AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Die and reborn [Privado]
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Die and reborn [Privado]
Viene de: Every ending
Así es como debe de sentirse la gente normal. Así es como debe de sentirse la gente normal ante nosotros.
Alan Moore
Cuando la puerta de aquel aparato de tortura que Vibeke tenía para él se cerró; el dolor le había atacado y sus gritos fueron los que inundaron el calabozo donde su piel y órganos eran perforados para dar así, continuación al retorcido plan de la noruega, quien dejo entonces aquel lugar junto con Lorian, dejando a Dorian en aquel lugar donde el tiempo corría lento, más lento que nunca antes.
Abandonado y vulnerable, así era como se sentía mientras la sangre fluía de su cuerpo pero sus gritos no lo hacían más. La debilidad de su cuerpo era cada vez mayor y el dolor se volvía mucho más intenso a cada segundo que pasaba y era evidente debido a las heridas que se mantenían abiertas; ya que si bien en un inicio trato de escapar y se movió buscando la libertad (cosa que termino por hacer que la sangre fluyera de su cuerpo con mayor velocidad), más temprano que tarde termino por aceptar que era completamente inútil y una tontería buscar la manera de escapar de aquella tortura a la que fue empujado por Vibeke. Aquella inmortal tenía todo perfectamente planeado y ya había demostrado que cuando ella deseaba que algo de tal o cual manera, la platinada lo conseguía y con Dorian las cosas no serían diferentes.
Dorian no sabía ya cuanto tiempo es que llevaba en aquella prisión que recibía el nombre de dama de hierro y aunque se encontraba casi seguro que no eran más de dos o tres días, la falta de sangre y la desesperación, comenzaban a afectarle de una manera en la que nunca creyó posible. Sus pensamientos no podían enfocarse en algo concreto, sino que saltaban de un suceso a otro de forma errática pero trayendo de manera continua las ultimas palabras que escuchara de Lorian y Vibeke.
Cállate Dorian, no puedo hacer nada por ti.
Su hermano había preferido seguir los deseos de la platinada, aún a pesar de que Dorian podía notar cuanto detestaba la idea de que ambos fueran a formar parte de la misma familia nuevamente. Entre ambos hermanos había surgido una brecha que jamás iba a cerrarse sino que al parecer, iba a abrirse mucho más y Dorian hubiera preferido morir antes de volver a ver el rostro de Lorian y tener que ser algo nuevamente con él. Sus deseos sin embargo, ya no importaban más, porque Vibeke lo tenía en la palma de su mano para hacer todo cuanto ella quisiera.
Buenas noches, Dorian d’Auxerre, por última vez d’Auxerre
La sentencia estaba hecha y pese a que sabía muy bien que no tenía escapatoria, ni otra opción, Dorian se negaba a aceptar que la noruega se atrevería a darle su sangre para crear a otro de Bordeaux pero para enterarse de la realidad que le deparaba, ya no faltaba mucho tiempo. En el exterior de aquel calabozo donde se encontraba, muchas cosas habían sucedido; cosas que el d’Auxerre no podía haber imaginado, y no fue sino hasta cuando la puerta del calabozo volvió a abrirse que Dorian se preparo para lo que venía, desconociendo que todo lo que conocía, había terminado por desaparecer.
Lukian d'Auxerre- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/04/2013
Re: Die and reborn [Privado]
"Se quedó prendado de su profunda oscuridad. Por supuesto no salió bien,
y ahora araña las paredes del pozo en busca de una grieta de luz.
Quizás para siempre"
y ahora araña las paredes del pozo en busca de una grieta de luz.
Quizás para siempre"
El sonido de los gritos lograba que Vibeke sintiera el éxtasis que sólo da el triunfo. Con los ojos cerrados, saboreó esa victoria, una que haría que cualquier d’Auxerre la detestara más que a ningún miembro, pero que ligaría a los hermanos a ella muy a pesar del odio de ambos.
Su espalda se mantuvo todo el tiempo recargada en la dama de hierro, haciendo que cualquier esfuerzo sobrenatural por liberarse se viera por completo impedido. Poco le importó que la sangre que brotaba de aquél gran objeto le lamiera los pies y fuera incluso absorbido por su vestido, porque la victoria dejaba huellas, marcas de guerra que sufriría uno para el deleite del otro.
Los gritos se acallaron pronto, cuando la debilidad apareció, dejando muy claro que aquella dama no era de tibiezas. Cada parte del objeto de tortura estaba diseñado de modo tan perfecto, que podía perforar al mismo tiempo las principales venas y arterias del cuerpo, pero dando espacio también a no perforar tan tenazmente el corazón para extender la agonía. Por naturaleza, el cuerpo del vampiro intentaría luchar contra todo, acelerando cualquier proceso necesario para cerrar heridas y sanar lastimaduras de casi todo tipo. No obstante, mientras se perdía sangre y conciencia, este perdía su habilidad tan común y se debilitaba, dando paso por fin a la muerte. Y la noruega calculaba el tiempo, porque al cabo de apenas un par de minutos que apenas rozaban la hora, tuvo claro que era el momento.
Por lo general, un humano común y corriente tarda menos de treinta minutos en morir desangrado. En el caso del vampiro y su capacidad de regeneración, ella calculaba casi el doble de tiempo. Evidentemente no quería dejarlo encerrado hasta la muerte, sino que unos minutos antes y justo donde su cuerpo le impidiera regenerarse por la debilidad adquirida, lo sacaría de allí, cuando supiera que su cuerpo absorbería con avidez cualquier gota de sangre que le fuera suministrada.
Sin mediar palabra con Lorian, que parecía estar más en otro mundo que en ese, Vibeke se giró, con esa molesta sonrisa en los labios que no denotaba otra cosa diferente a la malicia, y abrió la puerta. Con sus manos lo haló hacia ella, lo tendió en el suelo, desnudo como estaba, y lo puso justo donde su sangre d’Auxerre había formado un charco, sobre el que sería convertido a de Bordeaux. Cada señal sería una muestra de humillación de lo que había sido, y también, de la fuerza de los deseos de Vibeke, que por lo general, terminaban pasando por encima de la voluntad de otros.
—Esta es mi mejor declaración de guerra— murmuró para ambos, justo antes de acomodarse de rodillas, sosteniendo con un brazo el cuerpo débil de Dorian, y poniendo sobre la boca de él su muñeca recién mordida para permitirle beber. Allí sería su renacimiento, y también la pesadilla de los dos desafortunados gemelos.
