AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El rumor del silencio (Mickaela)
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El rumor del silencio (Mickaela)
Hay que guardarse bien de un agua silenciosa, de un perro silencioso y de un enemigo silencioso.
Le gustaba todo el ruido que lo rodeaba, aquella estridente música que atraía a los jóvenes a ver el espectáculo creaba una burbuja que, por extraño que sonase, dejaba su mente entumecida y en silencio. Cuando se estaba loco, al punto de hablar más consigo mismo que con otra persona, se entendería su afición al silencio como si una tabla de salvación se tratara.
El olor de los dulces, carne asada y sudor, se entremezclaba en el aire, aunque lo único que no soportaba era lo terriblemente sucio que estaba todo. Podría desmayarse si comenzaba a pensar todo aquello que había ensuciado la suela de zapatos, motivo más que evidente para quemarlos cuando llegase a su casa. No quería saber nada de lo que podría llevar a su hogar si realmente cruzara, con ellos, el umbral de su mansión.
Era estúpido haber venido. Principalmente porque él era algo extraño entre todos aquellos que sonreían y paseaban de un puesto a otro viendo a los "seres inhumanos" que habían allí. Dos mujeres unidas por su tronco tocaban el acordeón con una sonrisa temblorosa que prometía tomar alcohol después de que terminase la canción. Un hombre tan pequeño que parecía un bebé con barba. Y así, miles de criaturas extrañas que no tenían, a sus ojos, nada de inhumano más el no encajar en aquel físico común entre todos aquellos débiles y estridentes sacos de huesos y sangre.
De pie, enfrente de la carpa del circo, mantenía sus ojos bien cerrados a todos los que transitaban a su alrededor, disfrutando del silencio en su mente. No le importaba si parecía extraño que alguien vestido con ropajes caros, completamente impoluto, se quedase allí sin hacer nada más que mostrar una expresión pacífica en el rostro. Ni siquiera el zumbido de los pensamientos ajenos constituía para él un problema, simplemente los había acallado momentáneamente. Los oía, pero no les prestaba atención. Sólo él y el silencio.
Última edición por Brönte d'Auxerre el Sáb Jul 18, 2015 9:53 pm, editado 1 vez
Brönte d'Auxerre- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/04/2014
Re: El rumor del silencio (Mickaela)
No le gustaba mucho transitar por aquel lugar,pues de sobra era conocida la mala fama de aquella gente, pero no tenia miedo.La respetaban y protegian como si fuese una mas aunque no se pareciesen ni en el blanco de los ojos, pues de mas de un apuro economico los habia sacado con respecto a la justicia.No lo hacia por caridad, sino porque le proporcionaban las cosas a las que ella no alcanzaban o no simplemente no deseaba ensuciarse las manos para conseguirlo, como podian ser hierbas y demas utensilios para sus pociones.Los adultos la respetaban, los jovenes la adoraban y los niños...los niños hacian con ella lo que les daba la gana.Eran su pasion, aquellos crios llenos de arte y gracia que corrian siempre que la veian,y la abrazaban y llenaban de besos y ella...pobre...se le caia la baba al verlos.Asi pues tras recoger sus productos y pagarlos debidamente, estos granujillas la enredaron para que se quedase un rato y jugase con ellos.Decidieron probar con el escondite y tras unas cuantas rondas le toco a ella esconderse,pues siempre los dejaba ganar,pero era hora de irse y aquella era la unica forma de conseguirlo, "escondiendose".
El chiquillo empezo a contar como medianamente podia y ella sonrio traviesa y acelero el paso para poder marchar de alli.Se giro para decirle que no hiciese trampas,algo inutil pues siempre las hacian, y siguio andando de espaldas mientras la risa salia desde el fondo de su pecho.Gran error.
Choco.Al doblar una esquina y no ver por donde iba no vio al hombre que estaba a sus espaldas y no pudo evitarlo,chocando espalda contra pecho, pisandose el vestido y tropezando.Afortunadamente no llego a tocar el suelo por lo que rapidamente se puso recta y junto las manos a modo de disculpa, con cara de preocupacion.
