AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El caos de la mente, la jovialidad del corazón [Edward J.]
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El caos de la mente, la jovialidad del corazón [Edward J.]
Las personas siempre me dicen que soy una loca, atrabancada, explotaba pero sobretodo que soy la alegría andante, sip, es verdad, de alguna forma en si. No recuerdo mucho a mi madre, pero lo que si recuerdo es la hermosa sonrisa que tenia, siempre sonreía llenando de calidez los corazones de los demás, mi padre dice que así es mi sonrisa, yo no lo creo o no lo se.
Con manzana a la mano y sonrisa en los labios, camino por el bosque, un poco mas haya de lo que acostumbro. Se supone que hoy vería a Thoumas, para una de sus "clases" pero a la mera hora no se a podido porque su hermano nos a interrumpido diciendo que se había metido en no se que cosa y lo necesitaba, menuda estafa, Matyas siempre hacia lo mismo, siempre interrumpe. Refunfuño mordiendo de nuevo la manzana, role los ojos. No solo era su hermano, también la bola de pesados de los míos, siempre de tras de mi espantandome a todos los hombres, si ya saben que no hay quien aguante a su hermana y todavía se me ponen necios. Refunfuñando me agache a recoger un poco de manzanilla y menta para llevarla a la caravana antes de morder por ultima vez mi manzana.
Continuo caminando, mucho mas lejos de lo que alguna vez haya ido, recuerdo que alguna vez mi madre dijo que era peligroso por los altos barrancos -Y si que son altos- exclamo mirando los altos riscos que detienen mis pasos. -¡Rubi! ¡Mujer, porque diablos vienes hasta aqui!- Me regaña mi hermano mayor Dorjan. Le miro, muerdo mis labios y encojo mis hombros -Lo siento hermano, yo...- soy interrumpida por un quejido, pido silencio con un dedo en los labios de mi hermano, hago señas y continuamos.
Lo que miramos nos deja aparte de asqueados y desconcertados, los recuerdos del pasado se hacen presentes. Hay un hombre, cubierto de sangre boca abajo, y su caballo, doy gracias a los dioses que me hayan regalado un estomago fuerte y no expulse toda mi comida. Corro en auxilio al hombre suspirando aliviada al sentir su débil pulso -Ayúdame- mi hermano me detiene negando -Ayúdame, no pienso dejarlo aquí- en mi mirada hay decisión, si él no me ayuda yo sola lo llevare de regreso.
Han pasado dos semanas desde que le encontré, limpio su rostro con la barba insipiente de días ¿Debería afeitarle? ¿Me pregunto de que color serán sus ojos? ¿Como sera su voz? ¿Qué es lo que le habrá pasado?. Recargando mi codo en mi rodilla que esta cruzada, apoyo mi mentón en la palma de mi mano. -¿Cuando me mostraras tu mirada?- pregunto al viento admirando sus rasgos. Es guapo, eso no puedo negarlo en verdad.
Con manzana a la mano y sonrisa en los labios, camino por el bosque, un poco mas haya de lo que acostumbro. Se supone que hoy vería a Thoumas, para una de sus "clases" pero a la mera hora no se a podido porque su hermano nos a interrumpido diciendo que se había metido en no se que cosa y lo necesitaba, menuda estafa, Matyas siempre hacia lo mismo, siempre interrumpe. Refunfuño mordiendo de nuevo la manzana, role los ojos. No solo era su hermano, también la bola de pesados de los míos, siempre de tras de mi espantandome a todos los hombres, si ya saben que no hay quien aguante a su hermana y todavía se me ponen necios. Refunfuñando me agache a recoger un poco de manzanilla y menta para llevarla a la caravana antes de morder por ultima vez mi manzana.
