AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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My magic [Charlotte]
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My magic [Charlotte]
“La escapada intermitente”
Hacía más de dos meses que no pisaba el teatro de los vampiros. Me lo había prohibido Nicolás y yo mismo un poco. Había optado por pasar desapercibido, pues aún sentía el dolor de mis colmillos al ser removidos tiempo atrás. Las pequeñas cicatrices que me habían proporcionado con agua bendita recién hacía un tiempo habían terminado de sanar y podía decir que estaba libre de todo mal. Con los cabellos completamente negros y revoltosos, iba con ropa apagada a un lado y al otro. Recorriendo zonas que jamás hubiese pensado que existían. Incluso había disfrutado el arte de aprender historia en aquellos meses encerrado en la casa que ahora compartía con mi eterno compañero. Pero mi esencia me lo pedía a gritos. Un solo recital, uno que solo unos pocos pudiesen enterarse, que el rumor se haga de sonidos bajos. Hero Jaejoong se presentaría por última vez a cantar en el escenario. Allí donde interpretaba las actuaciones de sus compañeros. Se preguntaba si estarían los mismos de antes. Si el nuevo cantante que estaba ocupando su lugar estaría de acuerdo con dejarle una luna de la eternidad a él. Fue difícil, incluso para alguien tan carismático como yo, tuve vergüenza de ir a pedir algo como aquello. Y más fue el desastre de hacer que nadie de mis alrededores pudiese enterarse. ¡Estarían completamente en contra y yo lo sabía! Pero no me importó y así como obtenía todo lo que quería, eso no fue la excepción.
En semana y media me presentaría, la obra era titulada Drácula y para mi suerte, me sabía casi todas las canciones. Solo era cuestión de repasarlas a escondidas y estaría listo para ir. Con la sonrisa tan pegada a mi rostro que parecía brillar me dirigí al lugar apenas el sol se escondió. La estrategia había sido perfecta, pues aquel cuervo estaría ausente hasta dentro de cinco días. Había partido a hacer unos papeles para mantenernos aún más tiempo en cubierto. Y yo no tenía que hacer nada, esas eran las reglas. Y así era como yo estaba cumpliendo sus recados. Con un flameante traje negro y rojo, los cabellos acomodados a diestra y siniestra hacia atrás y las manos que temblaban y entre ellas un elixir muy suavemente rosado caía. Estaba nervioso y me mordía inconscientemente los labios hasta hacerlos enrojecer. Puesto que para provocar que sangraran tenía que desgarrarlos, no tenía puntas para clavar.
Y tomé una bocanada de aire, mirando los espectadores. Algunos estarían allí por mí. En la época de cantar todos los días había hecho muchos seguidores, algunos por el tono de mis melodías y otros porque era un exótico asiático que cantaba francés con un tono gracioso y algo apaisado. Como fuese había conseguido una audiencia hermosa y mi cuerpo que ya estaba muerto hacía poco menos de diez años estaba sintiéndose completamente vivo.
Y tomé una bocanada de aire, mirando los espectadores. Algunos estarían allí por mí. En la época de cantar todos los días había hecho muchos seguidores, algunos por el tono de mis melodías y otros porque era un exótico asiático que cantaba francés con un tono gracioso y algo apaisado. Como fuese había conseguido una audiencia hermosa y mi cuerpo que ya estaba muerto hacía poco menos de diez años estaba sintiéndose completamente vivo.
—“Hermosa estadía tengan, simples mortales, esta noche los acompañaré yo, Hero.”—Murmuré suavemente mientras comenzaba a subirme con el nuevo micrófono en la mano. Un dispositivo capaz de hacer las vibraciones más fuertes y así aumentar el rendimiento de mi voz. Sería la primera vez en utilizar aquello de manera eléctrica, pues los anteriores eran toscos y era preferible hacerlo sin ello, pues con la capacidad de ser un vampiro, nuestras gargantas eran mucho más resistentes a la fuerza de salida del sonido. Me acomodé entonces en un costado y buscando entre la multitud los ojos del universo, comenzó a vibrar el violín y la viola desde el fondo del lugar. Apretaban mi propio pecho y cuando apareció el momento para darme a ver, mis ojos se cerraron y mis fosas nasales guiaron todo para que la música empiece a nacer. Estaba tan contento, tan lleno de emociones, que siquiera pude notar cuando fue que estábamos a menos de dos canciones de terminar todo. Me había perdido entre las personas, entre mujeres hermosas y unos celestes ojos que me recordaban al cielo, que era él. La sonrisa la tenía reluciente y aunque se podía apreciar una leve timidez ante las personas, esto se esfumaba cuando un agudo me permitía liberar mi ira y emoción interior.
