AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Destiny has put me in their eyes[Privado]
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Destiny has put me in their eyes[Privado]
El llanto de una niña, una melodía perfecta para aquel lugar lúgubre y espantoso, pronto aquel chillido se pierde entre la neblina ¿abría de ser un fantasma errante? Ella no tenia habilidad de ver cosas así, debía ser Milenka en algún lugar de su subconsciente la que había llorado. La luna estaba alta, eso quería decir que era media noche, Anastasia ya había comenzado a conocer las horas por el movimiento de la luna. Caminaba, tranquila pero con miedo en la sangre de que algún desgraciado se le apareciese al frente de el, parece que nadie viene, nadie llega, todo está normal.
Ve a lo lejos las risas de aquellas personas adineradas mientras ella parada al frente de ellos, lo único que da es lastima ajena. ¡Que vergüenza! ¿! Acaso Katiuska no gana suficiente para comprarse al menos un vestido decente!? Está harta de vivir en las sombras, desea volver a surgir, aunque no está muy segura de que si alguna vez estuvo apoderada por totalidad de aquel cuerpo.
Según ella su pasado la llama. Danzas elegantes, risas empolvadas, vestidos, joyas, desea, lo desea ¿a quién tiene que matar para conseguir aquella riqueza tan anhelada? Busca. Busca. No busca nada, no tiene nada, espera que la muerte llegue a ella y se atreva a besarla a los labios para llevarla junto a ella.
¡ohh…! Dulce Anastasia, Altanera y sin sentido de la moralidad. ¿No sabes que cuando se busca a la muerte la encuentras? Un ruido de hace estremecer ¿no es así? Comienzas a temblar, no es por frio, es porque te sientes como un ciervo indefenso antes las garras de un gran lobo. Es de noche ¿No? Tienes suerte que no hay luna llena, un licántropo podría atacarte y matarte… busca detener mi voz, te tapas tus oídos esperando que mi voz desvanezca, pero desvanecerá cuando mueras, cuando duermas debajo de la tierra, cuando te conviertas en abono querida Anastasia, en ese momento me detendré…
-CALLATE- chillo alto, sujetaba sus cabellos, buscaba arrancarse sus orejas-HE DICHO QUE TE CAYES- volvió a ordenar a una voz inexistente. ¿Conciencia tal vez? No tenía idea, solo sabía que aquello la forzaba a arrodillarse y a gimotear como una niña de cinco años, su hermoso rostro estaba hecho un mar de lagrimas, sus ojos enrojecidos se encontraban entrecerrados mientras el cuerpo de aquella joven se movía de un lado a otro, en un van y ven que buscaba arrullar a Anastasia.
Silencio.
Adoraba el silencio, el silencio era su mejor amigo, su compañero, al igual que la oscuridad, pero.. ¿Quién se acerca?. Alzo la mirada, encontró unas piernas para después seguir mirando hacia arriba y encontrar un rostro oculto por las sombras, se levanto restregando la manga de aquel mugriento abrigo que la protegía débilmente del frio, mezclaba el sucio de su rostro con las lágrimas enjuagadas con mocos-No me patee… ya me quito de su camino- dijo tajante mientras alzaba su mentón y seguía su camino hacia el lado contrario de aquel hombre al que no le pudo ver bien el rostro.
Ve a lo lejos las risas de aquellas personas adineradas mientras ella parada al frente de ellos, lo único que da es lastima ajena. ¡Que vergüenza! ¿! Acaso Katiuska no gana suficiente para comprarse al menos un vestido decente!? Está harta de vivir en las sombras, desea volver a surgir, aunque no está muy segura de que si alguna vez estuvo apoderada por totalidad de aquel cuerpo.
Según ella su pasado la llama. Danzas elegantes, risas empolvadas, vestidos, joyas, desea, lo desea ¿a quién tiene que matar para conseguir aquella riqueza tan anhelada? Busca. Busca. No busca nada, no tiene nada, espera que la muerte llegue a ella y se atreva a besarla a los labios para llevarla junto a ella.
