AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El Caos viste de guerra (privado)
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El Caos viste de guerra (privado)
Hacia un par de días que la mayor parte de los Cannif habían atravesado el portal con distintas motivaciones.
Mientras Niels buscaba dar con aquel hechicero que quería acabar con su vida antes de nacer.
Ubbe se embarcaba en la búsqueda de una reliquia que nos ayudaría a balancear la guerra a nuestro favor.
Como no, tras Ubbe, salto la impetuosa Synnove, incapaz de cortar el cordón umbilical que la unía a su mellizo y tras ella el hermano protector de Hakon obsesionado con cuidar de los dos.
Allí con cara de gilipollas se quedó Dritt que por ser un bastardo nunca parecía listo para ningun tipo de misión.
Dritt era uno de los mas hábiles guerreros con la espada, pero cara al norte solo era una mancha para el honor de Hoor, el bastardo que Valeria trajo de París tras su separación, así que siempre resultaba ninguneado.
Yo que me crie en el seno de esa familia, acogido desde que era un niño por el mismo Höor, siempre fui tratado con aprecio, mi vinculo se estrecho mas con Drizz que con los otros, quizás porque no era un Cannif y porque era con él con quien entrenaba y no con el resto de todos ellos.
Dos días después llegó una información relevante, no conocíamos la veracidad de esta, pero por lo visto había una orden milenaria que custodiaba la reliquia, quizás habíamos lanzado a los Cannif a la boca del lobo y la aparente angustia de la señora Adaline, mujer de Erlend y madre de los tres hermanos que saltaron a por ese arma mitológica era palpable.
Höor valoraba la idea de ser él mismo quien saltara la otro lado, pero eso era algo que dejaría muy mermadas nuestras tropas que se enfrentaban a muerte en una guerra sin tregua.
Perder a Erlend, Ulf u Hóor en estos momentos incitaría al rey a lanzar sus tropas contra los nuestros, así que era algo que no nos podíamos permitir.
Dritt llegó con el semblante serio aquel día al entrenamiento, su cara lo decía todo, lo conocía, luchaba con fiereza como una bestia acorralada, el acero mordía con fuerza rugiendo esgrimido al viento y difícil me resultaba seguir el ritmo de un caballo desbocado que arrastraba demasiado.
-¿que cojones te pasa Dritt? -pregunté apretando los dientes mientras le daba una patada en el pecho para marcar distancia entre nuestros aceros.
Ambos jadeábamos uno frente a otro, fue entonces cuando volvió a pegarse a mi, el acero alzado, mi espada interpuesta y entonces me contó aquello que pensaba hacer.
Cruzar el portal como sus primos, el problema que Valeska nunca se lo abriría, necesitábamos otro con poder para hacerlo, nuestra mirada se desvió hacia Brökk.
-Es nuestro hombre -aseguré mirando a Dritt con picardia.
Acabado el entrenamiento rodeé el cuello mítico hijo de Ulf tirando de él hacia una de las esquinas.
Dritt al otro lado cerraba la marcha mientras ambos fingíamos entre risas una animada conversacion para no despertar la atención de nadie de los allí presentes.
-Brökk, sabes que tras saltar los Cannif, se ha descubierto que una orden secreta custodia el objeto, hemos pensado acudir en ayuda de los nuestros para conseguir esa reliquia que terminara con la guerra que asola el norte.
Te necesitamos para abrir el portal y después para volver a nuestro tiempo ¿te apuntas? -le pregunté sin darle muchas opciones a negarse.
Mientras Niels buscaba dar con aquel hechicero que quería acabar con su vida antes de nacer.
Ubbe se embarcaba en la búsqueda de una reliquia que nos ayudaría a balancear la guerra a nuestro favor.
Como no, tras Ubbe, salto la impetuosa Synnove, incapaz de cortar el cordón umbilical que la unía a su mellizo y tras ella el hermano protector de Hakon obsesionado con cuidar de los dos.
Allí con cara de gilipollas se quedó Dritt que por ser un bastardo nunca parecía listo para ningun tipo de misión.
Dritt era uno de los mas hábiles guerreros con la espada, pero cara al norte solo era una mancha para el honor de Hoor, el bastardo que Valeria trajo de París tras su separación, así que siempre resultaba ninguneado.
Yo que me crie en el seno de esa familia, acogido desde que era un niño por el mismo Höor, siempre fui tratado con aprecio, mi vinculo se estrecho mas con Drizz que con los otros, quizás porque no era un Cannif y porque era con él con quien entrenaba y no con el resto de todos ellos.
Dos días después llegó una información relevante, no conocíamos la veracidad de esta, pero por lo visto había una orden milenaria que custodiaba la reliquia, quizás habíamos lanzado a los Cannif a la boca del lobo y la aparente angustia de la señora Adaline, mujer de Erlend y madre de los tres hermanos que saltaron a por ese arma mitológica era palpable.
Höor valoraba la idea de ser él mismo quien saltara la otro lado, pero eso era algo que dejaría muy mermadas nuestras tropas que se enfrentaban a muerte en una guerra sin tregua.
Perder a Erlend, Ulf u Hóor en estos momentos incitaría al rey a lanzar sus tropas contra los nuestros, así que era algo que no nos podíamos permitir.
Dritt llegó con el semblante serio aquel día al entrenamiento, su cara lo decía todo, lo conocía, luchaba con fiereza como una bestia acorralada, el acero mordía con fuerza rugiendo esgrimido al viento y difícil me resultaba seguir el ritmo de un caballo desbocado que arrastraba demasiado.
-¿que cojones te pasa Dritt? -pregunté apretando los dientes mientras le daba una patada en el pecho para marcar distancia entre nuestros aceros.
Ambos jadeábamos uno frente a otro, fue entonces cuando volvió a pegarse a mi, el acero alzado, mi espada interpuesta y entonces me contó aquello que pensaba hacer.
Cruzar el portal como sus primos, el problema que Valeska nunca se lo abriría, necesitábamos otro con poder para hacerlo, nuestra mirada se desvió hacia Brökk.
-Es nuestro hombre -aseguré mirando a Dritt con picardia.
Acabado el entrenamiento rodeé el cuello mítico hijo de Ulf tirando de él hacia una de las esquinas.
Dritt al otro lado cerraba la marcha mientras ambos fingíamos entre risas una animada conversacion para no despertar la atención de nadie de los allí presentes.
-Brökk, sabes que tras saltar los Cannif, se ha descubierto que una orden secreta custodia el objeto, hemos pensado acudir en ayuda de los nuestros para conseguir esa reliquia que terminara con la guerra que asola el norte.
Te necesitamos para abrir el portal y después para volver a nuestro tiempo ¿te apuntas? -le pregunté sin darle muchas opciones a negarse.
Orn Cannif- Humano Clase Media
- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 11/07/2017
Re: El Caos viste de guerra (privado)
El hijo del general Ulf solía entrenar con todo aquel que quisiera hacerlo, sus padres le habían enseñado a no despreciar a nadie por su condición o sangre, pues él mismo portaba en su interior una mezcla complicada. Así que se llevaba tan bien con Dritt y Orn como con los Cannif. Pero cierto era que pasaba más tiempo con los dos primeros, ya que en su compañía se sentía más a gusto, eran hombres duros del norte, versados en el combate y con muchas ganas de demostrar su valía. Los tres solían citarse en el patio de armas y bailar con los aceros en una danza de muerte, para luego compartir unas cervezas o hidromieles.
Cuando Orn le pasó el brazo por el cuello le contestó con un codazo y media sonrisa.
— ¿no te fue bien anoche con Dagmar que vienes buscando el roce? suéltame!! no quiero que me restriegues tu olor, o mi padre creerá que me he desviado, joder.
Sólo con la gente con la que tenía confianza era capaz de hacer bromas y reirse a carcajadas, porque de normal era serio y taciturno como su madre. Su padre solía tener salidas muy graciosas continuamente, desde siempre había hecho reir a la bruja, conseguir que ésta también hiciera bromas y llevar la alegría a su casa. Ser un hechicero oscuro asaltado por las visiones contínuamente, agriaba el carácter a cualquiera, pero gracias a Ulf se compensaba.
Agarró el brazo de Dritt a modo a saludo, e impactó el hombro contra el del bastardo. Sobre él recaía también una gran responsabilidad, una necesidad insidiosa de demostrar que era tan bueno como cualquiera de los Cannif a pesar de las circinstancias en las que nació. Se identificaba con él en parte, pues uno no elige cómo nacer, sólo podían resignarse a cumplir los designios heredados. Con ellos a su lado, Brökk no temía nada en el combate, sabía que los tres luchaban como una maquinaría perfecta y engrasada, se entendían bien y jamás abandonaban.
Envainó la espada que portaba en la mano, estaba practicando contra el estafermo de la herrería, la había llevado a refojar y afilar. Escuchó la proposición de Orn y frunciço el ceño regresando a su gesto serio. Abrir un portal entre el esapcio y el tiempo era algo reservado a los hechiceros como Valeska, que pudieran tener ese poder. Él no lo tenía, pero si que contaba con la protección directa de Loki, el dios norteño del caos para quien nada era imposible. Pero pedirle favores a Loki no estaba exento de pagar un precio y no sabía cual podría ser.
— tendré que pedírselo a Loki y... ya sabéis que nunca es gratis. No sé lo que me pedirá esta vez. ¿Es realmente necesario?.— observó el gesto de Orn y comprendió que sí, que no tenían más opción que ir porque de lo contrario sería su padre el que buscaría la forma de atravesar esa realidad, y no quería que lo hiciera. Bastantes gestas había soportado ya, y su madre no se merecía quedarse viuda después de todo el esfuerzo que habían hecho siempre por mantenerlos a todos unidos, sanos y salvos.— necesito entrar en trance, acompañadme.
Al igual que su madre, para acceder al plano espiritual para hablar con los dioses, necesitaba entrar en trance, y para ello nada mejor que el Sazerac, la bebida de los brujos vudú. Se adentraron en una de las salas de la guardia que no se usaban y allí sacó un pequeño pejello relleno de whisky, absenta, limón y una bebida amarga. Lo vació de dos tragos y esperó el efecto mientras debatían qué hacer cuando cruzasen el portal. Le sobrevino la visión al rato y sus ojos quedaron en blanco mientras accedía al terreno de las brumas, que al disiparse le mostraron el Bifröst, el puente que unía Midgard (la tierra de los hombres) con Asgard. Caminó por él, sin que Heimdall se lo impidiese, hasta llegar a donde Loki solía estar sentado, vigilante y maquinando. Hincó la rodilla en el suelo y saludó a su dios como era debido.
— ¿Qué te trae por aquí esta vez, Brökk?
— mi señor, necesito atravesar un portal de tiempo para recuperar una reliquia sagrada que nos ayudará en la guerra.— Loki sonrió de medio lado, le encantaba enredar las cosas y de inmediato se percató de que aquella acción lejos de acabar con la guerra, derivaría en más complicaciones de las que luego podría sacar partido.
— De acuerdo.
— ¿Qué deseáis que haga?
— no siempre todo tiene un precio, Brökk, esta vez te concederé el favor sin más, el portal se encuentra en mi templo, tras la piedra de Snaptrun, habla conmigo cuando queráis regresar.
— gracias, mi señor.
Se levantó y se dirigió al puente otra vez. Eso era nuevo, las cosas siempre tienen un precio y Loki no lo había querido cobrar... le olía a chamusquina, pero ¿quién era él para contradecirlo? Salió del trance algo mareado y sus amigos lo miraron inquisitivos.
— vamos al templo de Loki, tras la piedra está el portal.
Cuando Orn le pasó el brazo por el cuello le contestó con un codazo y media sonrisa.
— ¿no te fue bien anoche con Dagmar que vienes buscando el roce? suéltame!! no quiero que me restriegues tu olor, o mi padre creerá que me he desviado, joder.
Sólo con la gente con la que tenía confianza era capaz de hacer bromas y reirse a carcajadas, porque de normal era serio y taciturno como su madre. Su padre solía tener salidas muy graciosas continuamente, desde siempre había hecho reir a la bruja, conseguir que ésta también hiciera bromas y llevar la alegría a su casa. Ser un hechicero oscuro asaltado por las visiones contínuamente, agriaba el carácter a cualquiera, pero gracias a Ulf se compensaba.
Agarró el brazo de Dritt a modo a saludo, e impactó el hombro contra el del bastardo. Sobre él recaía también una gran responsabilidad, una necesidad insidiosa de demostrar que era tan bueno como cualquiera de los Cannif a pesar de las circinstancias en las que nació. Se identificaba con él en parte, pues uno no elige cómo nacer, sólo podían resignarse a cumplir los designios heredados. Con ellos a su lado, Brökk no temía nada en el combate, sabía que los tres luchaban como una maquinaría perfecta y engrasada, se entendían bien y jamás abandonaban.
Envainó la espada que portaba en la mano, estaba practicando contra el estafermo de la herrería, la había llevado a refojar y afilar. Escuchó la proposición de Orn y frunciço el ceño regresando a su gesto serio. Abrir un portal entre el esapcio y el tiempo era algo reservado a los hechiceros como Valeska, que pudieran tener ese poder. Él no lo tenía, pero si que contaba con la protección directa de Loki, el dios norteño del caos para quien nada era imposible. Pero pedirle favores a Loki no estaba exento de pagar un precio y no sabía cual podría ser.
— tendré que pedírselo a Loki y... ya sabéis que nunca es gratis. No sé lo que me pedirá esta vez. ¿Es realmente necesario?.— observó el gesto de Orn y comprendió que sí, que no tenían más opción que ir porque de lo contrario sería su padre el que buscaría la forma de atravesar esa realidad, y no quería que lo hiciera. Bastantes gestas había soportado ya, y su madre no se merecía quedarse viuda después de todo el esfuerzo que habían hecho siempre por mantenerlos a todos unidos, sanos y salvos.— necesito entrar en trance, acompañadme.
Al igual que su madre, para acceder al plano espiritual para hablar con los dioses, necesitaba entrar en trance, y para ello nada mejor que el Sazerac, la bebida de los brujos vudú. Se adentraron en una de las salas de la guardia que no se usaban y allí sacó un pequeño pejello relleno de whisky, absenta, limón y una bebida amarga. Lo vació de dos tragos y esperó el efecto mientras debatían qué hacer cuando cruzasen el portal. Le sobrevino la visión al rato y sus ojos quedaron en blanco mientras accedía al terreno de las brumas, que al disiparse le mostraron el Bifröst, el puente que unía Midgard (la tierra de los hombres) con Asgard. Caminó por él, sin que Heimdall se lo impidiese, hasta llegar a donde Loki solía estar sentado, vigilante y maquinando. Hincó la rodilla en el suelo y saludó a su dios como era debido.
