AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
~+~Destiny or coincidence~+~
Página 1 de 1.
~+~Destiny or coincidence~+~
Habíamos partido hacia el bosque a galope como si tratáramos de escapar de la fuerte tormenta que comenzaba a formarse, el viento enfadado por un alma arrebatada que ahora seguramente estaría siendo juzgada en el purgatorio, si es que en realidad había uno. Y los rayos continuaban iluminando el cielo, asustando cada vez más al joven escondido entre mis brazos. Por alguna extraña razón me cautivaban sus acciones asustadizas, tal vez muy dentro de este cuerpo artificial deseaba protegerlo. "Sabes que no es posible" fue la voz interna, la cual los mortales llamarían consciencia, la cual, me impedía siempre caer en tentaciones del pasado.
Mostré un gesto en mis labios un tanto sonriente al escucharle —no debéis preocuparte por tus ropas, en mi hogar encontrarás una hoguera, la cual te abrazará mejor que estos brazos y te secará mejor que las telas—. Mantuve mi mirada en su persona por unos leves momentos después de respondedle eso, para después borrar aquella expresión, y desviar la mirada hacia el bosque y explorar la oscuridad de los árboles, manteniendo alerta mis sentidos por si algún imprevisto ocurriese.
Tortura... esa fue la palabra que me invadió la mente en todo el camino en que el chico estaba en silencio, podría jurar que se había quedado dormido aunque no era así. La lluvia había vuelto a cesar un poco, las gotas caían con gran celeridad hacia el suelo, y Devil caminaba más tranquilamente entre los árboles mientras yo mantenía mi vista atento al camino. —"Tomad y comed todos de él; esto es mi cuerpo." —Murmuré recitando una frase que se mencionaba mucho en las iglesias y capillas de todo el mundo, donde mortales de falsa fe se encerraban a orar. —"Bebed todos de ella; porque esto es mi sangre del nuevo pacto... —continué recitando, —que es derramada por muchos para el perdón de los pecados." —y baje la mirada para observarle fijamente mientras decía las últimas palabras de la oración con una voz tan suave y susurrante. ¿Qué significaba todo eso? ¿qué significaba el que yo lo pronunciara? Era mi respuesta a su comentario en aquel callejón. Quizá si tuviese pocos siglos de ser un inmortal le respondería que sí, que efectivamente creía que esto era una tortura, que esto era una terrible maldición por pecadores; pero no es así ahora... aquel con un pensamiento tan deprimente ya no sobreviviría en el pasar de los tiempos y se suicidaría con el primer rayo de sol por la mañana.
El camino se había hecho muy largo, el rugir del cielo continuaba calmado y silencioso y el joven tratando de no provocarlo. Y yo, reproduciendo las escenas que habían pasado esta noche y que me habían entregado a otro ser el cual ahora estaba en camino a conocer mi hogar. —"Sólo espero él aún no se encuentre ahí..." —De nuevo pensando en voz baja, debería primero advertir mi voz y callar para poder encerrar aquel pensamiento en donde debe estar; en mi mente. El camino estaba por terminar, la forestación estaba finalizando, pronto nos vimos fuera, al otro lado del bosque y alejados de toda civilización. Oculta entre algunos otros árboles y una gran colina, pues la mansión era muy grande para poder ser escondida; con un enorme jardín era imposible no ser vista. El frisón se ha detenido en la entrada, sabe perfectamente que ésta será abierta en cuestión de minutos, los sirvientes encargados de abrirla han llegado a las palancas superiores y de éstas han jalado para abrir paso a su amo. Al abrirse las rejas el caballo raspo con el casquillo derecho el suelo y comenzó a correr nuevamente al abatir de las riendas para poder llegar a la entrada del recinto principal, fue un camino largo de rosas el cual debimos cruzar y al detenerse, algunos otros mortales fueron a acudirnos, esperando a que yo desmontara junto con mi nuevo acompañante así ellos llevándose a Devil a descansar. —Cuidad de él, —ordené a mis sirvientes cuando se llevaban al corsel —se ha bañado demasiado bajo la tormenta que no me gustaría que enfermase; espero le den el trato adecuado. —Dicho aquello, me adentré con Hero al salón principal, deje que se desatendiera de mí para que explorara lo que gustase mientras yo me dirigía a la hoguera y le daba algunas ordenes a las mucamas y ama de llaves. Al retirarse, giré en dirección hacia donde se encontraba Hero y con un respetuoso gesto le indiqué que se acercase al calor de la abrazadora chimenea.
Mostré un gesto en mis labios un tanto sonriente al escucharle —no debéis preocuparte por tus ropas, en mi hogar encontrarás una hoguera, la cual te abrazará mejor que estos brazos y te secará mejor que las telas—. Mantuve mi mirada en su persona por unos leves momentos después de respondedle eso, para después borrar aquella expresión, y desviar la mirada hacia el bosque y explorar la oscuridad de los árboles, manteniendo alerta mis sentidos por si algún imprevisto ocurriese.
Tortura... esa fue la palabra que me invadió la mente en todo el camino en que el chico estaba en silencio, podría jurar que se había quedado dormido aunque no era así. La lluvia había vuelto a cesar un poco, las gotas caían con gran celeridad hacia el suelo, y Devil caminaba más tranquilamente entre los árboles mientras yo mantenía mi vista atento al camino. —"Tomad y comed todos de él; esto es mi cuerpo." —Murmuré recitando una frase que se mencionaba mucho en las iglesias y capillas de todo el mundo, donde mortales de falsa fe se encerraban a orar. —"Bebed todos de ella; porque esto es mi sangre del nuevo pacto... —continué recitando, —que es derramada por muchos para el perdón de los pecados." —y baje la mirada para observarle fijamente mientras decía las últimas palabras de la oración con una voz tan suave y susurrante. ¿Qué significaba todo eso? ¿qué significaba el que yo lo pronunciara? Era mi respuesta a su comentario en aquel callejón. Quizá si tuviese pocos siglos de ser un inmortal le respondería que sí, que efectivamente creía que esto era una tortura, que esto era una terrible maldición por pecadores; pero no es así ahora... aquel con un pensamiento tan deprimente ya no sobreviviría en el pasar de los tiempos y se suicidaría con el primer rayo de sol por la mañana.
El camino se había hecho muy largo, el rugir del cielo continuaba calmado y silencioso y el joven tratando de no provocarlo. Y yo, reproduciendo las escenas que habían pasado esta noche y que me habían entregado a otro ser el cual ahora estaba en camino a conocer mi hogar. —"Sólo espero él aún no se encuentre ahí..." —De nuevo pensando en voz baja, debería primero advertir mi voz y callar para poder encerrar aquel pensamiento en donde debe estar; en mi mente. El camino estaba por terminar, la forestación estaba finalizando, pronto nos vimos fuera, al otro lado del bosque y alejados de toda civilización. Oculta entre algunos otros árboles y una gran colina, pues la mansión era muy grande para poder ser escondida; con un enorme jardín era imposible no ser vista. El frisón se ha detenido en la entrada, sabe perfectamente que ésta será abierta en cuestión de minutos, los sirvientes encargados de abrirla han llegado a las palancas superiores y de éstas han jalado para abrir paso a su amo. Al abrirse las rejas el caballo raspo con el casquillo derecho el suelo y comenzó a correr nuevamente al abatir de las riendas para poder llegar a la entrada del recinto principal, fue un camino largo de rosas el cual debimos cruzar y al detenerse, algunos otros mortales fueron a acudirnos, esperando a que yo desmontara junto con mi nuevo acompañante así ellos llevándose a Devil a descansar. —Cuidad de él, —ordené a mis sirvientes cuando se llevaban al corsel —se ha bañado demasiado bajo la tormenta que no me gustaría que enfermase; espero le den el trato adecuado. —Dicho aquello, me adentré con Hero al salón principal, deje que se desatendiera de mí para que explorara lo que gustase mientras yo me dirigía a la hoguera y le daba algunas ordenes a las mucamas y ama de llaves. Al retirarse, giré en dirección hacia donde se encontraba Hero y con un respetuoso gesto le indiqué que se acercase al calor de la abrazadora chimenea.
Angelo Ange D' Le Rose- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 73
Fecha de inscripción : 04/03/2015
Localización : Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: ~+~Destiny or coincidence~+~
Por un momento, la oscuridad se apagaba, era leve, tan solo un segundo para poder dejarme llevar a la fascinación por el camino recorrido. Un sendero que jamás había apreciado en la ciudad parisina. Mi mirada se paseaba por el alcorce verde en lo que levísimos temblores que imitaban un miedo sepulcral se adentraban por mi espada. La tormenta no se hacía esperar, retumbaba sobre los suelos y la briza mojaba todo a su paso. El caballo al que él llamaba Devil se sentía tibio y me encorve entre éste y el inmortal, intentando despejarme del horrendo paisaje que acribillaba mis sentidos; conjunto al pasado temblante. — Eso suena bien, ¿no crees que el fuego es sinónimo de vida? Siempre me pareció interesante que eso sea la mayor debilidad de la raza. Y mi… A un amigo le gusta la poesía y dice cosas así. — Obvié el nombre de Nicolás para mis adentros, enterrando la interpretación de nuestra relación, que en ese entonces no tenía un sustantivo en concreto. Y pregunté su opinión con esa misma inocencia de siempre, un poco demente, un poco raspada, pero seguía allí, latente. La eternidad me había mostrado muchas cosas, algunas más horrendas de lo que podía creer, aunque nada me haría dejar de asombrarme, había decidido que sin importar las situaciones no volvería a permitir que el brillo se esfumara de mi piel sentimental. Y solo por ello lograba conmoverme y disfrutar esa eterna existencia. ¿Pensaría él algo similar? Lo dudaba, su semblante era triste como si una daga estuviese arañando su corazón todo el tiempo. Cerré entonces mis ojos, esperando a que el rechinar del animal me indicara que estábamos llegando. Se haría más lento el paso y el aroma a la naturaleza le daría entrada al de vela y troncos quemados. ¿Estaba haciendo lo correcto al ir a una casa desconocida? ¿O volvería a entrelazarme en situaciones que me mostrarían el arrepentimiento como algo natural?