Su espalda se mantuvo todo el tiempo recargada en la dama de hierro, haciendo que cualquier esfuerzo sobrenatural por liberarse se viera por completo impedido. Poco le importó que la sangre que brotaba de aquél gran objeto le lamiera los pies y fuera incluso absorbido por su vestido, porque la victoria dejaba huellas, marcas de guerra que sufriría uno para el deleite del otro.
Los gritos se acallaron pronto, cuando la debilidad apareció, dejando muy claro que aquella dama no era de tibiezas. Cada parte del objeto de tortura estaba diseñado de modo tan perfecto, que podía perforar al mismo tiempo las principales venas y arterias del cuerpo, pero dando espacio también a no perforar tan tenazmente el corazón para extender la agonía. Por naturaleza, el cuerpo del vampiro intentaría luchar contra todo, acelerando cualquier proceso necesario para cerrar heridas y sanar lastimaduras de casi todo tipo. No obstante, mientras se perdía sangre y conciencia, este perdía su habilidad tan común y se debilitaba, dando paso por fin a la muerte. Y la noruega calculaba el tiempo, porque al cabo de apenas un par de minutos que apenas rozaban la hora, tuvo claro que era el momento.
Por lo general, un humano común y corriente tarda menos de treinta minutos en morir desangrado. En el caso del vampiro y su capacidad de regeneración, ella calculaba casi el doble de tiempo. Evidentemente no quería dejarlo encerrado hasta la muerte, sino que unos minutos antes y justo donde su cuerpo le impidiera regenerarse por la debilidad adquirida, lo sacaría de allí, cuando supiera que su cuerpo absorbería con avidez cualquier gota de sangre que le fuera suministrada.
Sin mediar palabra con Lorian, que parecía estar más en otro mundo que en ese, Vibeke se giró, con esa molesta sonrisa en los labios que no denotaba otra cosa diferente a la malicia, y abrió la puerta. Con sus manos lo haló hacia ella, lo tendió en el suelo, desnudo como estaba, y lo puso justo donde su sangre d’Auxerre había formado un charco, sobre el que sería convertido a de Bordeaux. Cada señal sería una muestra de humillación de lo que había sido, y también, de la fuerza de los deseos de Vibeke, que por lo general, terminaban pasando por encima de la voluntad de otros.
—Esta es mi mejor declaración de guerra— murmuró para ambos, justo antes de acomodarse de rodillas, sosteniendo con un brazo el cuerpo débil de Dorian, y poniendo sobre la boca de él su muñeca recién mordida para permitirle beber. Allí sería su renacimiento, y también la pesadilla de los dos desafortunados gemelos.
Última edición por Vibeke de Bordeaux el Dom Ago 23, 2015 11:10 am, editado 1 vez
Vibeke de Bordeaux- Vampiro Clase Alta
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Re: Die and reborn [Privado]
Parecía que no me encontraba en la escena, en realidad, así lo creí hasta el más efímero momento. Las sensaciones pasaban a mi lado y no era capaz de tocarlas. Escuchaba como los fluidos de color rojo lo inundaban todo, incluso mi vista se nublaba; lentamente eso empezó a torturarme. Estaba filtrándose en mi cuerpo así como la tela del vestido de Vibeke lo hacía con la sangre del suelo. Y me di cuenta que había mucha similitud entre ese pedazo de tela inservible y yo. Estaba allí como un ente, solo para cubrir lo que la fémina así quisiera. Para hacerle de un escudo que no necesitaba y que cambiaría cuando así se le diera en ganas. Entrecerré los ojos, los gritos de aquel otro inmortal empezaban a cesar. ¿Quién era él? ¿Realmente se trataba de mi hermano y yo le había dicho que nada podía hacer por él? No. Era retorcido pensarlo de esa forma. No se trataba de un familiar, siquiera era alguien cercano a mí. Yo no tenía nada como eso, me había vuelto tan solitario como una planta de agua en medio del desierto. Apreté mis manos sobre las rodillas, una parte de mí quería aceptar aquel grito de guerra de la platinada; y otro lado estaba hundido esperando ser asesinado de una vez por todas, implorando que llegue el sol a dormirme pues no quería seguir presente cuando aquel vampiro cayera del aparato de tortura que estaba frente a mí.
No pude decir ni una palabra, mi mente estaba vacía y de todos modos no valía la pena hacerlo. Las acciones habían sido realizadas y eran imposibles de modificar. El destino era guiado por la musa de la poca misericordia, de la inhumanidad. El golpe seco del ente dio contra el suelo, se aplastó su piel con lo que antes hubiera estado en su interior. Mi estómago se retorció y lentamente me hundí entre mis dedos, sabiendo que lo que sucedería después no podría perdonármelo nunca más. Parte de mi alma no entendía el porqué, después de todo el odio ya no sería más a raíz de la sangre, no sería una excusa viable y lo que nos separaría sería nuestro verdadero pasado. ¿Mejor o peor? Era mejor, porque me haría bañarme en agua fría y comprender las cosas de nueva cuenta.
Me levanté, dirigiéndome a mi amante empecinada en ser la reina de las acciones y deslicé mis manos por su cintura, subiéndolas hasta su pecho en tanto la sangre chorreaba hasta la boca del otro inmortal. — Vibeke… ¿Recuerdas cuando insistía en que fueses solo mía? Ahora no es diferente, el cambio siempre fue superficial. Tu sangre. Es mía. — La voz ronca se aplastó contra su oreja, mientras la palma derecha aplastaba su cuerpo contra el mío y la otra se dirigía a su muñeca abierta, apretándola para negarle el acceso al líquido. Y despacio di pasos hacia atrás, enterrando mi cabeza en su cuello, mordiéndolo con el cuidado de no meter mis colmillos en la palidez femenina. — Yo lo haré. Eres mi creadora. Dijiste que no ibas a crear a nadie más, cumple tu palabra. — De alguna forma, sentía que ella le daría la vida a Dorian y con eso se convertiría en su sire. No iba a permitirlo, me negaba a hacerlo aún si con eso provocaba enojos incalculables. Y me acerqué a aquel que tenía mi misma cara, pero ahora chupada, parecía un cadáver de hombre, con la piel pegada por completo a los huesos, se notaban sus costillas y donde solo había cartílago se hallaba un pedazo inservible de epidermis. — Tsk. —Chasqueé los dientes y desgarré parte de mi muñeca, con más ímpetu que antes, como si hubiese vuelto a la tierra. Y apoyé la herida contra la boca ajena, dejando que el líquido se metiera con rapidez. — ¿Cuánto quieres que le dé? ¿Lo suficiente para que abra los ojos y no pueda moverse? — La pregunta salió en seco y tan seria como siempre. Parecía que no había entrado nunca en aquel lapso de desesperación, aunque en mi rostro seguían aplastadas las lágrimas de sangre sobre mis mejillas.