-¡Cielo Santo!Le ruego que me disculpe,no miraba por donde iba y no le vi.¡Lo siento mucho!¿esta usted bien?
Mis mejillas se tornaron rojas y empece a farfullar palabras sin sentido del mismo nerviosismo que ataco su cuerpo.¿Como podia haber estado tan despistada?
El chiquillo empezo a contar como medianamente podia y ella sonrio traviesa y acelero el paso para poder marchar de alli.Se giro para decirle que no hiciese trampas,algo inutil pues siempre las hacian, y siguio andando de espaldas mientras la risa salia desde el fondo de su pecho.Gran error.
Choco.Al doblar una esquina y no ver por donde iba no vio al hombre que estaba a sus espaldas y no pudo evitarlo,chocando espalda contra pecho, pisandose el vestido y tropezando.Afortunadamente no llego a tocar el suelo por lo que rapidamente se puso recta y junto las manos a modo de disculpa, con cara de preocupacion.
-¡Cielo Santo!Le ruego que me disculpe,no miraba por donde iba y no le vi.¡Lo siento mucho!¿esta usted bien?
Mis mejillas se tornaron rojas y empece a farfullar palabras sin sentido del mismo nerviosismo que ataco su cuerpo.¿Como podia haber estado tan despistada?
Mickaella Sunder- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 136
Fecha de inscripción : 28/02/2015
Re: El rumor del silencio (Mickaela)
Prisionero sin horizonte
Oigo los ruidos de la calle
Oigo los ruidos de la calle
Su mente se encontraba en una calma total, lo cual dejaba que su rostro fuera una perfecta representación de lo que era la paz. Se sentía capaz de volar entre notas que no llegarían a su cabeza, abrigado por la nada, sentenciado a besos fugaces del zumbido que ligeramente arañaba la puerta tras la que se ocultaba su yo verdadero. Pero los mejores momentos a veces duran tan solo un segundo.
El golpe hizo que sus ojos se abriesen instantáneamente, haciendo que toda la escena de su mente se desvaneciese, dejando tan solo la imagen de la carpa del circo, así como todos aquellos que paseaban o corrían a su alrededor, robasen aquel espacio oscuro en el que se mecía suavemente en los brazos del silencio.
Toda su paz se esfumó, dejándole en medio de miles de pensamientos que no le interesaban. Podía escuchar claramente todo esa marea de ruidos, desde sus respiraciones, al eco de sus pies contra el suelo. Los gritos de los niños, de los vendedores, de la mujer que a varios metros pedía ayuda para detener al ladrón que le había arrebatado sus posesiones. Absurdo. No debía haber venido.
Sus labios se apretaron ligeramente con molestia, mientras giraba su cabeza hacia la persona que se había atrevido a interrumpir su momento de paz, ni siquiera se molestó en ocultar el bajo concepto que poseía hacia aquel que le había quitado lo mejor que había tenido en mucho tiempo. Ya que ni siquiera en su propia casa tenía paz, ni siquiera dentro de su mente había silencio.
- No se preocupe, solo me ha devuelto a la realidad.- Dijo con una voz dulce y pacífica, un elenco de aquellos que no tienen prisa ni siquiera al hablar, porque tienen toda una vida para vivir lo que deseaba sin preocuparse por si sería el último día de su existencia. Parte de ello se debía indudablemente a su condición vampírica, pero también tenía que ver su locura. Él vivía en un mundo al que los demás jamás podrían acceder, y eso, lo hacía aún más inmutable al tiempo. Porque no se regía por las reglas de este mundo, ni quería hacerlo.
Analizó su apariencia, aunque sin bajar sus ojos de su rostro. No lo necesitaba para ver quién era, sólo necesitaba observar los pozos de su alma; su mirada. Porque él vivía tras máscaras y muros que había creado para no dejar que su locura saliese jamás al exterior, así que nadie más que él entendía que no importaba qué dijeran los demás, sino qué ocultaban tras sus ojos. La carcasa de su cuerpo era tan fugaz y débil. Tan frágil con aquella torpeza propia de la juventud, que solo pudo ofrecerle una minúscula sonrisa como pago a su, cada vez mayor sonrojo.
