♣ Four Leaf Clover ♣ [ID]

Se distingue por ser “el rayo de sol” al interior de su modesta carpa familiar: una adolescente demasiado alegre, curiosa, extrovertida y llena de energía, quien siempre intenta hacer reír o sacar una sonrisa a cada ser viviente que se cruce en su camino. Aventurera y rebelde por naturaleza, con un espíritu libre al igual que el viento, buscando diariamente nuevas experiencias y oportunidades.

Se caracteriza por ser una chica amable y comprensiva, tratando de empatizar con el resto de la mejor manera posible, con el fin de estar ahí y escuchar sus problemas, dar algún consejo o palabra de aliento si lo necesitan y, de ese modo, subirles el ánimo.

Es una joven humilde, ya que cree intensamente que ni el dinero o las joyas conceden la auténtica felicidad, evitando tener cualquier clase de contacto fortuito con gente soberbia o arrogante a causa de sus distintas posesiones y riquezas. Además, siempre se ha considerado una muchacha honesta consigo misma y sus seres queridos, por lo que tanto el significado de cinismo como hipocresía están absolutamente excluidos de su vocabulario y vida cotidiana; tampoco es capaz de tolerar a personas con aquella conducta tan desagradable, aunque, por educación y posibles represalias a futuro contra su pueblo, prefiere no insultarlas e intenta actuar con respeto.

Una adolescente extremadamente traviesa, juguetona y bromista, incluso llegando a ser bastante sarcástica en ciertas ocasiones. También se distingue por ser una chica muy de piel, buscando constantemente el afecto entre sus más cercanos a través de abrazos o besos fraternales.

Se considera una joven tranquila: piensa firmemente que la violencia no es un método viable ni adecuado para resolver conflictos o discusiones, por lo que siente un profundo desprecio hacia los Cazadores e Inquisidores y su “noble” labor. Sin embargo, en contadas excepciones, aparta a un lado su actitud pacífica y emerge su valentía oculta, defendiendo a cualquier individuo ante una situación que implique injusticias o prejuicios.

A pesar de su personalidad risueña, radiante y colmada de vitalidad la mayoría el tiempo, no todo parece ser color de rosa. Es una muchacha sumamente frágil e inestable en lo emocional; pese a eso, detesta llorar en público o exteriorizar sus propios sentimientos, puesto que se siente como una carga o molestia para el resto.

También es demasiado dependiente de su círculo íntimo, ya que suele encariñarse rápido con los demás. Celosa e incluso posesiva con quienes la rodean, además de comportarse de forma excesivamente suspicaz con los que no logran ganarse su confianza.

Finalmente, se caracteriza por ser bastante impaciente e insensata, rebajándose de manera inevitable a la ingenuidad inherente de una niña.

No recuerda mucho acerca de su infancia antes de los 4 años. Ni siquiera su verdadero nombre. Solo pequeños y confusos retazos de aquel trágico día de Diciembre, una semana después de su cuarto cumpleaños: la tortura de su padre, la violación/orgía hacia su madre y el posterior asesinato de ambos a sangre fría. Por supuesto, ningún miembro de la banda de maleantes que allanó la mansión familiar a las afueras de Barcelona estaba al tanto de que un par de ojos inocentes contemplaban el “magnífico” espectáculo de principio a fin, desde una diminuta rendija en la puerta del despacho de su padre.

La infanta solo tuvo el instinto de dirigirse cautelosamente hacia la gigantesca alcoba de su hermana menor y en seguida salir corriendo juntas fuera de la pomposa morada. Había transcurrido 1 hora y ambas permanecían resguardadas detrás de unos frondosos arbustos a orillas del bosque, observando cómo los delincuentes se adueñaban de la antigua fortuna de sus progenitores y luego incendiaban hasta sus cimientos lo que alguna vez llamaron “hogar”, quedando reducido a cenizas, mientras los asaltantes huían a caballo.

Cuando no hubo moros en la costa, salieron de su escondite y enfrentaron la cruda realidad. No quedó nada. Ya no tenían nada… Eran ellas dos: una niña de 4 años y otra de 3. Solas contra el mundo. Bueno, ellas y la muñeca de porcelana favorita de su hermana. No había alternativa alguna. Tendrían que trasladarse a pie hacia la ciudad, implorando que alguien bondadoso se apiadara de sus almas desamparadas.

Al iniciar la marcha, la mayor descubrió un camuflado trébol de 4 hojas al borde del polvoriento sendero de tierra. Supuso que presagiaba buena suerte, así que decidió llevarlo consigo durante el resto del trayecto. Ambas andaban a paso lento a lo largo de una sinuosa ruta, tomadas de la mano, infundiéndose esperanza mutua. A veces, la hermana mayor cargaba en su espalda a la menor cuando la pequeña se sentía muy cansada. La llegada del anochecer era un calvario, pese a que dormían protegidas entre las malezas altas. Los depredadores y el peligro se multiplicaban, igual que el temor.

Pasaron 2 días enteros. Sin comida ni agua. Las energías se agotaban, la fe decaía, el pánico aumentaba y el recorrido continuaba prolongándose. Necesitaban un milagro o morirían en esa completa soledad.

La tercera noche de viaje fue la respuesta a sus plegarias. Ni siquiera se percataron en qué minuto el anaranjado atardecer había cedido su lugar al oscuro firmamento repleto de estrellas brillantes. Siguieron caminando sin ánimos, hasta que escucharon unos ruidos no muy lejos de donde se hallaban, solo a unos cuantos metros de la senda. Acaso eran… ¿voces? ¡Y música, de guitarras y panderetas! También veían a personas danzando y cantando alrededor de una… ¡Una fogata! Podían distinguir las llamas chispeantes crepitar en torno a los troncos de madera. Había casas rodantes y tiendas por doquier. ¿Un circo quizá?