No pude decir ni una palabra, mi mente estaba vacía y de todos modos no valía la pena hacerlo. Las acciones habían sido realizadas y eran imposibles de modificar. El destino era guiado por la musa de la poca misericordia, de la inhumanidad. El golpe seco del ente dio contra el suelo, se aplastó su piel con lo que antes hubiera estado en su interior. Mi estómago se retorció y lentamente me hundí entre mis dedos, sabiendo que lo que sucedería después no podría perdonármelo nunca más. Parte de mi alma no entendía el porqué, después de todo el odio ya no sería más a raíz de la sangre, no sería una excusa viable y lo que nos separaría sería nuestro verdadero pasado. ¿Mejor o peor? Era mejor, porque me haría bañarme en agua fría y comprender las cosas de nueva cuenta.
Me levanté, dirigiéndome a mi amante empecinada en ser la reina de las acciones y deslicé mis manos por su cintura, subiéndolas hasta su pecho en tanto la sangre chorreaba hasta la boca del otro inmortal. — Vibeke… ¿Recuerdas cuando insistía en que fueses solo mía? Ahora no es diferente, el cambio siempre fue superficial. Tu sangre. Es mía. — La voz ronca se aplastó contra su oreja, mientras la palma derecha aplastaba su cuerpo contra el mío y la otra se dirigía a su muñeca abierta, apretándola para negarle el acceso al líquido. Y despacio di pasos hacia atrás, enterrando mi cabeza en su cuello, mordiéndolo con el cuidado de no meter mis colmillos en la palidez femenina. — Yo lo haré. Eres mi creadora. Dijiste que no ibas a crear a nadie más, cumple tu palabra. — De alguna forma, sentía que ella le daría la vida a Dorian y con eso se convertiría en su sire. No iba a permitirlo, me negaba a hacerlo aún si con eso provocaba enojos incalculables. Y me acerqué a aquel que tenía mi misma cara, pero ahora chupada, parecía un cadáver de hombre, con la piel pegada por completo a los huesos, se notaban sus costillas y donde solo había cartílago se hallaba un pedazo inservible de epidermis. — Tsk. —Chasqueé los dientes y desgarré parte de mi muñeca, con más ímpetu que antes, como si hubiese vuelto a la tierra. Y apoyé la herida contra la boca ajena, dejando que el líquido se metiera con rapidez. — ¿Cuánto quieres que le dé? ¿Lo suficiente para que abra los ojos y no pueda moverse? — La pregunta salió en seco y tan seria como siempre. Parecía que no había entrado nunca en aquel lapso de desesperación, aunque en mi rostro seguían aplastadas las lágrimas de sangre sobre mis mejillas.
Lorian de Bordeaux- Vampiro Clase Alta
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Re: Die and reborn [Privado]
So make me your deadman
With only poison in my veins
Su cuerpo se encontraba completamente débil, en los limites de la resistencia de un inmortal por tanto, era el momento perfecto para que Vibeke llevara a cabo su plan. La mente de Dorian estaba ligeramente consciente de lo que sucedía a su alrededor pero era incapaz de hacer cualquier cosa, por eso fue que cuando la dama de hierro se abrió, la platinada le tomo y le recostó sobre la sangre que alguna vez llenara su cuerpo, aquella que antes le diera el apellido d’Auxerre. Tendido sobre el charco de sangre, Dorian parecía completamente un cadáver y aunque los vampiros no eran más que muertos en vida, pocas eran las ocasiones en las que llegaban a lucir de la manera en la que el d’Auxerre lo hacía en aquellos momentos.
Dorian era capaz de escuchar aquello que tanto la noruega como su gemelo decían aunque todo parecía oírlo como si fuera una ilusión, algo que era poco probable que sucediera y era probable que fuera por lo débil que se encontraba, pero el d’Auxerre comenzó a creer que todo aquello que sucedía era un delirio, una mera ilusión de algo que con poca probabilidad sucedería. Esa idea aunque frágil, se aferro más y más a la consciencia de Dorian, sobre todo cuando una voz terriblemente parecida a la suya llegaba hasta sus sentidos. Antes de haber sido lanzado a la dama de hierro, pidió morir; detestaba la idea de estar cerca de Lorian, de verlo y no desear asesinarlo, irónicamente en aquellos momentos donde Dorian no era del todo capaz de discernir una fantasía de la realidad, resultaba que sería precisamente su gemelo quien le otorgaría la sangre que marcaría el destino de los presentes en aquel calabozo, sobre todo el de aquel que abandonaría el apellido d’Auxerre para pasar a usar el de Bordeaux.
Apenas la muñeca de su gemelo toco sus labios, la intensa sed y el deseo de sangre torturo el cuerpo de Dorian. Necesitaba alimentarse, llenarse y como en aquellos momentos no le era posible siquiera moverse, dejo que la sangre de Bordeaux comenzara a llenarle. Una desesperación creciente por beber más sangre le invadía, así como al mismo tiempo podía sentir como el cuerpo entero comenzaba a quemarle, el veneno que representaba aquella sangre en su cuerpo daba las primeras señales de lo que sería la nueva vida de Dorian y pese a que todo eso era una señal de que debía tratar de detenerse, no podía hacerlo. Su mente había dejado de pensar claramente desde que la sangre abandonara casi por completo su cuerpo y ahora que existía posibilidad de volver a llenarse de aquel elixir que le daría la vida, no iba a detenerse, así se arrepintiera mil veces una vez que abriera los ojos.
With only poison in my veins
Su cuerpo se encontraba completamente débil, en los limites de la resistencia de un inmortal por tanto, era el momento perfecto para que Vibeke llevara a cabo su plan. La mente de Dorian estaba ligeramente consciente de lo que sucedía a su alrededor pero era incapaz de hacer cualquier cosa, por eso fue que cuando la dama de hierro se abrió, la platinada le tomo y le recostó sobre la sangre que alguna vez llenara su cuerpo, aquella que antes le diera el apellido d’Auxerre. Tendido sobre el charco de sangre, Dorian parecía completamente un cadáver y aunque los vampiros no eran más que muertos en vida, pocas eran las ocasiones en las que llegaban a lucir de la manera en la que el d’Auxerre lo hacía en aquellos momentos.
