AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El Caos viste de guerra (privado)
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El Caos viste de guerra (privado)
Recuerdo del primer mensaje :
Hacia un par de días que la mayor parte de los Cannif habían atravesado el portal con distintas motivaciones.
Mientras Niels buscaba dar con aquel hechicero que quería acabar con su vida antes de nacer.
Ubbe se embarcaba en la búsqueda de una reliquia que nos ayudaría a balancear la guerra a nuestro favor.
Como no, tras Ubbe, salto la impetuosa Synnove, incapaz de cortar el cordón umbilical que la unía a su mellizo y tras ella el hermano protector de Hakon obsesionado con cuidar de los dos.
Allí con cara de gilipollas se quedó Dritt que por ser un bastardo nunca parecía listo para ningun tipo de misión.
Dritt era uno de los mas hábiles guerreros con la espada, pero cara al norte solo era una mancha para el honor de Hoor, el bastardo que Valeria trajo de París tras su separación, así que siempre resultaba ninguneado.
Yo que me crie en el seno de esa familia, acogido desde que era un niño por el mismo Höor, siempre fui tratado con aprecio, mi vinculo se estrecho mas con Drizz que con los otros, quizás porque no era un Cannif y porque era con él con quien entrenaba y no con el resto de todos ellos.
Dos días después llegó una información relevante, no conocíamos la veracidad de esta, pero por lo visto había una orden milenaria que custodiaba la reliquia, quizás habíamos lanzado a los Cannif a la boca del lobo y la aparente angustia de la señora Adaline, mujer de Erlend y madre de los tres hermanos que saltaron a por ese arma mitológica era palpable.
Höor valoraba la idea de ser él mismo quien saltara la otro lado, pero eso era algo que dejaría muy mermadas nuestras tropas que se enfrentaban a muerte en una guerra sin tregua.
Perder a Erlend, Ulf u Hóor en estos momentos incitaría al rey a lanzar sus tropas contra los nuestros, así que era algo que no nos podíamos permitir.
Dritt llegó con el semblante serio aquel día al entrenamiento, su cara lo decía todo, lo conocía, luchaba con fiereza como una bestia acorralada, el acero mordía con fuerza rugiendo esgrimido al viento y difícil me resultaba seguir el ritmo de un caballo desbocado que arrastraba demasiado.
-¿que cojones te pasa Dritt? -pregunté apretando los dientes mientras le daba una patada en el pecho para marcar distancia entre nuestros aceros.
Ambos jadeábamos uno frente a otro, fue entonces cuando volvió a pegarse a mi, el acero alzado, mi espada interpuesta y entonces me contó aquello que pensaba hacer.
Cruzar el portal como sus primos, el problema que Valeska nunca se lo abriría, necesitábamos otro con poder para hacerlo, nuestra mirada se desvió hacia Brökk.
-Es nuestro hombre -aseguré mirando a Dritt con picardia.
Acabado el entrenamiento rodeé el cuello mítico hijo de Ulf tirando de él hacia una de las esquinas.
Dritt al otro lado cerraba la marcha mientras ambos fingíamos entre risas una animada conversacion para no despertar la atención de nadie de los allí presentes.
-Brökk, sabes que tras saltar los Cannif, se ha descubierto que una orden secreta custodia el objeto, hemos pensado acudir en ayuda de los nuestros para conseguir esa reliquia que terminara con la guerra que asola el norte.
Te necesitamos para abrir el portal y después para volver a nuestro tiempo ¿te apuntas? -le pregunté sin darle muchas opciones a negarse.
Hacia un par de días que la mayor parte de los Cannif habían atravesado el portal con distintas motivaciones.
Mientras Niels buscaba dar con aquel hechicero que quería acabar con su vida antes de nacer.
Ubbe se embarcaba en la búsqueda de una reliquia que nos ayudaría a balancear la guerra a nuestro favor.
Como no, tras Ubbe, salto la impetuosa Synnove, incapaz de cortar el cordón umbilical que la unía a su mellizo y tras ella el hermano protector de Hakon obsesionado con cuidar de los dos.
Allí con cara de gilipollas se quedó Dritt que por ser un bastardo nunca parecía listo para ningun tipo de misión.
Dritt era uno de los mas hábiles guerreros con la espada, pero cara al norte solo era una mancha para el honor de Hoor, el bastardo que Valeria trajo de París tras su separación, así que siempre resultaba ninguneado.
Yo que me crie en el seno de esa familia, acogido desde que era un niño por el mismo Höor, siempre fui tratado con aprecio, mi vinculo se estrecho mas con Drizz que con los otros, quizás porque no era un Cannif y porque era con él con quien entrenaba y no con el resto de todos ellos.
Dos días después llegó una información relevante, no conocíamos la veracidad de esta, pero por lo visto había una orden milenaria que custodiaba la reliquia, quizás habíamos lanzado a los Cannif a la boca del lobo y la aparente angustia de la señora Adaline, mujer de Erlend y madre de los tres hermanos que saltaron a por ese arma mitológica era palpable.
Höor valoraba la idea de ser él mismo quien saltara la otro lado, pero eso era algo que dejaría muy mermadas nuestras tropas que se enfrentaban a muerte en una guerra sin tregua.
Perder a Erlend, Ulf u Hóor en estos momentos incitaría al rey a lanzar sus tropas contra los nuestros, así que era algo que no nos podíamos permitir.
Dritt llegó con el semblante serio aquel día al entrenamiento, su cara lo decía todo, lo conocía, luchaba con fiereza como una bestia acorralada, el acero mordía con fuerza rugiendo esgrimido al viento y difícil me resultaba seguir el ritmo de un caballo desbocado que arrastraba demasiado.
-¿que cojones te pasa Dritt? -pregunté apretando los dientes mientras le daba una patada en el pecho para marcar distancia entre nuestros aceros.
Ambos jadeábamos uno frente a otro, fue entonces cuando volvió a pegarse a mi, el acero alzado, mi espada interpuesta y entonces me contó aquello que pensaba hacer.
Cruzar el portal como sus primos, el problema que Valeska nunca se lo abriría, necesitábamos otro con poder para hacerlo, nuestra mirada se desvió hacia Brökk.
-Es nuestro hombre -aseguré mirando a Dritt con picardia.
Acabado el entrenamiento rodeé el cuello mítico hijo de Ulf tirando de él hacia una de las esquinas.
Dritt al otro lado cerraba la marcha mientras ambos fingíamos entre risas una animada conversacion para no despertar la atención de nadie de los allí presentes.
-Brökk, sabes que tras saltar los Cannif, se ha descubierto que una orden secreta custodia el objeto, hemos pensado acudir en ayuda de los nuestros para conseguir esa reliquia que terminara con la guerra que asola el norte.
Te necesitamos para abrir el portal y después para volver a nuestro tiempo ¿te apuntas? -le pregunté sin darle muchas opciones a negarse.
Orn Cannif- Humano Clase Media
- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 11/07/2017
Re: El Caos viste de guerra (privado)
No entendí el porque de su ceño fruncido ¿acaso era descabellada mi idea? Estaba claro que no haberse fijado en alguien como yo implicaba cierta desviación.
Enarqué una ceja cuando tomó la jarra mientras Dritt se burlaba de mis dotes de seducción, que en el norte me funcionaban a la perfección y Bröok se metía conmigo defendiendo a la dama, seguro que con la misma intención en mente que yo, colarse entre sus piernas, solo que el cabrón era mas sagaz y lo hacia cual culebra rastrera.
La bruja se bebió la jarra a lo que sonreí hundiendo mi mirada en la ajena en señal de satisfacción, la tenia a mis pies, solo que se hacia la dura para acaparar mi interés.
-Tu tranquila preciosa, si solo tengo ojos para ti -le dije lanzandole un mordisco al aire.
Vale, para ella y otras doscientas mas que estuvieran buenas, pero eso no pensaba desvelarlo a la primera.
Soleil se acercó para quitarme protagonismo, desvié la mirada hacia el bastardo que se encogió de hombros justificando que se le hubiera escapado de las manos.
-Como atrapes así a todas las mujeres Drittsekk -bufé mientras este se reía.
Soleil le dio una taza de te a la bruja, la miré de soslayo sin acabar de entender que propósito podía tener eso de tomar te -¿Soleil no tienes nada mejor que hacer? -pregunté dejandole claro que nos molestaba.
