AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Nordenskjöld || Tanish
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Nordenskjöld || Tanish
Si bien el sol se había escondido, sus pasos siguieron el trazo de la rutina diaria, dispuesto finalmente a romperla y hacer un cambio en ella. Y es que los valores por los que vivía eran más importantes. La residencia a la que se dirigía estaba iluminada a su máximo esplendor, casi como si la oscuridad no fuese bienvenida en ella. Pero la oscuridad a veces no pedía permiso de entrar, ni mucho menos tocaba la puerta.
Consciente de que no sería bienvenido, pensó que no tenía más opción que recurrir a sus habilidades sobrenaturales. Sigiloso como las almohadillas de un gran felino, trepó por una de las paredes de la vivienda y con solo un salto ligero, logró colarse a uno de los balcones y, a su suerte, estaba en el balcón apropiado. Lentamente giró la manilla de la puerta que daba al balcón para entrar a la habitación donde encontraría a la mujer que buscaba.
Sabiendo que la muchacha ya le había visto, e ignorando cuales quiera que haya sido su reacción al verle, dio un par de pasos para entrar y cerrar la puerta tras de sí, para luego cerrar la cortina que permitía la vista a otros seres no bienvenidos. Al voltear a verla, tan solo se mantuvo quieto en su lugar y suavemente levantó ambas manos al aire, tal y como si se estuviese rindiendo ante un enemigo. Así no era, pero con algo de suerte, daría a entender que no pretendía hacer daño.
- Discúlpeme por irrumpir así en su vivienda. Tengo entendido que usted no recibe a seres como yo, pero mi visita es inminente. –Le habló con su incambiable voz monótona, y sus intenciones más sinceras.- Si tan solo me permitiera hablar usted, de seguro lo entenderá. -Dijo luego, bajando finalmente las manos a sus costados.
Inseguro de si deberpia esperar a que la mujer respondiera para poder proceder, o si debía esperar a que su conocimiento de convenciones sociales le invitara a acomodarse en la habitación, se mantuvo completamente quieto en su lugar. No pretendía asustarla, mucho menos hacerle daño o darle a entender que lo haría, pero sus habilidades sociales eran tan nulas que, a ese momento, no lograba predecir cómo iban a resultar las cosas.
Consciente de que no sería bienvenido, pensó que no tenía más opción que recurrir a sus habilidades sobrenaturales. Sigiloso como las almohadillas de un gran felino, trepó por una de las paredes de la vivienda y con solo un salto ligero, logró colarse a uno de los balcones y, a su suerte, estaba en el balcón apropiado. Lentamente giró la manilla de la puerta que daba al balcón para entrar a la habitación donde encontraría a la mujer que buscaba.
Sabiendo que la muchacha ya le había visto, e ignorando cuales quiera que haya sido su reacción al verle, dio un par de pasos para entrar y cerrar la puerta tras de sí, para luego cerrar la cortina que permitía la vista a otros seres no bienvenidos. Al voltear a verla, tan solo se mantuvo quieto en su lugar y suavemente levantó ambas manos al aire, tal y como si se estuviese rindiendo ante un enemigo. Así no era, pero con algo de suerte, daría a entender que no pretendía hacer daño.
- Discúlpeme por irrumpir así en su vivienda. Tengo entendido que usted no recibe a seres como yo, pero mi visita es inminente. –Le habló con su incambiable voz monótona, y sus intenciones más sinceras.- Si tan solo me permitiera hablar usted, de seguro lo entenderá. -Dijo luego, bajando finalmente las manos a sus costados.
Inseguro de si deberpia esperar a que la mujer respondiera para poder proceder, o si debía esperar a que su conocimiento de convenciones sociales le invitara a acomodarse en la habitación, se mantuvo completamente quieto en su lugar. No pretendía asustarla, mucho menos hacerle daño o darle a entender que lo haría, pero sus habilidades sociales eran tan nulas que, a ese momento, no lograba predecir cómo iban a resultar las cosas.
Última edición por Svein Yngling el Miér Ene 21, 2015 11:39 pm, editado 1 vez
Svein Yngling- Vampiro Clase Alta
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Re: Nordenskjöld || Tanish
Una luz destella mis ojos
es tu mirada que se clava en la mía
como una cuchilla envenenada.
- Spoiler:
El no tener una fiel servidumbre en quién poderme apoyar, me obligaba a realizar las tareas del hogar por propia cuenta. Si bien la casa era una magnífica construcción señorial, era demasiado grande para mí, para realizar las tareas diarias a las cuáles -he dicho- no estoy acostumbrada. A duras penas contaba con energía eléctrica, pero el suministro de agua tenía que proveerlo de un pozo apostado en la parte más alejada de la construcción. Resignada tomé un cubo de la parte trasera de la cocina- la bodega, y caminé algunos pasos hasta el pozo circundante. Lo único importante, era satisfacer la sed de la pequeña gatita que había llegado sola a la casa, a la cual comenzaba a acostumbrarme y la propia. Serví el líquido en un vaso que llevaba alojado en un delantal improvisado y el resto se lo obsequié a mi preciosa y ronroneante inquilina.
Resignada, regresé al interior de la vivienda, exhausta. El dolor en la espalda era notorio, desde luego no había descansado lo suficiente en todo el tiempo que llevaba alojada en mi pequeño gran escondite, conciliar el sueño no había sido fácil... Todo un conjunto de irregularidades que cobraban con creces mi estado de salud físico y emocional. Todo fuera por tener un poco de tranquilidad.