Dorian era capaz de escuchar aquello que tanto la noruega como su gemelo decían aunque todo parecía oírlo como si fuera una ilusión, algo que era poco probable que sucediera y era probable que fuera por lo débil que se encontraba, pero el d’Auxerre comenzó a creer que todo aquello que sucedía era un delirio, una mera ilusión de algo que con poca probabilidad sucedería. Esa idea aunque frágil, se aferro más y más a la consciencia de Dorian, sobre todo cuando una voz terriblemente parecida a la suya llegaba hasta sus sentidos. Antes de haber sido lanzado a la dama de hierro, pidió morir; detestaba la idea de estar cerca de Lorian, de verlo y no desear asesinarlo, irónicamente en aquellos momentos donde Dorian no era del todo capaz de discernir una fantasía de la realidad, resultaba que sería precisamente su gemelo quien le otorgaría la sangre que marcaría el destino de los presentes en aquel calabozo, sobre todo el de aquel que abandonaría el apellido d’Auxerre para pasar a usar el de Bordeaux.
Apenas la muñeca de su gemelo toco sus labios, la intensa sed y el deseo de sangre torturo el cuerpo de Dorian. Necesitaba alimentarse, llenarse y como en aquellos momentos no le era posible siquiera moverse, dejo que la sangre de Bordeaux comenzara a llenarle. Una desesperación creciente por beber más sangre le invadía, así como al mismo tiempo podía sentir como el cuerpo entero comenzaba a quemarle, el veneno que representaba aquella sangre en su cuerpo daba las primeras señales de lo que sería la nueva vida de Dorian y pese a que todo eso era una señal de que debía tratar de detenerse, no podía hacerlo. Su mente había dejado de pensar claramente desde que la sangre abandonara casi por completo su cuerpo y ahora que existía posibilidad de volver a llenarse de aquel elixir que le daría la vida, no iba a detenerse, así se arrepintiera mil veces una vez que abriera los ojos.
Lukian d'Auxerre- Vampiro Clase Alta
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Re: Die and reborn [Privado]
Aún tenían el corazón unido, pero se negaban a entenderlo
En un principio, todo se trataba de Dorian, de la venganza pendiente a los d’Auxerre y del egoísmo de Vibeke, que como siempre, quería tenerlo todo a su alcance y bajo su control. Sin embargo, todo ese plan que mantuvo la platinada en silencio también afectaba a Lorian. No era necesario observarlo demasiado, porque unos segundos bastaban para comprenderle los gestos, y en un minuto de silencio quedaban en claro las palabras que no se atrevía a gritar. Lorian era como una estatua allí, tan quieto, tan frío, tan sin ganas de nada. Y Vibeke lo miraba, sin sentir ni un ápice de preocupación al respecto mientras seguía contando el tiempo para hacer su siguiente jugada.
¿Qué sentido tenía ir hacia Lorian mientras parecía consumirse por dentro? Los segundos para mantener al otro gemelo con vida eran pocos y preciados, y era justamente por eso que Vibeke no reparó en su amante mientras su sangre se vertía de a pocos en la boca del agónico inmortal. No obstante, sintió con frialdad las manos de Lorian en su cintura y luego posándose en su pecho, no lo hacía con fuerza, pero ella podría jurar que en esa forma de tocarla sentía el infierno que tenía él por dentro. Y eso fue claro, cuando sus palabras la reclamaron con juramentos hechos en el pasado y al oído. Por supuesto, la platinada no pudo más que sonreír. Su muñeca fue retirada de los labios de Dorian y ella, en contra de cualquier predicción, no opuso la más mínima resistencia. Se dejó mover hacia atrás y que los colmillos de Lorian le perforaran la piel. Ese modo abusivo de declarar que ella era suya la desarmaba, y era eso justamente lo que él se negaba a aprender. —Cumple tú ahora la tuya y herédale tu propia maldición, tu hermano llevara el apellido con el que yo misma marqué tu desgracia. No quiero trampas, hazlo— ordenó, incorporándose de inmediato y permitiéndole a él acercarse a su gemelo. Vibeke estaría atenta a todo, con un placer que le recorría el cuerpo y que quizás nadie entendería. Lo permitía todo por el modo de actuar de Lorian y, además, porque en su teoría, no necesitaría ser la nueva siré de Dorian para poder dominarlo. Ese incluso podría ser un reto, porque tendría que navegar sobre el mar del odio de ambos.
Pero ¿Hasta dónde lo haría alimentarlo realmente? Una sonrisa ladeada le respondió a Lorian mientras ella negaba con la cabeza —Vas a darle lo suficiente para que pueda hacer lo que quiera, incluso cobrar venganza por lo que le hemos hecho— afirmó, en una frase que ahora lo incluía a él como culpable cuando en realidad era todo lo contrario. Lorian quedaría débil, pero necesitaba a Dorian lo suficientemente consciente como para reclamar por todo. Su amante podría esperar, ella misma lo fortalecería luego, cuando su plan hubiese culminado.
¿Qué sentido tenía ir hacia Lorian mientras parecía consumirse por dentro? Los segundos para mantener al otro gemelo con vida eran pocos y preciados, y era justamente por eso que Vibeke no reparó en su amante mientras su sangre se vertía de a pocos en la boca del agónico inmortal. No obstante, sintió con frialdad las manos de Lorian en su cintura y luego posándose en su pecho, no lo hacía con fuerza, pero ella podría jurar que en esa forma de tocarla sentía el infierno que tenía él por dentro. Y eso fue claro, cuando sus palabras la reclamaron con juramentos hechos en el pasado y al oído. Por supuesto, la platinada no pudo más que sonreír. Su muñeca fue retirada de los labios de Dorian y ella, en contra de cualquier predicción, no opuso la más mínima resistencia. Se dejó mover hacia atrás y que los colmillos de Lorian le perforaran la piel. Ese modo abusivo de declarar que ella era suya la desarmaba, y era eso justamente lo que él se negaba a aprender. —Cumple tú ahora la tuya y herédale tu propia maldición, tu hermano llevara el apellido con el que yo misma marqué tu desgracia. No quiero trampas, hazlo— ordenó, incorporándose de inmediato y permitiéndole a él acercarse a su gemelo. Vibeke estaría atenta a todo, con un placer que le recorría el cuerpo y que quizás nadie entendería. Lo permitía todo por el modo de actuar de Lorian y, además, porque en su teoría, no necesitaría ser la nueva siré de Dorian para poder dominarlo. Ese incluso podría ser un reto, porque tendría que navegar sobre el mar del odio de ambos.