- Tenga más cuidado la próxima vez, podría hacerse daño.- Le advirtió suavemente, como si él no fuese alguien peligroso, sino un conocido.
Brönte d'Auxerre- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 95
Fecha de inscripción : 18/04/2014
Re: El rumor del silencio (Mickaela)
El hombre,entornando los ojos dejo ver su clara molestia ante mi descomunal descuido,y yo no trate de ocultar que lo habia notado, asi pues incline mi cabeza levemente a modo de saludo y recomponiendome como una verddadera dama le conteste.
-Le ruego disculpe mi torpeza,pero estos chiquillos me traen dequiciada con tanto correteo.
Mis ojos se fijaron en seguida en aquel aura que le rodeaba y que tantas veces habia visto,adivinando asi que no era un humano normal y corriente,pero eso no me asusto.Estaba acostumbrada a tratar con todo tipo de seres extraños y sobrehumanos,pues muchos acudian a mi a pedir ayuda para curacion o sobre mis visiones,es mas,yo misma estaba bajo la proteccion de uno de ellos, que por lo que tenia entendido, estaba en buena estima.
Le devolvi la mirada un rato mas pero senti como tiraban de mis falda y gire la cabeza hacia abajo,viendo como uno de los chiquillos gitanos me reclamaba seguir con el juego, pero ya era tarde y estaba cansada, por lo que negue lentamente con la cabeza y le indique que se marchase.Volvi a mirar al hombre y me encogi de hombros.
-Espero no haberle causado daño alguno.
-Le ruego disculpe mi torpeza,pero estos chiquillos me traen dequiciada con tanto correteo.
Mis ojos se fijaron en seguida en aquel aura que le rodeaba y que tantas veces habia visto,adivinando asi que no era un humano normal y corriente,pero eso no me asusto.Estaba acostumbrada a tratar con todo tipo de seres extraños y sobrehumanos,pues muchos acudian a mi a pedir ayuda para curacion o sobre mis visiones,es mas,yo misma estaba bajo la proteccion de uno de ellos, que por lo que tenia entendido, estaba en buena estima.
Le devolvi la mirada un rato mas pero senti como tiraban de mis falda y gire la cabeza hacia abajo,viendo como uno de los chiquillos gitanos me reclamaba seguir con el juego, pero ya era tarde y estaba cansada, por lo que negue lentamente con la cabeza y le indique que se marchase.Volvi a mirar al hombre y me encogi de hombros.
-Espero no haberle causado daño alguno.
Mickaella Sunder- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 136
Fecha de inscripción : 28/02/2015
Re: El rumor del silencio (Mickaela)
Le divirtió notar cómo aquella mujer cambiaba sus expresiones, intentando mantenerse educada y perfecta, justo como una florecilla digna de pertenecer a la alta sociedad francesa. Una de esas mujeres entrenadas para sonreír y permanecer serenas ante cualquier eventualidad ante la que pudieran encontrarse. A veces pensaba que ellas habían sido entrenadas como mascotas, preparadas solo para responder a ciertos estímulos. Limitadas, cercenadas.
- Deje de disculparse, es absurdo. Sólo ha cometido un error que ya he perdonado, no necesito extenderle dos veces un perdón por su misma acción – Le dijo con tranquilidad, sosteniendo la lógica de su pensamiento como si fuese uno de esos profesores dedicados a hacer ver a los demás que las respuestas eran siempre las más simples. Sonrió ligeramente e inclinó su cabeza ante ella y al pequeño que tiraba de su falda, a modo de saludo.
- Querida, soy más resistente de lo que parezco .- Amplió su sonrisa y desvió sus ojos de ella hacia el sonido que le había robado su atención. Sonaba idéntico al cristal siendo rozado por los dedos, creando un suave murmullo que, al unirse a la vibración de la copa, formaba el sonido de una nota musical.
Inclinó su cabeza hacia el lugar del que procedía el sonido y cerró sus ojos, notando que a la primera nota le seguía otra, y otra. Una canción lenta creada a base de frotar varios cristales con una agilidad perezosa.
