Crónicas lunares

por **Arthur Dashwood** Dom Dic 14, 2014 8:39 pm

No busco más que respuestas a lo que el destino me ha propuesto en esta vida. Sinceramente, no las busco más que en mis libros, o en mi mente o en las personas que me rodean o sinceramente en lo que siempre he deseado ser. Pero desde una noche toda mi vida se ha vuelto del revés. Sinceramente no creo que pueda conseguirlo. Esto es difícil.

¡Que difícil es hacer magdalenas! No encuentro una receta que se me ajuste. Dicen también que es un modo de terapia el hacer magdalenas, muchos licántropos lo han intentado sinceramente, esto no sirve. Y desde un dia, cogí una araña y la metí dentro de un recipiente en donde hacia magdalenas. Creo que me equivoque y mire mal porque lo que hice fue hacer una magdalena de arañas. Jolín, fue la cosa más asquerosa y ya no quiero hacer más magdalenas o acercarme a alguna araña. Mi jefe, el alfa de la manada me dijo que no pasaba nada pues el veneno se quemó antes de que pudiera afectarme. Eso me lleva a una cosa, a saber que gracias a mi naturaleza, no enfermo y solamente ciertos venenos me afectan pero no precisamente este en concreto. Estaba al borde del pánico, como una patética adolescente que se ha roto una uña de nada.

La mayoría de las veces me doy vergüenza a mí mismo. Sinceramente ¿de verdad sirvo para esta vida? El otro dia, una noche, me encontré con unos amigos del abuelo y una amiga que parecían conocer. Yo no la conocía. Pero termine por darme cuenta que parecía que era un estorbo para ella, y me dio a pensar que a lo mejor cuando uno quiere ayudar, siempre otros, o los que han sido ayudados, son los que están jodidos.

Siempre son los que salen perdiendo con empujones o simplemente palabras salidas de tono. Y ¿Por qué cuando alguien dice “no te ofendas” siempre sale ofendido? La verdad, el mundo está lleno de bichos raros en los que están perdidos, como las hormigas que van vagando por la tierra sin un líder. Al menos en mi manada hay un líder, alguien que se preocupa de la gente que necesita ser cuidada.

Hace poco ha habido tres desapariciones. Posiblemente sean cazadores buscando respuestas pero mi abuelo teme por mí y él está avanzado en su edad, sin darse cuenta de que la puede palmar de un momento a otro. Tengo miedo pues creo que es la única familia que me queda en el mundo.

por **Arthur Dashwood** Dom Mar 22, 2015 11:28 am

Las cosas han empeorado para la manada.

He tenido que dejar de intentar de hacer magdalenas a cuidar de la gente de la manada que llega herida al escondite donde nos refugiamos de los cazadores ya que estos averiguaron la mansión en donde nos reuníamos y celebrábamos fiestas, haciendo una vida normal. Ahora estábamos aquí, cubiertos bajo un campo de fuerza convocada por amigos brujos del clan, en una mansión (No muy grande) pero lo suficiente para poder escondernos, donde ninguna persona pudiera encontrarnos. Escribo bajo las sabanas en la cama donde dormía, en trozos de papel sacados y arrancados del diario donde debería escribir. Esto era como la edad Media, a escondidas de los asesinos recogidos por la iglesia, además no les importaba si quiera que fueras católico o de alguna otra religión. Eso les daba igual. Lo que les interesaban era que erradicar las razas extrañas de la tierra o eso me inculcaron mis padres a mí.

Mi abuelo, aunque estaba ya en las últimas estando anciano, estaba ahí afuera. Peleando donde estuviera e intentando sobrevivir. A la semana, podíamos salir al exterior para poder sentirnos libres, cubiertos con ropajes oscuros y poder pasar desapercibidos. Los brujos nos daban pociones para poder ocultar lo que “éramos” y poder caminar por el día a la vista de las personas humanas. Veía muchos brujos pero no vi a Vanya por ninguna parte. Posiblemente, ella al ser bruja la hayan puesto aparte con los de su “raza” o su forma de nacer, no sabía cómo explicar cómo, quizás, era su naturaleza. Solamente suspiraba. No la volví a ver desde aquello que pasó ni tampoco vi a mi padre.

Cada luna llena, nos metían en jaulas acolchadas, especializadas con paredes puntiagudas de plata. Ya el poder sentir la plata alrededor nos debilitaba, evitando que el proceso de transformación. Algunos aguantaban la tortura de las cadenas de plata, otros no, otros solo querían salir de la sala plateada –como la llamo yo- y correr por el bosque, pero cuando conseguían salir nunca volvían. O al menos eso escuché. Una persona, una muchacha que no aguanto la terapia de la sala plateada huyó se convirtió en una de los tres desaparecidos al comienzo de los problemas en el clan. Ahora son dos o cuatro desapariciones cada dos semanas. La mayoría tendrían que ser primerizos en esto de la licantropía. A mí me daba pena ¿No habría nadie para poder instruirlos? ¿Alguien que se ocupe de que no puedan salir?

Podría decirse que yo mismo era un ejemplo de ser primerizo en esto, aunque llevando unos años, aun me sentía con ganas de aprender. En realidad yo llevaba tiempo convertido, solamente cinco años desde que a los 25 nos mudamos con mi padre y mi hermana aquí, a París, donde creía que los problemas dejarían de perseguirme o perseguirnos. Aun no sabía por qué mi padre llego ese día en la cafetería a salvarme de aquel engañoso hombre del cual ahora no recuerdo su nombre y se fue rápidamente sin darme oportunidad de preguntarle del paradero de su hermana o donde estaban.

Reconozco que la última vez que vi a mi hermana estaba hermosa y su pureza era una virtud que la hacía especial, que era grácil y gentil. Puedo confesar que alguna vez pude sentir algo más de afecto de lo normal. Soy idiota en pensar eso. No sé por qué lo escribí, pero emborronar las paginas sueltas me parece una guarrada, aunque soy todo un caballero, soy un hombre y eso entra en un campo bastante abierto.

Crónicas lunares

Crónicas lunares

Re: Crónicas lunares