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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Lauritz Koning Sáb Mayo 02, 2015 7:54 pm

Recuerdo del primer mensaje :

Aquella mañana estaba bastante atareado, no había parado siquiera, yendo entre el almacén y el estudio donde tenía montado también un taller de costura. Aquel día tenía que estar todo perfecto, Caroline, una de mis mejores clientes y de alta alcurnia, además, venia expresamente a mi hogar para probarse un vestido que había encargado hecho a medida. Solo a las clientes más distinguidas e importantes se las recibía en mi residencia, sino, en la fabrica ya tenía una zona de tiendas y un despacho bastante confortable donde atender adecuadamente a quien viniese pidiendo calidad.

De igual forma, Caroline no era solo cliente, era también una buena amiga y ciertamente no podía negar tampoco, que aquella chica era capaz también de activar mis sentidos más primarios, era increíble como algo tan simple como su perfume me hiciese imaginar lujuriosas y perversas escenas en mi cama. No había sido la primera vez ni sería la última que tuviese que controlarme y no pasarme en mi magia, aunque alguna que otra vez… debía admitir que quizás me aproveche un poco de mi poder y me permití alguna que otra sonrisa picara… nada grave, miradas furtivas, era algo normal en mi trabajo, ver mujeres y maravillarme ante aquellos bellos cuerpos de porcelana.

El maniquí estaba ya preparado con un pomposo y ornamentado vestido a la última moda, hecho con los mejores materiales de Paris. No me había enterado del todo en qué ocasión iba a utilizarlo, pero después de aquello estaba seguro que vendrían muchísimos encargos relacionados, la baronesa era alguien muy conocida en la alta sociedad parisina y muchas chicas la imitaban, para mi… era una mina de oro, puro fuego.

Estaba ya todo listo, solo faltaba que llegase Carol. No tardo en ser anunciada, el mayordomo me comunico su llegada, así que baje al vestíbulo a recibirla. Se encontraba radiante como siempre, me acerque a ella y besé su mano junto a una leve reverencia, aun siendo amigos, ella ostentaba mayor rango que el mío y aun así me gustaba comportarme frente a tan interesante dama.

-Bienvenida seas a mi casa, siéntete como en la tuya. Si eres tan amable de seguirme te enseñare tu nueva adquisición.

Dice el dicho que el roce hace el cariño y en este caso, cariño no, pero sí que habíamos llegado a tutearnos, lo cual entre hombre y mujer de diferente alcurnia era algo realmente difícil. Subimos las escalinatas de mármol hasta el primer piso, allí se encontraban los dormitorios y mi estudio, al cual invite a pasar a mi acompañante.

El estudio era amplio, la luz se colaba en su interior a través de un gran ventanal que daba a la parte de atrás de la villa, había un escritorio junto a una mesa de dibujo, varios maniquís y una infinidad de telas de todo tipo de artesanía. No obstante, el lugar estaba impoluto, si había trabajado allí antes, no se notaba.

Me dirigí hacía donde estaba el maniquí donde había colocado el vestido (Eres libre de decidir color, forma…), aplané un pliegue de la falda y la miré a los ojos, me había pasado días pensando en cómo se amoldaría este a su cuerpo y la verdad es que cuanto más se acercaba mejor veía que le quedaba.

-Adelante, acércate… He utilizado los mejores materiales, como siempre… Me he asegurado de hacer algo nuevo, casi rompedor, que perdure en la memoria de la gente.


Realmente me había esforzado, Caroline muy buena amiga y no podía negar que pagaba bastante bien, aunque había llegado ya a un punto que ganar o no ganar dinero poco me importaba… Mi contable llevaba todo eso y me había dicho que tenía para vivir sobradamente yo y varias generaciones futuras. Me acerque y recogí el vestido de manera delicada, salió fácilmente ya que el corsé lo había dejado desatado, se lo entregue a su legitima dueña.

-Puedes probártelo si quieres, está hecho a medida, no suelo fallar pero… nadie es perfecto, aunque bueno, difícil será ver algo malo una vez colocado en tu precioso cuerpo.

Además que me encantaría vérselo puesto,Caroline debía de estar espectacular.


(La historia transcurre primeramente en mi hogar, posteriormente se pasa al puerto)
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Mensaje por Lauritz Koning Jue Mayo 14, 2015 4:46 pm

Miré el revolver por encima, si había algo de bueno en comprar allí es que todo venia en optimas condiciones para su uso, es decir, el revolver estaba cargado. Aunque al abrir y ver el tambor observe que faltaba una bala, seguramente el vendedor lo hacía así a posta por si un caso quien comprase se encaraba directamente. Coloque el tambor en posición de carga y se lo entregué a la rubia.

-Toma, es para ti… Yo no lo necesito. Además, pega con tu elegancia natural.

Dije señalándome con la mirada el interior de la chaqueta. En mi casa ya albergaba un pequeño arsenal, nunca se sabía lo que podía pasar y después de la revolución francesa, más me valía prevenir que curar.

Cuando Caroline hablaba sobre lo que quería demostrarle al mundo se le notaba fervor y convención en los ojos, eran los ojos de alguien con un objetivo firme. Yo la admiraba más a cada momento que pasaba, era increíble como alguien sin utilizar ningún tipo de magia, podía transmitir aquel aura, en el cual yo me veía agradablemente inmerso.

-Si es por admiración, no te preocupes, creo te la cubro yo toda – dije entre una sonrisa – En cuanto a lo demás, si está en mi mano hacer algo para que lo consigas, te prometo que lo haré.

La estaba mirando a los ojos, me encantaban, me deshacía cada vez que podía verme reflejado en ellos, era el retorno de un sentimiento correspondido que hacía que un sentimiento de emoción descontrolada me embargase. Caroline no era una mujer cualquiera, no lo decía por el hecho de su alta cuna, si no por cómo era. No tenía nada que ver con las mujeres de la época, en exceso serviles, ella era ella, dueña de sus sentimientos, una aventurera.

Note como su mano se posaba en mi pierna cuando hice broma sobre actuar, aquello estaba siendo demasiado para mi, era el primer día y la testosterona me iba a matar de un momento a otro, podía notar cómo se mezclaba con mi adrenalina y hacían resonar mi corazón como una centena de tamborileros del ejercito. De la misma manera que ella no sabía el cómo ni el porqué, yo tampoco sabía explicármelo, pero sabía que me decía la verdad, que no estaba inventando nada.

-y te creo, Caroline, nunca había visto unos ojos que pudiesen hablar de la manera que lo hacen los tuyos…

Me acerque para poder disfrutar de sus carnosos labios cuando un brusco frenazo me hizo precipitarme al frente, de no ser porque puse las manos por delante, me hubiese llevado un buen golpe. ¿Qué pasaba?  Charles nunca había dado problemas, se sabía el mapa de París y alrededores de memoria, era un excelente cochero. La joven abrió la cortinilla para mirar, tampoco reconocí el paisaje, algo raro acababa de ocurrir… Pero tampoco se había oído nada, así que posiblemente no era nada. Decidí que nos quedáramos dentro a esperar.

-Tranquila, a lo mejor es que hay algo en el camino, ya sabes cómo son… entre tanto bache suelen haber grandes piedras que se han de retirar.

La rubia se acerco de forma felina lo suficiente como para tener mi cuello a su disposición. Un suave escalofrió me invadió cuando clavo levemente sus dientes en mi piel, aquella mujer era puro fuego y no podía dejar de admitir que me encantaba que fuese así, que se comportase así, había caído rendido a sus pies, nada más quería en el mundo que poderme meter en sus pensamientos y adorar su cuerpo.

Para mi sorpresa, al separarnos no apareció la mirada que me esperaba, sino unos ojos muy abiertos y fijos en la ventanilla que tenía detrás. Para cuando gire la cabeza no vi nada allí, pero Carol parecía asustada, por no mencionar que estaba aterrorizada, llego incluso a hacer la señal de cruz. Aquello realmente me sorprendió, si algo no me esperaba de la rubia era que se pusiese creyente en aquel momento… yo no había visto nada, pero por otra parte, Charles no parecía contestar.

-Carol, voy a bajar. No te preocupes, no me pasara nada, pero ten el revolver preparado por si un caso.