Pero ¿Hasta dónde lo haría alimentarlo realmente? Una sonrisa ladeada le respondió a Lorian mientras ella negaba con la cabeza —Vas a darle lo suficiente para que pueda hacer lo que quiera, incluso cobrar venganza por lo que le hemos hecho— afirmó, en una frase que ahora lo incluía a él como culpable cuando en realidad era todo lo contrario. Lorian quedaría débil, pero necesitaba a Dorian lo suficientemente consciente como para reclamar por todo. Su amante podría esperar, ella misma lo fortalecería luego, cuando su plan hubiese culminado.
Última edición por Vibeke de Bordeaux el Dom Nov 15, 2015 12:36 am, editado 1 vez
Vibeke de Bordeaux- Vampiro Clase Alta
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Re: Die and reborn [Privado]
“Trampas” Pensé con un odio extraño calándome las entrañas de mi cuerpo, martirizando la linfa que tenía en las venas, que bombeaba desgraciadamente hacia el ser contrario. Ella hablaba de trampas como si alguna vez yo hubiese hecho alguna tan cruel como las de ella. Aún me quemaba el tiempo en el que había dañado el orgullo ajeno y aunque mi exterior y parte de mi interior había cambiado, por dentro, muy en lo profundo, pensaba que quizá ella se lo había merecido. Había mostrado una parte de su alma que nunca antes había desnudado y era yo el que conocía eso. El único capaz de saber de qué estaba hecha realmente Vibeke. De eso no había dudas, pero era lo único que tenía, lo único que me hacía más que el resto. No obstante no significaba nada para la fémina que ahora me miraba fijamente, calaba mi espalda en lo que mi mano era vilmente apoyada en unos labios ásperos y cadavéricos. Mi hermano volvería a ser eso, se convertiría en parte de mi elixir y de mi alma. ¿Tenía que agradecérselo? Eso no era posible, ¿cómo podría agradecer el regreso de aquel al que había terminado por abandonar? Sí, me sentía culpable algunas veces, cada varias decenas de años me ponía a pensar en él, en que las cosas hubiesen sido diferentes si le hubiera dicho la verdad. Claro que era imposible, ahora como un inmortal podía decirlo, había sido un idiota humano. Sin embargo los recuerdos del dolor de permanecer siempre en el segundo puesto seguían siendo una herida incurable, jamás había podido aceptar esa pena de nunca ser reconocido, sí, sabía usar mejor un arma que el otro, mas la magia que Dorian cargaba siempre había sido lo vistoso, la herencia familiar, el código que nos daba nuestra raza. Gruñí por lo bajo y hundí la herida más en la boca ajena. Un De Bordeaux estaba naciendo desde mí. Me sentía drenado, las fuerzas estaban pasando de uno al otro, llenando el ajeno, volviéndolo más corpulento. La piel morena se volvía a notar incandescente, como si hubiera tomado grandes cantidades de luz solar. — Eso es demasiada sangre y lo sabes, Vibeke, ¿qué pretendes? ¿Realmente crees que vaya a tomar venganza? — Pregunté, buscando los ojos del muchacho de mi misma cara. Era imposible que eso sucediera, Dorian era lo suficientemente racional como para aceptar la derrota. Siempre había sido el más inteligente, el más astuto. Y no creía que hubiese perdido aquella lógica.
— Dorian… No seas estúpido, perdimos. — Murmuré, fue un susurro sepulcral el que salió de mis labios, cerca de sí, de su oreja, casi rozando el aura que lentamente se iba transformando en el color bordó intenso. El efecto que queríamos o más bien, el que ella quería, estaba dando resultados positivos. Una familia estaba siendo ultrajada y un nuevo miembro estaba haciendo aparición en el castillo. Era con tal asunto, que los golpes y los deseos de destrucción de los neófitos y de los otros vampiros de la casa se estaban mitigando. Era una magia de lo más interesante y cruel sin duda alguna, pues ahora los de la otra familia también iban a querer matarlo a él, incluso podrían llegar a confundirlo por completo conmigo y entonces, entonces él comprendería lo que es el sufrimiento verdadero. Entrecerré los ojos, casi con deseos de sonreír, pero era imposible en esa situación, me sentía débil, tanto que tuve que tironear de mi brazo hasta hacer que la sangre estalle en venas en los colmillos del ajeno. Golpeado mi espalda contra el rostro de la ensangrentada dama de hierro. Suspiré, miré al techo alto por unos momentos y contando lentamente hasta diez fue que bajé la mirada, esperando encontrarme con otra, igual. — Bienvenido. — Quise lucir arrogante, incluso divertido, claro que eso era tan imposible como verme amando a otra mujer.
— Dorian… No seas estúpido, perdimos. — Murmuré, fue un susurro sepulcral el que salió de mis labios, cerca de sí, de su oreja, casi rozando el aura que lentamente se iba transformando en el color bordó intenso. El efecto que queríamos o más bien, el que ella quería, estaba dando resultados positivos. Una familia estaba siendo ultrajada y un nuevo miembro estaba haciendo aparición en el castillo. Era con tal asunto, que los golpes y los deseos de destrucción de los neófitos y de los otros vampiros de la casa se estaban mitigando. Era una magia de lo más interesante y cruel sin duda alguna, pues ahora los de la otra familia también iban a querer matarlo a él, incluso podrían llegar a confundirlo por completo conmigo y entonces, entonces él comprendería lo que es el sufrimiento verdadero. Entrecerré los ojos, casi con deseos de sonreír, pero era imposible en esa situación, me sentía débil, tanto que tuve que tironear de mi brazo hasta hacer que la sangre estalle en venas en los colmillos del ajeno. Golpeado mi espalda contra el rostro de la ensangrentada dama de hierro. Suspiré, miré al techo alto por unos momentos y contando lentamente hasta diez fue que bajé la mirada, esperando encontrarme con otra, igual. — Bienvenido. — Quise lucir arrogante, incluso divertido, claro que eso era tan imposible como verme amando a otra mujer.
Lorian de Bordeaux- Vampiro Clase Alta
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Re: Die and reborn [Privado]
Hoy debe ser para ti y para mí un día inolvidable.
Miguel Delibes
Quien hubiera dicho a Dorian que sería justamente su hermano el que siempre marcaría su destino. Al abandonarlo en sus años de mortal le hizo volverse un vampiro y ahora, le llevaba al lado del que nunca había planeado estar. Lorian era aquel ser con el que siempre tendría una conexión innegable. Su gemelo era el ser que más despreciaba en esa tierra y de cierta manera creía que era el único con el que podría contar a pesar de todo ese odio que ambos llevaban dentro.