— ¿Qué te trae por aquí esta vez, Brökk?
— mi señor, necesito atravesar un portal de tiempo para recuperar una reliquia sagrada que nos ayudará en la guerra.— Loki sonrió de medio lado, le encantaba enredar las cosas y de inmediato se percató de que aquella acción lejos de acabar con la guerra, derivaría en más complicaciones de las que luego podría sacar partido.
— De acuerdo.
— ¿Qué deseáis que haga?
— no siempre todo tiene un precio, Brökk, esta vez te concederé el favor sin más, el portal se encuentra en mi templo, tras la piedra de Snaptrun, habla conmigo cuando queráis regresar.
— gracias, mi señor.
Se levantó y se dirigió al puente otra vez. Eso era nuevo, las cosas siempre tienen un precio y Loki no lo había querido cobrar... le olía a chamusquina, pero ¿quién era él para contradecirlo? Salió del trance algo mareado y sus amigos lo miraron inquisitivos.
— vamos al templo de Loki, tras la piedra está el portal.
Última edición por Brökk Tollak el Vie Jul 14, 2017 5:48 pm, editado 1 vez
Brökk Tollak- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 117
Fecha de inscripción : 13/07/2017
Localización : París-Bergen-Nueva Orleans
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El Caos viste de guerra (privado)
Me reí a carcajadas al escuchar como Brökk trataba de zafarse del agarre de Orn que ahora le apretaba con la mano las nalgas alegando que él tenia mejor culo que Dagmar.
El capricho de los dioses tiró de mi brazo para que nuestros codos impactaran, enarqué una ceja, sin duda la estampa tenia que ser mítica.
-Parecemos tres marujas bailando el cumbaya, ¡por Odin Bröok, que tu ya tienes el favor de los dioses, pero aquí uno tiene aun que ganárselo! -alegué en mi defensa dándoles a esos dos un empujón para que al menos conmigo corriera el aire.
Brökk era el hijo del general de Höor, desde antes de nacer su espíritu estuvo ligado férreamente a los dioses, era temido por muchos, admirado por la mayoría y odiado por otros tantos, supongo que era difícil que lloviera a gusto de todos.
Brökk se llevaba muy bien con mis hermanos, supongo que porque era tan venerado en el norte como cualquiera que llevara la sangre Cannif corriendo por sus venas.
Orn y yo estábamos mas en el grupo de los marginados, yo por ser un bastardo fruto de una violación, la mancha que Höor tuvo que cargar a sus espaldas y Orn, el campesino al que “padre le dio una oportunidad para forjarse de acero y no de mierda de cerdo.
Fuera como fuere, los tres solíamos entrenar juntos en el patio de armas, allí todos eramos iguale, nuestra sangre era roja y cuando la carne se desquebrajaba mordida por el acero bañaba los cambios de igual modo, fuere cual fuere, el apellido que tras el nombre ostentaras.
Brökk se hizo el interesante bajo nuestra petición, al parecer le supondría el gran esfuerzo de pillar un colocon e ir a hablar con Loquí, su dios.
-Y ya que vas le puedes pedir para mi la valquiria que este mas buena -alegué con una sonrisa dando por echo que ira a ver a Loqui porque pocas veces Brökk se negaba a nuestros planes suicidas y descabellados.
Orn le daba unas palmadas en el vientre mientras caminábamos entre risas hacia una sala que la guardia no solía utilizar, no así nosotros, pues de vez en cuando bebíamos ahí y teníamos algún que otro encuentro con “amigas” de fácil acceso.
Brökk saco un pellejo de whisky con otras sustancias, se acomodó en uno de los mullidos sofás dando un trago, después otro, hasta que su cuerpo cedió por completo.
Ahora venia el espectáculo, convulsionaba, se quedaba rígido y los ojos se volvían blancos como la nieve.
Mientras nuestro amigo se iba de viaje a Asgard saqué algo de beleño negro que espolvoreé en las jarras que trajo Orn.
Frías y espesas se diluyeron en nuestra garganta arrastrando todos los pesares del día, así como llevándonos a un estado de euforia.
Me relamí los labios apurando su espuma mientras Orn me contaba una historia sobre un herrero ciego que al parecer había sido secuestrado por el rey en una aldea lejana.
Ese tipo cada vez estaba mas loco, oráculos y ahora pobres hombres tullidos...
Orn mantenía relación con su familia de forma continuada, así que, se enteraba de muchos de los sucesos que en tierras lejanas acontecían y que pocas veces llegaban a oídos de los que en el castillo vivíamos, a no ser que los mismos campesinos acortaran distancia para solicitar la ayuda de las tropas.
Al rato volvió Brökk de su viaje al paraíso, no pudimos evitar echarnos a reír, no solo por la cara de ido que tenia después del trance, si no porque nosotros ya habíamos bebido esperándolo bastante.
-¿como son las valquirias? ¿van desnudas? -preguntó Orn sin poder parar de reírse a carcajada limpia.
Bröok mas serio para estas cosas nos indicó el camino a tomar para cruzar el espacio temporal.
Le di un codazo a Orn para que se comportara y emprendimos camino hacia el templo de Loqui, si tenia razón Brökk, allí encontraríamos el modo de cruzar al otro lado.
Cuando padre se enterara ya nada podrían hacer por evitarlo, así que, impaciente llevé mi mano al mandoble que sobresalía de mi espalda asegurándome en un acto reflejo de llevarlo conmigo.
El capricho de los dioses tiró de mi brazo para que nuestros codos impactaran, enarqué una ceja, sin duda la estampa tenia que ser mítica.
-Parecemos tres marujas bailando el cumbaya, ¡por Odin Bröok, que tu ya tienes el favor de los dioses, pero aquí uno tiene aun que ganárselo! -alegué en mi defensa dándoles a esos dos un empujón para que al menos conmigo corriera el aire.
Brökk era el hijo del general de Höor, desde antes de nacer su espíritu estuvo ligado férreamente a los dioses, era temido por muchos, admirado por la mayoría y odiado por otros tantos, supongo que era difícil que lloviera a gusto de todos.
Brökk se llevaba muy bien con mis hermanos, supongo que porque era tan venerado en el norte como cualquiera que llevara la sangre Cannif corriendo por sus venas.
Orn y yo estábamos mas en el grupo de los marginados, yo por ser un bastardo fruto de una violación, la mancha que Höor tuvo que cargar a sus espaldas y Orn, el campesino al que “padre le dio una oportunidad para forjarse de acero y no de mierda de cerdo.
Fuera como fuere, los tres solíamos entrenar juntos en el patio de armas, allí todos eramos iguale, nuestra sangre era roja y cuando la carne se desquebrajaba mordida por el acero bañaba los cambios de igual modo, fuere cual fuere, el apellido que tras el nombre ostentaras.
Brökk se hizo el interesante bajo nuestra petición, al parecer le supondría el gran esfuerzo de pillar un colocon e ir a hablar con Loquí, su dios.
-Y ya que vas le puedes pedir para mi la valquiria que este mas buena -alegué con una sonrisa dando por echo que ira a ver a Loqui porque pocas veces Brökk se negaba a nuestros planes suicidas y descabellados.
Orn le daba unas palmadas en el vientre mientras caminábamos entre risas hacia una sala que la guardia no solía utilizar, no así nosotros, pues de vez en cuando bebíamos ahí y teníamos algún que otro encuentro con “amigas” de fácil acceso.
Brökk saco un pellejo de whisky con otras sustancias, se acomodó en uno de los mullidos sofás dando un trago, después otro, hasta que su cuerpo cedió por completo.
Ahora venia el espectáculo, convulsionaba, se quedaba rígido y los ojos se volvían blancos como la nieve.
Mientras nuestro amigo se iba de viaje a Asgard saqué algo de beleño negro que espolvoreé en las jarras que trajo Orn.
Frías y espesas se diluyeron en nuestra garganta arrastrando todos los pesares del día, así como llevándonos a un estado de euforia.
Me relamí los labios apurando su espuma mientras Orn me contaba una historia sobre un herrero ciego que al parecer había sido secuestrado por el rey en una aldea lejana.
Ese tipo cada vez estaba mas loco, oráculos y ahora pobres hombres tullidos...
Orn mantenía relación con su familia de forma continuada, así que, se enteraba de muchos de los sucesos que en tierras lejanas acontecían y que pocas veces llegaban a oídos de los que en el castillo vivíamos, a no ser que los mismos campesinos acortaran distancia para solicitar la ayuda de las tropas.
Al rato volvió Brökk de su viaje al paraíso, no pudimos evitar echarnos a reír, no solo por la cara de ido que tenia después del trance, si no porque nosotros ya habíamos bebido esperándolo bastante.
-¿como son las valquirias? ¿van desnudas? -preguntó Orn sin poder parar de reírse a carcajada limpia.
Bröok mas serio para estas cosas nos indicó el camino a tomar para cruzar el espacio temporal.
Le di un codazo a Orn para que se comportara y emprendimos camino hacia el templo de Loqui, si tenia razón Brökk, allí encontraríamos el modo de cruzar al otro lado.
Cuando padre se enterara ya nada podrían hacer por evitarlo, así que, impaciente llevé mi mano al mandoble que sobresalía de mi espalda asegurándome en un acto reflejo de llevarlo conmigo.
Drittsekk- Humano Clase Alta
- Mensajes : 151
Fecha de inscripción : 06/07/2017
Re: El Caos viste de guerra (privado)
Hacía días, Dritt no estaba como siempre. Más pensativo que de costumbre, más distante y eso solo significaba que cometería una nueva locura. La señora me pedía en completo secreto que lo cuidase a mi modo, le llevase por buen camino… o al menos que sus pasos no se desviasen del sendero que debía seguir.
Valeria Cannif, asomada a una de las ventanas de su alcoba, observaba la actividad fuera de aquellas cuatro paredes. Al oírme entrar , sonrió de forma leve, sabía que era de su máxima confianza y era lo mismo por mi parte, esa mujer sería para mí como una madre pues le debía mi vida. Le dediqué una reverencia a lo que respondió negando con la cabeza, con ella sabía no tenía porqué ser como otra criada pero era la señora y ya de por sí me saltaba el protocolo con su hijo Drittsekk.
-Sol, ya sabes porqué te mandé a llamar. -asentí, lo sabía pero prefería que ella me lo afirmase, no quería dar un paso en falso o dar las cosas por hecho -Por mucho que lo nieguen ambos, tú y yo sabemos que se parecen más de lo que creen. Sé que anda tras algo, cuando es sigiloso como una pantera y más callado de lo habitual… -entorné los ojos porque me había dado cuenta también, ese hombre siempre igual -Sí, señora. Vigilaré sus pasos pero… es escurridizo como un trozo de mantequilla entre las manos. Le pierdo la pista, no corro tan deprisa como él y… el señor Orn sabe algo, siempre van juntos. Sé que se preocupa por él , sabe de lo que es capaz…y ¡vale! lo siento, guardo silencio pero es que su hijo es una fiera indomable que me saca de mis casillas -pese a mis palabras, sonreí dejando escapar una risa, la señora se unió y se acercó a mí para acariciar una de mis mejillas con dos de sus dedos -Sé que estás en buenas manos, eres lo más parecido a la conciencia… que en determinados momentos parece ser que carece. Eres su sol. -me sonrojé visiblemente y acepté…perdí mis pasos a lo largo del pasillo.
*___*
Había anochecido hacía ya varias horas. Detrás de los pasos de ambos hombres, tal como le prometí a la señora. Para mí no era fácil, presenciaría cosas que no deseaba pero eso debía darme igual. Los seguí, oculta bajo mi capucha oscura. Mis ojos , no se apartaban de Dritt, cuando salía y Orn estaba cerca… era lo más parecido a él mismo cuando estaba conmigo. Sonreí ligeramente, sonrisa que se congeló cuando nombró a las valquirias.lo oí desde mi posición... Seguiría sus pasos, entre las sombras…ese era mi papel.
Valeria Cannif, asomada a una de las ventanas de su alcoba, observaba la actividad fuera de aquellas cuatro paredes. Al oírme entrar , sonrió de forma leve, sabía que era de su máxima confianza y era lo mismo por mi parte, esa mujer sería para mí como una madre pues le debía mi vida. Le dediqué una reverencia a lo que respondió negando con la cabeza, con ella sabía no tenía porqué ser como otra criada pero era la señora y ya de por sí me saltaba el protocolo con su hijo Drittsekk.
-Sol, ya sabes porqué te mandé a llamar. -asentí, lo sabía pero prefería que ella me lo afirmase, no quería dar un paso en falso o dar las cosas por hecho -Por mucho que lo nieguen ambos, tú y yo sabemos que se parecen más de lo que creen. Sé que anda tras algo, cuando es sigiloso como una pantera y más callado de lo habitual… -entorné los ojos porque me había dado cuenta también, ese hombre siempre igual -Sí, señora. Vigilaré sus pasos pero… es escurridizo como un trozo de mantequilla entre las manos. Le pierdo la pista, no corro tan deprisa como él y… el señor Orn sabe algo, siempre van juntos. Sé que se preocupa por él , sabe de lo que es capaz…y ¡vale! lo siento, guardo silencio pero es que su hijo es una fiera indomable que me saca de mis casillas -pese a mis palabras, sonreí dejando escapar una risa, la señora se unió y se acercó a mí para acariciar una de mis mejillas con dos de sus dedos -Sé que estás en buenas manos, eres lo más parecido a la conciencia… que en determinados momentos parece ser que carece. Eres su sol. -me sonrojé visiblemente y acepté…perdí mis pasos a lo largo del pasillo.
*___*
Había anochecido hacía ya varias horas. Detrás de los pasos de ambos hombres, tal como le prometí a la señora. Para mí no era fácil, presenciaría cosas que no deseaba pero eso debía darme igual. Los seguí, oculta bajo mi capucha oscura. Mis ojos , no se apartaban de Dritt, cuando salía y Orn estaba cerca… era lo más parecido a él mismo cuando estaba conmigo. Sonreí ligeramente, sonrisa que se congeló cuando nombró a las valquirias.lo oí desde mi posición... Seguiría sus pasos, entre las sombras…ese era mi papel.
Soleil- Humano Clase Media
- Mensajes : 123
Fecha de inscripción : 05/07/2017
Re: El Caos viste de guerra (privado)
Como era costumbre, todos los domingos de cada semana, Chrystal llegó a la biblioteca con una pila de libros tambaleándose entre sus brazos. Si bien era evidente que el edificio no era el sitio más concurrido o popular de la capital, se encontraba más solitario de lo usual, pero a ella no le causo impresión. Quién querría pasar un radiante día como aquel sumergido entre letras y silencio cuando París tenía mucho más que ofrecer. Al parecer era la única que realmente lo disfrutaba incluso aunque, desde un par de meses atrás, sus visitas a la biblioteca tenían una intención mayor al propio placer de la lectura.