- El suave devenir de la música creada con ingenio. – Murmuró antes de volver a abrir sus ojos para mirar hacia la mujer. – La función musical con copas de agua ha comenzado. Si tanto desea ser perdonada, entonces permita satisfacer mi egoísmo y acompáñeme. – Le ofreció una mirada dulce aunque ausente, concentrado en la música, intentando identificar la pieza que estaba entonando aquel humano desde el interior de la gran carpa del circo.
- Deje de disculparse, es absurdo. Sólo ha cometido un error que ya he perdonado, no necesito extenderle dos veces un perdón por su misma acción – Le dijo con tranquilidad, sosteniendo la lógica de su pensamiento como si fuese uno de esos profesores dedicados a hacer ver a los demás que las respuestas eran siempre las más simples. Sonrió ligeramente e inclinó su cabeza ante ella y al pequeño que tiraba de su falda, a modo de saludo.
- Querida, soy más resistente de lo que parezco .- Amplió su sonrisa y desvió sus ojos de ella hacia el sonido que le había robado su atención. Sonaba idéntico al cristal siendo rozado por los dedos, creando un suave murmullo que, al unirse a la vibración de la copa, formaba el sonido de una nota musical.
Inclinó su cabeza hacia el lugar del que procedía el sonido y cerró sus ojos, notando que a la primera nota le seguía otra, y otra. Una canción lenta creada a base de frotar varios cristales con una agilidad perezosa.
- El suave devenir de la música creada con ingenio. – Murmuró antes de volver a abrir sus ojos para mirar hacia la mujer. – La función musical con copas de agua ha comenzado. Si tanto desea ser perdonada, entonces permita satisfacer mi egoísmo y acompáñeme. – Le ofreció una mirada dulce aunque ausente, concentrado en la música, intentando identificar la pieza que estaba entonando aquel humano desde el interior de la gran carpa del circo.
Brönte d'Auxerre- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 95
Fecha de inscripción : 18/04/2014
Re: El rumor del silencio (Mickaela)
Le mire alzando una ceja.
-Como comprendera, en un mundo donde la mujer es considerada supremamente inferior al hombre y donde con mis propios ojos he visto como se castigaba a una hembra publicamente por mucho menos de lo que acaba de pasar entre usted y yo,una debe andar con ojo.No soy tonta y deseo conservar mi salud.
Y eso era cierto,en la plaza principal habian castigado a una mujer de forma fisica con un baston y psiquica mediante la humillacion por el simple hecho de que sin querer le habia dado con el abanico al caersele de las manos
Aun asi cambie mi actitud y me relaje mas, parecia ser un hombre diferente,y no solo en el aspecto del aura,sino en su forma de ser.
-Pero parece ser que he tenido suerte con usted,no siempre se encuentra una con caballeros gentiles y amables que no tienen en cuenta un simple error.
Sin duda el ooido de aquel hombre era mucho mas fino que el mio y aunque intente captar el sonido yo tambien no lo consegui,asi pues simplemente asenti sonriendo un poco y espere a que empezase a andar para saber en que direccion ir.
-Por ciero, me llamo Mickaella Anne Marie Sunder.
-Como comprendera, en un mundo donde la mujer es considerada supremamente inferior al hombre y donde con mis propios ojos he visto como se castigaba a una hembra publicamente por mucho menos de lo que acaba de pasar entre usted y yo,una debe andar con ojo.No soy tonta y deseo conservar mi salud.
Y eso era cierto,en la plaza principal habian castigado a una mujer de forma fisica con un baston y psiquica mediante la humillacion por el simple hecho de que sin querer le habia dado con el abanico al caersele de las manos
Aun asi cambie mi actitud y me relaje mas, parecia ser un hombre diferente,y no solo en el aspecto del aura,sino en su forma de ser.
-Pero parece ser que he tenido suerte con usted,no siempre se encuentra una con caballeros gentiles y amables que no tienen en cuenta un simple error.
Sin duda el ooido de aquel hombre era mucho mas fino que el mio y aunque intente captar el sonido yo tambien no lo consegui,asi pues simplemente asenti sonriendo un poco y espere a que empezase a andar para saber en que direccion ir.
-Por ciero, me llamo Mickaella Anne Marie Sunder.