Subiendo desgarbada las escaleras apresté a descansar en mis aposentos, aguantando unas ganas inmensas de llorar.Me senté frente al espejo, observando mi rostro blanquecino por algunos breves instantes. Un par de manchas oscuras debajo de mis ojos me devolvían una imagen irreal, aquella marioneta no podía ser yo. Me hice una coleta en el cabello. Desmaquillé mi rostro frente a un espejo, observando una profunda tristeza marcada. De aquella Tanish de antaño, nada quedaba. Apagué la luz de la única lámpara que descansaba sobre la mesita de noche, y me acomodé entre mis cobijas, esperando caer en un sueño reparador, olvidándome por completo de la protesta de mi estómago. Mañana sería otro día, mañana comería un poco más, quizás, el idioma aún se me dificultaba.
No habían pasado más allá de unos minutos, cuando un extraño ruido en la ventana me hizo abrir los ojos de par en par. Giré mi cuerpo para observar la ventana, ahí, afuera se podía vislumbrar una silueta. Mi primera reacción fue el llevar mi mano hacia la boca, evitando gritar. ¿Cómo había podido ser tan descuidada? la había dejado sin cerrojo... El cansancio.
Salí de la cama deprisa, tratando de encontrar algo, un objeto que pudiese servirme de arma. Con mucha desesperación, busqué entre mis pertenencias del armario, aquél par de cuchillos que siempre guardaba celosamente para mi protección, esperando fervientemente nunca utilizarlos. El cerrojo de la ventana comenzó a moverse con más fuerza, haciéndome gritar…
Giré mi cuerpo. El hombre ya había pasado al interior. Bien podía ser un ladrón o... ¡No! no quería aceptar el hecho de que mis peores pesadillas se habían vuelto realidad, no podía morir aquella noche, no... No así. ¡Parecía decirme algo con las manos en todo lo alto, pero estaba tan asustada que no me daba cuenta de nada! Mi mirada estaba fija en su rostro...
-No.. no...
Mis dientes castañeaban. Temblaba, todo mi cuerpo temblaba. Por instinto movía mis pies hacia la puerta de salida, quizás, y con mucha suerte, pudiera llegar hasta ella y escapar.
Sandra Liebharts-Koth- Realeza Rumana
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Re: Nordenskjöld || Tanish
Por un ligero momento de ingenuidad, se preguntó a sí mismo: ¿Para qué los cuchillos?, mas pronto cayó en cuenta de que, aunque no lo quisiera, a la simple vista de los humanos, él era precisamente algo que temer. Con un suave titubeo al comenzar a moverse, caminó lentamente hacia la puerta de la habitación, pasó el cerrojo de la puerta y encendió la luz a un costado, girándose luego para ver a la mujer de frente y alzando una mano palma arriba y a la altura de su cintura.- No necesita los cuchillos. No vengo a hacerle daño. -Dijo con tranquilidad, esperando a ver si le entregaba las armas.
Esperó unos momentos para volver a hablar, esperando no asustarla aún más de lo que estaba.- Le prometo que no vengo con intenciones de hacerle daño, de verdad. -Volteó la mirada un momento para ver por la ventana, se armó de un poco más de paciencia y volvió a mirarla.- Por favor, permítame tener una charla con usted. Si tan solo escuchara, vería que mis intenciones no son malas. -Agregó luego, resignándose ya a que le entregara los cuchillos, aunque comprendiendo la razón, o eso creyó.
Bajando nuevamente su mano, esta vez dirigió ambas a los bolsillos de su chaqueta que, a pesar de que fuera verano, el interior de lana de oveja le recordaba las heladas en Ringerike, y de cierto modo, vestir esos abrigos le proporcionaba un consuelo cuando la condición de su trastorno se volvía insufrible. Sin embargo, gracias al cielo no era insufrible en esos momentos. En un asomo de comodidad, miró a su alrededor en busca de un mejor lugar en el cual acomodarse y, de ese modo, moverse del costado de la puerta.
Verá... -Comenzó a hablar mientras caminaba con la misma tranquilidad de antes hacia la ventana, la misma por la que entró a la habitación.- Hace varios siglos, serví a la casa Hardrade de la dinastía Yngling, en Noruega, y juré, en ese entonces, proteger a la familia real. -Giró a verla nuevamente una vez estuvo en su lugar.- Pero después de los siglos, la familia a la que servía se extinguió inevitablemente, tal y como la suya está a punto de desvanecerse.
Como solía ser, no se fijó bien en sus palabras y, junto su monotonía al hablar, no se dio cuenta de que aquello último lo había dicho de forma demasiado cruda. Sin embargo, estaba demasiado concentrado y preocupado de darse a entender como para fijarse en aquel detalle.- Creo que usted sabe tan bien como yo que se encuentra en un grave peligro, y por eso he venido a verla. -Hizo una pausa, intentando analizar la expresión de la muchacha, mas era completamente en vano.- Si hay algo puedo hacer en honor a la realeza a la que serví en antaño, es evitar que la suya desaparezca. He venido a protegerla.
Esperó unos momentos para volver a hablar, esperando no asustarla aún más de lo que estaba.- Le prometo que no vengo con intenciones de hacerle daño, de verdad. -Volteó la mirada un momento para ver por la ventana, se armó de un poco más de paciencia y volvió a mirarla.- Por favor, permítame tener una charla con usted. Si tan solo escuchara, vería que mis intenciones no son malas. -Agregó luego, resignándose ya a que le entregara los cuchillos, aunque comprendiendo la razón, o eso creyó.
Bajando nuevamente su mano, esta vez dirigió ambas a los bolsillos de su chaqueta que, a pesar de que fuera verano, el interior de lana de oveja le recordaba las heladas en Ringerike, y de cierto modo, vestir esos abrigos le proporcionaba un consuelo cuando la condición de su trastorno se volvía insufrible. Sin embargo, gracias al cielo no era insufrible en esos momentos. En un asomo de comodidad, miró a su alrededor en busca de un mejor lugar en el cual acomodarse y, de ese modo, moverse del costado de la puerta.