Continuo caminando, mucho mas lejos de lo que alguna vez haya ido, recuerdo que alguna vez mi madre dijo que era peligroso por los altos barrancos -Y si que son altos- exclamo mirando los altos riscos que detienen mis pasos. -¡Rubi! ¡Mujer, porque diablos vienes hasta aqui!- Me regaña mi hermano mayor Dorjan. Le miro, muerdo mis labios y encojo mis hombros -Lo siento hermano, yo...- soy interrumpida por un quejido, pido silencio con un dedo en los labios de mi hermano, hago señas y continuamos.
Lo que miramos nos deja aparte de asqueados y desconcertados, los recuerdos del pasado se hacen presentes. Hay un hombre, cubierto de sangre boca abajo, y su caballo, doy gracias a los dioses que me hayan regalado un estomago fuerte y no expulse toda mi comida. Corro en auxilio al hombre suspirando aliviada al sentir su débil pulso -Ayúdame- mi hermano me detiene negando -Ayúdame, no pienso dejarlo aquí- en mi mirada hay decisión, si él no me ayuda yo sola lo llevare de regreso.
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Han pasado dos semanas desde que le encontré, limpio su rostro con la barba insipiente de días ¿Debería afeitarle? ¿Me pregunto de que color serán sus ojos? ¿Como sera su voz? ¿Qué es lo que le habrá pasado?. Recargando mi codo en mi rodilla que esta cruzada, apoyo mi mentón en la palma de mi mano. -¿Cuando me mostraras tu mirada?- pregunto al viento admirando sus rasgos. Es guapo, eso no puedo negarlo en verdad.
Última edición por Rubí el Sáb Mayo 02, 2015 5:34 pm, editado 1 vez
Rubí- Gitano
- Mensajes : 37
Fecha de inscripción : 11/11/2014
Localización : En donde no me incumbe.
Re: El caos de la mente, la jovialidad del corazón [Edward J.]
La inconsciencia seria uno de los muchos problemas que Edward tendría que afrontar en su camino a su despertar, hacia el momento en que pueda abrir los ojos, pero su mano parecía estar inquieta sobre el tema de estar dormido un poco más, su mano quiso despertar antes que el resto de su cuerpo y lo siguiente que agarro fue el brazo delgado seguramente de alguna mujer. No dijo nada, no quiso decir demasiado, no quiso mucho más que simplemente estar mitad y mitad despierto.
- ¿uhm? –Murmura pensando en si despertar, miedo a abrirlos y encontrarse con algo que le hiciera sufrir, pero sentía la ansiedad de querer, de tener que despertarse, de tener que saber lo que pasaría si lo hiciera. Tenía miedo pero seguía sujeto al brazo del que no se separaba, pero entonces imágenes borrosas aparecieron ante sus retinas claras, observando telas de colorines, pensó que estaba en el infierno, pero escucho el cantar de los pájaros, observando lentamente al abrir los ojos, observando una muchacha a su lado, estaba sujeta a ella, al brazo de ella y le sujetaba el brazo sin su permiso. Sabía que se llamaba Edward. Sabía que estaba vivo, pero los recuerdos no llegaban a más - ¡¿Agh!? –Sorprendido por el repentino dolor de cabeza, se cayó de aquella cama de plumas en la que estaba, se tocó la cara, se vio en el reflejo del cristal una barba incipiente.
No decía nada por miedo a la desconocida. Se vio atado con vendas por su torso, habría estado herido y no recordaba nada de nada ¿Qué había pasado? Siguió observando alrededor de su eje y se fijó en la muchacha de cabello corto y rizado, de ojos llamativos y claros - ¿Esto es el cielo? –Pregunto por fin formulando una pregunta con la voz ronca y seca de no haber hablado en varias semanas, sintiéndose diferente a lo que ella estuviera pensando en este instante. Se retiró hacia una esquina de aquella tienda en la que se encontraba, la carpa estaba decorada con telas, espejos, adornos, y demás tipos de ropajes que serían de mujer, de la mujer que estaba ahí, mirándole - ¿O solo estoy en un limbo y mi cuerpo está en otra parte? –Estaba confuso. Sabía que esto era un bosque y que estaba dentro de una tienda, pero desconocía de dónde - ¿Quién es usted? ¿Es usted un ángel? ¿Me ha traído hasta aquí? –Rio asustado – No sabía que los ángeles fueran tan iguales a los humanos…-Seguía enterrado en aquella esquina, recluido - No me haga daño, por favor –Pidió inocentemente, sabiendo que no sabía en qué punto del mundo se encontraba ahora mismo.
