Solo Recuerdo tu Azul [Cerrado]

por **Andrè Leroy** Lun Sep 06, 2010 11:33 pm

Si tuviese que escoger un lugar en todo el mundo, con cualquier tipo de excusa, Andrè estaba muy seguro de que su primera elección sería la Biblioteca de París. Claro, excepto que le diesen a escoger un lugar para desarrollar una guerra o un incendio, porque naturalmente no quería que nada le pasase a ese lugar.

Magia es lo que sentía cuando caminaba por las estanterías, cuando sus dedos rozaban los lomos de los libros y cuando olía aquel aroma a hojas viejas. Si no estuviese prohibido, se quedaría a dormir allí encantado (lo sabía porque una vez lo intentó).

La Biblioteca de París debía ser sin lugar a dudas una de las más grandes y mejor provistas Bibliotecas de toda Europa, tenía tantos libros que el joven se mareaba de solo intentar imaginarse cuantos serían, y tenía de tantos tipos que estaba seguro de que todas las respuestas del universo probablemente estaban allí.

El problema, naturalmente, era hallarlas.

Para eso podías acercarte a algún encargado que, si tiene tiempo, podría ayudarte a, al menos, encontrar la sección. Pero claro, para eso debes simplemente saber que es lo que estás buscando.

Andrè no sabía que buscaba. Sabía que era un libro, y sabía que su padre lo había pedido prestado de la Biblioteca y le había dicho que era muy importante que lo leyese cuando fuese mayor, puesto que aún era muy joven para leer todo aquello.

Esas eran todas las pistas que tenía. Probablemente cuentos, probablemente para mayores y el Azul del empaste. Un Azul hermoso que le recordaba los ojos de su padre.

Era por ello que apenas tuvo aquel recuerdo hace algunos días se había puesto en campaña para encontrarlo. Todo libro de empaste azul había sido sacado de su estantería y leído a la rápida, pero no encontraba ninguno que pudiese ser.

- Pero no me rendiré - se animó a si mismo, mirando con los ojos brillantes una estantería que aún no revisaba - Estoy seguro de que cuando lo tome, sabré que es él - intentando alcanzar un tomo grueso empastado en azul que estaba un poco demasiado alto para él.

por **Anuar Dutuescu** Mar Sep 07, 2010 12:25 pm

Naturalmente después de los días que habían transcurrido su mente le pedia no solo dejar escapar sus emociones sobre lienzos u hojas de papel teñidas de negro por los trazos del carboncillo, le pedia además y muy por el contrario abastecer sus ideas con ilustres relatos de aquellos en que con perfección podría imaginar los paisajes y sentir lo que sus protagonistas experimentaban, necesitaba leer porque hacia tiempo que no lo hacia los libros que en su humilde piso guardaba eran viejos y degastados, los habia leído tantas veces que habia terminado por memorizar sus paginas, sus diálogos y metáforas.

Estaba pues en la biblioteca paseándose por los pasillos en busca de algun libro que lograse captar su atención de aquella forma en que solo los grandes escritores sabían hacer, necesitaba quizá leer algo de poesía romántica, aunque suponía ser o no ser buena idea terminaría confundido, mas de lo que podría o no estarlo.

Se adentro en uno de los pasillos observando de espaldas como un joven varios centímetros mas bajo que el se esmeraba en intentar sujetar un libro de lomo azul entre sus dedos, ladeo el rostro curioso por aquello ¿Por qué aquel libro y no otro? ¿por su color?¿le llamaba la atención?, se acerco con tranquilidad estirando el brazo y tomando el libro sin mayor inconveniente, con su metro ochenta y cinco no era un joven especialmente diminuto.

-tome- murmuro blandiendo la mano con el libro entre sus dedos hacia el joven de…¿felinas facciones? Le resulto curioso y le observo porque como artista que era observar era una cualidad y no algo que habia aprendido a hacer ¿y si era un cambiaforma? Negó disimuladamente desechando sus incógnitas, no por como lucia debía suponer quien o que era.

Su mente comenzó a revolotear, escuchaba el zumbido de sus pensamientos y sus ojos aveces color de miel y otras color de oro se fijaron en los del pequeño, debía ser unos cuantos años mas chico que el mismo mas como habia experimentado aveces la apariencias no permitía aparentar la madurez y conocimiento que se tenían.

Su mirada desvarió del rostro del joven al libro, aquel de portada azul y la pregunta nuevamente se formulo “¿Por qué ese y no otro?” la curiosidad era como bien sabia el peor de sus malones incapacitándole a quedarse callado -¿Por qué ha querido ese libro?- le cuestiono curioso, con la educación que le caracterizaba usualmente porque no negaba que aveces la dejaba de lado y se comportaba como el peor de los majaderos eso, aunque nunca le habia sucedido suponía que algun dia lo haría.

por **Andrè Leroy** Mar Sep 07, 2010 12:45 pm

Normalmente a Andrè no le molestaba su metro setenta y uno. Era su tamaño y sabía que aún tenía oportunidad para crecer, sin embargo había otros momentos donde si le molestaba.

Por ejemplo cuando Danielle se ponía aquellos horrorosos tacones que le hacían ver tan bajo a su lado, o cuando salía con su madre del brazo, siendo ella un par de centímentros más alta. O cuando, como ahora, no lograba alcanzar algo que quería.

Se resistía a subirse encima de una silla. Para empezar, era humillante. Y, segundo, tendría que pisar la hermosa tela del tapizado de la silla y no estaba dispuesto a que algún encargado le viese y le regañase.

¿Dónde estaban las escaleras cuando se les necesitaba? También era humillante, pero...