Cuando se fue volví a poner la mejor de mis sonrisas, mi mano de nuevo al marco de la ventana, apreté los músculos para que se marcaran, mi cuerpo su cárcel y alcé sendas cejas para que apreciara mi poderío.
-¿por donde íbamos preciosa? Todo esto puede ser tuyo.
Casi se me abre la boca desencajada cuando empezó a tambalearse, una cerveza no podía hacer ese efecto.
Me giré hacia Soleil que de nuevo había vuelto a la mesa riéndose entre dientes.
-¿pero a ti que cojones te pasa? Dritt esta loca -gruñí bufando
La hechicera daba tumbos riéndose como si llevara un pedo de tres pares de cojones, quizás no estuviera la noche perdida, porque ahora me confirmaba lo que yo ya sabia, que le gustaba,, bueno también señaló al hechicero de atrás, pero eso era irrelevante, podíamos compartirla, una noche cada uno, tampoco es que fuera el amor de mi vida.
Ni siquiera la conocía.
La alcé en brazos cuando se desmoronó, sus brazos rodearon mi cuello.
-Anda vamos señorita a buscar una cama donde dormirla.
Era muchas cosas, posiblemente ninguna buena, pero yo no me aprovechaba de una mujer borracha que se notaba a la legua que no quería tener nada con ninguno de los presentes, así que me encaminé escaleras arriba con ella entre mis brazos.
-No se os ocurra iros a la taberna sin mi -les dije frunciendo le ceño.
Llegué la piso superior, con el pié empujé la puerta de una de las habitaciones y con facilidad me colé dentro.
Dejé caer su cuerpo muerto sobre el lecho mientras la miraba riéndome de como estaba, ahora venia la mejor parte, desnudarla y arroparla en la cama.
Enarqué una ceja cuando tomó la jarra mientras Dritt se burlaba de mis dotes de seducción, que en el norte me funcionaban a la perfección y Bröok se metía conmigo defendiendo a la dama, seguro que con la misma intención en mente que yo, colarse entre sus piernas, solo que el cabrón era mas sagaz y lo hacia cual culebra rastrera.
La bruja se bebió la jarra a lo que sonreí hundiendo mi mirada en la ajena en señal de satisfacción, la tenia a mis pies, solo que se hacia la dura para acaparar mi interés.
-Tu tranquila preciosa, si solo tengo ojos para ti -le dije lanzandole un mordisco al aire.
Vale, para ella y otras doscientas mas que estuvieran buenas, pero eso no pensaba desvelarlo a la primera.
Soleil se acercó para quitarme protagonismo, desvié la mirada hacia el bastardo que se encogió de hombros justificando que se le hubiera escapado de las manos.
-Como atrapes así a todas las mujeres Drittsekk -bufé mientras este se reía.
Soleil le dio una taza de te a la bruja, la miré de soslayo sin acabar de entender que propósito podía tener eso de tomar te -¿Soleil no tienes nada mejor que hacer? -pregunté dejandole claro que nos molestaba.
Cuando se fue volví a poner la mejor de mis sonrisas, mi mano de nuevo al marco de la ventana, apreté los músculos para que se marcaran, mi cuerpo su cárcel y alcé sendas cejas para que apreciara mi poderío.
-¿por donde íbamos preciosa? Todo esto puede ser tuyo.
Casi se me abre la boca desencajada cuando empezó a tambalearse, una cerveza no podía hacer ese efecto.
Me giré hacia Soleil que de nuevo había vuelto a la mesa riéndose entre dientes.
-¿pero a ti que cojones te pasa? Dritt esta loca -gruñí bufando
La hechicera daba tumbos riéndose como si llevara un pedo de tres pares de cojones, quizás no estuviera la noche perdida, porque ahora me confirmaba lo que yo ya sabia, que le gustaba,, bueno también señaló al hechicero de atrás, pero eso era irrelevante, podíamos compartirla, una noche cada uno, tampoco es que fuera el amor de mi vida.
Ni siquiera la conocía.
La alcé en brazos cuando se desmoronó, sus brazos rodearon mi cuello.
-Anda vamos señorita a buscar una cama donde dormirla.
Era muchas cosas, posiblemente ninguna buena, pero yo no me aprovechaba de una mujer borracha que se notaba a la legua que no quería tener nada con ninguno de los presentes, así que me encaminé escaleras arriba con ella entre mis brazos.
-No se os ocurra iros a la taberna sin mi -les dije frunciendo le ceño.
Llegué la piso superior, con el pié empujé la puerta de una de las habitaciones y con facilidad me colé dentro.
Dejé caer su cuerpo muerto sobre el lecho mientras la miraba riéndome de como estaba, ahora venia la mejor parte, desnudarla y arroparla en la cama.
Orn Cannif- Humano Clase Media
- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 11/07/2017
Re: El Caos viste de guerra (privado)
Acudimos a una posada, el ambiente parecía discernido, era ese lugar donde mis hermanos y yo solíamos reunirnos las veces que visitábamos París, allí se juntaba gente de la peor calaña, en su mayoría viajeros, así que cabía la posibilidad de que diéramos con alguno de los Cannif.
Por desgracia, ni rastro había de ellos aunque la posadera nos aseguró que quizás supieran algo en la taberna que había apenas unas cuadras mas allá.
Orn animado ya habia empezado a beber y pronto se unió a un joven de bonita silueta que acompañada de dos tipos mas jugaba a las cartas con una seductora sonrisa pintada en la cara.
Visto que Orn estaba entretenido Bröok y yo decididos acudir a esa taberna a buscar la información necesaria y volver mas tarde por él.
El grupo se había disgregado, pues las mujeres se habían quedado en la casa, una porque estaba drogada y la otra para cuidarla.
Regresamos a la hora, habíamos bebido algunas jarras, pero no habíamos conseguido nada de nada.
No tardamos en llegar de nuevo a la posada. Orn continuaba jugando a ese estúpido juego, parecia como drogado, o herido, por lo visto no iba muy bien. Tenía la cabeza acachada mirando hacia la mesa a pesar de que sabía que acabábamos de llegar y dos hombres enormes, por su aspecto debían de ser guerreros experimentados, estaban de pié detrás de él, y una tercera persona estaba sentada junto a él dándonos la espalda en ese momento.
Cuando nos íbamos a acercar a la mesa para preguntar qué pasaba, dos tipos me cortaron el paso.
-Dame tu arco -dijo uno de ellos-. Ahora es nuestro.
Mire a Bröok sin comprender muy bien lo que pasaba, aunque en su mirada vi el mismo desconcierto.
Eche un vistazo a la sala. Las dos moles que custodiaban a Orn llevaban una cota de mallas y una espada bastarda en sus cinturones y miraban la situación expectantes. Orn no hizo el menor intento de ponerse en pie, parecía abatido. En la mesa estaba su espada larga.
En ese momento lo comprendí, volví a mirar a Orn, que ni siquiera se atrevía a levantar la mirada, debían haberle engañado para que apostara nuestras armas a ese maldito juego, y desde luego las había perdido.
Al otro lado de la sala había otros dos tipos con sendos arcos en la mano, miraban atentos como se desarrollaban los acontecimientos. En la escalera una joven doncella jugueteaba con una ballesta, mientras nos miraba despreocupada.
Los hombres que se nos acercaron llevaban armadura de cuero tachonado y una espada corta colgaba de sus cintos, no eran tan enormes como los otros dos, aunque su tamaño y constitución no era nada despreciable y parecían ágiles. Era evidente que el grupo estaba bien organizado, posiblemente eran bandoleros, o venían como nosotros de otras tierras.
-Dame el arco –repitió el humano, esta vez con un tono amenazante.
Di un salto hacia atrás con rapidez, aterrizando sobre una de las mesas mientras deslizaba el arco por mi hombro con un rápido movimiento. Tense el arco colocando dos flechas en él.
-Si lo quieres, ven a cogerlo -dije con rabia mientras les apuntaba.
En ese momento la persona que estaba sentada junto al enano se giro para ver el alboroto que se había organizado. Era una chica de ojos azules y el pelo castaño cobrizo le caía suelto sobre la túnica negra que llevaba y miraba la situación divertida, a decir verdad parecía que deseara que disparara mis flechas sobre esos infelices. Sin duda, parecía la más peligrosa de todos ellos.
