AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Últimos temas
Gerarld Steiner
Página 1 de 1.
Gerarld Steiner
▲NOMBRE DEL PERSONAJE▲
Matthew Gerarld Steiner▲EDAD▲
31 Años▲ESPECIE▲
Humano▲FACCIÓN A LA QUE PERTENECE▲
Cazadores▲TIPO, CLASE SOCIAL O CARGO▲
Realeza. Barón de Francia▲ORIENTACIÓN SEXUAL▲
Heterosexual▲LUGAR DE ORIGEN▲
Liverpool. Inglaterra▲HABILIDADES/PODERES▲
Arsenal de cazadorDios no está en este mundo. Fue lo primero que pensó cuando conoció la verdad. Lo cierto es que nadie puede conocer del todo a una persona, nadie puede entender lo que pasa cuando pierdes todo o lo ganas todo, porque no es a ti al que le pasa. Gerarld siempre fue alguien carente de fe, alguien que se tomaba las cosas como lo que ocurría, como la realidad, en lugar de pensar en que, si lo deseaba con mucho ahínco, un ser todopoderoso velaría por el para salvarle de los calvarios. Su carácter no es producto de una educación, ni tampoco de una idea más concreta obtenida por una filosofía que se hubiese manifestado sobre una balanza, demostrando que tenía motivos para tener esa creencia. Su carácter viene del dolor, la hambruna y la falta de todo control sobre su vida. ¿Qué más podía pedir una rata de hermanad? Incluso desde niño vio que la desesperación era algo que se le metía en las entrañas, algo que estaba buscando cobijo y que había llegado a pensar que el interior de su pequeño estomago vacío era el lugar perfecto. Ni las amistades, ni el dinero escaso; ni siquiera el amor le sirvieron para ahuyentarlo. De niño, siempre fue alguien que pensó que no tendría nada diferente a menos que lo consiguiese por sus propios medios, que el ser el recadero de alguien para que se hiciese más rico y el aún más pobre solo era un método de acabar en el barro antes de lo previsto, y no volver a levantarse nunca. Cuan ingrato podía ser el mundo con él, y por ello precisamente el actuaba de la misma manera. Robaba a quien debía hacerlo y golpeaba a quien le molestaba, incluso si tenía que dejarle con un ojo menos. Esa era la ley por la que se llevaba, la única que valía en su vida. ¿Se puede esperar que sea compasivo? Evidentemente que no. La compasión era una debilidad de nadie de su entorno se permitiría tener con él, y desde luego no iba a permitir que le hiciesen lo que a otros. Estas vivencias le llevaron a ser alguien esquivo; introvertido al mismo tiempo que aprendió a ser descarado después; reservado y controlador, pues de ello dependía su vida. Nadie prestaba ayuda a una rata, por lo que él tampoco se molestaría en pedirla. Su autosuficiencia fue, sin dudas, la mejor de sus virtudes, y la que le ha llevado a ser un superviviente.
Se podría definir a Gerarld como una persona cruel, especialmente con aquellos que se autodenominan sus enemigos. No es alguien que crea en la compasión o el sentimentalismo, puesto que ambas cosas solo te llevan a ser la víctima, en vez del ejecutor. Nunca duda a la hora de tomar sus decisiones y las ejecuta con máxima convicción. No obstante, no por ello se puede considerar que sea alguien sin conocimiento de causa, todo lo contrario. Desde que salió del montón de estiércol que había sido su juventud ha tenido claro que el cerebro es la única arma que realmente puede inclinar la balanza a su favor. Es una persona a la que no le importan los medios que deba tomar para conseguir lo que quiere, simplemente lo coge y ya está. El mundo nunca se ha caracterizado por ser bueno y amable, todo el mundo es egoísta y mira antes por sí mismo que por el resto. El fin justifica los medios. En muchas ocasiones puede parecer perverso, desalmado y despiadado, y no sería una idea muy lejana de la realidad. Tiende a burlarse de las desgracias de los demás al perder algo que les es querido, especialmente cuando el misma es el responsable. No siente cariño, perdón o piedad por nada ni nadie, precisamente porque no conoce ese tipo de sentimientos. Cuando camina por la calle y ve a unos padres cariñosos con sus hijos solo puede pensar que, muy posiblemente, aquel amago de felicidad no dure el tiempo suficiente antes de que la realidad les dé en las narices a todos. La realidad… eso es algo que siempre ha estado en su mente. Un hombre que intenta mirar las cosas con realismo y lógica cuando se dedica a algo que no tendría por qué existir siempre le ha hecho gracia, pero no por ello su trabajo deja de ser divertido. Por eso mismo, aunque las cosas estén en un punto de estrés o peligro inminente, siempre considera que decir lo que más pueda dolerle a su adversario es lo mejor. Tal vez no lo más aconsejable, cierto, pero no por ello menos placentero.