¡ohh…! Dulce Anastasia, Altanera y sin sentido de la moralidad. ¿No sabes que cuando se busca a la muerte la encuentras? Un ruido de hace estremecer ¿no es así? Comienzas a temblar, no es por frio, es porque te sientes como un ciervo indefenso antes las garras de un gran lobo. Es de noche ¿No? Tienes suerte que no hay luna llena, un licántropo podría atacarte y matarte… busca detener mi voz, te tapas tus oídos esperando que mi voz desvanezca, pero desvanecerá cuando mueras, cuando duermas debajo de la tierra, cuando te conviertas en abono querida Anastasia, en ese momento me detendré…
-CALLATE- chillo alto, sujetaba sus cabellos, buscaba arrancarse sus orejas-HE DICHO QUE TE CAYES- volvió a ordenar a una voz inexistente. ¿Conciencia tal vez? No tenía idea, solo sabía que aquello la forzaba a arrodillarse y a gimotear como una niña de cinco años, su hermoso rostro estaba hecho un mar de lagrimas, sus ojos enrojecidos se encontraban entrecerrados mientras el cuerpo de aquella joven se movía de un lado a otro, en un van y ven que buscaba arrullar a Anastasia.
Silencio.
Adoraba el silencio, el silencio era su mejor amigo, su compañero, al igual que la oscuridad, pero.. ¿Quién se acerca?. Alzo la mirada, encontró unas piernas para después seguir mirando hacia arriba y encontrar un rostro oculto por las sombras, se levanto restregando la manga de aquel mugriento abrigo que la protegía débilmente del frio, mezclaba el sucio de su rostro con las lágrimas enjuagadas con mocos-No me patee… ya me quito de su camino- dijo tajante mientras alzaba su mentón y seguía su camino hacia el lado contrario de aquel hombre al que no le pudo ver bien el rostro.
Katiuska Roslyakova- Humano Clase Baja
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Re: Destiny has put me in their eyes[Privado]
Sabía que no había sido una buena idea volver a París, volver a retomar aquellas obligaciones que tanto detestaba, y de no ser por su hermano pequeño y lo que quedaba de su sentido de honor no hubiese vuelto a mostrar sus narices ni siquiera en el mismo país en que estuviese su hermano mayor, pero ya lanzada la piedra no se puede hacer nada, porque las manecillas del reloj no podían retrocederse, y de hacerlo seguramente volvería a cometer el mismo error.
Después de la fuerte pelea con Sousuke habían dañadas más cosas que su cuerpo, aquello era fácil de recuperar debido a la sangre maldita que corría por sus venas, pero no su orgullo, que si bien era extremadamente fuerte tenía ciertas fibras débiles que solo su hermano conocía y podía afectar. Kuro Eiji había tomado posesión de su cuerpo y su voluntad, volviéndolo en el energúmeno de antes que perdía consciencia incluso de su propia existencia.
Del desastre que quedó luego no sabía nada, y la verdad es que prefería no saber, por eso no quería volver a casa y encontrarse con resabios de aquel altercado, pero al mismo tiempo, la consecuencia de su estado de la noche anterior lo ponía increíblemente débil físicamente, tanto que la sangre apenas y hacía diferencia, ya que lo más desgastado era su mente, algo que nadie podría reparar jamás.
Por eso vagaba, buscando aun más sacrificios que le devolvieran parte de la vitalidad arrebatada, tal vez solo lo justo para sobrevivir una noche más, porque ya estaba completamente resignado en lo que a la felicidad se refería. Sobrevivir era vivir a duras penas y sin gloria, y por más que pareciera mediocre, aquello era suficiente para alguien cuyo pecho no latía para nada y para nadie, desprovisto de pasión y anhelos, que aun para los de su tipo eran comunes.
Estar desencantado de la vida era lo suyo, y después de lo ocurrido decidió que no valía seguir intentando buscar ese algo que le hiciera desear seguir viviendo y peleando por algo. Decidió convertirse en un cuerpo vacío y aun más muerto de lo que ya estaba, porque si el destino le había deparado aquello, no había caso con intentar ir contra designios sagrados.
No pensaba en nada, ni tampoco le prestaba atención a nada, por eso fue que casi se tropezó con un cuerpo arrodillado en medio de la calle. Solo la observó con su eterno dejo de indiferencia hasta que las palabras de la muchacha le sacaron, contra su voluntad una leve sonrisa, sí, eso era lo que Asakura Eiji habría hecho, patearla y reprenderla con firmeza por atravesarse en un trayecto, pero era gracioso que ni siquiera para eso tuviese ánimo alguno.