Los arqueros dirigieron sus arcos hacia mí, con sus flechas preparadas para impactar al mínimo movimiento. La otra chica de las escaleras apuntaba hacia Brökk con la ballesta sin perder detalle. Uno de los guerreros que franqueaban a Orn, se puso frente a la mesa con su arma en mano mientras que el otro continuaba vigilandolo. La hechicera de la túnica negra seguía sentada y una sonrisa irónica se dibujo en su cara.
Bröok avanzo hacia ella, quien parecía que era la cabecilla del grupo. El guerrero que se había adelantado en la mesa se interpuso entre el y la cabecilla con la espada preparada para atacar.
Bröokparecía sopesar la situación.
Seguí tensando la cuerda, sin despegar mis ojos de los tipos, sabía que en cuanto dejara volar aquellas flechas los arqueros harían lo mismo. Bröok estaba desarmado y sin su armadura frente al guerrero, mientras que a lo lejos le apuntaban con la ballesta. Era un suicidio, pero no podía permitir que se quedaran con nuestras armas.
-¿Cómo podemos recuperar las armas? -pregunto Bröok finalmente.
-Jugando, por su puesto.
-Drittsekk -oí la serena voz de Bröok-. Tenemos que arreglar esto a su manera -dijo con resignación.
-No sabes lo que me estas pidiendo –le conteste con rabia-. No me gustaba que me humillaran.
Brökk me sostuvo la mirada.
-No tenemos otra opción –dijo con la serenidad que a mi me faltaba.
Por desgracia, ni rastro había de ellos aunque la posadera nos aseguró que quizás supieran algo en la taberna que había apenas unas cuadras mas allá.
Orn animado ya habia empezado a beber y pronto se unió a un joven de bonita silueta que acompañada de dos tipos mas jugaba a las cartas con una seductora sonrisa pintada en la cara.
Visto que Orn estaba entretenido Bröok y yo decididos acudir a esa taberna a buscar la información necesaria y volver mas tarde por él.
El grupo se había disgregado, pues las mujeres se habían quedado en la casa, una porque estaba drogada y la otra para cuidarla.
Regresamos a la hora, habíamos bebido algunas jarras, pero no habíamos conseguido nada de nada.
No tardamos en llegar de nuevo a la posada. Orn continuaba jugando a ese estúpido juego, parecia como drogado, o herido, por lo visto no iba muy bien. Tenía la cabeza acachada mirando hacia la mesa a pesar de que sabía que acabábamos de llegar y dos hombres enormes, por su aspecto debían de ser guerreros experimentados, estaban de pié detrás de él, y una tercera persona estaba sentada junto a él dándonos la espalda en ese momento.
Cuando nos íbamos a acercar a la mesa para preguntar qué pasaba, dos tipos me cortaron el paso.
-Dame tu arco -dijo uno de ellos-. Ahora es nuestro.
Mire a Bröok sin comprender muy bien lo que pasaba, aunque en su mirada vi el mismo desconcierto.
Eche un vistazo a la sala. Las dos moles que custodiaban a Orn llevaban una cota de mallas y una espada bastarda en sus cinturones y miraban la situación expectantes. Orn no hizo el menor intento de ponerse en pie, parecía abatido. En la mesa estaba su espada larga.
En ese momento lo comprendí, volví a mirar a Orn, que ni siquiera se atrevía a levantar la mirada, debían haberle engañado para que apostara nuestras armas a ese maldito juego, y desde luego las había perdido.
Al otro lado de la sala había otros dos tipos con sendos arcos en la mano, miraban atentos como se desarrollaban los acontecimientos. En la escalera una joven doncella jugueteaba con una ballesta, mientras nos miraba despreocupada.
Los hombres que se nos acercaron llevaban armadura de cuero tachonado y una espada corta colgaba de sus cintos, no eran tan enormes como los otros dos, aunque su tamaño y constitución no era nada despreciable y parecían ágiles. Era evidente que el grupo estaba bien organizado, posiblemente eran bandoleros, o venían como nosotros de otras tierras.
-Dame el arco –repitió el humano, esta vez con un tono amenazante.
Di un salto hacia atrás con rapidez, aterrizando sobre una de las mesas mientras deslizaba el arco por mi hombro con un rápido movimiento. Tense el arco colocando dos flechas en él.
-Si lo quieres, ven a cogerlo -dije con rabia mientras les apuntaba.
En ese momento la persona que estaba sentada junto al enano se giro para ver el alboroto que se había organizado. Era una chica de ojos azules y el pelo castaño cobrizo le caía suelto sobre la túnica negra que llevaba y miraba la situación divertida, a decir verdad parecía que deseara que disparara mis flechas sobre esos infelices. Sin duda, parecía la más peligrosa de todos ellos.
Los arqueros dirigieron sus arcos hacia mí, con sus flechas preparadas para impactar al mínimo movimiento. La otra chica de las escaleras apuntaba hacia Brökk con la ballesta sin perder detalle. Uno de los guerreros que franqueaban a Orn, se puso frente a la mesa con su arma en mano mientras que el otro continuaba vigilandolo. La hechicera de la túnica negra seguía sentada y una sonrisa irónica se dibujo en su cara.
Bröok avanzo hacia ella, quien parecía que era la cabecilla del grupo. El guerrero que se había adelantado en la mesa se interpuso entre el y la cabecilla con la espada preparada para atacar.
Bröokparecía sopesar la situación.
Seguí tensando la cuerda, sin despegar mis ojos de los tipos, sabía que en cuanto dejara volar aquellas flechas los arqueros harían lo mismo. Bröok estaba desarmado y sin su armadura frente al guerrero, mientras que a lo lejos le apuntaban con la ballesta. Era un suicidio, pero no podía permitir que se quedaran con nuestras armas.
-¿Cómo podemos recuperar las armas? -pregunto Bröok finalmente.
-Jugando, por su puesto.
-Drittsekk -oí la serena voz de Bröok-. Tenemos que arreglar esto a su manera -dijo con resignación.
-No sabes lo que me estas pidiendo –le conteste con rabia-. No me gustaba que me humillaran.
Brökk me sostuvo la mirada.
-No tenemos otra opción –dijo con la serenidad que a mi me faltaba.
Drittsekk- Humano Clase Alta
- Mensajes : 151
Fecha de inscripción : 06/07/2017
Re: El Caos viste de guerra (privado)
Dritt me arrastró a la taberna dejando atrás a las damas, que casi mejor que fuera así, porque Soleil con toda su buena intención había confundido la raíz de amapola con tisana digestiva y ahora la bruja dormía en el que sería el cuarto de Eira, una de mis hermanas. Después de ir de una a otra y no hallar respuestas a lo que buscábamos, regresamos con Orn, pero la situación en ese pub era preocupante. Pronto nos rodearon apuntándonos con armas, Orn estaba bajo el efecto de alguna sustancia o quizás... un embrujo, porque desde luego no era su habitual borrachera. Los timadores llevaban armas de largo alcance, pero sin duda la peor era la mujer del vestido negro, su aura crepitaba como la mía. Ella me vio y yo la vi, ahora entendía de qué iba aquello.
— Dritt... esto es serio, necesito que te calmes y que te sientes conmigo, tenemos que jugar.
El juego era a priori "normal", con las reglas del black jack habituales, pero sabía que esa bruja tenía ases en las mangas. ¿Ilusionismo quizás? seguramente confundiría nuestros sentidos haciéndonos creer que en la mesa había unas cartas cuando había otras. Tenía que pensar rápido, yo no poseía esa habilidad, pero mi madre me había enseñado otras. Cada vez que la bruja variase un ápice su energía le inflingiría dolor, tenía que recitar el conjuro que atrayese a los muertos. Sabía que esa magia flotaba en mis venas, se lo había visto hacer a mi madre en muchas ocasiones, sólo tenía que intentarlo. Mentalemente lo repasé mientras repartían cartas y apostábamos. Tenía un 18, debería plantarme, pero la bruja subió la apuesta y Dritt quiso verla, sabía cómo jugaba éste, y seguramente en esta ocasión no fuera farol. Pero la bruja sonrió de medio lado y noté como su aura vibraba, estaba haciendo algo...¿pero que? fuera lo que fuera sería trampa, así que llamé a quien me escuchase y le ordené pincharla.
La hechicera dio un respingo al notar un aguijonazo en su muslo y de inmediato me miró, sabía que había descubierto su juego.
