trago que el cazador se sirviera y después de hacerlo añadió – y después de eso no quiero verte nunca más ¿Esta claro? – que aceptara lo que le decía de una buena vez, así podía librarse de él, de su atractiva cara y su maldito ego de una vez por todas.
– Lo lamento, pero seguramente no puedes tolerar lo que yo bebo. Luces tan débil que seguramente con tan solo darte agua eres capaz de embriagarte – antes de continuar con sus palabras se rió y dio dos pasos en dirección a él – Iba tan perfecto todo que igual se escapo por tu falta de utilidad; no tenías ni a la bruja ni esos francos – suspiro – ante mi puedes admitir lo que sea, prometo que no me reiré demasiado de tus sueños con respecto a que eres buen cazador – oírle gruñir le agrado de sobre manera, saber que de cierta manera ella no le facilitaba las cosas de la manera en que él deseaba era tan gratificante para la germana que solo por eso estaba dispuesta a escucharle un poco más. Y no fue nada de lo que dijo sobre él mismo lo que le hizo considerar seriamente la idea de ayudarlo, sino que prometía que no le vería más – Pese a que seguramente muchas desearían verte diariamente, puedes estar seguro que no es mi caso Wyatt, aunque quizás seas tu quien desea verme – frunció el ceño ante la desagradable idea de ser perseguida por aquel hombre – en fin, no hablemos de nosotros – dijo después de guiñarle el ojo de manera descarada – mejor dime más de lo que puedo conseguir y ver si es que logras convencerme de mantenerte a salvo durante esta misión – la germana no dudaba ni un segundo de las habilidades que desarrollara desde hacía varios años, pero vaya que tenía serias dudas sobre las de Wyatt, así como del estado mental en que se encontraba el hombre; pero finalmente ese no era su problema.
La idea que más ayudaba al cazador para atraer a Morgan era la idea de no verlo, pero con todo y eso debía esforzarse un poco más si es que esperaba obtener la ayuda de ella. La idea de regresar a casa incluso era tentadora, pero no podía hacerlo. Salió de Alemania como una muerta de hambre y no pensaba regresar ahora que tenía buenos ingresos en París, ella planeaba quedarse bastante tiempo y Wyatt debería aceptarlo.
– ¿Cinco por ciento? Debes estar de broma si piensas que aceptare eso. Esfuérzate un poco más, que al menos para eso deberías de servir – respondió solo a eso, omitiendo lo de regresar a su hogar y entonces se centro en lo que hablaba respecto a su ropa. Como toda mujer, Morgan estaba consciente de que los hombres siempre babeaban por un buen escote y gracias al cielo, ella había recibido los atributos para lucir algunos bastante llamativos – No hablemos de mis vestidos y mucho menos de mi hasta que aceptes mis términos. No me gusta perder el tiempo si es que al final no se concreta nada – y eso era verdad. ¿Para qué iba a mostrar sus vestidos o contar su historia? Igual no estaba segura de aceptar la misión al lado de aquel hombre – Primero que nada, deja de ponerme apodos ridículos, me molesta que lo hagas – enarco la ceja – y quiero la mitad de las ganancias o tendrás que hacerlo todo tu solo – le sonrió – y a lo que me has dicho, finalmente me necesitas y sé que estas desesperado porque de no estarlo no hubieses acudido a mi en primer lugar – se acerco entonces a él y tomo el trago que se había servido y tenia en la mano para beber ella – así que o aceptas lo que ahora te pido o no tendremos manera de trabajar juntos – bebió del trago que el cazador se sirviera y después de hacerlo añadió – y después de eso no quiero verte nunca más ¿Esta claro? – que aceptara lo que le decía de una buena vez, así podía librarse de él, de su atractiva cara y su maldito ego de una vez por todas.
Zenevieva Nikoláievich- Vampiro Clase Alta
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Re: Entrelazados | Privado
Wyatt Wellington Burgess tenía principios o, al menos, su difunta madre había intentado enseñarle. De modo que, como todo un caballero, fulminó con la mirada a su acompañante antes de servirse otro trago. Esa vez, se lo bebió de inmediato. – La cruda realidad, caramelo, es que soy nuevo en esta ciudad. No he tenido tiempo para hacer migas con otros cazadores. – Omitió el hecho de que, desde su llegada, sí que se había cruzado con otros de su campo, quienes no habían tardado en señalar su falta de escrúpulos por hacer de la cacería, un negocio. – Así que como ves, no había más de donde elegir. O eras tú o tú. – Volvió a ocupar su lugar en la silla, aunque, para mantenerse ocupado en algo, jugaba a deslizar los dedos sobre el borde de su vaso. – Pero eso no cambia nada que te necesito para esta misión. – Sonaba molesto, aunque no sabría decir porqué. ¿Le había enfadado el hecho de que Morgan quisiera deshacerse de él? ¿No quería exactamente lo mismo? Eso era, la mujer estaba empeñada en hacerle daño a su ego. Mala suerte para ella, ¡la tenía más grande que un gigante! Ante ese pensamiento, una sonrisa pagada de sí mismo curvó sus comisuras. Evidentemente, Wyatt no estaba pensando en su egocentrismo cuando hizo esa comparación. – Tendrás la mitad de las ganancias siempre y cuando, señaló, cumplas con tu rol en el juego. Es mi vida la que estará en riesgo. Odiaría decepcionar a mis fans, solo porque no pudiste sumar dos más dos y seguir unas sencillas instrucciones. – ¿Por qué le gustaba provocar a la cazadora? No lo sabía y, realmente, no quería indagar en ese hecho. La fémina solo había aparecido en su vida para joderle la existencia. Le parecía normal que quisiera hacer lo mismo con la de ella. – Por regla general, conejita, trabajo solo. – El cazador había oído su petición de que ‘dejara de usar apodos ridículos’, así que había hecho lo contrario, utilizando realmente apodos absurdos.
