Reflejos / Maurice

REFLEJOS

Muchas cosas que pensar, pocas que decir, mi carácter sigue siendo el mismo estuviera vivo, medio vivo o completamente muerto. No cambia en absoluto, orgulloso he nacido y orgulloso me voy a quedar por el resto de mi vida, o de mi eternidad, como se le quiera llamar. Me da exactamente igual.

Salí de mi residencia sin escolta. Sólo tomé mi chaqueta y unos puros, aquellos que nunca me abandonan, y que son un descanso para mí. Por lo menos al ver el humo escapar de mis labios, siento que no me he ido del todo. Algunos pasos de aquí para allá. No tengo rumbo fijo, ni tampoco deseo tenerlo. No se dónde voy - como nunca en mi vida - pero los planes siempre salen mal, así que es mejor dejar que las cosas fluyan por si solas. ¿Para qué entrometerse en aquello que llaman destino?

El viento azota ligeramente moviendo mis cabellos de lugar, sintiendo como mi piel es cortada, aunque es prácticamente imposible, pero la sensación es única. Mientras camino voy reconociendo algunos aromas del sitio. Tomo una gran bocanada de aire inundando los pulmones a pesar de que esto es completamente innecesario.

Nubes que intentan dibujar tenues líneas grises en el cielo, que se torna de un color azul oscuro, mientras que danzan de un lado a otro por causa del viento... Eso es lo que han captado mis ojos mientras camino serenamente hacia una zona menos populosa. Ya no hay atisbo alguno de que había existido algún atardecer en aquél lugar. Ahora no se observa. Nada en tonos rojos o naranjas. Esto algo que hacía mucho mis sentidos no captan y tampoco los extraño, o quizás sí y por eso estoy tan empeñado en aquella imagen que haces siglos dejé de contemplar.

Arribo donde quizás tenía que llegar y quito mis zapatos dejándolos cuidadosamente a un costado para que no se mojen. El agua apenas roza mis pies. La sensación es ligeramente agradable. Tal vez es lo más humano que puedo hacer desde que me he convertido en ésto.

Tomo asiento en el pasto que se encuentra un poco húmedo. Doblo las mangas de la camisa, dejando mi chaqueta a un lado y apoyo los brazos sobre mis rodillas. Quiero relajarme y quizá el lugar me ayude, aunque... Aquella quemazón que a veces me recorre la garganta, me juega una mala pasada. Saco un puro intentando con esto acallar aquellos gritos lastimeros que salen de mi interior para no pensar en tonterías. No he venido a alimentarme, sino atratar de poner en orden mis pensamientos.

Será una larga noche...

REFLEJOS

Ésta noche quiero sentirme normal. Lo más normal que pueda, sin dejar de mantener mis sentidos en alerta, porque las traiciones están a la vuelta de la esquina, y no es mi intención ser derrotado por una bala perdida o una puñalada trasera. Si he de desaparecer de la faz tierra, debe ser en el campo de batalla, haciendo lo que me gusta. Hoy solamente quiero reposar, pensar, fumar, fumar y… fumar

Las aguas tranquilas del lago se antojan apetecibles, inclusive para echarse un chapuzón, pero no puedo darme tal lujo por el momento. Sólo dejaré que el precioso líquido moje mis pies. Tal vez con éste simple hecho logre serenar mi actuar de los últimos días. He sido un completo bastardo con todos a mí alrededor, solo por el simple hecho de sentirme poderoso. Creí que la etapa del novato había quedado varias decenas de años atrás. Reniego de mi actuar, reniego de todo y por todos. ¡Me odio!

Gruño.

Mis botas bien lustradas, y pulcras ahora descansan a unos centímetros de mí. En actitud infantil, dibujo figuras sobre la tierra con uno de los dedos de mi pie, y me río de lo simple que a veces puedo ser cuando nadie me ve. Éste momento es de mí, para mí. Hasta el momento lo mejor que he podido hacer, es algo parecido a un cerdo, con su gran nariz y su cola en espiral. Nunca fui bueno dibujando formas elaboradas de pequeño y por eso, es que en ésta etapa de mi vida, donde el arte ha florecido en mis venas de dibujante amateur, que aspira a realizar grandes cosas por medio de mis diestras manos. Ser almirante de un gran navío no mejora algunas cosas en cuanto a mi carácter se refiere, sin embargo para otras, simple y sencillamente me he vuelto casi un experto.  Sin embargo la torpeza de mi pie nunca pareció mejorar, ciertamente.  Ahora creo y pienso que ser un pintor es todo un arte si se le sabe encausar de la manera correcta.

Doy dos bocanadas más a mi puro, borrando enseguida mi bizarra creación del suelo, porque escucho que alguien se acerca. Refunfuño. En verdad deseaba estar a solas conmigo mismo, pero ya que eso no puede ser posible, no me queda más que tratar de apaciguarme. Regreso mi vista hasta el horizonte, deseando con todas mis ganas que pase de largo y se olvide de mí, pero al parecer, eso no será posible. Por el contrario es una bala la que rosa la parte trasera de mi hombro haciéndome tambalear, sacándome de mi ensimismamiento.

–¿Pero qué...?

No me ha herido lo suficiente, pero si para producirme un rozón que de inmediato comienza a arderme., pero dada mi experiencia y en la situación desfavorable en la que me encuentro, sería mucho más simple echarme hacia mi costado, fingiendo que la bala me ha herido de muerte. Pero en cuanto la persona se acerque, se va a llevar un gran fiasco...

REFLEJOS

Al parecer se trata de una sola persona. No escucho más murmullos y pasos alrededor. No puedo fiarme de cualquier manera, estoy herido y aunque es un simple roce, me imposibilita maniobrar en igualdad de circunstancias. Debo ser paciente y dejar que lentamente se vaya acercando, porque el hecho de mencionar la palabra "saco" no me da muy buena espina. Ya da por sentado que me ha arrebatado la vida, eso es seguro; quiere deshacerse de la evidencia lo más pronto posible y puedo utilizar ésto mi favor, porque en cuanto encuentre el momento idóneo para maniatarlo, las cosas van a tomar rumbos distintos: El cazador será la presa. Soy un hombre de mar y no pienso morir a manos de un sujeto inexperto, en medio de la nada.

Siempre soy un hombre muy precavido. Nunca salgo desarmado, siempre tengo la consigna de - al menos - llevar una pequeña daga de plata escondida en el interior de mi ropa. Bolsas interiores que pasen desapercibidas para ojos menos expertos. Es cuestión de moverme lo más lento posible para hacerme con ella y acertar el golpe.

Es justo cuando siento su mano sobre mi hombro, girando mi cuerpo. Es cuestión de aguantar un poco la respiración y no mover los ojos. Que piense que en verdad estoy muerto siempre y cuando no se le ocurra la grandiosa idea de poner el oído en mi pecho para escuchar los latidos de mi corazón. De ser así, podría sujetarlo con toda mi fuerza por el cuello. Hacerle una llave para que no pueda moverse, lo que ocurra primero.

Paciencia, es la clave de todo. ¿Y por qué no? un poco de suerte. ¡Yo que pensé que tendría una noche tranquila! estoy pensando en que la buena fortuna no me acompaña desde hace un par de años, desde que me quedé completamente solo... Ahora a esperar. Me haré el muerto todo el tiempo que me sea posible. No hay enemigo pequeño. Mi atacante puede ser todo un experto en el arte de la guerra, tal vez no, todo puede ocurrir.