Estupefacto era la palabra que me describía en aquel instante. Completamente anonado por sus palabras, eran las frases célebres de los curas las que salían de sus labios finos y maquiavélicos. Los orbes oscuros y estirados que llevaba yo, se alzaron para verlo mejor. ¿De qué se trataba ese juego? ¿Qué me quería decir con eso? Lo único que hacía era asustarme, acelerarme hasta hacerme desear tirarme de donde estábamos. — No... Te entiendo. Me asustas, ¿acaso en verdad quieres matarme en nombre de dios? ¿Eres un condenado acaso? O es que, ¿eso se parece a nosotros, quizá? — Humilladamente consulté, negando con lentitud mi cabeza, eso no podía ser real la susceptibilidad. Por lo que reprimí rápidamente la situación, dejándome llevar por los movimientos nuevos. La gran casa se hacía presente, el jardín me hacia ilusión ante su magnitud y fue entonces que mordí mis labios con gusto. ¿Cuánto tiempo había pasado desde haber estado cerca de flores plantadas por mí mismo? Años sin duda. — Nunca estuve por este lado de la ciudad. No pasan muchas personas por acá, ¿no? — Hablaba, aun sino tenia respuesta lo hacía, mirando el rostro ajeno por debajo de mis revoltosos cabellos lacios. El señor de la casa era atendido por la servidumbre, yo jamás había sido atendido así, únicamente por mi padre, por mi creador, pero no me hacía caso, nunca nadie me hacía caso. Sin embargo el calor se impregnó a mis ropas y antes de que el de cabellos estrafalarios me lo indicara estaba correteando hacia la hoguera. Buscando que la temperatura comenzara a calar en las prendas de mi piel que buscaban pegarse a ésta. — ¿Él se encuentra aquí al final? Escuché que decías eso, creo que piensas en voz alta, ¿quizá porque no sueles conversar con más que tú mismo? Ahora puedes hacerlo conmigo, soy muy bueno conversando. Aunque mi francés tiene descuidos y no comprendo cómo se usan los… ¿indicativos? Cuando se dirigen formalmente o informalmente, aún no he aprendido eso. Perdón. — Explicaba alzando las manos hacía el fuego, no demasiado cerca, tampoco demasiado lejos, lo justo para sentir el pequeño chisporroteo. La realidad era que venir desde un país extranjero era difícil, mucho más cuando se trataba de un asiático. Muchas veces la discriminación hacia mí se había discernido por la clase alta que me encubría, pero las miradas despectivas eran evidentes, claro que eso era lo último que estaba en mi lista de preocupaciones por aquel entonces. — ¿A Devil le gustan los terrones de azúcar? Se porta muy bien, ¿lo tienes hace mucho? A mí no me gusta tener animales… porque sé que se morirán antes que yo y eso me entristece. —
Estupefacto era la palabra que me describía en aquel instante. Completamente anonado por sus palabras, eran las frases célebres de los curas las que salían de sus labios finos y maquiavélicos. Los orbes oscuros y estirados que llevaba yo, se alzaron para verlo mejor. ¿De qué se trataba ese juego? ¿Qué me quería decir con eso? Lo único que hacía era asustarme, acelerarme hasta hacerme desear tirarme de donde estábamos. — No... Te entiendo. Me asustas, ¿acaso en verdad quieres matarme en nombre de dios? ¿Eres un condenado acaso? O es que, ¿eso se parece a nosotros, quizá? — Humilladamente consulté, negando con lentitud mi cabeza, eso no podía ser real la susceptibilidad. Por lo que reprimí rápidamente la situación, dejándome llevar por los movimientos nuevos. La gran casa se hacía presente, el jardín me hacia ilusión ante su magnitud y fue entonces que mordí mis labios con gusto. ¿Cuánto tiempo había pasado desde haber estado cerca de flores plantadas por mí mismo? Años sin duda. — Nunca estuve por este lado de la ciudad. No pasan muchas personas por acá, ¿no? — Hablaba, aun sino tenia respuesta lo hacía, mirando el rostro ajeno por debajo de mis revoltosos cabellos lacios. El señor de la casa era atendido por la servidumbre, yo jamás había sido atendido así, únicamente por mi padre, por mi creador, pero no me hacía caso, nunca nadie me hacía caso. Sin embargo el calor se impregnó a mis ropas y antes de que el de cabellos estrafalarios me lo indicara estaba correteando hacia la hoguera. Buscando que la temperatura comenzara a calar en las prendas de mi piel que buscaban pegarse a ésta. — ¿Él se encuentra aquí al final? Escuché que decías eso, creo que piensas en voz alta, ¿quizá porque no sueles conversar con más que tú mismo? Ahora puedes hacerlo conmigo, soy muy bueno conversando. Aunque mi francés tiene descuidos y no comprendo cómo se usan los… ¿indicativos? Cuando se dirigen formalmente o informalmente, aún no he aprendido eso. Perdón. — Explicaba alzando las manos hacía el fuego, no demasiado cerca, tampoco demasiado lejos, lo justo para sentir el pequeño chisporroteo. La realidad era que venir desde un país extranjero era difícil, mucho más cuando se trataba de un asiático. Muchas veces la discriminación hacia mí se había discernido por la clase alta que me encubría, pero las miradas despectivas eran evidentes, claro que eso era lo último que estaba en mi lista de preocupaciones por aquel entonces. — ¿A Devil le gustan los terrones de azúcar? Se porta muy bien, ¿lo tienes hace mucho? A mí no me gusta tener animales… porque sé que se morirán antes que yo y eso me entristece. —
Invitado- Invitado
Re: ~+~Destiny or coincidence~+~
La noche a pesar de la tormenta y lo que ésta le ocasionaba al joven vampiro, era perfecta. Las oscuras e incomprendidas nubes ocultaban entre sus vestidos esponjosos a la amante plateada, las gotas de lluvia formaban una hermosa y silenciosa melodía que se combinaba con las llamas tronantes de la hoguera: el silencio era perfecto, amaba aquellos pequeños placeres de la vida desde que era mortal. Los pasos de la servidumbre paseándose en el lustroso suelo, y las voces que cuchicheaban entre ellas preguntándose quién era el nuevo huésped de su señor. Todo eso lo amaba, los murmullos sin que estos se diesen cuenta que eran escuchados, que si volteaba a donde se oían éstos callarían sintiendo mucha pena por su impertinencia. Amaba el aire que entraba desde los grandes ventanales de cristal y hacían mecer las hojas de algunas plantas en las macetas de porcelana japonesa cerca y al notar cual fuerte viento, los sirvientes corrían a cerrarlos. Verlo a él cerca en la hoguera, teniendo ese cuidado delicado de no acercarse tanto sólo lo suficiente para tomar el calor natural del fuego. "¿No crees que el fuego es sinónimo de vida?" Fue esa pregunta la que volvió a hundirme en mi mente al verlo ahí. Tanto vida como muerte es lo que yo pensaba; sí, más muerte que vida... Una muerte que puede lograrle a un no-muerto el poder de sentir el dolor desgarrador en su ser terminando por extinguirle el alma. Pero no quería hundirme en mi silencio recordando aquello, recordándole a él, en la persona de aquel joven.
Le había mirado fijamente por un largo rato al escucharle, y caminé hacia uno de los sillones que se hallaban a cada lado de la chimenea, donde los dos seres podían contemplarla mientras se encontraban frente a frente. Apoyé el codo izquierdo sobre el brazo del asiento mientras ladeaba un poco mi cuerpo hacia ése lado para sujetar mi cabeza entre mis dedos alargados mientras cruzaba las piernas. Tal vez pareciera que me estaba aburriendo de escucharle al no parar de hablar, pero la verdad es que no era así; o que me había incomodado que me haya escuchado cuando pensé en voz baja. Desvié la mirada hacia el fuego y decidí responder —no te preocupes por los modales, no es necesario que actúes formal frente a mí, el que yo lo sea no es obligatorio que otros correspondan si no les gusta... Es mi naturaleza y así fui educado en mi mortalidad—. Volví la mirada hacia él y después con mi brazo derecho le indiqué formalmente que tomase asiento para después desenlazar mis piernas e inclinarme hacia el frente apoyando los antebrazos en éstas mientras ladeaba la cabeza ahora explorando un rincón del lugar con la vista. —Aunque me gusta la soledad, realmente no estoy solo... —busqué con la mirada el sitio donde al quien vivía conmigo le encantaba echarse después de un largo día de aventuras y travesía y después volví mi atención hacia el joven de ojos negros, —pero es casi lo mismo, el ser que vive conmigo pertenece al día y yo a la noche; pero siempre llega antes de que amanezca para despedirme de él. La razón por la que no está aquí es porque se aburre muy rápido y prefiere irse a "jugar", y por la que no quiero que llegue aún es porque como todo los gatos, es celoso—. Suspiré entonando una sutil sonrisa al comentar aquello, sin duda era un gran compañero pero muy independiente de si mismo, pero nadie de la servidumbre lo ve más que como una mascota de su amo por el cómo aparece en la mansión, pues no era humano.
Lentamente me fui incorporando hasta recargarme en el respaldo del sillón mientras planteaba su opinión en mi mente, —Te entiendo perfectamente, pero me encantan los animales, son los únicos seres a los que les puedo guardar un gran respeto pero...— pause mi habla por un momento al pensar en Devil, el pensar el porqué quería que lo cuidasen demasiado y el porqué lo protegía con desvelo tanto incluso de la misma naturaleza como lo era aquella tormenta, —supongo que tenéis razón, es tristemente cierto..., pero tampoco puedo privarme de su compañía, ese caballo como lo has visto, me recuerda muchas cosas; tanto Devil como el gato que mencioné son mis compañeros, pero Devil me hace más compañía en mis viajes hacia lo civilizado. Pero bueno, como has podido contemplar entre el transcurso de nuestro camino de la ciudad hasta aquí, efectivamente no pasan muchas personas por estos lares; es precisamente por eso que mandé a reconstruir mi hogar a las afueras del bosque sobre la colina, porque nadie se atrevería a pasar por ese lugar a menos que sea de día y decida perderse en el laberinto de árboles secos. Aparte de los peligros de éstos, claro. —Apoyé mis brazos en los braceros del sillón volviendo a cruzar una pierna sobre la otra para ponerme cómodo nuevamente mientras hablaba y le miraba atentamente. —Al igual que puede ser un cazador el único que logre encontrar este sitio— Dije en un leve tono sarcástico al observar su expresión y después lentamente le observé de arriba-abajo su persona para después desviar la mirada chasqueando ligeramente la lengua. —Dije que respondería todas tus dudas una vez te sintieras más cómodo con tu cuerpo ya seco, así que he mandado a las mucamas y sirvientes que te prepararan un poco de ropa y el baño donde podrás ducharte sumergido en una agradable tina con agua caliente, te ofrecerán pétalos de rosas para perfumadla si queréis, esencias naturales o como queráis llamarlo.
—Te sentirás mejor una vez estés limpio, también te prepararán una habitación con tus comodidades; supongo que extrañas cosas de tu lugar natal, ¿o me equivoco?— arqueé la ceja izquierda al preguntarle aquello, no sé si de verdad echaría de menos su lugar natal y me estuviese adelantando a sus gustos y quizá no le gustaría como estaba siendo arreglada la pieza para él. Quizá estaba dando demasiadas atenciones a un ser que apenas había conocido, y no terminaba de saber de él por completo. Esto apenas era el inicio.
Le había mirado fijamente por un largo rato al escucharle, y caminé hacia uno de los sillones que se hallaban a cada lado de la chimenea, donde los dos seres podían contemplarla mientras se encontraban frente a frente. Apoyé el codo izquierdo sobre el brazo del asiento mientras ladeaba un poco mi cuerpo hacia ése lado para sujetar mi cabeza entre mis dedos alargados mientras cruzaba las piernas. Tal vez pareciera que me estaba aburriendo de escucharle al no parar de hablar, pero la verdad es que no era así; o que me había incomodado que me haya escuchado cuando pensé en voz baja. Desvié la mirada hacia el fuego y decidí responder —no te preocupes por los modales, no es necesario que actúes formal frente a mí, el que yo lo sea no es obligatorio que otros correspondan si no les gusta... Es mi naturaleza y así fui educado en mi mortalidad—. Volví la mirada hacia él y después con mi brazo derecho le indiqué formalmente que tomase asiento para después desenlazar mis piernas e inclinarme hacia el frente apoyando los antebrazos en éstas mientras ladeaba la cabeza ahora explorando un rincón del lugar con la vista. —Aunque me gusta la soledad, realmente no estoy solo... —busqué con la mirada el sitio donde al quien vivía conmigo le encantaba echarse después de un largo día de aventuras y travesía y después volví mi atención hacia el joven de ojos negros, —pero es casi lo mismo, el ser que vive conmigo pertenece al día y yo a la noche; pero siempre llega antes de que amanezca para despedirme de él. La razón por la que no está aquí es porque se aburre muy rápido y prefiere irse a "jugar", y por la que no quiero que llegue aún es porque como todo los gatos, es celoso—. Suspiré entonando una sutil sonrisa al comentar aquello, sin duda era un gran compañero pero muy independiente de si mismo, pero nadie de la servidumbre lo ve más que como una mascota de su amo por el cómo aparece en la mansión, pues no era humano.