No dijo nada, y la chica tampoco insistió en su disculpa, sino que tal y como había aparecido comenzó a caminar, dejándolo solo de nuevo. Pero estaba aburrido, y el aburrimiento siempre había sido uno de sus peores consejeros, el que esta vez le decía que siguiera a la chica, aunque por el momento sin ningún motivo en especial más que el de quien deja que las suaves brisas nocturnas le guíen.
- No iba a patearte, mujer – dijo luego de varios minutos de seguirla cuidadosamente para que ella no lo notara - … - quiso decir algo, pero al darse cuenta de que antes había hablado en voz alta se alarmó y solo la observó un par de segundos antes de hacer una pequeña reverencia con la cabeza para darse la media vuelta y largarse en busca de la nada.
Después de la fuerte pelea con Sousuke habían dañadas más cosas que su cuerpo, aquello era fácil de recuperar debido a la sangre maldita que corría por sus venas, pero no su orgullo, que si bien era extremadamente fuerte tenía ciertas fibras débiles que solo su hermano conocía y podía afectar. Kuro Eiji había tomado posesión de su cuerpo y su voluntad, volviéndolo en el energúmeno de antes que perdía consciencia incluso de su propia existencia.
Del desastre que quedó luego no sabía nada, y la verdad es que prefería no saber, por eso no quería volver a casa y encontrarse con resabios de aquel altercado, pero al mismo tiempo, la consecuencia de su estado de la noche anterior lo ponía increíblemente débil físicamente, tanto que la sangre apenas y hacía diferencia, ya que lo más desgastado era su mente, algo que nadie podría reparar jamás.
Por eso vagaba, buscando aun más sacrificios que le devolvieran parte de la vitalidad arrebatada, tal vez solo lo justo para sobrevivir una noche más, porque ya estaba completamente resignado en lo que a la felicidad se refería. Sobrevivir era vivir a duras penas y sin gloria, y por más que pareciera mediocre, aquello era suficiente para alguien cuyo pecho no latía para nada y para nadie, desprovisto de pasión y anhelos, que aun para los de su tipo eran comunes.
Estar desencantado de la vida era lo suyo, y después de lo ocurrido decidió que no valía seguir intentando buscar ese algo que le hiciera desear seguir viviendo y peleando por algo. Decidió convertirse en un cuerpo vacío y aun más muerto de lo que ya estaba, porque si el destino le había deparado aquello, no había caso con intentar ir contra designios sagrados.
No pensaba en nada, ni tampoco le prestaba atención a nada, por eso fue que casi se tropezó con un cuerpo arrodillado en medio de la calle. Solo la observó con su eterno dejo de indiferencia hasta que las palabras de la muchacha le sacaron, contra su voluntad una leve sonrisa, sí, eso era lo que Asakura Eiji habría hecho, patearla y reprenderla con firmeza por atravesarse en un trayecto, pero era gracioso que ni siquiera para eso tuviese ánimo alguno.
No dijo nada, y la chica tampoco insistió en su disculpa, sino que tal y como había aparecido comenzó a caminar, dejándolo solo de nuevo. Pero estaba aburrido, y el aburrimiento siempre había sido uno de sus peores consejeros, el que esta vez le decía que siguiera a la chica, aunque por el momento sin ningún motivo en especial más que el de quien deja que las suaves brisas nocturnas le guíen.
- No iba a patearte, mujer – dijo luego de varios minutos de seguirla cuidadosamente para que ella no lo notara - … - quiso decir algo, pero al darse cuenta de que antes había hablado en voz alta se alarmó y solo la observó un par de segundos antes de hacer una pequeña reverencia con la cabeza para darse la media vuelta y largarse en busca de la nada.
Eiji Asakura- Vampiro Clase Alta
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Re: Destiny has put me in their eyes[Privado]
Siguió caminando… chasqueo su lengua cuando escucho un leve susurro en su mente, deseaba que aquella voz se fuera ¿Qué estaba diciendo en ese momento? ¡Cuidado… detrás de ti… ¿acaso no viste quien es ese ser?!. No, no lo había hecho y tampoco le interesaba, seguía caminando como si nada hubiera pasado, como si aquel hombre hubiera sido un fantasma de su mente, una ilusión que había sido provocado por su pisque aburrido.
