Malos pasos |Privado|

por **Devlin Adams** Dom Nov 30, 2014 10:22 pm

Algo más tarde de lo habitual arregló sus ropas acorde de lo que se venía por delante, parecía inmovilizar a sus sirvientes cuando bajaba las escaleras de su mansión. Chasqueó sus dedos y mientras escalón tras escalón se perdía entre sus pies hizo que uno de sus sirvientes le hiciera compañía hasta dar con la planta baja de lo que era toda la sala de estar. Una gélida sonrisa se desbordó por sus labios. Leyó una vez más la invitación que se le daba, una exposición, cómo las pocas a las que iba y pocas a las que asistía.

Dudaba del porque iba, pero algo la hacía renegar a sus instintos y sólo partir con respecto a lo que era continuar. Se quedó esperando unos minutos a que llegara el chófer por ella, a veces deseaba aprender a manejar, tenía gustos muy peculiares, y entre ellos era el manejarla ida de un caballo la hacía ensordecer sus deseos más locos. Cómo ese. Pronto lo aprendería, saber llevar un carruaje a cuestas mientras un caballo le daba libre paso a lo que deseaba. Uno de los chóferes silencio sus pensamientos y la hizo caminar a su costado.

Cuando este inició su movimiento ella se dispuso a tan sólo ver por los costados que daban lugar a poder dar lujo de el paisaje exterior; Observaba con lujo, admirando la belleza natural de su país, siempre admiradora de dónde vivía, hasta notar cómo un carruaje similar opocaba su vista y esta (Como tan fiera era) sintió sus malas pulgas, aquella sonrisa se detuvo y bufó golpeando la parte delantera dónde se encontraba el chófer — Vaya un poco más rápido, algún imprudente obstruye la vista — Hizo caso, y dando un látigo más a su animal se vio complacida por quien trabajaba para ella. Siempre buen material humano, de aquello se sentiría orgullosa, muy selectiva, hasta en las cercanías de quienes quisieran ser parte de su día a día.

Mientras se detenía logró divisar una vez más ese carruaje que comenzaba a darle cierto repudio; Nada en especial, sólo caprichos de lo cascarrabias que era. — Aquél es, dime que señor baja de allí para luego dar lista negra a su presencia en alguna próxima visita o entrega que se haga en nuestro hogar — Y sí, era de represarías.

Estaba cómoda en lo que era la demostración de artes, decorado de un exquisito tono marmolizado, caminando entre personajes que eran poco conocidos y algunos demasiado. Recordó en ese momento el porque de no salir de casa, se aburriría fácilmente sin la compañía de alguno de sus peones. Era una guerrera, no por tener el dinero a desbordé se crío como una princesa. El vestido la incomodaba y el peinado tan alto la tenía con un dolor de cabeza que pronto descargaría con el primer personaje que se le atravesara. Y fue como si el destino le diera material de desahogo. La efigie de una fémina camina de espaldas a ella. Claramente lo notó, pero esperaba su descuido para hablar. Estaba tan sólo a centímetros de su cuerpo — Debería tener un poco de respeto con quienes transcurren por estos lados... y finura, pues una señorita no camina de espaldas, a menos que desee estrellarse o caer contra el suelo — Sentenció, viendo como la figura se detenía antes de tocarla.