En ese momento vio como una mano pasaba por encima suyo y cogía el libro que él quería, haciéndole girarse y verle. Era alto, tenía hermosos ojos y no parecía parisiano. Tenía un aire... un aire que le había dejado sin respiración.

Cogió el libro que le ofrecía, parpadeando lentamente - ... Merci, Monsieur... - susurró, y luego sonrió ligeramente mientras sus mejillas se coloreaban - No lo alcanzaba - explicó innecesariamente - Me ha ayudado mucho, gracias -

Se quedó en silencio casi abrazando el libro, bajando un poco la mirada. Se sentía extraño. Por un lado quería hablarle a aquel joven, agradecerle su buena voluntad y... ¿por qué tenía deseos de escucharle hablar más?.

El suave murmullo de su voz le había dejado encandilado en el primer momento y ahora tenía toda su atención, a pesar de que no le miraba directamente. Sus ropas eran simples, sin embargo su porte no parecía de un simple plebeyo.

Quería hablarle, pero ni siquiera había alcanzado a pensar en como hacerlo cuando pudo escuchar nuevamente la voz ajena, levantando sus ojos claros - ¿Eh? - preguntó algo perdido, para luego mirar el libro entre sus manos.

Prácticamente lo había olvidado. Una sonrisa ligera se posó sobre sus labios y volvió a mirar al joven - Busco un libro azul. No sé si será este, pero lo necesito - apretó algo el libro contra él, mirándole - ... debe sonar extraño el estar buscando un libro sin ni siquiera saber su nombre... pero le aseguro, Monsieur, que tengo mis razones... - ladeó ligeramente la cabeza sin dejar de sonreír suavemente y estiró su mano hacia él - Andrè Leroy, Monsieur, muchas gracias nuevamente... es... tiene un corazón muy amable... - con las mejillas ligeramente coloreadas.

por **Anuar Dutuescu** Mar Sep 07, 2010 1:04 pm

Su reacción habia sido extraña como si nunca antes hubiese recibido ayuda de un hombre ¿hombre? La verdad era que cualquier otra persona de su edad podían aun ser bien llamada un adolescente en la etapa final aquella en que decidían que seria de sus vidas, si serian navegantes, si serian artistas o volearian zapatos, si trabajarían para la realeza o gente de pomposos trajes o si, deambularían por las calles buscando pan de los restos y refugios de los techos.

-no dudo que asi sea…todos tenemos nuestras razones- aseguro encogiéndose de hombros y creía firmemente en ellos correctas o incorrectas a todos algo les movia a seguir el dia a dia, felicidad, enojo, ira, venganza, amor…no importaba el nombre el resultado era el mismo, seguir.

-supongo que alguien lo mando a buscarlo ¿no?- le cuestiono era bueno suponiendo cosas, era bueno en todo lo que asi deseaba porque odiaba saber que deseando algo no podia asi conseguirlo aunque, no deseaba demasiadas cosas…no lo hacia. Su mirada se desvio hasta los estantes mas altos ¿Cómo habia llegado el ahí? A claro su mente le habia pedido casi suplicado que se alejara de la realidad y nada mejor que un buen libro de caballeria.

Observo su mano unos instantes sujetándola y dándole una suave sacudida para soltarla sin mas educadamente inclino el rostro a modo de saludo -…le e bajado un libro eso no implica poseer un buen corazón o uno malo- asevero enarcando sutilmente una ceja acción invisible por el flequillo que cubria su perlada frente –bien podría haber sido pena…Anuar Dutuescu por cierto un placer- aseguro introduciéndose, era su apellido el que se esmeraba en dar a conocer su natal Rumania habia perfeccionado su acento para que no fuese uno demasiado llamativo aunque habia aun letras que se escapaban con otros sonidos escondidos, audibles solo a oídos expertos.

Tomo un libro despistadamente comenzando a hojearlo, se percato entonces de otro libro en los estantes altos de lomo azul ¿Cuántos debía haber? ¿Cuántos habia leído ya el joven?, le observo nuevamente con aquellas incógnitas dándole vueltas -¿quiere que le baje aquel otro?- le cuestiono observando el libro con fijeza, sujetando el que tenia entre sus manos con delicadeza con aquellas finísimas manos de pintor que bien podrían ser las de una dama de sociedad.

{no se que le pasa a esta cosa, lo arreglo en un momento}

por **Andrè Leroy** Mar Sep 07, 2010 1:50 pm

Sentía lejano a aquel joven, como si una muralla aún más grande que la China le rodease. Más gruesa, más alta. Apenas permitiéndole ver su silueta, sus ojos bonitos y oscuros, bloqueando todo a su paso. ¿Quién era, qué hacía, por qué estaba allí?

Andrè quería saberlo todo, sin embargo ¿Qué derecho tenía a preguntar? Solo pudo sonreírle suavemente y asentir - Estoy de acuerdo... pero no hay que negar que hay razones más o menos razonables que otras - cerrando sus ojos un momento - Blaise Pascal dijo 'El corazón tiene razones que la razón ignora'. En mi caso es algo así... - mirando el libro en sus manos, mientras apoyaba la cadera contra una de las estanterías.

Su madre le había gritado cuando había salido de casa. Estaba perdido el tiempo en buscar algo inútil, sin embargo ansiaba poder hallarlo. Todo aquello que pudiese unirle a su padre Andrè quería hallarlo. Todo, por más pequeño que fuese, lo buscaría y lo encontraría.

Una ligera risita le abandonó y negó, mirándole - Más bien lo contrario... hace años mi padre me dijo que era un libro que debería leer cuando estuviese mayor... pues, bueno, ya me considero suficientemente mayor - sonrió ligeramente, abriendo el libro y comenzando a ojearlo, para luego dejarlo a un lado. No, ese no era - Sería más simple si supiese como se llama - suspiró suavemente.