– El único campo donde comparto estrategias y liderazgo, es en la cama. Tal vez deberíamos ir hasta allí para entendernos si no estás conforme con mis términos. – Por la forma en que Wyatt hablaba, no quedaba dudas de que se refería al sexo desenfrenado. – También eso me serviría para checar la mercancía. – Una vez más, recorrió cada centímetro del cuerpo de la fémina con la mirada. El americano era un experto en desnudar con ese simple gesto. – O podrías finalmente, ir a por ese desgarrador vestido. El tiempo, para nosotros los mortales, no significa lo mismo que para los chupasangres. Me gustaría estar en la guarida del Sire, antes de que empiecen a salirme canas. – Sabía que Morgan no tardaría en rebatir cada una de sus palabras. La mujer no sabía cuándo morderse la maldita lengua. Así que se estiró – de nuevo – en la silla. Actuaba como si fuera el dueño de ese cuarto, tal como siempre hacía cuando entraba a cualquier sitio. Antes de que la fortuna de los Burgess sufriese un duro golpe, su familia había pertenecido a una de las más importantes en el extranjero. ¡Demonios! Tenían las mejores plantaciones de algodón. Si bien ahora eran considerados de clase media, Wyatt estaba seguro que aquello pronto cambiaría. Su gemelo trabaja duro para cambiar ese hecho y él, por su cuenta, también había empezado a hacerlo. Además, él nunca se había dejado de considerar de clase alta. Lo llevaba en la jodida sangre. Destilaba arrogancia por donde se le mirara y, como si eso no fuese suficiente, a diferencia de Ralston, él había decidido no cambiar su manera de vestir. – Para ayer es tarde, Morgan. Tenemos un trato. He accedido a tus términos, ligándolos a los míos. Ahora, por el amor de Dios, empieza a cambiarte. – Ojalá alguien les hubiese explicado a ambos que su unión, iba más allá de la verbal.
– El único campo donde comparto estrategias y liderazgo, es en la cama. Tal vez deberíamos ir hasta allí para entendernos si no estás conforme con mis términos. – Por la forma en que Wyatt hablaba, no quedaba dudas de que se refería al sexo desenfrenado. – También eso me serviría para checar la mercancía. – Una vez más, recorrió cada centímetro del cuerpo de la fémina con la mirada. El americano era un experto en desnudar con ese simple gesto. – O podrías finalmente, ir a por ese desgarrador vestido. El tiempo, para nosotros los mortales, no significa lo mismo que para los chupasangres. Me gustaría estar en la guarida del Sire, antes de que empiecen a salirme canas. – Sabía que Morgan no tardaría en rebatir cada una de sus palabras. La mujer no sabía cuándo morderse la maldita lengua. Así que se estiró – de nuevo – en la silla. Actuaba como si fuera el dueño de ese cuarto, tal como siempre hacía cuando entraba a cualquier sitio. Antes de que la fortuna de los Burgess sufriese un duro golpe, su familia había pertenecido a una de las más importantes en el extranjero. ¡Demonios! Tenían las mejores plantaciones de algodón. Si bien ahora eran considerados de clase media, Wyatt estaba seguro que aquello pronto cambiaría. Su gemelo trabaja duro para cambiar ese hecho y él, por su cuenta, también había empezado a hacerlo. Además, él nunca se había dejado de considerar de clase alta. Lo llevaba en la jodida sangre. Destilaba arrogancia por donde se le mirara y, como si eso no fuese suficiente, a diferencia de Ralston, él había decidido no cambiar su manera de vestir. – Para ayer es tarde, Morgan. Tenemos un trato. He accedido a tus términos, ligándolos a los míos. Ahora, por el amor de Dios, empieza a cambiarte. – Ojalá alguien les hubiese explicado a ambos que su unión, iba más allá de la verbal.
Wyatt Burgess- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 16/11/2014
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