Henry Birdwhistle Fitzroy

por **Henry Birdwhistle** Jue Ene 15, 2015 12:01 am

Henry

Birdwhistle Fitzroy

El Halcón Blanco

36 años | Duque de Inglaterra / Somerset | Inglés | Heterosexual

La Folie Tristan

"Bien, os diré
de donde soy y lo que quiero.
Mi madre fue una ballena,
en el mar se convirtió en sirena,
pero dónde nací no lo sé.
Sé muy bien que me alimentó
un gran tigre que me encontró,
y sobre una escalera me vio
creyéndome un ciervo, su cena.
Pero también tengo una hermana, muy bella,
que os entregaré, si lo deseas, por Iseo, que tando amáis."

Anónimo

Especie & Habilidades

B R U J O

*Hechicería:

Habilidad para hacer que cosas sucedan, ya sean a favor o en contra de alguna persona, por medio de conjuros, hierbas y pociones. Esto incluye altos conocimientos de herbolaria que les permiten hacer también curaciones.

*Percepción del aura:

Habilidad para ver las auras de otros seres, cuyos colores indican su humor, identidad y nivel de hostilidad, de este modo saben si están bajo amenaza. Este poder les permite reconocer a licántropos y cambiaformas cuando no están transformados e identificar a los vampiros gracias a su aura pálida.

*Premonición:

Habilidad para percibir el futuro. En ocasiones solamente se expresa en forma de vagos sueños mientras se duerme, mientras que otras veces es clara y ocurre a voluntad, mientras se está despierto.

*Barrera:

Capacidad de generar campos de fuerza defensivos. Estos campos sólo duran temporalmente y pueden ser rotos si su oponente es también fuerte .

*Alteración de la apariencia:

La habilidad de cambiar la forma física. Los cambios son sólo temporales, duran solamente unas horas (máximo), no son permanentes.

Descripción Psicológica

La nieve caía afuera incesante, implacable, arrastrando el frío por cada rincón y escondrijo de la gran casa, acorralando a todos sus habitantes en su interior. El clima era melancólico afuera y adentro de la mansión señorial aun así, y a pesar de la hora tan temprana, en cuanto abrió los ojos el pequeño Henry sabía que debía sobre ponerse, salir de entre las mantas de su cama, abandonar su acogedora habitación y apresurarse a bajar la escalera hasta el gran salón que llevaba al jardín. Toda los días de aquella interminable semana había nevado, pero esa mañana en especial era diferente, la presencia de la nieve significaba algo más…

El niño ni si quiera recordó ponerse la chaqueta antes de salir, simplemente seguía aquél impulso sin sentido, aquél miedo que lo había despertado, que se revolvía en lo más profundo de sus entrañas como una alimaña buscando escapar de un agujero obscuro.

El pequeño Henry bajó a zancadas las escaleras y cruzó el jardín casi corriendo hasta llegar al borde del lago. Todo el paisaje era blanco, el agua estaba congelada, sólo resaltaba una pequeña figura a unos metros de él. Sí, allí estaba ella tal como la había visto tantas otras veces: usando un vestido y abrigo de color azul, con las mejillas sonrojadas y los cabellos castaños, en rizos, cubriéndole a medias el rostro. La pequeña intentaba mantener el equilibrio mientras hacía uso de sus nuevos patines.

-¡Sal del hielo!- gritó Henry adentrándose sobre la superficie helada en dirección a la niña. Ella lo saluda. –Katie, ¡debes salir!- insistió él. Apenas había dado tres pasos hacia ella cuando se escuchó un suave “cratk” y al segundo siguiente Katie desapareció bajo la corteza blanquecina… entonces Henry despertó agitado, enredado entre las cobijas, la frente perlada en sudor. El niño se incorporó a medias y se talló los ojos; entonces miró a la ventana: afuera el sol matutino brillaba, los pájaros cantaban… tal como debe suceder cualquier día de primavera. No había nieve, sólo era un sueño.

-¿Otra vez ese sueño Henry?- preguntó una voz pastosa, familiar y acogedora. Una voz femenina. Henry sonrió encontrándose con la mirada de la anciana que tejía junto a su cama, acomodada en un sofá.

-Sí… ¿cómo sabes?-

-Eres un niño especial, igual que tu madre. El don te ha sido dado de nacimiento- Henry hizo una mueca, tenía miedo de peguntar.

-Mi sueño… es ¿real?-

-¿Qué te dice tu instinto?- preguntó la anciana con suavidad.

