Holes in the sky..Pierced by the fire {Azure M.}

El verde se extendía por todo el lugar, cubriendo en vastedad aquel indómito paraje, las distintas tonalidades jugaban con los ojos que no era ajenos a aquella vista, al contrario, parecía pertenecer a ella, como una parte más, y porqué no, el chico estaba bastante familiarizado con la naturaleza, le otorgaba la importancia que merecía y por sobre todo reconocía el poder de esta, hasta el iris de sus ojos parecía resplandecer al bañarse con el ambiente que le rodea.

Sus manos firmes rozaban el suelo que estaba destinado a soportar su peso, el contacto de la áspera tierra en la palma de su mano podría haber resultado molesto, más a él no parecía importarle, sino que al contrario, podía notar los elementos que componían aquel lugar y poder apreciarlo desde lo más mínimo para él no tenía comparación. Entre sus dedos se enredaba el césped que crecía con fuerza, se sentía tan libre en aquel lugar, tan conectado con la esencia de la vida misma que cerró sus ojos y apoyó su columna vertebral en un viejo árbol, allí las hojas de este caían a su alrededor de forma aleatoria; su respiración era calmada, demasiado para el gusto de cualquiera, puesto que casi podría parecer que no tenía vida, más si realmente prestaban atención podía verse una leve contracción de su pecho que indicaba la entrada y salida de aire.

El aire era cálido, como una suave brisa que parecía acariciar el rostro de cualquiera que estuviese en aquel lugar, una fuerza invisible que se abría paso hasta en la más estrecha abertura, arrastrando pequeños trozos de ramas y hojas en un remolino que podría entorpecer el camino de cualquiera, más no lo suficientemente poderoso como para causar problemas.

Para él era demasiado fácil conciliar el sueño, no importaba donde pudiese estar o sobre qué, con el paso de los años había superado la sensación de sentirse incómodo, al contrario, ahora para él cualquier superficie parecía adecuada y no encontraba razón alguna para quejarse, en aquel sentido, ser un Nómada por tantos años le había separado de las tentaciones y ligamentos terrenales, los objetos y placeres comunes ya no tenían un significado o importancia como antes, podía prescindir casi de cualquier cosa, vivir con lo mínimo y sobrevivir sin penuria alguna, estaba más que claro, que nadie podría entender su forma de ser o de ver el mundo, más eso era el gozo más grande que podía albergar en su corazón.

Sus párpados se sentían pesados por lo cual había decidido cerrarlos y dejar acariciar sus sentidos por la naturaleza, el viento movía su cabello suavemente y lejos de estimular el control de temperatura, sólo le provocaba un par de veces ganas de estornudar, su pecho se contraía suavemente y su postura era relajada, sus pies estaban estirados a tal punto que podrían entorpecer el paso de alguien, mientras que su espalda estaba firmemente afirmada por el reseco árbol que ya había dejado caer hojas oscuras sobre el suelo de forma aleatoria; una de sus manos descansaba sobre la tierra extendiendo su palma de forma descuidada, bajo esta se dejaban aplastar trozos de césped, tierra y pequeñas piedras, las cuales podrían suponer una molestia, aunque a él nada parecía afectarle. Su otra mano descansaba despreocupada sobre su pecho, otorgándole una especie de solemnidad mientras dormía, y más aún, una fachada de inocencia gracias a la dócil y casi tallada postura de su cabeza; su rostro era sereno e imperturbable, lo cual podría descolocar a cualquiera que lo viese, ¿Cómo alguien podría encontrar tan bien dormir a la interperie?; posiblemente nadie sería capaz de encontrarle lógica, pero él no respondía a la estructura que regía al mundo actual, tenía su propia forma de ver las cosas y vivir.

Su descanso parecía antinatural, como un muñeco puesto allí intencionadamente, la imagen de su figura era agradable a la vista, su rostro suave y relajado, todo en el lucía pacífico por lo cual encajaba perfectamente con la sintonía propia del bosque; en su descanso temporal, escuchó un ruido, si bien, no fue lo suficientemente estruendoso como para llamar la atención de alguien, bastó para obligarle a salir de su calma relativa y orientar su cabeza hacia el lugar de donde provenía, sus ojos se abrieron lentamente hasta fijarse en la figura de una mujer a lo lejos, su apariencia era llamativa puesto que no encajaba allí, la observó un momento puesto que su sola presencia parecía incomodar al ambiente-Buenas tardes Señorita-utilizó el tono de voz más neutro que podía existir, algo que se le daba bastante bien, debido a sus viajes, había dominado varios idiomas y sabía adaptarse bastante bien a las situaciones-Espero no haber obstruido su camino con mi ligero descanso-comentó haciendo una pequeña reverencia hacia el lugar donde se encontraba, algo en ella no le convencía del todo, sus instintos jamás le fallaban y la propia naturaleza parecía de su lado.