Invitado- Invitado
Re: My magic [Charlotte]
¨En sueños me canto y vino a mi...Mi nombre pronuncio y yo lo senti.¨
El carruaje de la duquesa se detuvo en el ¨THÉÅTRE DES VAMPIRES¨ Un lugar que por razones obvias no solía frecuentar. Su pasada aversión por los seres de la noche al igual que su antiguo oficio, lo consideraba anti-ético. Pero en su situación actual, y dejando a un lado las rencillas del pasado no se perdería la oportunidad de visitarlo, menos teniendo cuenta que aquella noche se presentaría después de una larga ausencia, un cantante que debido a su origen y su fama, había captado su atención. Todos hablaban de él y de lo hermosa que era su voz, y si a eso le sumamos la afición de la duquesa por la música, era más que obvio el hecho de que no se perdería la oportunidad de verle en vivo y conocerle.
Bajo las escalinas del coche sosteniendo la mano de su chofer, quedando en segundos intacta y de pie sobre porcelana roja de la entrada, observando disimuladamente a su alrededor y encontrándose con algunas caras conocidas a las que les dedico sonrisas y cordiales saludos como muestra de cortesía, al igual que entablando conversaciones con algunas doncellas que se le acercaban mientras seguía su camino al hall, a esperas de que las puertas para entrar en el recito se abrieran incluidas las del palco privado que había reservado para poder disfrutar a gusto del espectáculo. Charlotte quien usaba un hermoso vestido azul que resaltaba sus ojos y discretos diamantes tanto en su gargantilla como en sus pendientes y brazalete, lucia sencillamente elegante aun entre la opulencia de muchas personas de alta sociedad que allí se encontraba, sabía que era criticada por no ceder a las excentricidades de su cargo, así como amada por otros debido a su sencillez y su forma directa de dar a conocer su opinión.
Una vez situada en un lugar estratégico, lejos de todas aquellas personas hostigantes se dedico a observar al cantante asiático que había despertado su curiosidad desde los primeros rumores que escucho. Llegando a la conclusión de que se habían quedado cortos en descripción al desbordante talento del joven. La exótica voz, sus movimientos, su expresión, la armonía en cada alto, bajo y agudo. La tenia sumida y expectante en su presentación, incluso en apariencia física el joven era bastante atractivo. Charlotte sonrió, si Edric la hubiese acompañado y pudiese ver su gesto complacido ante el talento del artista, seguramente la habría sacado de allí del hombro sin importarle que le viesen, su celoso novio la habría llevado a otro lugar donde pudiera asegurarse que al que vería así, sería a él. Afortunadamente para ambos esta noche el estaría quien sabe en qué reunión y no había podido asistir, a pesar de que prometió hacer lo posible ella lo comprendía, los asuntos de la realeza eran así, además de los negocios que aquel tenia. No los entendía muy bien, pero aun así no metía sus narices en ellos.
La presentación término demasiado pronto para su gusto, en realidad estaba pasando un gran momento rodeada de tan preciosas melodías. Y observo como el artista se bajaba del escenario. Rápidamente llamo a su escolta y le pidió concertara una cita para conocer al cantante tras bastidores. Rezando por que la respuesta un ¨si¨ la duquesa observo a otros artistas que se presentaron en el escenario. Su escolta no demoro mucho antes de venir con una positiva respuesta y rápidamente retirándose de su palco, se encamino por el pasillo donde se encontraban los camerinos, encontrándose al final la que buscada, pintada de color blanco perla con una estrella en lo alto con el nombre del artista.
-Puedes esperar aquí, Francis. – le ordeno al escolta regalándole una cortes sonrisa a la vez que toca la puerta semi-abierta, y la empuja un poco. –¿Hu...Bonjour….Monsieur Jaejoong? ¿Se encuentra aún aquí?
Charlotte R. Blancquart- Realeza Francesa
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Fecha de inscripción : 25/11/2014
Localización : Paris
Re: My magic [Charlotte]
“En el más profundo desconsuelo, te lloré”
La angustia se sentía en mis venas cuando la clara voz salía de mis labios como si quisiera llegar a otro mundo. Apretaba aquel micrófono que bien puesto estaba frente a mí y con cariño interpretaba las canciones para esa obra. Mademoiselle Fifi, sería la última. La sangre y el descontrol sobre Fifi se empezaban a dar con desconsuelo. La actuación para nada sobrevalorada de los vampiros, actuando como tales se había alocado y el aroma a sangre provocaba que mi estómago gruña de forma silenciosa, pero carcomiendo cada hueso de mi inmortalidad. Por suerte, para los videntes. No había rastro alguno de mis colmillos alargados, puesto que me los habían quitado, de alguna forma levantaba menos sospechas. Y fue cuando todo concluía que la hermosa humana era devorada y escondida. Como si se tratase de una simple actriz. Se la llevaban entre sabanas afelpadas. ¿Estaba muerta? No, por supuesto que no. El teatro consistía en encontrarse con una presa, pero estaba prohibido matar seres vivos en aquel lugar. Suspiré complacido cuando la última nota, que era tan aguda que sobrepasaba mis límites, se escuchó certera, con los labios hechos un ovalo y los asiáticos ojos cerrados terminaba aquel acting. Y me dedicaba a agacharme hermosamente, mostrando mis dientes en una sonrisa flameante mientras reía avergonzado. La sensualidad y la emoción se perdían en un rostro inocente. En unos ojos y cabellos oscuros, que no eran más que mi verdadero yo. O lo que quedaba de él.
Pasaron unos segundos cuando al bajarme del escenario me encontré con aquel camerino que aún llevaba mi nombre. Claro, aún no habían llegado a cambiar las cosas. Alcé la mano y mis yemas se fundieron en el bronce de época, tan bellamente incrustado, estaba allí mi identidad. Mordí mis labios y sin más entré quitando parte de mi ropa superior. Necesitaba cambiarme, quitar el aroma al elixir rojo que había quedado de antes. Movía mi cuello haciéndolo crujir y antes de alcanzar a desnudarme por completo el suave sonido de la madera se avecinó. Al parecer iba a tener una visita. — ¿Q-qué? Pero aún queda media hora para que termine el teatro. Oh, ah… Bueno estaría bien eso. — La palabras habían sido claras, había una persona que quería conocerme y no quería un no por respuesta. Lo único bueno es que aseguraban que era una mortal. Eso me tranquilizó un poco, pero no demasiado, pues quien me había marcado cada parte del cuerpo también respiraba oxígeno. Pero eso no podía ser, una inquisidora en un lugar como aquel era imposible. Golpeé mis mejillas y terminé de descambiarme por completo. Pasando una toalla suave en mi cuerpo y rostro. Me calcé uno de mis pantalones negros habituales, de tela de terciopelo opaca, para dar la alusión a que podía tener frío. La temperatura no era más que un simple reflejo para nosotros, aunque me gustaba llevar aquellas ropas, no eran para nada necesarias.
Entre suspiros volcados estiré mis brazos. Mi cuerpo estaba levemente marcado, flaco sin duda alguna. Se notaban las costillas de los costados, pero las abdominales en el centro seguían vigentes. Quizá era solo por no tener la sangre suficiente como para rellenar los espacios. Como fuese, no me molestaba mi apariencia, ni mucho menos que me la vieran los demás. Y como si con ese pensar me hubiesen agarrado, sentí la puerta abrirse apenas y un susurro dulce se escuchó por detrás. — ¿Mmm? Sí estoy aquí aún. Buenas noches. ¿Con quién tengo el placer? — Pregunté con el más simpático de mis vocablos y me volteé para verla con los ojos entreabiertos, sumidos en una suave sonrisa. Con la blusa de tres botones arriba entre mis manos estaba en pos de alzarla por mi cuerpo. Y lo hice con cuidado, sacando mi cabeza desordenadamente por el hueco. Mis cabellos se pelearon unos con otros y luego cayeron a los lados de mi cabeza. Tan negros que resaltaban tétricamente con mi rostro blanco. — ¿Usted quería verme? Soy Hero Jaejoong, aunque eso seguro que ya lo sabe. ¡Ha tenido suerte! O algo así. Hoy fue mi última actuación en este teatro. — Con un gesto de simpatía moví mi cabeza a un costado, apoyándola sobre mi hombro derecho. Olisqueé un poco su perfume. Observé su alargada figura y pronto me perdí en sus ojos azules que no hacían más que causarme amor y dolor. Como una puntada en lo profundo de mi ser. Era tan hermosa con su vestido azul que no supe si se trataba de algo sobrenatural o yo estaba delirando. Y no me percaté que ella pudo haber notado eso, pues mis mejillas se sulfataron de sangre y con vergüenza me supuse a reír, cubriendo mis labios con ambas manos, como si quisiera irme a esconder.
Invitado- Invitado
Re: My magic [Charlotte]
¨¿Es esto un sueño más o al fin te vi?, ya estas, ya estás aquí.¨
La puerta se entre abrió, al parecer ya la esperaban, seguramente el hombre con quien su escolta hablo previamente había alertado al artista acerca del inesperado arrebato de la Duquesa por conocer al artista que aquella noche le había descrestado no solo con su voz, sino también con su actuación sobre el escenario, sus expresiones y exótico aspecto. Charlotte entro tímidamente a la sala, ella no era como las demás personas de la realeza, principalmente porque a pesar de haber sido criada en aquella, nunca sintió que perteneciera allí. No se sentía grande ni solemne, tal vez era un poco altanera a veces pero nunca menospreciaba a otros que los de su mismo rango podrían considerar inferiores. Al contrario, respetaba más las personas de otro escalafón que del propio.
En particular medida sentía gran admiración por los artistas que con sus dones llenaban el mundo de cultura, de música, de bellas obras de arte, haciéndolo más bello, así que aquella noche se sentía realmente honrada de estar en presencia de aquel cantante sin importar que fuese un vampiro, al fin y al cabo, el recelo sentido por ellos se había disipado con los días desde la muerte de su esposo. Se había quedado en el centro de la salita de recibir que tenía el camerino observando curiosamente como estaba decorada, las prendas colgadas con cuidado, cubiertas con bolsas transparentes como si fueran a ser trasladadas. Si, estaba segura de que lo serian, teniendo en cuenta que sería la última noche del artista en aquel lugar.
Una voz masculina con un acento especialmente simpático llego a sus oído, al voltear se encontró con un o Jaejoong a medio vestir. Los colores sele subieron en el rostro por unos segundos y volvió su rostro mientras terminaba, ocultando una sonrisa apenada, pero guardando en su psiquis la delgadez y las marcas que tenía su cuerpo, eran muy extrañas, y no podía creer que aquel níveo y delicado cuerpo tuviera tantas, además, era un vampiro, ellos sanaban de forma más acelerada que cualquier criatura sobrenatural.
-Oh… Sepa disculparme, monsieur Jaejoong. – dijo en un bajo tono de voz – De haber sabido que usted aún estaba preparándose no habría irrumpido así, pero la puerta estaba entre abierta, pensé que le habían avisado.- confeso elevando la mirada hacia sus ojos y esbozando una leve sonrisa.- Mi nombre es Charlotte Blanqcuart… he presenciado el espectáculo y debo decir, más impresionante que el acto, ha sido su puesta en escena y su voz lo que más me ha gustado de esta primera experiencia en el Des Vampires.– Su sonrisa se amplió un poco ma.- Estoy realmente horada de conocerle, y le agradezco aceptara verme. – hizo una pequeña reverencia por cortesía y extendió su mano para saludarle.
Lastimosamente sí. Me he enterado que es su última presentación y me he reprendido todo el camino de no haber venido antes a verle cuando muchas de mis pocas amistades me habían recomendado sus bellos actos. – sonríe débilmente haciendo una ligera mueca de descontento. –Pero espero no sea la última y pueda convencerle esta noche de que vuelva a cantar para mí una de estas noches. – dijo con seguridad sin que la sonrisa abandonara su rostro, ella realmente deseaba que fuera así. –¿Disculpe, puedo sentarme? – pregunto señalando el diván en la pequeña sala.