Y ya que hablamos del placer, no todo en el mundo es trabajo. Desde siempre, este hombre ha tenido una idea de las mujeres bastante concisa, pues entiende gran parte de sus pensamientos, y no hay nada en el mundo que le guste más que complacerlas. Los deseos hacia las mujeres siempre han estado en su mente, incluso en algunas ocasiones, ha llegado a sentir una profunda necesidad de poseer a sus objetivos. Nada le ha dolido más que tener que matarlas después. Eso si, no experimenta ningún placer con ello, una acción representa lo personal y otra lo profesional, solo se ha dado la situación de que la fuente de ambas acciones es la misma persona. En su vida personal, Gerarld es una persona caracterizada por la brevedad de duración de dichas relaciones. Puede desear a una mujer con toda su alma, pensar en ella a todas horas, y aun así no dejar que se acerque a él más de lo imprescindible. No tiene ningún sentido amar a una mujer, ya que ellas no podrían amarle a él si supiesen como es en verdad, a lo que se dedica de verdad. Y las que pueden saberlo, solo vivirán el tiempo suficiente para darse cuenta de que mejor era vivir en la ignorancia. Que irónico, darse cuenta de que nunca podrá ser completamente el mismo porque de lo contrario lo perderá todo. Sin embargo no se arrepiente. Tiene la vida que escogió y nunca se compadecerá de si mismo por tener lo que tiene. Se siente agradecido por los que le dieron una oportunidad y le convirtieron en la más afilada de las dagas, el arma oculta más mortífera que existe. Los inquisidores siempre aseguran ser enviados de Dios a la Tierra, el no necesita ser tan proclive al infantilismo. Si realmente existe un ángel destructor, un ángel de la noche, está metido en su cuerpo.
Gerarld no se comporta siempre de la misma manera. Tratando con alguien de alto estatus social suele ser condescendiente y retorcido, mientras que con una prostituta puede ser encantador y hasta tierno; todo ello dentro de su propio sello de suficiencia, sarcasmo y una tendencia desmesurada a tocarle las narices a la gente. Su habilidad de habla solo es posible de equipararse a su destreza con las armas, las cuales siempre mantiene en perfecto estado y a su disposición. Aunque no tiene la necesidad, siempre se toma sus trabajos como algo íntimo, algo que solo puede realizar el solo, por lo que se asegura de saber todo lo posible de su muriente. A veces, como hemos dicho antes, se acerca a ellos más de lo debido. No siente odio ni asco por ninguna de las razas sobrenaturales, en realidad le traen un poco al fresco que se dediquen a arrebatarles la vida y el alma a otros. Simplemente considera que sus acciones son algo que no puede permitirse en la mente de los humanos normales, por eso precisamente sus tarifas por ocuparse de esa clase de seres son machismo más altas que las de un humano normal. Si va a arriesgarse a buscarle las cosquillas a un grupito de perros con malas pulgas, por ejemplo, al menos se asegurara de que hacerlo valga mucho la pena. Muchísimo.