Mickaella Sunder- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 136
Fecha de inscripción : 28/02/2015
Re: El rumor del silencio (Mickaela)
Allí estaban aquellos pensamientos horribles que realmente él no deseaba ver dentro de aquella, adorable y frágil, cabeza femenina. No quería ver sus miedos, aquel suceso que la había marcado para siempre, obligándola a comportarse como la flor que la sociedad exigía en sus mujeres.
- Las atrocidades de los hombres no me son aplicables, yo vivo fuera de los convencionalismos de los de tu clase.- Murmuró con rapidez, refiriéndose al hecho de que él era, no sólo un hombre capaz de hacer cosas mucho peores que aquella que parecía haberla convencido de que por ser mujer no era tan digna para la sociedad, que si hubiese nacido como varón. Sino que era una criatura casi eterna, las leyes de los hombres no le interesaban más que para jugar su papel. Él no encajaba en ellas. Ni siquiera cuando era un humano había encajado en aquel mundo al que todos parecían llegar y adaptarse con facilidad, de ahí que él fuera internado en su juventud. Alejado de una familia lo suficientemente rica como para ocultar la terrible atrocidad que él era; un hombre con una mente y actitud no aceptada.
Pero quizás aquella mujer tuviera razón. Quizás su defecto era, y siempre fue, su incapacidad de encajar en cualquier tipo de grupo social. Ni siquiera sus hermanos, hombres y mujeres que compartían su maldición, llegaban a comprenderle. Estaba loco, y por ende, su mundo no era aquel en el que sus pies caminaban. Estaba fuera de todo convencionalismo. Y eso le encantaba.
- Señorita Sunder la animo a no cometer el terrible error de considerarme amable, no quisiera tener la responsabilidad de destruir sus inocentes pretensiones sobre el mundo. – La miró durante unos segundos y se quitó su sombrero para dejarle una suave inclinación de su cabeza, como único signo de deferencia ante ella.
- Soy solo un hombre demasiado loco como para considerarse un caballero. – Esbozó una suave y divertida sonrisa. – Aunque nada puedo hacer si usted desea considerarme así. – Volvió a colocarse su sombrero de nuevo y le indicó el camino que debían seguir, caminando con elegancia y lentitud a su lado, aunque con el suficiente espacio entre ellos como para que no corriese peligro su reputación. - Puede llamarme Monsieur D’Auxerre, si así lo desea. -
- Las atrocidades de los hombres no me son aplicables, yo vivo fuera de los convencionalismos de los de tu clase.- Murmuró con rapidez, refiriéndose al hecho de que él era, no sólo un hombre capaz de hacer cosas mucho peores que aquella que parecía haberla convencido de que por ser mujer no era tan digna para la sociedad, que si hubiese nacido como varón. Sino que era una criatura casi eterna, las leyes de los hombres no le interesaban más que para jugar su papel. Él no encajaba en ellas. Ni siquiera cuando era un humano había encajado en aquel mundo al que todos parecían llegar y adaptarse con facilidad, de ahí que él fuera internado en su juventud. Alejado de una familia lo suficientemente rica como para ocultar la terrible atrocidad que él era; un hombre con una mente y actitud no aceptada.
Pero quizás aquella mujer tuviera razón. Quizás su defecto era, y siempre fue, su incapacidad de encajar en cualquier tipo de grupo social. Ni siquiera sus hermanos, hombres y mujeres que compartían su maldición, llegaban a comprenderle. Estaba loco, y por ende, su mundo no era aquel en el que sus pies caminaban. Estaba fuera de todo convencionalismo. Y eso le encantaba.
- Señorita Sunder la animo a no cometer el terrible error de considerarme amable, no quisiera tener la responsabilidad de destruir sus inocentes pretensiones sobre el mundo. – La miró durante unos segundos y se quitó su sombrero para dejarle una suave inclinación de su cabeza, como único signo de deferencia ante ella.