Se estremeció. Una brisa le había hecho sentir el maldito frio de parís, aunque claro está, no era tan fuerte ni torturador como los que había sentido en Rusia años atrás, solamente aquel cuerpo había presenciado aquello, ella aun había estado lejos de la superficie, durmiendo plácidamente en el fondo de la mente de Katiuska. Giro su rostro mostrando sorpresa al ver tan cerca aquel hombre de rasgos asiáticos que había dejado hace unos minutos atrás, frunció el ceño, odiaba las sorpresas, y esta le había parecido desagradable, odiaba sentirse indefensa y sorprendida, dejo que este se quedara al frente de ella. Los dos se miraron por unos segundos. -…- parecía que las palabras no deseaban salir de ninguno de los dos.
¿Acaso la vida era tan trágica, tan estúpida que no deseaban pelear ni discutir? Anastasia ya tenía un problema, no deseaba otro, aquella voz que estaba en su cabeza le hablaba de un pasado que ella nunca había conocido. Todo parecía haber terminado, aquella leve reverencia le indicaba a Anastasia que aquel hombre se iba dejándola sola en aquella peligrosa noche, pudo mostrar sienta empatía con él, tal vez porque pudieran estar sufriendo de lo mismo. No, lo de ella nadie podría estar sufriéndolo ¿ser una personalidad más de un cuerpo de 24 años?... Anastasia no existía… ella no era real ¿o estaba equivocada?
te parece guapo ¿no es así? –cállate…- susurro entrecerrando sus ojos adoloridamente. he dicho la verdad… ¿Por qué de duele cuando digo la verdad? -Tu no eres nadie… yo no soy nadie- estas equivocada hermosa flor de primavera -¿Por qué no me dejas en paz?- susurro angustiada. Los sollozos se elevaron al cielo, luego un grito desgarrador la lleno de sufrimiento.
Deseaba morir, eso era lo que deseaba en ese momento, ya no soportaba mas la voz inexistente en su cabeza, comenzaba a volverse loca ¿muerte… donde estaba? La deseaba con todo su ser… deseaba algo que la matara por dentro y por fuera, deseaba volar lejos de aquel cuerpo dividido.
-deseo… morir…- susurro arrodillada en el piso con sus dos manos tapando sus oídos, como si aquello pudiera funcionarle…
Se estremeció. Una brisa le había hecho sentir el maldito frio de parís, aunque claro está, no era tan fuerte ni torturador como los que había sentido en Rusia años atrás, solamente aquel cuerpo había presenciado aquello, ella aun había estado lejos de la superficie, durmiendo plácidamente en el fondo de la mente de Katiuska. Giro su rostro mostrando sorpresa al ver tan cerca aquel hombre de rasgos asiáticos que había dejado hace unos minutos atrás, frunció el ceño, odiaba las sorpresas, y esta le había parecido desagradable, odiaba sentirse indefensa y sorprendida, dejo que este se quedara al frente de ella. Los dos se miraron por unos segundos. -…- parecía que las palabras no deseaban salir de ninguno de los dos.
¿Acaso la vida era tan trágica, tan estúpida que no deseaban pelear ni discutir? Anastasia ya tenía un problema, no deseaba otro, aquella voz que estaba en su cabeza le hablaba de un pasado que ella nunca había conocido. Todo parecía haber terminado, aquella leve reverencia le indicaba a Anastasia que aquel hombre se iba dejándola sola en aquella peligrosa noche, pudo mostrar sienta empatía con él, tal vez porque pudieran estar sufriendo de lo mismo. No, lo de ella nadie podría estar sufriéndolo ¿ser una personalidad más de un cuerpo de 24 años?... Anastasia no existía… ella no era real ¿o estaba equivocada?
te parece guapo ¿no es así? –cállate…- susurro entrecerrando sus ojos adoloridamente. he dicho la verdad… ¿Por qué de duele cuando digo la verdad? -Tu no eres nadie… yo no soy nadie- estas equivocada hermosa flor de primavera -¿Por qué no me dejas en paz?- susurro angustiada. Los sollozos se elevaron al cielo, luego un grito desgarrador la lleno de sufrimiento.