Se sonrieron mutuamente y después empezaron a correr con las pocas fuerzas que les quedaban y sus manos entrelazadas, en dirección a su única y última esperanza. Sus vestidos, alguna vez refinados y tersos, se rasgaban y ensuciaban todavía más a medida que se adentraban hacia la festiva atmósfera, notando cómo el derruido encaje y la destrozada tela se enganchaban entre los espesos matorrales o las raíces de los árboles. Pero ya no les importaba en lo más mínimo. Simplemente ansiaban sentir el calor del fuego junto a su piel y degustar el delicioso sabor de un trozo de pan fresco. ¿Acaso era mucho pedir?

No obstante, se petrificaron en el preciso instante en el que fueron capaces de examinar a la jocosa multitud con mayor detalle. Aquel sitio no era un circo ambulante común y corriente, ¡sino un campamento de gitanos! ¡GITANOS! Debían huir de allí. De inmediato. Aunque no pudieron avanzar ni un insignificante centímetro, ya que su hermana menor se tropezó con un enorme guijarro mientras comenzaba a retroceder, cayendo sobre la hierba y rompiendo un par de ramas por culpa del impacto, atrayendo la atención de todos los presentes.

La hermana mayor se agachó junto a la más pequeña y se abrazaron una a la otra. Asustadísimas. Habían oído varios rumores acerca de los gitanos y sabían perfectamente que no eran de fiar. La gente empezaba a hablar en una lengua extraña, incomprensible para las niñas, a medida que se les acercaba cada vez más. Al parecer, se encontraban en un apacible valle al costado de un cristalino riachuelo. ¿Por qué demonios se fijaba en detalles en esos momentos? Ni idea, tal vez era producto de la fatiga.

Una gitana, de aproximadamente 21 años, se arrodilló a un lado de las infantas, estirando su brazo izquierdo hacia el rostro de la menor, quien chilló aterrorizada inclusive antes de que la tocara. La mujer puso los ojos en blanco durante unos cuantos segundos y luego se levantó, llamando a alguien en aquel desconocido dialecto. La hermana pequeña lloraba desconsolada, presa del miedo, mientras la mayor la estrechaba más contra su cuerpo, tratando de transmitirle algo de seguridad. Ni siquiera la mugrienta muñeca de porcelana daba resultados efectivos.

Un par de minutos más tarde, un hombre y una mujer de mediana edad se alzaban enfrente de ellas, abriéndose paso entre la curiosa multitud. A juzgar por sus ropajes y joyas más vistosas, además de su porte en comparación con los demás, eran el patriarca y la matriarca de la caravana. La hermana mayor tragó saliva e intentó armarse de coraje, afrontando a los jefes del campamento con la frente en alto. Sus ojos pardos verdosos se incrustaron sobre los de la líder gitana, suplicando en silencio que urgían por ayuda, refugio, alimento… Por una nueva oportunidad para sobrevivir.

La pareja a cargo se miró entre ellos, observando de reojo a las 2 niñas de vez en cuando, para después alejarse un poco y comenzar a charlar en voz baja. Mientras tanto, el resto de los gitanos las contemplaban con cierto recelo. Era obvia su reacción. No pertenecían a su raza, probablemente las abandonarían a la deriva. El simple pensamiento las espantaba aún más.

Cuando regresaron, el jefe había cruzado los brazos sobre su pecho y la mujer tenía ambas manos en sus caderas. Iban a anunciar su decisión final. Las pequeñas jadeaban de forma casi imperceptible y sus corazones latían desbocados. Sin embargo, para su sorpresa, la gitana al mando sencillamente se acuclilló frente a ellas y extendió sus brazos, sonriéndoles con dulzura.

– Bienvenidas a casa, hijas mías – Pronunció tiernamente la matriarca en Español, como si se tratara de su propia madre. Sus palabras eran sinceras, no había duda de ello.

Las hermanas se miraron durante un segundo y en seguida empezaron a correr en su dirección, lanzándose hacia la mujer entre sollozos de felicidad y agradecimientos ahogados, mientras que la gitana las abrazaba con fuerza, poniéndose de pie y cargándolas amorosamente entre sus brazos. Tras un minuto de total silencio, los miembros del campamento estallaron en un grito de júbilo y reanudaron la fiesta, ahora en celebración de las nuevas 2 integrantes del clan.

Ya han transcurrido 12 años para Trèfle desde entonces…

Viajando a través de mares y océanos. Recorriendo miles de mesetas y montañas. Arraigándose cada vez más con las arcaicas tradiciones gitanas. Conociendo cientos de ciudades y poblados, aprendiendo costumbres de diferentes culturas. Regodeándose de millones de anécdotas, historias y leyendas.

Hasta el asentamiento de la caravana de Trèfle en el área de gitanos en París, Francia.

Sin embargo, se verá obligada a confrontar un desafío mucho mayor con su arribo a la capital francesa… Con 16 años ya cumplidos, una edad idónea y respetada por toda su nación, deberá enfrentarse a un matrimonio arreglado, con quien considera su mejor amigo desde los 5 años, Maloney Nicolich. El problema no solo recae en el hecho de que no lo ama, sino que su orientación sexual también contradice este compromiso forzado: su más profundo y oscuro secreto jamás revelado, salvo a Lune Pantich, su hermana menor.

Por lo que tendrá que debatirse entre las conservadoras creencias de su pueblo y el dejar salir su auténtico yo.