La mano de Vibeke se alejo de sus labios y la poca sangre que había caído en los labios de Dorian le llevaba a desear más, al punto que apenas y sintió la sangre de Lorian correr por su boca, bebió como si no existiera nada más. En los momentos en que bebía aquel elixir sagrado olvidaba las venganzas, el dolor, el amor y todo lo que existía en el mundo del cual había perdido la consciencia. El sabor de aquella sangre era tan exquisito que no podía dejar de beberla pese a que sintiera como si estuviese ardiendo en llamas. Su cuerpo estaba acostumbrado a la sangre d’Auxerre, así que era muy probable que Dorian debiera pasar por un periodo complicado, una lucha interna como ninguna en lo que todo su ser aceptaba aquella nueva maldición entregada por sus enemigos o más bien, los suyos pues conforme la sangre le llenaba todo lo que había sido estaba dejando de existir. Dorian estaba renaciendo como un de Bordeaux.
Poco a poco la consciencia perdida volvía y como si de un sueño se tratase, escuchaba la voz de Lorian dirigirse a él. “Perdimos” ¿Qué habían perdido? ¿Quién había perdido realmente? Sus pensamientos eran una maraña confusa, sus ojos se sentían tan pesados que no podía abrir los ojos o eso creyó, pues al notar la abrupta ausencia de la fuente de sangre, sus ojos se abrieron finalmente, entregando al mundo a Dorian de Bordeaux. En un primer momento se sintió tan abrumado que haciendo uso de su capacidad de moverse nuevamente, termino por arrastrarse hacía atrás, hasta que su espalda dio con la pared. Escuchó a Lorian darle la bienvenida y sus ojos fueron a él, tratando de encontrar una explicación a lo que pasaba. Y fue al ver la sangre cuando finalmente todo comenzó a tomar su lugar, su sangre fue drenada con el propósito de volverle uno más de los de Bordeaux y aunque había creído que aquella locura era algo que no llegaría a pasar, Dorian se observo uno de los brazos, notaba como la sangre le quemaba por dentro y ya no tenía ese deseo de asesinar a Vibeke, ni a Lorian pues ahora la sangre de los tres, era la misma.
– Perdimos… – aquellas palabras de su gemelo tomaban también sentido ahora. Los ojos de Dorian abandonaron su propio brazo y fue entonces a observar a su hermano. Lorian lucía tan débil, tan patético – Perdimos – volvió a decir, esta vez con mayor fuerza y justo después de decir eso, estalló en una carcajada. Con esfuerzo y sin poder dejar de reír se puso de pie y observó a la mente maestra detrás de todo aquello – Eres tan maravillosa como demente ¿Te lo han dicho ya? – Avanzó lento hacía la noruega y se detuvo muy cerca de ella – ¡¿POR QUÉ HACER ESTO?! – gritó en un ataque de rabia momentánea que se le paso casi con la misma velocidad con la que le llegó – Pudiste matarme y ahorrarte muchas molestias, ¿Qué ganabas haciendo esto? – pregunto más calmado, sin dejar de mirarla. La noruega era una mujer que se amaba y se odiaba al mismo tiempo, detalle que no hacía más que confundir a Dorian mucho más; el de Bordeaux tenía tanto que procesar y tan poco tiempo que era perfectamente normal esa manera tan errática en la que parecía actuar.
Miguel Delibes
Quien hubiera dicho a Dorian que sería justamente su hermano el que siempre marcaría su destino. Al abandonarlo en sus años de mortal le hizo volverse un vampiro y ahora, le llevaba al lado del que nunca había planeado estar. Lorian era aquel ser con el que siempre tendría una conexión innegable. Su gemelo era el ser que más despreciaba en esa tierra y de cierta manera creía que era el único con el que podría contar a pesar de todo ese odio que ambos llevaban dentro.
La mano de Vibeke se alejo de sus labios y la poca sangre que había caído en los labios de Dorian le llevaba a desear más, al punto que apenas y sintió la sangre de Lorian correr por su boca, bebió como si no existiera nada más. En los momentos en que bebía aquel elixir sagrado olvidaba las venganzas, el dolor, el amor y todo lo que existía en el mundo del cual había perdido la consciencia. El sabor de aquella sangre era tan exquisito que no podía dejar de beberla pese a que sintiera como si estuviese ardiendo en llamas. Su cuerpo estaba acostumbrado a la sangre d’Auxerre, así que era muy probable que Dorian debiera pasar por un periodo complicado, una lucha interna como ninguna en lo que todo su ser aceptaba aquella nueva maldición entregada por sus enemigos o más bien, los suyos pues conforme la sangre le llenaba todo lo que había sido estaba dejando de existir. Dorian estaba renaciendo como un de Bordeaux.
Poco a poco la consciencia perdida volvía y como si de un sueño se tratase, escuchaba la voz de Lorian dirigirse a él. “Perdimos” ¿Qué habían perdido? ¿Quién había perdido realmente? Sus pensamientos eran una maraña confusa, sus ojos se sentían tan pesados que no podía abrir los ojos o eso creyó, pues al notar la abrupta ausencia de la fuente de sangre, sus ojos se abrieron finalmente, entregando al mundo a Dorian de Bordeaux. En un primer momento se sintió tan abrumado que haciendo uso de su capacidad de moverse nuevamente, termino por arrastrarse hacía atrás, hasta que su espalda dio con la pared. Escuchó a Lorian darle la bienvenida y sus ojos fueron a él, tratando de encontrar una explicación a lo que pasaba. Y fue al ver la sangre cuando finalmente todo comenzó a tomar su lugar, su sangre fue drenada con el propósito de volverle uno más de los de Bordeaux y aunque había creído que aquella locura era algo que no llegaría a pasar, Dorian se observo uno de los brazos, notaba como la sangre le quemaba por dentro y ya no tenía ese deseo de asesinar a Vibeke, ni a Lorian pues ahora la sangre de los tres, era la misma.
– Perdimos… – aquellas palabras de su gemelo tomaban también sentido ahora. Los ojos de Dorian abandonaron su propio brazo y fue entonces a observar a su hermano. Lorian lucía tan débil, tan patético – Perdimos – volvió a decir, esta vez con mayor fuerza y justo después de decir eso, estalló en una carcajada. Con esfuerzo y sin poder dejar de reír se puso de pie y observó a la mente maestra detrás de todo aquello – Eres tan maravillosa como demente ¿Te lo han dicho ya? – Avanzó lento hacía la noruega y se detuvo muy cerca de ella – ¡¿POR QUÉ HACER ESTO?! – gritó en un ataque de rabia momentánea que se le paso casi con la misma velocidad con la que le llegó – Pudiste matarme y ahorrarte muchas molestias, ¿Qué ganabas haciendo esto? – pregunto más calmado, sin dejar de mirarla. La noruega era una mujer que se amaba y se odiaba al mismo tiempo, detalle que no hacía más que confundir a Dorian mucho más; el de Bordeaux tenía tanto que procesar y tan poco tiempo que era perfectamente normal esa manera tan errática en la que parecía actuar.