Se podría definir a Gerarld como una persona cruel, especialmente con aquellos que se autodenominan sus enemigos. No es alguien que crea en la compasión o el sentimentalismo, puesto que ambas cosas solo te llevan a ser la víctima, en vez del ejecutor. Nunca duda a la hora de tomar sus decisiones y las ejecuta con máxima convicción. No obstante, no por ello se puede considerar que sea alguien sin conocimiento de causa, todo lo contrario. Desde que salió del montón de estiércol que había sido su juventud ha tenido claro que el cerebro es la única arma que realmente puede inclinar la balanza a su favor. Es una persona a la que no le importan los medios que deba tomar para conseguir lo que quiere, simplemente lo coge y ya está. El mundo nunca se ha caracterizado por ser bueno y amable, todo el mundo es egoísta y mira antes por sí mismo que por el resto. El fin justifica los medios. En muchas ocasiones puede parecer perverso, desalmado y despiadado, y no sería una idea muy lejana de la realidad. Tiende a burlarse de las desgracias de los demás al perder algo que les es querido, especialmente cuando el misma es el responsable. No siente cariño, perdón o piedad por nada ni nadie, precisamente porque no conoce ese tipo de sentimientos. Cuando camina por la calle y ve a unos padres cariñosos con sus hijos solo puede pensar que, muy posiblemente, aquel amago de felicidad no dure el tiempo suficiente antes de que la realidad les dé en las narices a todos. La realidad… eso es algo que siempre ha estado en su mente. Un hombre que intenta mirar las cosas con realismo y lógica cuando se dedica a algo que no tendría por qué existir siempre le ha hecho gracia, pero no por ello su trabajo deja de ser divertido. Por eso mismo, aunque las cosas estén en un punto de estrés o peligro inminente, siempre considera que decir lo que más pueda dolerle a su adversario es lo mejor. Tal vez no lo más aconsejable, cierto, pero no por ello menos placentero.
Y ya que hablamos del placer, no todo en el mundo es trabajo. Desde siempre, este hombre ha tenido una idea de las mujeres bastante concisa, pues entiende gran parte de sus pensamientos, y no hay nada en el mundo que le guste más que complacerlas. Los deseos hacia las mujeres siempre han estado en su mente, incluso en algunas ocasiones, ha llegado a sentir una profunda necesidad de poseer a sus objetivos. Nada le ha dolido más que tener que matarlas después. Eso si, no experimenta ningún placer con ello, una acción representa lo personal y otra lo profesional, solo se ha dado la situación de que la fuente de ambas acciones es la misma persona. En su vida personal, Gerarld es una persona caracterizada por la brevedad de duración de dichas relaciones. Puede desear a una mujer con toda su alma, pensar en ella a todas horas, y aun así no dejar que se acerque a él más de lo imprescindible. No tiene ningún sentido amar a una mujer, ya que ellas no podrían amarle a él si supiesen como es en verdad, a lo que se dedica de verdad. Y las que pueden saberlo, solo vivirán el tiempo suficiente para darse cuenta de que mejor era vivir en la ignorancia. Que irónico, darse cuenta de que nunca podrá ser completamente el mismo porque de lo contrario lo perderá todo. Sin embargo no se arrepiente. Tiene la vida que escogió y nunca se compadecerá de si mismo por tener lo que tiene. Se siente agradecido por los que le dieron una oportunidad y le convirtieron en la más afilada de las dagas, el arma oculta más mortífera que existe. Los inquisidores siempre aseguran ser enviados de Dios a la Tierra, el no necesita ser tan proclive al infantilismo. Si realmente existe un ángel destructor, un ángel de la noche, está metido en su cuerpo.