-…no lo sé…-

-Has heredado de tu madre muchas habilidades que ahora tal vez no entiendes Henry, pero también aprenderás a desarrollar otras para poder controlarlas y sobre llevarlas. Hoy ya hay mucho en ti, bueno y malo que puede hacerte ser grande o desgraciado. Yo veo, yo veo que ahora eres ágil, pero un día serás astuto; eres listo, un día serás sabio; eres terco, un día serás perseverante; ya eres paciente pero cuando seas mayor serás calculador, frío a veces como las serpientes. Eres arrojado, un día serás valiente; hay orgullo en ti que se convertirá en arrogancia y egoísmo. Veo dolor que tornarás en ironía y veo un secreto, un don, que será tu arma…. Con la que harás caer a muchos y ensalzarás a otros.-

-Pero dime ¿Qué pasa con Katie?- insistió el niño. Pero la abuela sólo lo miró, e igual que antes su sueño, ella también se desvaneció. El fantasma de la abuela siempre hacía eso cuando él menos quería que se fuera, cuándo más necesitaba saber.

De pronto la puerta de su habitación se abrió y entro una pequeña de cabellos castaños y ojos verdes que corrió hacia Henry, saltando sobre la cama y abrazándolo con fuerza.

-¡Henry, Henry, adivina! ¡Papá prometió comprarme mis patines para navidad! ¿Me enseñarás?- preguntó Katie con una dulce sonrisa.

HISTORIA

El anciano descansaba en su lecho después de la visita del médico. Él le había indicado que si no seguía sus instrucciones a pie juntillas su condición podría complicarse. El viejo despidió al doctor con un gesto seco, no era idiota, bien sabía lo que quería decirle con eso. El Duque desvió su mirada hacia el cuadro al otro lado de su cama, dónde reposaba una mujer de cabellos negros como la noche y ojos claros, misteriosos, llenos de secretos.

-Casi parece ayer cuando te vi por primera vez ¿lo recuerdas?- suspiró el viejo –Fue en ese insulso festival de solsticio de primavera cuando me enamoré de una bruja. Yo no lo sabía con certeza, pero desde el primer momento que te vi supe que había en ti algo que era diferente, mágico. Fui lo suficientemente ingenuo para dejarme seducir por tus encantos, por tu aparente fragilidad.- río entre dientes –Era joven... era un idiota. Jamás me contaste demasiado sobre su pasado, apenas lo suficiente. Como si detrás de aquél maldito rostro angelical escondieras un pasado obscuro e innombrable. Y en ese momento lo respeté porque me disgustaba hacerte sentir mal o causarte dolor, ver esa sombra que se asomaba en tus ojos cuando llegaba a escapársete alguno de tus secretos.

Y a pesar de la disconformidad de muchos, terminaron por ceder a la idea de nuestro matrimonio, sólo por la cuantiosa dote que mi nueva esposa traería consigo.

Pronto me diste descendientes, Henry y Kate. Es una verdadera ironía que a una no la hayas podido salvar de su destino, a pesar de todos tus malditos trucos, y que al otro le dejaras como herencia parte de esas aberraciones que caracterizan tan bien a tu maldita familia. Nunca te pude perdonar por eso ¿sabes? Y menos aun cuando empezaste a despilfarrar todo el dinero que te daba y más.- hizo un gesto de desagrado. –Te maldije en silencio pero jamás te reproche nada a la cara. Estaba resentido contigo más no era lo suficientemente estúpido como para oponerme a tus deseos ¿qué hubieras hecho? ¿Convertirme en monstruo? ¿Rebajarme al estado de una bestia que vaga sin memoria o razón por los campos? ¡Eso nunca!- el viejo tosió un par de veces. Se incorporó a medias en su cama y a pesar de lo que le había indicado el médico, se levantó. Paseó por la habitación de un lado a otro como león enjaulado. Detestaba enfermarse, sentirse un viejo convaleciente que dependía del cuidado de los demás. –Después de eso me costó mucho soportar la presencia de tu hijo, él, que se parece tanto a ti… en más formas de las que me gustaría reconocer en voz alta.- detuvo su andar frente al cuadro de la Duquesa, que sonreía desde las alturas, altiva, enigmática. –Lo envíe a Francia a pesar de tus quejas para que recibirá una educación digna de su rango. Porque puede llevar tu endemoniada sangre, pero aún lleva mi maldito nombre, si es que eso vale para algo.- dirigió sus pasos a la ventana. –Poco antes de que aquellos maricones franceses hicieran una revuelta en su país, tú me convenciste de que lo enviara a la corte Inglesa, que estaba listo… ahora creo que tú ya lo sabías todo… - el anciano hizo una mueca de desaprobación, haciendo una breve pausa, recordando cómo aquella esposa suya había desaparecido durante la guerra. Jamás se pudo encontrar algún rastro de ella o comprobar su muerte. Era como si simplemente se hubiera desvanecido de la faz de la tierra. –Ahora casi diez años después de que lo enviara lejos, el muchacho se digna a visitar a su viejo. Seguro que es sólo para asegurarse de que sigue figurando en el testamento como mi único heredero.- bufó.

-Te equivocas padre- se escuchó una voz familiar detrás suyo. –Aunque no puedo decir que me sorprende escucharte decir eso.- El viejo se volvió y se encontró con que los ojos del retrato de la Duquesa, de su esposa, estaban en aquél hombre de cabellos negros, alto, de rasgos orgullosos. Al maldito le había sentado muy bien su estadía en la corte, tenía toda la apariencia de un joven lord.

