Rhiannon -La selkie que vino del mar-

Hace muchísimo tiempo, desde tiempos inmemoriales, surgieron en Escocia historias acerca de hombres y mujeres de extraordinaria belleza que provenían del vasto mar. Se decía que habían sido engendrados por los dioses en forma de focas pero que al llegar a tierra se deprendían de esa piel para adentrarse en tierra en forma humana en días festivos o en noches de luna llena para permanecer entre mortales esa única noche y regresar al mar bajo los primeros rayos de la aurora... Dichos relatos aseveraban que algunos de ellos llegaron a enamorarse de mortales. Si un ser humano se enamoraba de uno de estos cambiantes debía demostrar su fidelidad aguardando su regreso en las siguientes lunas llenas y si era afortunado lograba conmover el corazón del selkie quien abandonaría el mar para permanecer a su lado. Otros relatos añadían que si un humano deseaba impedir que el cambiante regresase a su hogar debía robar su piel de foca y este se vería obligado a obedecerle. Esta es la historia de uno de esos seres del mar...

Desde que tengo uso de razón y desde que puedo recordar, lo primero que vi en mi vida fueron las inmensidades oceánicas. Nací en el agua e inmediatamente comencé a nadar junto a mis seis hermanas de las cuales fui la menor. Desde pequeña fui muy intrépida y con deseos de verlo todo y conocer todo por lo que no era de extrañar que a menudo recibiese regaños de mis padres, quienes como reyes de los selkies, se afanaban en brindar una apropiada educación a sus hijas y aunque cada una de nosotras era completamente diferente a la otra nos protegíamos mutuamente a pesar de que siempre existiesen las peleas usuales entre hermanas. Sin embargo nuestros carácteres y manera de pensar y ver las cosas eran completamente diferentes por lo que a menudo me enfurruñaba y escapaba, alejándome de ellas al pensar que no me tomaban en serio al considerarme y recordarme a menudo que era demasiado joven a pesar de que la diferencia de edad no era tanta ya que la penúltima de nosotras apenas me llevaba dos años.

En los momentos en que huía de tanta incomprensión, me alejaba de nuestro hogar marino buscando nuevas zonas y nuevos rostros pues me aburría de ver siempre los mismos arrecifes y algas marinas por lo que no peco de falta de modestia cuando afirmo que dicha actividad me convirtió en una excelente exploradora y sirvió para agudizar mi sentido de la orientación, de manera que en poco tiempo me llegó a resultar absurdo que mis hermanas no supieran con certeza cual punto cardinal era cual cuando regresábamos de alguno de nuestros acostumbrados paseos siempre de la mano de alguno de los celadores que invariablemente debían acompañar a la familia real.

En dichos paseos autorizados solíamos visitar a menudo la costa de un pueblo escocés, adonde tomábamos el sol sobre las rocas y corríamos sobre la arena, revolcándonos en ella y permitiendo que el sol caldease nuestra usualmente húmeda piel mientras asustábamos así a los cangrejos que atónitos comenzaban a correr para atrás con el afán de no convertirse en nuestro almuerzo.

Una vez que fui algo mayor, cuando contaba con la edad de seis años, me aventuré por primera vez a cambiar de forma al encontrarme en tierra, resultándome una experiencia de lo más extraña cuando al hacer a un lado mi piel de foca, caminé por primera vez sobre dos extremidades y pude alcanzar con mayor facilidad diversos objetos que siempre me parecieron muy altos, aunque para ser honestos no lo logré de inmediato. Caminar era todo un reto que me tomó su tiempo aprender, mayormente porque no adquiría forma humana con frecuencia, prefiriendo siempre mi forma animal, la cual amaba y consideraba mi verdadera naturaleza.