Verá... -Comenzó a hablar mientras caminaba con la misma tranquilidad de antes hacia la ventana, la misma por la que entró a la habitación.- Hace varios siglos, serví a la casa Hardrade de la dinastía Yngling, en Noruega, y juré, en ese entonces, proteger a la familia real. -Giró a verla nuevamente una vez estuvo en su lugar.- Pero después de los siglos, la familia a la que servía se extinguió inevitablemente, tal y como la suya está a punto de desvanecerse.
Como solía ser, no se fijó bien en sus palabras y, junto su monotonía al hablar, no se dio cuenta de que aquello último lo había dicho de forma demasiado cruda. Sin embargo, estaba demasiado concentrado y preocupado de darse a entender como para fijarse en aquel detalle.- Creo que usted sabe tan bien como yo que se encuentra en un grave peligro, y por eso he venido a verla. -Hizo una pausa, intentando analizar la expresión de la muchacha, mas era completamente en vano.- Si hay algo puedo hacer en honor a la realeza a la que serví en antaño, es evitar que la suya desaparezca. He venido a protegerla.
Svein Yngling- Vampiro Clase Alta
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Re: Nordenskjöld || Tanish
Lo que ocurrió segundos después, fue algo que no esperé. El hombre, previendo mis intenciones de escapar, hábilmente tomó la delantera, echando el cerrojo a la puerta... Estaba atrapada sin oportunidad de escape. Yo seguía temblando, aún con el cuchillo en mi mano, apuntando hacia el frente, alerta, alerta para defenderme en caso de ser necesario.
Podía escuchar claramente sus pasos paseándose libremente por la habitación. No fué sino hasta que la luz de la lamparilla se encendió, que pude ver con con claridad al hombre que había osado traspasar el umbral del recinto sin haber sido invitado. Otro mito más se venía abajo. Ahora me planteaba la posibilidad de que las cruces, el agua bendita y el ajo tampoco fncionarïan. No eran para nada útiles, por lo que mis escasos concimientos acerca del vampirismo estaban hechos añicos.
Sin embargo el peligro seguía latente, seguía corriendo el mismo peligro, aunque el... Vampiro- la sola palabra me aterraba- tratara de tranquilizarme, hablando lento,pausado y cordial. quizás sus palabras fueran ciertas, probablemente no. Lejos estaba de sentirme bien, confiada, apacible; mi mente no estaba en condiciones de decidir aún si creer o no. Sólo sentía el golpeteo de mi corazón queriendo salir de mi pecho.
La vista comenzó a nublarse. ¡Era tanto el miedo, que sentía venir el desmayo en cualquier momento. Haciendo gaña de una fuerza que jamás pensé tener, pude detener mi inminente caía, sosteniéndome por la pared. El cuchillo cayó a mis pies, llevé una mano hasta mi pecho que subía y bajaba rápidamente, para intentar tranquilizarme, respirando hondo.
¿Qué haría mi padre en éstos casos? ¿Me pediría serenidad y paciencia? ¿Qué diría mi madre? ¿Huye por tu vida?
Lágrimas estaban desesperadas por salir de mis ojos, pero en el fondo, yo ya no quería derramar una gota más. Había llorado lo suficiente por ellos y por su ausencia eterna.
<< Sé valiente >>
Quería serlo,en verdad lo quería, pero los funestos pensamientos trataban de apoderarse de mi mente, de mi cuerpo. Si algo me había enseñado la vida aquellos meses de soledad, era que nadie iba a hacer nada por mí. Si quería seguir adelante y con vida, debía afrontar la realidad. Encararla como la duquesa que era.
Giré mi rostro, para observar el ajeno. Lo que percibí en un principio, fue aquella figura espigada, envuelta bajo un manto de oscuridad y misticismo. Alcé el mentón. Si acaso iba a morir aquella noche, lo haría con el orgullo en todo lo alto - aunque mis piernad temblorosas pensaran lo contrario.
-¿Cómo...? -quise preguntar cómo tenía aquella información -. ¿En verdad no vas a hacerme daño? - pregunté inocentemente, pero con voz firme. ¿Estás aquí para ayudarme? - a pesar de la entereza con la que actuaba, mi voz sonaba quebrada, sin fuerza.
Podía escuchar claramente sus pasos paseándose libremente por la habitación. No fué sino hasta que la luz de la lamparilla se encendió, que pude ver con con claridad al hombre que había osado traspasar el umbral del recinto sin haber sido invitado. Otro mito más se venía abajo. Ahora me planteaba la posibilidad de que las cruces, el agua bendita y el ajo tampoco fncionarïan. No eran para nada útiles, por lo que mis escasos concimientos acerca del vampirismo estaban hechos añicos.
Sin embargo el peligro seguía latente, seguía corriendo el mismo peligro, aunque el... Vampiro- la sola palabra me aterraba- tratara de tranquilizarme, hablando lento,pausado y cordial. quizás sus palabras fueran ciertas, probablemente no. Lejos estaba de sentirme bien, confiada, apacible; mi mente no estaba en condiciones de decidir aún si creer o no. Sólo sentía el golpeteo de mi corazón queriendo salir de mi pecho.
La vista comenzó a nublarse. ¡Era tanto el miedo, que sentía venir el desmayo en cualquier momento. Haciendo gaña de una fuerza que jamás pensé tener, pude detener mi inminente caía, sosteniéndome por la pared. El cuchillo cayó a mis pies, llevé una mano hasta mi pecho que subía y bajaba rápidamente, para intentar tranquilizarme, respirando hondo.
¿Qué haría mi padre en éstos casos? ¿Me pediría serenidad y paciencia? ¿Qué diría mi madre? ¿Huye por tu vida?
Lágrimas estaban desesperadas por salir de mis ojos, pero en el fondo, yo ya no quería derramar una gota más. Había llorado lo suficiente por ellos y por su ausencia eterna.