- ¿uhm? –Murmura pensando en si despertar, miedo a abrirlos y encontrarse con algo que le hiciera sufrir, pero sentía la ansiedad de querer, de tener que despertarse, de tener que saber lo que pasaría si lo hiciera. Tenía miedo pero seguía sujeto al brazo del que no se separaba, pero entonces imágenes borrosas aparecieron ante sus retinas claras, observando telas de colorines, pensó que estaba en el infierno, pero escucho el cantar de los pájaros, observando lentamente al abrir los ojos, observando una muchacha a su lado, estaba sujeta a ella, al brazo de ella y le sujetaba el brazo sin su permiso. Sabía que se llamaba Edward. Sabía que estaba vivo, pero los recuerdos no llegaban a más - ¡¿Agh!? –Sorprendido por el repentino dolor de cabeza, se cayó de aquella cama de plumas en la que estaba, se tocó la cara, se vio en el reflejo del cristal una barba incipiente.
No decía nada por miedo a la desconocida. Se vio atado con vendas por su torso, habría estado herido y no recordaba nada de nada ¿Qué había pasado? Siguió observando alrededor de su eje y se fijó en la muchacha de cabello corto y rizado, de ojos llamativos y claros - ¿Esto es el cielo? –Pregunto por fin formulando una pregunta con la voz ronca y seca de no haber hablado en varias semanas, sintiéndose diferente a lo que ella estuviera pensando en este instante. Se retiró hacia una esquina de aquella tienda en la que se encontraba, la carpa estaba decorada con telas, espejos, adornos, y demás tipos de ropajes que serían de mujer, de la mujer que estaba ahí, mirándole - ¿O solo estoy en un limbo y mi cuerpo está en otra parte? –Estaba confuso. Sabía que esto era un bosque y que estaba dentro de una tienda, pero desconocía de dónde - ¿Quién es usted? ¿Es usted un ángel? ¿Me ha traído hasta aquí? –Rio asustado – No sabía que los ángeles fueran tan iguales a los humanos…-Seguía enterrado en aquella esquina, recluido - No me haga daño, por favor –Pidió inocentemente, sabiendo que no sabía en qué punto del mundo se encontraba ahora mismo.
Edward Jones- Cazador Clase Baja
- Mensajes : 33
Fecha de inscripción : 16/01/2014
Re: El caos de la mente, la jovialidad del corazón [Edward J.]
Al mirar a mis sobrinas jugar suelo preguntarme que es lo que estarán pensando o simplemente solo disfrutan el momento sin remordimiento alguno, asi bien suelo pensar lo mismo cuando miro a las demás personas, a cada una de ellas, sea uno de mis hermanos o una de mis alegres hermanas ¿Qué nos hace únicos y especiales? ¿Qué hay en el fondo de nuestra mente para provocar daño a alguien ajeno a nuestro ser? Al escuchar a mis guías mostrar los dones curativos y cuando hablan tan apasionadamente de la mente humana me imagino que no solo soy un insignificante grano de arena ante todas las personas que existen en este mundo, el ser que me representa, el que mira y sonríe todos los días es solo una pequeñísima parte del profundo abismo que ni yo misma conozco y soy.