Sus ojos perseguían la figura del mayor y negó delicadamente - Aunque hubiese sido pena, vuestro corazón amable no cambia. Mucho más sencillo hubiese sido seguir de largo, por eso os lo agradezco, Monsieur Dutuescu... - pronunciando su apellido lento e intentando repetir la forma de decirlo del otro - ¿Lo he pronunciado bien? Vuestro apellido me dice o que no sois Francés o que vuestros padres son los descendientes de extranjero. Es un bello apellido - sonrió ligeramente, poniendo bien de pie y comenzando a mirar entre las libreras, buscando azul.

La voz del joven le sacó de su ensoñamiento, girándose hacia él y mirando hacia donde apuntaba. Era azul y muy grueso. Su corazón dio un ligero vuelco, se parecía mucho al de sus recuerdos. - Me harías un gran favor, Monsieur Dutuescu... - mirándole agradecido - Lamento molestarle en su búsqueda de lectura - inclinando la cabeza, en forma de agradecimiento y disculpa mezclados.

El conocía la sensación de molestia cuando alguien interrumpe un momento de tranquilidad y paz. Quizás le gustaría hablar con ese joven, pero no estaba dispuesto a seguirle fastidiando. A menos, claro, que le dijese que no era una molestia. El solo pensamiento le iluminaba los ojos.

por **Anuar Dutuescu** Mar Sep 07, 2010 9:45 pm

Sonrio de medio lado ante sus palabras y una sola palabra surco sus pensamientos en aquellos instantes “un romántico” un iluso aun del amor, del sentimiento del corazón un poeta no por vocación sino por convicción habia sitado ademas a alguien de quien habia leído algo, eso quería decir que demás gozaba de la lectura ¿cierto? ¿Quién sino citaría algo ajeno? –entonces su razón no es de locos sino de cuerdos, es más sensato guiarse por esto- murmuro señalando su propio pecho, mas sensato no era sino…¿Qué? No era mejor muchas veces uno terminaba dañado pero y no podia negar su el corazón lo dictaba nada estaba mal, si el corazón lo anhelaba no podia ser indebido mas no un anhelo caprichoso sino uno profundo…si un soñador.

Observo su acción tranquilamente y le escucho suponía que su padre no estaba ya con el, de lo contrario el mismo seria capaz de entregarle dicho libro o quizá quería que se esforzase en encontrarlo por sus propios meritos…lo cual dudaba bastante pues de tenerle cerca de el la búsqueda muy posiblemente dejaría de tener motivo a los pocos días de fallidos intentos –pero entonces no estarías ahora buscando- le indico encogiéndose de hombros –todo sucede por algo aunque ese algo aveces no sea el adecuado- sus veintiún años de edad le hacían lucir demasiado en desacuerdo con sus palabras aunque suponía que algo parecía le ocurria a aquel joven.

Suspira negando –no, no se pronuncia como si estuvieses haciendo un berrinche- recrimino tranquilamente aquel gesto en los labios de las personas al pronunciar su apellido era gracioso y aun asi le era imposible reir de aquello. ¿Bello habia dicho? Quizá sino fuese herencia de aquel que aparte de darle la vida nada por el habia dicho lograría encontrar la belleza de las palabras los vocablos y la pronunciación, de su origen y raíz, lograr encontrar algo de sus ancestros y de el mismo en aquel apellido mas no, no le encontraba lo bello.

-es Rumano- le indico encogiéndose de hombros, avanzando con pasos sonoros hacia el libro, apoyo una mano en un estante y estiro el otro brazo hasta sujetarlo entre sus dedos y bajarlo, estaba bastante mas pesado que el que habia agarrado anteriormente pero los libros usualmente tenían extensos contenidos de información y narraciones -¿molestar?- repitió a modo de pregunta una que el mismo se estaba formulado, no estaba seguro si su presencia le desagradaba –no me molesta en lo absoluto- finalizo girando hacia el con el libro entre las manos –espero que algun dia logre encontrar lo que busca- sonrio de medio lado con los iris color de miel fijos en aquellos pardos.

por **Andrè Leroy** Jue Sep 09, 2010 9:56 pm

Las palabras ajenas le tranquilizaron un poco, puesto que no se burló por haber citado a alguien más y, aún más, de alguna forma se sentía aceptado. Quizás sus razones no fuesen razonables para su madre, pero su corazón le insistía en buscar lazos perdidos con su padre, era por ello que lo hacía.

Esa pequeña muestra de reconocimiento y aceptación ajena a sus motivos (aunque ni siquiera los conociese) le hicieron sentirse mejor consigo mismo, como si se hubiese quitado un peso de encima. Como si no estuviese haciendo las cosas tan mal ni siendo tan egoísta.

Le miró con aprecio, para luego oírle y asentir un poco - ... es cierto... de ese modo quizás no le hubiese conocido, Monsieur Dutuescu... - sonrojándose al oírle reclamarle por su forma de pronunciación, poniendo un ligero mohín, casi un puchero - No es mi culpa que vuestro apellido sea tan extraño, Monsieur, hermoso, pero complejo de decir para un Francés de nacimiento como yo... acostumbrado como soy a otro tipo de pronunciamiento - ligeramente avergonzado, aunque algo le decía que realmente el otro no era sincero con el regaño.

Sus manos acariciaron los lomos de los tomos de los libros, cuando le miró al escuchar de donde era su apellido - ¿Rumano? De Rumania, ¿no? No sé mucho de ese país... solo que está más allá de Ucrania y sobre Grecia... - pensativo, cerrando sus ojos pensando en aquel hermoso mapa del mundo que estaba en la antigua oficina de su padre.