- Soy solo un hombre demasiado loco como para considerarse un caballero. – Esbozó una suave y divertida sonrisa. – Aunque nada puedo hacer si usted desea considerarme así. – Volvió a colocarse su sombrero de nuevo y le indicó el camino que debían seguir, caminando con elegancia y lentitud a su lado, aunque con el suficiente espacio entre ellos como para que no corriese peligro su reputación. - Puede llamarme Monsieur D’Auxerre, si así lo desea. -
Brönte d'Auxerre- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 95
Fecha de inscripción : 18/04/2014
Re: El rumor del silencio (Mickaela)
-Monsieur D´Auxerre....dicen que en la locura encontramos la libertad, asique ¿que mas da estarlo? Creo que ninguno de los dos gozamos de mucha cordura.
Respondi a su inclinacion con otra gentil y suave de mi cabeza, agachandola ligeramente ladeada para volver a levantarla y mirarle a los ojos.Avance a su lado, notando la distancia que interponia entre ambos a drede, sin saber muy bien si era por proteger mi salud fisica o mi honra para con la maldita sociedad, que exigia que una mujer fuese una estatua.
Miro a aquel hombre, preguntandose tantas cosas que su mente era un torbellino de pensamientos tan rapido y furioso que no era capaz de ponerlos en orden ni ella misma.
Habia tenido la ocasion de tratar con mas personas de su clase,algunos mas amables y otros menos, pero afortunadamente casi todos habian conseguido saciar en cierta parte la curiosidad que me caracterizaba,aunque siempre habian acabado por desaparecer cuando llevaba un par de horas avasallandoles a preguntas, siempre inocentes, sobre su condicion.Era algo que me aterraba y me fascinaba a la vez.Me fascinaba porque era algo que apenas habia podido indagar, y me aterraba porque tenia informacion sobre algunas costumbres, como por ejemplo la de la hora de comer.
Ande en silencio a su lado, con la cabeza erguida, en silencio, sin saber muy bien como proceder.
Respondi a su inclinacion con otra gentil y suave de mi cabeza, agachandola ligeramente ladeada para volver a levantarla y mirarle a los ojos.Avance a su lado, notando la distancia que interponia entre ambos a drede, sin saber muy bien si era por proteger mi salud fisica o mi honra para con la maldita sociedad, que exigia que una mujer fuese una estatua.
Miro a aquel hombre, preguntandose tantas cosas que su mente era un torbellino de pensamientos tan rapido y furioso que no era capaz de ponerlos en orden ni ella misma.
Habia tenido la ocasion de tratar con mas personas de su clase,algunos mas amables y otros menos, pero afortunadamente casi todos habian conseguido saciar en cierta parte la curiosidad que me caracterizaba,aunque siempre habian acabado por desaparecer cuando llevaba un par de horas avasallandoles a preguntas, siempre inocentes, sobre su condicion.Era algo que me aterraba y me fascinaba a la vez.Me fascinaba porque era algo que apenas habia podido indagar, y me aterraba porque tenia informacion sobre algunas costumbres, como por ejemplo la de la hora de comer.
Ande en silencio a su lado, con la cabeza erguida, en silencio, sin saber muy bien como proceder.
Mickaella Sunder- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 136
Fecha de inscripción : 28/02/2015
Re: El rumor del silencio (Mickaela)
" La misma noche que hace
blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no
somos los mismos. "
Pablo Neruda.
blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no
somos los mismos. "
Pablo Neruda.
Sus pies se deslizaron por el suelo arenoso, irregular al no haber contado con el mismo tratamiento que las calles más modernas de París. Era evidente que se encontraba ante un lugar virgen, lo cual indicaba el escaso nivel adquisitivo de toda aquella gente que realizaba eventos para todos aquellos que querían alejarse de la urbe y disfrutar de algo mucho más interesante que un mero baile entre conocidos. La clase alta, una vez se conocía a todos sus integrantes, carecía de interés. Él sabía de sus pensamientos, de su vida convencional, aún más aburrida, y de su escasa tendencia a arriesgarse.
- ¿Libertad? Señorita Sunder, nadie es libre. – La miró sobre su hombro y le dedicó una pequeña sonrisa pícara, como si algo hubiese acudido a su mente después de haber dicho aquello. – Aunque, bien es cierto, yo soy mucho más libre que usted.