Creía a mi chica, por supuesto que sí, si había visto algo raro no dudaba de ella, sabía que yo no era el único tipo de ser con poderes. En este mundo en que vivíamos la magia existía y el mundo estaba lleno de criaturas sobrenaturales que podían aparecer en cualquier momento… el problema sería saber que era lo que habría visto la joven.

Me baje con el revolver en la mano, mi magia era poderosa pero debía admitir que a veces un buen disparo era incluso más efectivo. Voltee lentamente el coche hasta llegar al conductor, tenía el brazo ensangrentado, aun respiraba, estaba inconsciente… ¡Genial, y nosotros aquí en medio de la nada!

Me acerque para ver mejor la herida de Charles, cuando note que una fuerza sobrehumana me echaba hacia atrás, haciéndome perder el equilibro y quedándome extendido contra el suelo, mirando hacia el cielo, donde en vez de cielo mis ojos se encontraron con otros ojos de un color rojos sangre. La bestia había sido demasiado rápida, no me había dado tiempo a conjurar una barrera y ahora me encontraba a su merced, tan solo esperaba que Caroline estuviese bien y pudiese huir... aunque algo me decía que la rubia no pensaba precisamente en salir corriendo.
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Mensaje por Caroline Sforza Dom Mayo 17, 2015 3:59 pm

Su reticencia a que Lauritz abandonase el carruaje denotaba la preocupación de la joven por la seguridad del muchacho - será mejor que no...- pero ya era demasiado tarde. Él había salido. Cogió el revólver que le había comprado cuando intentaban obtener información y tragó saliva. Colocó el dedo índice por fuera del gatillo tal y como le había visto hacer a su hermano tantas veces cuando era más pequeña. "Si lo pones ahí puedes disparar sin querer" un pensamiento bastante vívido recorrió su mente, trayéndole ecos del pasado. Un golpe sordo la sacó de su ensimismamiento - ¿Lauritz? - preguntó, apresurándose a abrir la puerta.

Contempló la escena, horrorizada. Aquella bestia había logrado tumbar a Koning, y estaba sobre él, dispuesto a atacar. Sintió una subida de adrenalina cuando comenzó a hablar - ¡Eh!- hizo gestos con los brazos para llamar su atención y recogió una piedrecita del suelo para lanzársela. Parecía tan humano...y sin embargo, su rostro...-¡Será mejor que os enfrentéis con alguien de vuestro tamaño! ¡venid a por mí, cobarde! - le gritó.

Quizás fuese demasiado temeraria, o tal vez demasiado estúpida, sin embargo el plan funcionó tal y como ella había esperado. Su mirada se encontró con aquellos ojos rojos que atravesaron su alma con odio. Pudo observar cómo un fino hilillo de sangre se deslizaba por la comisura de sus labios. Se relamió mirando a la baronesa. "Mantén la calma" se dijo a sí misma, en el mismo tono de reproche que su hermano utilizaba cada vez que ella perdía los nervios. Debía aguardar. Se acercó un paso, dos, tres. Sentía el viento agitando su cabello. El vampiro se incorporó y corrió hacia Caroline con una velocidad sobrehumana, por suerte ella ya lo había previsto.

Un disparo resonó en los hogares de todo París.

Se miró sus manos, y después miró a la bestia. Había caído muy cerca. Unos escasos treinta centímetros los distanciaban. Frunció el ceño y le dio un par de golpecitos en el costado con su tacón para girar su cuerpo hasta que quedase tendido boca arriba. Le había dado en un hombro, al parecer no lo había matado. ¿Se podría matar a algo que ya está muerto?  - Nadie le muerde el cuello a Lauritz Koning , excepto yo - dijo von voz firme y apuntó con el revólver directamente al entrecejo del vampiro - ahora desaparece de mi vista, o la próxima vez no tendré tanta piedad - a pesar de todo no deseaba terminar con su vida. Pudo ver el pánico en su rostro - me debes una.

Dicho esto se fue corriendo hasta donde estaba su amado- Lauritz, Lauritz cariño - acarició su rostro, buscó posibles heridas en su pecho - ¿estás bien? - se había magullado el brazo, pero por suerte parecía estar ileso. Se puso de rodillas a su lado y se tendió sobre él para darle un abrazo - tenía tanto miedo...por un momento pensé que te había perdido - confesó, todavía temblando. Echó un vistazo hacia atrás, pero nada quedaba allí : el vampiro había desaparecido. Sentía el corazón del chico bajo su cuerpo - no quiero perderte, no ahora que te he encontrado - acarició sus labios con los propios, besándole una vez más con la pasión contenida de cien mil tormentas. Nada le importó : ni la dureza del suelo, ni la fina lluvia que empezaba a mojarles, ni el revólver que todavía escondía en su pierna y se le estaba clavando por culpa de la postura. Él estaba vivo, y eso...eso era algo que hacía que todo lo demás careciera de importancia.

Se percató de una cosa- ¿Charles? - miró hacia el carruaje y lo vio inconsciente- ¿lo...lo han matado? - temía oír la respuesta.
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Mensaje por Lauritz Koning Lun Mayo 18, 2015 7:17 am

En apenas lo que dura un segundo estaba tratando de concentrarme para conseguir enviar a aquel humanoide por los aires, podía sentir su aliento sobre mi cuello, como sus colmillos estaban a punto de atravesar mi piel. No obstante no hizo falta que siguiese intentando conjurar, alguien le llamo la atención.

Escuche como la rubia le increpaba, pero no fui capaz de distinguir exactamente con que, al parecer me había dado un golpe en la cabeza al caer y estaba volviendo todavía en sí. –¿Que haces Carol? No le llames la atención ¡Corre, joder! – Pensé para mí mismo, estaba tan absorto aun en mis pensamientos que no era capaz de recordar que la joven llevaba no uno, sino dos revolvers… Aunque aquel hecho no dejaba igualmente de preocuparme, tener cierta puntería no era cuestión de suerte con aquellas armas.

Noté como el vampiro se incorporaba dejándome libre, el mundo estaba volviendo a su estado habitual, pero mi cuerpo todavía no era capaz de responder como me gustaría. Si no hacia algo rápido aquel ser podría hacer daño a Caroline. Los vampiros no me gustaban demasiado y desde aquel momento aun me gustaban menos.

Solo me dio tiempo a incorporarme levemente cuando un disparo resonó por todo el lugar, acto seguido lo que conseguí ver fue como el cuerpo de aquel demonio con colmillos se venía abajo. La rubia le había dado y al parecer con muy buena puntería, aquellos seres no se venían abajo por un simple disparo si no les dabas en zonas muy concretas. Caroline era una mujer extraordinaria, no me importaría que nos convirtiesen en vampiros por tal de poder pasar una eternidad a su lado.

Pude ver cómo le perdonaba la vida, si bien aquello podría servirle de bien más adelante, yo hubiese preferido eliminarlo de la faz de la tierra… aquellas bestias realmente no aportaban nada bueno a la humanidad y para colmo, ocupaban los lugares más influyentes de las cortes… ¿Sabría algo la rubia sobre ello?

En ese momento caí, yo era en parte como ellos, tenía poderes sobrenaturales y no es que estuviese acostumbrado a verlos, pero sabía de su existencia, así como de hombres lobos entre otros. ¿Pero sabría la baronesa de la existencia de entes sobrenaturales? Ni si quiera sabía si podría aprobar su existencia, había visto como se santiguaba hacia un momento... ¿y si estaba a favor de los inquisidores?

Aquello no importaba en aquel momento, lo primero que hizo fue venir en mi ayuda, estaba bien, solo un poco mareado pero no sentía ningún tipo de herida, por suerte no había sido nada, aunque maldecía mi suerte por haberme distraído de aquella manera y haber dejado que me tirasen al suelo de aquella manera. Modestia aparte, era un mago con bastante poder, había estudiado horas y horas, leído libros prohibidos que nadie más había leído y aún así mis poderes en aquel momento no me sirvieron de mucho… Los había escondido para estar con Caroline y no salieron a tiempo. Pero no era culpa suya, para nada. Además, acababa de salvarme.

Su piel en contacto con la mía resulto beneficioso, dejo de dolerme la cabeza de golpe. Su forma de acariciarme la cara, cuanta preocupación y amor a la vez en un solo gesto. No pude evitar esbozar una leve sonrisa. Me incorpore finalmente.