Le observó con sus ojos claros y una sonrisa cálida se posó en sus labios al oírle, sujetando el libro y aumentando la sonrisa, agradecido de que no le molestase - Muchas gracias... estoy seguro de que... si... - mirando la portada del libro y derramando una lágrima, por la pura impresión.

Se llevó una mano a la boca y luego observó al más alto, sonriendo ampliamente, con los ojos húmedos - Es este... es esto lo que andaba buscando... muchas gracias, Monsieur... - se le quebró la voz.

En la portada de aquel grueso libro de tapas azules decía en letras desgastadas "Le Decameron".

por **Anuar Dutuescu** Jue Sep 09, 2010 10:41 pm

Sonrio de medio lado por sus primeras palabras ¿no le hubiese conocido? No creía que aquello fuese algo propiamente interesante o algo por lo que valiese la pena haber pasado una vida de sufrimiento no creía inclusive que fuese posible decir aunque aunque su vida estuviese perfecta.

-abra mas los labios no los levantes tanto- le indico queriendo que lo pronunciase bien el lo habia aprendido por medio de escucharlo y repetirlo, lo escuchaba diariamente, lo leia y lo veía en las cartas, lo tenia que escribir el mismo de modo que no le era en lo absoluto difícil de pronunciar pero sabia como hacer que otros aprendiesen con rapidez el problema era, que no planeaba tocar al joven a quien apenas y conocía.

Intento recordar el mapa negando encogiéndose a fin de cuentas no se encontraban en una clase de geografía y tampoco era que el mismo fuese un experto en la materia nadie le habia guiado nunca en ninguno de aquellos temas podia llegar a ser increíblemente torpe con temas de dominio de niños de kínder, sabia lo que le interesaba y no necesitaba mas que aquello aunque y debía admitir saber era comprender y comprender le hacia sentir seguro, la seguridad que se esfumaba de sus manos cuando las cosas que ocurrían o lo que las personas decían no lograba cobrar sentido por falta de aquel conocimiento.

Sus ojos se abrieron desmesuradamente al verle hacer tal acción ¿estaba a punto de llorar? ¿Qué tan importante era aquel libro? Relamió sus labios observándolo palpando el libro que aun tenia entre sus manos, aquel de pasta obscura, no sabiendo que hacer o decir –me alegro que al fin lo alla encontrado- aseguro en voz baja bajando levemente la mirada, hasta toparla con sus lustrosos zapatos, no habia caído en cuenta mas lucia una ropa mucho mas cuidada y cara que la propia aunque cualquiera podia hacer aquello.

Se mordió el interior de la mejilla unos instantes con sus varios centímetros mas que el joven palmeo su espalda repetidas veces sin encontrar otra manera de darle un soporte.

por **Andrè Leroy** Jue Sep 09, 2010 11:49 pm

- Dutu-es-cu - intentó pronunciar el chico como le indicaba el mayor, pero luego negó un poquito, sonriendo - Me temo que necesitaré clases especiales, Monsieur... en una de esa, si teneis tiempo, podríais enseñarme rumano... porque, ese es su lengua madre ¿cierto? Vuestro francés es muy bueno, pero su acento es extranjero - luego de años de acompañar a su padre a conocer a distintos extranjeros, se creía al menos un poquito capaz de identificar cuando alguien, al menos, no era francés.

Sus ojos miraban lleno de felicidad aquel libro, para luego posarlos en el más alto y sonreír más al escucharle, asintiendo - ... si... muchas gracias, si no es por ti, jamás le hubiese encontrado... no tengo como agradecértelo... -

Se le acercó un poco y se puso en puntas, besando su mejilla suavemente, casi inconciente, alejándose un paso luego, sonrojado, lamentándose por lo que había hecho, sin mirarle.

- ... de verdad... muchas gracias... - susurró, abrazando aquel libro.

No era solo un libro, no era solo una cubierta, unas hojas y unas cuantas palabras. Era algo que su padre había querido que él leyese. Era parte de una herencia inmaterial, la verdaderamente importante. Era algo que llenaba su alma de felicidad y que le daba una unión más con el espíritu de su padre.

Sin embargo también era una cosa más que le demostraba que su padre se había ido. Que ya no podía pedirle consejo, y que ya nunca podría comentarle que le había parecido el libro que le había recomendado.

Ya estaba mayor, y su padre ya no estaría con él. El solo pensamiento le hizo derramar otra lágrima silenciosa.

por **Anuar Dutuescu** Vie Sep 10, 2010 9:14 am

Asintio con tranquilidad –la necesidad me obligo a aprender francés- le indico no esperando que entendiese, no habia olvidado el Rumano por que si bien hacia mucho que no lo hablaba no se podia olvidar algo que estaba tan ceñido a uno, en los primeros meses en Paris combinada ambos idiomas teniendo al final oraciones poco entendibles, con los meses y los años lo habia perfeccionado al grado de poder hablar con la mas alta jerga social, como doctores y maestros, como astrónomos y gastrónomos.

-oh pues…nunca antes e impartido ninguna materia pero supongo que podría enseñarle lo esencial- aseguro observando ¿Cuántos años debía tener? Era bueno según su parecer que desease el conocimiento el mismo lo hacia, estaba aprendiendo alemán no por asistir con un hablando sino por medio de libros, era mas difícil si debía admitir pero le agradaba ser el mismo su maestro el problema era la pronunciación, nunca sabia si estaba bien o estaba mal.

