Malos reflejos [Privado - Alondra Montero]

por **Esteban Valenzuela** Dom Mar 06, 2016 9:08 pm

Hospital || 12:00 || Soleado

Por cuestiones del destino Esteban debe ir a hacer frente en combate, saben todos que está retirado, que se le guarda con honores tanto por su familia, como por lo que el mismo logró, sabiendo todos que aún no supera la muerte de sus camaradas y que le atormenta, aunque nadie sabe de sus pesadillas nocturnas.

Sus ojos se iban abriendo poco a poco mientras el olor a alcohol le inundaba las fosas nasales, no recordaba que había sucedido, sólo sentía que el costado le punzaba, lo cual se incrementó cuando intentó enderezarse lo suficiente para ver algo, le fue imposible, a la altura de las costillas sintió un dolor que le hizo recostarse de nuevo. Era lógico que no estaba en su cama, se sentía que no eran las sábanas de seda a las que estaba acostumbrado, pero aún sus sentidos no le regresaban por completo.

Se relame los labios, tiene la boca seca en realidad, carraspea intentando que su garganta esté disponible para poder emitir alguna palabra, pero parece que está solo, alcanza a ver un par de camas más, un tanto lejos de donde él se encuentra, parece ser que le han dejado en un sitio más privado, apenas va comenzando a recobrar cada uno de sus recuerdos, algo sonó lejos y él se maldijo, haciendo que sus dientes chirrearan, le había pasado una estúpida distracción al traer a su memoria malos recuerdos, no había podido reaccionar y le habían herido a un costado, era algo superficial o así lo había tomado él, aunque Esteban terminó por desplomarse.

-¿Hay alguien?- Cuestionó apenas moviéndose un poco en aquella cama que crujió cuando él se movió ¿A dónde demonios lo habían ido a meter? ¿Qué no sabían quien era? En momentos como ese él podía llegar a mostrar su lado poco amable, no le gustaba no moverse, no saber donde estaba, en pocas palabras no le gustaba saber que él no mantenía el control de lo que estaba sucediendo a su alrededor, era algo que no toleraba desde que tenía uso de razón.

El dolor le impedía moverse y no quería que la herida comenzara a sangrar o lo mantendrían más tiempo del necesario en aquél lugar, así que dejó caer de nueva cuenta su peso contra la cama que parecía querer ceder en cualquier momento. Parecía que no había nadie de la milicia cerca, no había familia pues no la tenía, ni siquiera una enfermera cerca, podría haberse largado de ahí y nadie lo notaría, pero no podía, aquello le hizo enfadar.

por **Alondra de Castilla** Lun Mar 07, 2016 6:41 pm

El viaje había resultado ser largo y pesado, tal y cómo todas las veces y ocasiones que, por una cosa u otra, me había visto obligada a viajar. El tener que recorrer largas distancias sin nada mas que la compañía de Gisela y unos cuantos libros para mantenerme entretenida y ocupada durante el transcurso de éste. Viajar a París era algo que me gustaba y me disgustaba a partes iguales, si bien era cierto que me gustaba pasar tiempo, de vez en cuando con mi tía, la casa en dónde ésta se había instalado me recordaba de forma inevitable a mi hermano. A fin de cuentas, éste había sido el lugar en dónde se había quedado cada vez que había viajado a la ciudad por un motivo u otro. Era cierto, que mi tía, había cambiado la decoración y reorganizado toda la casa, pero ésta seguía teniendo la esencia del mismo. Todos en la familia sabían los motivos que habían llevado a mi tía a irse a vivir a París de forma indefinida, ésta prefería mantenerse alejada de España y de sus recuerdos. La hermana mayor de mi padre había sido completamente desdichada con su matrimonio, tema del que nunca se había hecho incapié y que yo nunca me había atrevido a preguntarle, puesto que ésta siempre me recibía con una cálida sonrisa y un abrazo y tendía a tratarme mas cómo una hija que cómo una sobrina.

Dejando escapar un suspiro, aparté mi mente de mi tía quién había salido con su dama de compañía a dar un paseo por la ciudad y centré mi mente en aquello que realmente me había traído hasta el lugar. Hasta el momento había sido completamente capaz de mantener la preocupación a ralla, impidiendo que ésta me empezara a consumir ante las largas horas que había durado el viaje. Algo que solo había conseguido centrando mi mente en otras cosas, ya no solo en mi tía si no en lo mucho que había cambiado mi vida en las últimas semanas. En cómo mi mundo había girado sin parar fuera de su lugar original. Dándole un último vistazo al espejo, y considerándome lista, llamé a Gisela antes de disponernos a salir ambas de la casa. El tiempo que tardamos en llegar hasta el hospital fue algo que resultó bastante breve, un breve paseo que sirvió para tranquilizar y calmar, de forma temporal, mis nervios y preocupaciones, los cuales volvieron a aparecer en el momento en que pisé el lugar y me indicaran en dónde se encontraba.