-Estoy bien, no me ha pasado nada… hace falta más que un vampiro para irme a otro mundo… - Sonreí – Aunque tengo que admitir que de no ser por ti, no sé que habría hecho, gracias.

Mis ojos se encontraron con los suyos, pude notar que aun seguía asustada y como lo que decía salía directamente de su corazón. Estaba realmente hermosa en aquel momento y yo un poco avergonzado por haber incurrido en tal imprudencia.

Me beso con pasión, como si hiciese mil veranos que no nos viéramos, como si fuese un pozo de agua dulce en medio de un desierto. Aquella fogosidad no hacía otra cosa que transportarme a un mundo sin dolor, sin preocupaciones, sin nada más que ella y yo juntos fundiéndonos en un solo beso. La amaba.

-Tus besos son mi vida.

Sonreí hasta que nos dimos cuenta nuevamente de la situación en la que nos encontrábamos, Charles estaba herido. Me puse en pie y me acerque nuevamente, esta vez con todos los sentidos activos por si el vampiro volvía a atacar.

-¿Charles, estas bien?

Le di un leve golpecito en el hombro que no tenía dañado y el cochero abrió los ojos. –Señor, me temo que no he podido detenerlo… lo siento. – Dijo aquel hombre apenado, parecía sentarle peor no haberlo podido evitar que el dolor del propio brazo ensangrentado.

-Eso no tiene buena pinta, vamos a tener que llevártelo a curar. Entra dentro del carro, Charles, ven, te ayudo.


Le tendí la mano y ayude a bajar, no podíamos dejarlo en aquellas condiciones y encima pretender que condujese él. Tome aire y mire nuevamente a la joven, estaba realmente sexy en aquel momento.

-Voy a conducir yo, empiezo a encontrarme mejor. Cabemos los dos arriba por si quieres acompañarme.

Dije esbozando una sonrisa, no quería desaprovechar ni un momento para estar junto a la rubia. De cualquier manera no íbamos a casa aún, sino al hospital. Aquel día se estaba haciendo inusualmente largo y ahora temía por si aquel vampiro volvía a atacarnos, aunque esta vez no lo tendría tan fácil.

Mientras avanzabamos no pude evitar realizar un pregunta que en realidad tenía miedo de hacer.

-Caroline… ¿Tu sabias algo sobre este tipo de seres?

No sabía que iba a decirme, aunque todo parecía indicar que si, ya que había reconocido que aquel ser era un vampiro.
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Mensaje por Caroline Sforza Lun Mayo 18, 2015 6:18 pm

Se subió a su lado en la parte delantera del carro. Hacía frío y ella todavía no se había podido cambiar. Tiritaba un poco a causa del viento. Su vestido blanco ahora perlado con gotitas de sangre dejaba bastante que desear, pero sabía que no era el momento de preocuparse por su aspecto -¿al hospital? - preguntó mientras se acomodaba al lado de Lauritz- espero que tengas una buena mentira preparada - el brazo del cochero tenía un aspecto lamentable, la clase de herida que no podría pasar por un accidente doméstico - podemos decir que le atacó un perro en caso de que pregunten - pasó uno de sus brazos por la espalda del hechicero, envolviéndolo parcialmente - y respecto a lo de antes....no tienes porqué darme las gracias - su naricilla y sus pómulos habían adquirido una tonalidad rosada - volvería a hacerlo si fuese necesario. Lo haría por tí.

El hospital quedaba a un par de kilómetros, por lo que tuvieron más de veinte minutos para charlar. Le costó asimilar la pregunta que él le hizo y desvió su mirada hacia las riendas que de vez en cuando obligaban a los equinos a apresurar su marcha. El ruído de cascos se intensificaba - sabía que existían - admitió - n..no dije nada porque no creí que nos pudiésemos encontrar a alguno - soltó un sonoro suspiro - conocí a un vampiro una vez, y puedo asegurar que son más humanos de lo que parecen. Por eso lo dejé escapar - comenzó a juguetear con sus pulseras, evitando mirarle. No podría soportar el contemplar la decepción en sus ojos. Caroline jamás mataría a un hijo de la noche a no ser que fuese absolutamente necesario y su vida dependiera de ello.

La salubridad de las calles era, cuanto menos, cuestionable. El hedor a podredumbre era prácticamente insoportable. La baronesa dedujo que deberían de encontrarse relativamente cerca del acueducto y dio indicaciones para torcer a la izquierda en la siguiente bocacalle - si los cálculos no me fallan debemos de estar cerca del hospital- no era de París, y tenía que admitir que a veces su sentido de la orientación brillaba por su ausencia. Sin embargo supo que iban en la dirección correcta con tan solo mirar de soslayo a Lauritz y ver su sonrisa.

-------

-¿Crees que estará bien? - le preguntó, con los brazos cruzados bajo su pecho. Todavía no se había recuperado de lo sucedido. Lauritz acababa de dejar a Charles en manos expertas, pero ella dudaba que pudiese volver a ejercer su profesión, todo el mundo pensaba que su cochero perdería el brazo, pero Caroline tenía fe en que no fuese así , y todo se quedase en un susto. Abrazó al rubio en cuanto salió por la puerta. Ella había preferido no entrar, y aunque hubiese querido probablemente no se lo permitiesen. Las camillas se extendían a lo largo de la sala sin ningún tipo de separación que les diese privacidad a los pacientes. Lo sabía porque una vez había tenido que acudir a ver a una vieja amiga. Por norma general a las damas de alta alcurnia se les sugería esperar allí afuera, para evitar posibles contagios y minimizar los desmayos de las muchachitas más impresionables. Bajó un poco la voz - ¿Te han preguntado algo sobre...ya sabes, el ataque? - se moría de curiosidad.

Tomó a Lauritz del brazo y caminó a su lado - creo que ahora por fin podemos irnos a casa - incluso medio despeinada, manchada de sangre y más palida de lo habitual Caroline Sforza conservaba su belleza - ha sido un día inesperadamente ajetreado - se rió y se paró frente a él, sujetándole ambas manos, mirándole a los ojos - y aún así no lo cambiaría por nada en el mundo.
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Mensaje por Lauritz Koning Mar Mayo 19, 2015 7:50 am

Uhmmm, que le había atacado un perro no era mala idea, al fin y al cabo habían algunos que lo único que hacían al pasar un carro cerca era ladrar y ladrar, por lo que seria lógico pensar que el culpable de aquel desgarro de carne había sido un perro. Pobre Charles.

Me sentí reconfortado cuando me envolvió con su brazo, no me sentía muy bien por haber cometido un error de tal calibre y aunque ella había respondido de una forma increíble, la había puesto en peligro. No volvería a pasar, no me importaba, no me perdonaría en la vida si a Caroline le pasaba algo mientras estaba conmigo, haría lo que fuese necesario.

-Y aun así te daré siempre las gracias por ser tan genial.

Sonreí, quizás algo forzado, no porque no creyese en lo que decía, sino porque estaba preocupado. Empecé a hacer circular el coche, el hospital quedaba lejos de allí y tampoco es que fuese mi especialidad manejarlo, había aprendido tiempo atrás cuando mi padre se había empeñado en que entrase en el ejército, pero aun así no tenía la práctica de un cochero habitual.

No me sorprendió su contestación, sabia de su existencia. Era normal, los vampiros últimamente habían intensificado sus apariciones en público y el ansia de poder que les dominaba la bestia interior hacia que cometiesen errores en más de una ocasión. Sí que me llamo la atención y bastante, aquel suspiro sonoro ¿Había conocido un vampiro? ¿Donde, como, cuando? Sería alguien de la realeza… De hecho y si mis informaciones no me fallaban, el archiduque de Dinamarca lo era, mi padre no lo soportaba.

No pude evitar esconder la decepción en mi rostro, aquella era una bestia del infierno, nos había intentado atacar y estaba seguro que volvería a atacar a más gente inocente… Hacían daño y eran egoístas, aquellas criaturas no me gustaban en absoluto y de haber sido yo no hubiese dudado ni un instante en darle infinita sepultura.

-¿Sabes entonces que los vampiros no son los únicos seres sobrenaturales que habitan en esta tierra?