-Déjate de melodramas y dime a que has venido. A mi edad es un pecado perder el tiempo niño.- Henry giró los ojos y sin mostrarse demasiado afectado por las palabras de su padre se acercó a la pequeña mesa dónde había servido un trozo de queso, frutas, carne y una jarra de vino. Todo sin tocar.

-¿y desperdiciar la comida no es un pecado?- preguntó con media sonrisa y llenó dos copas de vino hasta casi derramarse. –He traído buenas noticias que ameritan un brindis.- El viejo Duque le miró con recelo pero aceptó la copa.

-¿Y cuáles podrían ser las dichosas? ¿Al fin te harás responsable y encontraras esposa como dios manda?- gruñó el anciano.

-He encontrado el modo para restituir nuestra fortuna.- comenzó a explicar Henry. –Y sí hallé a la esposa perfecta para el problema familiar.- El Duque río con marcado desdén.

-¿Y qué joven es tan tonta para casarse con un hombre cuya riqueza es nula?-

-No es tonta en lo absoluto, todo lo contrario, viene de buena familia, es recatada, buena hija. Encontrarás que es todo lo que una dama debe ser. Salud- dijo el joven levantando la copa y dando algunos tragos. El anciano también bebió aunque sin mucho entusiasmo. A veces pensaba que su hijo vivía en las nubes.

-¿Cómo piensas conseguir su mano entonces?- insistió.

-Creo que te encontrarás satisfecho al saber que he aprendido mucho en la corte, aguardando, perfeccionándome, aprendiendo a quienes debo tener cerca y a quiénes aún más; ganando favores a cambio de promesas… porque hoy día nuestro apellido es todo lo que vale.- Henry dejo la copa sobre la mesa sosteniendo la mirada de su padre en todo momento. El viejo iba a decir algo pero empezó a sentir que el malestar de la garganta le regresaba con más fuerza, le picaba. Tosió un par de veces. –Después de la revolución en Francia, después de la desaparición de madre, después de que dejaras todo volverse cenizas, no queda salvo eso para salvarnos: nuestro título. Tú por otro lado te has vuelto enfermizo, débil... – El Duque no podía parar de toser y entonces empezó a sentir como la garganta se le cerraba, ni siquiera podía articular palabra; era como si la lengua se le hinchara y fuera a atragantarse con ella de un momento a otro. Y el pánico se apodero de él. Apenas atinó a llegar al a cama, aferrándose a las mantas… -Yo soy Henry Birdwhistle Fitzroy, tu primogénito y único hijo, y voy a recuperar todo lo que tú perdiste padre. Yo debo convertirme en Duque de Somerset y encontrar una esposa adecuada cuanto antes, pero para eso… Para eso es necesario que tú te hagas a un lado- El viejo de pronto lo comprendió todo y vio a su hijo con una mirada llena de miedo. Se esforzaba en gritar por ayuda, pero ahora incluso moverse le resultaba doloroso. –Para mañana nuestros sueños se habrán vuelto realidad ¿no es perfecto mi plan?- Henry le contemplaba con satisfacción, con la confianza de quién sabe que se ha salido con la suya. –Descuida, guardaré el secreto de tu esposa, el secreto de la herencia que me dejó y los recuerdos de nuestra querida familia, todo junto, justo aquí- palmeo su pecho. –No, no en mi corazón, sino en mi bolsillo, dónde pueda usarlo siempre que haga falta...- Henry le dedicó una última mirada al viejo medio paralizado en la cama y salió de su habitación para llamar cuanto antes a los médicos de su padre, ahora moribundo.

Datos Extra

*No le gusta el frío

*De pequeño podía ver a los muertos, aunque ha perdido la facultad al crecer…

*A pesar de que su madre era bruja, las pocas cosas que sabe las aprendió de su abuela.

*Aunque suele pasar largas temporadas en la corte, gusta visitar a menudo su propiedad en Somerset Badminton House para practicar la cacería de la zorra.

*El apodo "Halcón Blanco" se lo puso su madre ya que al igual que con otras aves, según los celtas el halcón es un mensajero entre el otro mundo y este. Sin embargo, es de mayor habilidad y resistencia que otras aves. Simboliza la clarividencia y la longevidad de la memoria.

By Morgana

por **Doreen Jussieu** Jue Ene 15, 2015 12:21 am

OBSERVACIONES

favor de corregir

La ficha es correcta, sin embargo debes de registrar antes el PB que utilizarás. Sin los registros completos no puedo darte color

CODE BY NIGEL QUARTERMANE

por **Henry Birdwhistle** Jue Ene 15, 2015 12:26 am

No sirvo para los registros jajaja

Hecho.

por **Doreen Jussieu** Jue Ene 15, 2015 12:38 am

FICHA APROBADA

bienvenido/a a victorian vampires

¡ENHORABUENA! YA ERES PARTE DE VICTORIAN VAMPIRES Y TE DAMOS LA MÁS CORDIAL BIENVENIDA.

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