Lukian d'Auxerre- Vampiro Clase Alta
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Re: Die and reborn [Privado]
Nunca tendrás los brazos tan largos como para frenar mis impulsos,
pero pobre, pobre del que intente robar algo que considero mío.
pero pobre, pobre del que intente robar algo que considero mío.
El experimento continuaba, como si toda la masacre que se llevaba a cabo fuera de aquella habitación no fuese suficiente para complacerla. El capricho de Vibeke estaba costando demasiado, e incluso, tenía más que claro que al salir de aquella habitación, podría continuar. Unos se habían alzado contra otros, la puerta resonaba al impedir el paso de los desesperados y allí mismo, se quebraban relaciones de sangre y de años. Y evidentemente, eso a ella no le importaba. Sus planes estaban siempre por encima de las opiniones o incluso de las vidas de otros.
—La suficiente sangre como para que pueda ser consciente y tomar una determinación sobre lo que le hemos hecho. Lleva a cabo lo que ya te pedí— Respondió mirando a Lorian, que se hallaba con la mirada perdida en su gemelo mientras se drenaba para transformar al otro. Era evidente que le dolía, que la perturbación lo sumía en ese estado de melancolía que ahora delataban sus ojos. Y a ella le resultaba todo una delicia: La sangre enemiga en el suelo, en su vestido, la mirada de Lorian, los gritos y golpes en la puerta y planta superior, el aroma que deja la sangre hermana y enemiga regada por la ira y al par de gemelos llevando de algún modo su sangre. Las emociones de la noruega eran enfermizas, pero ella ni lo pensaba, y tampoco se atrevía nadie a decírselo.
“Perdimos”, la sola palabra declaró la victoria de la platinada, que cruzada de brazos como estaba, sonrió en todo su cinismo. Observó en silencio el despertar de Dorian y casi les permitió ese momento a los gemelos. El futuro era incierto, pero quizás esos primeros momentos empezaran a marcar un camino. “Perdimos” repitió el nuevo de Bordeaux, aceptando como primera frase de su cambio, la derrota. La diferencia en ellos se hizo evidente. Uno, estaba sentado en el suelo, más demacrado que siempre y luciendo la debilidad que le había costado la obediencia. Otro, caminaba desnudo hacia Vibeke luego de reír estrepitosamente como si de repente hubiese enloquecido. Y ella le permitió acercarse, sin responder preguntas o siquiera moverse. A cambio del grito, sonrió satisfecha, dando por sentado que no había nada que hacer y que ninguna cosa sería suficiente ahora que había ganado ella —Gané una batalla que no ganó nadie antes. Eres tan mío como lo ha sido siempre tu hermano. No intentes luchar, bien han declarado ambos que han perdido— declaró con voz suave aunque autoritaria, como si lo que ellos pudiesen decidir, fuera en vano.
— Lorian, ven— llamó en un susurro al gemelo, mientras no le despegaba la mirada al otro. Era increíble que hace apenas un par de horas habían estado juntos, como un par de amantes tan furtivos como insaciables a los que no les basta una noche. Al final, todo había sido una farsa y el más afectado hasta ese momento, según el punto de vista de Vibeke, era Lorian. Por eso lo llamaba hacia ella, porque necesitaba fortalecerlo y evitar que los confundieran. Él no iba a morir por equivocación, ella no iba a correr tampoco el riesgo de perder a ninguno. No al menos por esa noche.
—La suficiente sangre como para que pueda ser consciente y tomar una determinación sobre lo que le hemos hecho. Lleva a cabo lo que ya te pedí— Respondió mirando a Lorian, que se hallaba con la mirada perdida en su gemelo mientras se drenaba para transformar al otro. Era evidente que le dolía, que la perturbación lo sumía en ese estado de melancolía que ahora delataban sus ojos. Y a ella le resultaba todo una delicia: La sangre enemiga en el suelo, en su vestido, la mirada de Lorian, los gritos y golpes en la puerta y planta superior, el aroma que deja la sangre hermana y enemiga regada por la ira y al par de gemelos llevando de algún modo su sangre. Las emociones de la noruega eran enfermizas, pero ella ni lo pensaba, y tampoco se atrevía nadie a decírselo.
“Perdimos”, la sola palabra declaró la victoria de la platinada, que cruzada de brazos como estaba, sonrió en todo su cinismo. Observó en silencio el despertar de Dorian y casi les permitió ese momento a los gemelos. El futuro era incierto, pero quizás esos primeros momentos empezaran a marcar un camino. “Perdimos” repitió el nuevo de Bordeaux, aceptando como primera frase de su cambio, la derrota. La diferencia en ellos se hizo evidente. Uno, estaba sentado en el suelo, más demacrado que siempre y luciendo la debilidad que le había costado la obediencia. Otro, caminaba desnudo hacia Vibeke luego de reír estrepitosamente como si de repente hubiese enloquecido. Y ella le permitió acercarse, sin responder preguntas o siquiera moverse. A cambio del grito, sonrió satisfecha, dando por sentado que no había nada que hacer y que ninguna cosa sería suficiente ahora que había ganado ella —Gané una batalla que no ganó nadie antes. Eres tan mío como lo ha sido siempre tu hermano. No intentes luchar, bien han declarado ambos que han perdido— declaró con voz suave aunque autoritaria, como si lo que ellos pudiesen decidir, fuera en vano.
— Lorian, ven— llamó en un susurro al gemelo, mientras no le despegaba la mirada al otro. Era increíble que hace apenas un par de horas habían estado juntos, como un par de amantes tan furtivos como insaciables a los que no les basta una noche. Al final, todo había sido una farsa y el más afectado hasta ese momento, según el punto de vista de Vibeke, era Lorian. Por eso lo llamaba hacia ella, porque necesitaba fortalecerlo y evitar que los confundieran. Él no iba a morir por equivocación, ella no iba a correr tampoco el riesgo de perder a ninguno. No al menos por esa noche.
