Una hermosa mañana de otoño - privado

por **Irene Manzoni** Dom Ene 25, 2015 7:46 pm

Nada amaba más que volar, convertida en un colibrí solía recorrer la plaza Tertre o el jardín botánico. Le producía tanta felicidad dejar que los niños se asombraran al verle, con sus colores, su pico largo y delgado, que hundía en las flores para probar el néctar, que no podía encontrar mejor manera de pasar sus días libres, lejos de la Inquisición. Era verdad que muchas veces usaba ese camuflaje para hacer su trabajo, ¿quien desconfiaría de una avecilla, que se acercaba a pocos centímetros, movida solo por una intensa curiosidad? Pero ahora no estaba en ninguna misión, era íntegramente libre… por ahora.

Apenas despertar, se decidió salir a dar un paseo, - como colibrí – pensó por un segundo, pero al acercarse a la ventana y ver como los arboles comenzaban a teñir sus hojas de dorado, se desilusiono, - creo que será imposible- ya que en otoño e invierno, casi nunca se transformaba, solo si los días eran casi primaverales y éste era el caso. Prefirió ir a la plaza vestida con su apariencia humana, un vestido azul celeste, con cuello alto delicadamente adornado con puntillas y cintas. Se abrigó, con una capa que hacía juego con el color de su atuendo, porque el tiempo comenzaba a volverse lentamente más frío, el otoño se acercaba, y por supuesto sus pieles, como colibrí o paloma, no podía usarlas, menos en invierno. Solo su apariencia de águila podría pasar menos desapercibida, pero no en plena ciudad y menos en la plaza. Decidió caminar, así podría entrar en calor, era muy sensible al frío y siempre comenzaba a tiritar igual que los pajarillos que se ocultaban entre las escasas hojas que colgaban de los árboles.

Al llegar a la plaza, buscó un asiento vacío y allí se acomodó, el sol brillaba por momentos, cuando las nubes no lo ocultaban; la brisa, aunque suave, era más fría. Suspiró aliviada cuando los rayos del sol, bañaron su cuerpo, para Irene, era una sensación deliciosa, aquella calidez que le brindaba el astro rey, - tan común y cotidiano, que olvidamos lo importante que es - caviló, dirigiendo la mirada a las personas que paseaban en el lugar o que simplemente pasaban apuradas de un lado al otro, sin detenerse a disfrutar la simple y deliciosa sensación de calidez de aquella mañana. Cuantas veces, los humanos, desdeñaban los maravillosos milagros de la naturaleza. – son tan afortunados que muchas veces no se dan cuenta, ni valoran lo que tienen… siempre quieren más -, se lamentó. El invierno que para los humanos o para otros cambiantes, era solo una estación más, para las aves, podía convertirse en el último día de sus vidas. Recordar las veces que había intentado salvar a los pajarillos que encontraba en las mañanas de invierno, la entristeció.

Movió su cabeza como si intentara sacar de su mente aquellos pensamientos que la entristecían, esa mañana solo deseaba no pensar en nada, dejar que el destino la sorprendiera y disfrutar de un día libre.

por **Bassand Quenthin** Jue Ene 29, 2015 2:35 am

Despues de la llegada del sacerdote, poco le bastaba para aferarse a su nueva vida, esta ves regresaba mas sombrío y cruel que antes, en Roma aun lo seguían aspirando a ser como el,a varios incautos que llegaban a su morada y reciban la "purificación" para que Dios les diera su cierto lugar correspondiente.

Era de mañana y estaba escribiendo sus ultimas ideas sobre la Inquisición , ya que había ideado varias torturas para la gente que según yo la mayoría eran personas normales con su único error fue haber dicho o hecho algo en el lugar menos indicado, pero bueno a a diferencia de los sádicos que ejecutaban las torturas yo era un santo - Deberían de convertirme un santo... seria de los libertinos.- pensé mientras guardaba los escritos y se los daba un esclavo para que los enviara lo mas pronto posible .

Una ves terminada mi tarea , me dispuse a salir de un confesionario vació , estaba con mi vestimenta sacerdotal, yo le había puesto unas incrustaciones de oro como me gustaba, me hacia destacar entre los demás y eso alentaba mi ego. Aun no tenia cierto contacto con la Archidiocesis pero para mi no me daba la menor preocupación posible. Cuando me iba levantar llego alguien que me tocado la ventanilla para que le abriera y empezáramos con rito de confesión , solo rodé mis ojos por estar harto de lo mismo que solo la abrí y el comenzó a platicadme de sus pecados sobre la avaricia pero sobre todo de la lujuria que sentía por la mujer de su prójimo, en cambio yo estaba por pensar ne las mujer que había "Purificado" con mi don, que basto como hacerle un ademan con la mano y decirle lo que cualquier sacerdote hubiera echo, mandarlo a casa, tal ves que me presentara a la susodicha para purificarla y quitarle la atracción hacia el. Una ves terminado esto me salí de la catedral observado que mientras pasaba las personas me saludaban , me decían que irían a visitarme , entre otras cosas darles un luz de esperanza pero para mi solo me quitaban tiempo.