Todo el mundo tenía alguna ocupación, familia o necesidad a las cual dedicar su tiempo, todos menos ella. La quietud de su propia vida era tal que, incluso había dejado de sentir su propia magia. Al tomar la identidad de Kattrina, la joven hechicera se había hecho a la idea de que su rutina daría un giro trascendental, sin embargo, fue una sorpresa cuando tuvo que adaptarse a una situación inversa a sus expectativas. Ser acogida por un miembro influyente dentro de la orden no implicaba tener voz, voto o siquiera relación con aquella misteriosa organización. Conocía que el único motivo por el que le conservaban era en honor a la memoria de los Vinter pero la verdad ni siquiera hacia parte de aquella estirpe.
Lo único que debía aportar como Kattrina era su mera presencia, más allá de sonreír, acudir a alguno que otro evento y obedecer las órdenes que se le dieran, su labor era inexistente e irrelevante. De la orden más bien conocía poco, pero estaba segura de que era más que un título y un emblema y si quería hacerse un buen lugar, al menos para develar los secretos que resguardaban los miembros de la institución y el enigma de la muerte de la familia de cuyo apellido se había apoderado, debía hacer más que sentarse todo el día a rebuscar en los libros de historia; sin embargo, hasta el momento no se le había presentado una buena oportunidad.
Cansada del trayecto y del peso de los libros adormeciéndole las extremidades, Chrystal se acercó al mesón de recepción y dejó caer con cuidado todos los ejemplares que le habían sido prestados. El bibliotecario le observaba con divertida desaprobación. Llevaba cuatro años yendo a la biblioteca constantemente, por supuesto los empleados le conocían y viceversa, pero de todos ellos, Malachai era el único que le permitía sacar más libros de los reglamentados.
— Sabes que no puedes sacar tantos libros — declaró él con media sonrisa y una sutil negativa moviendo su cabeza.
— ¿Podrías hacer una última excepción?
La hechicera sonrió ampliamente tratando de ganar su favor, pero el hombre no le prestó atención, estaba bastante ocupado revisando los libros que ella le había entregado.
— Será la última vez, Kattrina — indicó sin mucha emoción
Chrystal se encontraba a punto de replicar cuando la puerta de ingreso se abrió con fuerza de par en par, turbando la parsimonia del lugar. Un grupo de estrepitosos e intimidantes sujetos ingresaban al silencioso recinto. Curiosa, la hechicera les dio un breve vistazo y luego volvió su atención a Malachai, quien parecía no prestar atención a lo que ocurría. Ella lo miró inquisitiva esperando alguna reacción, pero nada pasó.
Sabía que el bibliotecario huía a los problemas como si fueran la peste negra, así que no insistió y, resignada, se adentró hacia los estantes, limitándose a retomar la intención con la que había llegado: encontrar información.
Todo el mundo tenía alguna ocupación, familia o necesidad a las cual dedicar su tiempo, todos menos ella. La quietud de su propia vida era tal que, incluso había dejado de sentir su propia magia. Al tomar la identidad de Kattrina, la joven hechicera se había hecho a la idea de que su rutina daría un giro trascendental, sin embargo, fue una sorpresa cuando tuvo que adaptarse a una situación inversa a sus expectativas. Ser acogida por un miembro influyente dentro de la orden no implicaba tener voz, voto o siquiera relación con aquella misteriosa organización. Conocía que el único motivo por el que le conservaban era en honor a la memoria de los Vinter pero la verdad ni siquiera hacia parte de aquella estirpe.
Lo único que debía aportar como Kattrina era su mera presencia, más allá de sonreír, acudir a alguno que otro evento y obedecer las órdenes que se le dieran, su labor era inexistente e irrelevante. De la orden más bien conocía poco, pero estaba segura de que era más que un título y un emblema y si quería hacerse un buen lugar, al menos para develar los secretos que resguardaban los miembros de la institución y el enigma de la muerte de la familia de cuyo apellido se había apoderado, debía hacer más que sentarse todo el día a rebuscar en los libros de historia; sin embargo, hasta el momento no se le había presentado una buena oportunidad.
Cansada del trayecto y del peso de los libros adormeciéndole las extremidades, Chrystal se acercó al mesón de recepción y dejó caer con cuidado todos los ejemplares que le habían sido prestados. El bibliotecario le observaba con divertida desaprobación. Llevaba cuatro años yendo a la biblioteca constantemente, por supuesto los empleados le conocían y viceversa, pero de todos ellos, Malachai era el único que le permitía sacar más libros de los reglamentados.
— Sabes que no puedes sacar tantos libros — declaró él con media sonrisa y una sutil negativa moviendo su cabeza.
— ¿Podrías hacer una última excepción?
La hechicera sonrió ampliamente tratando de ganar su favor, pero el hombre no le prestó atención, estaba bastante ocupado revisando los libros que ella le había entregado.
— Será la última vez, Kattrina — indicó sin mucha emoción
Chrystal se encontraba a punto de replicar cuando la puerta de ingreso se abrió con fuerza de par en par, turbando la parsimonia del lugar. Un grupo de estrepitosos e intimidantes sujetos ingresaban al silencioso recinto. Curiosa, la hechicera les dio un breve vistazo y luego volvió su atención a Malachai, quien parecía no prestar atención a lo que ocurría. Ella lo miró inquisitiva esperando alguna reacción, pero nada pasó.
Sabía que el bibliotecario huía a los problemas como si fueran la peste negra, así que no insistió y, resignada, se adentró hacia los estantes, limitándose a retomar la intención con la que había llegado: encontrar información.
Kattrina Vinter- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 42
Fecha de inscripción : 06/07/2017
Re: El Caos viste de guerra (privado)
Tenia que admitir que ese Brökk sabia montárselo, no solo tenia pase directo por el puente custodiado por Heimdall, si no que ademas se pegaba unos colocones de la hostia para ir a hablar con los dioses.
Sin duda la vida era muy injusta, unos nacían con estrella, como el hijo del mítico general Ulf y la bruja vudú que se había hecho un hueco entre los norteños con el manejo de sus oscuras artes y otros nacíamos estrellados, como era le caso de Dritt y yo.
Mientras este se iba a ver Valquirias de grandes tetas, nosotros nos quedamos bebiendo un par de jarras de cerveza negra con algo de beleño para animar el momento.
Reíamos burlándonos del rey del norte y la consecución de estupideces que hacia mientras el alcohol iba calentando nuestros cuerpos, aunque a decir verdad, prefería una vikinga para eso en estos momentos.
El regreso de Brökk del otro lado nos trajo las respuestas que necesitábamos, al niño mimado de los dioses le habían concedido un pase en primera hacia el remoto pasado donde los Cannif ya habían viajado.
-Pues que esperamos -susurré terminando mi jarra golpeando con el culo la mesa de madera al dejarla.
Los tres emprendimos camino hacia el templo de Loqui, al parecer ahí encontraríamos según decía Brökk el pase al otro lado.
-Oye Brökk ¿cuéntanos como son esos viajes? ¿te llevan las valquirias? -pregunté dibujando con mis manos sus cuerpos curvilíneos mientras Dritt se reía a carcajadas negando con la cabeza -va, ni que tu no te preguntes lo mismo -aseguré dándole un codazo.
No nos costó demasiado colarnos gracias a Tollak en el templo de su dios, con decir que iba a entregarle una ofrenda, tenia suficiente para que los guardias le abrieran las puertas de par en par.
-¿con la misma facilidad te abren las mujeres la piernas? -bromeé atrapando su cuello con mi brazo y revolviendole el pelo entre risas.
Dritt parecía callado, como si mascullara algo que no decía, fue en ese momento cuando se giró y con la rapidez de una cobra se lanzó contra al parecer alguien que llevaba siguiéndonos gran parte del camino.
-¡Vaya. Vaya! -apunté soltando a Brökk para centrarme en la presa.
Esa mujer no podía estarse quieta, se había criado con nosotros en el castillo, era una sirvienta aunque la señora Cannif nunca la trató como tal.
-Te han puesto niñera Drtt -bromeé riéndome a carcajadas mientras este fruncía el ceño y le preguntaba a Soleil que hacia allí.
Entre esos dos siempre hubo tensión sexual no resuelta, solo que la dama era una estrecha y Dritt demasiado necio como para darse cuenta de ciertas cosas. Pasaba tanto tiempo con el acero en la mano tratando de demostrar a su “ padre” que era tan valido como sus hermanos que no se daba cuenta de lo que tenia delante.
-Vamos Brökk, si la señora Valeria ya anda con la idea de que su retoño esta metiéndose en líos – esquivé un afilado cuchillo que Dritt me lanzó a traición por llamarle tal cosa mientras Brökk y yo nos moríamos de la risa – busca el portal, no tardará esto en estar lleno de guardias -aseguré no falto de razón.
Sin duda la vida era muy injusta, unos nacían con estrella, como el hijo del mítico general Ulf y la bruja vudú que se había hecho un hueco entre los norteños con el manejo de sus oscuras artes y otros nacíamos estrellados, como era le caso de Dritt y yo.
Mientras este se iba a ver Valquirias de grandes tetas, nosotros nos quedamos bebiendo un par de jarras de cerveza negra con algo de beleño para animar el momento.
Reíamos burlándonos del rey del norte y la consecución de estupideces que hacia mientras el alcohol iba calentando nuestros cuerpos, aunque a decir verdad, prefería una vikinga para eso en estos momentos.
El regreso de Brökk del otro lado nos trajo las respuestas que necesitábamos, al niño mimado de los dioses le habían concedido un pase en primera hacia el remoto pasado donde los Cannif ya habían viajado.
-Pues que esperamos -susurré terminando mi jarra golpeando con el culo la mesa de madera al dejarla.
Los tres emprendimos camino hacia el templo de Loqui, al parecer ahí encontraríamos según decía Brökk el pase al otro lado.
-Oye Brökk ¿cuéntanos como son esos viajes? ¿te llevan las valquirias? -pregunté dibujando con mis manos sus cuerpos curvilíneos mientras Dritt se reía a carcajadas negando con la cabeza -va, ni que tu no te preguntes lo mismo -aseguré dándole un codazo.
No nos costó demasiado colarnos gracias a Tollak en el templo de su dios, con decir que iba a entregarle una ofrenda, tenia suficiente para que los guardias le abrieran las puertas de par en par.
-¿con la misma facilidad te abren las mujeres la piernas? -bromeé atrapando su cuello con mi brazo y revolviendole el pelo entre risas.
Dritt parecía callado, como si mascullara algo que no decía, fue en ese momento cuando se giró y con la rapidez de una cobra se lanzó contra al parecer alguien que llevaba siguiéndonos gran parte del camino.
-¡Vaya. Vaya! -apunté soltando a Brökk para centrarme en la presa.
Esa mujer no podía estarse quieta, se había criado con nosotros en el castillo, era una sirvienta aunque la señora Cannif nunca la trató como tal.
-Te han puesto niñera Drtt -bromeé riéndome a carcajadas mientras este fruncía el ceño y le preguntaba a Soleil que hacia allí.
Entre esos dos siempre hubo tensión sexual no resuelta, solo que la dama era una estrecha y Dritt demasiado necio como para darse cuenta de ciertas cosas. Pasaba tanto tiempo con el acero en la mano tratando de demostrar a su “ padre” que era tan valido como sus hermanos que no se daba cuenta de lo que tenia delante.
-Vamos Brökk, si la señora Valeria ya anda con la idea de que su retoño esta metiéndose en líos – esquivé un afilado cuchillo que Dritt me lanzó a traición por llamarle tal cosa mientras Brökk y yo nos moríamos de la risa – busca el portal, no tardará esto en estar lleno de guardias -aseguré no falto de razón.
Orn Cannif- Humano Clase Media
- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 11/07/2017
Re: El Caos viste de guerra (privado)
— No seas cenutrio!! no viajo a Asgard a ver valquirias, sino a ver a Loki. Es un lugar imponente, sagrado, no un puto burdel... pero no te preocupes que algún día lo verás con tus propios ojos, y si andas pensando todo el dia en tetas, será más pronto que tarde. Además la tuya es la más fea y gorda, ya se lo he pedido a Loki, que te reserve esa.
Refunfuñó a Orn, que siempre le tomaba el pelo y se burlaba de sus gestos de alucinado cuando regresaba del viaje, pero es que cruzar las realidades y salir del trance te dejaban cara de idiota, era el efecto secundario normal de esa magia. Salieron de la sala de la guardia en dirección al templo del dios vikingo donde conocían bien a Brökk, pocos quedaban en aquellas tierras que no supieran ya del protegido por nacimiento, y no tuvo problemas para acceder al lugar sagrado con sus dos secuaces, parecían los tres mosqueteros pero en sucio y en basto.
— Lo que te voy a abrir es la cabeza como no te calles, bocazas!!
Estaba algo lento de reflejos tras el colocón con Sazerac para pillar el trance, así que no se percató de que una figura los seguía hasta que Dritt se giró y cazó a Soleil. Por supuesto Orn hizo más broma, como venía siendo costumbre, pero aquel asunto era serio y los mandó callar.
— sssshhhh!! bajad la voz!! estáis en el templo de Loki!!! ¿Qué demonios haces aquí Soleil? vete, esto son cosas de hombres, no debes inmiscuirte. Dritt está bien, no hace falta que lo sigas a todas partes.
Miró a su amigo con el ceño fruncido y cara de "soluciona esto, que tenemos prisa" y siguió avanzando hacia el fondo del templo.
Tras la enorme piedra Snaptrun donde la efigie de Loki estaba tallada, atado y con cuernos justo tras la muerte de Balder, como se contaba en las leyendas, había un espacio vacío donde el aire era más frío, como si allí una corriente de viento helado se arremolinase y el frío portase a lomos las partículas de polvo que brincaban como chispas de luz. Se giró un instante mirando a Orn que parecía más centrado en la misión que Dritt, que estaba hablando con Soleil en voz baja. No debían perder más tiempo, ése era el portal que les llevaría directos a donde se suponía que esa orden arcana custodiaba la reliquia que necesitaban para avanzar en la resolución de la guerra, y Brökk directamente entró en el remolino polvoriento y desapareció.
Refunfuñó a Orn, que siempre le tomaba el pelo y se burlaba de sus gestos de alucinado cuando regresaba del viaje, pero es que cruzar las realidades y salir del trance te dejaban cara de idiota, era el efecto secundario normal de esa magia. Salieron de la sala de la guardia en dirección al templo del dios vikingo donde conocían bien a Brökk, pocos quedaban en aquellas tierras que no supieran ya del protegido por nacimiento, y no tuvo problemas para acceder al lugar sagrado con sus dos secuaces, parecían los tres mosqueteros pero en sucio y en basto.