Apartó su mirada de ella y se refugió de nuevo en el silencio sin borrar la sonrisa de su rostro. A veces se permitía la licencia de una sinceridad cruel, no por querer burlarse de ella, sino porque decir lo obvio parecía haberse convertido en algo discutible. Como si el decirle a otro que no podía tapar el sol con un dedo fuese censurable. Tal irrisorio comportamiento le había parecido curioso en su momento, ya que en su época nadie parecía poseer tal consideración ante los demás, pero después de varias décadas, todo se volvía tedioso.
Quizás necesitaba un cambio excitante, algo nuevo que le permitiera distraerse de sus quehaceres diarios (inversiones y unos cuantos asesinatos). Eso explicaría la rara decisión de haberse querido involucrar entre tantas personas. Los siglos comenzaban a pesarle, pues se comenzaba a percatar que todo parecía sucederse como un ciclo. La vida y la muerte. Los reinados y estados. Las guerras y esos estúpidos inventos de período pacífico, pues nunca se estaba en paz. No había tal cosa, por mucho que los humanos insistieran en ello.
- Dígame Señorita Sunder, ¿ Qué sentido tiene la vida?.- Se detuvo en la entrada de aquella gran carpa, ignorando el hecho de que estaba bloqueando la entrada para todos aquellos que se encontraban, a pocos pasos, tras él. Sus ojos azules brillaron ausentes, como si estuviesen viendo algo que los demás no podían. Cosa frecuente en él.
Brönte d'Auxerre- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 95
Fecha de inscripción : 18/04/2014
Re: El rumor del silencio (Mickaela)
Le vio sonreir y alzo una ceja con socarroneria.Parecia que habia encontrado a alguien que estaba dispuesto a hablar con ella sin tener en cuenta tan destacados detalles que otros hacian.
-Tiene razon, nadie es libre, y vuelve a tener razon cuando dice que usted es mucho mas libre que yo, en mas aspectos de los que nos imaginamos.Por ejemplo, a parte de las razones obvias, usted no es esclavo de la muerte por naturaleza o enfermedad.
Su voz se habia convertido en un susurro, uno tan bajo que un oido humano no podria escuchar, pero que sabia que el si.Era una conversacion un tanto peculiar y no estaba en su deseo o agrado que nadie mas le escuchase.Le parecia muy entretenida y no tenia intencion de ser interrumpida por nadie.
-Curiosa pregunta para alguien que tecnicamente no lo esta.
Se detuvo junto a el mirandolo de reojo con una leve sonrisa en los labios.Le estaba devolviendo la broma de la libertad, solo que con la vida.Demasiadas veces se habia preguntado ella misma cual era su mision en ese mundo,en esa tierra donde cada dia le sorprendia algo nuevo.
-Digamelo usted caballero.Sin duda tiene mas mundo recorrido que yo, mas experiencia y mas...tiempo vivido. -Volvio a sonreir divertida,ligeramente, apenas perceptible.-Tal vez sea el mejor indicado de ambos para contestarla.
-Tiene razon, nadie es libre, y vuelve a tener razon cuando dice que usted es mucho mas libre que yo, en mas aspectos de los que nos imaginamos.Por ejemplo, a parte de las razones obvias, usted no es esclavo de la muerte por naturaleza o enfermedad.
Su voz se habia convertido en un susurro, uno tan bajo que un oido humano no podria escuchar, pero que sabia que el si.Era una conversacion un tanto peculiar y no estaba en su deseo o agrado que nadie mas le escuchase.Le parecia muy entretenida y no tenia intencion de ser interrumpida por nadie.
-Curiosa pregunta para alguien que tecnicamente no lo esta.
Se detuvo junto a el mirandolo de reojo con una leve sonrisa en los labios.Le estaba devolviendo la broma de la libertad, solo que con la vida.Demasiadas veces se habia preguntado ella misma cual era su mision en ese mundo,en esa tierra donde cada dia le sorprendia algo nuevo.
-Digamelo usted caballero.Sin duda tiene mas mundo recorrido que yo, mas experiencia y mas...tiempo vivido. -Volvio a sonreir divertida,ligeramente, apenas perceptible.-Tal vez sea el mejor indicado de ambos para contestarla.
