El pimpollo de una Flor - SHAPPIRE ID

HISTORIA

Nació en Paris, su mamá la amó desde que supo que estaba en su vientre. Es hija de un inquisidor, pero es un secreto que su madre guarda con recelo, por lo que Shappire siempre a creido que su padre era el hombre con quien su madre se había casado. Su papá, o mejor dicho, quien cree que fue su padre,  no la ha querido jamás. En los cinco años que vivieron juntos, Shappire tuvo que sufrir el maltrato por parte de quien se suponía debía amarla sobre todas las cosas. No había ni un solo día que no recibiera alguna frase hiriente, - córrete mocosa malcriada… eres un estorbo… o haces lo que te digo o le diré al viejo de la bolsa que te lleve lejos – Shappire corría a esconderse bajo su cama, esperando que el hombre ese que decía su padre, no la encontrara . Aún después de varios meses que su padre murió, teme que el viejo de la bolsa pase a buscarla.

A pesar de tener que soportar los abusos de su padre, la niña siempre intentaba estar alegre y no dejaba de preguntar, porque creía que cuanto más inteligente fuera, su padre  por fin la querría, y su madre podría estar orgullosa de ella. Cuando Shappire cumplió los cinco años, sus abuelos, algunos amigos de la guardería,  y su mamá, le hicieron una gran fiesta, en el jardín de la mansión. Shappire, estuvo todo el día emocionada, en especial porque le habían regalado muchos juguetes, entre ellos un montón de cubos que se podían encastrar y crear diferentes objetos.  Así se pasó toda la tarde, hasta que el último de los niños se retiró con su mamá. Su nana la llevó a despedirse de sus padres y subir a dormir.

Aquella noche, sus padres tendrían invitados, así que cuando su doncella se retiró a dormir en el cuarto contiguo al suyo, Shappire, se levantó en puntillas, tomó sus juguetes y se sentó en el final de la escalera a jugar,  ya que las velas de seis horas daban una luminosidad que se lo permitía. Cuando se cansó, tomó su oso de peluche y se fue de vuelta a la cama. Despertó horas más tarde, al sentir a su padre gritar su nombre y luego golpes, uno tras otro, hasta que todo quedó en silencio. Se tapó con las colchas y no se animó a mirar hacia la puerta entre abierta, no fuera a entrar el hombre de la bolsa. Asustada, se quedó dormida, acurrucada, llorando, esperando que su papá llegara a darle un zurrón con su cinto, como muchas veces lo hacía, sin que su madre se enterara. Jurándole, que si alguna vez le contaba, la mandaría a un orfanato, porque él no quería niñas lloronas.

Las caricias de su mamá la despertaron, para decirle que su papá se había ido al cielo. Shappire no entendía mucho, pero pensó que de seguro cuando la llamó, era para despedirse, se sintió un poco triste, porque no lo despidió, pero en verdad, había tenido miedo de que le reprendiera por los juguetes tirados en el borde de la escalera. Suspiró, aliviada de que su madre no llamara al hombre de la bolsa y se portó muy bien en todo el tiempo que duró lo que los mayores llamaban entierro. No comprendía por qué tenían que plantar a su papá como si fuera una de las semillas que su mamá plantaba en el jardín de su casa, pero prefirió callar.

Meses después de la partida de su papá, escuchó decir a sus maestras de guardería, que ella había sido la culpable de la muerte de su padre. Eso hizo que se sintiera muy triste y por un tiempo ha estado algo taciturna, solo logra sentirse un poco mejor, en los brazos de su madre, o cuando no está en su casa, es que teme que su papá y el hombre de la bolsa, vuelvan para llevársela.