Gerarld no se comporta siempre de la misma manera. Tratando con alguien de alto estatus social suele ser condescendiente y retorcido, mientras que con una prostituta puede ser encantador y hasta tierno; todo ello dentro de su propio sello de suficiencia, sarcasmo y una tendencia desmesurada a tocarle las narices a la gente. Su habilidad de habla solo es posible de equipararse a su destreza con las armas, las cuales siempre mantiene en perfecto estado y a su disposición. Aunque no tiene la necesidad, siempre se toma sus trabajos como algo íntimo, algo que solo puede realizar el solo, por lo que se asegura de saber todo lo posible de su muriente. A veces, como hemos dicho antes, se acerca a ellos más de lo debido. No siente odio ni asco por ninguna de las razas sobrenaturales, en realidad le traen un poco al fresco que se dediquen a arrebatarles la vida y el alma a otros. Simplemente considera que sus acciones son algo que no puede permitirse en la mente de los humanos normales, por eso precisamente sus tarifas por ocuparse de esa clase de seres son machismo más altas que las de un humano normal. Si va a arriesgarse a buscarle las cosquillas a un grupito de perros con malas pulgas, por ejemplo, al menos se asegurara de que hacerlo valga mucho la pena. Muchísimo.
Nacido en los barrios bajos de Liverpool en 1769, Gerarld jamás conoció a su madre ni a nadie relacionado consanguíneamente con él. Su madre, que según dicen era una prostituta del montón, había dado a luz en uno de los almacenes cerrados del puerto después de una noche de invierno nada agradable. Gerarld nació sin llorar siquiera y su madre… no, corrijo: la mujer que le dio a luz; le dejo envuelto en un viejo vestido en aquel mismo almacén, pues su nivel de subsistencia ya era bastante precario para encima tener que ocuparse de un bebe que se pondría a lloriquear a moco tendido cada vez que un cliente viniese a visitarla. Era mejor deshacerse de él lo antes posible, hasta llego a enrollarle al cuello su propio cordón para estrangularle. No obstante, su debilidad humana le dijo que era mejor dejarle a la intemperie del invierno y que la naturaleza siguiese su curso, del mismo modo que había surgido, ella se lo llevaría. Por suerte, o por desgracia según se mire, alguien si se dio cuenta de la existencia de aquel pequeño bulto. Otra de las chicas que habían compartido la zona del puerto para sus clientes vio al bebe, y su escaso sentido de la corrección la llevo a recoger a aquel desdichado infante. Aquella misma noche, Gerarld descansaba en las manos de Irina, una de las madame más prestigiosas de la zona alta de la ciudad, y que invertía de vez en cuando en el negocio de la carne del puerto. No era la primera vez que la mujer sostenía al fruto de una chica que se había convertido en un impedimento, de manera que actuó como era la costumbre: dejando al bebe en manos de las hermandades. Era la costumbre de aquella ciudad que los hijos no deseados, los bastardos y los parias, acabasen reunidos en pequeños grupos para acabar siendo pilluelos, ladrones o mendigos controlados por los grandes señores del crimen de los bajos fondos. A aquellos niños se los llamaba “las ratas”. Aun hoy en día, no sabe que pudo ver Irina en él para que tomase aquella decisión.
Durante diez años, Gerarld se mantuvo en las sombras y la inmundicia de una ciudad a la que no le importaba si vivía o moría. Cuando tuvo fuerza suficiente para andar ya no le valió la excusa de ser pequeño, era una boca más que alimentar, y que no resultaba útil dar de comer a un par de piernas capaces de moverse. Hacia cualquier cosa por cumplir las cuotas de la hermandad, obteniendo el dinero suficiente que se exigía para canjearlo por una ración de pan duro que llevarse a la boca. En invierno, el clima mataba a muchas de las ratas, y solo la ayuda de aquella extraña madame, que proporcionaba almacenes con fuegos para la supervivencia de los niños, lo más probable es que no hubiese llegado nunca a la pubertad. Con solo diez años, ya había recibido más palizas de lo que cualquier persona normal podría presumir. Cada día soñaba con poder salir de aquel lugar miserable y matar a los que solo le explotaban a él y a los demás niños, en especial a una pequeña niñita que había llegado un par de años después que él y que ni siquiera sabía hablar aún. Desgraciadamente la realidad era bastante distinta, y ninguna rata salía nunca de allí. Una noche, caminando por los mismos puertos que le habían visto nacer, Gerarld fue testigo de lo que era de verdad el miedo, pues cinco hombres habían rodeado a un sexto, amenazándole con quitarle la vida además del dinero. Gerarld se escondió tras unas cajas, sin el menor deseo de intervenir en la inminente muerte de un hombre. Por una vez, el mundo le dio una sorpresa. El sexto hombre se movió como una sombra, más rápido de lo que había visto a nadie moverse en su vida. Antes de que pudiese darse cuenta los cinco matones solo eran un amasijo de carne muerta. Por una vez, fue consciente de lo que era el verdadero terror. Antes de darse cuenta, estaba delante de aquel asesino, mirándole a medias entre admiración y absoluto pavor. No sabía cómo había tenido valor de salir de detrás de aquellas cajas y ponerse delante de él, pero en aquel momento solo tenía una cosa que decirle: “Enséñame”.