Abrio levemente los parpados no acostumbrado a ese tipo de acciones de las personas, carraspeo unos segundos antes de que sus labios atinaran a decir algo –no tiene porque agradecerlo…solo lo baje- aseguro encogiéndose de hombros la verdad era aquella no podia agradecerle por ser varios centímetros mas alto que el, observo el rubor en sus mejillas y no pudo evitar verle de una forma inocente, de aquella inocencia que solo los niños poseían aunque obvio era que aquel joven no era mas un niño.

Se mordió el labio frunciendo el entrecejo, no le agradaba ver a las personas llorar no cuando era un llanto tan puro y uno que de una u otra forma comprendía, se debatía internamente sobre que hacer ¿debia irse, decirle algo o abrazarlo? ¿debia callar, marcharse o abrazarlo?¿debia abrazarlo? No podia por mas que desease no le conocía…¿entonces porque sus brazos bordeaban ya la espalda de Andrè? Le abrazo no siendo aquello lo que creía debía hacer o siendo asi no queriendo admitirlo ¿desde cuando se preocupaba tanto por las personas? Debía dejar esas acciones que en nada le favorecían.

por **Andrè Leroy** Vie Sep 10, 2010 10:43 am

Sus ojos no podían dejar de ver al mayor mientras su cabeza se llenaba de interrogantes. Cada nueva frase le abría nuevos misterios del joven y él, con su curiosidad casi infantil, quería decifrarlos todos.

¿Qué le había obligado a venir a París? ¿Llevaba mucho tiempo allí? ¿A qué se dedicaba? ¿Había algo que podía hacerle sonreír de manera encandilante o fascinarle al punto de enamorarle?

La misma existencia del joven rumano era un misterio para él, y quería resolverlo. Él problema es que no se sentía con autoridad de preguntar nada, y solo podía tragarse todos sus deseos.

- Me haría muy feliz que pudiese enseñarme, Monsieur... aprender algo nuevo siempre enriquece el alma - le sonrió suavemente, pensando que además eso le daría la posibilidad de conocerle más.

El agradecimiento se veía a todas luces en el francés, sin embargo la tristeza de sentir que había perdido un poco más o, más bien, de nuevo a su padre, le estaba ganando.

Una de sus manos se elevó a sus ojos, intentando limpiarse en vano las lágrimas que comenzaban a derramarse, cuando una suave calidez comenzó a envolverle.

Sus ojos claros se abrieron con sorpresa, para luego relajarse y apoyar su frente en el hombro ajeno, mientras sentía como la tristeza comenzaba a escapársele, perdiéndose en aquel calor, en aquel abrazo consolador. ¿Hace cuánto que nadie le abrazaba de esa forma? Si no mal recordaba, desde hace más de cuatro años, desde que su padre desapareció. Nadie se había tomado el tiempo de consolarle y pensar en sus penas, y quizás era por su mismo deseo de mostrarse fuerte ante los demás, pero había terminado quebrándose ante aquel joven.

- Gracias, Monsieur... - sintiendo un nudo en la garganta, mirándole hacia arriba, aún entre sus brazos - Muchas gracias...

por **Anuar Dutuescu** Vie Sep 10, 2010 11:15 am

-seria para mi un honor que me aceptase como su maestro- aseguro sonriendo de medio lado, apenas y una diminuta curvatura sobre sus alargados labios, aquellos se habrían solo para pronunciar lo esencial, no era un joven de muchas palabras sino las adecuadas, el dia que le viesen decir mas de 20 palabras de una sola seria un dia memorable.

Le abrazo sin pensar en mas nada por unos instantes cuando hubiese dado el por un abrazo los primeros días después de huir de Rumania, pero sabia bien y asi lo hacia que se hubiese negado a cualquier intento de un extraño por hacerlo, no quería causarle pena a nadie, no quería que le viesen con aquellos ojos cargados de tristeza, como si realmente comprendiesen su dolor, era por ello que su mirada no lucia triste sino serena, como era usual en el.

-no te preocupes- murmuro dejando de hablarle de usted, suspirando ampliamente observándole hacia abajo ¿Qué tenia aquel joven que le hacia sentir asi de…sensible? Quizá era que veía su dolor reflejado en el, la ausencia de un padre, en anhelo de conocimiento, el gusto por la lectura y una cosa llevaba a la otra quizá era también un pintor, le solto con lentitud desviando la mirada, debía actuar como si aquello no hubiese ocurrido por que el no iba por ahí abrazando personar. Limpio sus mejillas con sus dedos, quitando cualquier rastro de llanto, no le agradaba verle de aquella forma…el mismo no lloraba desde hacia cuatro años suponía que habia olvidado como se hacia.

-tengo una duda- mintiio, realmente tenia mil pero habia aprendido en las ultimas semanas que aveces debía acallar algunas de ellas -¿pintas acaso?- le cuestiono dejando el libro que habia tomado para su lectura en su lugar, su atención habia cambiado de las letras impresas en papel a la vida de aquel que habia roto en un amargo llanto frente a sus ojos. Necesitaba pasar de la acción no negaba que lo habia abrazado mas no queria hablar de ello además suponia que, debia hacerle olvidar el sufrimiento y no querer indagar más en el.

por **Andrè Leroy** Vie Sep 10, 2010 12:07 pm

Maestro. Sus ojos brillaron mientras le observaba. Le había ofrecido ser su maestro, era un lazo que les uniría para siempre. Podrían juntarse en veinte años y Andrè siempre sabía que aquel joven había sido su maestro, aquel que le había cogido de la mano y le había guiado a nuevos parajes. No sabía a dónde le llevaría Anuar, sin embargo el sentía que podía confiar en él. Su corazón se lo decía.