— Lo que te voy a abrir es la cabeza como no te calles, bocazas!!
Estaba algo lento de reflejos tras el colocón con Sazerac para pillar el trance, así que no se percató de que una figura los seguía hasta que Dritt se giró y cazó a Soleil. Por supuesto Orn hizo más broma, como venía siendo costumbre, pero aquel asunto era serio y los mandó callar.
— sssshhhh!! bajad la voz!! estáis en el templo de Loki!!! ¿Qué demonios haces aquí Soleil? vete, esto son cosas de hombres, no debes inmiscuirte. Dritt está bien, no hace falta que lo sigas a todas partes.
Miró a su amigo con el ceño fruncido y cara de "soluciona esto, que tenemos prisa" y siguió avanzando hacia el fondo del templo.
Tras la enorme piedra Snaptrun donde la efigie de Loki estaba tallada, atado y con cuernos justo tras la muerte de Balder, como se contaba en las leyendas, había un espacio vacío donde el aire era más frío, como si allí una corriente de viento helado se arremolinase y el frío portase a lomos las partículas de polvo que brincaban como chispas de luz. Se giró un instante mirando a Orn que parecía más centrado en la misión que Dritt, que estaba hablando con Soleil en voz baja. No debían perder más tiempo, ése era el portal que les llevaría directos a donde se suponía que esa orden arcana custodiaba la reliquia que necesitaban para avanzar en la resolución de la guerra, y Brökk directamente entró en el remolino polvoriento y desapareció.
Brökk Tollak- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 117
Fecha de inscripción : 13/07/2017
Localización : París-Bergen-Nueva Orleans
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El Caos viste de guerra (privado)
Era difícil no reírse cuando esos dos se enganchaban a discutir sobre los viajes de Brökk, lo que para nosotros era una coña, para él era algo serio y era divertido joderlo para hacerlo saltar.
Claro que Tollak no se quedaba atrás y como un lobo dispuesto a morder se revolvía salvaje devolviendonos una a una todas nuestras malintencionadas coñas.
Llevaba un rato con la sensación de que nos seguían, así que mi mirada viraba de un extremo a otro del patio de armas mientras nos dirigimos al templo de Loqui.
Una sombra colándose tras una de las columnas que guiaba nuestros pasos directos al altar, me bastó para lanzar el brazo y cazar al intruso, intrusa en este caso, que como un espectro seguía mis pasos.
Enarqué una ceja pidiéndole explicaciones, estaba claro que la había enviado mi madre pues no me imaginaba a Soleil como una enamorada adolescente tras los pasos de su guerrero.
Orn empezó con sus coñas, así que le lancé un cuchillo a ver si guardaba silencio y me dejaba entender que demonios hacia Soleil siguiéndome.
Brökk nos recordó donde nos encontrábamos, así como que el tiempo apremiaba.
-Soleil vuelve a casa, estoy bien -mascullé entre dientes empujándola del antebrazo para alejarla de mi y que rehiciera sus pasos.
Lo que me faltaba ahora, si no era ya suficiente que todo el norte me considerara un puto bastardo, ahora también madre me veía mas débil que a mis hermanos y me ponía un ama de cría.
Gruñí molesto mientras bufaba siguiendo los pasos de los otros dos.
Brökk fue el primero en cruzar el portal. Tras la piedra de Snaptrum, donde estaba tallada a mano la figura de Loqui un remolino turbio y mucho mas frio parecía dar paso a otra realidad. Orn cruzó tras él y con un movimiento de cabeza me invitó a seguirlo.
Estaba a punto de hacerlo cuando la mano de Soleil me aferro el antebrazo para que no lo hiciera, pero demasiado tarde los dos caímos en aquella bruma volteando nuestros cuerpos en una especie de remolino con un vórtice desconocido.
Caímos de bruces en el suelo de un edificio, yo de bajo, Soleil arriba y los otros dos mirándonos con el ceño fruncido.
-Es terca como una mula -apunté como única explicación a que ella estuviera allí en esos momentos.
Mi mirada se centro en la edificación, había estado varias veces en París con madre, recordaba este edificio, era un niño cuando estuve en el por primera vez.
-Estamos en la biblioteca -les dije a todos los presentes -Loqui tiene un sentido del humor afilado -apunté ladeando la sonrisa mirando a Brökk.
Un poco mas allá una mujer de pelo oscuro, con una gran cantidad de libros en sus manos conversaba con el de la recepción. No me hubiera llamado la atención de no ser por un lado porque estaba muy buena, por el otro, porque en uno de los lomos de los libros que aferraba entre sus brazos había una sierpe enroscada, algo que me sonaba haber visto en los documentos del despacho de mi padre.
Hice una seña con la cabeza a Brökk para que la mirara, bueno, mas que a ella, los cuadernos.
-Tenemos que hacernos con ese libro -aseguré sin apartar mis ojos de la doncella.
Orn mucho mas decidido empezó a caminar hacia allí, si mal no recordaba no debíamos hacer ruido en un lugar como este, sin embargo, parecíamos elefantes en una cacharreria.
Eché un ojo a las armas que sobresalían de nuestras espaldas.
-Algo me dice que desapercibidos, no vamos a pasar -bromeé sin poder evitar echarme a reír a carcajadas.
Claro que Tollak no se quedaba atrás y como un lobo dispuesto a morder se revolvía salvaje devolviendonos una a una todas nuestras malintencionadas coñas.
Llevaba un rato con la sensación de que nos seguían, así que mi mirada viraba de un extremo a otro del patio de armas mientras nos dirigimos al templo de Loqui.
Una sombra colándose tras una de las columnas que guiaba nuestros pasos directos al altar, me bastó para lanzar el brazo y cazar al intruso, intrusa en este caso, que como un espectro seguía mis pasos.
Enarqué una ceja pidiéndole explicaciones, estaba claro que la había enviado mi madre pues no me imaginaba a Soleil como una enamorada adolescente tras los pasos de su guerrero.
Orn empezó con sus coñas, así que le lancé un cuchillo a ver si guardaba silencio y me dejaba entender que demonios hacia Soleil siguiéndome.
Brökk nos recordó donde nos encontrábamos, así como que el tiempo apremiaba.
-Soleil vuelve a casa, estoy bien -mascullé entre dientes empujándola del antebrazo para alejarla de mi y que rehiciera sus pasos.
Lo que me faltaba ahora, si no era ya suficiente que todo el norte me considerara un puto bastardo, ahora también madre me veía mas débil que a mis hermanos y me ponía un ama de cría.
Gruñí molesto mientras bufaba siguiendo los pasos de los otros dos.
Brökk fue el primero en cruzar el portal. Tras la piedra de Snaptrum, donde estaba tallada a mano la figura de Loqui un remolino turbio y mucho mas frio parecía dar paso a otra realidad. Orn cruzó tras él y con un movimiento de cabeza me invitó a seguirlo.
Estaba a punto de hacerlo cuando la mano de Soleil me aferro el antebrazo para que no lo hiciera, pero demasiado tarde los dos caímos en aquella bruma volteando nuestros cuerpos en una especie de remolino con un vórtice desconocido.
Caímos de bruces en el suelo de un edificio, yo de bajo, Soleil arriba y los otros dos mirándonos con el ceño fruncido.
-Es terca como una mula -apunté como única explicación a que ella estuviera allí en esos momentos.
Mi mirada se centro en la edificación, había estado varias veces en París con madre, recordaba este edificio, era un niño cuando estuve en el por primera vez.
-Estamos en la biblioteca -les dije a todos los presentes -Loqui tiene un sentido del humor afilado -apunté ladeando la sonrisa mirando a Brökk.
Un poco mas allá una mujer de pelo oscuro, con una gran cantidad de libros en sus manos conversaba con el de la recepción. No me hubiera llamado la atención de no ser por un lado porque estaba muy buena, por el otro, porque en uno de los lomos de los libros que aferraba entre sus brazos había una sierpe enroscada, algo que me sonaba haber visto en los documentos del despacho de mi padre.
Hice una seña con la cabeza a Brökk para que la mirara, bueno, mas que a ella, los cuadernos.
-Tenemos que hacernos con ese libro -aseguré sin apartar mis ojos de la doncella.
Orn mucho mas decidido empezó a caminar hacia allí, si mal no recordaba no debíamos hacer ruido en un lugar como este, sin embargo, parecíamos elefantes en una cacharreria.
Eché un ojo a las armas que sobresalían de nuestras espaldas.
-Algo me dice que desapercibidos, no vamos a pasar -bromeé sin poder evitar echarme a reír a carcajadas.
Drittsekk- Humano Clase Alta
- Mensajes : 151
Fecha de inscripción : 06/07/2017
Re: El Caos viste de guerra (privado)
Seguía cada uno de sus pasos, no era la primera vez pero sí estando acompañado de más personas. La misión de procurar que no tomase malas deciosiones y vigilar los caminos que debe, no perderse en el camino equivocado. Aunque la señora me hubiese apodado "la conciencia" de su hijo, mi curiosidad iba más allá que un simple espionaje. Si era descubierta, él me odiaría y eso no tardaría en llegar. Fui descubierta por Orn, su voz me hizo cerrar un ojo y mascullar por lo bajo... ahora venía lo peor.
Me miraban con desaprobación, todos...menos Dritt. Volví a sentirme con un estorbo al que apartar de una brazada, cosa que me hizo fruncir el ceño. Mi empeño en seguir los pasos, negué al pedirme que me marchara que eran cosas de hombres, me hacía una idea de a dónde se dirigían y con más razón me negué a volver al castillo. No paraban de darme órdenes, fuera de aquel lugar dejaba de ser Soleil la sirvienta, era como ellos ...una mujer, sí pero tenía el mismo derecho que ellos.
-Niñera...a ti sí que te hace falta niñera y otras cosas para que dejes de meterte en lo que no te importa ¡deja de mirarme así! Y no le sigo a todas partes, más quisiera él- le prometí a la señora que no le abandonaría y así fue, por más que desease que desapareciese, me aferré a él como si todo a mi alrededor quemase. No sé lo que pasó, me abrumé sin poder abrir los ojos hasta que las voces masculinas...se oyeron de fondo, tuve suerte...caí en algo blandito. Tan blando como que era Dritt, mi primera reacción fue darle un tortazo... no recordaba más que estábamos forcejeando para que dejase de echarme.
No podía creer que estuviésemos en mi tierra natal ¿cómo podía ser? Seguía mareada y perdida, encima... sentía la mirada acusadora de todos los presentes. Molestaba, no contaban con alguien más y menos...conmigo. Los seguí...como siempre varios pasos atrás,los tres encabezaban esa especie de plan secreto de hombres, no entendía nada , cada vez menos.
Sí me di cuenta de que Dritt miraba a una persona, más bien una mujer que se encontraba allí. Pocas personas regentaban ahora mismo aquel edificio, salvo nosotros. Acaricié uno de mis brazos de forma despreocupada, debí volver... pero ya no tenía solución. No pude apartar la mirada de aquella mujer, en completo silencio... no seguía la risa de Dritt, a mí no me hacía gracia...esta vez las bromas se habían quedado a un lado.
-Pues pídeselo, seguro que cae rendida a tus encantos, me encantará ver como te cruza la cara de un librazo .-la verdad, nunca había presenciado a Dritt relacionarse con mujeres que no fuesen de su familia... y poco más. No quise preguntar qué hacían allí, no iban a decírmelo así que me mantuve en silencio y esperé, lo mejor sería que volviese mis pasos hacia donde quiera que hemos cruzado. Mi sitio no era esa, aunque estuviese en Paris.
-No necesitas niñera, te dejo con tus compadres... no creo que me necesites para recuperar un libro. Ni sé siquiera aún lo que ha pasado y... ¡me largo! -mi exclamación arrancó un siseo por parte de las personas que intentaban concentrarse en la lectura, desde luego allí poco hacía si no, incordiar y por mí no iba a ser.
Retomé mis pasos hacia la puerta, deteniéndome allí un instante, la gente iba y venía... no comprendí nada. Esa no era la Paris a la que acostumbré ¿qué había ocurrido? No iba a meterme en medio de aquella batalla, como bien dijo Brökk eran cosas de hombres. Ya saldría de esta, en peores me había metido antes, porque mi sitio...era la cocina y no ir de heroína por Paris.
Me miraban con desaprobación, todos...menos Dritt. Volví a sentirme con un estorbo al que apartar de una brazada, cosa que me hizo fruncir el ceño. Mi empeño en seguir los pasos, negué al pedirme que me marchara que eran cosas de hombres, me hacía una idea de a dónde se dirigían y con más razón me negué a volver al castillo. No paraban de darme órdenes, fuera de aquel lugar dejaba de ser Soleil la sirvienta, era como ellos ...una mujer, sí pero tenía el mismo derecho que ellos.
-Niñera...a ti sí que te hace falta niñera y otras cosas para que dejes de meterte en lo que no te importa ¡deja de mirarme así! Y no le sigo a todas partes, más quisiera él- le prometí a la señora que no le abandonaría y así fue, por más que desease que desapareciese, me aferré a él como si todo a mi alrededor quemase. No sé lo que pasó, me abrumé sin poder abrir los ojos hasta que las voces masculinas...se oyeron de fondo, tuve suerte...caí en algo blandito. Tan blando como que era Dritt, mi primera reacción fue darle un tortazo... no recordaba más que estábamos forcejeando para que dejase de echarme.
No podía creer que estuviésemos en mi tierra natal ¿cómo podía ser? Seguía mareada y perdida, encima... sentía la mirada acusadora de todos los presentes. Molestaba, no contaban con alguien más y menos...conmigo. Los seguí...como siempre varios pasos atrás,los tres encabezaban esa especie de plan secreto de hombres, no entendía nada , cada vez menos.
Sí me di cuenta de que Dritt miraba a una persona, más bien una mujer que se encontraba allí. Pocas personas regentaban ahora mismo aquel edificio, salvo nosotros. Acaricié uno de mis brazos de forma despreocupada, debí volver... pero ya no tenía solución. No pude apartar la mirada de aquella mujer, en completo silencio... no seguía la risa de Dritt, a mí no me hacía gracia...esta vez las bromas se habían quedado a un lado.
-Pues pídeselo, seguro que cae rendida a tus encantos, me encantará ver como te cruza la cara de un librazo .-la verdad, nunca había presenciado a Dritt relacionarse con mujeres que no fuesen de su familia... y poco más. No quise preguntar qué hacían allí, no iban a decírmelo así que me mantuve en silencio y esperé, lo mejor sería que volviese mis pasos hacia donde quiera que hemos cruzado. Mi sitio no era esa, aunque estuviese en Paris.