Aquella misma noche, se presentó delante del jefe de su hermandad, un tipejo lleno de marcas de la viruela al que todos llamaban Rut. En su aburrimiento, Rut había descubierto que Gerarld había estado protegiendo a la pequeña niña muda de la hermandad ocultándole parte del dinero que había logrado, así que creyó que usarla como un ejemplo para futuras generaciones era lo más indicado, por lo que le desfiguro la cara usando una cuchilla de afeitar. Ahí se dio cuenta de lo que pasaba cuando no hacia lo que debía en el momento exacto, posiblemente su única amiga había muerto de una manera horrible y dolorosa solo porque él no había sido lo bastante fuerte para matar al líder de las hermandades cuando pudo hacerlo. Aquella misma noche, estando delante de aquel miserable, solo pudo sentir placer al clavarle un cuchillo en las costillas, más aun cuando le saco los cojos y dejo su cuerpo pudriéndose en mitad de los muelles. Allí llevo al hombre al que había visto matando como si nada importase, le enseño que podía hacer lo mismo que él, solo necesitaba aprender más. Aquel hombre, cuyo nombre era Marcus Graves, era lo que se conocía como un cazador de pesadillas, alguien a quienes los monstruos temían por encima de todo, monstruos mucho peores que los que Gerarld había visto en su vida y que solo existían en los cuentos y las leyendas. Pero eso no era lo único que aprendería a lo largo de los años.
Durante toda su adolescencia, Gerarld se convirtió en un hombre digno de inspirar miedo. Su musculatura llego a un punto que jamás creyó posible, siempre tenía la barriga llena y, sobre todo, aprendió a meterse en los asuntos de los poderosos. Marcus no solo le había enseñado a cazar bestias, sino que también a cualquier engendro de ser humano por el que alguien estuviese dispuesto a pagar lo suficiente. Sus asesinatos siempre fueron limpios, dignos de un profesional, tal y como su mentor le había enseñado. No obstante, eso no fue lo único que aprendió. Todos los días acudía a uno de los establecimientos de Irina, donde la madame le enseñaba no solo a leer, sino también política, comercio y las artes para seducir a cualquier mujer. Practicaba con las putas de los burdeles hasta que ellas le pedían más y aprendió por las malas a no encapricharse de ninguna de ellas. A los veintidós años, ya tenía una fortuna lo bastante decente como para poder tener su propia casa en una zona respetable. Además, de eso, invirtió en diversos comercios mercantiles al comprarse su propio barco, un bergantín británico de dos palos al que llamo “Hecarrim”, en honor al mensajero de la muerte de la mitología nórdica. Durante todos esos años se dio cuenta de algo: estaba llegando a un punto en el que no necesitaba un mentor. Marcus así lo vio, y dio su parte de inversiones para que pudiese trasladarse a otra ciudad. ¿Y qué ciudad es más digna de los monstruos que Paris? La capital francesa era una pústula en los brillantes uniformes de los inquisidores, pobres niños que no sabían lo que era el arte del asesinato tanto como él. Compro una pequeña mansión en la zona centro de la ciudad, así como un modesto título de barón que le acercase a cotas más altas, con el fin de detectar rápidamente las manzanas podridas. El ángel de la muerte llega a Paris.