No dije nada, no estaba enfadado con ella ni mucho menos, en realidad y aunque me costase reconocerlo debía admitir que me encantaba que la joven rubia tuviese una parte tan humana en su interior. Sonreí cuando me dio indicaciones, sabía llegar pero a decir verdad no me importo que me dirigiese, me encantaba poder oír su dulce voz y cada palabra para mis odios era música, tal era mi estado de embriaguez por felicidad que casi no apreciaba aquel desagradable olor proveniente de las callejuelas mal saneadas de Paris.

Pasé con el hombre hacía dentro, estuve rato largo observando cómo le limpiaban la herida y el gesto de preocupación del médico. Tras comentarle algo a su enfermera se dirigió a hablarme… No eran las peores noticias pero tampoco eran buenas. Al salir me encontré con los ojitos de preocupación de la joven.

-Bueno, me han dicho que no perderá el brazo. Pero le han tocado un tendón y su movilidad no volverá a ser la de antes, seguramente le costará bastante poder volver a utilizar el brazo… Lo van a dejar ingresado toda la noche por si se complica y se le infecta la herida.

En ese momento se me ocurría que yo conocía un hechizo que se realizaba mediante un ungüento… Regeneraba desgarros y trozos de carne, seguramente también tendones. No dije nada pero estaba seguro que si al salir se lo aplicaba no tendría problema para volver a usar la mano a la mañana siguiente. La cosa era a ver como se lo explicaba a mi pareja, no quería asustarla y que saliese corriendo, aunque decía conocer un vampiro. Quizás yo no le parecería malo.

-No, el médico no me ha preguntado nada… Creo que sabe de que es.


A juzgar por cómo me había mirado estaba seguro que no solo sabía de que era la herida, sino que también sabía que yo no era un humano normal. La belleza rubia se cogió de mi brazo y empezamos a caminar, paro un momento, me cogió de las manos y miro a los ojos, incluso así, despeinada como iba y manchada en sangre estaba bellísima… Empezaba a pensar que estaba frente a una diosa y por eso no podía distinguir ningún aura sobrenatural.

-Yo tampoco, realmente soy un hombre afortunado por poder tener la suerte de estar a tu lado… Por cierto, me encanta tu sonrisa, creo que es la cosa más bella que he visto en la vida, aunque no me acabo de decidir si son tus ojos lo que más me gustan.

Sonreí sacando levemente la lengua y la bese de forma lenta, suave, cálida, disfrutando cada momento, cada movimiento de labios, la respiración acompasada de uno y otro producirse al unisonó. Le había entregado mi corazón para toda la eternidad a aquella mujer, estaba seguro de ello.

Me saque la camisa quedándome en una fina camisa interior blanca de manga corta de algodón y se la puse por encima a la joven.

-No quiero que tengas frío, si pillas un resfriado no me lo perdonaré. Yo puedo aguantar así, me gusta sentir el frescor en la piel, me hace sentirme vivo porque puedo notar como el calor lucha por imponerse.


Cogí las riendas del coche de caballos y puse rumbo a mi casa. El trayecto fue relativamente más corto, pero para cuando llegamos prácticamente ya había anochecido. El mayordomo abrió la puerta y no pudo evitar preguntar si nos había pasado algo y estábamos bien, yo hice un gesto como restándole importancia y le guiñe el ojo.

-¿Te quieres quedar a cenar? Tengo unos cocineros excelentes, ni la realeza!

Tenía bastante hambre, el día me había abierto el apetito y no mentía al decir que tenía un chef que ni la realeza, me había encargado personalmente de contratarle y me había asegurado de que simplemente fuese el mejor. Lo único que no sabría era si Caroline quería quedarse o no, fuese como fuese un baño antes de cenar no nos iría mal tampoco.

La mire a los ojos y le di un abrazo, tierno, como si abrazase una escultura de cristal, pero a su vez muy cálido.

-Quédate, por favor… te necesito a mi lado, por un momento creí perderte.

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Cantos de sirena (Privado - Caroline Sforza) - Página 2 Empty Re: Cantos de sirena (Privado - Caroline Sforza)

Mensaje por Caroline Sforza Miér Mayo 20, 2015 7:03 pm

-¿No lo son? - le preguntó con la ingenuidad de un infante - creía que sí - miró al camino, pensativa, mientras el carruaje avanzaba - ¿qué más cuentos son reales? ¿existen las sirenas? - quiso saber, le encantaban las historias que mencionaban a las nereidas. Recordaba cuando, de pequeña, obligaba a la criada a leerle el mismo libro una y otra vez, noche tras noche "quiero el de las hadas del mar" decía ella, tan obstinada como la Caroline del presente.

Le resultaba extraño que todo el mundo pareciese estar al tanto de la existencia de criaturas sobrenaturales. Todo el mundo salvo ella- ¿El doctor también lo sabía? ¿lo del vampiro? - no daba crédito a sus palabras ¿Es que lo habían publicado en la portada de algún periódico vespertino? Debía de ser uno con gran difusión y popularidad, porque no había logrado hacerse con ningún ejemplar que afirmase que las criaturas de la noche rondaban por las calles parisinas.

Sonrió de medio lado cuando él alabó sus ojos y su sonrisa. Quería ser como una de esas mujeres que simulan que nada les afecta. Sabía que muchos se volvían locos si no sabían que estabas rendida a sus pies, pero simplemente no pudo hacerlo por más que lo intentó. Ella era dulce y cariñosa, y los colores se le subieron al rostro en aquel mismo instante - ¿la cosa más bella que has visto en la vida? - negó con la cabeza, contrariada- lamento decir que creo que te equivocas. La belleza no está en mis ojos, sino en su reflejo - cuando lo miraba, Lauritz podía verse perfectamente definido en el abismo marrón que eran sus ojos.

...y él hablaba de sonrisas. Él, que tenía perlas por dientes. Un Adonis de carne y hueso cincelado por las manos más expertas. Adoraba verle feliz. Era tan hermoso que sabía que cualquier mujer podría caer rendida a sus pies. Ella no era una excepción. Cada uno de los suspiros de Caroline era de anhelo. A duras penas lograba contener sus sentimientos, y era extraño, porque aunque se conocían desde hacía tiempo, jamás lo había visto como...

Su hilo de pensamiento se interrumpió cuando le besó. Tenía ese poder sobre ella, lograba que abandonase toda preocupación y se centrase solamente en él, en su rubia cabellera y su definida mandíbula - pero tendrás frío - protestó mientras Lauritz la cubría con su camisa - no quiero que enfermes por mi culpa, jamás me lo perdonaría - infló sus mejillas con aire. Se enfurruñaba cuando le llevaban la contraria, pero sabía que no lograría hacerle cambiar de opinión. Se pegó más a él y le abrazó - así tendrás menos frío...¿verdad?, seré tu mantita - le guiñó un ojo al chico y se pasó el resto del trayecto en aquella postura para intentar transferirle un poco de su calor corporal. Además, no lo iba a negar, se moría por abrazarle unos minutos más.

Dudó por un instante, pero todo cambió cuando sus miradas se encontraron. No había negativa posible. Se lo estaba pidiendo de corazón - de acuerdo, está bien, me quedaré -dijo finalmente - pero no te acostumbres demasiado, soy una señorita y la gente podría malpensar - bromeó y depositó un beso sobre su sien.

Ya en casa se quitó la camisa y se la tendió a uno de los criados de Lauritz. Se aproximó a la chimenea y se quedó frente al fuego, observando a las llamas danzar, chisporroteando alegremente. Alargó sus palmas para entrar en calor - Lau...- no solía llamarle así, jamás se había tomado tantas confianzas. Tiró de la muñeca de diseñador para que se acercase a donde se encontraba y le señaló la chimenea - mira, eso es mi corazón - dudaba que él entendiese a que se refería. Su corazón era puro fuego, era cálido y acogedor. Lograba fundir el metal más rígido, y se deshacía en pedazos si le faltaba su chispa. Él era esa chispa. Le abrazó con fuerza. Había sido un día intenso y estaba tan cansada como un riachuelo falto de agua - te quiero - el olor a comida estaba llegando al salón. Pronto estaría la cena. Se le hacía la boca agua solo de pensar en llevarse algo a la boca y poder sentarse a descansar sus piernas. Eso le recordó una cosa : el revólver. Levantó un poquito su vestido y sacó del liguero el arma - toma, te lo devuelvo -se rió - por suerte no tuve que usarlo, y dudo que aquí lo necesite.
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Cantos de sirena (Privado - Caroline Sforza) - Página 2 Empty Re: Cantos de sirena (Privado - Caroline Sforza)

Mensaje por Lauritz Koning Jue Mayo 21, 2015 8:08 am

Sonreí de manera entrañable cuando la joven me pregunto por las sirenas. No sabia exactamente de su existencia, yo no había visto nunca ninguna aunque si había leído que habían visto mujeres nadando en mar abierto por el mar del norte, era lo más parecido a sirenas de lo que tenía constancia.