Sin que tuviera que decir nada, Gisela optó por quedarse vigilando en la puerta mientras yo entraba para realizar la visita. Mis ojos se abrieron a la vez que mi boca al ver el estado en el que se encontraba y, a la vez que me acercaba, no pude evitar negar con la cabeza. —¿No puedes evitar, aunque sea por una vez, meterte en problemas? —le reproché con suavidad en cuando me planté al lado de la cama—. No vuelvas a darme un susto cómo éste —dije a modo de queja— me he visto prácticamente obligada a salir corriendo de Cádiz pensando de estabas medio moribundo tan lejos de casa —dejé escapar un suspiro de alivio— me alivia ver que, por lo menos, parece menos grave de lo que imaginé —me aparté un mechón de cabello de mi rostro y le observé de nuevo—, no cambias nunca —musité sin poder evitar recordar las veces que, años atrás les había visto tanto a él como a Borja sumidos en sus “competiciones” y llegar siempre con algún rasguño o herida.

por **Esteban Valenzuela** Jue Mar 10, 2016 11:04 pm

Hospital || 12:00 || Soleado

La desesperación en Esteban cada vez crecía más, así era él, no toleraba una situación que le desagradaba por mucho tiempo, si nadie aparecía en menos de cinco minutos así fuera que se tuviera que arrastrar, se largaría de ahí, ese era un hecho. Miró por la ventana, se veía que estaba un día despejado, apenas un poco de las nubes se habían formado, no tenía idea de cuándo había llegado, ni qué hora era, esperaba no haberse quedado dormido demasiado tiempo, pero no podía asegurar nada, y eso también le molestaba, en demasía. Era una serie de cosas que sólo acumulaban enojo, fastidio y hastío en él, suponía que cinco minutos era mucho tiempo, tal vez dos o tres, eso era lo ideal para no salir peor malhumorado.

No recordaba el momento exacto en el que todo aquello pasó, sólo recordaba que estaba en medio de algo importante, no tenía que distraerse, pero seguramente sus malditas pesadillas invadieron sus pensamientos, haciendo que se olvidara por completo de donde se encontraba, logrando de esa forma que terminara en aquél estado tan deplorable, seguramente había sido una cortada con alguna espada o algo por el estilo, la punzada y lo que sentía en su abdomen era similar a aquello, muchas heridas había sufrido como para no identificarlas casi de memoria.

-Vaya, en vez de qué me preguntes como estoy, sólo te atreves a regañarme como si yo tuviera la culpa de haber terminado en este maldito lugar ¿Acaso crees que lo hice con intención? Que mal concepto tienes de mí, aunque debo decir que ahora no ha sido culpa mía, simplemente no sé que sucedió, parece que se me ha borrado la memoria, preciosa- Se giró un poco para mirar a la ojiverde, sabía que Alondra era de aquellas que no quitaba el dedo del renglón, aunque tenía motivos para hacerlo, Esteban la escuchaba porque era como una pequeña hermana -No sé que tengo, como verás los médicos están bastante atentos a mi estado, así que no sé si es grave o no, según yo sigo completo, así que... Efectivamente no es grave- mostró una sonrisa amable, lo más amable que podía cuando el dolor le estaba haciendo punzar el abdomen.

-No hubieras salido corriendo, aunque de verdad me alegra verte, y dejemos de hablar de lo que me ha pasado por desgracia a mí y dime tú ¿Cómo has estado? Haz tus labores, entretenme un poco- no es que la considerara un payaso, pero sí una amiga, que podía hacer buenas obras por alguien de su familia o como si lo fuera.

por **Alondra de Castilla** Vie Abr 08, 2016 5:09 pm

Negué ligeramente con la cabeza ante sus palabras y dejé escapar un leve suspiro antes de que mi mirada se volviera a fijar en él esbozando una leve sonrisa triste —si te regaño sabes bien que es porqué me preocupo por ti, no por el placer de hacerlo. —Musité mientras empezaba a juguetear de forma distraída con un mechón de cabello—. No es que tenga un mal concepto de ti, simplemente recuerdo bastante bien la tendencia que teníais de meteros siempre en algún lío —mi menté vagó por un momento en dirección a los recuerdos de mi hermano, y los intenté apartar de nuevo, centrándome de nuevo en la persona que se encontraba tumbada en la cama. Si, era cierto que los recuerdos seguían teniendo la capacidad de entristecerme de manera que nada mas lo conseguía, pero también era cierto que, con el tiempo, había empezado a soportar ese dolor. Dejé escapar otro suspiro y negué levemente con la cabeza— si los médicos están al pendiente solo quiere decir que es algo mucho mas grave que cualquier simple rasguño y que, te guste o no, vas a tener que guardar reposo una vez te den el alta.