Lentamente me fui incorporando hasta recargarme en el respaldo del sillón mientras planteaba su opinión en mi mente, —Te entiendo perfectamente, pero me encantan los animales, son los únicos seres a los que les puedo guardar un gran respeto pero...— pause mi habla por un momento al pensar en Devil, el pensar el porqué quería que lo cuidasen demasiado y el porqué lo protegía con desvelo tanto incluso de la misma naturaleza como lo era aquella tormenta, —supongo que tenéis razón, es tristemente cierto..., pero tampoco puedo privarme de su compañía, ese caballo como lo has visto, me recuerda muchas cosas; tanto Devil como el gato que mencioné son mis compañeros, pero Devil me hace más compañía en mis viajes hacia lo civilizado. Pero bueno, como has podido contemplar entre el transcurso de nuestro camino de la ciudad hasta aquí, efectivamente no pasan muchas personas por estos lares; es precisamente por eso que mandé a reconstruir mi hogar a las afueras del bosque sobre la colina, porque nadie se atrevería a pasar por ese lugar a menos que sea de día y decida perderse en el laberinto de árboles secos. Aparte de los peligros de éstos, claro. —Apoyé mis brazos en los braceros del sillón volviendo a cruzar una pierna sobre la otra para ponerme cómodo nuevamente mientras hablaba y le miraba atentamente. —Al igual que puede ser un cazador el único que logre encontrar este sitio— Dije en un leve tono sarcástico al observar su expresión y después lentamente le observé de arriba-abajo su persona para después desviar la mirada chasqueando ligeramente la lengua. —Dije que respondería todas tus dudas una vez te sintieras más cómodo con tu cuerpo ya seco, así que he mandado a las mucamas y sirvientes que te prepararan un poco de ropa y el baño donde podrás ducharte sumergido en una agradable tina con agua caliente, te ofrecerán pétalos de rosas para perfumadla si queréis, esencias naturales o como queráis llamarlo.
—Te sentirás mejor una vez estés limpio, también te prepararán una habitación con tus comodidades; supongo que extrañas cosas de tu lugar natal, ¿o me equivoco?— arqueé la ceja izquierda al preguntarle aquello, no sé si de verdad echaría de menos su lugar natal y me estuviese adelantando a sus gustos y quizá no le gustaría como estaba siendo arreglada la pieza para él. Quizá estaba dando demasiadas atenciones a un ser que apenas había conocido, y no terminaba de saber de él por completo. Esto apenas era el inicio.
Angelo Ange D' Le Rose- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 73
Fecha de inscripción : 04/03/2015
Localización : Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: ~+~Destiny or coincidence~+~
Si tenía que describir una palabra para aquel señor de largos cabellos estrafalarios sería algo así como “melancólico” pero, ¿qué es lo que era realmente melancólico de él? ¿Sus ojos? No, no era eso, más bien su forma de ver las cosas, el aura extenuante que mantenía en un semblante triste, como si estuviese pasando por un dolor profundo y exhaustivo. Mis orbes estirados y algo cristalinos por las suaves gotas derramadas anteriormente estaban fijas en el fuego. La verdad es que quería voltearme a verle, a curiosear un poco más de él porque era lo que me estaba interesando en ese momento. Y mi personalidad era así de simple, iba a lo que me llamaba la atención, quería u odiaba en solo una línea recta, aunque el tiempo me hubiese moldeado con la capacidad de dar segundas, terceras o más bien, miles de oportunidades para encontrar un final feliz. Mi sonrisa estaba pegada a los labios, mas mis piernas temblaban a cada luz esplendorosa que se sentía por los bordes de los ventanales, truenos fugaces y estelas de energía que se querían hacer notar. Y fue cuando hice contacto visual con una sirvienta que levanté la mano, saludándola aniñadamente. Ésta se fue, prácticamente espantada por lo que había hecho, ¿acaso la había metido en problemas porque no tenía permitido hacer eso? No comprendí demasiado la situación pero el sonido suave de la tela frunciéndose a la par de un cuerpo me quitó de tal situación, haciéndome voltear directo al lugar. Unas hebras rojas se notaban de refilón y la máscara oscura y siniestra se hacía presencia. — Entiendo… Eso es bueno, aunque hace varios años que estoy aquí, ya debería poder hablar correctamente el idioma. Mi padre seguro está decepcionado de mi poco aprendizaje. ¿Un gato? Antes no me gustaban, supongo que luego de conocerlos es interesante lo cariñosos que pueden ser, aunque demasiado independientes. ¿Eso te gusta? Yo prefiero que dependan de mí, porque si no me siento inútil. Que egoísta~ — Murmuraba, buscando entonces al gato en la mansión, en principio mi cerebro no había terminado de hacer conexión, sus palabras habían sido buscadas especialmente para que todo quede tergiversado. Sin embargo una parte de mi pudo deducir que se trataba de algo sobrenatural, no obstante no salió ninguna palabra de mi garganta, no de aquel asunto al menos. Entrometerme en su casa había sido suficiente y no quería irme de allí, no con la tormenta asechándome a cada instante. — Ughhm, no digas eso por favor, los odio. Odio a los cazadores y a los inquisidores. Los odio mucho. — Elevé apenas la voz y el susto de mi propio eco hizo que me exalte, cubriendo rápidamente mi boca, bajando la cabeza a modo de disculpa. Como siempre cometer errores era algo inevitable en mí. Mordí mis labios, escuchándole atentamente, el imaginar el calor del agua me reenviaba directo a mis aposentos, enjuagándome de burbujas de vainilla y jazmín, mientras mi cuerpo se llenaba de una hermosa agua mineralizada. Y me delató mi mirada de ensoñación, con lo que asentí, sintiendo como el rubor en mis mejillas se hacía presente.
— ¿Cosas de mi lugar natal? Ah… es por esto. –apuntándose a los párpados rasgados y orientales- No demasiado, prefiero no ver nada, no quiero ver esas cosas. ¿De todos modos, por qué tendrías de eso? Es un ser muy extraño. Antes lo había pensado, sus cabellos, su rostro, su forma de hablar y los gustos; tengo curiosidad. ¿Me contarás la historia? Te daré algo a cambio, ¿qué cosas te gustan? — Aseguré con la sonrisa a dientes abiertos, mientras me levantaba del sillón en donde momentos atrás me había hundido a pedido del ajeno. Me sentía nervioso, eso era imposible de esconder, pero me encantaba la compañía del inmortal, me recordaba a Deiran, tan serio y amable. Aunque éste tenía algo más de pena guardada, no podía llegar a leerlo, algo me decía que su historia era más dolorosa que la de ese vampiro que había conocido tiempo atrás, el que se había escapado a las profundidades de la tierra para que así sus problemas se extinguieran por un tiempo. No obstante, el pálido de cejas negras parecía tener una batalla interna. — Me gusta el aroma de la vainilla, es dulce y fuerte. ¿Le gustan las rosas rojas? Como dijo de ellas… A mí me molestan, pinchan, ¡son hermosas, pero duelen! Eso es tan egoísta. Una vez alguien me dijo que todo lo bello tiene que doler para que valga la pena. ¿Crees que es cierto? Me gustaría que no fuese así. Después de todo se supone que vivimos al mundo para ser felices y aun así la vida solo da cosas malas y uno… Uno siempre tiene que levantarse solo y hacer muchas cosas para estar contento. Ah… Es agotador. — Buscando la mirada ajena, apuntándome fijamente a ella, sintiendo un capricho abismal por querer indagarlo. Me removí entonces, ya me había levantado y esperaba a que me indicara el lugar a dónde debía ir, aunque mi mente ya estaba esperando el siguiente lugar que sería probablemente frente a Ángelo otra vez y quizá con respuestas más formadas de su parte, pues quería saber, no me gustaban las dudas y mucho menos si se trataba de una persona que desde el primer momento me había llamado la atención.
— ¿Cosas de mi lugar natal? Ah… es por esto. –apuntándose a los párpados rasgados y orientales- No demasiado, prefiero no ver nada, no quiero ver esas cosas. ¿De todos modos, por qué tendrías de eso? Es un ser muy extraño. Antes lo había pensado, sus cabellos, su rostro, su forma de hablar y los gustos; tengo curiosidad. ¿Me contarás la historia? Te daré algo a cambio, ¿qué cosas te gustan? — Aseguré con la sonrisa a dientes abiertos, mientras me levantaba del sillón en donde momentos atrás me había hundido a pedido del ajeno. Me sentía nervioso, eso era imposible de esconder, pero me encantaba la compañía del inmortal, me recordaba a Deiran, tan serio y amable. Aunque éste tenía algo más de pena guardada, no podía llegar a leerlo, algo me decía que su historia era más dolorosa que la de ese vampiro que había conocido tiempo atrás, el que se había escapado a las profundidades de la tierra para que así sus problemas se extinguieran por un tiempo. No obstante, el pálido de cejas negras parecía tener una batalla interna. — Me gusta el aroma de la vainilla, es dulce y fuerte. ¿Le gustan las rosas rojas? Como dijo de ellas… A mí me molestan, pinchan, ¡son hermosas, pero duelen! Eso es tan egoísta. Una vez alguien me dijo que todo lo bello tiene que doler para que valga la pena. ¿Crees que es cierto? Me gustaría que no fuese así. Después de todo se supone que vivimos al mundo para ser felices y aun así la vida solo da cosas malas y uno… Uno siempre tiene que levantarse solo y hacer muchas cosas para estar contento. Ah… Es agotador. — Buscando la mirada ajena, apuntándome fijamente a ella, sintiendo un capricho abismal por querer indagarlo. Me removí entonces, ya me había levantado y esperaba a que me indicara el lugar a dónde debía ir, aunque mi mente ya estaba esperando el siguiente lugar que sería probablemente frente a Ángelo otra vez y quizá con respuestas más formadas de su parte, pues quería saber, no me gustaban las dudas y mucho menos si se trataba de una persona que desde el primer momento me había llamado la atención.
Última edición por Hero Jaejoong el Sáb Oct 24, 2015 1:57 pm, editado 1 vez
Invitado- Invitado
Re: ~+~Destiny or coincidence~+~
—El mundo es egoísta... —Comenté anteriormente en un tono de voz suave casi frágil ante su comentario, mientras había desviado la mirada a las llamas. Antes en mis primeros días como inmortal no me importaba nada, no me interesaba nada, no me importaba la cantidad de gente que mataba cada noche, pero ante ello he comprendido que en ciertas situaciones alguien llega para salvarte de ese frenesí asesino, el demonio que trata de consumir lo humano que aún quedaba en uno mismo. Después de eso, ¿quién no iba a poder evitar ser egoísta? yo lo fui, y en cierta forma, creo que lo sigo siendo.
El haberle escuchado, el tono en que lo hizo me intrigó más por saber el porqué un joven inmortal le temía a tales efectos naturales de una simple tormenta, no me importó, creo me había burleteado un poco ante su miedo, pero el se disculpó primero siendo yo el culpable. Es sorpresivo como alguien puede cambiar de animo tan rápido, primero está enojado, me grita como se le hace típicamente a un desconocido, me teme y después me sonríe, se intimida y después parece tomar confianza, definitivamente... era un chico raro, pero lo único que me producía era más interés hacia él. Era un vampiro recién nacido, con unos pocos años de haber sido creado pero al menos él tiene un padre que pude deducir que se refería a su creador... en cambio yo, tuve que valerme solo ante el acechador*.