-No necesitas niñera, te dejo con tus compadres... no creo que me necesites para recuperar un libro. Ni sé siquiera aún lo que ha pasado y... ¡me largo! -mi exclamación arrancó un siseo por parte de las personas que intentaban concentrarse en la lectura, desde luego allí poco hacía si no, incordiar y por mí no iba a ser.
Retomé mis pasos hacia la puerta, deteniéndome allí un instante, la gente iba y venía... no comprendí nada. Esa no era la Paris a la que acostumbré ¿qué había ocurrido? No iba a meterme en medio de aquella batalla, como bien dijo Brökk eran cosas de hombres. Ya saldría de esta, en peores me había metido antes, porque mi sitio...era la cocina y no ir de heroína por Paris.
Soleil- Humano Clase Media
- Mensajes : 123
Fecha de inscripción : 05/07/2017
Re: El Caos viste de guerra (privado)
Como una hormiga cargando cincuenta veces su peso, Kattrina se escabulló entre los estantes con el amplio repertorio de libros acogido entre sus brazos. Quizá era muy pronto para juzgar, pero a simple vista, los hombres que ingresaron escandalosos al recinto, no aparentaban tener costumbre de visitar lugares semejantes, de hecho, no aparentaban haber visitado una biblioteca nunca en su vida. Simplemente, no encajaban de ninguna forma.
¿Qué buscarían aquellos sujetos? Problemas, fue lo primero en lo que pensó la castaña, pero no tenía intención de averiguarlo. El plan era simple, mantener el perfil bajo refugiándose tras los estantes y esperar paciente a que se aburrieran de la quietud del espacio, no precisamente en caso de que buscaran algo de ella, pues era bastante improbable, sino porque valoraba su vida lo suficiente como para no querer pavonearse por el lado de hombres que podrían matarle de un solo golpe.
Estaba a consiente de ser paranoica, pero al menos apuntaba a lo seguro.
Simulando distraer su atención en los ejemplares perfectamente acomodados sobre los anaqueles, aguardó en silencio, confiando la situación a su sentido auditivo, no obstante, cuando escuchó un pesado andar acercarse, el palpitar de su corazón se aceleró considerablemente, al punto que podía sentirle estrellar contra su pecho de manera abrupta. Lanzó una sutil mirada de soslayo, captando una figura, por lo menos una cabeza más alta que ella. Nerviosa, tragó saliva y permaneció inmóvil hasta que el dueño de aquella silueta se detuvo a su lado.
Inhalando tanto aire como sus pulmones se lo permitieron, la castaña giró su cuello lentamente, esperanzada de que sus sospechas fuesen falsas, hasta que sus ojos chocaron directamente con los del hombre. A pesar de que ya se había imaginado de quien se trataba, ligeramente espantada, Kattrina dejó caer la pila de libros que fueron a dar todos a los pies del intimidante señor.
Pasmada permaneció un instante escuchando los quejidos del hombre, después de todo era una pesada y considerable cantidad de ejemplares la que cayó encima.
— Lo siento — musitó en un hilo de voz
Despabilando súbitamente y temiendo lo peor, la hechicera se apresuró a recoger los libros pero una vez se dispuso a la tarea, atrapó con la mirada un importante detalle que había obviado anteriormente. Sobre el lomo, uno de los ejemplares llevaba marcado el emblema de la orden, una sierpe dorada con dos espadas cruzadas, ciertamente, una imagen fácil de reconocer. ¿Cómo pudo pasarlo por alto? No necesitaba cargar con cincuenta libros, tampoco parecía tener el tiempo para recogerlos todos; por el momento aquel parecía ser más que suficiente.
Decidida la joven agarró el libro y se levantó apresurada, dispuesta a salir corriendo tan rápido como le fuera humanamente posible, sin embargo, sus planes se vieron frustrados nuevamente cuando, ya en pie, los otros dos sujetos le cerraron el paso. Inquieta por la imponencia de su semblante, Kattrina retrocedió un par de pasos tratando de hacer poco contacto visual, apretando el libro contra su abdomen de manera instintiva.
Dio una sutil mirada a sus espaldas en busca de otra salida, pero grande fue su decepción cuando no encontró más que una pared. Entonces una idea le abordó. Era cierto que se sentía intimidada mas no era necesario que ellos lo supieran. Con la frente en alto y el ceño levemente fruncido les devolvió la mirada y aclaró la garganta.
— ¿Puedo ayudarles en algo? — indagó en el tomo más firme que encontró.
¿Qué buscarían aquellos sujetos? Problemas, fue lo primero en lo que pensó la castaña, pero no tenía intención de averiguarlo. El plan era simple, mantener el perfil bajo refugiándose tras los estantes y esperar paciente a que se aburrieran de la quietud del espacio, no precisamente en caso de que buscaran algo de ella, pues era bastante improbable, sino porque valoraba su vida lo suficiente como para no querer pavonearse por el lado de hombres que podrían matarle de un solo golpe.
Estaba a consiente de ser paranoica, pero al menos apuntaba a lo seguro.
Simulando distraer su atención en los ejemplares perfectamente acomodados sobre los anaqueles, aguardó en silencio, confiando la situación a su sentido auditivo, no obstante, cuando escuchó un pesado andar acercarse, el palpitar de su corazón se aceleró considerablemente, al punto que podía sentirle estrellar contra su pecho de manera abrupta. Lanzó una sutil mirada de soslayo, captando una figura, por lo menos una cabeza más alta que ella. Nerviosa, tragó saliva y permaneció inmóvil hasta que el dueño de aquella silueta se detuvo a su lado.
Inhalando tanto aire como sus pulmones se lo permitieron, la castaña giró su cuello lentamente, esperanzada de que sus sospechas fuesen falsas, hasta que sus ojos chocaron directamente con los del hombre. A pesar de que ya se había imaginado de quien se trataba, ligeramente espantada, Kattrina dejó caer la pila de libros que fueron a dar todos a los pies del intimidante señor.
Pasmada permaneció un instante escuchando los quejidos del hombre, después de todo era una pesada y considerable cantidad de ejemplares la que cayó encima.
— Lo siento — musitó en un hilo de voz
Despabilando súbitamente y temiendo lo peor, la hechicera se apresuró a recoger los libros pero una vez se dispuso a la tarea, atrapó con la mirada un importante detalle que había obviado anteriormente. Sobre el lomo, uno de los ejemplares llevaba marcado el emblema de la orden, una sierpe dorada con dos espadas cruzadas, ciertamente, una imagen fácil de reconocer. ¿Cómo pudo pasarlo por alto? No necesitaba cargar con cincuenta libros, tampoco parecía tener el tiempo para recogerlos todos; por el momento aquel parecía ser más que suficiente.
Decidida la joven agarró el libro y se levantó apresurada, dispuesta a salir corriendo tan rápido como le fuera humanamente posible, sin embargo, sus planes se vieron frustrados nuevamente cuando, ya en pie, los otros dos sujetos le cerraron el paso. Inquieta por la imponencia de su semblante, Kattrina retrocedió un par de pasos tratando de hacer poco contacto visual, apretando el libro contra su abdomen de manera instintiva.
Dio una sutil mirada a sus espaldas en busca de otra salida, pero grande fue su decepción cuando no encontró más que una pared. Entonces una idea le abordó. Era cierto que se sentía intimidada mas no era necesario que ellos lo supieran. Con la frente en alto y el ceño levemente fruncido les devolvió la mirada y aclaró la garganta.
— ¿Puedo ayudarles en algo? — indagó en el tomo más firme que encontró.
Kattrina Vinter- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 42
Fecha de inscripción : 06/07/2017
Re: El Caos viste de guerra (privado)
Brökk y yo enarcamos una ceja cuando vimos a Dritt caer, al instante y sobre él, a su joven niñera.
Negué mientras lo oía bufar mascullando en norteño palabras nada agradables para una dama mientras Soleil se ponía en pie orgullosa y alegaba que ella no pensaba cuidarlo ni mucho menos, que de echo, pensaba largarse de allí a no mas tardar.
Dritt resoplaba hasta que se centro en una morena que había en la recepción, seguí su mirada chocando con el cuerpo de la morena que cargada de libros y con una sonrisa en los labios conversaba con el recepcionista.
-Joder como esta -alegué sin ningún tipo de disimulo.
Dritt me dio un codazo indicándome con la mirada uno de los libros que llevaba.
¿Como podía fijarse en el lomo de ese cuaderno con soberana hembra delante?
-Dime que no eres gay Dritt.
Este negó con cara de pocos amigos mientras Brökk y el serios, trazaban el plan para arrebatarle el libro y Soleil con un ataque de celos porque los ojos de Dritt no estaban como de costumbre puestos en su culo cogía una rabieta.
No se que tenían que planear, ni que tuviera una bastarda emergiendo de sus espaldas.
Dispuesto a desplegar mis encantos seguí a la joven que se perdía entre los pasillos de aquel laberinto de libros que ya solo de verlos me daba dolor de cabeza.
Iba a abrir la boca cuando quedé frente a ella pero solo un quejido escapó de mis labios, la morena no tenia una bastarda pero dejó caer aquellas armas de destrucción masiva sobre mis pies haciéndome rugir.
-¿pero que quieres dejarme cojo? -bufe mirándola fijamente.
Dritt y Brökk se acercaban al parecer les resultó muy divertido que la dama me atacara, peor me rehíce de la situación y poniendo mi mejor sonrisa ladeada, decidí mostrarles a esos dos como se conquista a una dama.
-Hola preciosa -susurré llevando mi mano a una de las estanterías apoyándola ahí y dejando a la joven encarcelada entre mi cuerpo y esta.
-Mis amigos y yo necesitamos el libro que custodias con tanto ahincó contra tu pecho ¿por que no me lo das y te doy yo otra cosa a cambio? -apunté lanzandole un mordisco al aire.
Dritt se descoronaba a mis espaldas, eso sin duda alguna no ayudaba.
La gente se llevaba los dedos a los labios instigandonos a permanecer en silencio.
Alcé la cabeza desafiante acobardando a uno de los hombres que había sentado en una mesa que salio corriendo por la puerta la verme sacar pecho, a mi con gilipolleces.
Tendí la mano para que la joven me diera el libro, se lo quitaria si era necesario, pero si podía ser a las buenas...
Negué mientras lo oía bufar mascullando en norteño palabras nada agradables para una dama mientras Soleil se ponía en pie orgullosa y alegaba que ella no pensaba cuidarlo ni mucho menos, que de echo, pensaba largarse de allí a no mas tardar.
Dritt resoplaba hasta que se centro en una morena que había en la recepción, seguí su mirada chocando con el cuerpo de la morena que cargada de libros y con una sonrisa en los labios conversaba con el recepcionista.
-Joder como esta -alegué sin ningún tipo de disimulo.
Dritt me dio un codazo indicándome con la mirada uno de los libros que llevaba.
¿Como podía fijarse en el lomo de ese cuaderno con soberana hembra delante?
-Dime que no eres gay Dritt.
Este negó con cara de pocos amigos mientras Brökk y el serios, trazaban el plan para arrebatarle el libro y Soleil con un ataque de celos porque los ojos de Dritt no estaban como de costumbre puestos en su culo cogía una rabieta.
No se que tenían que planear, ni que tuviera una bastarda emergiendo de sus espaldas.
Dispuesto a desplegar mis encantos seguí a la joven que se perdía entre los pasillos de aquel laberinto de libros que ya solo de verlos me daba dolor de cabeza.
Iba a abrir la boca cuando quedé frente a ella pero solo un quejido escapó de mis labios, la morena no tenia una bastarda pero dejó caer aquellas armas de destrucción masiva sobre mis pies haciéndome rugir.
-¿pero que quieres dejarme cojo? -bufe mirándola fijamente.
Dritt y Brökk se acercaban al parecer les resultó muy divertido que la dama me atacara, peor me rehíce de la situación y poniendo mi mejor sonrisa ladeada, decidí mostrarles a esos dos como se conquista a una dama.
-Hola preciosa -susurré llevando mi mano a una de las estanterías apoyándola ahí y dejando a la joven encarcelada entre mi cuerpo y esta.
-Mis amigos y yo necesitamos el libro que custodias con tanto ahincó contra tu pecho ¿por que no me lo das y te doy yo otra cosa a cambio? -apunté lanzandole un mordisco al aire.
Dritt se descoronaba a mis espaldas, eso sin duda alguna no ayudaba.
La gente se llevaba los dedos a los labios instigandonos a permanecer en silencio.
Alcé la cabeza desafiante acobardando a uno de los hombres que había sentado en una mesa que salio corriendo por la puerta la verme sacar pecho, a mi con gilipolleces.
Tendí la mano para que la joven me diera el libro, se lo quitaria si era necesario, pero si podía ser a las buenas...
Orn Cannif- Humano Clase Media
- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 11/07/2017
Re: El Caos viste de guerra (privado)
Aparecieron en una biblioteca de París, Brökk algo mareado del viaje, el alcohol y la sacudida al cruzar el portal. Desentonaban tanto como una reina en un vertedero, pero eso era inevitable. Aún así, Orn no tardó en posar sus ojos sobre una mujer y no pude evitar pellizcarme el puente de la nariz. Era una causa perdida.
Miré a Soleil resoplando. Y ahora se ponía digna. Si perseguía a Dritt como un perro de caza que no se quejase de llevarse un bocado o dos.
— sssshhhtt!!. Soleil, me importa un pepino que no quisieras venir, pero llegamos juntos y nos vamos juntos. Ni se te ocurra ir por tu cuenta!!. Ningún hombre se queda atrás y ninguno avanza si no lo hacen todos.— Las dotes de mando del hijo del general Ulf iban saliendo a flote. Cierto es que nadie me había pedido liderar aquella...misión...cosa...lo que fuera. Pero estaba claro que necesitábamos un líder y no podía dejar que eso recayese en mis dos colegas. Dritt estaba inquieto por la aparición de la sirvienta y Orn estaba como siempre de coña y tratando de mojar el churro. Menudo desastre de compañía.
Resoplé al ver a Orn de nuevo tomándose a coña todo cuanto hacíamos. ¿Para esto había ido yo a pedir favores a Loki? como ese cretino creyese que íbamos a hacer turismo y a pasarlo bien, me iba a escuchar. Me crucé de brazos y observé el libro con atención, tenía pinta de ser viejo, pero eso no garantizaba que fuera lo que estábamos buscando...vale, el anagrama de la sierpe tenía toda la pinta de que así era. Orn se puso a ligar con la mujer y ésta le tiró los libros encima y tuve que hacer un esfuerzo para no estallar en carcajadas y mantener la compostura.
Me acerqué a ellos caminando despacio y sacando pecho, como si así quedase más claro que era el que estaba allí al mando... pero no tenía ni idea de lo que estábamos haciendo.