Se perdió en el abrazo un momento más, sin querer soltarle, queriendo olvidar el mundo por unos momentos más y solo dejarse envolver por aquella calidez olvidada que podía brindar otro ser humano, sin ninguna doble intención. ¿Cómo podía decir aquel joven que no tenía un noble y amable corazón, si se encontraba en ese momento consolándole y brindándole su calor, cuando apenas le había conocido?

Andrè se sentía tan agradecido que sentía que las palabras se le escapaban por primera vez. No sabía que decir ¿cómo agradecer algo así?

Le devolvió la mirada, silencioso, sintiendo como el abrazo se iba disolviendo y aceptándolo, porque él sabía que nada era para siempre. Abrazó más aquel libro que le había reunido con el rumano, cuando sintió como le limpiaba las mejillas, cerrando los ojos y dejándose hacer - ... merci... - susurró abriendo los ojos y sonriéndole suavemente.

Se quedó en silencio un momento, pensando en que decir, sintiéndose casi como un niño, o un cachorrito que un desconocido acaricia. Si, quizás eso era lo que sentían los cachorros, esa sensación de admiración y deseo de seguirle, a pesar de no conocerle de nada.

- ¿Oui? - preguntó alzando la vista al oírle, sintiendo su corazón golpetear. El joven le estaba preguntando acerca de él, o sea que le interesaba. Eso le hacía más feliz de lo que pudiese expresar. Sonrió suavemente al escuchar y cerró los ojos, moviendo la cabeza ambivalente - Hace años que no pinto nada. Nunca he sido muy bueno, pero principalmente por la falta de práctica, me imagino. A mi madre no le agradaba la pintura como pasatiempo... muchos trajes sucios... - explicó, sonriendo algo apenado, puesto que a la primera pregunta que le hacía tenía una respuesta negativa - Sin embargo... a mi padre le gustaba que pintase, así que a veces me sacaba al campo y allí lo hacía... - sonríe con la mirada perdida, para luego mirarle de vuelta - ¿Por qué? ¿Acaso tu pintas? - con los ojos brillantes, muy interesado.

Él solo escribía. La tinta no tenía mayor problema respecto a sus trajes, y podía plasmar todas sus fantasías. Aunque, claro, también hace años que no escribía.

por **Anuar Dutuescu** Vie Sep 10, 2010 12:30 pm

Le hacia gracia la forma con que pronunciaba algunas palabras, el Rumano era mucho mas gutural que el Francés y suponía que era mas fácil ser francés y pronunciar el rumano que ser rumano y pronunciar al francés.

-todo lo que se pinta con esto es bueno- le dijo dándole un suave golpe con el dedo índice sobre el pecho porque quisiese o no bien sabia que el mejor arte era el que venia de adentro, no el que se pensaba sino el que fluia, el que se sentía, el que no se razonaba sino el que se creaba, no el que se armaba…sus mejor cuadros por ejemplo eran aquellos que le habían despertado a media noche con un nudo en la garganta, con una pesadilla a cuestas, la retrataba con pinceladas del alma, porque sentía cuando veía el lienzo, plasmaba con voces y movimientos su obra.

-supongo entonces que es de la alta sociedad- le indico por aquello, una madre no solia cuidar de la ropa amenos que tuviese que preocuparse por el que dirán porque inclusive una madre sin dinero seria feliz viendo la ropa sucia si eso significaba que su hijo hacia lo que le gustaba, en su caso habia sido alreves su madre apoyaba en silencio su decisión su padre…el rompia los lienzos que observaba, por muy buenos que fuesen el no tendría un hijo pintor sino uno que velase por el bien de su retoño.

-deberias seguir haciéndolo entonces- le explico tranquilamente asintiendo –si a lo que hago se le puedo decir pintura…si si pinto- aseguro desacomodándose distraídamente la parte trasera de su rojizo cabello, aquellas lenguas de fuego sosegadas en contraste con sus amielados iris parecía sacado de algun libro de mala literatura un personaje que alguna persona habia hecho como mal chiste, aquella mirada letárgica y altura inusual, sus manos casi femeninas y sus labios alargados, estrafalario o atractivo según quien le viese el mismo, prefería no pensar en ello dado que la belleza era solo exterior, difería a ojos del corazón.

-¿le gustaría acompañarme algun dia a pintar?- le cuestiono, la verdad era que quería practicar los retratos y tenia ya varias personas a quienes pedirle aquello mas, los rasgos del joven eran delicados, inocentes…todo un reto a su parecer y los retos, cuando sabia que esforzándose podría hacerlos le agradaba, le gustaban tanto como la curiosidad le atosigaba.

por **Andrè Leroy** Vie Oct 08, 2010 10:17 pm

Sus ojos claros bajaron hacia su pecho, la zona donde el dedo ajeno le daba golpecitos, provocando que una ligera sonrisa se posase en sus labios, cerrando los ojos y asintiendo un poco.

El mayor tenía razón, sin lugar a dudas. Si uno hace las cosas de corazón no puede salir ninguna abominación. Siempre será arte... de allí a que sea admirable o comprable, eso es algo muy distinto, ¿no es cierto?.

Se acercó a la mesita dejando el libro allí y se giró hacia él, asintiendo - Tiene razón con ambas cosas, sin lugar a dudas. Aunque mi familia no está en su mejor momento - comentó con una sonrisa melancólica, sabiendo que realmente no debería comentar eso, pero le salía inconcientemente. Él sabía que quizás no estaba tan lejano el día que abandonaría la Clase Alta para horror de su madre y, entonces, ¿qué sería de ellos?

Suponía que tendría que dejar del todo sus pequeños hobbys y su lejanía con el mundo real. De verdad esperaba que nunca pasase.