— Dritt... esto es serio, necesito que te calmes y que te sientes conmigo, tenemos que jugar.
El juego era a priori "normal", con las reglas del black jack habituales, pero sabía que esa bruja tenía ases en las mangas. ¿Ilusionismo quizás? seguramente confundiría nuestros sentidos haciéndonos creer que en la mesa había unas cartas cuando había otras. Tenía que pensar rápido, yo no poseía esa habilidad, pero mi madre me había enseñado otras. Cada vez que la bruja variase un ápice su energía le inflingiría dolor, tenía que recitar el conjuro que atrayese a los muertos. Sabía que esa magia flotaba en mis venas, se lo había visto hacer a mi madre en muchas ocasiones, sólo tenía que intentarlo. Mentalemente lo repasé mientras repartían cartas y apostábamos. Tenía un 18, debería plantarme, pero la bruja subió la apuesta y Dritt quiso verla, sabía cómo jugaba éste, y seguramente en esta ocasión no fuera farol. Pero la bruja sonrió de medio lado y noté como su aura vibraba, estaba haciendo algo...¿pero que? fuera lo que fuera sería trampa, así que llamé a quien me escuchase y le ordené pincharla.
La hechicera dio un respingo al notar un aguijonazo en su muslo y de inmediato me miró, sabía que había descubierto su juego.
Brökk Tollak- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 117
Fecha de inscripción : 13/07/2017
Localización : París-Bergen-Nueva Orleans
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El Caos viste de guerra (privado)
Mi té surtió efecto pero no el esperado. Sentía la mirada de reproche de Orn, como culpable absoluta de que a la bruja le hubiese afectado. En ese viaje no había hecho otra cosa más que empeorar las cosas. No supe donde meterme, la bruja no reaccionaba de forma normal...más atrevida o así lo vi, en vez de alegrarse...el idiota de Orn me acusaba sin más.
Miré a Dritt , me sentía tan culpable que me ofrecí para ayudarla. Mis ojos oscuros se perdieron en un punto de la habitación, no supe lo que le eché a la infusión...me olió bien y pensé que estaría delicioso. La culpa me reconcomía, apenas dije nada... aunque ¿cómo iba a cuidar de una bruja una simple mortal?
Suspiré en cuanto los vi marchar, la llevé a la habitación y la eché en la cama...o al menos lo intenté. No sabría como disculparme , la tapé con una de las mantas para que descansara y pensé en todo lo ocurrido hasta ahora. El París que yo no conocí era muy distinto a aquel pues en ese instante, ni había nacido. Podía buscar a mi madre, advertirle y... cambiar el futuro, no hacerla pasar por esa vergüenza y terminar con aquel sin sentido.
Las cosas ocurrían por alguna razón, si Dritt y yo nacimos fue para encontrarnos pero muchas veces he pensado en que sin mí estaría mejor. Estaba tan ensimismada pensando en nada y en todo que me olvidé de ella, me encontraba en una de las sillas...mirando por la ventana. Giré la mirada, contemplándola... y sonreí cuando nuestras miradas se cruzaron, me acordé de Valeska y Fiolett..mis hermanas no de sangre pero sí de apego.
-¿Cómo te encuentras? Lamento mi descuido, no lo hice a propósito...solo quise agradarle, señorita. Sé que esta situación es extraña, lo es para todos ...imagínese para mí volver a un pasado en el que no existo... aún -mis ojos se perdieron de nuevo en la nada... -Si le puedo ayudar en algo...solo dígame y ...perdone a mis compañeros los vikingos, son así siempre pero son los mejores hombres que pueden guardar tus espaldas
Miré a Dritt , me sentía tan culpable que me ofrecí para ayudarla. Mis ojos oscuros se perdieron en un punto de la habitación, no supe lo que le eché a la infusión...me olió bien y pensé que estaría delicioso. La culpa me reconcomía, apenas dije nada... aunque ¿cómo iba a cuidar de una bruja una simple mortal?
Suspiré en cuanto los vi marchar, la llevé a la habitación y la eché en la cama...o al menos lo intenté. No sabría como disculparme , la tapé con una de las mantas para que descansara y pensé en todo lo ocurrido hasta ahora. El París que yo no conocí era muy distinto a aquel pues en ese instante, ni había nacido. Podía buscar a mi madre, advertirle y... cambiar el futuro, no hacerla pasar por esa vergüenza y terminar con aquel sin sentido.
Las cosas ocurrían por alguna razón, si Dritt y yo nacimos fue para encontrarnos pero muchas veces he pensado en que sin mí estaría mejor. Estaba tan ensimismada pensando en nada y en todo que me olvidé de ella, me encontraba en una de las sillas...mirando por la ventana. Giré la mirada, contemplándola... y sonreí cuando nuestras miradas se cruzaron, me acordé de Valeska y Fiolett..mis hermanas no de sangre pero sí de apego.
-¿Cómo te encuentras? Lamento mi descuido, no lo hice a propósito...solo quise agradarle, señorita. Sé que esta situación es extraña, lo es para todos ...imagínese para mí volver a un pasado en el que no existo... aún -mis ojos se perdieron de nuevo en la nada... -Si le puedo ayudar en algo...solo dígame y ...perdone a mis compañeros los vikingos, son así siempre pero son los mejores hombres que pueden guardar tus espaldas
Soleil- Humano Clase Media
- Mensajes : 123
Fecha de inscripción : 05/07/2017
Re: El Caos viste de guerra (privado)
Desenlazó sus pestañas, recobrando la lucidez mas aún con una persistente y engorrosa sensación de vértigo que tendía a duplicar fugazmente las imágenes captadas por sus pupilas y que permanecían remanentes incluso al parpadear. Si bien las hierbas del té se habían desecho de la digna mesura parisina que se esforzaba en conservar, desafortunadamente no surtieron el mismo efecto con la memoria de su indecoroso acto. Se refregó la cara y restregó los ojos avergonzada ante la bochornosa evocación, deseando que la tierra se abriese en dos y le aspirara sin dejar rastro de alguno de su existencia.
Resopló y recorrió la estancia con la mirada, reparando en un sillón cercano a la ventana en donde reposaba Soleil, aparentemente extraviada en sus cavilaciones. Sin las estrepitosas voces de los vikingos retumbando entre los pasillos, la residencia se sumía en apacible silencio que, por obvias razones, sirvió de aviso de la ausencia de los mismos, lo cual, de alguna u otra manera le generó alivio. Precisaría de tiempo para poder confrontar las consecuencias de su escena, o por lo menos, para poder pretender que no recordaba nada sin sucumbir con vergüenza a medio camino.
Quizá el peso de su propia mirada sirvió como una llamada pues un par de segundos después la doncella que le acompañaba despabiló de su meditación y volvió su atención a ella. Soleil sonrió y instintivamente la hechicera le sonrió de vuelta. No tenía muchas amistades… pensándolo mejor no tenía ninguna, la única relación semejante que mantuvo en su vida fue con la verdadera Kattrina y ahora pretendía ser ella; por otro lado, la gente de la orden le veía más bien como alguna variante de paria, una ilegítima o aún peor, la chica del ático.
El gesto animoso que le regaló a Soleil se tornó en una melancólica mueca, aunque la moza tampoco lo percibió pues entre apresurarse a ofrecer disculpas tanto propias como ajenas, evidentemente volvió a ensimismarse en sus pensamientos.
— Está bien, aunque no parezca todos estamos un poco desubicados… es decir, no todos los días conoces a quienes podrían ser tus nietos —Respondió entre afable y divertida, haciendo a un lado las mantas que cubrían su cuerpo y procediendo a acomodarse en el borde de la cama, dando la cara a la mujer — No tienes por qué disculparte, eres una buena muchacha, Soleil y no he imaginado por un instante que lo sucedido fuera a propósito —Dejó escapar un suspiro— Pero… al diablo con las formalidades, puedes decirme Kattrina — Continuó saliendo por la tangente, sin ánimos de ahondar mucho en el tema — Sólo deja de ofrecer disculpas en nombre de esos bocazas.
Soltó una pequeña risita en complicidad con la doncella. A pesar de todo, se sentía cómoda con ella, de vez en cuando le hacía falta una confidente, o siplemente compañía.
— ¡Vamos! —Le animó, levantándose de golpe mas necesitando un instante para deshacerse del leve aturdimiento que le acogió y por poco le hace perder el equilibrio— Quisiera echarle otro vistazo a ese libro y hacerme útil de una buena vez... apreciaría tu compañía.