<< Sé valiente >>
Quería serlo,en verdad lo quería, pero los funestos pensamientos trataban de apoderarse de mi mente, de mi cuerpo. Si algo me había enseñado la vida aquellos meses de soledad, era que nadie iba a hacer nada por mí. Si quería seguir adelante y con vida, debía afrontar la realidad. Encararla como la duquesa que era.
Giré mi rostro, para observar el ajeno. Lo que percibí en un principio, fue aquella figura espigada, envuelta bajo un manto de oscuridad y misticismo. Alcé el mentón. Si acaso iba a morir aquella noche, lo haría con el orgullo en todo lo alto - aunque mis piernad temblorosas pensaran lo contrario.
-¿Cómo...? -quise preguntar cómo tenía aquella información -. ¿En verdad no vas a hacerme daño? - pregunté inocentemente, pero con voz firme. ¿Estás aquí para ayudarme? - a pesar de la entereza con la que actuaba, mi voz sonaba quebrada, sin fuerza.
Sandra Liebharts-Koth- Realeza Rumana
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Re: Nordenskjöld || Tanish
Odín, ¿cómo es posible que los humanos sean tan incrédulos? ¿Cómo es que no ven la verdad cuando la tienen frente a sus propios ojos?
La miró por unos momentos con el ceño fruncido y, con todo el esfuerzo del mundo, se restringió de las palabras que tenía en la punta de la lengua: "¿No es eso lo que ya le he dicho tres veces?". Respiró profundo y apretó ligeramente sus labios antes de volver a hablar.- Como le dije, no pretendo hacerle daño. -Volvio a reiterar, esperando un momento para que la mujer se calmara antes de volver a moverse de su lugar.
Con cautela, caminó hacia ella nuevamente, evitando cruzar su mirada con la ajena, puesto que sabía que tendría sus ojos encima. Al estar nuevamente junto a ella, se agachó con lentitud y tomó los cuchillos del suelo, se puso de pie y caminó hacia el armario mientras volvía a hablarle.- ¿Cree usted, con sinceridad, que si un vampiro quisiera matarla, hubiese tenido usted la oportunidad de alcanzar a sacar estos cuchillos de su escondite? -Preguntó mientras recordaba mentalmente dónde estaban los cuchillos cuando la vio sacarlos, y de forma muy prolija, los guardó en su lugar, tal y como estaban antes. Como si ni siquiera los ubiesen sacado de su lugar.
Apenas cerró las puertas del armario, volteó a verla y, desde su posición, la miró fijamente a los ojos y se acercó, un poco más rápido que sus otros movimientos, y la tomó suavemente por los hombros. Sin perder un segundo más, la guió con cuidado hacia la cama y la hizo sentarse en el umbral de esta, para luego soltarle los hombros y agacharse frente a ella, sin perder de vista sus ojos.- Escúcheme. -Dijo.- Si hubiera tenido las intenciones de matarla, tuve innumerables oportunidades. -Comentó, quizás con algo de frialdad, pero sin saberlo, ni mucho menos medirlo.
¿No cree usted lo mismo? De todas formas, no pretendo que eso suceda, ni a manos mías ni de nadie, y solo por eso he venido a verla. -Continuó luego de unos segundos de silencio y suspiró haciendo una pausa más.- Le vuelvo a decir, usted se encuentra bajo un grave peligro. Pero yo no puedo ayudarla si usted no me lo permite.
Con cautela, caminó hacia ella nuevamente, evitando cruzar su mirada con la ajena, puesto que sabía que tendría sus ojos encima. Al estar nuevamente junto a ella, se agachó con lentitud y tomó los cuchillos del suelo, se puso de pie y caminó hacia el armario mientras volvía a hablarle.- ¿Cree usted, con sinceridad, que si un vampiro quisiera matarla, hubiese tenido usted la oportunidad de alcanzar a sacar estos cuchillos de su escondite? -Preguntó mientras recordaba mentalmente dónde estaban los cuchillos cuando la vio sacarlos, y de forma muy prolija, los guardó en su lugar, tal y como estaban antes. Como si ni siquiera los ubiesen sacado de su lugar.
Apenas cerró las puertas del armario, volteó a verla y, desde su posición, la miró fijamente a los ojos y se acercó, un poco más rápido que sus otros movimientos, y la tomó suavemente por los hombros. Sin perder un segundo más, la guió con cuidado hacia la cama y la hizo sentarse en el umbral de esta, para luego soltarle los hombros y agacharse frente a ella, sin perder de vista sus ojos.- Escúcheme. -Dijo.- Si hubiera tenido las intenciones de matarla, tuve innumerables oportunidades. -Comentó, quizás con algo de frialdad, pero sin saberlo, ni mucho menos medirlo.
¿No cree usted lo mismo? De todas formas, no pretendo que eso suceda, ni a manos mías ni de nadie, y solo por eso he venido a verla. -Continuó luego de unos segundos de silencio y suspiró haciendo una pausa más.- Le vuelvo a decir, usted se encuentra bajo un grave peligro. Pero yo no puedo ayudarla si usted no me lo permite.
Svein Yngling- Vampiro Clase Alta
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Re: Nordenskjöld || Tanish
No temas si un viento fuerte entra por tu ventana,
No temas, si en la oscuridad inmensa tus gritos no se oyen,
No temas, niña, si tu esperanza decae...
ríe…
No temas, si en la oscuridad inmensa tus gritos no se oyen,
No temas, niña, si tu esperanza decae...
ríe…
Sentir su frío tacto bajo mi piel, me hizo estremecer, ya nada más podía hacer más que mostrarme sumisa y escuchar todo aquello que mi invitado sorpresa tuviera que decirme. Parte de su mensaje tenía razón, si hubiera querido asesinarme lo habría hecho ya hace bastante tiempo, pero en el aire se planteaba una pregunta más: Si el estaba ahí - como bien decía, dispuesto a ayudarme, eso sólo podía significar una cosa: Otra sombra más me acechaba, y sabía exactamente dónde encontrarme. Muy probablemente los ruidos, los susurros que había escuchado las noches anteriores, se trataban del hombre aquí presente, y tal vez- sólo tal vez- es que mi acechante no hubiera dado el golpe final.