Le sonrió a Anuar y se lo imaginó en aquel hermoso lago que visitaba a veces con Danielle, parado frente a un lienzo, con el atardecer en el horizonte y los rayos rojizos en la mirada mientras plasmaba el paisaje en un hermoso cuadro. Su corazón se sobresaltó ante la invitación, mirándole y sonriendo de inmediato, asintiendo.

- ¡Si, si! ¡Claro que si! Me encantaría acompañarte. Claro, si es que no te distrae mi presencia, prometo quedarme muy callado - poniendo dos dedos sobre sus labios, mirándole y sonriendo - Y quizás puedas contarme de Rumania. Dudo conocerlo algún día, así que te voz sería la única forma de visitar tan lejana tierra, para mi - sonriéndole con calidez - Y, por supuesto, estoy en deuda... - pasando sus dedos por la cubierta del libro azul - Así que, si hay algo que pudiese hacer por ti, por favor dímelo -.

Una deuda, una forma más de saber que algo le unía a aquel joven pintor al que ansiaba no perder de vista, puesto que sentía que de él aprendería mucho más de lo que esperaba, y mucho de lo que ni siquiera sabía que necesitaba.

(Lamento la horrible tardanza, perdón! T_T)

por **Anuar Dutuescu** Sáb Oct 09, 2010 9:35 pm

Asintio con tranquilidad prestándole mayor atención a sus ultimas palabras realmente si habia algo que podia hacer por el –en verdad si hay algo- aseguro apenado no quería que sus intenciones e invitaciones lucieran egoístas no quería que pensara que solo lo hacia para recibir el bien que estaba a punto de pedirle pero era demasiado importante como para dejarlo pasar por alto –si pudieras prestarme un traje de gala…yo te lo agradecería mucho- aseguro sonriendo de medio lado.

No tenia el dinero para cobrar uno y dentro de poco seria la fiesta a la cual Eric y el irían con invitaciones que el vampiro conseguiría de uno u otro medio el solo debía hacer acto de presencia con la ropa apropiada, robarla no era opción y el dinero no lo conseguiría en tan poco tiempo amenos que vendiese su bien mas preciado y no estaba dispuesto a ello ni en el peor de los casos.

-no se si sea una petición demasiado desvergonzada pero enverdad le agradecería- aseguro pensando que debería arreglar el trajes i se lo llegaba a prestar dado sus varios centímetros mas que el, se desacomodo el cabello inconscientemente asintiendo recordando sus otras palabras para contestarlas después de hacer tan arriesgada petición, ¿y si le preguntaba para que lo quería? No podría contarle la verdad era demasiado arriesgado y podría meterse en problemas el y al pequeño ¿pequeño? Sonrio el no era demasiado grande como para ponerle aquel adjetivo.

-te enseñare lo que quieras aunque no es una maravilla de país quizá mis relatos te desanimen- aseguro encogiéndose de hombros, habia visto y sentido miles de cosas en aquel país aunque jamás como el protagonista sino como el acompañante, el bracero de su hermana aquella por quien habia vivido gran parte de su vida, su motivo de existir, suspiro entrecerrando los parpados.

por **Andrè Leroy** Miér Oct 13, 2010 1:01 pm

Naturalmente que esa petición le llenó la cabeza al menor de dudas.

El motivo para necesitar un traje de gala podía ser muy diverso, sobre todo estando en París, donde las fiestas de Gala estaban a la orden del día. Podía haber sido invitado por algún rico por sus dones como artista (que Andrè no dudaba poseía el rumano), o quizás había conseguido alguna invitación para una fiesta de antifaces en donde vería a una enamorada o algo por el estilo, al más puro estilo de Shakespeare.

Bueno, pero fuera de sus divagaciones románticas y trágicas, realmente le intrigaba ¿Para qué podría necesitar tan desesperadamente un traje como para pedírselo a él, a quien tan solo conocía de alguno minuto?

Quizás el rumano había visto su encuentro como cosa del destino, como una posibilidad a su problema, entregada por la misma gloria del señor. Después de todo, suponía, no todos los días uno conoce a alguien que tiene la posibilidad de ayudarnos con algo complicado tan fácilmente, y menos que ese alguien se ofreciese voluntario para ayudar en lo que necesitase, porque él se había ofrecido y estaría encantado de ayudarle.

Lo cual lo llevaba al problema obvio allí.

- Oh, de verdad me gustaría mucho poder ayudarte con esto, ya que yo mismo me he ofrecido y no es algo tan difícil de cubrir, ni siquiera por mi, pero... - Se le acercó un poco y se le paró al frente, mirádole hacia arriba y sonriendo ligeramente apenado -¨... ninguno de mis trajes, por mucho doblecillo que tengan, te quedaría. En comparación soy demasiado bajo y tus espaldas son más anchas - negó con la cabeza - Imposible - concluyó de regreso a su libro, dándole la espalda al mayor, pero luego sonrió un poco al ocurrírsele una idea - Sin embargo... - se giró hacia él posando un dedo sobre sus labios - ... puede haber una solución-.

Pero quizás esa solución no le gustaría a Anuar, y él lo comprendía completamente si fuese el caso, pero él, en su posición, pensaba que era una buena opción. Le miró un momento dubitativo, para luego simplemente hablar - Mi madre quería deshacerse de todos, sin embargo yo no estaba de acuerdo, así que nuestra sirvienta los cogió y los llevó al Desván, así que allí deben estar todavía. Él tenía un físico parecido al tuyo, así que estoy seguro de que sus trajes deben quedarte, aunque quizás habrá que descoserle el dobladillo, tú eres algo más alto - Asintió ligeramente, para luego mirarle a los ojos y hablar claramente -Puedo darte algunos trajes de mi padre, claro, si es que no te molesta usar ropa de un muerto - sus ojos se opacaron un poco, puesto que él seguía sin creerlo, pero no era el momento de comentarlo.