Mantuve mi mirada seria posada sobre él mientras me explicaba que no quería nada de su lugar natal, para mí no era problema volver a cambiar los planes de remo-delación de su aposento ni mucho menos para las sirvientes que lo estaban arreglando, pues el decidir cambiar algo sólo se lo pedía a otro grupo de mucamas para que las anteriores pudiesen descansar y volver a sus tareas habituales; ése era mi orden, soy muy ordenado y planificado, y para ser un buen líder o "amo" como me han llamado comúnmente los que trabajan para mí, debes ser bueno con ellos si quieres que hagan las cosas con gusto y no con reproche por tener que trabajar. Levanté la mirada al momento que se puso de pie mientras le escuchaba, que me dijera que yo era muy extraño fue algo muy directo hacia mí, sinceramente... sólo una persona había llegado a hablarme de esa manera; sacudí muy leve la cabeza para despertar de mis pensamientos, había sido una sacudida discreta que el chiquillo no podría haber notado al estar hundido en su asombro por el baño que estaba por tomar. —Te contaré la historia, porque me es interesante contarla a alguien como tú, no quiero nada a cambio, me conformo con tu compañía. —Me puse de pie lentamente, pues no tenía prisa en un hogar donde se despide la tranquilidad, asentí ante su duda de que si me gustaban las rosas, era algo obvio si vio como cruzábamos el camino carmesí para llegar hasta aquí, pero entonces mi expresión cambio de nuevo. —El dolor es parte de la vida —respondí en un tono reflexivo, desviando la mirada—, pero como un inmortal, yo no siento el dolor como los demás... uno puede ser feliz, pero ¿a que vida te refieres? "La eternidad nos acorta los asuntos pendientes que podemos hacer dentro de dos siglos más, pues no hay prisa, porque nunca vamos a morir"; eso es un pensamiento incoherente de un vampiro que no comprende su vida como inmortal, piensan que ya que están muertos ya no hay posibilidad de que mueran, pero se equivocan —me giré para comenzar a guiarle hacia la planta alta de la mansión donde se encontraba el baño siendo preparado por los demás sirvientes, en el recorrido me continuaban atacando los recuerdos que hace mucho tiempo habían quedado dormidos, bueno, no tanto tiempo... un siglo no es tan largo para alguien que vive eternamente. —El dolor existe para comprender el porque amabas a ése ser... —murmuré esta vez, aunque pareciera un pensamiento en voz alta, ya no lo era.
Al llegar, le abrí la puerta de su nuevo aposento de esa noche, era otra habitación, con decoraciones típicas de Francia, pero muy antigua por los muebles barrocos, habían estantes de libros cubriendo la pared izquierda de la entrada y la pared de frente estaban los grandes ventanales cubiertos de cortinas de tela gruesa de color vino, pues al amanecer la luz no molestaba al quien durmiera y ningún sirviente entraba por el día a interrumpir o querer abrirlas, los portones de madera caoba se cerraban por dentro, así si desconfiaba él podía cerrar y nadie podría abrir. A la derecha de la entrada del aposento se hallaba una gran cama con techo donde cortinas de tela transparente roja colgaban por el mismo, y en el otro extremo de ese lado la puerta que daba al gran baño donde le guié a que entrara, —aquí dormirás ésta noche, y la siguiente si prefieres, por aquí esta el baño —al abrirle la puerta al entrar primero se hallaban los armarios de ropa de la época, y más al fondo la puerta que llevaba al wc y otra donde lo llevaba a la ducha que era una enorme tina que parecía para aguas termales*, ya preparada con el agua caliente y las esencias de su gusto y en un bowl de porcelana los pétalos de rosas —espero te sientas cómodo aquí, te estaré esperando en la biblioteca, mandaré al mayordomo para que te indique donde es, puedes preguntar los lugares que quieras explorar, te guiaran de inmediato, aquí serás muy bien atendido. Con vuestro permiso. —hice una leve reverencia para despedirme y me dirigí hacia la salida del baño para dejar que se asee y esperarle en el lugar predestinado.
El haberle escuchado, el tono en que lo hizo me intrigó más por saber el porqué un joven inmortal le temía a tales efectos naturales de una simple tormenta, no me importó, creo me había burleteado un poco ante su miedo, pero el se disculpó primero siendo yo el culpable. Es sorpresivo como alguien puede cambiar de animo tan rápido, primero está enojado, me grita como se le hace típicamente a un desconocido, me teme y después me sonríe, se intimida y después parece tomar confianza, definitivamente... era un chico raro, pero lo único que me producía era más interés hacia él. Era un vampiro recién nacido, con unos pocos años de haber sido creado pero al menos él tiene un padre que pude deducir que se refería a su creador... en cambio yo, tuve que valerme solo ante el acechador*.
Mantuve mi mirada seria posada sobre él mientras me explicaba que no quería nada de su lugar natal, para mí no era problema volver a cambiar los planes de remo-delación de su aposento ni mucho menos para las sirvientes que lo estaban arreglando, pues el decidir cambiar algo sólo se lo pedía a otro grupo de mucamas para que las anteriores pudiesen descansar y volver a sus tareas habituales; ése era mi orden, soy muy ordenado y planificado, y para ser un buen líder o "amo" como me han llamado comúnmente los que trabajan para mí, debes ser bueno con ellos si quieres que hagan las cosas con gusto y no con reproche por tener que trabajar. Levanté la mirada al momento que se puso de pie mientras le escuchaba, que me dijera que yo era muy extraño fue algo muy directo hacia mí, sinceramente... sólo una persona había llegado a hablarme de esa manera; sacudí muy leve la cabeza para despertar de mis pensamientos, había sido una sacudida discreta que el chiquillo no podría haber notado al estar hundido en su asombro por el baño que estaba por tomar. —Te contaré la historia, porque me es interesante contarla a alguien como tú, no quiero nada a cambio, me conformo con tu compañía. —Me puse de pie lentamente, pues no tenía prisa en un hogar donde se despide la tranquilidad, asentí ante su duda de que si me gustaban las rosas, era algo obvio si vio como cruzábamos el camino carmesí para llegar hasta aquí, pero entonces mi expresión cambio de nuevo. —El dolor es parte de la vida —respondí en un tono reflexivo, desviando la mirada—, pero como un inmortal, yo no siento el dolor como los demás... uno puede ser feliz, pero ¿a que vida te refieres? "La eternidad nos acorta los asuntos pendientes que podemos hacer dentro de dos siglos más, pues no hay prisa, porque nunca vamos a morir"; eso es un pensamiento incoherente de un vampiro que no comprende su vida como inmortal, piensan que ya que están muertos ya no hay posibilidad de que mueran, pero se equivocan —me giré para comenzar a guiarle hacia la planta alta de la mansión donde se encontraba el baño siendo preparado por los demás sirvientes, en el recorrido me continuaban atacando los recuerdos que hace mucho tiempo habían quedado dormidos, bueno, no tanto tiempo... un siglo no es tan largo para alguien que vive eternamente. —El dolor existe para comprender el porque amabas a ése ser... —murmuré esta vez, aunque pareciera un pensamiento en voz alta, ya no lo era.
Al llegar, le abrí la puerta de su nuevo aposento de esa noche, era otra habitación, con decoraciones típicas de Francia, pero muy antigua por los muebles barrocos, habían estantes de libros cubriendo la pared izquierda de la entrada y la pared de frente estaban los grandes ventanales cubiertos de cortinas de tela gruesa de color vino, pues al amanecer la luz no molestaba al quien durmiera y ningún sirviente entraba por el día a interrumpir o querer abrirlas, los portones de madera caoba se cerraban por dentro, así si desconfiaba él podía cerrar y nadie podría abrir. A la derecha de la entrada del aposento se hallaba una gran cama con techo donde cortinas de tela transparente roja colgaban por el mismo, y en el otro extremo de ese lado la puerta que daba al gran baño donde le guié a que entrara, —aquí dormirás ésta noche, y la siguiente si prefieres, por aquí esta el baño —al abrirle la puerta al entrar primero se hallaban los armarios de ropa de la época, y más al fondo la puerta que llevaba al wc y otra donde lo llevaba a la ducha que era una enorme tina que parecía para aguas termales*, ya preparada con el agua caliente y las esencias de su gusto y en un bowl de porcelana los pétalos de rosas —espero te sientas cómodo aquí, te estaré esperando en la biblioteca, mandaré al mayordomo para que te indique donde es, puedes preguntar los lugares que quieras explorar, te guiaran de inmediato, aquí serás muy bien atendido. Con vuestro permiso. —hice una leve reverencia para despedirme y me dirigí hacia la salida del baño para dejar que se asee y esperarle en el lugar predestinado.
- ANG:
- * A acechador se refiere al sol.
* en aguas termales no me llego la idea de como podría definir el baño pues no quería usar el termino Jacuzzi jeje
y bueno, perdón por la tardanza.
Angelo Ange D' Le Rose- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 73
Fecha de inscripción : 04/03/2015
Localización : Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: ~+~Destiny or coincidence~+~
Era como un muñeco, uno de esos marfilados y perfectos que estaban en las vidrieras de las jugueterías más caras de París. Con un semblante amable y aterciopelado, unos ojos perlados color cielo, muertos y con un brillo maquiavélico que provocaba que gire la vista rápidamente. ¡No me gustaban! Y sin embargo me hallaba en la casa de uno que era igual, ¡peor aún! Que caminaba, que hablaba, que podía tocarme y asesinarme de la misma forma que tantas veces había pensado que harían esos juguetes de niños. Hubiese temblado del miedo, pero no podía, el calor débil del hogar me acariciaba de tal manera que mi cuerpo sin latidos se sentía en paz.
Inevitablemente mi cerebro estaba pensando en que me había mentido y cómo podría solucionarlo sin saber si era verdad o no. No obstante, yo nunca le daba demasiada atención a la parte cuerda de mi interior y por el contrario terminaba dejando que los instintos me llevaran de un lugar a otro. En ese caso me había dejado guiar por aquel inmortal de algunos siglos de edad. Tenía la vista más singular que había conocido y parecía no incumbirle la manera excéntrica que tenía de comportarme. Me respondía con calma y me recordó a cuando recogí un gato hambriento. La primera vez que los felinos comenzaron a agradarme, ¿sería lo mismo con Angelo o solo era que estar aburrido lo llevaba a la cortesía? Apreté apenas mis dedos contra mis rodillas, mirándole, escuchando cada respuesta para poder palparla. — No sé si es tan incoherente, si hacemos todo rápido y luego no tenemos nada que nos diga “tengo que vivir porque aún tengo que hacer esto”, la existencia, ¿no sería aburrida? — Ladeaba la cabeza a los lados, asintiendo al reconocer que eran sus pensamientos los que tenían un claro sentido de autosuficiencia. Como si supiera perfectamente qué y cómo lo tenía que hacer. Y seguí con la mirada sus pasos, apurándome cuando me encontré a demasiados metros de su semblante, acomodando los cabellos negros que caían por mi rostro por detrás de la oreja, observando la paradójica habitación. Las de la casa en donde antes vivía no eran para nada así. Eran sencillas, lo suficiente para que un huésped esté cómodo, mas esa era espaciosa y ligeramente amueblada.
— ¡Esta bien! Que suerte más grata la mía. Sí, iré enseguida porque no me has dicho nada, no puedo dormirme con la curiosidad en la lengua. — Le sonreía amable y sutilmente avergonzado, ya con la sangre nueva recorriendo mis venas recurría a esa dulzura que caracterizaba mis ojos grandes y entrometidos. Y me zambullí en el agua, recorriendo con cuidado una piel mantenida como lo era la de una dama, aromatizada con flores y embellecida con cremas. ¿Hacía cuánto tiempo eso no pasaba? Varios meses, meses donde la desesperación no me había permitido cuidar de lo que más adoraba después de Nicolás, que era mi propio cuerpo. Asistir mí forma para que así no importaran tanto los vacíos e inservibles pensamientos y migajas de conocimientos que pudiera o no tener. No obstante el tiempo y los malos tragos me habían dejado sin ninguna de las dos cosas. Un suspiro pesado salió de mis labios cuando comenzaba a salir de la comodidad del agua tibia, las brasas que estaban acomodadas debajo de la madera aún estaban ardientes. Es que quería seguir hablando, conversando con aquel sobrenatural. Terminé por secarme con rapidez, rebuscando entre unas ropas de variados tamaños un traje de cama. Mi estatura era amplia, con un peso desorbitantemente bajo por aquel entonces. Y me dejé la toalla en la mano luego de cambiarme, secándome los cabellos en lo que comenzaba a salir de la habitación, buscando a un señor que me llevara a la biblioteca, ¿sería grande? ¿Sería tan amplia como la que yo llevaba en mi casa, esperando que todos esos conocimientos se metieran en mi cabeza sin lograrlo en absoluto?