Vibeke de Bordeaux- Vampiro Clase Alta
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Re: Die and reborn [Privado]
Había zumbidos en mi mente, ésta estaba resquebrajándose, empezaba a dividir mi cerebro muerto en parte iguales, pero diferentes, observando mi pasado, las disímiles etapas de éste y mi soledad, mi infinita y triste soledad cuando las manos de Vibeke habían terminado por abandonarme. Y mis orbes oscuros se volvieron opacos por unos segundos, ignorando por completo a aquellos dos que empezaban una batalla de discusiones que no tenían solución. ¿Qué es lo que pensaban? ¿Qué podía entender Dorian por perder? ¿Acaso había terminado por quedarse sin cordura? Pues si ellos no, yo sí. Mis manos estaban apretándose sintiendo como lentamente la herida de mi piel era cerrada por la inmortalidad, pero el dolor era sal picante por dentro. Y odié ser lo que era, deseé que un fuego azul nos consumiera hasta hacernos cenizas y cerré mi mente por completo. La charla se iba tornando sin sentido, no había bocado que pudiera meter sin hacer notar mi debilidad. Sí, estaba débil frente a alguien más que Vibeke. Me había consumido su capricho, aquel egoísmo que ella tenía tatuado en su sonrisa empezaba a ser veneno en mi paladar y no atiné a mirar a sus ojos, pues el desprecio era lo único que iba a encontrar. Y yo la conocía bien, si le mostraba eso, haría todo peor, buscaría el sufrimiento eterno de los demás. Y no, ya no más es lo que pedía mi mente a gritos, mientras las palabras de Dorian rebotaban en aquella habitación como dagas de madera atravesándolo todo. ¿Qué es lo que ella ganaba haciendo eso? Casi que me reí de manera externa cuando escuché sus última palabras. Él no tenía idea a la bestia que se enfrentaba, no sabía que había buscado meterse en la boca del demonio. ¿Y cómo no? Éramos gemelos después de todo, destinados a hacer las mismas estupideces. — Tsk, ¿ya terminaste con tu entretenimiento? ¿Podemos irnos? —
Me levanté del suelo de manera tosca, la amarronada piel que desde siempre había tenido se había empalidecido a falta de sangre y sabía que Vibeke buscaba arreglar eso. No obstante el hambre era cubierto por la pena y me jacté de no observarle los orbes semi transparentes. Sino que paseé la mano derecha por su cintura de avispa, apoyándola por sobre mi pecho, buscando amarrarla, los celos se alborotaban entre medio de toda aquella pesadez del momento. ¿Qué tanto podíamos distinguirnos? “¿Qué tanto has cambiado Dorian?” Me pregunté, pero escondí la mirada en la piel del cuello pálido. — ¿Qué quieres ahora? Sabes bien que necesitas dar una respuesta a la familia sobre tus acciones. Dímelo rápido, acabemos con esto de una vez. Ahora no hay nada que puedas hacer en nuestra contra, Dorian, solo te queda quedarte aquí o ser asesinado por tus propios hermanos. ¿Qué tanto has cambiado? — Y lo hice, esa pregunta que estaba viajando desde tiempo atrás fue pronunciada, al tiempo que la debilidad se iba insertando en todas mis entrañas y el hambre se empezaba a notar en unos ojos brillantes y unos colmillos que filosamente relucían entre las sombras. Fruncí el entrecejo y mantuve la espalda rígida, gruñendo por dentro. ¿Por qué había aceptado semejante maldición como la de servirle a la platinada? ¿Acaso el masoquismo era inminente? Sí, por supuesto que sí. Si era sufrir por ella lo aceptaba con tanto orgullo que quedar hecho un maldito esqueleto no me importaba. — Al final la guerra siempre fue entre tú y yo. Y el destino siempre nos lleva al mismo lugar. Al inicio de la carrera. Es tú decisión ahora. No muestres más de tu sangre Vibeke, no la muestres más. — Inquirí al hecho de que, aunque Vibeke era el juez, Dorian tenía la última palabra, él, después de todo, era el único dueño de su eternidad. Y morir con el Sol no era algo que se le pudiese impedir. ¿Era quizá yo el que buscaba esa respuesta? No, lamentablemente el solo reflejo de su mirada traía al presente todos los malditos buenos momentos que creía haber sepultado por siempre. Era como si ella hubiese abierto mis entrañas para no dejarme sentir placer nunca más. Y sin embargo le tomé por los brazos, acunándola, necesitándola como siempre lo hacía, aunque más posesiva y demencialmente que nunca.
Me levanté del suelo de manera tosca, la amarronada piel que desde siempre había tenido se había empalidecido a falta de sangre y sabía que Vibeke buscaba arreglar eso. No obstante el hambre era cubierto por la pena y me jacté de no observarle los orbes semi transparentes. Sino que paseé la mano derecha por su cintura de avispa, apoyándola por sobre mi pecho, buscando amarrarla, los celos se alborotaban entre medio de toda aquella pesadez del momento. ¿Qué tanto podíamos distinguirnos? “¿Qué tanto has cambiado Dorian?” Me pregunté, pero escondí la mirada en la piel del cuello pálido. — ¿Qué quieres ahora? Sabes bien que necesitas dar una respuesta a la familia sobre tus acciones. Dímelo rápido, acabemos con esto de una vez. Ahora no hay nada que puedas hacer en nuestra contra, Dorian, solo te queda quedarte aquí o ser asesinado por tus propios hermanos. ¿Qué tanto has cambiado? — Y lo hice, esa pregunta que estaba viajando desde tiempo atrás fue pronunciada, al tiempo que la debilidad se iba insertando en todas mis entrañas y el hambre se empezaba a notar en unos ojos brillantes y unos colmillos que filosamente relucían entre las sombras. Fruncí el entrecejo y mantuve la espalda rígida, gruñendo por dentro. ¿Por qué había aceptado semejante maldición como la de servirle a la platinada? ¿Acaso el masoquismo era inminente? Sí, por supuesto que sí. Si era sufrir por ella lo aceptaba con tanto orgullo que quedar hecho un maldito esqueleto no me importaba. — Al final la guerra siempre fue entre tú y yo. Y el destino siempre nos lleva al mismo lugar. Al inicio de la carrera. Es tú decisión ahora. No muestres más de tu sangre Vibeke, no la muestres más. — Inquirí al hecho de que, aunque Vibeke era el juez, Dorian tenía la última palabra, él, después de todo, era el único dueño de su eternidad. Y morir con el Sol no era algo que se le pudiese impedir. ¿Era quizá yo el que buscaba esa respuesta? No, lamentablemente el solo reflejo de su mirada traía al presente todos los malditos buenos momentos que creía haber sepultado por siempre. Era como si ella hubiese abierto mis entrañas para no dejarme sentir placer nunca más. Y sin embargo le tomé por los brazos, acunándola, necesitándola como siempre lo hacía, aunque más posesiva y demencialmente que nunca.
Lorian de Bordeaux- Vampiro Clase Alta
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