— disculpe a mi amigo, señorita. Es que se casa en unos días y estamos de despedida de soltero, no sabe lo que dice.— miré a Orn con un "te jodes" en los ojos y media sonrisa.— He observado ese libro que lleva y es tremenda la casualidad. Resulta que recuerdo que mi madre tenía uno así cuando yo era niño, pero murió y...ahora que lo he vuelto a ver me ha traido viejos recuerdos. ¿Me deja verlo de cerca por favor?
Había notado por su aura que era hechicera y ella seguramente también lo habría notado en la del muchacho. Eso daría más credibilidad a su historia, a fin de cuentas nadie tendría en un casa un volumen así si no fuera porque había hechiceros cerca.
Miré a Soleil resoplando. Y ahora se ponía digna. Si perseguía a Dritt como un perro de caza que no se quejase de llevarse un bocado o dos.
— sssshhhtt!!. Soleil, me importa un pepino que no quisieras venir, pero llegamos juntos y nos vamos juntos. Ni se te ocurra ir por tu cuenta!!. Ningún hombre se queda atrás y ninguno avanza si no lo hacen todos.— Las dotes de mando del hijo del general Ulf iban saliendo a flote. Cierto es que nadie me había pedido liderar aquella...misión...cosa...lo que fuera. Pero estaba claro que necesitábamos un líder y no podía dejar que eso recayese en mis dos colegas. Dritt estaba inquieto por la aparición de la sirvienta y Orn estaba como siempre de coña y tratando de mojar el churro. Menudo desastre de compañía.
Resoplé al ver a Orn de nuevo tomándose a coña todo cuanto hacíamos. ¿Para esto había ido yo a pedir favores a Loki? como ese cretino creyese que íbamos a hacer turismo y a pasarlo bien, me iba a escuchar. Me crucé de brazos y observé el libro con atención, tenía pinta de ser viejo, pero eso no garantizaba que fuera lo que estábamos buscando...vale, el anagrama de la sierpe tenía toda la pinta de que así era. Orn se puso a ligar con la mujer y ésta le tiró los libros encima y tuve que hacer un esfuerzo para no estallar en carcajadas y mantener la compostura.
Me acerqué a ellos caminando despacio y sacando pecho, como si así quedase más claro que era el que estaba allí al mando... pero no tenía ni idea de lo que estábamos haciendo.
— disculpe a mi amigo, señorita. Es que se casa en unos días y estamos de despedida de soltero, no sabe lo que dice.— miré a Orn con un "te jodes" en los ojos y media sonrisa.— He observado ese libro que lleva y es tremenda la casualidad. Resulta que recuerdo que mi madre tenía uno así cuando yo era niño, pero murió y...ahora que lo he vuelto a ver me ha traido viejos recuerdos. ¿Me deja verlo de cerca por favor?
Había notado por su aura que era hechicera y ella seguramente también lo habría notado en la del muchacho. Eso daría más credibilidad a su historia, a fin de cuentas nadie tendría en un casa un volumen así si no fuera porque había hechiceros cerca.
Brökk Tollak- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 117
Fecha de inscripción : 13/07/2017
Localización : París-Bergen-Nueva Orleans
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El Caos viste de guerra (privado)
Enarqué una ceja cuando Soleil aseguró que se largaba, osea me seguía hasta allí para después irse en un tiempo que no era el suyo por su cuenta.
Resople airado, llevando mi mano a su muñeca para aferrarla a mi lado y que no pudiera escapar.
Quizás yo no era tan elocuente como Brökk que alegaba con bonitas palabras que ninguno de los cuatro nos íbamos a separar, pero igual de eficaz pues aunque tuviera que arrastrarla o cargar con ella como si fuera un saco, lo haría, no pensaba perderle en este tiempo por mucho que ella y su orgullo maldito lo impusiera.
Haciendo caso omiso a la dama que se retorcía para soltar mi agarré seguí a esos dos hacia el interior de la biblioteca, la joven de pelo de cuervo nos rehuía entre los pasillos de la biblioteca, ya era absurdo disimular, se notaba que íbamos tras ella, del libro mas bien.
Me llevé la mano a la frente dándole un golpe cuando escuché como Orn le pedía el libro a su mítica manera, aunque mas bien parecía estar pidiéndole permiso para colarse entre sus piernas, la cara de la joven era un poema, seguramente porque eso podía funcionarle con las norteñas, pero algo me decía que estas hembras funcionaban con un ritmo diferente.
Le tiró los libros a los pies, contuve la risa aunque no pude evitar que varias carcajadas se me escaparan, mas lo hice cuando el mimado de Loqui y su porte seguro intervino en la ecuación para sacar del aprieto a Orn que lo miraba con cara de pocos amigos.
Negué desde atrás, parecían dos ciervos pegándose golpes con la cornamenta.
¿Despedida de soltero? ¿madre muerta? Incrédulo miraba como se sucedían los acontecimientos.
Creo que la joven ya no sabia donde esconderse, acorté la distancia hundiendo en sus pardos mi mirada.
-Necesitamos el libro, no nos iremos sin él, así que creo no tienes muchas opciones ¿no crees? -dije en tono serio sin dejar de mirarla.
Podía tomarlo como un desafió, en parte lo era, había venido a este tiempo para ayudar a mis hermanos y para eso necesitaba información sobre el emblema y esa orden secreta que custodiaba una reliquia de la que no tenia la menor información...si en ese libro ponía algo de ella, lo iba a coger, con o sin su permiso.
¿Desde cuando los vikingos pedimos por favor las cosas? Bufé exasperado por la tardanza de la dama.
Sin mas preámbulos llevé mi mano al borde del libro que sujetaba la mujer y de un tirón brusco que la arrastro junto al cuaderno se lo arranqué de las manos.
Iba a replicar, posiblemente a llamarme bestia, bastardo o bárbaro y la verdad, era las tres cosas así que ladeé la sonrisa dándome la vuelta con total indiferencia, estábamos de misión, no de juerga en la taberna.
Resople airado, llevando mi mano a su muñeca para aferrarla a mi lado y que no pudiera escapar.
Quizás yo no era tan elocuente como Brökk que alegaba con bonitas palabras que ninguno de los cuatro nos íbamos a separar, pero igual de eficaz pues aunque tuviera que arrastrarla o cargar con ella como si fuera un saco, lo haría, no pensaba perderle en este tiempo por mucho que ella y su orgullo maldito lo impusiera.
Haciendo caso omiso a la dama que se retorcía para soltar mi agarré seguí a esos dos hacia el interior de la biblioteca, la joven de pelo de cuervo nos rehuía entre los pasillos de la biblioteca, ya era absurdo disimular, se notaba que íbamos tras ella, del libro mas bien.
Me llevé la mano a la frente dándole un golpe cuando escuché como Orn le pedía el libro a su mítica manera, aunque mas bien parecía estar pidiéndole permiso para colarse entre sus piernas, la cara de la joven era un poema, seguramente porque eso podía funcionarle con las norteñas, pero algo me decía que estas hembras funcionaban con un ritmo diferente.
Le tiró los libros a los pies, contuve la risa aunque no pude evitar que varias carcajadas se me escaparan, mas lo hice cuando el mimado de Loqui y su porte seguro intervino en la ecuación para sacar del aprieto a Orn que lo miraba con cara de pocos amigos.
Negué desde atrás, parecían dos ciervos pegándose golpes con la cornamenta.
¿Despedida de soltero? ¿madre muerta? Incrédulo miraba como se sucedían los acontecimientos.
Creo que la joven ya no sabia donde esconderse, acorté la distancia hundiendo en sus pardos mi mirada.
-Necesitamos el libro, no nos iremos sin él, así que creo no tienes muchas opciones ¿no crees? -dije en tono serio sin dejar de mirarla.
Podía tomarlo como un desafió, en parte lo era, había venido a este tiempo para ayudar a mis hermanos y para eso necesitaba información sobre el emblema y esa orden secreta que custodiaba una reliquia de la que no tenia la menor información...si en ese libro ponía algo de ella, lo iba a coger, con o sin su permiso.
¿Desde cuando los vikingos pedimos por favor las cosas? Bufé exasperado por la tardanza de la dama.
Sin mas preámbulos llevé mi mano al borde del libro que sujetaba la mujer y de un tirón brusco que la arrastro junto al cuaderno se lo arranqué de las manos.
Iba a replicar, posiblemente a llamarme bestia, bastardo o bárbaro y la verdad, era las tres cosas así que ladeé la sonrisa dándome la vuelta con total indiferencia, estábamos de misión, no de juerga en la taberna.
Drittsekk- Humano Clase Alta
- Mensajes : 151
Fecha de inscripción : 06/07/2017
Re: El Caos viste de guerra (privado)
Como era de esperar, Orn no tardó en deleitarnos con sus encantos, más bien a aquella joven que no tenía ni la más remota idea de lo que estaba pasando, ya éramos dos. ¿Desde cuándo esto se había convertido en una competición? Por ese libro , el afán de conseguirlo costase lo que costase. Reí por lo bajo aún intentando zafarme del agarre de Dritt, odiaba que me subiese a su hombro como si fuese un saco de patatas.
El trío calavera y yo, una mera espectadora que al final... no pude hallar mi camino, tampoco es que tuviese los medios ni supiese cual debía de seguir. Suspiré, dejando que mi cabello acariciase la espalda de Dritt sobre la ropa, desde allí podía oír a Orn y su monólogo. Intenté no reírme, apreté los labios pero al final, estallé en carcajadas. Y un “SHHHHHHHHHHHHHHH” se oyó en toda la sala, lo que provocó que siguiese riéndome, moviéndome más sobre Dritt quien terminó dejándome en el suelo y tras su espalda.
-Mon dieu, es horrible -negué con la cabeza, sonriendo en silencio...ese hombre me hacía tanta gracia y Brökk el más racional de todos, menos mal que iba en el grupo...pensaba con la cabeza y no con otra cosa. Sus palabras me arrancaron nuevas risas ¿ORN CASÁNDOSE? Ese sí que sería un espectáculo. El guerrero no se casaría en la vida, ni aunque le pagasen, con lo que le gustaban las mujeres...la joven seguía allí y no sé cómo no salió corriendo con semejante grupo de locos...porque no había otra manera de definirlos.
-Así solo la vais a asustar susurré a Dritt, el que estaba más cerca, dejé escapar un suspiro y aparté a los hombres de mi camino, me acerqué a la joven con una sonrisa...menos era nada , además...yo estaba en su misma situación -Debe disculparlos, señorita. Nunca han pisado una biblioteca y si buscan el mismo libro...esto se ha convertido en una competición a ver quién lo consigue antes... podemos ayudarla a este desorden. ¡Mirad lo que habeis conseguido, truhanes! -me agaché a coger los libros caídos anteriormente, esperaba tranquilizarla... esos no tenían ni idea de cómo tratar a nadie...menos a una chica, parisina.
-Vaya, que libro más...curioso. El relieve es...-alargué la mano para acariciar el dibujo de la estirpe, no tenía ni idea de lo que era eso ni lo que significaba...
El trío calavera y yo, una mera espectadora que al final... no pude hallar mi camino, tampoco es que tuviese los medios ni supiese cual debía de seguir. Suspiré, dejando que mi cabello acariciase la espalda de Dritt sobre la ropa, desde allí podía oír a Orn y su monólogo. Intenté no reírme, apreté los labios pero al final, estallé en carcajadas. Y un “SHHHHHHHHHHHHHHH” se oyó en toda la sala, lo que provocó que siguiese riéndome, moviéndome más sobre Dritt quien terminó dejándome en el suelo y tras su espalda.
-Mon dieu, es horrible -negué con la cabeza, sonriendo en silencio...ese hombre me hacía tanta gracia y Brökk el más racional de todos, menos mal que iba en el grupo...pensaba con la cabeza y no con otra cosa. Sus palabras me arrancaron nuevas risas ¿ORN CASÁNDOSE? Ese sí que sería un espectáculo. El guerrero no se casaría en la vida, ni aunque le pagasen, con lo que le gustaban las mujeres...la joven seguía allí y no sé cómo no salió corriendo con semejante grupo de locos...porque no había otra manera de definirlos.
-Así solo la vais a asustar susurré a Dritt, el que estaba más cerca, dejé escapar un suspiro y aparté a los hombres de mi camino, me acerqué a la joven con una sonrisa...menos era nada , además...yo estaba en su misma situación -Debe disculparlos, señorita. Nunca han pisado una biblioteca y si buscan el mismo libro...esto se ha convertido en una competición a ver quién lo consigue antes... podemos ayudarla a este desorden. ¡Mirad lo que habeis conseguido, truhanes! -me agaché a coger los libros caídos anteriormente, esperaba tranquilizarla... esos no tenían ni idea de cómo tratar a nadie...menos a una chica, parisina.
-Vaya, que libro más...curioso. El relieve es...-alargué la mano para acariciar el dibujo de la estirpe, no tenía ni idea de lo que era eso ni lo que significaba...
Soleil- Humano Clase Media
- Mensajes : 123
Fecha de inscripción : 05/07/2017
Re: El Caos viste de guerra (privado)
La situación era bastante confusa. Todos hablaban, contaban diferentes versiones de una misma historia, un mismo objetivo y tendría que haber prestado muy poca atención para no comprender de qué se trataba. El libro que custodiaba entre sus brazos era lo qué querían y por como pintaba la situación, no estaban dispuestos a irse sin él; por supuesto, todo quedó más que confirmado cuando el más alto de los tres hombres se acercó a ella con aire intimidante demandando el libro, alegando que no tenía más opción que ceder a su requerimiento. Por supuesto no era una petición.
Para entonces la hechicera ya había revisado todas sus opciones y concluyó rápidamente que no tenía escape, a sus espaldas había una pared y frente suyo tres hombres peligrosamente armados. La primera idea que le acogió fue resignarse a cumplir la orden, pero era demasiado obstinada para ello. Entrecerró los ojos y reforzó el agarre del libro, era un reto.
— No creo que sea posible — Se atrevió a decir finalmente, esperando que el temblor en su voz no le delatara
Estaba asustada, por supuesto, pero necesitaba ese libro. Era la primera pieza de información concreta que obtenía en meses y no podía permitirse perderla, no después de estar tan cerca de la fuente que tanto empeño le había llevado encontrar. Si querían el libro tendrían que esforzarse o, por lo menos, ese era el plan antes de que, de un zarpazo, el hombre agarrara el ejemplar, arrastrándole hasta arrebatárselo.
Su cuerpo fue a dar contra una de las estanterías tumbando otro par de libros al suelo. Soltó un quejido mientras se sobaba el brazo, estaba dispuesta a replicar, pero el hombre ya se había dado media vuelta, avanzando con total indiferencia. Kattrina lo observó alejarse perpleja tratando de entender lo sucedido, gritarle de nada serviría, por lo que debatía en su mente más opciones.