“Crack, crack” Se escuchó cuando el deslizamiento de madera se hizo presente, los cabellos húmedos apenas se pegaban a mi rostro y con la sonrisa completa de dientes romos me acerqué a buscarle. Sus hebras rojizas parecían indicarme la dirección y las seguí emocionado, expectante a sus, sin duda, increíbles historias. — ¿Me demoré de más? — Consulté extrañado, buscando en los alrededores un sillón largo para poderme sentar y revolcar cuando así la desesperación por verme inmóvil se aplacara. — Estuvo bien el baño, aunque me relajé tanto que tengo sueño, despabíleme con aquello que me iba a contar. — Añadí con tono jovial, casi engatusado de anhelo por descubrirle, apoyando mi rostro en el reposabrazos mirándole directamente a los orbes claros que tenían una mezcla de frialdad escalofriante y calma absoluta.
Inevitablemente mi cerebro estaba pensando en que me había mentido y cómo podría solucionarlo sin saber si era verdad o no. No obstante, yo nunca le daba demasiada atención a la parte cuerda de mi interior y por el contrario terminaba dejando que los instintos me llevaran de un lugar a otro. En ese caso me había dejado guiar por aquel inmortal de algunos siglos de edad. Tenía la vista más singular que había conocido y parecía no incumbirle la manera excéntrica que tenía de comportarme. Me respondía con calma y me recordó a cuando recogí un gato hambriento. La primera vez que los felinos comenzaron a agradarme, ¿sería lo mismo con Angelo o solo era que estar aburrido lo llevaba a la cortesía? Apreté apenas mis dedos contra mis rodillas, mirándole, escuchando cada respuesta para poder palparla. — No sé si es tan incoherente, si hacemos todo rápido y luego no tenemos nada que nos diga “tengo que vivir porque aún tengo que hacer esto”, la existencia, ¿no sería aburrida? — Ladeaba la cabeza a los lados, asintiendo al reconocer que eran sus pensamientos los que tenían un claro sentido de autosuficiencia. Como si supiera perfectamente qué y cómo lo tenía que hacer. Y seguí con la mirada sus pasos, apurándome cuando me encontré a demasiados metros de su semblante, acomodando los cabellos negros que caían por mi rostro por detrás de la oreja, observando la paradójica habitación. Las de la casa en donde antes vivía no eran para nada así. Eran sencillas, lo suficiente para que un huésped esté cómodo, mas esa era espaciosa y ligeramente amueblada.
— ¡Esta bien! Que suerte más grata la mía. Sí, iré enseguida porque no me has dicho nada, no puedo dormirme con la curiosidad en la lengua. — Le sonreía amable y sutilmente avergonzado, ya con la sangre nueva recorriendo mis venas recurría a esa dulzura que caracterizaba mis ojos grandes y entrometidos. Y me zambullí en el agua, recorriendo con cuidado una piel mantenida como lo era la de una dama, aromatizada con flores y embellecida con cremas. ¿Hacía cuánto tiempo eso no pasaba? Varios meses, meses donde la desesperación no me había permitido cuidar de lo que más adoraba después de Nicolás, que era mi propio cuerpo. Asistir mí forma para que así no importaran tanto los vacíos e inservibles pensamientos y migajas de conocimientos que pudiera o no tener. No obstante el tiempo y los malos tragos me habían dejado sin ninguna de las dos cosas. Un suspiro pesado salió de mis labios cuando comenzaba a salir de la comodidad del agua tibia, las brasas que estaban acomodadas debajo de la madera aún estaban ardientes. Es que quería seguir hablando, conversando con aquel sobrenatural. Terminé por secarme con rapidez, rebuscando entre unas ropas de variados tamaños un traje de cama. Mi estatura era amplia, con un peso desorbitantemente bajo por aquel entonces. Y me dejé la toalla en la mano luego de cambiarme, secándome los cabellos en lo que comenzaba a salir de la habitación, buscando a un señor que me llevara a la biblioteca, ¿sería grande? ¿Sería tan amplia como la que yo llevaba en mi casa, esperando que todos esos conocimientos se metieran en mi cabeza sin lograrlo en absoluto?
“Crack, crack” Se escuchó cuando el deslizamiento de madera se hizo presente, los cabellos húmedos apenas se pegaban a mi rostro y con la sonrisa completa de dientes romos me acerqué a buscarle. Sus hebras rojizas parecían indicarme la dirección y las seguí emocionado, expectante a sus, sin duda, increíbles historias. — ¿Me demoré de más? — Consulté extrañado, buscando en los alrededores un sillón largo para poderme sentar y revolcar cuando así la desesperación por verme inmóvil se aplacara. — Estuvo bien el baño, aunque me relajé tanto que tengo sueño, despabíleme con aquello que me iba a contar. — Añadí con tono jovial, casi engatusado de anhelo por descubrirle, apoyando mi rostro en el reposabrazos mirándole directamente a los orbes claros que tenían una mezcla de frialdad escalofriante y calma absoluta.
Invitado- Invitado
Re: ~+~Destiny or coincidence~+~
La puerta de la habitación principal es cerrada con delicadeza al estar distraído entre pensamientos, caminé hacia el armario mientras en el camino iba desnudando mi cuerpo de la parte superior, pues mi ropa se encontraba aún empapada por la lluvia y sinceramente me era molesto sentir esa sensación de humedad en el cuerpo por mucho tiempo. En la pared izquierda se encontraba un tocador con un gran espejo casi que podía contemplar todo mi cuerpo a lo lejos; llevando la diestra quitándome la máscara la arroje a la cama y me quede contemplando aquel espejo con marco de oro "¿De verdad estás dispuesto a contar esa parte de tu historia?" Era como si una segunda voz en mi cabeza tratase de darme un consejo para mí mismo, pero no es que quisiera contar toda mi vida de principio a fin, simplemente como lo dije anteriormente, respondería a todas las dudas que tuviese aquel joven asiático de ojos negros, donde la noche podía admirarse en estos.
Del armario saque la vestimenta que me pondría esa madrugada, algo ligero y cómodo era perfecto, la pijama podría decirlo de esa forma, una camisa holgada de manga larga de seda blanca, que descubría parte de mi pecho, mis manos ahora se encontraban libres de cualquier cubierta de tela, desnudas, cobijadas con las faldillas de las muñequeras de la camisa y sólo el anillo del emblema de la rosa vistiendo el dedo medio de la mano derecha y un pantalón negro de algodón eran más que suficientes. Me dirigí a la cama para tomar la máscara y guardarla en un estuche pequeño y sacar otra de un color que combinase la vestimenta actual, plateada era perfecta. Los zapatos negros fueron los últimos que me puse antes de salir de la alcoba y comenzar a dirigirme hacia la biblioteca.
—Buena madrugada mi señor, ¿gusta que prepare algo para la conversación de esta noche con su nuevo invitado? —Preguntaba el mayordomo deteniéndome a mitad del camino, a lo que dirigí la mirada hacia el pasillo donde se hallaba la habitación donde se encontraba Hero preparándose para la conversación de esta noche.— Vino —respondí calidamente— de la mejor conserva que tenemos y... tartas, tartas de fresa y no olvides la caja de chocolates que siempre espero en mi escritorio —¿Qué era eso? era evidente que los vampiros no eramos capaces de digerir cual alimento, no lo necesitábamos, nuestro sistema no lo recibe, pero de cierta forma siempre pedía un aperitivo para aparentar las apariencias. Una vez pedido eso el mayordomo se retiró con una reverencia no sin antes pedirle que guiara a Hero una vez salido de arreglarse, llevarlo a la biblioteca. Una vez dado las ordenes continué con mi camino, la biblioteca se encontraba al fondo de los pasillos, custodiada por doble portón de madera tallada con rosas, al abrirla se podía contemplar los grandes estantes de libros cubriendo todas las paredes de la pieza, era una pieza realmente grande, que contaba con un escritorio enorme lleno de pergaminos sobre este, dos mesas a cada lado de la habitación, un escritorio pequeño en un rincón lo suficiente para posar un libro, tinta y pluma para un ser que se dedicaba escribir sus pensamientos plasmados en papel, un diván frente a un estante echo chimenea donde arriba de este se encontraba un gran cuadro de un joven de cabellera larga, negra y al frente de la entrada una ventana larga de arco cubierta por cortinas escarlata las cuales me dirigí para jalar de la cuerda para abrirlas y contemplar la noche que calmada ya estaba. Sólo unas gotas de rocío empapaban los cristales y desde ahí podía admirar las rosas. Y las paredes como el techo de la biblioteca estaban pintados con jardines místicos y querubines.
No sé cuanto tiempo quedé contemplando cuan espacioso jardín cuando en eso escuché las puertas de la biblioteca abrirse y escuchar al joven peli-negro a mis espaldas hablar. Creo que sentí un deja vu, definitivamente esto ya lo había pasado con alguien más, el joven sentado en el diván esperando a que comenzara a hablar mientras yo me encontraba contemplando la muerte inmortal de la rosa roja que antes se encontraba en aquel lugar, sí, definitivamente todo había cambiado después de cien años.— Para nada, igual acababa de entrar no hace unos minutos —respondí con voz serena pero audible— me alegra que os halla gustado el baño —me giré alejándome del ventanal y poder mirarle fijamente, en eso las sirvientas llegaban con lo que hace un momento había pedido traer, en charolas de plata y colocaban los platillos en la mesa de centro a la chimenea y la botella de vino con las copas de cristal, una de las sirvientas iba a colocar la caja de chocolates en mi escritorio de escritura cuando en eso la detuve mostrandole una cálida sonrisa tomando así aquella caja negra y la dama se retiraba con las demás con sutiles reverencias.
—¿Algo más que desee nuestro señor?
—Es todo por ahora, gracias. Podéis retiraos.
—Antes de responder, creo que primero debo cumplir mi promesa de responder todas las dudas que tuviste en aquellas calles; empezando por la primera —Mientras hablaba, las puertas de la biblioteca fueron cerradas tras la servidumbre quedando él y yo completamente solos, caminé hacia él acercándome al otro diván y tomé asiento frente a él mientras le observaba tan cómodo al tomarse la libertad de posar como quisiese.— Mi nombre es Angelo Ange D' Le Rose, la razón por la que no dije mi nombre en ese momento fue por el simple hecho de que como tú, te veía como un extraño, es decir, no sabía si sería la primera y última vez en que os vería y sólo serías otro más en mi paso. —Me incliné hacia adelante apoyando mis brazos en mis piernas y mi cabeza entre mis manos entrelazadas una con la otra mientras le miraba fijamente— ahora que ya sabéis mi nombre, puedo responder a todas vuestras dudas que gustéis.