En el océano el tiempo transcurre de manera muy distinta a como transcurre en la tierra y a como la aprecian los mortales, razón por la que los selkies envejecemos de forma más lenta y por la que a la vez disfrutamos plenamente cada instante que nos han regalado los dioses. No recordé demasiado mi primera experiencia como humana hasta que contaba con trece años. En esa ocasión no me limité a pasear por la costa sino que por primera vez me aventuré hacia el interior de lo que parecía ser un bosque adonde conocí criaturas que antes únicamente había escuchado nombrar en narraciones y me topé con la diosa del amor, Aeval, quien reconociéndome de inmediato como una de las creaciones marítimas de los dioses me llevó consigo hasta los linderos del bosque adonde me enseñó a los seres humanos que habitaban en el pueblo. Aunque cuando narré esta parte de mi historia a mis hermanas ellas afirmaron que seguramente me había quedado dormida en el bosque y lo había soñado. ¿Pero qué sabían ellas? Poco conocían de los dioses ya que preferían perseguir peces a aprender historia.

Los años transcurrieron y con ellos vino la gran tempestad y la guerra marítima a la cual mi raza sobrevivió con creces pero dejando tantas bajas que los selkies quienes otrora habíamos sido una raza innumerable vimos diezmados a nuestros habitantes y lloramos a nuestros muertos, incluyendo a mi madre, a quien nunca más volvería a ver hasta que alcanzase el más allá y a quien lloré durante muchos solsticios recordando su generosidad.

El tiempo siguió su curso y curó las heridas físicas y emocionales y nuestro reino emigró hacia nuevas aguas en las cuales erigió nuevos fundamentos pero para entonces yo había crecido tanto en edad como en experiencia, y decidida me aventuré en un nuevo viaje. Se acercaba el invierno y con el pronto relucirían en el cielo nuevas lunas llenas, las cuales eran propicias para mi llegada a la costa de París, a la cual me había acercado de manera fortuita, dejándome llevar por las mareas y la idea de volver a visitar un poblado humano.


► HABILIDADES Y ATRIBUTOS INNATOS:

→ Habilidades: Sigilo, sentidos aumentados, buenos reflejos, agilidad, flexibilidad, velocidad y fuerza sobrehumana.

→ Atributos: Longevidad. Sus demás atributos dependen de los animales en que se transforma. Los cambiaformas no pueden convertirse en varios animales que no tengan nada en común entre sí, pueden transformarse hasta en tres animales distintos siempre y cuando pertenezcan a la misma familia de animales.

► PODERES INNATOS:  

→ Transformación: Habilidad de cambiar de forma humana a animal y viceversa. Cuando el cambiaformas está en su forma transformada aumenta un 50% su potencia física.

1. Foca Pía (Pagophilus groenlandicus):

2. Foca de Wedell (Leptonychotes weddellii):

3. Foca monje hawaiiana (Monachus schauinslandi):

→ Sanación acelerada: Habilidad para sanar rápidamente heridas y contusiones no tan graves (esto no aplica al desmembramiento, si les arrancan un brazo, el brazo no volverá a crecer). El tiempo de recuperación varía según el personaje y la gravedad de la herida o lesión. Cuando se trata de balas de plata o fuego pueden morir si las heridas son muy graves.

→ Percepción del aura: Habilidad para ver las auras de otros seres, cuyos colores indican su humor, identidad y nivel de hostilidad, de este modo saben si están bajo amenaza. Este poder también les permite reconocer a otros cambiaformas o licántropos cuando no están transformados e identificar a los vampiros gracias a su aura pálida y su característico olor.

► PODERES A ELEGIR:  

→ Mimetismo: La capacidad de confundirse con el entorno para protegerse o disimular su presencia.

→ Telepatía y comunicación con los animales: Habilidad para comunicarse con otros cambiantes por medio de la mente (cuando están transformados) y con otros animales que no sean parte de su raza (incluidos los Licántropos). Funciona únicamente a cortas distancias.

→ Bloqueo mental: Es la habilidad para bloquear su mente y nadie (ni siquiera los vampiros que leen mentes) pueden saber lo que piensa.
 

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