Necesitaba distraerse y de paso, hacer alguna tarea productiva, así que tras insistir a Soleil, a quien imagino no le emocionaba mucho la idea, le arrastró a la primera planta dónde los hombres habían abandonado en libro por irse a beber. No le sorprendió. Se sentó junto a la mesa y observó a la mujer esperando que tomara asiento junto a ella.
Se concentró en las antiguas páginas del libro, rebuscando testimonio trascendente entre los párrafos ordinarios y letras que, gracias al hechizo que lanzó Brökk, llegaron a ser visibles. No encontró mucho, sólo algunos apuntes históricos de la enigmática organización que si bien a ella le podrían llegar a ser provechosos, dudaba que sirvieran a los vikingos. Gruñó frustrada y entonces ya resignada, volvió su atención a la moza, quien, a pesar de su notable esfuerzo por ofrecer ayuda, se apreciaba desorientada y poco entretenida.
Cerró el libro de repente.
— ¿Cómo fue terminaste atrapada en este lío? — Indagó curiosa, entrecerrando los ojos.
Le intrigaba conocer más de ellos, de todos. Quizá había estado buscando respuestas en el lugar equivocado, tal vez todo cuanto necesitaba saber se encontraba oculto en sus historias.
Resopló y recorrió la estancia con la mirada, reparando en un sillón cercano a la ventana en donde reposaba Soleil, aparentemente extraviada en sus cavilaciones. Sin las estrepitosas voces de los vikingos retumbando entre los pasillos, la residencia se sumía en apacible silencio que, por obvias razones, sirvió de aviso de la ausencia de los mismos, lo cual, de alguna u otra manera le generó alivio. Precisaría de tiempo para poder confrontar las consecuencias de su escena, o por lo menos, para poder pretender que no recordaba nada sin sucumbir con vergüenza a medio camino.
Quizá el peso de su propia mirada sirvió como una llamada pues un par de segundos después la doncella que le acompañaba despabiló de su meditación y volvió su atención a ella. Soleil sonrió y instintivamente la hechicera le sonrió de vuelta. No tenía muchas amistades… pensándolo mejor no tenía ninguna, la única relación semejante que mantuvo en su vida fue con la verdadera Kattrina y ahora pretendía ser ella; por otro lado, la gente de la orden le veía más bien como alguna variante de paria, una ilegítima o aún peor, la chica del ático.
El gesto animoso que le regaló a Soleil se tornó en una melancólica mueca, aunque la moza tampoco lo percibió pues entre apresurarse a ofrecer disculpas tanto propias como ajenas, evidentemente volvió a ensimismarse en sus pensamientos.
— Está bien, aunque no parezca todos estamos un poco desubicados… es decir, no todos los días conoces a quienes podrían ser tus nietos —Respondió entre afable y divertida, haciendo a un lado las mantas que cubrían su cuerpo y procediendo a acomodarse en el borde de la cama, dando la cara a la mujer — No tienes por qué disculparte, eres una buena muchacha, Soleil y no he imaginado por un instante que lo sucedido fuera a propósito —Dejó escapar un suspiro— Pero… al diablo con las formalidades, puedes decirme Kattrina — Continuó saliendo por la tangente, sin ánimos de ahondar mucho en el tema — Sólo deja de ofrecer disculpas en nombre de esos bocazas.
Soltó una pequeña risita en complicidad con la doncella. A pesar de todo, se sentía cómoda con ella, de vez en cuando le hacía falta una confidente, o siplemente compañía.
— ¡Vamos! —Le animó, levantándose de golpe mas necesitando un instante para deshacerse del leve aturdimiento que le acogió y por poco le hace perder el equilibrio— Quisiera echarle otro vistazo a ese libro y hacerme útil de una buena vez... apreciaría tu compañía.
Necesitaba distraerse y de paso, hacer alguna tarea productiva, así que tras insistir a Soleil, a quien imagino no le emocionaba mucho la idea, le arrastró a la primera planta dónde los hombres habían abandonado en libro por irse a beber. No le sorprendió. Se sentó junto a la mesa y observó a la mujer esperando que tomara asiento junto a ella.
Se concentró en las antiguas páginas del libro, rebuscando testimonio trascendente entre los párrafos ordinarios y letras que, gracias al hechizo que lanzó Brökk, llegaron a ser visibles. No encontró mucho, sólo algunos apuntes históricos de la enigmática organización que si bien a ella le podrían llegar a ser provechosos, dudaba que sirvieran a los vikingos. Gruñó frustrada y entonces ya resignada, volvió su atención a la moza, quien, a pesar de su notable esfuerzo por ofrecer ayuda, se apreciaba desorientada y poco entretenida.
Cerró el libro de repente.
— ¿Cómo fue terminaste atrapada en este lío? — Indagó curiosa, entrecerrando los ojos.
Le intrigaba conocer más de ellos, de todos. Quizá había estado buscando respuestas en el lugar equivocado, tal vez todo cuanto necesitaba saber se encontraba oculto en sus historias.
Kattrina Vinter- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 42
Fecha de inscripción : 06/07/2017
Re: El Caos viste de guerra (privado)
Podía escuchar las voces de Bröok y Dritt, como si fueran ecos lejanos, me mantenía erguido, pero incapaz de articular palabra, el brebaje que me habían volcado sobre la jarra cuando no miraba había diezmado mi voluntad.
En aquella ciudad la gente no solía ir de frente, mas bien todo lo contrario, las artimañas eran el pan de sus idas y admito que caí en su trampa pensando que esto seria una timba normal como esas que tantas veces jugábamos en el norte para pasar el rato sin mas.
Mis ojos se entrecerraban, mis labios se resecaban, cada vez estaba mas ido, todo me daba vueltas, y los dos gorilas que me sostenían hacían bien su papel pues sabiendo de mi estado me mantenían pegado a la silla.
Les insertaría con gusto la espada por el culo si pudiera mover un solo musculo de mi cuerpo, peor ni este ni la mente acompañaban mis movimientos imaginarios.
Era como llevar una buena borrachera pero a lo bestia. Dritt no iba a ceder en entregar las ramas, lo conocía, solo agradecí en mi interior que estuviera Bröok ahí, era un hombre inteligente muy capaz de salir de esta, porque yo había visto algo que ellos no y la batalla podía complicarse mucho mas de la cuenta si ese era el sendero que tomaban ambos.
No solo porque con lo que había en ese lugar bien podrían matarnos, yo el primero que incapaz de defenderme estaba vendido ante el acero de los gorilas si no porque fuera les esperaba una sorpresa.
La puerta se abrió, un semiorco de más de dos metros de altura y gran comprensión, entro a trabes de ella, su piel verduzca, y sus dientes caninos que sobresalían de su boca, unida a sus puntiagudas orejas y espesas cejas le daba un aspecto bestial. Su pecho al descubierto, mostraba unos músculos perfectamente torneados, en su cuello un collar de púas con una especie de cierre mostraba lo completamente incontrolable que parecía. De él colgaba una especie de cadena de eslabones como si de una alimaña se tratase.
El semiorco se acerco a la bruja con paso firme y decidido, y esta acaricio su brazo con dulzura.
En aquella ciudad la gente no solía ir de frente, mas bien todo lo contrario, las artimañas eran el pan de sus idas y admito que caí en su trampa pensando que esto seria una timba normal como esas que tantas veces jugábamos en el norte para pasar el rato sin mas.
Mis ojos se entrecerraban, mis labios se resecaban, cada vez estaba mas ido, todo me daba vueltas, y los dos gorilas que me sostenían hacían bien su papel pues sabiendo de mi estado me mantenían pegado a la silla.
Les insertaría con gusto la espada por el culo si pudiera mover un solo musculo de mi cuerpo, peor ni este ni la mente acompañaban mis movimientos imaginarios.
Era como llevar una buena borrachera pero a lo bestia. Dritt no iba a ceder en entregar las ramas, lo conocía, solo agradecí en mi interior que estuviera Bröok ahí, era un hombre inteligente muy capaz de salir de esta, porque yo había visto algo que ellos no y la batalla podía complicarse mucho mas de la cuenta si ese era el sendero que tomaban ambos.
No solo porque con lo que había en ese lugar bien podrían matarnos, yo el primero que incapaz de defenderme estaba vendido ante el acero de los gorilas si no porque fuera les esperaba una sorpresa.