Del armario saque la vestimenta que me pondría esa madrugada, algo ligero y cómodo era perfecto, la pijama podría decirlo de esa forma, una camisa holgada de manga larga de seda blanca, que descubría parte de mi pecho, mis manos ahora se encontraban libres de cualquier cubierta de tela, desnudas, cobijadas con las faldillas de las muñequeras de la camisa y sólo el anillo del emblema de la rosa vistiendo el dedo medio de la mano derecha y un pantalón negro de algodón eran más que suficientes. Me dirigí a la cama para tomar la máscara y guardarla en un estuche pequeño y sacar otra de un color que combinase la vestimenta actual, plateada era perfecta. Los zapatos negros fueron los últimos que me puse antes de salir de la alcoba y comenzar a dirigirme hacia la biblioteca.
—Buena madrugada mi señor, ¿gusta que prepare algo para la conversación de esta noche con su nuevo invitado? —Preguntaba el mayordomo deteniéndome a mitad del camino, a lo que dirigí la mirada hacia el pasillo donde se hallaba la habitación donde se encontraba Hero preparándose para la conversación de esta noche.— Vino —respondí calidamente— de la mejor conserva que tenemos y... tartas, tartas de fresa y no olvides la caja de chocolates que siempre espero en mi escritorio —¿Qué era eso? era evidente que los vampiros no eramos capaces de digerir cual alimento, no lo necesitábamos, nuestro sistema no lo recibe, pero de cierta forma siempre pedía un aperitivo para aparentar las apariencias. Una vez pedido eso el mayordomo se retiró con una reverencia no sin antes pedirle que guiara a Hero una vez salido de arreglarse, llevarlo a la biblioteca. Una vez dado las ordenes continué con mi camino, la biblioteca se encontraba al fondo de los pasillos, custodiada por doble portón de madera tallada con rosas, al abrirla se podía contemplar los grandes estantes de libros cubriendo todas las paredes de la pieza, era una pieza realmente grande, que contaba con un escritorio enorme lleno de pergaminos sobre este, dos mesas a cada lado de la habitación, un escritorio pequeño en un rincón lo suficiente para posar un libro, tinta y pluma para un ser que se dedicaba escribir sus pensamientos plasmados en papel, un diván frente a un estante echo chimenea donde arriba de este se encontraba un gran cuadro de un joven de cabellera larga, negra y al frente de la entrada una ventana larga de arco cubierta por cortinas escarlata las cuales me dirigí para jalar de la cuerda para abrirlas y contemplar la noche que calmada ya estaba. Sólo unas gotas de rocío empapaban los cristales y desde ahí podía admirar las rosas. Y las paredes como el techo de la biblioteca estaban pintados con jardines místicos y querubines.
No sé cuanto tiempo quedé contemplando cuan espacioso jardín cuando en eso escuché las puertas de la biblioteca abrirse y escuchar al joven peli-negro a mis espaldas hablar. Creo que sentí un deja vu, definitivamente esto ya lo había pasado con alguien más, el joven sentado en el diván esperando a que comenzara a hablar mientras yo me encontraba contemplando la muerte inmortal de la rosa roja que antes se encontraba en aquel lugar, sí, definitivamente todo había cambiado después de cien años.— Para nada, igual acababa de entrar no hace unos minutos —respondí con voz serena pero audible— me alegra que os halla gustado el baño —me giré alejándome del ventanal y poder mirarle fijamente, en eso las sirvientas llegaban con lo que hace un momento había pedido traer, en charolas de plata y colocaban los platillos en la mesa de centro a la chimenea y la botella de vino con las copas de cristal, una de las sirvientas iba a colocar la caja de chocolates en mi escritorio de escritura cuando en eso la detuve mostrandole una cálida sonrisa tomando así aquella caja negra y la dama se retiraba con las demás con sutiles reverencias.
—¿Algo más que desee nuestro señor?
—Es todo por ahora, gracias. Podéis retiraos.
—Antes de responder, creo que primero debo cumplir mi promesa de responder todas las dudas que tuviste en aquellas calles; empezando por la primera —Mientras hablaba, las puertas de la biblioteca fueron cerradas tras la servidumbre quedando él y yo completamente solos, caminé hacia él acercándome al otro diván y tomé asiento frente a él mientras le observaba tan cómodo al tomarse la libertad de posar como quisiese.— Mi nombre es Angelo Ange D' Le Rose, la razón por la que no dije mi nombre en ese momento fue por el simple hecho de que como tú, te veía como un extraño, es decir, no sabía si sería la primera y última vez en que os vería y sólo serías otro más en mi paso. —Me incliné hacia adelante apoyando mis brazos en mis piernas y mi cabeza entre mis manos entrelazadas una con la otra mientras le miraba fijamente— ahora que ya sabéis mi nombre, puedo responder a todas vuestras dudas que gustéis.
Angelo Ange D' Le Rose- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 73
Fecha de inscripción : 04/03/2015
Localización : Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: ~+~Destiny or coincidence~+~
Y no pude evitar dejar escapar una pequeña risa desde lo profundo de mi garganta, cubriéndome los labios mientras me revolcaba en el sillón esperando, de alguna manera, una oportunidad para hablarle. Aquel señor que parecía atento y sorprendido de mis acciones simulaba no entender que en realidad era yo el que estaba admirándolo. Sus ojos -aunque algo fríos- estaban nítidos y enfocados. Lo cual hacía que mi ego y mi emoción se multipliquen sin poder contenerlo. Y le sonreí en principio, abrazando mis piernas desde la posición fetal que había concebido al acostarme en el sillón de dos. ¿Qué era eso? Postres y un delicioso aroma a chocolate me empezaba a embriagar. Y cómo no, el refilón de un vino se asomó. “Vampiros, tan cliché como siempre” Pensé, casi olvidando por completo el tormento que acababa de pasar en las afueras del lugar, en la ciudad donde todo me afligía hasta sentir que me mataba. ¡Ahora volvía a ser Hero una vez más! Aunque había perdido las fuerzas y esperanzas por tanto dolor. Me tornaba a la sonrisa eterna de dientes romos y blanquecinos; inocente, aunque manchada por la pena. — ¿Qué estaba mirando? ¿El cielo oscuro con la tormenta calmada o el pasto? ¿Acaso esa ventana da hacia el jardín? — Consulté casi al mismo tiempo que se me abrieron los rasgados ojos y salté del sillón para correr directo al ventanal. Unas hermosas y sangrientas rosas estaban adornando el panorama, junto con las gotas que parecían ser lágrimas de sufrimiento, un calvario que no era posible detener. No pude entonces evitar sentir puñaladas de dolor. — ¿Por qué siempre son rosas? Las amapolas… son más lindas. ¿Por qué rosas? — Repetí, justo antes de escuchar el nombre del inmortal y casi automáticamente apreté las palmas apoyando éstas sobre mi pecho, golpeándolas hasta girarme, para volver a dirigirme al sillón, sentándome en forma de canasta, con las piernas una por debajo y otra por arriba. Y asentí ante el hecho de que había disfrutado el baño, moviendo los cabellos aún húmedos a ambos lados, haciendo que las lacias hebras golpeteen contra la piel.
— ¿Si no dices tu nombre no respondes preguntas? Me gusta tu nombre, combina ángeles con rosas. Cosas que odio, pero parecen una paradoja, porque usted me cae muy bien. ¿Ahora he dejado de ser alguien en su paso? Quizá luego no nos volvamos a ver, ¿aunque eso suena triste, verdad? Volvámonos a ver, ¡promételo y entonces podrás contestar todas mis dudas más contento! — Aconsejé de forma chistosa, levantando el dedo índice en lo que lo movía a ambos lados, pensando, repensando y analizando sus palabras como si fuesen alguna especie de ritual antes de poder seguir hablando. ¿Era tan difícil? ¿Me volvería como él cuando los años pasaran? Me rondaban varios estilos de preguntas, algunas más profundas y problemáticas y otras más simples, como, ¿por qué había comida allí si no era posible ingerir nada? ¿Acaso había alguna manera de que sí? Aunque yo sabía bien que con una buena cantidad de sangre, un bocado de alimentos perecederos no nos mataría. No obstante se necesitaba mucho sacrificio, uno que no estaba dispuesto a dar. Mis manos bañadas en sangre ya eran demasiado cotidianas y no quería tener que hacer “trabajo extra” solo por un capricho que me podía evitar. Pues no podía hacer que alguien lo haga por mí, la muerte aparecería de todos modos en frente. Y ya no quería verla, nunca más. — Yo… mis primeras preguntas fueron cómo se llama el caballo y por qué usas la máscara. Aun cuando está en su casa, eso es raro, ¿tiene una cicatriz? ¡Queda bien igual! No me malinterprete, es que no soy bueno hablando. El francés es más difícil de lo que aparenta y tropiezo en las conjugaciones. — Aclaré tan rápido como pude. Era verdad casi todo lo que le había dicho, aunque en realidad sabía las expresiones y el vocabulario vulgar que solía utilizar, el inconveniente era no pensarlo hasta después de expuesto, lo que me dejaba al descubierto y casi siempre muy mal parado ante los demás. ¿Qué más podía decir? Había sido criado en condiciones tan egoístas que fijarme en mi hablar distaba mucho de lo cotidiano. Y al instante comencé a reír, avergonzado y divertido al mismo tiempo, mordiéndome los labios al mirar al inmortal. Me dediqué a buscar el alcohol que habían traído, olisqueando sin tocar. — Tengo un amigo que tiene una vinería, pero no son tan ricos, un poco suaves para mi gusto. ¿Le gusta el vino, no? Me recuerda a alguien. — Era como revivir el pasado en forma de calma y suavidad. El señor era, sin lugar a dudas, de lo más pacífico y sereno que hacía conocido. Con el rostro casi inmutable que exasperaba todos mis sentidos. ¡No podía contener mis ganas de verle las expresiones que podría tener! Aunque no parecía funcionar nada de lo que le decía.
— ¿Si no dices tu nombre no respondes preguntas? Me gusta tu nombre, combina ángeles con rosas. Cosas que odio, pero parecen una paradoja, porque usted me cae muy bien. ¿Ahora he dejado de ser alguien en su paso? Quizá luego no nos volvamos a ver, ¿aunque eso suena triste, verdad? Volvámonos a ver, ¡promételo y entonces podrás contestar todas mis dudas más contento! — Aconsejé de forma chistosa, levantando el dedo índice en lo que lo movía a ambos lados, pensando, repensando y analizando sus palabras como si fuesen alguna especie de ritual antes de poder seguir hablando. ¿Era tan difícil? ¿Me volvería como él cuando los años pasaran? Me rondaban varios estilos de preguntas, algunas más profundas y problemáticas y otras más simples, como, ¿por qué había comida allí si no era posible ingerir nada? ¿Acaso había alguna manera de que sí? Aunque yo sabía bien que con una buena cantidad de sangre, un bocado de alimentos perecederos no nos mataría. No obstante se necesitaba mucho sacrificio, uno que no estaba dispuesto a dar. Mis manos bañadas en sangre ya eran demasiado cotidianas y no quería tener que hacer “trabajo extra” solo por un capricho que me podía evitar. Pues no podía hacer que alguien lo haga por mí, la muerte aparecería de todos modos en frente. Y ya no quería verla, nunca más. — Yo… mis primeras preguntas fueron cómo se llama el caballo y por qué usas la máscara. Aun cuando está en su casa, eso es raro, ¿tiene una cicatriz? ¡Queda bien igual! No me malinterprete, es que no soy bueno hablando. El francés es más difícil de lo que aparenta y tropiezo en las conjugaciones. — Aclaré tan rápido como pude. Era verdad casi todo lo que le había dicho, aunque en realidad sabía las expresiones y el vocabulario vulgar que solía utilizar, el inconveniente era no pensarlo hasta después de expuesto, lo que me dejaba al descubierto y casi siempre muy mal parado ante los demás. ¿Qué más podía decir? Había sido criado en condiciones tan egoístas que fijarme en mi hablar distaba mucho de lo cotidiano. Y al instante comencé a reír, avergonzado y divertido al mismo tiempo, mordiéndome los labios al mirar al inmortal. Me dediqué a buscar el alcohol que habían traído, olisqueando sin tocar. — Tengo un amigo que tiene una vinería, pero no son tan ricos, un poco suaves para mi gusto. ¿Le gusta el vino, no? Me recuerda a alguien. — Era como revivir el pasado en forma de calma y suavidad. El señor era, sin lugar a dudas, de lo más pacífico y sereno que hacía conocido. Con el rostro casi inmutable que exasperaba todos mis sentidos. ¡No podía contener mis ganas de verle las expresiones que podría tener! Aunque no parecía funcionar nada de lo que le decía.