Los otros dos le siguieron pero detrás de ellos apareció la figurilla de una mujer que no vaciló en agacharse a recoger los libros mientras excusaba el comportamiento de sus amigos. La hechicera resopló y se inclinó también para ayudarle.
— No necesitas disculparte por ellos — le sonrió afable
Una vez recopilaron todos los libros del suelo, ambas se pusieron en pie y la amable señorita volvió con los hombres, quienes impacientes le aguardaban. Por su parte, Kattrina permaneció en su lugar, observando sin saber cómo proceder.
Respiró hondo. Estaba muy molesta, si se quedaba allí en pie sin hacer nada todo el esfuerzo habría sido en vano y probablemente nunca conseguiría nada mejor. Se estaba condenando a sí misma. Sus dedos tamborileaban inquietos sobre la piel de su brazo, su estómago se sentía como un agujero negro; no podría estar tranquila, no de continuar así.
De un repentino impulso, sus pies comenzaron a moverse presurosos tras ellos. Ya se encontraban a punto de salir.
— Necesito ese libro — Vociferó en tono fuerte y firme.
No fue difícil llamar la atención, el silencio lo hizo sencillo, sin embargo, tal y cómo lo pensó, el hombre que llevaba el libro a penas y le dio una mirada de lástima, mofándose sin prestarle demasiada atención.
Gruñó molesta, la sangre le hervía, no podía hacer nada, sin embargo, la frustración no llegó sola, pues, repentinamente, le invadió un cosquilleo bajo la piel, uno que conocía bien pero no le acogía regularmente, más que todo porque no era algo que controlara a su gusto. Era su magia y ciertamente, no la mejor parte de ella.
Cegada por la emoción del momento, la hechicera centró la atención en los pasos del hombre que cargaba el libro. Súbitamente este se detuvo. Podía sentir que se resistía, pero, aunque utilizara todas sus fuerzas, no lograría hacerlo. A paso forzado, el hombre se devolvía hacia ella, mientras los demás observaban extrañados. No podía pronunciar palabra, ella no se lo permitía, pero su mirada lo decía todo, de tener oportunidad, le mataría.
La dominación no era la forma más amable de magia, pero sí bastante efectiva.
— Sabía que entrarías en razón — Le sonrió con hipocresía después de quitarle el libro de las manos.
Él permaneció como una estatua y ella se alejó con la misma indiferencia que él lo había hecho antes. Una expresión de satisfacción le surcaba el rostro mientras se hacía paso entre sus compañeros.
— Suerte con el matrimonio
Entonces, sin dar más espera a que el efecto se desvaneciera, echó a correr fuera del edificio.
Para entonces la hechicera ya había revisado todas sus opciones y concluyó rápidamente que no tenía escape, a sus espaldas había una pared y frente suyo tres hombres peligrosamente armados. La primera idea que le acogió fue resignarse a cumplir la orden, pero era demasiado obstinada para ello. Entrecerró los ojos y reforzó el agarre del libro, era un reto.
— No creo que sea posible — Se atrevió a decir finalmente, esperando que el temblor en su voz no le delatara
Estaba asustada, por supuesto, pero necesitaba ese libro. Era la primera pieza de información concreta que obtenía en meses y no podía permitirse perderla, no después de estar tan cerca de la fuente que tanto empeño le había llevado encontrar. Si querían el libro tendrían que esforzarse o, por lo menos, ese era el plan antes de que, de un zarpazo, el hombre agarrara el ejemplar, arrastrándole hasta arrebatárselo.
Su cuerpo fue a dar contra una de las estanterías tumbando otro par de libros al suelo. Soltó un quejido mientras se sobaba el brazo, estaba dispuesta a replicar, pero el hombre ya se había dado media vuelta, avanzando con total indiferencia. Kattrina lo observó alejarse perpleja tratando de entender lo sucedido, gritarle de nada serviría, por lo que debatía en su mente más opciones.
Los otros dos le siguieron pero detrás de ellos apareció la figurilla de una mujer que no vaciló en agacharse a recoger los libros mientras excusaba el comportamiento de sus amigos. La hechicera resopló y se inclinó también para ayudarle.
— No necesitas disculparte por ellos — le sonrió afable
Una vez recopilaron todos los libros del suelo, ambas se pusieron en pie y la amable señorita volvió con los hombres, quienes impacientes le aguardaban. Por su parte, Kattrina permaneció en su lugar, observando sin saber cómo proceder.
Respiró hondo. Estaba muy molesta, si se quedaba allí en pie sin hacer nada todo el esfuerzo habría sido en vano y probablemente nunca conseguiría nada mejor. Se estaba condenando a sí misma. Sus dedos tamborileaban inquietos sobre la piel de su brazo, su estómago se sentía como un agujero negro; no podría estar tranquila, no de continuar así.
De un repentino impulso, sus pies comenzaron a moverse presurosos tras ellos. Ya se encontraban a punto de salir.
— Necesito ese libro — Vociferó en tono fuerte y firme.
No fue difícil llamar la atención, el silencio lo hizo sencillo, sin embargo, tal y cómo lo pensó, el hombre que llevaba el libro a penas y le dio una mirada de lástima, mofándose sin prestarle demasiada atención.
Gruñó molesta, la sangre le hervía, no podía hacer nada, sin embargo, la frustración no llegó sola, pues, repentinamente, le invadió un cosquilleo bajo la piel, uno que conocía bien pero no le acogía regularmente, más que todo porque no era algo que controlara a su gusto. Era su magia y ciertamente, no la mejor parte de ella.
Cegada por la emoción del momento, la hechicera centró la atención en los pasos del hombre que cargaba el libro. Súbitamente este se detuvo. Podía sentir que se resistía, pero, aunque utilizara todas sus fuerzas, no lograría hacerlo. A paso forzado, el hombre se devolvía hacia ella, mientras los demás observaban extrañados. No podía pronunciar palabra, ella no se lo permitía, pero su mirada lo decía todo, de tener oportunidad, le mataría.
La dominación no era la forma más amable de magia, pero sí bastante efectiva.
— Sabía que entrarías en razón — Le sonrió con hipocresía después de quitarle el libro de las manos.
Él permaneció como una estatua y ella se alejó con la misma indiferencia que él lo había hecho antes. Una expresión de satisfacción le surcaba el rostro mientras se hacía paso entre sus compañeros.
— Suerte con el matrimonio
Entonces, sin dar más espera a que el efecto se desvaneciera, echó a correr fuera del edificio.
Última edición por Kattrina el Lun Jul 24, 2017 5:29 am, editado 1 vez
Kattrina Vinter- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/07/2017
Re: El Caos viste de guerra (privado)
Tenia a la morenita de ojos claros en el bote cuando apareció Brökk con una increíble historia sobre que estaba de despedida de soltero.
Gruñí enarcando una ceja como respuesta para encontrarme con esa risa que bien significaba un “que te joden”
Pero yo no era de esos que se dejan vencer en el campo de batalla y menos aun cuando hablábamos de faldas, así que seguí con la mejor de mis sonrisas tratando de engatusarla.
Si el mimado de Loqui creía que me iba a ganar esta batalla la llevaba mas que clara, lo que no esperé en ese momento es que entrara en acción el bárbaro de Dritt que al parecer decidió hacer las cosas a su modo y saltándose toda parlamentacion arrancó del brazo de la joven el libro que entre sus brazos custodiaba.
Golpeó su hombro con una de las estanterías por la rudeza con la que le quitó el libro, pero Dritt ni se inmuto, no así Soleil que seguramente compadeciéndose de la pobre parisina le ayudó a recoger los libros mientras nosotros seguíamos al implacable Dritt que tras haber saqueado, se dirigía a la salida sin mirar tan siquiera hacia atrás.
Una vez fuera vi como alzaba el brazo dándonos la espalda mostrando victorioso el libro en una clara forma de decirnos que así se conseguían las cosas en tierras norteñas.
Negué cogiendo a Wrökk del cuello soltando unas cuantas carcajadas.
-Así que de despedida de soltero -le dije dándole un golpe en el pecho -estaba buena la morenita.
Hablando de la dama, su voz sonó a nuestras espaldas, Soleil ya se había unido a la comitiva, y así los tres nos giramos para mirar a una cabreada chica que pedía al bastardo que soltara el libro y se lo devolviera.
Las risas entre nosotros se sucedieron, si pensaba que el bárbaro soltaría su presa se equivocaba de cabo a rabo.
Claro que no esperamos o al menos no yo, que la magia tuviera algo que ver en este juego y hechizo de un modo muy oportuno a Dritt que se quedó paralizado.
Como si fuera un niño le quitó el libro, este bufaba y gruñía, trataba de moverse pero no podía ahora era la niña la que se largaba con ese libro que necesitábamos.
Al pasar por mi lado me dijo que me deseaba una buena boda.
No dejé que avanzara mucho mas, la giré del brazo enfrentándome a sus dos relámpagos.
-Lo siento preciosa, pero no puedo dejar que te lleves el libro, como te hemos dicho antes, lo necesitamos, así que tenemos un problema...
Ella trataba de zafarse de mi agarre, luchaba por su libertad y algo me dijo que podía conseguirla si la magia que poseía era lo suficientemente fuerte como para domar a Dritt.
-Colaboremos juntos pequeña -susurré apartando un mechón rebelde de su rostro -¿que me dices?
Gruñí enarcando una ceja como respuesta para encontrarme con esa risa que bien significaba un “que te joden”
Pero yo no era de esos que se dejan vencer en el campo de batalla y menos aun cuando hablábamos de faldas, así que seguí con la mejor de mis sonrisas tratando de engatusarla.
Si el mimado de Loqui creía que me iba a ganar esta batalla la llevaba mas que clara, lo que no esperé en ese momento es que entrara en acción el bárbaro de Dritt que al parecer decidió hacer las cosas a su modo y saltándose toda parlamentacion arrancó del brazo de la joven el libro que entre sus brazos custodiaba.
Golpeó su hombro con una de las estanterías por la rudeza con la que le quitó el libro, pero Dritt ni se inmuto, no así Soleil que seguramente compadeciéndose de la pobre parisina le ayudó a recoger los libros mientras nosotros seguíamos al implacable Dritt que tras haber saqueado, se dirigía a la salida sin mirar tan siquiera hacia atrás.
Una vez fuera vi como alzaba el brazo dándonos la espalda mostrando victorioso el libro en una clara forma de decirnos que así se conseguían las cosas en tierras norteñas.
Negué cogiendo a Wrökk del cuello soltando unas cuantas carcajadas.
-Así que de despedida de soltero -le dije dándole un golpe en el pecho -estaba buena la morenita.
Hablando de la dama, su voz sonó a nuestras espaldas, Soleil ya se había unido a la comitiva, y así los tres nos giramos para mirar a una cabreada chica que pedía al bastardo que soltara el libro y se lo devolviera.
Las risas entre nosotros se sucedieron, si pensaba que el bárbaro soltaría su presa se equivocaba de cabo a rabo.
Claro que no esperamos o al menos no yo, que la magia tuviera algo que ver en este juego y hechizo de un modo muy oportuno a Dritt que se quedó paralizado.
Como si fuera un niño le quitó el libro, este bufaba y gruñía, trataba de moverse pero no podía ahora era la niña la que se largaba con ese libro que necesitábamos.
Al pasar por mi lado me dijo que me deseaba una buena boda.
No dejé que avanzara mucho mas, la giré del brazo enfrentándome a sus dos relámpagos.
-Lo siento preciosa, pero no puedo dejar que te lleves el libro, como te hemos dicho antes, lo necesitamos, así que tenemos un problema...
Ella trataba de zafarse de mi agarre, luchaba por su libertad y algo me dijo que podía conseguirla si la magia que poseía era lo suficientemente fuerte como para domar a Dritt.
-Colaboremos juntos pequeña -susurré apartando un mechón rebelde de su rostro -¿que me dices?
Orn Cannif- Humano Clase Media
- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 11/07/2017
Re: El Caos viste de guerra (privado)
Dritt y sus discursos elocuentes...iba para político...tsk. Chasqueó la lengua y se pasó las manos por la cara. Se preguntó si de haber podido hubiera cogido a la hechicera y se la hubiera cargado al hombro cual saco de patatas. Pero él no había tenido en cuenta el aura de la mujer, por eso no sabía que se podía llevar exactamente eso: una torta en la narices de su propio ego.
Sonrió entre dientes porque su amigo se lo merecía, pero adivinó un poder de control mental bastante peligroso, contra eso no podía luchar con el acero y su magia tampoco lo protegía, así que la muchacha era un enemigo a batir más peligroso que un ejército de cincuenta hombres.
Soleil intentó su parte siendo amable y atmpoco funcionó, evidentemente aquello estaba siendo un despropósito y la reacción de la bruja fue lo que habría hecho cualqiera en su sano juicio. Orn tampoco ayudaba demasiado con sus reacciones, cuando alguien te agarra de un brazo y te dice que te va a quitar algo que posees, no sueles colaborar de buen grado.
— un momento!! a ver, hagamos las cosas bien. Mi nombre es Brökk, este pazguato es Orn, aquel idiota es Dritt y esa es su niñera, Soleil. No queremos hacerte daño, de verdad. Sé lo que eres, y tú también sabes lo que soy yo...no pongamos las cosas más difíciles. Entiendo que ese libro es importante para ti, para nosotros también lo es y la verdad es que no me apetece tener que pelear por él cuando podemos ayudarnos mutuamente como dice Orn... que es lo único sensato que ha dicho hoy. Y no, no se va a casar ¿quién lo iba a querer? perdona el espectáculo, ha sido una torpeza tras otra. Pero de verdad que necesitamos echarle un vistazo a ese libro porque de lo contrario morirán muchos. ¿Por qué no nos cuentas para qué lo necesitas y nosotros te contamos para qué lo queremos? ¿hay trato?
Sonrió entre dientes porque su amigo se lo merecía, pero adivinó un poder de control mental bastante peligroso, contra eso no podía luchar con el acero y su magia tampoco lo protegía, así que la muchacha era un enemigo a batir más peligroso que un ejército de cincuenta hombres.
Soleil intentó su parte siendo amable y atmpoco funcionó, evidentemente aquello estaba siendo un despropósito y la reacción de la bruja fue lo que habría hecho cualqiera en su sano juicio. Orn tampoco ayudaba demasiado con sus reacciones, cuando alguien te agarra de un brazo y te dice que te va a quitar algo que posees, no sueles colaborar de buen grado.