La puerta se abrió, un semiorco de más de dos metros de altura y gran comprensión, entro a trabes de ella, su piel verduzca, y sus dientes caninos que sobresalían de su boca, unida a sus puntiagudas orejas y espesas cejas le daba un aspecto bestial. Su pecho al descubierto, mostraba unos músculos perfectamente torneados, en su cuello un collar de púas con una especie de cierre mostraba lo completamente incontrolable que parecía. De él colgaba una especie de cadena de eslabones como si de una alimaña se tratase.
El semiorco se acerco a la bruja con paso firme y decidido, y esta acaricio su brazo con dulzura.
Orn Cannif- Humano Clase Media
- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 11/07/2017
Re: El Caos viste de guerra (privado)
—Has dicho que querías jugar al Black Jack. ¿Has cambiado de opinión? porque si el juego es otro, estás haciendo trampas.— "Piensa...piensa..." se obligó a pensar algun hechizo de los que su madre le enseñó, porque sin armas y contra aquella mole iba a ser complicado hacer algo. Además estaba Orn medio colocado que no era de ninguna ayuda. Se concentró para intentar alcanzar con una plegaria a Loki, cuando sintió una sacudida en su cuerpo, fue como un crujido eléctrico que hizo que le faltase la respiración.
Las venas de sus sienes latían con fuerza, el corazón se le aceleró de tal forma que parecía que le iba a saltar del pecho, pero lo más escabroso es que por sus brazos empezaron a ascender unas venas negras que serpenteaban furiosas. Él no podía verse, pero en su rostro sucedió lo mismo, y cuando alcanzaron los ojos, éstos se tornaron negros como los más profundos pozos del infierno. Su cuerpo se sacudió expulsando una onda de energía oscura y en dos segundos los saqueadores empezaron a recibir ataque invisibles, sacudidas, cortes y golpes. Las botellas y vasos empezaron a girar en el aire explotando en mil pedazos y la bruja gritó.
— ¡¡Es un nigromante!! acabad con él!!!!
El caos que desató les proporcionó la ventaja para que Dritt pudiera recuperar sus armas y ayudar a los espíritus furiosos que se encargaban de golpear y rajar con la cólera desatada del brujo. El semiorco estaba suelto y la bruja trató de huir pero Brökk estaba poseído por una energía oscura que le hizo sonreir torvamente. Extendió la mano y la puerta voló, desencajándose de la jambas hacia la mujer, que recibió el impacto de canto, esquivandola con una onda de energía. Esa bruja era suya, iba a acabar con ella...en ese momento no pensaba si podía tener información sobre la Orden, tan sólo deseaba liberar ese poder dormido que lo había poseído a traición.
Nigromancia, magia oscura que se le manifestó a su madre cuando estaba embarazada de él, y que seguramente heredó en ese mismo instante, pero que había permanecido oculta por el bien de Brökk, para no romper el pacto con los Æsir. Desde luego no la controlaba, acababa de reducir aquella taberna prácticamente a ruinas sin proponérselo.
Las venas de sus sienes latían con fuerza, el corazón se le aceleró de tal forma que parecía que le iba a saltar del pecho, pero lo más escabroso es que por sus brazos empezaron a ascender unas venas negras que serpenteaban furiosas. Él no podía verse, pero en su rostro sucedió lo mismo, y cuando alcanzaron los ojos, éstos se tornaron negros como los más profundos pozos del infierno. Su cuerpo se sacudió expulsando una onda de energía oscura y en dos segundos los saqueadores empezaron a recibir ataque invisibles, sacudidas, cortes y golpes. Las botellas y vasos empezaron a girar en el aire explotando en mil pedazos y la bruja gritó.
— ¡¡Es un nigromante!! acabad con él!!!!
El caos que desató les proporcionó la ventaja para que Dritt pudiera recuperar sus armas y ayudar a los espíritus furiosos que se encargaban de golpear y rajar con la cólera desatada del brujo. El semiorco estaba suelto y la bruja trató de huir pero Brökk estaba poseído por una energía oscura que le hizo sonreir torvamente. Extendió la mano y la puerta voló, desencajándose de la jambas hacia la mujer, que recibió el impacto de canto, esquivandola con una onda de energía. Esa bruja era suya, iba a acabar con ella...en ese momento no pensaba si podía tener información sobre la Orden, tan sólo deseaba liberar ese poder dormido que lo había poseído a traición.
Nigromancia, magia oscura que se le manifestó a su madre cuando estaba embarazada de él, y que seguramente heredó en ese mismo instante, pero que había permanecido oculta por el bien de Brökk, para no romper el pacto con los Æsir. Desde luego no la controlaba, acababa de reducir aquella taberna prácticamente a ruinas sin proponérselo.
Brökk Tollak- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 117
Fecha de inscripción : 13/07/2017
Localización : París-Bergen-Nueva Orleans
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: El Caos viste de guerra (privado)
Lo que se desató allí fue el infierno, nunca había visto a Bröok descontrolado, muchas veces a Sirius y admito que la imagen de esos dos ante los muros de un castillo con lo chungos que se ponían podría amilanar al mas aguerrido de los guerreros.
Los espectros en una danza heterogénea de sombras y luces atravesaban los cuerpos de aquellas personas, sus huesos crujían partiéndose, aullaban de dolor cayendo al suelo incapaces de ponerse en pie, la muerte emergía de sus bocas sanguinolentas mientras Bröok centraba sus negros en los de la bruja.
Por encima de la mesa me deslicé con habilidad, recogí de allí mi arco y mientras resbalaba le calcé sendas flechas disparando a los hombres que sacando sus afilados cuchillos, pensaban degollar a un aturdido Orn.
Mis saetas surcaron la distancia cual halcones por su presa, el cuello de ambos fue su destino y atravesándolos cual manzanas, ambos cayeron al suelo ahogándose en sangre, emitiendo aquel delicioso ruido del la muerte, el gorgoteo del cadáver.
El puño del semiorco impactó en la mesa, por suerte justo a tiempo rodé por ella cayendo al otro lado, con el arco golpeé su frente ganando los segundos necesarios para soltarlo y afianzar con una de mis manos la bastarda que reposaba al lado de la silla de la hechicera.
Rugí frente a la bestia asiendo ahora el acero con sendas manos.
-¡Ven! -gruñí de forma salvaje abriendo los brazos en cruz y golpeando mi pecho con el mango y el puño simultáneamente.
No tuve que alzarme las enaguas y hacerle una reverencia para que aceptara el baile, el orco sediento de sangre corrió hacia mi con un hacha tan grande como mi propio cuerpo.
Ladeé la sonrisa al verlo correr desesperado, mas grandes torres habían caído ante mi acero.
Esquivé su embestida con destreza, dando un giro sobre mi pie derecho que me colocó a su espalda y agachando mi torso, mi espada sajó sus tobillos, escuche los tendones abriese, el dolor del demonio verde y como caía dejando sus pies rectos y sus tobillos torcidos.
Lo derribe y sin pensármelo dos veces, lo decapité en el suelo con un seco golpe de mis brazos.
La cabeza rodó hasta los pies de una temerosa bruja que miraba a Bröok conociendo que habia perdido la gesta.
Su última treta fue arrastrar a Orn frente a ella y colocar un punzante estilete en su carótida.
Apreté los dientes, movernos podía costarle la vida a mi hermano.
Los espectros en una danza heterogénea de sombras y luces atravesaban los cuerpos de aquellas personas, sus huesos crujían partiéndose, aullaban de dolor cayendo al suelo incapaces de ponerse en pie, la muerte emergía de sus bocas sanguinolentas mientras Bröok centraba sus negros en los de la bruja.
Por encima de la mesa me deslicé con habilidad, recogí de allí mi arco y mientras resbalaba le calcé sendas flechas disparando a los hombres que sacando sus afilados cuchillos, pensaban degollar a un aturdido Orn.
Mis saetas surcaron la distancia cual halcones por su presa, el cuello de ambos fue su destino y atravesándolos cual manzanas, ambos cayeron al suelo ahogándose en sangre, emitiendo aquel delicioso ruido del la muerte, el gorgoteo del cadáver.