Durante diez años, Gerarld se mantuvo en las sombras y la inmundicia de una ciudad a la que no le importaba si vivía o moría. Cuando tuvo fuerza suficiente para andar ya no le valió la excusa de ser pequeño, era una boca más que alimentar, y que no resultaba útil dar de comer a un par de piernas capaces de moverse. Hacia cualquier cosa por cumplir las cuotas de la hermandad, obteniendo el dinero suficiente que se exigía para canjearlo por una ración de pan duro que llevarse a la boca. En invierno, el clima mataba a muchas de las ratas, y solo la ayuda de aquella extraña madame, que proporcionaba almacenes con fuegos para la supervivencia de los niños, lo más probable es que no hubiese llegado nunca a la pubertad. Con solo diez años, ya había recibido más palizas de lo que cualquier persona normal podría presumir. Cada día soñaba con poder salir de aquel lugar miserable y matar a los que solo le explotaban a él y a los demás niños, en especial a una pequeña niñita que había llegado un par de años después que él y que ni siquiera sabía hablar aún. Desgraciadamente la realidad era bastante distinta, y ninguna rata salía nunca de allí. Una noche, caminando por los mismos puertos que le habían visto nacer, Gerarld fue testigo de lo que era de verdad el miedo, pues cinco hombres habían rodeado a un sexto, amenazándole con quitarle la vida además del dinero. Gerarld se escondió tras unas cajas, sin el menor deseo de intervenir en la inminente muerte de un hombre. Por una vez, el mundo le dio una sorpresa. El sexto hombre se movió como una sombra, más rápido de lo que había visto a nadie moverse en su vida. Antes de que pudiese darse cuenta los cinco matones solo eran un amasijo de carne muerta. Por una vez, fue consciente de lo que era el verdadero terror. Antes de darse cuenta, estaba delante de aquel asesino, mirándole a medias entre admiración y absoluto pavor. No sabía cómo había tenido valor de salir de detrás de aquellas cajas y ponerse delante de él, pero en aquel momento solo tenía una cosa que decirle: “Enséñame”.
Aquella misma noche, se presentó delante del jefe de su hermandad, un tipejo lleno de marcas de la viruela al que todos llamaban Rut. En su aburrimiento, Rut había descubierto que Gerarld había estado protegiendo a la pequeña niña muda de la hermandad ocultándole parte del dinero que había logrado, así que creyó que usarla como un ejemplo para futuras generaciones era lo más indicado, por lo que le desfiguro la cara usando una cuchilla de afeitar. Ahí se dio cuenta de lo que pasaba cuando no hacia lo que debía en el momento exacto, posiblemente su única amiga había muerto de una manera horrible y dolorosa solo porque él no había sido lo bastante fuerte para matar al líder de las hermandades cuando pudo hacerlo. Aquella misma noche, estando delante de aquel miserable, solo pudo sentir placer al clavarle un cuchillo en las costillas, más aun cuando le saco los cojos y dejo su cuerpo pudriéndose en mitad de los muelles. Allí llevo al hombre al que había visto matando como si nada importase, le enseño que podía hacer lo mismo que él, solo necesitaba aprender más. Aquel hombre, cuyo nombre era Marcus Graves, era lo que se conocía como un cazador de pesadillas, alguien a quienes los monstruos temían por encima de todo, monstruos mucho peores que los que Gerarld había visto en su vida y que solo existían en los cuentos y las leyendas. Pero eso no era lo único que aprendería a lo largo de los años.