Sentada sobre la cama, y con la mirada clavada en la alfombra debajo de mis pies - no me atrevía aún a mirarle de frente- le escuché atenta acariciando mis brazos, porque aunque la ventana estuviera cerrada impidiendo el gélido viento invernal, me sentía helada, como un auténtico témpano de hielo. En segunda instancia estaba avergonzada, sólo llevaba encima mi bata para dormir. Por si fuera poco el reloj dos pisos más abajo volvió a sorprenderme, tocando las doce campanadas con aquel timbre escalofriante haciéndome brincar sobre el mullido colchón. Era media noche.
-¿Puedo... saber su nombre? - pregunté casi en un susurro. Nerviosa, con la garganta y labios secos.
Antes que cualquier otra cosa, antes que cualquier trato que pudiéramos pactar, necesitaba saber su nombre; muy dentro de mí necesitaba un nombre, algo que le hiciera parecer " más humano" ante mis ojos, y no considerarlo una bestia peligrosa, como mi padre solía decir. Algo tan sencillo, pero que aquel instante representaba muchas cosas para mí.
-Le escucharé, escucharé todo aquello que tenga que decirme...-. Tímidamente - y armándome de valor - fui alzando poco a poco mi mirada hacia la de él. Cuando nuestras miradas se enlazaron pude darme cuenta de que sus ojos no estaban inyectados en sangre. Siempre había tenido esa impresión, ésa idea... "El" parecía alguien común, inclusive para su extrema palidez. Más bien parecía un muñeco tallado en porcelana, un muñeco extraño que salía totalmente de los cánones a los cuáles estaba acostumbrada. Retiré mi mirada nuevamente, no quería hacer contacto visual más allá del tiempo necesario. Aún tenía que preocuparme por tratar de evitar que mi cuerpo temblara incontrolablemente, esperando que todo fuera una pesadilla, de la cuál despertaría apenas el sol apareciera, dando luz al nuevo día, y nada de esto hubiera sido real.
Sandra Liebharts-Koth- Realeza Rumana
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Re: Nordenskjöld || Tanish
Se mantuvo observándola con atención, buscando pistas lógicas en su lenguaje corporal, tal y como llevaba años haciendo, pues cuando uno no es innato en algo, de una u otra forma se puede aprender. Se tiene que aprender. Svein, en su caso, había pasado siglos tratando de aprender el lenguaje corporal humano y tratando de darle lógica. Pero por más que practicara, siempre costaba. Si se acariciaba los brazos, ¿seguía asustada, o era por frío? ¿Quizás avergonzada? ¿Todas las anteriores? ¿Cómo saberlo?
Usualmente preguntaba, sacaba sus dudas, pero gran parte de las ocasiones la gente cuestionaba de vuelta sus preguntas. Qué tonto, cómo pregunta eso; está loco. No tenía tiempo para eso en esos momentos; no podía arriesgar que la muchacha perdiera la poca confianza que le tenía en esos momentos por un problema como tal. Llevó nuevamente una de sus manos hacia ella, tocando una de sus mejillas con el dorso de sus dedos para medir su temperatura. Estaba helada; aquella la respuesta a sus preguntas.
– Svein. –Dijo antes de ponerse de pie nuevamente e ir al armario en busca de algo que le abrigara. Tomó la primera chaqueta que vio y volvió junto a ella para posarla con delicadeza en su espalda, cubriéndola con esta.- Svein Yngling, de la casa Harðráði. –Dijo luego, haciendo notar su acento Noruego de forma inconsciente al final. Si bien creyó percibir que la muchacha estaba ya más calmada, retrocedió hasta la mesa del espejo, dio media vuelta y se apoyó en la orilla de esta. De ese modo ambos podrían tener más espacio; ella para tranquilizarse y sentirse más segura, y él para tener el espacio que necesitara para saciar su inconformidad con un ambiente nuevo y desconocido causada por su trastorno autista. Sus ojos, sin embargo, seguían atentos a la muchacha.
– No hay mucho que decir. –Comentó, cruzándose de brazos y, al notar que ella le observaba a los ojos, desvió la mirada hacia la ventana, incómodo con el contacto visual.– La he estado observando, eso es verdad, pero solo porque he notado que también alguien más lo hace. –Confesó.– Hay otro vampiro allí afuera que la está acechando, temo que con malas intenciones; por eso he venido a advertirla y protegerla. –Frunció el ceño levemente al mismo tiempo que torcía sus labios en signo de molestia.– Hoy en día ya nadie tiene respeto por la realeza.
Svein Yngling- Vampiro Clase Alta
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Re: Nordenskjöld || Tanish
Svein, como se había presentado, acercó sus dedos hasta mi rostro, por instinto me aparté con sutileza, estaba intentando con todas mis fuerzas no tener más miedo del que ya tenía. Tampoco estaba acostumbrada a que un extraño me tocase, aún y cuando sus intenciones fueran buenas como parecía ser el caso, en contra de todo pronóstico.
A pesar de tener algunos intercambios de palabras entre ambos, el parecía estar bastante “cómodo” sin pedir alguna clase de permiso, pues se movía como pez en el agua dentro de mi habitación. Ya había ido a hurgar por segunda vez mi armario, sacando ésta vez un abrigo para colocarlo en mi espalda. No pude evitar enrojecerme un poco, era un simple y llano acto de educación, pero como he mencionado anteriormente, el que esas atenciones provinieran de un vampiro, al cual le tenía demasiado miedo, ciertamente me dejaban descolocada. No se suponía que ellos fueran corteses, sino todo lo contrario: Salvajes sin modales. Asesinos sin escrúpulos…
Opté por cubrir mi nariz, que era una especie de termómetro natural. Mientras la tuviera resguardada, los escalofríos desaparecerían, dando paso a un calor abrigador. Tal vez así, pudiera pensar con la cabeza fría, por más irónico que pudiera ser.
