Destroy what destroys you | Relaciones de Lastor Valtray

Destroy what destroys you.

Apodado a sus espaldas (aunque bien enterado de ello) como “El Buitre Negro”,  a causa de su peculiar personalidad y su afán de vestir siempre con ropa oscura, muchos han criticado a Lastor Valtray por su actitud poco sensible hacia sus alumnos, llegando incluso a considerarlo una bestia sin escrúpulos. Pero lo cierto es que este hombre, aunque parezca frío, es más de lo que aparenta a simple vista. Disciplinado. Esa es la mejor palabra que se puede utilizar para describirlo. Tiene bien presente cuál es su papel dentro de la Inquisición, lo que debe hacerse, y cumple con ello al pie de la letra, no importa cómo. En su vocabulario no existen frases como “todo el mundo tiene derecho a equivocarse”, “tal vez no lo logremos”, “la próxima vez será mejor”, sin dejar fuera el horroroso “no” que tanta molestia le causa escuchar en boca de otros. La regla es sencilla: cada vez que alguien dice “no” a algo frente a él, Lastor no vacila en propinarles un bofetón en la cara que les dejará temblando el esqueleto. Esto es porque no tolera a los holgazanes. No te permite un fallo. Si te caes, él no te hará las cosas sencillas dándote la mano para ayudar a levantarte, todo lo contrario, te pondrá el pie encima para enseñarte que la vida puede ser dura y que aún así tú debes serlo aún más, que no debes rendirte, que no puede ser siquiera una opción. Procura conocer los puntos débiles de sus alumnos para en base a ello obligarles a hacer cosas impensables, porque sí, Lastor es capaz de humillarlos, siempre y cuando lo crea necesario, ya que para él provocar la ira en los demás y enseñarles a manejarla a su favor, es un buen método para forjar su carácter. Esa es la razón por la cual se ha ganado el odio de muchos de sus súbditos. La mayoría cree que no es necesario que sea tan severo, pero él está convencido de lo contrario, y los resultados favorables que ha mostrado a lo largo de los años, lo avalan.

Se ha convertido en uno de los hombres más controvertidos y rigurosos dentro de la Inquisición. Es exigente y muchas veces inflexible; intransigente, no muestra indulgencia ni tolerancia hacia las faltas o las debilidades de los demás, incluso hacia las propias. ¿Por qué estaría a cargo sino? Destinar tal tarea a un hombre como él, definitivamente fue la decisión más acertada, porque no hay duda que bajo su mando se han formado año tras año buenos elementos, excelentes y letales soldados, buenos espías. En todos los años que lleva siendo parte de esta enorme y magnífica organización, jamás ha defraudado o hecho dudar de su decisión a quien ordenó ponerlo a cargo del área que lidera. Su palabra vale, incluso para el mismísimo Papa, por lo que siempre esperan escuchar su opinión.

El puesto que tiene no le fue regalado, se lo ganó a pulso. Para llegar a ser un buen entrenador tuvo que reunir una amplia gama de cualidades, desde luego, pero ese no fue un problema, porque no hay duda de que a pesar de que sus métodos no son los más amables, las posee. Entre algunas de las más destacables está, por ejemplo, la disciplina, la cual puede llegar a confundirse con el autoritarismo, no obstante, un buen entrenador como Lastor debe lograr a como de lugar el perfecto acatamiento de las normas de conducta y entrenamiento de parte de sus alumnos, y vaya que lo hace, en ocasiones de las peores y más inesperadas maneras, ya que es bien conocido que tiende a ser poco ortodoxo en sus métodos. Para él los métodos no importan mientras se consigan los resultados. Esto ha ocasionado que muchos de sus alumnos lo tachen de dictador, argumentando que abusa de su superioridad, de su fuerza o de su poder en relación con los demás. Sin embargo, si Lastor es duro y hasta insensible en ocasiones, no es solo porque sí, sino porque tiene una importante relevancia en la obtención de los éxitos futuros. Controla, evalúa y procura la mejora de las estrategias constantemente. Evita el estancamiento de sus métodos, permitiendo que éstos evolucionen, no reestructurándolos por completo, sino adaptándolos a las nuevas exigencias que les impongan cada tipo de competición o rival. Lastor siempre ve más allá y enseña a sus alumnos a no conformarse con pertenecer a una facción; él les enseña de todo un poco, les da las herramientas básicas para llegar a ser buenos soldados, buenos espías, a pensar como tecnólogos, incluso a poseer la curiosidad y el hambre de aprendizaje de un bibliotecario. Con sus demandas los motiva constantemente, les exige desarrollar su inteligencia a su máxima potencia; les prohíbe ser impulsivos, a considerar varias posibilidades antes de ejecutar una estrategia, y luego en base a eso, elegir la mejor. De ese modo, cuando llegue el momento de enfrentar a un rival, la posibilidad de anticipar los movimientos del oponente y desequilibrar el combate a su favor, será un don que los convertirá en buenos estrategas y serán capaces incluso de detectar los temores del adversario y hacérselos revivir en el momento oportuno, de ese modo sabrán equilibrar adecuadamente las pautas de ataque y defensa que deben aplicarse.

Cuando no está trabajando, no es tan diferente. Es un asocial. Bastante solitario y reservado, lo que lo vuelve una persona enigmática y misteriosa. Se refugia en un mundo propio y no le permite a nadie conocerlo. Jamás baja la guardia. Hermético. Es impenetrable. No muestra ningún rasgo de sus sentimientos que permitan a otros conocerlo o entenderlo. Esto es porque en el fondo es desconfiado. No siempre fue así, pero ya lo traicionaron una vez y la persona que menos esperaba, por eso toma sus debidas precauciones. Y es curioso, porque así como él no confía en nadie, irónicamente todos confían en él. Podrá no ser el hombre más carismático, pero no hay duda de que si tuvieran que elegir una persona para cubrirse las espaldas, sin duda elegirían a Lastor. Tiene su propia visión del mundo. Tiene sus propias normas, su sistema. Se considera a sí mismo más que autosuficiente, lo que a su vez lo convierte en un hombre orgulloso. No sigue a la multitud. No actúa como se espera que la gente haga. Es la excepción en todo. Obstinado. Testarudo. Serio. Muy serio. De talante agrio. No tiene sentido del humor, no obstante, cuando llega a salir algún comentario “gracioso” de su boca, casi siempre es sarcástico, irónico y con un humor bastante negro. Se muestra arisco con las personas, al punto de que muchas veces prefiere evitarlas, a excepción de esas veces en las que le resulta imposible o inevitable. Esto es porque no desea establecer ningún tipo de vínculo con otra persona. Nada de amigos. Nada de amantes. Nada de nada. Ningún trato que no sea el de alumno-entrenador, o el que debe tener con sus superiores. Ha sido así desde siempre, o al menos desde hace algunos años, ya que sufrió un cambio brusco  en su personalidad desde lo ocurrido con Raffaella (para más detalles, leer la historia). Aunque a él no le gusta hablar del tema, y afortunadamente no muchos conocen la verdadera historia. No obstante, cada vez que alguien se lo recuerda o hace mención de ello, se pone de malas y hasta puede llegar a mostrarse agresivo. No es una persona violenta por naturaleza, pero le molesta demasiado que se metan en su vida personal, en especial cuando se trata de ella. Es su punto débil, su Talón de Aquiles. Después de todo, todos tenemos uno.