Mickaella Sunder- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 136
Fecha de inscripción : 28/02/2015
Re: El rumor del silencio (Mickaela)
Sus ojos brillaron con diversión, aunque su rostro permaneció inmóvil y carente de vida. Aquello siempre solía ocurrirle, era una de las pocas personas capaces de mostrar trescientos sentimientos diferentes en menos de un minuto. Su locura le hacía ciertamente voluble. Como si pudiera pasar de la risa a la furia con sencillez. Ser un loco era terriblemente agotador, incluso siendo vampiro, resultaba complejo tener que explicarles a los demás constantemente porqué tenían lugar dichas explosiones, así que lo dejaba en una respuesta corta; estoy loco.
- ¡Qué atrevida, señorita Sunder!- Dijo con amonestación, como si ella fuera una niña pequeña que merece una llamada de atención por parte de su tutor. Aunque lo cierto es que era se estaba divirtiendo más de lo que debería con aquella situación.
No muchos poseían un humor lo suficiente inteligente como para devolverle sus comentarios con algo más que no fuese un gemido ofendido. La cultura femenina en aquella época era mucho mas avanzada de lo que lo fue cuando él era humano. Pero es cierto que ellas habían sido criadas con finalidades más útiles que las actuales. A nadie le interesaba que bailasen bien o fuesen meras expertas en telas y joyas.
-Es cierto, tengo más experiencia. Pero, como tan amablemente ha dicho usted, ya no estoy vivo. - Se encogió de hombros, como si eso fuese algo evidente y no le importase reconocerlo. Algo tan nimio que no merecía continuar más explicaciones de su situación vital.
- Pero precisamente por ello no entiendo la vida, Señorita Sunders. Yo sólo sé cómo extinguirla. - Emitió una carcajada descarada, echando su cabeza hacia detrás para mirarla como un niño pícaro. Dejando que sus ojos se fijasen en los de ella para captar las sombras de sus pensamientos fluyendo como agua sobre sus iris.
- Soy un ser pasional, amo tanto la vida, que la bebo. La absorbo y me recreo en su sabor. - Cerró sus ojos, temblando tenuemente, producto de un estremecimiento placentero.
- Para mí, la vida solo existe para ser amada por alguien como yo. Esperando a que la mate con un beso.- Abrió sus ojos y supo que éstos debían lucir más oscuros, como un azul cobalto. Como las aguas del mar en medio de una tempestad. Con hambre
- ¡Qué atrevida, señorita Sunder!- Dijo con amonestación, como si ella fuera una niña pequeña que merece una llamada de atención por parte de su tutor. Aunque lo cierto es que era se estaba divirtiendo más de lo que debería con aquella situación.
No muchos poseían un humor lo suficiente inteligente como para devolverle sus comentarios con algo más que no fuese un gemido ofendido. La cultura femenina en aquella época era mucho mas avanzada de lo que lo fue cuando él era humano. Pero es cierto que ellas habían sido criadas con finalidades más útiles que las actuales. A nadie le interesaba que bailasen bien o fuesen meras expertas en telas y joyas.
-Es cierto, tengo más experiencia. Pero, como tan amablemente ha dicho usted, ya no estoy vivo. - Se encogió de hombros, como si eso fuese algo evidente y no le importase reconocerlo. Algo tan nimio que no merecía continuar más explicaciones de su situación vital.
- Pero precisamente por ello no entiendo la vida, Señorita Sunders. Yo sólo sé cómo extinguirla. - Emitió una carcajada descarada, echando su cabeza hacia detrás para mirarla como un niño pícaro. Dejando que sus ojos se fijasen en los de ella para captar las sombras de sus pensamientos fluyendo como agua sobre sus iris.
- Soy un ser pasional, amo tanto la vida, que la bebo. La absorbo y me recreo en su sabor. - Cerró sus ojos, temblando tenuemente, producto de un estremecimiento placentero.
- Para mí, la vida solo existe para ser amada por alguien como yo. Esperando a que la mate con un beso.- Abrió sus ojos y supo que éstos debían lucir más oscuros, como un azul cobalto. Como las aguas del mar en medio de una tempestad. Con hambre
Brönte d'Auxerre- Vampiro Clase Alta
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