Mi vista fue a posarse de nuevo hasta su figura, misma que descansaba por delante del espejo. Svein podía reflejarse notoriamente. Tenía masa, no era “transparente” y… ¡Cielos! ¿Cuántos mitos más caerían ésta noche? Me sentí culpable por un instante, me sentí herida en lo más profundo de mis sentimientos, porque el recuerdo de mis padres en aquel instante, me golpeó con más rudeza: ¿Ellos habrían estado al tanto de todo esto? De no ser así ¿Seguirían con vida si hubieran actuado o pensado de manera distinta?
Ahora no sentía únicamente miedo, sino también una profunda curiosidad. Muchas preguntas en mi cabeza a punto de ebullición, más no era oportuno. No deseaba que Svein se diera cuenta, de que en realidad no sabía nada acerca de su especie, que prácticamente estaba en pañales, abriendo mis ojos a un mundo nuevo, diferente, y sumamente peligroso. Mucho más aún. Cuando tocó el punto, el tema de mi vampiro perseguidor, puse todo mi empeño en concentrarme al ciento por ciento en sus palabras, atreviéndome a preguntar con un hilo de voz:
-¿Cómo es el? ¿Qué apariencia tiene?
Porque si soy estricta - como algunas veces suele ocurrir- Svein podría ser mi acechante, representando un papel muy diferente; el papel de ser “mi salvador” el protector de damiselas en peligro. Podría estar hilando una fina red en donde yo podría caer como una mosca, a punto de ser devorada. Así mismo, si yo estaba equivocada – rogaba interiormente que así fuera- los datos que pudiera proporcionarme serían de suma importancia, vitales, para hacerme una figura mental. El asesino de mis padres, por fin tendría un rostro, no sería nunca más un fantasma; el principal causante de mis días y noches de pesadilla se rebelaría ante mí como un ente con cuerpo, con un rostro, y quizás alguna debilidad.
A pesar de tener algunos intercambios de palabras entre ambos, el parecía estar bastante “cómodo” sin pedir alguna clase de permiso, pues se movía como pez en el agua dentro de mi habitación. Ya había ido a hurgar por segunda vez mi armario, sacando ésta vez un abrigo para colocarlo en mi espalda. No pude evitar enrojecerme un poco, era un simple y llano acto de educación, pero como he mencionado anteriormente, el que esas atenciones provinieran de un vampiro, al cual le tenía demasiado miedo, ciertamente me dejaban descolocada. No se suponía que ellos fueran corteses, sino todo lo contrario: Salvajes sin modales. Asesinos sin escrúpulos…
Opté por cubrir mi nariz, que era una especie de termómetro natural. Mientras la tuviera resguardada, los escalofríos desaparecerían, dando paso a un calor abrigador. Tal vez así, pudiera pensar con la cabeza fría, por más irónico que pudiera ser.
Mi vista fue a posarse de nuevo hasta su figura, misma que descansaba por delante del espejo. Svein podía reflejarse notoriamente. Tenía masa, no era “transparente” y… ¡Cielos! ¿Cuántos mitos más caerían ésta noche? Me sentí culpable por un instante, me sentí herida en lo más profundo de mis sentimientos, porque el recuerdo de mis padres en aquel instante, me golpeó con más rudeza: ¿Ellos habrían estado al tanto de todo esto? De no ser así ¿Seguirían con vida si hubieran actuado o pensado de manera distinta?
Ahora no sentía únicamente miedo, sino también una profunda curiosidad. Muchas preguntas en mi cabeza a punto de ebullición, más no era oportuno. No deseaba que Svein se diera cuenta, de que en realidad no sabía nada acerca de su especie, que prácticamente estaba en pañales, abriendo mis ojos a un mundo nuevo, diferente, y sumamente peligroso. Mucho más aún. Cuando tocó el punto, el tema de mi vampiro perseguidor, puse todo mi empeño en concentrarme al ciento por ciento en sus palabras, atreviéndome a preguntar con un hilo de voz:
-¿Cómo es el? ¿Qué apariencia tiene?
Porque si soy estricta - como algunas veces suele ocurrir- Svein podría ser mi acechante, representando un papel muy diferente; el papel de ser “mi salvador” el protector de damiselas en peligro. Podría estar hilando una fina red en donde yo podría caer como una mosca, a punto de ser devorada. Así mismo, si yo estaba equivocada – rogaba interiormente que así fuera- los datos que pudiera proporcionarme serían de suma importancia, vitales, para hacerme una figura mental. El asesino de mis padres, por fin tendría un rostro, no sería nunca más un fantasma; el principal causante de mis días y noches de pesadilla se rebelaría ante mí como un ente con cuerpo, con un rostro, y quizás alguna debilidad.
Sandra Liebharts-Koth- Realeza Rumana
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Re: Nordenskjöld || Tanish
No pudo evitar mirarle con asombro y confusión en cuanto la muchacha se cubrió la nariz, pues a su parecer, no había ningún tipo de mal olor dentro de la habitación, y no se le ocurría qué otra razón podría haber. Prefirió mantenerse al margen de aquel gesto, ignorarlo y concentrarse en el objetivo por el cual se había presentado; y cuando la muchacha preguntó por el vampiro del que le advertía, se encogió ligeramente de hombros.- Me va a tener que disculpar, pero no he podido verlo de frente aún. Solo sé que está ahí fuera, escuchándonos. -Contestó con voz suave, monótona, pero gentil.- Pero de todas formas, su apariencia será como la de todos nosotros. -Agregó luego, refiriéndose a los de su especie.- Aparte de ser pálido y tener colmillos... Lucirá como un ser que alguna vez fue humano en el pasado.