— un momento!! a ver, hagamos las cosas bien. Mi nombre es Brökk, este pazguato es Orn, aquel idiota es Dritt y esa es su niñera, Soleil. No queremos hacerte daño, de verdad. Sé lo que eres, y tú también sabes lo que soy yo...no pongamos las cosas más difíciles. Entiendo que ese libro es importante para ti, para nosotros también lo es y la verdad es que no me apetece tener que pelear por él cuando podemos ayudarnos mutuamente como dice Orn... que es lo único sensato que ha dicho hoy. Y no, no se va a casar ¿quién lo iba a querer? perdona el espectáculo, ha sido una torpeza tras otra. Pero de verdad que necesitamos echarle un vistazo a ese libro porque de lo contrario morirán muchos. ¿Por qué no nos cuentas para qué lo necesitas y nosotros te contamos para qué lo queremos? ¿hay trato?
Brökk Tollak- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 117
Fecha de inscripción : 13/07/2017
Localización : París-Bergen-Nueva Orleans
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El Caos viste de guerra (privado)
No entendía la cara de esos dos cuando le quité el libro a la mujer ¿no habíamos venido a eso? Para socializar ya teníamos las tabernas, allí muchas se abrirían de piernas con cuatro frases mal dichas y dos gestas bien narradas, pero aquí estábamos de misión y esperaba que eso fuera algo que no olvidaran.
Caminé saliendo del edificio sin mirar atrás, solo cuando a mi espalda escuché la voz de esos dos y sus carcajadas alcé le libro en señal de victoria para que lo miraran.
Había sido mas fácil que quitarle una piruleta a un niño, así que ahora podríamos intentar descifrar algo sobre la orden que custodiaba la reliquia.
Mi sorpresa vino cuando la parisina corrió tras nosotros imponiéndose a todos con un claro mensaje, quería el libro, y lo quería ya.
-Pues pídelo por navidad -atajé sin mas, con esa indiferencia de la que yo solía hacer gala cuando las cosas se me antojaban absurdas.
Iba a continuar mi camino cuando me percaté de que estaba inmóvil, no podía apenas ni pestañear, al parecer había subestimado al adversario y mi mirada se dirigió a la de Brökk en un claro “ya podías haberme dicho que era una maldita hechicera, pues entonces la hubiera noqueado para arrebatarle lo que ahora se me escapaba de las manos”
La mujer con el libro rehízo sus pasos, pero acabó siendo interceptada en su huida por Orn que le dejaba claro que no iba a escapar con el libro.
Yo gruñía tratando de zafarme de ese agarré imaginario mientras ahora el mimado de Loqui entraba en juego llamándonos imbéciles a los dos..
Ni que a él le hubiera ido mucho mejor en esta negociación.
La mujer seguía aferrando el libro y yo empezaba a pensar que esto solo iba a tener una solución, o cedía o la mataba, era cuestión de perspectiva, necesitábamos el libro para salvar vidas norteñas, entre ellas la de mis hermanos que ya estaban en este tiempo buscando la reliquia, así que...matar a una hechicera a cambio se me antojaba a decir verdad, algo coherente.
-No es mi niñera -gruñí desde mi posición despertando la risa de Orn.
Esos dos si necesitaban una niñera, o algo de sangre que fluyera por sus venas, si los vieran nuestros padres discutir con una mujer para conseguir un libro se los llevarían los gigantes de Asgar.
¿Es que no habían aprendido nada esos dos de siglos de saqueo y de tomar las cosas a las bravas no mediante el parlamento?
Resoplé desde mi posición esperando que le efecto se pasara, ahora solo me quedaba gruñir y bufar intentando moverme sin demasiado éxito aparente.
-Encomendate a tu dios preciosa, lo vas a necesitar -rugí viendo como Brökk negaba desesperado y Orn se reía por la cómica situación que acontecía.
Caminé saliendo del edificio sin mirar atrás, solo cuando a mi espalda escuché la voz de esos dos y sus carcajadas alcé le libro en señal de victoria para que lo miraran.
Había sido mas fácil que quitarle una piruleta a un niño, así que ahora podríamos intentar descifrar algo sobre la orden que custodiaba la reliquia.
Mi sorpresa vino cuando la parisina corrió tras nosotros imponiéndose a todos con un claro mensaje, quería el libro, y lo quería ya.
-Pues pídelo por navidad -atajé sin mas, con esa indiferencia de la que yo solía hacer gala cuando las cosas se me antojaban absurdas.
Iba a continuar mi camino cuando me percaté de que estaba inmóvil, no podía apenas ni pestañear, al parecer había subestimado al adversario y mi mirada se dirigió a la de Brökk en un claro “ya podías haberme dicho que era una maldita hechicera, pues entonces la hubiera noqueado para arrebatarle lo que ahora se me escapaba de las manos”
La mujer con el libro rehízo sus pasos, pero acabó siendo interceptada en su huida por Orn que le dejaba claro que no iba a escapar con el libro.
Yo gruñía tratando de zafarme de ese agarré imaginario mientras ahora el mimado de Loqui entraba en juego llamándonos imbéciles a los dos..
Ni que a él le hubiera ido mucho mejor en esta negociación.
La mujer seguía aferrando el libro y yo empezaba a pensar que esto solo iba a tener una solución, o cedía o la mataba, era cuestión de perspectiva, necesitábamos el libro para salvar vidas norteñas, entre ellas la de mis hermanos que ya estaban en este tiempo buscando la reliquia, así que...matar a una hechicera a cambio se me antojaba a decir verdad, algo coherente.
-No es mi niñera -gruñí desde mi posición despertando la risa de Orn.
Esos dos si necesitaban una niñera, o algo de sangre que fluyera por sus venas, si los vieran nuestros padres discutir con una mujer para conseguir un libro se los llevarían los gigantes de Asgar.
¿Es que no habían aprendido nada esos dos de siglos de saqueo y de tomar las cosas a las bravas no mediante el parlamento?
Resoplé desde mi posición esperando que le efecto se pasara, ahora solo me quedaba gruñir y bufar intentando moverme sin demasiado éxito aparente.
-Encomendate a tu dios preciosa, lo vas a necesitar -rugí viendo como Brökk negaba desesperado y Orn se reía por la cómica situación que acontecía.
Drittsekk- Humano Clase Alta
- Mensajes : 151
Fecha de inscripción : 06/07/2017
Re: El Caos viste de guerra (privado)
No entendía nada, cada vez menos. El único con algo de cordura allí, era el hechicero. ¿para qué querrían un libro viejo? Y ¿cómo habíamos llegado a Paris en tan poco tiempo?, en apenas un parpadeo. En qué líos me metía por culpa de aquel hombre, porque me lo pidió la señora si no... haría de niñera otra. Dudaba que alguien aguantase a aquel norteño terco e impulsivo. Mi mirada se paseaba por todos los presentes, no me enteraba de nada y era algo que se veía a leguas.
Dritt como siempre, lo tomó como si fuese suyo y se echó a correr como si la misión fuese pan comido. De repente, me quedé sola allí... y no tenía ni idea de volver así que me tocó ir en su búsqueda. La magia se podía oler por el pasillo, Dritt paralizado, un Brökk cansado de advertir que así no eran las cosas... y Orn... bueno, ese hombre era un caso aparte.
¿Qué pintaba una criada allí? Nada. Encima, tenía que estar oyendo la palabra criada una y otra vez. Me acerqué despacio a Dritt, no podía moverse y la verdad.. me hizo gracia, tanta que me eché a reír.... menudo panorama tenían allí montado todos. La mujer se marchaba con el libro, cosa que la verdad me daba exactamente igual... los otros dos irían por él y mientras...me aprovecharía de aquel hechizo.
-No puedes moverte ¿por cuánto tiempo? -enarqué una ceja mirándole de lo más divertida, Dritt me conocía y sabía por mi sonrisita que estaba tramando algo. Me acerqué despacio a él, quedando frente contra frente, mis ojos oscuros se pasearon por su rostro, relamiéndome los labios...podí aprovecharme y robarle lo que él me robó, un beso pero justo cuando iba a hacerlo, le mordí la mejilla y me eché a reír divertida, paseando mis manos por su cintura -Me gusta esto, voy a tener que decirle cómo se hace... -me detuve en su cintura...bajando un tanto más y separarme de golpe, sin dejar de mirarle a los ojos.
Dritt como siempre, lo tomó como si fuese suyo y se echó a correr como si la misión fuese pan comido. De repente, me quedé sola allí... y no tenía ni idea de volver así que me tocó ir en su búsqueda. La magia se podía oler por el pasillo, Dritt paralizado, un Brökk cansado de advertir que así no eran las cosas... y Orn... bueno, ese hombre era un caso aparte.
¿Qué pintaba una criada allí? Nada. Encima, tenía que estar oyendo la palabra criada una y otra vez. Me acerqué despacio a Dritt, no podía moverse y la verdad.. me hizo gracia, tanta que me eché a reír.... menudo panorama tenían allí montado todos. La mujer se marchaba con el libro, cosa que la verdad me daba exactamente igual... los otros dos irían por él y mientras...me aprovecharía de aquel hechizo.
-No puedes moverte ¿por cuánto tiempo? -enarqué una ceja mirándole de lo más divertida, Dritt me conocía y sabía por mi sonrisita que estaba tramando algo. Me acerqué despacio a él, quedando frente contra frente, mis ojos oscuros se pasearon por su rostro, relamiéndome los labios...podí aprovecharme y robarle lo que él me robó, un beso pero justo cuando iba a hacerlo, le mordí la mejilla y me eché a reír divertida, paseando mis manos por su cintura -Me gusta esto, voy a tener que decirle cómo se hace... -me detuve en su cintura...bajando un tanto más y separarme de golpe, sin dejar de mirarle a los ojos.
Soleil- Humano Clase Media
- Mensajes : 123
Fecha de inscripción : 05/07/2017
Re: El Caos viste de guerra (privado)
Se sintió estúpida al pensar que podría llevar a cabo semejante maroma. Sí, su magia inmovilizó al bárbaro, sin embargo, no era lo suficientemente poderosa como para dejarlos a todos como estatuas, e incluso si lo fuera, no tenía ni la más remota idea de cómo hacerlo. La mayoría de hechiceros, por no decir todos, canalizaban su magia a través de palabras o hechizos, por su parte, ella nunca aprendió a manejarlo de ese modo o de ningún otro a decir verdad. Le era imposible predecir cuándo surgiría su poder, así que delegaba su aparición a las emociones a las emociones que le invadieran en el momento.
Forcejeó para soltarse del agarre del que luego reconoció como Orn gracias al hechicero, sin embargo, todo fue en vano, pues, aunque evocó su magia no funcionó. Con él no estaba molesta, se sentía un poco intimidada, tal vez, pero nada más.
El hombre que le sostenía acercó su mano con el fin de aparatar un mechón de cabello que se posaba rebelde sobre su rostro, ella hecho la cabeza para atrás desconfiada, pero al notar su intención se lo permitió aún un tanto recelosa. Sugería colaborar y era aquella una idea bastante sensata, tanto que le sorprendió más que viniera de él antes que del hechicero, quien parecía el más prudente de los tres; no obstante, no fue hasta que Brökk terminó de explicar que Kattrina se apartó de la cautela lo suficiente como para considerar la idea.
Entonces el más alto, Dritt, como lo llamó el hechicero, aclaró que la mujer que los acompañaba no era su niñera justo antes de cantarle una amenaza que más que asustarla la entretuvo. Ella no tenía dioses.
No replicó, solo se limitó a poner los ojos en blanco ante la advertencia y volvió su atención al hechicero, quien merecía sus palabras, o al menos el intento de razonar.
— No creo que él esté de acuerdo — Señaló en dirección a Dritt
El hombre había dejado de gruñir, ahora su atención estaba en su compañera. Lo que sea que sucediese allí no lo quería saber así que rápido volvió al hechicero.
Un suspiro de resignación se escapó de su boca.
— Dijiste que de muchos morirán sin este libro — dijo finalmente después de vacilar unos instantes — En mi caso alguien ya murió así que necesito que entiendan la importancia que tiene para mí — Apuntó con severidad — Podemos compartir el libro, no quiero que nadie más muera.
Ella vio la mano de Orn acercarse a tomar el libro, pero la apartó de un golpe con el mismo, aún no había terminado.
— Yo sólo busco respuestas y al parecer ustedes también así que quizá sí nos podamos ayudar — Extendió el libro a Brökk, pero antes de que este pudiese tomarlo aclaró — He buscado este libro por mucho tiempo y no voy a dejarlo ir tan fácilmente, espero que cumplan su palabra.
Esperó a que el hechicero recibiera el ejemplar, de los tres no sólo parecía el más razonable sino también él más confiable.
— Por cierto, me llamo Kattrina
Forcejeó para soltarse del agarre del que luego reconoció como Orn gracias al hechicero, sin embargo, todo fue en vano, pues, aunque evocó su magia no funcionó. Con él no estaba molesta, se sentía un poco intimidada, tal vez, pero nada más.
El hombre que le sostenía acercó su mano con el fin de aparatar un mechón de cabello que se posaba rebelde sobre su rostro, ella hecho la cabeza para atrás desconfiada, pero al notar su intención se lo permitió aún un tanto recelosa. Sugería colaborar y era aquella una idea bastante sensata, tanto que le sorprendió más que viniera de él antes que del hechicero, quien parecía el más prudente de los tres; no obstante, no fue hasta que Brökk terminó de explicar que Kattrina se apartó de la cautela lo suficiente como para considerar la idea.
Entonces el más alto, Dritt, como lo llamó el hechicero, aclaró que la mujer que los acompañaba no era su niñera justo antes de cantarle una amenaza que más que asustarla la entretuvo. Ella no tenía dioses.
No replicó, solo se limitó a poner los ojos en blanco ante la advertencia y volvió su atención al hechicero, quien merecía sus palabras, o al menos el intento de razonar.
— No creo que él esté de acuerdo — Señaló en dirección a Dritt
El hombre había dejado de gruñir, ahora su atención estaba en su compañera. Lo que sea que sucediese allí no lo quería saber así que rápido volvió al hechicero.
Un suspiro de resignación se escapó de su boca.
— Dijiste que de muchos morirán sin este libro — dijo finalmente después de vacilar unos instantes — En mi caso alguien ya murió así que necesito que entiendan la importancia que tiene para mí — Apuntó con severidad — Podemos compartir el libro, no quiero que nadie más muera.
Ella vio la mano de Orn acercarse a tomar el libro, pero la apartó de un golpe con el mismo, aún no había terminado.
— Yo sólo busco respuestas y al parecer ustedes también así que quizá sí nos podamos ayudar — Extendió el libro a Brökk, pero antes de que este pudiese tomarlo aclaró — He buscado este libro por mucho tiempo y no voy a dejarlo ir tan fácilmente, espero que cumplan su palabra.
Esperó a que el hechicero recibiera el ejemplar, de los tres no sólo parecía el más razonable sino también él más confiable.
— Por cierto, me llamo Kattrina
Kattrina Vinter- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 42
Fecha de inscripción : 06/07/2017
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