El puño del semiorco impactó en la mesa, por suerte justo a tiempo rodé por ella cayendo al otro lado, con el arco golpeé su frente ganando los segundos necesarios para soltarlo y afianzar con una de mis manos la bastarda que reposaba al lado de la silla de la hechicera.
Rugí frente a la bestia asiendo ahora el acero con sendas manos.
-¡Ven! -gruñí de forma salvaje abriendo los brazos en cruz y golpeando mi pecho con el mango y el puño simultáneamente.
No tuve que alzarme las enaguas y hacerle una reverencia para que aceptara el baile, el orco sediento de sangre corrió hacia mi con un hacha tan grande como mi propio cuerpo.
Ladeé la sonrisa al verlo correr desesperado, mas grandes torres habían caído ante mi acero.
Esquivé su embestida con destreza, dando un giro sobre mi pie derecho que me colocó a su espalda y agachando mi torso, mi espada sajó sus tobillos, escuche los tendones abriese, el dolor del demonio verde y como caía dejando sus pies rectos y sus tobillos torcidos.
Lo derribe y sin pensármelo dos veces, lo decapité en el suelo con un seco golpe de mis brazos.
La cabeza rodó hasta los pies de una temerosa bruja que miraba a Bröok conociendo que habia perdido la gesta.
Su última treta fue arrastrar a Orn frente a ella y colocar un punzante estilete en su carótida.
Apreté los dientes, movernos podía costarle la vida a mi hermano.
Drittsekk- Humano Clase Alta
- Mensajes : 151
Fecha de inscripción : 06/07/2017
Re: El Caos viste de guerra (privado)
Era sumamente extraño, esa joven podría ser mi madre en este tiempo. Tan extraño como curioso, mi curiosidad no dejaba de atormentarme, preguntándome qué sería de mi madre en este instante. Podría buscarla, sabía el nombre pero si lo hacía podría cambiar el trascurso de las cosas, situaciones que no deberían ocurrir...y guardé silencio. Dritt no iba a acompañarme a aquella locura, siempre quise conocerla pero quizás este momento no era el adecuado. Bajé un instante la mirada hasta mi colgante en forma ovalada, en él llevaba mi nombre con un grabado en cursiva Mon Soleil.
-Cierto, aún estoy asimilándolo...ni siquiera sabía que esto podía ocurrir. Conozco la magia en primera persona, mis hermanos... quiero decir, la señorita Valeska y el señorio Sirius me han enseñado muchas veces lo que son capaces de conseguir...y juntos ¡debería verlos juntos, señorita! Recuerdo el inmenso arco iris que se extendió por toda la habitación, la señorita hizo elevar todo...flotaba, esa es la palabra que buscaba y... parecía un cuento de esos que el señor Cannif nos contaba, aunque sus anécdotas son más interesantes...mon dieu, hablo demasiado...je suis desoleé -la lengua materna, seguía intacta, la señora no había permitido que la olvidase y yo la acogí como la que más, solo yo sabía hablar un perfecto francés.
-Son buenos hombres, ruidosos y tercos... pero buenos hombres. Orn es que está acostumbrado a tenerlo todo, le has descuadrado...Kattrina-busqué su mirada, sonreí cómplice y la seguí, preparé infusiones...sin echar nada, lo llevé a rajatabla y antes de ofrecerle a ella di un sorbo a mi taza, comprobando que no ocurría nada.
Seguía imaginando ciertas cosas, cómo sería realmente mi vida si conociese a mi familia...aquella que me entregó a los brazos de una buena familia porque quería y deseaban lo mejor para mí. Suspiré, era mejor no darle vueltas...simplemente aceptarlo. Mi sitio era el norte, me encantaba y disfrutaba como lo que era, una sirvienta y a la vez hija de aquella familia, ¡era mi familia! Y era feliz, claro que ese interrogante era mi espina clavada en el alma.
-Prometí a la señora...que intentaría que Dritt no se metiese en líos. Al menos me escucha, a veces...-me sonrojé ligeramente, di un sorbo nerviosa a la taza para darme valor a hablar sin que se me notase lo evidente -Los seguía, me agarré a su brazo y... -me mordí el labio inferior...sonaba tan patético que hasta me daba vergüenza seguir con la conversación -Suena tan ...no quiero que piense mal de mí, le he podido perder muchas veces por su inconsciencia... y -no supe qué más decir... era tan obvio mis sentimientos, tan fuertes cada día...
-Cierto, aún estoy asimilándolo...ni siquiera sabía que esto podía ocurrir. Conozco la magia en primera persona, mis hermanos... quiero decir, la señorita Valeska y el señorio Sirius me han enseñado muchas veces lo que son capaces de conseguir...y juntos ¡debería verlos juntos, señorita! Recuerdo el inmenso arco iris que se extendió por toda la habitación, la señorita hizo elevar todo...flotaba, esa es la palabra que buscaba y... parecía un cuento de esos que el señor Cannif nos contaba, aunque sus anécdotas son más interesantes...mon dieu, hablo demasiado...je suis desoleé -la lengua materna, seguía intacta, la señora no había permitido que la olvidase y yo la acogí como la que más, solo yo sabía hablar un perfecto francés.
-Son buenos hombres, ruidosos y tercos... pero buenos hombres. Orn es que está acostumbrado a tenerlo todo, le has descuadrado...Kattrina-busqué su mirada, sonreí cómplice y la seguí, preparé infusiones...sin echar nada, lo llevé a rajatabla y antes de ofrecerle a ella di un sorbo a mi taza, comprobando que no ocurría nada.
Seguía imaginando ciertas cosas, cómo sería realmente mi vida si conociese a mi familia...aquella que me entregó a los brazos de una buena familia porque quería y deseaban lo mejor para mí. Suspiré, era mejor no darle vueltas...simplemente aceptarlo. Mi sitio era el norte, me encantaba y disfrutaba como lo que era, una sirvienta y a la vez hija de aquella familia, ¡era mi familia! Y era feliz, claro que ese interrogante era mi espina clavada en el alma.
-Prometí a la señora...que intentaría que Dritt no se metiese en líos. Al menos me escucha, a veces...-me sonrojé ligeramente, di un sorbo nerviosa a la taza para darme valor a hablar sin que se me notase lo evidente -Los seguía, me agarré a su brazo y... -me mordí el labio inferior...sonaba tan patético que hasta me daba vergüenza seguir con la conversación -Suena tan ...no quiero que piense mal de mí, le he podido perder muchas veces por su inconsciencia... y -no supe qué más decir... era tan obvio mis sentimientos, tan fuertes cada día...
Soleil- Humano Clase Media
- Mensajes : 123
Fecha de inscripción : 05/07/2017
Re: El Caos viste de guerra (privado)
Sonrió entretenida por el relato de la doncella. Soleil le narraba sucesos fantasiosos, de acontecimientos ajenos a su realidad y nombres que ciertamente desconocía, pero que era evidente a ella le suscitaban variedad de emociones; gran entusiasmo y quizá un deje de nostalgia. La tierra de dónde provenían le sonaba mágica… utópica, maravillosa, incluso si había sido la guerra el objeto que los había llevado hasta allí, a recorrer el tiempo y el espacio en la búsqueda de la salvación de su pueblo.
Hizo un gesto de negación con la cabeza cuando la señorita dejó a medias su relato y se disculpó por hablar demasiado. Encontraba regocijo en atender las anécdotas de otras personas, le recordaba los tiempos —que para entonces parecían lejanos— en los que su abuela le narraba alguna de las hazañas de sus años mozos; además, la curiosidad le picaba, si bien era un comportamiento natural el deseo de conocer lo que no se sabe, en ella era más bien una maldición.
Antes de que pudiera replicar, Soleil le aseguró que sus compañeros de aventura eran buenos hombres. No lo dudaba. El porte de los guerreros era rudo e intimidante, pero habían sido ellos, a pesar de sus diferencias culturales, más decentes que muchos de los hombres que conocía en París.
Soltó una carcajada ante el comentario de la doncella sobre Orn.
— Oh para nada, apuesto que mañana ya lo habrá superado — comentó divertida — Es más, puedo imaginármelo en este preciso momento, ligándose a la primera escoba con falda que se encontró.
Nada más alejado de la realidad se pudo figurar.