Le dediqué una mirada seria en dónde se podía leer con bastante claridad la determinación de que, si él no estaba dispuesto a guardar reposo, iba a enviar a alguien que se asegurara, de que lo hiciera de la misma manera que no estaba dispuesta a aceptar ninguna réplica al respecto—. Además, que no recuerdes qué fue lo que pasó no es una buena señal precisamente —añadí tras una pequeña pausa, sabía bien que, de la misma manera que en algunas ocasiones podía ser bastante obstinada en el momento en que tomaba una decisión, sabía que él también podía llegar a ser bastante obstinado y cabezota si se lo proponía. Negando de nuevo ligeramente con la cabeza, me mordí ligeramente el labio, pensativa— realmente... —musité mientras tocaba de forma distraída e inconsciente el anillo de compromiso que, a pesar de que hacía poco que lo llevaba y en contra de lo que había pensado por largo tiempo, no me incomodaba ni molestaba.

Me mordí de nuevo el labio y negué ligeramente mientras un ligero rubor hacía acto de presencia en mis mejillas— mi vida, a diferencia de la tuya es bastante apacible, sin muchos sobresaltos ni emociones fuertes —dejé escapar un leve suspiro—, es por ello que no hay mucho que contar ni novedades realmente... destacables. —Aún levemente ruborizada, me aparté un mechón de cabello y dirigí mi mirada hacia la puerta tras la cual sabía que se encontraba Gisela— sigo pensando que tal vez deberías sentar cabeza con alguien —dije tras un momento de silencio y aún sin dirigir mi mirada de nuevo hacia él intentando desviar la conversación hacia él— comprendo tu punto de vista, pero no puedes estar así eternamente —musité antes de, finalmente, volver a dirigirle la mirada— aunque sabes que seguirás teniendo tanto mi ayuda como la de Gisela en esto —solté otro suspiro y enredé mis dedos en el mechón de cabello esperando que, con eso, desviar el tema hacia él.

por **Esteban Valenzuela** Dom Abr 17, 2016 1:23 pm

Hospital || 12:00 || Soleado

Esteban podría ser cualquier cosa, pero vamos, cuando alguien le interesaba se preocupaba de verdad y siempre intentaba procurarle, eso era lo que pasaba con Alondra, era como aquella hermana pequeña que la vida nunca le dio, además de todo, se lo había prometido a su amigo, la cuidaría, y eso es lo que intentaba hacer siempre, al menos a su modo. Mostró una sonrisa mientras le escuchaba. -No digo que no te preocupes, mujer, pero tú lo has dicho, no es grave, debo decir, aunque no te guste, que me ha tocado pasar por cosas peores, así que esto es sólo un raspón, algo que pasará, así que tu locura de salir corriendo estuvo demás, pudiste mandar a alguien a preguntar, pero siempre eres de lo peor.- Se quedó un momento mirándola, ese gesto en su rostro no le pasaba desapercibido al Duque.

Sintiendo que el cuerpo se le partía se enderezó y se le quedó viendo apenas un momento, para terminar por negar con la cabeza, quedando sentado en la camilla. Tomó la mano de la mujer observando aquella piedra que al parecer iluminaba su mano, pero no los ojos celestes de Alondra. -¿En serio me quieres casado? No, gracias, Alondra, yo no me voy a amarrar a una mujer para que ella tenga tu expresión o peor aún, para que yo tenga esa cara que tienes tú, yo soy bastante feliz así.- Se bajó de un brinco de la camilla, sintió que el pecho le punzaba, pero hizo un esfuerzo sobre humano para no hacer ningún gesto en ese momento. No la iba a preocupar, al menos no en ese instante, después de todo, parecía que ella ya tenía suficiente con sus propios padecimientos.

-Alondra, agradezco demasiado tu ayuda, sabes que te veo como parte de mi familia.- Comenzó a buscar ropa decente, pero no encontraba nada, todo eran batas, ni siquiera estaba su ropa, que seguro estaba deshecha y ensangrentada, pero no saldría de ahí desnudo, más que nada por respeto a la rubia. Se giró para verla. -Gisela me ayuda, es de gran ayuda en realidad, pero si tus ideas de que dejes que ella venga a verme, a presentarse en algunas reuniones tomada de mi brazo, ya te digo que no cambiará la idea de que nunca me voy a fijar en ella, no porque sea mala mujer, sino porque no, ni ella ni nadie, si la idea es de ella, pues entonces ya no quiero la ayuda, Alondra, puedes decirle que ya no tendrá que acudir a mis llamados, puedo contratar cortesanas.- Sí, así era Esteban, muy tajante cuando de compromiso se trataba, no quería nada serio, no por ahora, no podía asegurar cuanto tiempo iba a estar así, pero por ahora no le interesaba.