Miró entonces hacia la ventana, manteniéndose pensante y en silencio al tiempo que hacía uso de sus habilidades y rastreaba los alrededores en busca de aquel vampiro del que hablaban. Rápidamente sintió aquella presencia cerca de la residencia en la que estaban, y se acercó a la ventana, la misma por la cual había entrado a aquella habitación, para correr la cortina y observar hacia afuera. Se giró entonces para ver a la muchacha, haciéndole un gesto para que se acercara.- Venga a ver. No creo que alcance a ver su figura, pero le diré dónde está. -Comentó, volviendo la vista hacia afuera y entrecerrando los ojos para enfocar y ver mejor.
Sin esperar a que ella se acercara, puesto que no estaba seguro si lo haría, simplemente le dio a saber lo que ofrecía.- A tres calles de aquí, tras aquel árbol con abundantes hojas marrones. -Señaló.- Si no me equivoco, estaba allí incluso antes de que yo llegara. -Agregó, sin perder de vista aquella figura a la distancia cuyo rostro no se veía a causa de la falta de luz.- Lamento no poder decirle más. Se sabe esconder, pero así como yo no logro verle el rostro, él o ella, no ve el mío ni el suyo. -Le dijo luego, cerrando nuevamente la cortina.- Por ahora se puede sentir a salvo.
Volvió entonces a donde estaba anteriormente, junto al espejo, y volvió a acomodarse.- Si tiene más preguntas, puede hacerlas. -Le dijo entonces, llevándose ambas manos a los bolsillos y haciendo un esfuerzo por respirar lento y no sentirse abrumado. Francamente, y aunque no se le notara mucho, en esos momentos ponía todo su esfuerzo en mantener la conversación en torno a la muchacha. Y es que con los años se había vuelto consciente de sus tendencias autistas, y hacía lo posible por evitar ser un suplicio para los demás.
Miró entonces hacia la ventana, manteniéndose pensante y en silencio al tiempo que hacía uso de sus habilidades y rastreaba los alrededores en busca de aquel vampiro del que hablaban. Rápidamente sintió aquella presencia cerca de la residencia en la que estaban, y se acercó a la ventana, la misma por la cual había entrado a aquella habitación, para correr la cortina y observar hacia afuera. Se giró entonces para ver a la muchacha, haciéndole un gesto para que se acercara.- Venga a ver. No creo que alcance a ver su figura, pero le diré dónde está. -Comentó, volviendo la vista hacia afuera y entrecerrando los ojos para enfocar y ver mejor.
Sin esperar a que ella se acercara, puesto que no estaba seguro si lo haría, simplemente le dio a saber lo que ofrecía.- A tres calles de aquí, tras aquel árbol con abundantes hojas marrones. -Señaló.- Si no me equivoco, estaba allí incluso antes de que yo llegara. -Agregó, sin perder de vista aquella figura a la distancia cuyo rostro no se veía a causa de la falta de luz.- Lamento no poder decirle más. Se sabe esconder, pero así como yo no logro verle el rostro, él o ella, no ve el mío ni el suyo. -Le dijo luego, cerrando nuevamente la cortina.- Por ahora se puede sentir a salvo.
Volvió entonces a donde estaba anteriormente, junto al espejo, y volvió a acomodarse.- Si tiene más preguntas, puede hacerlas. -Le dijo entonces, llevándose ambas manos a los bolsillos y haciendo un esfuerzo por respirar lento y no sentirse abrumado. Francamente, y aunque no se le notara mucho, en esos momentos ponía todo su esfuerzo en mantener la conversación en torno a la muchacha. Y es que con los años se había vuelto consciente de sus tendencias autistas, y hacía lo posible por evitar ser un suplicio para los demás.
Svein Yngling- Vampiro Clase Alta
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Re: Nordenskjöld || Tanish
-Está afuera, escuchándonos.
Estas palabras me estremecieron más que cualquier otra cosa. El asesino de mis padres, acechaba a algunos cuántos metros de mi casa, a la espera de algún descuido de mi parte para asesinarme. Svein incluso caminó nuevamente hacia la ventana, señalando el punto exacto en el que se encontraba en aquel preciso instante. Lo dijo con total calma, como si fuera algo de todos los días, que me pareció bizarro. ¿Acaso no sentía un ápice de miedo? ¿Ni un poco?
Toda la piel de mi cuerpo se erizó. Me estaba invitando a acercarme a la ventana y mirar hacia afuera. Yo no estaba preparada ni moral ni psicológicamente para hacer algo así, me hubiera conformado con una simple y llana explicación física, así que negué casi imperceptiblemente. No me acercaría por nada del mundo, me faltaba valor aunque me doliera reconocerlo.
Volví a levantarme de la cama, intranquila, sin saber exactamente qué hacer, cómo actuar; a la vez el sueño y el cansancio me estaban matando, me encontraba terriblemente fatigada, los parpados querían cerrarse inclusive estando de pie.
-No puedo, no puedo verle ahora mismo, espero me comprenda Svein, no tengo las fuerzas suficientes para verle cara a cara. Le… agradezco. – Hice un pequeño movimiento con mi cabeza, como si de una reverencia se tratara. Paulatinamente y contra todas las expectativas, poco a poco mi corazón volvía a latir a un ritmo normal al igual que mi respiración, aunque estaba muy lejos de sentirme plenamente segura; por el momento al menos, ese vampiro asesino, no se acercaría, pensaría dos veces antes de intentar acercarse a mí.
Svein todavía era un extraño para mí aunque sus intereses estuvieran claros: Me protegería. Es más de lo que podía aspirar en tales circunstancias. Fue una especie de aviso de alguna parte del universo. Alguien había escuchado mis ruegos finalmente, mandándole a él para ayudarme.