Invitado- Invitado
Re: ~+~Destiny or coincidence~+~
¿Qué había pasado? Era como una bipolaridad inexplicable, sorprendido no, más bien extrañado. Supongo que era común cuando le haz ofrecido una hospitalidad a un chiquillo que lloraba bajo la luz de la luna llena pidiendo auxilio al haberse perdido, pero él no estaba perdido, era claro, simplemente había huido. Mantuve mi vista en sus ojos, parecía que aquellos ojos sin dejar de mirarlos fijamente, estos me comenzaban a consumir entre aquella oscuridad; pero me desperté del trance virando la mirada cuando se levantó para irse hacia el gran ventanal y hacer lo que yo había hecho minutos atrás.
—¿Te gustan las Amapolas? —consulté, las flores eran hermosas por naturaleza, no ocupaban en un lugar de sus pétalos el esteticismo artificial. Desde su raíz hasta su florecimiento. Eran hermosas. —Las rosas tienen un significado para mí, un significado personal, intimo... —respondí con un tono de frialdad pero nostálgico a la vez, mi expresión se ablandaba y volvía a la normalidad al advertir que volvía a tomar asiento.
—¿Debería tomar eso como un cumplido? —dije sonriendo ante su comentario sobre las cosas que odiaba mientras me inclinaba hacia adelante para dejar la caja de chocolates sobre la mesa, a un lado del postre y me recargue lentamente en el respaldo del diván extendiendo los brazos sobre éste y apoyando la pierna derecha sobre la izquierda mientras desviaba la mirada, virando la cabeza hacia el estante de libros que se encontraba a mi derecha muy alejado de la chimenea. —Significa Ángel de Ángeles... —dije por lo bajo, aunque no era un susurro ni mucho menos un murmullo, suspiré de manera relajada y volví la vista hacia él— "De la Rosa" es un apellido de familia, una familia tan supersticiosa que de seguro se arrepintieron de colocarme dicho nombre. Si he de decir qué es lo que más me gusta de mi nombre, sería mi apellido. Pues como vos, yo no odio a los ángeles simplemente no creo en ellos. Y las rosas me encantan. Aunque al decir que no creo en la divina religión sería igual a que no creo en el infierno, y me llego a cuestionar entonces ¿De donde somos? Así que aún como tú, tengo muchas dudas.
Me relamí los labios al hundir estos en mi cavidad para después expulsarlos ligeramente hacia afuera. —Si vos me dejáis veros de nuevo, os aseguro que así será. Pero no puedo prometéroslo... —Un minuto de silencio, casi podía escuchar a los sirvientes aún haciendo deberes por la noche a las afueras de la biblioteca, podía incluso escuchar el rechinar de las llamas en la chimenea y el silencio tenía un sonido especifico y vacío que me llenaba de calma. Podía leer sus pensamientos pero no quería ser entrometido, aunque su mente se encontrase abierta, pero aún así con solo ver su mirada bajar a observar lo que yacía en la mesa: los pastelillos, bocados y el vino. Podía saber lo que pensaba sin siquiera leerle.
—No os preocupéis —respondí con serenidad—, por mí no hay problema, no deberéis preocuparos por el idioma que se maneja aquí en París, supongo que ha de ser complicado para un asiático como vos acostumbrarse a la lengua. Igual me pasaba en mi tiempo mortal al viajar a Asia —hice una pausa y me acomodé en el sofá cruzando los brazos por mi torso y dirigí la mirada hacia la chimenea—. Y no —reí por lo bajo, una risa que salió de mi garganta pero fue tímida de ser escuchada por la boca, simplemente atrapada en la faringe—, no tengo una cicatriz, la máscara tiene un significado teatral y filosófico —volví de nueva cuenta la mirada al frente pero agaché la cabeza concentrándome en sus preguntas y especialmente en su voz—, habla sobre el ser humano y sus distintas formas de fingir algo que no es, usando una máscara para encajar y mentir en la sociedad.
—Devil, si sabéis de ingles sabrás que Devil significa Diablo; ese es el nombre de aquel Frisón que te da miedo el tocarlo pero no puedes negar que es un hermoso corsel. Obviamente no es el original, su nombre es heredado de uno como él, un caballo magnifico que tiene una historia, una historia que cuando es bella tiene un final trágico.
Alcé la mirada nuevamente y como él, divise el vino sobre la mesa mientras le escuchaba con detenimiento, contemplando el interior de aquella botella de vidrio.
—En mi vida mortal me encantaba acompañarlo con una buena comida en la cena, este por su lado tiene un aroma exquisito, dulce así como en todo lo que yo amo probar, si no es dulce no vale la pena —baje la pierna derecha y me incline hacia el frente para tomar la botella y leer su descripción mientras él comentaba acerca de su amigo; me levanté de mi lugar abriendo la botella y tomé una de las copas de cristal para servir un poco de su contenido en ésta haciendo lo mismo igual con la otra dejando cada una en el borde de la mesa, una cerca de Hero y la otra en el otro extremo donde yo me hallaba.
—Cuéntame un poco de ese amigo tuyo al que te recuerdo, ¿Cómo es?
—¿Te gustan las Amapolas? —consulté, las flores eran hermosas por naturaleza, no ocupaban en un lugar de sus pétalos el esteticismo artificial. Desde su raíz hasta su florecimiento. Eran hermosas. —Las rosas tienen un significado para mí, un significado personal, intimo... —respondí con un tono de frialdad pero nostálgico a la vez, mi expresión se ablandaba y volvía a la normalidad al advertir que volvía a tomar asiento.
—¿Debería tomar eso como un cumplido? —dije sonriendo ante su comentario sobre las cosas que odiaba mientras me inclinaba hacia adelante para dejar la caja de chocolates sobre la mesa, a un lado del postre y me recargue lentamente en el respaldo del diván extendiendo los brazos sobre éste y apoyando la pierna derecha sobre la izquierda mientras desviaba la mirada, virando la cabeza hacia el estante de libros que se encontraba a mi derecha muy alejado de la chimenea. —Significa Ángel de Ángeles... —dije por lo bajo, aunque no era un susurro ni mucho menos un murmullo, suspiré de manera relajada y volví la vista hacia él— "De la Rosa" es un apellido de familia, una familia tan supersticiosa que de seguro se arrepintieron de colocarme dicho nombre. Si he de decir qué es lo que más me gusta de mi nombre, sería mi apellido. Pues como vos, yo no odio a los ángeles simplemente no creo en ellos. Y las rosas me encantan. Aunque al decir que no creo en la divina religión sería igual a que no creo en el infierno, y me llego a cuestionar entonces ¿De donde somos? Así que aún como tú, tengo muchas dudas.
Me relamí los labios al hundir estos en mi cavidad para después expulsarlos ligeramente hacia afuera. —Si vos me dejáis veros de nuevo, os aseguro que así será. Pero no puedo prometéroslo... —Un minuto de silencio, casi podía escuchar a los sirvientes aún haciendo deberes por la noche a las afueras de la biblioteca, podía incluso escuchar el rechinar de las llamas en la chimenea y el silencio tenía un sonido especifico y vacío que me llenaba de calma. Podía leer sus pensamientos pero no quería ser entrometido, aunque su mente se encontrase abierta, pero aún así con solo ver su mirada bajar a observar lo que yacía en la mesa: los pastelillos, bocados y el vino. Podía saber lo que pensaba sin siquiera leerle.
—No os preocupéis —respondí con serenidad—, por mí no hay problema, no deberéis preocuparos por el idioma que se maneja aquí en París, supongo que ha de ser complicado para un asiático como vos acostumbrarse a la lengua. Igual me pasaba en mi tiempo mortal al viajar a Asia —hice una pausa y me acomodé en el sofá cruzando los brazos por mi torso y dirigí la mirada hacia la chimenea—. Y no —reí por lo bajo, una risa que salió de mi garganta pero fue tímida de ser escuchada por la boca, simplemente atrapada en la faringe—, no tengo una cicatriz, la máscara tiene un significado teatral y filosófico —volví de nueva cuenta la mirada al frente pero agaché la cabeza concentrándome en sus preguntas y especialmente en su voz—, habla sobre el ser humano y sus distintas formas de fingir algo que no es, usando una máscara para encajar y mentir en la sociedad.
—Devil, si sabéis de ingles sabrás que Devil significa Diablo; ese es el nombre de aquel Frisón que te da miedo el tocarlo pero no puedes negar que es un hermoso corsel. Obviamente no es el original, su nombre es heredado de uno como él, un caballo magnifico que tiene una historia, una historia que cuando es bella tiene un final trágico.
Alcé la mirada nuevamente y como él, divise el vino sobre la mesa mientras le escuchaba con detenimiento, contemplando el interior de aquella botella de vidrio.
—En mi vida mortal me encantaba acompañarlo con una buena comida en la cena, este por su lado tiene un aroma exquisito, dulce así como en todo lo que yo amo probar, si no es dulce no vale la pena —baje la pierna derecha y me incline hacia el frente para tomar la botella y leer su descripción mientras él comentaba acerca de su amigo; me levanté de mi lugar abriendo la botella y tomé una de las copas de cristal para servir un poco de su contenido en ésta haciendo lo mismo igual con la otra dejando cada una en el borde de la mesa, una cerca de Hero y la otra en el otro extremo donde yo me hallaba.
—Cuéntame un poco de ese amigo tuyo al que te recuerdo, ¿Cómo es?
Angelo Ange D' Le Rose- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 73
Fecha de inscripción : 04/03/2015
Localización : Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: ~+~Destiny or coincidence~+~
¿Gustarme? Gustarme. Gus-tar-me.
No, nada me gustaba, o quizá todo. La realidad es que no me agradaban las rosas rojas, las odiaba por ser tan hermosas, por llamar la atención de todos, por robarme mí atención que tanto anhelaba en donde quiera que vaya. Pero claro, las amapolas tampoco me gustaban, ninguna planta era de mi real agrado, después de todo solo servían para adornar y recordarme que incluso ellas estaban vivas y yo no. Asombrosamente mi masoquismo era tan profundo y estaba tan escondido que mi mejor pasatiempo era plantar flores en el jardín. Las regaba cada noche; recordaba hablarles y reprocharles. Les llegaba a decir que ellas podían estar vivas pero no podían hablar, ¡entonces para qué servía respirar!