Sus dedos acariciaron la cubierta de su libro y le sonrió un poco - Y, claro, el precio serían tus relatos, que dudo que me desanimen... - ladeando ligeramente la cabeza, mientras pensaba en como hacer que el mayor pudiese entrar a la casa a ver los trajes.

(Lamento si hay error ortográficos. Es el teclado de la universidad y está horrible e__e)

por **Anuar Dutuescu** Jue Oct 14, 2010 11:36 am

Nego energéticamente sonriendo de medio lado al verle varios centímetros por debajo de el teniendo asi que bajar levemente el mentón para poder verle mejor –no te preocupes- le indico tranquilamente observándole, era cierto aquel muchacho tenia el cuerpo diminuto quizá no llegaba a ser mas delgado que el mismo pero su falta de altura le hacia lucir mas estilizado quizá, con aquel rostro casi felino y orbes pardos.

-aprendi a coser en los últimos años, puedo ponerle tela de mas sin que se note demasiado- asevero pensando si era o no posible, el creía que si no era tan difícil hacer aquello ademas seguramente solo debería quitar los dobleces y agregar algo al borde inferior.

-no creo que sea capaz de aceptar algo como aquello…deben tener mucho valor para ti y no pretendo ser yo quien te los quite- asevero negando pensando que con la ropa del pequeño podría hacer una para el mismo, el hilo no era demasiado caro y las telas no debían ser importadas del otro lado del mar.

-puedo relatarte todo lo que quieras pero no aceptare una ropa que no sea tuya- murmuro pensando que aquello podría bien mal interpretarse y hacerle sonar como un pervertido de un mundo bajo –no podría usar la de tu padre- le explico entonces revolviéndose los rojizos cabellos como estáticas lenguas taciturnas de fuego.

{lamento lo corto =S}

por **Andrè Leroy** Jue Oct 14, 2010 1:16 pm

Cada una de las 'habilidades' que iba revelando el rumano sobre si mismo encantaban un poco más al joven parisiano, que le observaba con los ojos brillantes de admiración, esa que solo puede producirte alguien completamente distinto a ti, alguien que nunca podrás ser, pero que te fascina por completo.

- ¿Sabes coser? A cada segundo me sorprendes más - le sonrió mirándole, pero luego negó con la cabeza - Pero lamentablemente dudo que pueda quedar muy bien... - moviendo la silla para poner su pie derecho allí y levantar un poco su pantalón, mostrándole el poco y nada de dobladillo que tenía - La mayoría de mis trajes son hechos a la medida, por lo que no tienen mucho para alargar... y las telas... - sacudió un poco la cabeza. Su madre siempre se encargaba de que fuesen únicas a su propio estilo.

Él sabía que había una gran posibilidad de que el joven rechazase su oferta, sin embargo él seguía pensando que era la mejor opción. Le miró y negó - Por favor, no los rechaces por pensar que me heriría dártelos. Mi madre los quería quemar, y están en el desván llenándose de polvo y quien sabe si las polillas ya han hecho de las suyas con esas telas - le miró y se le acercó un poco - Mucho mejor que te sirvan a ti a que se destrocen sin uso. Estoy seguro de que mi padre lo preferiría así, e incluso me hubiese regañado por guardarlos - sonrió ligeramente, porque sabía que era así.

Alargó su mano y tocó su brazo, mirándole a la cara - Por favor, ven a casa. Mira la ropa, y si aún prefieres que no, te ofreceré mi guardarropa para que escojas el traje que prefieras - le sonrió un poco - Pero tendràs que venir a mi casa... - resignado a no convencerle a aceptar aquellas ropas que algún día solo se convertirían en polvo.

por **Anuar Dutuescu** Jue Oct 14, 2010 9:37 pm

-cuando uno se rige por su cuenta debe aprender muchas cosas- aseguro recordando como habia aprendido después de algunos pinchazos en los dedos y asi era como conocía las cosas por medio de la practica, jamás habia recibido educación y nadie se habia preocupado en enseñarle nada si acaso los primeros tres años de su vida su padre se habia molestado en instruirle a hablar aunque eran cosas que no recordaba ya.

Observo entonces su gesto mirando el dobles y la perfecta costura que tenia la tela, se notaba la calidad en el tejido y seguramente habia resultado bastante costoso mandarlo a hacer aunque debía admitir parecía valer el trabajo la mano de obra el mismo no pensaría siquera en gastar tanto por una prenda pero suponía que quienes poseían los recursos necesarios podían darse tales lujos al vestir.

Crispo los labios de medio lado en lo que aparento ser no una muy buena sonrisa, suponía que entonces no podia negarse a recibirlos si de lo contrario terminarían en el basurero o peor aun quemados como habia dicho ya –supongo que…entonces estaría bien- le indico pensando que quizá seria la única forma que tenia para conseguir tales prendas no podia comenzar a poner peros a las ofertas que como caídas del cielo le habían llegado.

Miro se soslayo su mano acercarse a el y tocarle el brazo mientras hablaba –de acuerdo…veré ambas prendas aunque no puedo negarte que prefería usar algo de tu pertenencia y no de tu padre- asevero asintiendo con tranquilidad -¿ no dira nada tu madre? ¿por ver a alguien como yo contigo?- le cuestiono suponiendo que no debía ser la clase de compañía que una madre esperaba para su hijo.

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