Durante toda su adolescencia, Gerarld se convirtió en un hombre digno de inspirar miedo. Su musculatura llego a un punto que jamás creyó posible, siempre tenía la barriga llena y, sobre todo, aprendió a meterse en los asuntos de los poderosos. Marcus no solo le había enseñado a cazar bestias, sino que también a cualquier engendro de ser humano por el que alguien estuviese dispuesto a pagar lo suficiente. Sus asesinatos siempre fueron limpios, dignos de un profesional, tal y como su mentor le había enseñado. No obstante, eso no fue lo único que aprendió. Todos los días acudía a uno de los establecimientos de Irina, donde la madame le enseñaba no solo a leer, sino también política, comercio y las artes para seducir a cualquier mujer. Practicaba con las putas de los burdeles hasta que ellas le pedían más y aprendió por las malas a no encapricharse de ninguna de ellas. A los veintidós años, ya tenía una fortuna lo bastante decente como para poder tener su propia casa en una zona respetable. Además, de eso, invirtió en diversos comercios mercantiles al comprarse su propio barco, un bergantín británico de dos palos al que llamo “Hecarrim”, en honor al mensajero de la muerte de la mitología nórdica. Durante todos esos años se dio cuenta de algo: estaba llegando a un punto en el que no necesitaba un mentor. Marcus así lo vio, y dio su parte de inversiones para que pudiese trasladarse a otra ciudad. ¿Y qué ciudad es más digna de los monstruos que Paris? La capital francesa era una pústula en los brillantes uniformes de los inquisidores, pobres niños que no sabían lo que era el arte del asesinato tanto como él. Compro una pequeña mansión en la zona centro de la ciudad, así como un modesto título de barón que le acercase a cotas más altas, con el fin de detectar rápidamente las manzanas podridas. El ángel de la muerte llega a Paris.
•Gerarld dispone de un variado arsenal, pero entre sus armas favoritas para la caza y el asesinato están :
- armamento:
- Dos pistolas colt:
- Ballesta de repetición:
- Hacha:
- Machete kukri:
- Cuchillos arrojadizos:
- Hojas ocultas:
•No tiene ni familia ni parientes cercanos, por lo que no tiene ninguna debilidad definida a la que puedan atacar sus objetivos.
• No siempre elimina a los seres sobrenaturales que encuentra. Hay algunos a los que incluso ha dejado vivir por razones que le resulten rentables.
Última edición por M. Gerarld Steiner el Mar Ene 20, 2015 3:14 pm, editado 1 vez
Alec Windsor- Licántropo/Realeza
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Re: Gerarld Steiner
OBSERVACIONES
favor de corregir
TU FICHA ESTÁ CORRECTA, Y ES DE HECHO UNA DE LAS MÁS COMPLETAS QUE HE LEÍDO, PERO COMO TE HE INDICADO EN EL REGISTRO DE AVATAR, DEBES PASAR A REGISTRAR UNO NUEVO Y PONER LA IMAGEN CORRESPONDIENTE EN LA FICHA.
EN CUANTO EDITES, POSTEA AQUÍ PARA QUE PASEMOS A DARTE COLOR.
GRACIAS.
EN CUANTO EDITES, POSTEA AQUÍ PARA QUE PASEMOS A DARTE COLOR.
GRACIAS.
CODE BY NIGEL QUARTERMANE
Invitado- Invitado
Re: Gerarld Steiner
Ya esta editado Amanda
Alec Windsor- Licántropo/Realeza
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Re: Gerarld Steiner
FICHA APROBADA
bienvenido/a a victorian vampires
¡ENHORABUENA! YA ERES PARTE DE VICTORIAN VAMPIRES Y TE DAMOS LA MÁS CORDIAL BIENVENIDA.
ANTES DE HACER CUALQUIER OTRA COSA, TE INVITO A LEER LAS NORMAS QUE TENEMOS EN EL FORO PARA QUE ESTÉS BIEN ENTERADO/A DE CÓMO MANEJAMOS TODO EN ESTE SITIO Y ASÍ EVITARTE FUTUROS MALOS ENTENDIDOS. A CONTINUACIÓN TE DEJO LOS LINKS MÁS IMPORTANTES PARA QUE PUEDAS CONOCER LA INFORMACIÓN, Y SI DESPUÉS DE LEER SIGUES TENIENDO ALGUNA DUDA, PUEDES CONTACTARME A MÍ O A OTRO DE LOS ADMINISTRADORES; ESTAMOS PARA SERVIRTE.
¡QUE TE DIVIERTAS!
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