Todos esos recuerdos se acumularon en mi mente e inevitablemente fue que tardé en responderle, quedándome mirando a una eternidad inconclusa. — He escuchado eso antes, supongo que las rosas rojas son unas casanovas. Sí, las amapolas, son lindas. — No era una mentira, tampoco una verdad, pues lo cierto es que tenía envidia de todo aquello que tuviese algo que yo no. Sin embargo no hice alusión a tales pensamientos, sabía que estaban mal, que eran un defecto en mi interior. Y así me volví al sillón acomodando mis cabellos detrás de las orejas para poder ver todo lo que estaba decorado y también escucharle. Era importante, todo lo que me dijera tenía que ser recordado, me habían enseñado que los mayores siempre ayudaban a crecer y nada me emocionaba más a mí que poder aprender cosas. ¡Aunque me di cuenta en ese momento que nadie iba a tener las respuestas que en mi profundidad se estaban buscando! Suspiré, bufé, me reacomodé y terminé por estirarme. Los ángeles existían, era obvio, solo que nosotros no teníamos ninguno que nos protegiera. ¡Los ángeles son para los seres vivos! Me reí, mordiendo mi labio inferior en lo que acercaba mi mano al postre y pasaba el dedo por un costado de la crema, sigilosamente, como si él no pudiese darse cuenta de semejante accionar. — ¿Nunca los escuchaste? ¿Alguna vez viste a una bruja? Son tediosas y están llenas de problemas pero siempre aseguran que los ángeles no son más que espíritus que protegen. Hay muchas teorías, lo seguro es que nosotros no tenemos ningún ángel que nos quiera. El aura de nuestra raza es tan oscura y horrible que se nota a leguas que no somos algo creado por una criatura celestial o bondadosa. De algún lado salimos, quizá algún demonio. Sería interesante saber las respuestas, quizá si nos morimos lo descubrimos. ¿Nuestra alma irá a algún lado? Lo dudo, dicen que una vez convertidos nuestra alma se la queda ¡Satán! — Lancé estrepitosamente y me llamé a silencio rápidamente, ¿qué tanto tiempo había estado delirando en voz alta? Una mueca de vergüenza se hizo presente y avivadamente me entretuve en la siguiente conversación, intentando olvidar aquella que hablaba sobre demonios, ángeles y criaturas que siquiera sabíamos si existían. Y observé por momentos su rostro, ¿teatral? Yo sabía de eso, había estado cantando en el teatro de los vampiros durante más de cuatro años. ¿Entonces se refería a algo así como ocultar una parte de él? Tenía sentido, él debía ser incapaz de contar su real naturaleza y por qué no, incluso su familia era extravagante. No era raro que Angelo lo fuera también. Mis ojos negros se abrieron como platos curiosos y le sonreí asintiendo emocionado de muerte. — ¿Y por qué lo usas aun estando aquí? Es tu casa y conmigo no es necesario aparentar, es decir, ¿Qué puede decirte alguien como yo? ¡Sería demasiado tonto! — Incluso reí, mostrando todos mis dientes y disfrutando al mismo tiempo aquellas sonrisas que el extraordinario hombre dejaba salir. ¡Era increíblemente bonita! De esas cosas que uno nota inmediatamente que son inauditas porque tienen un brillo diferente a cualquiera. El rosado suave se había marcado sobre mis mejillas.
— ¿Y por qué haces heredar los nombres? Intentas renacerlo pero nunca ninguno será el original, ¿no es triste? Conozco a alguien que pasó esa frontera, era tan egoísta que para que no muriera fue traspasando un alma de cuerpo en cuerpo, pero nunca termina siendo el original, se van perdiendo pedazos. ¿Qué es mejor entonces? ¿Intentar recordar a alguien con algo que no es o jugar con la vida ajena haciéndola viajar en un camino que no pueden seguir, éste de la inmortalidad? — ¿Filosofía? No, nada de eso tenía que ver conmigo, yo simplemente hablaba, preguntaba lo que no entendía y me decía a mí mimo, ¿por qué así y no de otra manera? Que es lo que nos lleva a cometer tantos errores en nuestra vida. Y allí estaba el otro lado de mí ser que luchaba por volver a dominarme, mis manos se aferraron a la copa, emocionado por tocar con los labios un nuevo elixir rojo. — Si no es dulce… ¿no vale la pena? Me gusta cómo suena eso. ¡Me gusta! — Asentí, totalmente de acuerdo, riendo a duras penas con los labios cerrados, removiéndome para pronto testear el sabor, aprobándolo de inmediato. Después de todo, no sabía nada de vinos y aunque Deiran me hubiese querido enseñar siempre prestaba demasiada poca atención. Y la pregunta sobre él fue como sal en los ojos. — Oh, pues solo en personalidad, mi amigo era un poco más serio, cabello atado y castaño, siempre reservado y decía lo justo. No sé a dónde se fue ahora, los inquisidores lo buscaban, por mi culpa en parte, creo que lo volví loco. Me pregunto si ahora será cenizas o si estará escondido en algún lugar. Rumores dicen que lo volvieron un inquisidor condenado. ¡Que le lavaron el cerebro! Yo quiero pensar que es mentira, tampoco puedo irme a fijar, ya no tengo colmillos para que me los saquen antes de querer matarme, irán directo por la última parte. ¿Y sabes? A mí me gusta existir. Me gusta, de verdad. ¿Y a ti? Aunque no pueda ver el Sol, todo lo demás es hermoso, ¡es solo el Sol! A cambio de todo esto que podemos hacer. Lástima que nos quieren matar, pero es porque no entienden… No tenemos la culpa tampoco. ¿O sí? — Busqué entonces en él una respuesta, ¿acaso era nuestra responsabilidad haber terminado así? ¿Por qué? ¡No era justo!
No, nada me gustaba, o quizá todo. La realidad es que no me agradaban las rosas rojas, las odiaba por ser tan hermosas, por llamar la atención de todos, por robarme mí atención que tanto anhelaba en donde quiera que vaya. Pero claro, las amapolas tampoco me gustaban, ninguna planta era de mi real agrado, después de todo solo servían para adornar y recordarme que incluso ellas estaban vivas y yo no. Asombrosamente mi masoquismo era tan profundo y estaba tan escondido que mi mejor pasatiempo era plantar flores en el jardín. Las regaba cada noche; recordaba hablarles y reprocharles. Les llegaba a decir que ellas podían estar vivas pero no podían hablar, ¡entonces para qué servía respirar!
Todos esos recuerdos se acumularon en mi mente e inevitablemente fue que tardé en responderle, quedándome mirando a una eternidad inconclusa. — He escuchado eso antes, supongo que las rosas rojas son unas casanovas. Sí, las amapolas, son lindas. — No era una mentira, tampoco una verdad, pues lo cierto es que tenía envidia de todo aquello que tuviese algo que yo no. Sin embargo no hice alusión a tales pensamientos, sabía que estaban mal, que eran un defecto en mi interior. Y así me volví al sillón acomodando mis cabellos detrás de las orejas para poder ver todo lo que estaba decorado y también escucharle. Era importante, todo lo que me dijera tenía que ser recordado, me habían enseñado que los mayores siempre ayudaban a crecer y nada me emocionaba más a mí que poder aprender cosas. ¡Aunque me di cuenta en ese momento que nadie iba a tener las respuestas que en mi profundidad se estaban buscando! Suspiré, bufé, me reacomodé y terminé por estirarme. Los ángeles existían, era obvio, solo que nosotros no teníamos ninguno que nos protegiera. ¡Los ángeles son para los seres vivos! Me reí, mordiendo mi labio inferior en lo que acercaba mi mano al postre y pasaba el dedo por un costado de la crema, sigilosamente, como si él no pudiese darse cuenta de semejante accionar. — ¿Nunca los escuchaste? ¿Alguna vez viste a una bruja? Son tediosas y están llenas de problemas pero siempre aseguran que los ángeles no son más que espíritus que protegen. Hay muchas teorías, lo seguro es que nosotros no tenemos ningún ángel que nos quiera. El aura de nuestra raza es tan oscura y horrible que se nota a leguas que no somos algo creado por una criatura celestial o bondadosa. De algún lado salimos, quizá algún demonio. Sería interesante saber las respuestas, quizá si nos morimos lo descubrimos. ¿Nuestra alma irá a algún lado? Lo dudo, dicen que una vez convertidos nuestra alma se la queda ¡Satán! — Lancé estrepitosamente y me llamé a silencio rápidamente, ¿qué tanto tiempo había estado delirando en voz alta? Una mueca de vergüenza se hizo presente y avivadamente me entretuve en la siguiente conversación, intentando olvidar aquella que hablaba sobre demonios, ángeles y criaturas que siquiera sabíamos si existían. Y observé por momentos su rostro, ¿teatral? Yo sabía de eso, había estado cantando en el teatro de los vampiros durante más de cuatro años. ¿Entonces se refería a algo así como ocultar una parte de él? Tenía sentido, él debía ser incapaz de contar su real naturaleza y por qué no, incluso su familia era extravagante. No era raro que Angelo lo fuera también. Mis ojos negros se abrieron como platos curiosos y le sonreí asintiendo emocionado de muerte. — ¿Y por qué lo usas aun estando aquí? Es tu casa y conmigo no es necesario aparentar, es decir, ¿Qué puede decirte alguien como yo? ¡Sería demasiado tonto! — Incluso reí, mostrando todos mis dientes y disfrutando al mismo tiempo aquellas sonrisas que el extraordinario hombre dejaba salir. ¡Era increíblemente bonita! De esas cosas que uno nota inmediatamente que son inauditas porque tienen un brillo diferente a cualquiera. El rosado suave se había marcado sobre mis mejillas.
— ¿Y por qué haces heredar los nombres? Intentas renacerlo pero nunca ninguno será el original, ¿no es triste? Conozco a alguien que pasó esa frontera, era tan egoísta que para que no muriera fue traspasando un alma de cuerpo en cuerpo, pero nunca termina siendo el original, se van perdiendo pedazos. ¿Qué es mejor entonces? ¿Intentar recordar a alguien con algo que no es o jugar con la vida ajena haciéndola viajar en un camino que no pueden seguir, éste de la inmortalidad? — ¿Filosofía? No, nada de eso tenía que ver conmigo, yo simplemente hablaba, preguntaba lo que no entendía y me decía a mí mimo, ¿por qué así y no de otra manera? Que es lo que nos lleva a cometer tantos errores en nuestra vida. Y allí estaba el otro lado de mí ser que luchaba por volver a dominarme, mis manos se aferraron a la copa, emocionado por tocar con los labios un nuevo elixir rojo. — Si no es dulce… ¿no vale la pena? Me gusta cómo suena eso. ¡Me gusta! — Asentí, totalmente de acuerdo, riendo a duras penas con los labios cerrados, removiéndome para pronto testear el sabor, aprobándolo de inmediato. Después de todo, no sabía nada de vinos y aunque Deiran me hubiese querido enseñar siempre prestaba demasiada poca atención. Y la pregunta sobre él fue como sal en los ojos. — Oh, pues solo en personalidad, mi amigo era un poco más serio, cabello atado y castaño, siempre reservado y decía lo justo. No sé a dónde se fue ahora, los inquisidores lo buscaban, por mi culpa en parte, creo que lo volví loco. Me pregunto si ahora será cenizas o si estará escondido en algún lugar. Rumores dicen que lo volvieron un inquisidor condenado. ¡Que le lavaron el cerebro! Yo quiero pensar que es mentira, tampoco puedo irme a fijar, ya no tengo colmillos para que me los saquen antes de querer matarme, irán directo por la última parte. ¿Y sabes? A mí me gusta existir. Me gusta, de verdad. ¿Y a ti? Aunque no pueda ver el Sol, todo lo demás es hermoso, ¡es solo el Sol! A cambio de todo esto que podemos hacer. Lástima que nos quieren matar, pero es porque no entienden… No tenemos la culpa tampoco. ¿O sí? — Busqué entonces en él una respuesta, ¿acaso era nuestra responsabilidad haber terminado así? ¿Por qué? ¡No era justo!
Invitado- Invitado
Temas similares
» - Destiny -Libre
» We know our destiny esque
» Destiny... Correspondencia..
» Destiny (libre)
» Destiny has put me in their eyes[Privado]
» We know our destiny esque
» Destiny... Correspondencia..
» Destiny (libre)
» Destiny has put me in their eyes[Privado]
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour