Sherezade || ID

Sherezade posee un temperamento tranquilo, es del tipo de personas que prefiere observar las situaciones y aprender de aquellas, así no correspondan  a su experiencia.   Se podría considerar dócil, debido a la estricta educación impartida por la religión y costumbres de la comunidad islámica. Pero todos sabemos que hay situaciones en nuestra vida que nos superan y distoriconan un poco nuestro comportamiento. Era la décima hija de trece que poseía el terrateniente: AmÎr Akram Adbul.Mesih . Desde muy joven se caracterizó por tener aptitudes muy sabias, por su tranquilidad  y por su pragmatismo. Además de ser alguien con un don de sacrificio y nobleza que sobresalía por encima de sus otras hermanas, a pesar de que aquellas poseían el bendicion de ser más bellas físicamente. Sherezade era astuta, mas siempre fue muy reservada, y prevalecía el hecho de que a diferencia de las mujeres en su cultura, para quienes es importante desposarse y procrear, a ella le daba lo mismo ser prometida en matrimonio o no. Todo fuera según designio de Allah. Este era el principal motivo de discusiones que tenían su padre y su madre (la primera esposa de aquel).  Habitualmente  se regocijaba tanto en las lecturas locales, sagradas, como aquellas occidentales a las que conservaba en secreto  por ser prohibidas, pero que según ella expandían su conocimiento. Del mismo modo disfrutaba practicar con sus hermanas las danzas propias de su cultura, y contarles historias que las proveían de enseñanzas.  Sherezade debido a su reservada conducta, suele parecer envuelta en un aura de misterio que a más de uno podría causarle curiosidad, y ella podría disponerse a satisfacerla, pero después de lo acontecido con sus familiares se encuentra bastante reticente a hablar sobre ellos.

Era la décima hija de trece que poseía el terrateniente: AmÎr Akram Adbul.Mesih . Quien en secreto pertenecía por derecho de nacimiento al Clan Ashirra , una secta musulmana de vampiros, licántropos y cambia formas que se formó en torno al año 600, basándose en los principios de que cualquier ser que acepte el Islam puede redimirse y que la inmortalidad no excluye a los vampiros del juicio final . Su padre no era ninguna de los anteriores, y no quería serlo. Desde joven declino ante su propio abuelo  de convertirse en un licántropo, el valoraba su mortalidad y se opuso rotundamente, considerando que aquello era una ofensa a Allah y una vergüenza, sosteniendo en aquello y pasando muy por encima de lo que los otros miembros pudiesen decir. Él quería para él y para sus descendientes una familia y una vida  normal, alejada de todo aquello que consideraba impuro y profano. Todos decían que AmÎr había sido maldito por sus mismos ancestros al tomar aquella decisión, pues ninguna de sus tres esposas lo bendijo con un descendiente varón, y a la fecha había procreado trece hijas. Pero el pese a lo que todos los demás pudiesen decir, se sentía más que feliz con sus 16 mujeres, era un hombre muy astuto, rico, un comerciante respetado y un hombre del cual su palabra no se dudaba. El tenia trece hijas, sí, pero tanto el como todos en la ciudad, sabía que tenía las hijas más bellas de los alrededores, y las había desposado con hombres, al igual que él, ricos y respetables.

Entre las trece hijas se encontraba, Sherezade, una de las tres menores. Quien aparentemente aún estaba soltera por no gozar de las dotes de sus otras hermanas, pero cuya mirada podía ser tan sabia e intrigante, que casi obligaba a querer saber más de ella. Solía tener  largas conversaciones con su padre, donde algunas veces podía quedar anonadado por las historias que  aquella le contaba, preguntándose de donde las sacaba. Y era que Sherezade era muy dada al habito de la lectura y tenía una imaginación y gracia para entretener de las cuales muy pocos podían disfrutar. Cuando por fin su padre trajo la noticia de su casamiento, a la villa donde convivía con sus trece hijas y tres esposas, se dispuso a organizar una celebración, pero medio de aquellas un frente del Clan Ashirra irrumpido, preguntando por el dueño del lugar, los invitados tanto como once de sus trece hijas presentes pudieron percibir el peligro en el aire, además de que aquellos seres no eran humanos, estos no disimularon su condición sobre natural. AmÎr el secreto había sido descubierto por su familia  esa misma noche.  Y que ni aunque pidiera piedad, saldrían vivos de allí. La masacre comenzó, y Sherezade quien aún se encontraba arreglándose para su fiesta, al escuchar los gritos y los llantos salió a ver qué pasaba, al asomarse por el balcón su cuerpo se estremecio por completo y su estómago se contrajo al ver el blanco mármol teñido de sangre y los cuerpos de sus padres, hermanas, sobrinos, y demás familiares inertes  sobre aquella.

Sherezade tomo a su pequeña hermana Latiffa de la mano, aquella era la última hija de la tercera esposa de su padre y contaba con apenas 9 años de edad. Recorrieron los solitarios pasadizos secretos que padre había, mandado a construir en caso de redadas o ataques. Sabía que serían perseguidas una vez contaran los cuerpos y se dieran cuenta que dos de ellas faltaban. Corrieron lo más que pudieron, terminando el trayecto se encontraron en la ciudad, la pequeña reja tras muchos forcejeos se abrió. Una oculta salida en la arena. Las calles estaban solitarias, ni los gritos desesperados ni los llantos fueron capaces de hacer que aquellas personas confinadas por el miedo salieran de sus hogares para ayudarles. Ellos tenían miedo de que sus familias corrieran con la misma suerte.

Latiffa y sherezade terminaron a las afueras de la ciudad, donde horas después fueron raptadas por esclavistas musulmanes que rodeaban por aquellos días la zona, quienes traficaban con personas para venderlas en otros países de Europa. Al llegar a aquellas tierras fue separada de su hermana, ella por más que lloro y rogo por quedarse, jamás le dejaron, para que pudiese dejar ir a la pequeña Latiffa le propinaron un golpe que la dejo inconsciente y del cual despertó horas después, muy lejos de donde la habían dejado. Sherezade  días después fue vendida en parís, a la dueña de un cabaret, quien le vio potencial para ser uno de shows principales dado la exótica belleza y procedencia de la libanesa.

Sherezade asumió su destino, aquel que Allah había marcado para ella, y pese a perder su familia y su hermana, se aferró a la idea de que algún día les vería nuevamente en el cielo. La libanesa no conocía aquella lengua, pero conto con la suerte de que una  de las bailarinas, quien tenía un amante de aquellas tierras podía hablarlo, y fue ella quien después de muchos meses de enseñanza le enseño a defenderse en el idioma local, además de convertirse en su amiga.