Sol se retiró a la cocina por un par de minutos y volvió sosteniendo en sus manos dos pequeñas tacitas, cuyo contenido expelía humo de delicioso aroma. La sonrisa con la que le recibió se deformó en una mueca de terror, apreciaba la voluntad de la mujer por atenderla, pero temía que la infusión le causara efectos similares a la que le preparó con anterioridad. Interpretando el claro mensaje de su expresión, la señorita tomó la iniciativa y bebió de su vaso, demostrándole que no había ningún peligro y procedió a responder la pregunta que había quedado en el aire, o por lo menos lo intentó, pues se veía demasiado apenada como para organizar sus ideas.
— Le quieres… — Completó la oración sin escatimar en rodeos, mas se detuvo allí cayendo en cuenta de su imprudencia.
No deseaba incomodar a la muchacha, después de todo se acababan de conocer y tampoco esperaba que fuera a diestra y siniestra contándole sus intimidades. Ese no era asunto suyo. Decidió sacudir el tema y entreabrió los labios dispuesta a pedirle que le relatara alguna otra anécdota del futuro, sin embargo, no alcanzó a formular palabra cuando la puerta se abrió de golpe y a través de ella cruzaron Brökk y Drittsekk, sosteniendo el cuerpo de Orn, uno de cada brazo. Por el semblante que les demarcaba el rostro la situación no pintaba bien.
Hizo un gesto de negación con la cabeza cuando la señorita dejó a medias su relato y se disculpó por hablar demasiado. Encontraba regocijo en atender las anécdotas de otras personas, le recordaba los tiempos —que para entonces parecían lejanos— en los que su abuela le narraba alguna de las hazañas de sus años mozos; además, la curiosidad le picaba, si bien era un comportamiento natural el deseo de conocer lo que no se sabe, en ella era más bien una maldición.
Antes de que pudiera replicar, Soleil le aseguró que sus compañeros de aventura eran buenos hombres. No lo dudaba. El porte de los guerreros era rudo e intimidante, pero habían sido ellos, a pesar de sus diferencias culturales, más decentes que muchos de los hombres que conocía en París.
Soltó una carcajada ante el comentario de la doncella sobre Orn.
— Oh para nada, apuesto que mañana ya lo habrá superado — comentó divertida — Es más, puedo imaginármelo en este preciso momento, ligándose a la primera escoba con falda que se encontró.
Nada más alejado de la realidad se pudo figurar.
Sol se retiró a la cocina por un par de minutos y volvió sosteniendo en sus manos dos pequeñas tacitas, cuyo contenido expelía humo de delicioso aroma. La sonrisa con la que le recibió se deformó en una mueca de terror, apreciaba la voluntad de la mujer por atenderla, pero temía que la infusión le causara efectos similares a la que le preparó con anterioridad. Interpretando el claro mensaje de su expresión, la señorita tomó la iniciativa y bebió de su vaso, demostrándole que no había ningún peligro y procedió a responder la pregunta que había quedado en el aire, o por lo menos lo intentó, pues se veía demasiado apenada como para organizar sus ideas.
— Le quieres… — Completó la oración sin escatimar en rodeos, mas se detuvo allí cayendo en cuenta de su imprudencia.
No deseaba incomodar a la muchacha, después de todo se acababan de conocer y tampoco esperaba que fuera a diestra y siniestra contándole sus intimidades. Ese no era asunto suyo. Decidió sacudir el tema y entreabrió los labios dispuesta a pedirle que le relatara alguna otra anécdota del futuro, sin embargo, no alcanzó a formular palabra cuando la puerta se abrió de golpe y a través de ella cruzaron Brökk y Drittsekk, sosteniendo el cuerpo de Orn, uno de cada brazo. Por el semblante que les demarcaba el rostro la situación no pintaba bien.
Kattrina Vinter- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 42
Fecha de inscripción : 06/07/2017
Re: El Caos viste de guerra (privado)
Apenas me enteré de lo que había sucedido en la taberna, mis intentos por ponerme en pie eran contrarrestados por la pesadez de mi cuerpo, el frio que sentía y la sequedad de mi boca.
Mis ojos se entrecerraban, apenas veía bailar sombras frente mis ojos. Mirada que se achicaba cada vez que intentaba mantenerme despierto sin apenas lograr nada.
Sabia de sobra que si me dejaba vencer moriría, el veneno que corría por mis venas era letal, paralizaría no solo mi cuerpo, si no mis órganos y mi corazón si me dormía y bajaba con ello mi ritmo cardíaco, pero pensar era un suplicio, solo quería dormir.
Me movían, oía voces, la de Dritt y Bróok pidiendo que aguantara, iba muy colocado, apenas entendía nada de nada, mis pies caían pesados en el suelo y ellos tiraban de mi colocados cada uno a un lado pasando mis brazos por encima de los hombros.
Desconozco el tiempo que tardé en llegar, solo se que cuando lo hice las voces de las dos mujeres retumbaron en mi cabeza.
Quería bromear, pero no me quedaban fuerzas para ello, entreabrí los labios intentando centrar mis ojos en la silueta de la hechicera.
-Necesito adrenalina- bromeé enredando las palabras.
Bröok y Dritt se rieron, al menos no había perdido mi sentido del humor, era un hecho y aunque le estaba pidiendo un polvo dudaba que se me levantara ahora mismo para complacer los designios del destino.
Me dejaron caer en una cama, un paño húmedo mojó mi frente, secaron el sudor perlado que me resbalaba por le rostro, escuchaba las voces lejanas y cerré los ojos ahora que el trasiego había terminado.
Un golpe en la cara me hizo gruñir y abrirlo de nuevo, era ella, sus ojos se hundieron en mi mirada, me tomó por la barbilla para que la mirara.
“no te duermas” o eso es lo que entendí
-sube y no lo haré -replique tirando mi mano hacia sus nalgas para atraparla.
O se si era capaz de entenderme, yo no hablaba Francés, ademas enredaba cada palabra, peor mi gesto era claro, tiraba de ella para subirla sobre mi.
Pocas o ningunas eran mis fuerzas y de nuevo mis ojos se cerraron dejándome a oscuras, mi mano falló deslizándose por su culo hasta caer inerte a un lado del lecho, después de eso solo oscuridad.
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Mis ojos se entrecerraban, apenas veía bailar sombras frente mis ojos. Mirada que se achicaba cada vez que intentaba mantenerme despierto sin apenas lograr nada.
Sabia de sobra que si me dejaba vencer moriría, el veneno que corría por mis venas era letal, paralizaría no solo mi cuerpo, si no mis órganos y mi corazón si me dormía y bajaba con ello mi ritmo cardíaco, pero pensar era un suplicio, solo quería dormir.
Me movían, oía voces, la de Dritt y Bróok pidiendo que aguantara, iba muy colocado, apenas entendía nada de nada, mis pies caían pesados en el suelo y ellos tiraban de mi colocados cada uno a un lado pasando mis brazos por encima de los hombros.
Desconozco el tiempo que tardé en llegar, solo se que cuando lo hice las voces de las dos mujeres retumbaron en mi cabeza.
Quería bromear, pero no me quedaban fuerzas para ello, entreabrí los labios intentando centrar mis ojos en la silueta de la hechicera.
-Necesito adrenalina- bromeé enredando las palabras.
Bröok y Dritt se rieron, al menos no había perdido mi sentido del humor, era un hecho y aunque le estaba pidiendo un polvo dudaba que se me levantara ahora mismo para complacer los designios del destino.
Me dejaron caer en una cama, un paño húmedo mojó mi frente, secaron el sudor perlado que me resbalaba por le rostro, escuchaba las voces lejanas y cerré los ojos ahora que el trasiego había terminado.
Un golpe en la cara me hizo gruñir y abrirlo de nuevo, era ella, sus ojos se hundieron en mi mirada, me tomó por la barbilla para que la mirara.
“no te duermas” o eso es lo que entendí
-sube y no lo haré -replique tirando mi mano hacia sus nalgas para atraparla.
O se si era capaz de entenderme, yo no hablaba Francés, ademas enredaba cada palabra, peor mi gesto era claro, tiraba de ella para subirla sobre mi.
Pocas o ningunas eran mis fuerzas y de nuevo mis ojos se cerraron dejándome a oscuras, mi mano falló deslizándose por su culo hasta caer inerte a un lado del lecho, después de eso solo oscuridad.
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- Orn y Katt:
- (Nosotros (Katt y Orn) seguimos lo que pasa en esa habitación solos para conocernos mejor)
Luego nos unimos al grupo...
Orn Cannif- Humano Clase Media
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