-Bueno, de las sirenas poco se sabe, parecen más seres de la mitología pero aun así tengo un libro que habla de ellas. A lo mejor puede interesarte.

Muy bien Lauritz ¿Algo más?¿le prestamos también un libro de magia oscura a ver qué le parece? Aquel libro era materia prohibida entre otros tantos que tenia, su posesión estaba penada con la muerte. Sabía que la inquisición no haría distinción alguna y ya había sido varias veces investigado, no podía prestarle aquel libro, como mucho enseñárselo. Me parecía increíble que estando en la época que estábamos, el conocimiento se siguiese penando de aquella forma.

-Sé que hay vampiros, hombres lobos, humanos con la capacidad de cambiar su cuerpo y transformarse en animales, hechiceros… los gitanos tienen también su propia magia y finalmente también existen los fantasmas, los cuales te sorprenderían porque pueden adoptar una forma física por lo que podríamos estar junto a uno y no reconocerlo.

Era algo que no me pareció extraño, que el doctor supiese que aquello era obra de un vampiro. Tal y como solían comportarse algunas bestias, no me extrañaba en absoluto que llegasen allí personas malheridas en bastantes ocasiones y que al cotejar los hechos, hasta un hombre de ciencia los acabase adoptando.

-Sí que lo sabía, pero piensa que es médico, seguramente debe de haber visto muchas más heridas como esa y más si actúan de manera tan libre como el de esta tarde…

Hablaba bastante bajito, casi en susurros, no quería que nadie pudiese escucharnos, nunca sabias quien podía ser un inquisidor o cazador. Por suerte para mí los hechiceros o brujas como los llaman ellos suelen ser féminas, los hombres no practicamos la magia… o eso pensaban la mayoría.

Caroline mantenía en mi rostro una sonrisa permanente, realmente no creía que pudiese existir tal perfección en un mundo tan imperfecto, pero allí estaba, la tenía delante y era real, no era una ilusión. Había caído perdidamente enamorado de ella, apenas hacía unas horas que no éramos nada el uno con el otro y desde entonces que no me imagino una vida en la que no pueda ver su rubia cabellera moverse a mi lado.

No pude evitar soltar una leve carcajada cuando dijo que yo tendría frio. Los hombres del norte como yo estábamos acostumbrados a ir en manga corta en un terreno blanco y cubierto de nieve, un poco de frío no me iba a matar. Aunque si aquel pensamiento hacía que Carol se pasase abrazada a mí el resto del camino, yo no me iba a quejar, en ese caso era un feliz muñeco de nieve.

-No soy capaz de imaginarme una mantita mejor que la que tengo ahora, así seguro que no me pasa nada.

Pase mi mano por sus hombros y luego la medio despeiné un poco alborotándole los rubios cabellos. Era una monada y yo un hombre con mucha suerte.

La chica accedió a quedarse, una sensación de agradable calor se apodero de mi cuerpo junto a un poco de ¿nervios? Si, eran nervios, quería que Caroline se sintiese allí como en casa, como si fuese su casa.

-Pues si la gente va a malpensar a lo mejor tendría que empezar a buscar cierto anillo con un buen diamante. ¿No?

Me eche a reír, obviamente bromeaba, pero aquella idea no me parecía tan disparatada. Sabía  que aquella mujer había abierto las puertas de mi corazón y había traído todas sus pertenencias con el fin de quedarse por siempre dentro. Sabía que debía hacerlo, pero aun no era el momento, tiempo al tiempo.

Observe como se acercaba a la chimenea y la seguí, el calorcito que desprendía era de agradecer después de haber venido casi sin abrigo de fuera. Además, la madera al quemarse desprendía un aroma que impregnaba el salón y lo hacía más acogedor. Estaba tan concentrado en admirar como se estaba calentando que tarde en darme cuenta que me acababa de llamar Lau, aquel acto de confianza hizo que me sonrojase.

La rubia tiró de mí para que me acercase más y señalo el fuego refiriéndose a él cómo su corazón. La mire a los ojos y sonreí, así me sentía yo también en aquel momento… Mi corazón era un torrente de emociones de todo tipo que iban prendiendo como lenguas de fuego que se alimentaban de la visión de Carol, transformándolas en amor. No llegue a decir nada, me había dejado sin palabras, ella me abrazo y yo me fundí con ella en aquel maravilloso calor tan mágico, no precisamente el que provenía de la chimenea, sino el de su fuego interior.

Fue entonces cuando sucedió uno de los momentos que por toda mi vida he mantenido grabado a fuego y nunca mejor dicho, en mi cabeza. Me dijo que me quería y pese a lo poco que llevábamos juntos, me costaba asimilar que aquella mujer tan fantástica se hubiese abierto ante mí de aquella manera. ¿Qué podría decir? yo sentía lo mismo, necesitaba estar con ella, necesitaba aquellos ojos, su sonrisa, sus caricias, la necesitaba para sentirme vivo, ella era mi vida.

-Yo también te quiero, Caroline.

Aproveche la cercanía que me brindaba aquel abrazo para darle un leve golpecito con la punta de mi nariz en el moflete y posteriormente, besarla.

El olor a comida empezó a bañar la estancia, la verdad era que después de aquel día tenía hambre… algo me decía que mis cocineros se habían percatado de ello y que además, al traer acompañante no había hecho falta que dijese nada, hoy no iba a cenar precisamente con los demás, como solía hacer. Hoy me quedaría acompañado de cierta personita rubia que hacía que mi mundo temblase de emoción.

Carol se quitó el revolver y me lo devolvió, lo mire por encima. El frío metal estaba caliente, sentía como si se hubiese impregnado levemente con el alma de la joven, aquel acaba a de convertirse en mi revolver favorito.

-Bueno, no tuviste que usar este…

Sonreí, ella me había salvado de haberme quedado sin sangre, le estaría eternamente agradecido por ello. En ese momento se acerco una sirvienta para comunicar que la comida estaba lista. Le entregue las dos armas y mande guardar, allí no nos hacían falta. La casa estaba protegida por unas gemas que previamente habían sido hechizadas, generaban un campo de fuerza invisible que hacía que cualquier ser que no tuviese intención de comportarse allí dentro, simplemente no llegase a entrar.

La cogí de la mano y lleve conmigo al comedor, allí mis cocineros prácticamente habían hecho un banquete.

-Bueno esto… he de decir que no es lo habitual en esta casa, no somos tan opulentos.

Reí y la invite a que se sentase. Mi chef prácticamente había traído Italia en aquella mesa fusionándola a su vez con la gastronomía francesa más típica. Realmente me parecía una exageración y una burrada aquello, había comida para casi diez personas o más. Si que era cierto que luego, una vez hubiésemos terminado, mis criados se pondrían hasta las botas, pero aun así no era el caso, aunque claro, Caroline era baronesa… quizás estaba acostumbrada a ello.

Me serví un poco de zumo de grosellas en mi copa, no me gustaban en exceso las bebidas con alcohol y si podía evitarlas lo hacía. Otra sirvienta se acerco a Carol y le pregunto que querría tomar de beber.

-Me hice construir unas termas parecidas las que usaban los romanos, si quieres podemos darnos un baño… Tengo bañadores para la nueva temporada, puedo darte uno.

La verdad era que me apotecia mucho poder meterme con ella en el baño y relajarnos un poco, el día había sido cansado, pero emocionante.

-Gracias por aparecer en mi vida. Haces que este viviendo un sueño.

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Mensaje por Caroline Sforza Lun Mayo 25, 2015 7:39 pm

Miró a Lauritz con los ojos como platos - ¿lo dices de verdad? - no sabía si le estaba tomando el pelo. Para los seres sobrenaturales era sencillo aceptar la existencia de otras criaturas, pero cuando no eras más que un simple humano  tomar esas afirmaciones por verdaderas sin replantearte tu cordura resultaba un poco más complicado- ¿Todos ellos existen...entre nosotros? - la idea le parecía tan fascinante como aterradora. Temía por su seguridad, pero no podía evitar sentir curiosidad por todo lo que le rodeaba.

_______________________

Lauritz tenía razón, si tuviese que describir con una palabra aquella cena, sin duda hubiese escogido "opulenta". Apenas podía verse la mesa debido a la cantidad de platos que el servicio había colocado meticulosamente sobre la misma. Olía tan bien a comida que a Caroline se le hizo la boca agua - n...no era necesario todo esto - dijo mirando confusa al chico. Él no tenía problemas de dinero, pero aún así consideraba que se había tomado demasiadas molestias con tal de hacerla sentir como en casa - seguro que está todo delicioso - tomó asiento a su lado. Les sobraba espacio, podría haberse ido a la cabecera de la mesa, pero ella quería estar cerca de él para que todo fuese mucho más íntimo. Deslizó su mano por el borde de la madera de roble hasta alcanzar la diestra de Lauritz. Le dio un suave apretón y sonrió. Con gestos como aquel parecía mentira que hacía solo unas horas únicamente compartiesen una buena amistad.

Cortó con el tenedor un trocito de carne y se lo llevó a la boca. Hacía tiempo que no comía algo tan rico - mis criados lo preparan de otro modo - explicó - guisan el conejo con guisantes y zanahorias, y le añaden algo a la salsa, pero no sabría decirte qué es exactamente lo que le echan - parloteaba animadamente. Se sentía cómoda en su presencia y podía verse reflejado en la postura abierta que adoptaba. Aquella noche Lau le estaba arrancando tantísimas sonrisas que si tuviese que pagarle por cada una de ellas no lograría juntar francos suficientes aunque vaciase los bolsillos de medio París - he de admitir que comenzaba a tener hambre- probaba de aquí y allí. Se notaba que la comida había sido preparada con esmero y mano experta.

-¿Unas termas? - humedeció sus labios en el vino, dando un pequeño sorbo a su copa de fino cristal - jamás me lo habías contado - lo cierto era que únicamente visitaba su hogar cuando necesitaba de algún vestido nuevo. Jamás le había enseñado en profundidad dónde vivía, limitándose prácticamente a las visitas a su estudio - estoy deseando verlas - le guiñó un ojo y dejó la copa nuevamente sobre la mesa. Le parecía una buena idea para acabar el día, ambos estaban cansados y un baño relajante era la mejor forma de bajar el telón después de tantas emociones.

No tardaron demasiado en terminar de cenar. Caroline odiaba las sobremesas, siempre se quedaba por respeto a los comensales, pero en el fondo desearía que todos se callasen y dejasen de bombardearle la cabeza con comentarios estúpidos. Por suerte no le sucedía lo mismo con Lauritz, pero aún así tampoco se quedó más tiempo de lo estipulado allí sentada - vamos, ojos bonitos - le dijo en un tono de voz cariñoso y se puso de pie.

Las termas eran enormes. Mucho más grandes de lo que hubiese podido imaginar. Arcos de medio punto daban paso al baño. No sabía de que año databa, y tampoco se atrevió a preguntar si la casa fue construída en torno al lugar, pero en su cara un brillo de fascinación le delató - conservas una pequeña parte de la historia - le dijo mientras se acercaba hasta el borde e introducía la mano en el agua para comprobar su temperatura, una temperatura que halló agradable. Le pareció curioso que hubiese optado por llenar de agua caliente lo que parecía ser un frigidarium romano. Había estado muy acertado.

A un lado pudo ver sobre la piedra una toalla de color blanco y un bañador de la misma tonalidad. Era corto y vaporoso, en nada parecido a los trajes de baño de la época, que cubrían más de lo que dejaban entrever - me gusta - lo analizó cogiéndolo con ambas manos y levantándolo hasta la altura de los ojos - tienes talento, es bastante bonito - se acercó a Lauritz y le robó un beso - creo que podrias hacerte de oro si los comercializases - se rió y se lo colgó del brazo - dame un minuto y estaré lista- aquella sería la tercera vez que se desvistiría en su casa. Comenzaba a ser curioso.
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Cantos de sirena (Privado - Caroline Sforza) - Página 2 Empty Re: Cantos de sirena (Privado - Caroline Sforza)

Mensaje por Lauritz Koning Miér Mayo 27, 2015 7:26 am

-No te mentiría en algo así.

La mire a los ojos y asentí levemente, de hecho yo mismo era una de esas criaturas que pese a ser humano no distaba mucho de ellos, ya que aquellos poderes hacían de barrera frente a depende que mundos y aún así, siempre había creído que el hecho de tener poderes realmente no me alejaba de la humanidad, al revés, me hacía más humano. Aunque había gente que distaba bastante de aquel pensamiento y tachaba a los brujos como seres del demonio y a su servicio.

-Están entre nosotros y puedo asegurarte que en los círculos por los que solemos movernos, hay bastantes.

Entre ellos... yo.

--------------------------

Me encanto aquel gesto, el hecho de no ponerse en frente, sino sentarse al lado. Decía mucho de ella y era por cosas como esas por las que estaba tan enamorado cuando apenas hacia nada que habíamos empezado a salir. Un cosquilleo recorrió todo mi cuerpo al sentir su mano sobre la mía.

Empecé a saborear lentamente la comida, realmente tenía mucha hambre y todo parecía estar delicioso y además, el hecho de encontrarme tan bien acompañado hacía que la velada fuese mágica y especial, la comida todavía sabia mejor de lo que ya de por si estaba, ahora entendía porque se solía ir en pareja a disfrutar de los restaurantes más selectos de la ciudad.

-Pues come, tú tranquila, si va a sobrar… más de la mitad.

Sonreí y me eche levemente hacía atrás mirando a uno de mis criados, sabía perfectamente que el hecho de haber preparado tanto era que después iban a cenar ellos. No podían quejarse, comían exactamente lo mismo que yo porque no hacia distinción alguna, normalmente me iba a comer con ellos a la cocina, el comedor me parecía demasiado grande y solitario. Obviamente sabían que aquella para mí era una ocasión especial y decidieron darse un festín sabiendo que no iba a decir nada tampoco.

Sonreí ante la sorpresa de la rubia, no se lo había contado porque no había visto la ocasión, era un gran coleccionista de arte y un dolor de cabeza para el museo del Louvre, si podía conseguir alguna antigüedad interesante no me lo pensaba, lo compraba, me encantaba guardar la historia.

-Me gusta guardar pedacitos de historia, aunque en este caso me parece que me traje la historia entera.


Tan pronto terminamos de cenar que nos levantábamos, era un culo inquieto y a no ser que estuviese haciendo algo como leer, me era difícil estarme quieto… y el comer no era una excepción, una vez terminaba quería levantarme a hacer otra cosa. Si bien era cierto que estaba con Carol, pero mi cuerpo sabía que era lo siguiente y no quería estar allí mucho más tiempo que el necesario. Además, el servicio seguro que tenía hambre también.

-La que tiene unos ojazos eres tú, Carol.

Le di un beso en la frente, la cogí de la mano y guíe hacía el sótano de la casa. Allí estaba entre otras cosas las termas romanas que tan asiduamente me había encargado de guardar y remodelar hasta el punto de ser totalmente funcionales.

-No pude salvar más. Las otras dos piscinas apenas existían cuando llegué aquí… de hecho el antiguo dueño nunca le había dado demasiada importancia a lo que había aquí abajo.

Algunos de los frescos y murales del lugar, junto a muchas de las teselas perfectamente colocadas en el suelo habían sido obra de un largo fin de semana medio encerrado allí dentro consiguiendo que el lugar volviese a brillar y al parecer, lo había conseguido porque era bastante acogedor a la par que agradable.

Vi como se dirigió hacia una de las piedras donde al parecer mis criados habían preparado todo cuidadosamente, no había hecho falta que lo pidiese, solo con escucharme ya habían dado por hecho lo que tenían que hacer, por eso estaba aquel bañador allí. Era realmente un bañador muy bonito que realzaba las formas de la mujer, pero no me atrevía a lanzarlo ya que me parecía un tanto provocador.

-No creo que la sociedad esté preparada para un cambio así, no de momento… Aunque me muero de ganas por vértelo puesto.

No podía disimular que tenía ganas de verla con mi creación, no podía imaginar de forma alguna mejor modelo que Caroline. Le señale una puerta que daba a una pequeña habitación que tenía un banco de mármol, los romanos lo utilizaban como sauna de vapor, podría cambiarse allí. Yo apenas tardé 10 segundos en quitarme la ropa y ponerme de bañador un  pantalón corto con una tela de algodón fina color caqui.

Me senté al borde de la piscina caliente, esperando ver salir a la rubia. No tardó mucho, pero aun así a mi me parecía una eternidad la espera. Me costó realmente no abrir la boca y quedarme así al verla, había tanta sensualidad de aquellas curvas.

-Te queda genial, no puedo imaginarme modelo mejor que tu ¿Has salido del Olimpo, verdad? Eres una diosa.

Me incorporé y  acerque a ella. No le di tiempo a hacer nada, la tiré a la piscina y yo fui justo detrás. Me quede buceando durante unos segundas y salí a la superficie echándome el cabello hacía atrás con la mano y sin poder evitar reír.

-¿Qué ha pasado? Tiene más gracia cuando el agua esta fría, pero bueno…

Seguía riendo, pero ello no evito que me pudiese mover y fuese acercándome nuevamente hacia donde estaba la rubia.
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Mensaje por Caroline Sforza Sáb Mayo 30, 2015 8:24 pm

Se preguntó qué harían con la comida sobrante ¿La tirarían? Dudaba que Lauritz fuese de esa clase de personas. París era una ciudad llena de luz, de pasión, de elegancia y capitalismo, pero también era una ciudad de falsas apariencias. Todo el mundo veía el lujo, pero pocos se detenían a contemplar la miseria subyacente. Cuando se está en lo más alto de la pirámide se tiende a olvidar que existen otros estratos sociales. Observó la sonrisa del rubio, encandilada, y siguió el hilo de su mirada hasta toparse con alguien del servicio. De pronto lo comprendió todo : sería para ellos. Un sentimiento agradable recorrió su cuerpo, le encantaba aquel muchacho. Se conocían desde hace años y jamás hubiese imaginado que pudiese llegar a albergar tanta bondad en su interior.

-¿Eres coleccionista? - le preguntó extrañada, posando el tenedor sobre su plato - no tenía ni idea, creía que únicamente te apasionaba adquirir telas - se sintió un poco estúpida al decir eso. El diseño era su forma de vida, su profesión, obviamente el resto de su existencia la dedicaría a algo más que a confeccionar trajes - conozco a personas que tal vez te pudiesen ayudar de estar interesado - por su mente pasaron un par de nombres. El conde Don Vanstall poseía una de las mayores colecciones históricas de Inglaterra, pero para él era tan suculento un fajo de billetes como un pedazo de pasado. Quizás estuviese abierto a hacer negocios. Si fuese otra persona no se molestaría, pero si Lauritz se lo pidiese no dudaría en mandar a alguien en su nombre para hablar con él - Roma, Grecia...incluso he oído que tiene en su poder algunas piezas del antiguo Egipto. Un par de vasijas y piezas de orfebrería - baja la voz - además tengo entendido que hace poco ha añadido a su colección un par de libros por los que muchos matarían -  siempre lograba que a sus oídos llegasen noticias de todos lados del mundo. Tenía contratados espías, pero también contaba con muchos amigos que no dudaban en ponerle al corriente de los sucesos más destacables.

Cenaron con tranquilidad y se fueron hasta las termas caminando de la mano. Le gustaba entrelazar sus dedos con los de él aunque nadie los viese, hacía que le sintiese más cercano a ella.

-Oh querido, con mi carácter dudo que me soportasen en el Olimpo -se rió- pero tengo entendido que los Dioses eran bastante caprichosos y malhumorados, quizás incluso les llegase a caer bien - bromeó al salir de aquella habitación en donde se había cambiado. Cuando él se acercó Caroline creyó que deseaba compartir con ella algún secreto. Que ilusa... Ascendió a la superficie y tosió un par de veces - ¡¿como osas...?! - le preguntó sin terminarse de creer lo que acababa de hacer Lauritz. Braceó hasta donde estaba él y puso las manos sobre sus hombros desnudos - ¿crees que ese es modo de tratar a una dama? - le preguntó, y acercó los labios a su piel, dejando besos por toda la línea que dibujaba su espalda, desde los deltoides hasta su cuello. Aprovechó que su acompañante estaba medio distraído para coger agua con su mano y salpicarle en el rostro. Se rió y fue nadando hasta uno de los bordes, en donde se sujetó - la venganza es un plato que se sirve frío, recuérdalo siempre - le guiñó un ojo.

Le gustaba aquel lugar. El agua era cálida y sintió que todos sus músculos se destensaban debido a la relajación. Movió sus piececitos en el fondo, como si fuese una niña pequeña, ensimismada por las ondulaciones que provocaba en la parte superior del agua - eh, no te enfades conmigo bobito - le dijo a Lauritz al ver que todavía se encontraba algo alejado de ella.  Tenía el pelo rubio mojado, cayéndole por la espalda, peinado uniformemente hacia atrás de forma natural al haberse visto obligada a emerger de golpe. Le tendió una mano para que se acercase - te prometo que no haré nada -se rió - puedes confiar en mí, o puedes decidir no hacerlo, pero tienes mi palabra de que no atentaré contra tu integridad durante las próximas...- hizo el gesto de mirar un reloj de cadena que obviamente no se encontraba allí - dos horas. Le divertía meterse con él.

-¿Traes aquí a todas tus citas? - le preguntó,enarcando una ceja. Era la clase de pregunta con doble sentido que Caroline solía utilizar. Sentía curiosidad por saber si él solía coquetear con más mujeres, y no se atrevía a preguntárselo directamente, de modo que se dedicaba a sonsacarle información. Utilizaba la misma técnica para diferentes propósitos. Caroline Sforza únicamente era directa cuando se veía obligada a serlo, de lo contrario disfrutaba con sus idas y venidas, aprendiendo un poquito de cada vez que lograba rasgar la capa más superficial de la información deseada.
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Cantos de sirena (Privado - Caroline Sforza) - Página 2 Empty Re: Cantos de sirena (Privado - Caroline Sforza)

Mensaje por Lauritz Koning Vie Jun 05, 2015 5:44 pm

Carol pareció sorprendida cuando le dije que me gustaba conservar la historia y por lo tanto guardar. No pude evitar reír hasta el punto de tener que dejar el tenedor en la mesa cuando insinuó que solo pensaba en telas. Obviamente el mundo de las telas y los materiales me encantaba y de hecho siempre intentaba tener lo ultimo y de lo ultimo lo mejor y de lo mejor lo superior, no era ningún secreto que me gustaba trabajar, al menos en mi sección de alta costura con materiales de la mejor calidad.

-No todo mi mundo es tela… aunque he de admitir que estoy viendo como ha empezado a girar alrededor de ti y no voy a hacer nada por evitarlo, porque ya me gusta así.

Sonreí, era verdad, desde que habíamos empezado que mi mundo parecía girar únicamente en la rubia, lo que ella pensase y si estaba bien. La misma que acababa de llamarme la atención con aquel comentario, claro que me interesaban personas que pudiesen tener información y acceso de materiales con gran valor, especialmente aquel ultimo que acababa de mencionar… Si era un libro importante, probablemente debía de esconder escrituras mágicas en los márgenes y de ser así me importaban muchísimo adquirirlos.

-Uhm, libros… me interesan especialmente ¿Sabes de que pueden ser?

En algún momento debería de confesarle porqué estaba realmente tan interesado en unos libros, pero no era aquel momento. Quería alargarlo un poco más, no sabía ni me hacía a la idea de cuál sería su reacción y sin duda alguna, no quería meter la pata con alguien tan especial como es Caroline.

Caminar junto a ella era algo especial, me hacía sentir único y los largos pasillos de mi mansión al estar con ella dejaban de ser fríos, transformándose en cálidas y vistosas estancias. Incluso aquellas termas parecían tener otro color estando la rubia por allí. Mi vida había cambiado mucho desde que empezamos a salir, pero aun iba a cambiar más a su lado.

No podía parar de reír una vez nos metimos en el agua, sabía que no se lo esperaba y realmente era divertido escucharla. Ambos nos encontramos en medio de la piscina y ella coloco sus brazos sobre mis hombros, haciendo que a su tacto mi cuerpo reaccionase de forma que empezase a sentir más calor de lo que era normal.

-Bueno… no… pero eres mi novia!

Sonreí, me encantaba decir aquella palabra, cada vez que la mencionaba lo hacía más real y no podía evitar llenarme de felicidad. Disfrute de cada uno de sus besos recorriendo mi piel, respirando hondo, relajado, hasta que de golpe trague algo de agua. A la chica le había parecido divertido salpicarme con toda la alevosía del mundo.Tosí.

-Corre, si, que como te pille verás!

Obviamente mi tono era de broma, pero para hacerlo todo más dramático levanté el puño en alto y lo agite, aunque señalaba justo al lado contrarío porque se me había metido agua en los ojos y realmente no veía demasiado hasta que me los frote.

Me llamó bobito y no pude evitar sonreír ante el cariño que la chica había usado para referirse a mí. Me fuí acercando lentamente hasta donde había huido. Lentamente, paso a paso, hasta que la rubia me tendió una mano para que se acercase enunciando tregua durante unas horas. Me agarre a su mano y me coloque a su lado.

-Que mala eres conmigo…


Dije refunfuñando casi como si fuese un niño pequeño. Giré de golpe mi cabeza cuando escuché la pregunta y me la quedé mirando… Hacía tiempo que realmente no salía con nadie, había estado muy pendiente de mi trabajo y hacerme rico. Lo más cercano a una cita que había tenido no hacía mucho, fue ir a la ópera en un palco compartido en el cual la joven que me acompañaba intentó morderme tras resultar ser una vampira de reciente creación… si, una cita excelente.

-Que bobadas tienes, Caroline… no tendría por qué responderte. Podría sino mentirte. Pero no lo voy a hacer – La miro a los ojos – No he traído a nadie aquí, eres la primera que baja y se baña junto a mí. Las últimas citas que he tenido han sido más para hablar de negocios que cualquier otra cosa –Le di un beso en la mejilla – Que celosilla eres y que mona te pones…

Me situé justo delante de ella, aprovechando que estaba apoyada en el borde. Coloqué mis manos sobre el saliente, rodeándola y me la quedé mirando nuevamente, parecía dominar la situación, pero realmente la reina de aquel lugar era la joven rubia. Acerque mi cabeza a sus labios hasta estar a su altura. Podía sentir su respiración, avancé muy lentamente hasta que nuestros labios estuvieron a punto de tocarse, así me quede unos segundos hasta que no pude más y nos fundimos en un beso largo en el que estuve jugueteando con la lengua, chocando contra la suya y repasando sus labios, finalizando con un pequeño mordisco en su labio inferior.
Tenía el corazón acelerado, las mejillas un tanto rojas de excitación y el calor realmente me estaba matando, no colaboraba en absoluto. Acerqué mis brazos hasta el punto de tocar con mis antebrazos sus curvas.

-Eres la chica de mis sueños, Carol. Lucharé cada día si es necesario por y para hacerte feliz. No lo dudes.

Le guiñé un ojo, todavía seguía un tanto dominado por el calor.

-¿Te gustaría quedarte a dormir?

La pregunta me salió sola. Esta era inocente, no tenía ningún tipo de trasfondo, simplemente me apetecía dormir con ella, aunque no pude evitar ponerme muy rojo y mirarla esta vez con mucha timidez y la cabeza gacha, casi tartamudeando.

-No, no… me malinterpretes. No quiero forzarte a nada ni espero que suceda nada… es solo que… me encantaría poder dormir abrazado a ti y que al despertar seas lo primero que vea…
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Cantos de sirena (Privado - Caroline Sforza) - Página 2 Empty Re: Cantos de sirena (Privado - Caroline Sforza)

Mensaje por Caroline Sforza Sáb Jun 13, 2015 8:12 pm

Libros, libros, libros. Recordaba haber oído algo, Don Vanstall era un hombre adinerado al que tener en consideración. Sus espías lo vigilaban, al igual que a otros muchos nobles de Inglaterra. Las redes de información de Caroline Sforza también se extendían por París, pero no consideró necesario mencionar nada de esto- creo que tenía un volumen bastante codiciado por los historiadores. No se si te sonará...- hizo una pausa dramática y sonrió - se titula "Tinieblas del Tkhan" - había algo tenebroso y arcano en torno a aquel compendio que la baronesa desconocía - desafortunadamente no cuento con demasiados datos que te puedan ser de ayuda, pero si tan interesado estás no tendría problema en concertar una cita con él, apuesto a que es un caballero que no dudará en atender a razones - la rubia utilizaba el chantaje para sus propios propósitos. Estaba tan acostumbrada a hacerlo que le salía de un modo escalofriantemente natural.

-----------

"Eres mi novia"

Lo era. Siempre había sentido algo por Lauritz, pero jamás había creído que fuese amor. Que equivocada estaba... lo que ella sentía era mucho más que eso. Se trataba de algo tan intenso que no existían palabras en el mundo que lograsen describirlo. Sentía un dolor en el pecho constante, que se acentuaba con la proximidad del muchacho - ¿mala? oh vamos, la única vileza de la que me confeso culpable es la de desear perderme en tus ojos cada mañana -se hundió en el agua. Tenía las mejillas encendidas por lo bochornoso que le había resultado confesarle aquello. Emergió a los pocos segundos. Su rubio cabello flotaba sobre el agua, como finas hebras de oro que acariciaban la superficie de la misma.

-No soy celosa - frunció el ceño. Le hubiese vuelto a salpicar de no haber sido por la tregua que habían pactado hacía escasos segundos - tan solo sentía...curiosidad, eso es - su poder de convicción se veía mermado cuando ni siquiera ella creía sus propias palabras. Por supuesto que eran celos. Quería exclusividad. Una petición que no se atrevió a formular en alto, ya que tampoco pareció necesario tras la aclaración del muchacho.

Vio como Lauritz se acercaba. Despacio. Calculado. Tragó saliva, notablemente nerviosa, mientras poco a poco se veía acorralada contra el saliente. Sus labios se entreabrieron para recibirle con un beso, y sus dedos osaron rozarle la piel, casi con timidez. Se dejó llevar, alargando aquel momento todo lo que pudo, rodeándole con sus piernas mientras sus brazos buscaban el equilibrio tras su cuello. Estaban tan juntos que muchos los hubiesen tachado de indecorosos, pero no había nadie que les pudiese ver. Tan solo los lienzos eran testigos de su atrevimiento, y ni siquiera el más bello de los cuadros se atrevería a interrumpir el instante de magia que ambos estaban manteniendo, porque el arte se escondía en las formas de sus cuerpos enlazándose, en el modo en que el agua se reflejaba sobre su piel ,creando una fina capa brillante que arrancaba destellos al filtrarse la luz. Eso era arte, por muy escépticos que fuesen aquellos que únicamente defendían los frescos colgados de una pared.

-La felicidad me la regalas a cada momento, aunque ni siquiera seas consciente de ello - le susurró con voz melosa y sonrió - me quedaré contigo si así lo deseas - se separó un poquito y, ayudada por la fuerza de sus brazos, se sentó sobre el bordillo, saliendo del agua. La idea de compartir una noche a su lado le hacía especial ilusión, y la forma en que se lo había pedido había sido tan tierna que no dudó ni un instante de sus intenciones. Sabía que sería la primera de muchas. Se puso de pie y fue a buscar una toalla con la que secarse. Por suerte Lauritz se había encargado de dejar un par perfectamente dobladas a escasos metros de donde se habían bañado. Se enrolló en una y fue descalza hasta el borde nuevamente a esperar a que el rubio la imitase para poder envolverle con ella y que no tuviese que molestarse en ir a buscarla.

Se la puso sobre los hombros y frotó con sus manos sobre la misma con rapidez para lograr que su novio entrase en calor - Creo que es el día más perfecto de todos los que he vivido hasta hoy...gracias Lauritz.
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