-Svein… - Mi voz se escuchó tenue - Podría… - Lo que estaba a punto de decir era insólito hasta para mí -. ¿Podría quedarse aquí ésta noche? Ha dicho que el vampiro ronda y… ¿Por favor? – Me hice pequeñita dentro del abrigo -. No quiero quedarme sola.- Estaba dicho era mi rendición, si podía llamarle así. Ante él, ante la posibilidad de que pudiese convertirse en mi protector, mi guardaespaldas. –Puedo pagarle una suma considerable por su atención. –Nada en la vida era gratis, dictaban los cánones de la vida-. Puedo hacer lo que usted me indique siempre y cuando esté dentro de mis posibilidades, como justo pago por su valiosa ayuda.
No buscaba ofenderle, sobre poner las cosas sobre la mesa. Yo no sabía qué clase de necesidades pudiera tener un hombre como Svein –a aparte de beber sangre por supuesto – Si el dinero fuera una parte vital o no en su existencia, no sabía nada sobre su persona. Le miré, esperando su respuesta, que esperaba con fervor fuera positiva.
Sandra Liebharts-Koth- Realeza Rumana
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Re: Nordenskjöld || Tanish
Le miró con nerviosismo al ver que se puso de pie de la cama, esperando sinceramente que no se le acercara, mas al verla, se logró fijar que se le estaban cerrando los ojos, lo cual le hizo caer en la cuenta de que probablemente estaba cansada, muy cansada, pues más encima la había despertado de su sueño. Al escucharle decir que no tenía las fuerzas suficientes para ver a su acosador, asintió con la cabeza puesto que la respuesta que recibió tuvo sentido para él.
Sin embargo, cuando la muchacha continuó hablando, desvió la vista en busca de evitar que sus miradas se entrelazaran, pero escuchó con atención cada una de sus palabras. Se sonrió ante lo que le pedía, pues, ¿no era a eso a lo que venía?.- No pretendo hacer otra cosa. Es a eso justamente a lo que he venido. Si no me quedara, estaría completamente expuesta a ese vampiro, ¿no es eso lo que intentamos evitar? -Le contestó con seriedad, resoplando luego con gracia al escuchar la oferta de pago que le ofrecía. No pudo evitar mirarla con ojos ligeramente molestos.- El dinero no me sirve. Me sobra; no lo quiero. Considéreme un vasallo, no un mercenario. -Le contestó con algo de aspereza. Rió entonces ante la idea de recibir dinero por algo que había hecho toda su vida, proteger a alguien de “sangre azul”. No lo aceptaba; la lealtad no tenía precio a sus ojos.
Lo único que pido es que no tema y no haga estupideces. -Agregó luego, acercándose nuevamente con rapidez y desenvainando la daga que tenía amarrada al costado de su cinturón, avalanzando su mano rápidamente hacia ella y girando la daga para tomarla por el filo, ofreciéndole el mango a ella.- Y a no hacer estupideces me refiero a que, si le pido que haga algo, lo haga y confíe. Y si le pido que porte o use un arma, haga lo que le pido y no lo contrario. -Explicó luego, manteniendo la mano en alto y aún ofreciendo la daga, mas guardándola luego de unos segundos, sin siquiera haberse dañado por haber sostenido el filo.
Suspiró pesadamente antes de volver a alejarse, mirando a su alrededor.- ¿Dónde prefiere exactamente que me quede? -Preguntó entonces para estar seguro de si quedarse con ella en el cuarto, salir a alguna otra parte de la casa, quedarse en el balcón o qué. A fin de cuentas, no sabía si es que estaba incomodando a la mujer con su presencia.- No me molestaría quedarme aquí mismo, pero no sé a usted. Dígame qué prefiere, de todas formas, yo puedo rastrearle a usted y al otro vampiro desde cualquier parte de la casa. -Agregó luego.
Sin embargo, cuando la muchacha continuó hablando, desvió la vista en busca de evitar que sus miradas se entrelazaran, pero escuchó con atención cada una de sus palabras. Se sonrió ante lo que le pedía, pues, ¿no era a eso a lo que venía?.- No pretendo hacer otra cosa. Es a eso justamente a lo que he venido. Si no me quedara, estaría completamente expuesta a ese vampiro, ¿no es eso lo que intentamos evitar? -Le contestó con seriedad, resoplando luego con gracia al escuchar la oferta de pago que le ofrecía. No pudo evitar mirarla con ojos ligeramente molestos.- El dinero no me sirve. Me sobra; no lo quiero. Considéreme un vasallo, no un mercenario. -Le contestó con algo de aspereza. Rió entonces ante la idea de recibir dinero por algo que había hecho toda su vida, proteger a alguien de “sangre azul”. No lo aceptaba; la lealtad no tenía precio a sus ojos.
Lo único que pido es que no tema y no haga estupideces. -Agregó luego, acercándose nuevamente con rapidez y desenvainando la daga que tenía amarrada al costado de su cinturón, avalanzando su mano rápidamente hacia ella y girando la daga para tomarla por el filo, ofreciéndole el mango a ella.- Y a no hacer estupideces me refiero a que, si le pido que haga algo, lo haga y confíe. Y si le pido que porte o use un arma, haga lo que le pido y no lo contrario. -Explicó luego, manteniendo la mano en alto y aún ofreciendo la daga, mas guardándola luego de unos segundos, sin siquiera haberse dañado por haber sostenido el filo.
Suspiró pesadamente antes de volver a alejarse, mirando a su alrededor.- ¿Dónde prefiere exactamente que me quede? -Preguntó entonces para estar seguro de si quedarse con ella en el cuarto, salir a alguna otra parte de la casa, quedarse en el balcón o qué. A fin de cuentas, no sabía si es que estaba incomodando a la mujer con su presencia.- No me molestaría quedarme aquí mismo, pero no sé a usted. Dígame qué prefiere, de todas formas, yo puedo rastrearle a usted y al otro vampiro desde cualquier parte de la casa. -Agregó luego.
Svein Yngling- Vampiro Clase Alta
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