-Mejor háblame de ti y de tu prometido, porque no veo esa sonrisa que tienen todas las mujeres cuando han amarrado al hombre ideal. -Seguía revolviendo los cajones, sin encontrar nada, bufó y se sentó en una de las sillas. -¿Puedes ayudarme con las vendas, preciosa?- Le preguntó un momento, ya las otras se encontraban ligeramente manchadas, por el esfuerzo que había hecho, negó con la cabeza, no se dejaría atormentar por aquello. Pero tenía que ir a ver si alguien había muerto por su culpa.

por **Alondra de Castilla** Lun Jul 11, 2016 1:07 pm

Negué ligeramente con la cabeza ante su manera de cambiar tanto el rumbo de la conversación como el foco de ésta. Otro suspiro se escapó de mis labios antes de mirarle con seriedad —no es lo que piensas Esteban, es... complicado —musité finalmente, sin apartar mi mirada de él—. A diferencia de ti, mis padres si organizaron un matrimonio arreglado para mi hace ya varios años, y estaba bien con eso. Durante años pensé que se trataría de alguien como la gran mayoría; que sería alguien superficial, egocéntrico y vanidoso, incapaz de ver mas allá de si mismo y de sus propias ambiciones y que tan solo quisiera un rostro bonito que pasear de fiesta en fiesta —por un momento agaché mi mirada— pero no resultó ser así, si no alguien que fue capaz de romper fácilmente todos mis conceptos e ideas al respecto —musité tenuemente jugando con la tela de mi falda antes de mirarle de nuevo.

—Bien sabes que desde la muerte de mi hermano me negué a entablar cualquier tipo de relación con nadie, dejando que fueran muy pocos los que realmente pudieran llegar a mi porque me sentía incapaz de querer a nadie por el miedo de poder perder a ese alguien. Por ello estaba bien con la idea de que él pudiera ser un snob al que pudiera no querer y por el que no llegar a sentir nada. —Una sonrisa irónica se formó levemente en mis labios— pero fracasé y, aunque yo no quisiera, no pude evitar que las emociones y los sentimientos saltaran fuera del muro tras el que, durante tanto tiempo, los había escondido —negué con lentitud— ahora no puedo evitar temer y preocuparme por perderle o verle en una situación similar a la que te encuentras tú ahora mismo —dije finalmente observando cómo se había levantado y parecía tener intenciones de salir de ahí a pesar de que no le hubieran dado el alta. Algo que hizo que pudiera apartar mis pensamientos de Arley y me centrara de nuevo en él y le mirara con seriedad.

—Siéntate —dejé escapar un suspiro y le miré con toda la seriedad de la que era capaz a pesar de que mis mejillas se hubieran ruborizado de forma leve al sacar a relucir por ese breve momento mis propios sentimientos— eres la persona mas terca y cabezota que he tenido el placer o la desgracia de conocer en estos años —negué de nuevo— como no lo hagas gritaré para que vengan las enfermeras y se aseguren de que vuelves a la cama —amenacé, a pesar de que prefería no tener que hacerlo— no debes forzarte a ti mismo de esa manera —mi tono de voz volvió a sonar calmado— te ayudaré a cambiarte las vendas, pero eso no hará que permita que salgas por esa puerta —la advertencia sonó clara y nítida en mis palabras mientras observaba atentamente el estado de las vendas y miraba si, por casualidad, había otras en el lugar.

—Y no, en contra de lo que puedas pensar, no estoy intentando emparejarte con Gisela, a veces tengo la sensación que ella, como tu no tiene interés alguno en encontrar pareja o a alguien mas. Hasta dónde sé, ella tampoco tiene interés alguno en ti mas allá del de ayudarte en tu cruzada personal en contra de los intentos de caza de las cazamaridos de la alta sociedad —mirándole de solsayo, finalmente saqué unas vendas de uno de los cajones del lugar— no se que voy a hacer con vosotros —solté un leve suspiro y negué con la cabeza mientras me acercaba y dejaba encima de la mesa las vendas limpias y listas para usar aunque el cambiar las vendas a un paciente fuera algo que, en mi parecer, siempre era mejor que lo hiciera alguien que tuviera los conocimientos y la experiencia debida y adecuada.

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