Reflexiones bajo la clara luz de la luna...

por **Daviana Ruadh** Miér Jun 10, 2015 5:53 pm

El movimiento del cepillo sobre sus cabellos, era suave y rítmico. Con su mirada prendida a la imagen que le devolvía el espejo, Vannia, se preguntó por milésima vez, que debía hacer. Decir la verdad, podría atraer un resultado que no deseaba. Ella amaba a Walter, y aquella noche, en la que sin premeditarlo se entregara a otro hombre, mucho tiempo antes de conocer a quien era hoy su futuro esposo, volvía una y otra vez. Era su secreto, tal vez el más angustiante, ¿Cómo podía una mujer de buena cuna, como le decían en la sociedad parisina, a las señoritas de clase alta y requeridas para casarse, había podido entregarse a un completo extraño? Suspiró, quebrando ese monto movimiento, el cepillo se detuvo en mitad de su cabellera, para luego terminar depositado en la superficie de mármol del Toillete.

Se incorporó, Su cuerpo delgado, pálido, sensual, solo era cubierto por un desoville de gaza color negro, un escalofrío la recorrió y se abrazó a sí misma, tenía frio, sabía que era por los nervios, por saber que todo lo que se oculta, tarde o temprano cae por su propio peso, pero Vannia no deseaba arriesgarse a perder el amor de Walter, aunque sabía por lo que había investigado, que no existía enemistad más grande entre sobrenaturales como la que existían entre los vampiros y los lobos. Pero la verdad era una sola, recordaba esa noche y aunque quisiera, no la detestaba, bien sabía que las decisiones de la vida solo restan afrontarla y ésa había sido tan importante, como la que tendría que decidir, - si me amas – dijo acariciando un mechón de su cabello, y observando, por el ventanal, el paisaje nocturno de una noche de luna llena, intuyendo que, él, estaba afuera, convertido en lo que realmente era, un hijo de la luna, podría escucharla – si realmente me amas, aceptarás que antes de ti hubo un pasado, que tomé decisiones, de las que no me arrepentiré, como no me arrepiento de haberte amado, de amarte aun – las palabras salían de su boca, como si se las hubiera dicho personalmente, aunque en verdad se encontraba sola, en esa enorme habitación que tal vez, si Walter se negaba a seguir amándola, jamás compartirían.