Mi mirada curiosa va a dar justo a la mano que me sostiene la muñeca con fuerza, no la necesaria para lastimarme pero su la suficiente para sentirme incomoda por la acción. Abre lo ojo y parece no enfocar del todo. Guardo silencio pues no estoy acostumbrada a tratar con personas que no sean gitanas y él claramente no lo es aun así no me parece malo, claro que peligroso no me aventuraría a ser tan optimista.
–Espera, te vas a lasti.. – él continua moviéndose brusco –¿En el cielo? – mi corazón se agita por un momento temiendo que sea un inquisidor, el nerviosismo se apodera de mi. No, no so en necesario que lo sea, hay muchos crellentes en la iglesia y no por ello tiene que ser un soldado descorazonado a las ordenes de su “Santa madre iglesia” como le llaman. –Tranquilízate por favor. Estas a salvo mi nombre es Rubí y para nada soy un ángel – sonrió acercándome con las palmas de las manos mostrándose intentando que se calme –Mira, puedes comprobarlo, no soy ninguno de esos seres celestiales en los que creen – intento ayudar que se pare y se recueste nuevamente –Aun no estas del todo bien, te encuentras en la tienda de Oszcar, mi hermano ¿Tienes hambre, sed? ¿Te duele algo? – no me atrevo a tocarlo, no por el momento hasta que el este mas tranquilo y familiarizado, hasta ese omento pediré si le puedo revisar. Sin querer e usado es pequeño poder en mi ayudando a crear una atmosfera de tranquilidad y paz a ver si eso puede ayudar a que confié en mi.
Mi mirada curiosa va a dar justo a la mano que me sostiene la muñeca con fuerza, no la necesaria para lastimarme pero su la suficiente para sentirme incomoda por la acción. Abre lo ojo y parece no enfocar del todo. Guardo silencio pues no estoy acostumbrada a tratar con personas que no sean gitanas y él claramente no lo es aun así no me parece malo, claro que peligroso no me aventuraría a ser tan optimista.
–Espera, te vas a lasti.. – él continua moviéndose brusco –¿En el cielo? – mi corazón se agita por un momento temiendo que sea un inquisidor, el nerviosismo se apodera de mi. No, no so en necesario que lo sea, hay muchos crellentes en la iglesia y no por ello tiene que ser un soldado descorazonado a las ordenes de su “Santa madre iglesia” como le llaman. –Tranquilízate por favor. Estas a salvo mi nombre es Rubí y para nada soy un ángel – sonrió acercándome con las palmas de las manos mostrándose intentando que se calme –Mira, puedes comprobarlo, no soy ninguno de esos seres celestiales en los que creen – intento ayudar que se pare y se recueste nuevamente –Aun no estas del todo bien, te encuentras en la tienda de Oszcar, mi hermano ¿Tienes hambre, sed? ¿Te duele algo? – no me atrevo a tocarlo, no por el momento hasta que el este mas tranquilo y familiarizado, hasta ese omento pediré si le puedo revisar. Sin querer e usado es pequeño poder en mi ayudando a crear una atmosfera de tranquilidad y paz a ver si eso puede ayudar a que confié en mi.
Rubí- Gitano
- Mensajes : 37
Fecha de inscripción : 11/11/2014
Localización : En donde no me incumbe.
Re: El caos de la mente, la jovialidad del corazón [Edward J.]
Seguía estando en un mundo desconocido - ¿Quién eres? – Preguntó asustado, al parecer cuando intentaba pensar en que había pasado su cabeza entraba en un fuerte dolor de cabeza que hacía que le doliera incluso mucho más la cabeza. Su cuerpo se inclinaba dolorido hacia delante por el dolor de la cabeza, intento tumbarse, noto como en su torso los puntos estaban abriéndose, logró tumbarse y pudo ver que le sangraban de nuevo las heridas. Se puso la mano en la herida, cosa que no le importo pues sintió que la herida no era nada comparado con muchas que a lo mejor se habría hecho. Solo conseguía recordar unos cabellos pelirrojos y que huían de él y él mismo seguía esa pista como si le fuera la vida en ello.