Llegue hacia la Plaza, observado que todo había cambiado desde su ultima ves estando en París, como siempre las personas que se interponían en mi camino me saludaban incluso un aristócrata me hizo la amable invitaciones de una reunión, solo acepte moviendo la cabeza pues no quería perder el tiempo hablando, puse mis manos detrás de mi mientras mi capa negra se movía con el viento y relucía colgando de mi cuello un crucifico de plata que había sido mi obsequio de Roma. Camine hacia una estatua me había llamado la atención cuando era chico, me pare a mirarla , cuando vi que anos metros mas estaba una joven peculiar, me había parecido verla en algún lugar y por lo visto estaba dentro de sus pensamientos .

por **Irene Manzoni** Dom Feb 15, 2015 8:12 am

Inspiró profundamente y dejó que su espalda se amoldara a la forma del banco, sonrió al ver a unos niños jugando, - los humanos pequeños, son los únicos que no poseen todavía la maldad tan característica en ésos seres – pensó, recordando que muchos de los inquisidores más despiadados, justamente, eran humanos. Frunció el ceño, odiaba la inquisición, ¿pero que otro destino le quedaba?, para ellos Irene era una condenada, con dos destinos a elegir, o ser un perro fiel, un soldado; o terminar en las mazmorras y la hoguera. Se reprendió por estar ocupando su mente en esos temas que tanto detestaba, pero parecía que siempre terminaba volviendo a estar metida en asuntos de la orden. Bufó, - ya basta Irene, piensa en otra cosa – dijo mentalmente mientras su vista repasaba nuevamente el paisaje que la plaza le ofrecía. Parejas disfrutando de un día cualquiera, algunos hombres de negocios, niños con sus nanas y uno que otro sacerdote.

Sus ojos se abrieron sorprendidos y a la vez fastidiados, -¡no puede ser! Un sacerdote… la iglesia es más monstruosa que un kraken… sus tentáculos aparecen por todas partes - dijo en voz baja mordiendo las palabras y esquivando la mirada cuando el hombre de Dios se giró y la contempló, - que no me vea, que no me haya visto – suplicó, cerrando los ojos y haciendo un movimiento como quien está por acomodar sus cosas para irse, - No puede ser que justo me tenga que encontrar al padre Quenthin… justo a mi próximo objetivo, a quien tengo que espiar… no!!! Estoy de vacaciones – resopló, ella al ser una espía, muchas veces le tocaba hacer espionaje interno y eso le ayudaba a poseer un poco de información de sus colegas, y sus misiones, - siempre es bueno conocer al enemigo… y a los amigos también – solía decir. A sus oídos había llegado la noticia que aquel caballero, que destilaba un cierto aire de superioridad y petulancia, era nada más y nada menos que, el nuevo sacerdote de la Archidiócesis y seguramente, a ella le tocaría mas adelante, hacer algunas investigaciones, pedidas por él.

Supo que no se podría retirarse sin ofenderle, no quedaría bien dejar plantado a un colega, y menos si en parte era su superior. Volvió su cabeza a la escultura que había estado contemplando el sacerdote, - ¿que es lo que tanto le gusta de esa obra? – dijo en voz alta, pero sin esperar que sus palabras fueran escuchadas por el inquisidor. Con un leve gesto de la cabeza lo saludó, reconociendo que en cierta forma lo conocía, pero no iría a buscarle, - que secretos podría descubrir de usted estimado colega -, caviló, sonriéndose levemente, en una muestra que podría tomarse como una invitación a ser su compañía.

por **Bassand Quenthin** Miér Feb 25, 2015 2:21 am

Pensé en mis dentro que esa joven era perteneciente de la Inquisición, si... se veía desesperada por el abrazo de Dios, solo solté un risa sarcástica, como es que una serie de simbolismos pues atrapar a una persona y por falta de conocimiento manipularla a su antojo. Mis manos estaban entrelazadas tocando los anillos de plata que estaban fríos por la mañana, fruncí mis labios cuando escuche la joven me hablaba , solté un suspiro de superioridad sin mirarla ya que no prestaba mi total atención, para mi era un privilegio que solo por momentos se le otorgaba así que solo la mire de momento - mis recuerdos...- conteste como si fuera un sueño, camine unos pasos hacia la joven, volviendo mi mirada hacia ella - Buen día... hija.- dije por ultimo como si fuera un insulto, sino casi por escupir la palabra.
Alce mi mirada hacia la calle sintiendo como mi capa se movía por los vientos que provocaban sonidos en las ramas de los arboles.
- Eres un persona... que podría decirse ... ayudar a la Iglesia.- comente pensativo tratando de recordar lo que me habían dicho antes de llegar a París - No quisiera... interrumpir tu tiempo.. seamos sincero, con suerte te encontré....- dije mirando de manera con superioridad y de manera fría pues me gustaba ser directo ante mis palabras y las razones por las que hacia mis cosas - Apenas me pongo al corriente....- dije fruncí un poco mi ceño - Se mi guía...- dije con cierto tono de superioridad - no he probado una gota de whisky ... asi que debes de saber donde conseguir ... ¿no es asi?.- la mire mientras apretada mis dedos de las manos con cierta fuerza pues odiaba que se equivocara de mis peticiones.

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