Charlotte R. Blancquart- Realeza Francesa
- Mensajes : 16
Fecha de inscripción : 25/11/2014
Localización : Paris
Re: My magic [Charlotte]
“Es la entrada del príncipe y la princesa perdida”
Escuché su aterciopelada voz, la pronunciación francesa era espectacularmente atractiva y sin errores y el aroma de sus ropas me daba la sensata idea que se trata de alguien de clase. Su vestido y sus labios rosados resaltaban con su escandalosa figura en lo que unos cielos de azul intenso hacían presencia por mi piel, provocando que una vergüenza que poco se podía notar subiese a mi rostro. Rápidamente mi pecho se cubrió y me dirigí a ponerme el abrigo de tela gruesa, confeccionado a medida de forma que se ajustara en mi cintura, como todo traje de época. Sería muy extraño si ella me viese tan tranquilo con el frío encolerizado que estaba empezando a hacer. El otoño estaba pronto a terminarse y con eso la nieve comenzaría a cubrir la ciudad. — Sí, me avisaron, pero necesitaba cambiarme, las ropas del teatro van a ser trasladadas a mi hogar. Así que van a acomodarlas junto con las otras cosas que quedaron esparcidas en el salón. — Expliqué de manera cordial, acercándome a ella con curiosidad, invitándola a que pasara un poco más adentro. ¿Cómo se llamaría? Y más importante aún, ¿por qué me habían dicho que aunque no quisiera la vería igual? ¿Sería alguien importante, quizá alguna mujer que quería hacer negocios con el dueño del teatro? Mordí mi labio, casi no podía aguantarme las preguntas, pero me enfoqué en acomodar los últimos botones de la camisa. Dejando un traje negro con matices azules, perfectamente acomodado sobre mi persona. La fragancia a vainilla y jazmín podía apreciarse ahora que estaba con mi atuendo habitual.
— Oh, ese apellido. Que… ¿hace aquí usted? No es el mejor lugar para que ande por las noches. — Mencioné, quizá demasiado apurado cuando me hube dado cuenta de que era la duquesa del reino la que estaba frente a mí. Incluso sentí pena de mí mismo por el trato que le había dado, pero no tenía manera de arreglarlo. ¡¿Cómo no me habían avisado antes?! Chillé en mi interior y entre bufidos y quejas que salieron al exterior sin darme momento a controlarme, me quedé mirando fijamente sus ojos. Su sonrisa era todo un espectáculo y me contagió un poco, pues se la devolví con ternura, moviéndome a un costado para que pudiese pasar libremente al sillón que había en un costado. Un diván lo suficientemente largo para que ella cupiera acostada. — Sí claro, pasa, lo siento. Y no sé si habrá muchas maneras de remediar esto. Creo que mi tiempo ya pasó, me estoy volviendo viejo de todos modos. — Dije, irónicamente, apretando mis rodillas, pues era uno de los tics que me daban cuando comenzaba a mentir. Hablar con una humana me era difícil, tenía que controlar cada palabra. Incluso debía hablar del sol algunas veces. Algo que me resultaba completamente tedioso y desagradable. Pero ella no se merecía verme ofuscado, por lo contrario, mi melancolía intentó disfrazarse de alegría cuando sus palabras inundaban el salón. — ¿Realmente le gustó? ¡Oh! Eso me hace feliz y claro que podría cantar cuando quiera. Algunas veces voy a fiestas y canto mientras toco el piano. ¿Le gusta la música? — Me senté en la silla que había frente a un gran espejo y me acerqué a ella, mirándola, curioseando sus formas y la tranquilidad con la que se movía. Sentía algo extraño, como si ya la hubiese conocido o quizá era un aroma, algo que me provocaba miedo o un respeto algo tenebroso.
¿Un inquisidor? Me pregunté y casi temblé en el mismo instante, jamás se me había ocurrido que una persona de la realeza fuese a ser parte también de la iglesia, pero, ¿por qué no? Después de todo, los reyes y el papa eran las figuras más fuertes del estado, o quizá lo era más éste último. Aún no estaba seguro de quien era el que realmente gobernaba Francia. Pero no quise pensarlo y tan solo tomé un mínimo de distancia, mirando a la puerta, poniendo levemente mis sentidos en alerta. — ¿Te lo recomendaron amigos? ¿Quiénes? No suele haber personas de tan alta categoría en este teatro. Les es más conveniente ir al que está en la calle principal. — Entrecerrando aquellos asiáticos ojos, oscuros y metiches que tenía. Comencé a levantarme, poco a poco fui metiendo las cosas que había en los cajones en un bolso negro y grande. Peines, pinturas, accesorios, todo iba a volver a mi casa con Nicolás y de allí no saldrían jamás. Jugué entonces con uno de los lazos que solía llevar en la colita que rara vez me ataba sobre el cabello y la acaricié un momento. — Creo que me iré a mi país natal, aún no estoy seguro de ello. Sería lo mejor, ¿no? — Consulté buscando sus ojos, mordiendo mi rosado labio inferior con fuerzas, como si quisiera llorar allí mismo. Pero por lo contrario, me sorprendí cuando escuché un pequeño revuelto a las afueras de la sala. ¿Qué estaría pasando?
Invitado- Invitado
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