Observo a la muchacha detenidamente. Era una joven, deteniéndose en la juventud eterna, si no era un ángel, sería una ninfa de los bosques la que estaba a su lado – Entonces, ¿Eres una ninfa? – Pregunto aún curioso. Decidió dejar las preguntas que podría ponerle en situación, en una situación algo incomoda y que quizás la joven no quería hablar mucho del tema. Sintió que estaba en manos de Dios. Recordó el nombre que le dijo, del lugar en el que estaba – Oszcar…-Dijo aún pensativo, recordando las palabras que dijo y sentía unas manos alrededor de su nueva herida abierta.
Estaba tan perdido en sus pensamientos que el dolor no era parte del momento. Estaba pensativo, quizás, estaba en el purgatorio antes de que decidieran que haría Dios con él o a lo mejor tenía mucha suerte y estaba aún vivo. Quizás una segunda oportunidad para poder vivir. ¿Quién era esa joven de cabellos rojos sin rostro? Cerró por unos instantes los ojos y una imagen le vino a la mente, la pelirroja contra una mesa de escritorio, él detrás, violándola sin piedad. Él le decía que la haría su esclava personal, que la obligaría a casarse con él y en ese instante, lo recordó todo. Aquella joven se llamaba Nyra, era inquisidora como él antaño lo fue.
Ahora lo recordó todo, todo lo que había planeado y lo que hizo para deshacerse del escocés. Como había planeado todo, como había llevado a Astoria hasta la muerte tras varias violaciones en una mohosa celda de una alejada torre de una prisión en Escocia, pero no era todo lo que había recordado. Estaba seguro que había más cosas que recordar y se le ocurrió en ese instante que era atendido jugar el mayor rol de su vida. Se haría pasar por el indefenso amnésico sobreviviente a una persecución con pocas probabilidades de vida pero que él mismo superó con creces.
Observo a la muchacha detenidamente. Era una joven, deteniéndose en la juventud eterna, si no era un ángel, sería una ninfa de los bosques la que estaba a su lado – Entonces, ¿Eres una ninfa? – Pregunto aún curioso. Decidió dejar las preguntas que podría ponerle en situación, en una situación algo incomoda y que quizás la joven no quería hablar mucho del tema. Sintió que estaba en manos de Dios. Recordó el nombre que le dijo, del lugar en el que estaba – Oszcar…-Dijo aún pensativo, recordando las palabras que dijo y sentía unas manos alrededor de su nueva herida abierta.
Estaba tan perdido en sus pensamientos que el dolor no era parte del momento. Estaba pensativo, quizás, estaba en el purgatorio antes de que decidieran que haría Dios con él o a lo mejor tenía mucha suerte y estaba aún vivo. Quizás una segunda oportunidad para poder vivir. ¿Quién era esa joven de cabellos rojos sin rostro? Cerró por unos instantes los ojos y una imagen le vino a la mente, la pelirroja contra una mesa de escritorio, él detrás, violándola sin piedad. Él le decía que la haría su esclava personal, que la obligaría a casarse con él y en ese instante, lo recordó todo. Aquella joven se llamaba Nyra, era inquisidora como él antaño lo fue.
Ahora lo recordó todo, todo lo que había planeado y lo que hizo para deshacerse del escocés. Como había planeado todo, como había llevado a Astoria hasta la muerte tras varias violaciones en una mohosa celda de una alejada torre de una prisión en Escocia, pero no era todo lo que había recordado. Estaba seguro que había más cosas que recordar y se le ocurrió en ese instante que era atendido jugar el mayor rol de su vida. Se haría pasar por el indefenso amnésico sobreviviente a una persecución con pocas probabilidades de vida pero que él mismo superó con creces.
Edward Jones- Cazador Clase Baja
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Fecha de inscripción : 16/01/2014
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