Deseaba morir, eso era lo que deseaba en ese momento, ya no soportaba mas la voz inexistente en su cabeza, comenzaba a volverse loca ¿muerte… donde estaba? La deseaba con todo su ser… deseaba algo que la matara por dentro y por fuera, deseaba volar lejos de aquel cuerpo dividido.
-deseo… morir…- susurro arrodillada en el piso con sus dos manos tapando sus oídos, como si aquello pudiera funcionarle…
Katiuska Roslyakova- Humano Clase Baja
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Re: Destiny has put me in their eyes[Privado]
Abrió los ojos de forma desmesurada, llegando incluso a temblar aquella bolita prácticamente negra que constituía el color de sus ojos. Sorprendido por todo. Un todo que iba desde su propio irracional comportamiento al haberla seguido, al haber hablado sin pensar, pero por sobre todo a causa del rostro de la muchacha y en el hecho de que había reparado en él. ¿Hace cuando que ya gente había perdido su nombre y su rostro para pasar a ser solo eso, gente? Gente que cruzaba la calle, gente que reía, gente que le servía de alimento, gente que hacía cosas, pero gente innominada al final.
Había reparado, y prácticamente memorizado, cada una de sus facciones hasta que aquel rictus que al parecer variaba entre dolor y desesperación. Entonces de nuevo ese sentimiento de alarma que le pedía con ahínco que se diera media vuelta y se largara, que sería contraproducente continuar con aquel juego del dios omnipresente que observaba la vida de una mortal. ¿Para qué gastar su tiempo? No. Esa no era una pregunta válida, él no gastaba su tiempo, precisamente porque nunca tenía nada que hacer con él. Y aunque sabía que era una mala idea, no se pudo mover, solo se quedó observándola petrificado.
Luego esas palabras desconcertantes, que en cualquier otro momento habrían significado una sentencia de muerte para la muchacha. ¿¡Qué!? Él… él no había hecho nada, no la había tocado, apenas y había soltado un par de palabras... ¡Ni siquiera eran palabras para provocar una reacción así!
Idiotamente comenzó a mirar a todos lados, en vano buscando a alguien más a quien culpar por el tormento ajeno, y para al mismo tiempo asegurarse de que nadie estuviese viendo aquel espectáculo en que era completamente inocente. Aunque para su mala suerte no fuese así en ninguno de los dos sentidos, porque un par de extraños los miraban de reojo, pero nadie lo suficientemente cerca como para cargarle la culpa.
No sabía qué hacer. Por primera vez en mucho tiempo una reacción humana lo había desconcertado de ese modo. Tal vez porque estaba acostumbrado a las palabras contrarias, a los “no quiero morir”, “no me hagas nada” y “ten piedad”. Era humano el querer sobrevivir, era el instinto que corría en la sangre de todos esos seres de sangre caliente el que los llevaba suplicar y hacer maniobras desesperadas para no ser dañados.
Claro que sabía que aun no siendo como él, habían humanos que no soportan su propia existencia, suicidas en potencia o muertos en vida en el sentido más metafórico de la palabra. Pero nunca se había encontrado con uno, y aún más, Asakura Eiji jamás se habría preocupado por uno… tal vez como ahora.
Tragó algo de saliva y se puso en cuclillas para quedar confidentemente cerca de la chica, tan atormentada que incluso podía ver en ella partes de él mismo – Puedo ser un ángel de la muerte para ti… si quieres – le susurró al tiempo que a la fuerza quitaba una de las manos con las que trataba de cubrir sus oídos – No es que me importe, pero puedo acabar con ese dolor – se apresuró a agregar para tratar de ocultar su inminente interés.
Entonces se levantó, aprovechando la misma mano que había apartado para tironearla con él y obligarla a levantarse también – Si me das buenas razones y me convences con ellas… - dijo mirándola seria y fijamente – Te mataré – finalizó.
Claro que para que el asesinara se necesitaba mucho menos que eso ¡No se necesitaba nada en absoluto! Hambre, hastío, aburrimiento ¡Cualquier cosa! Pero esta vez, estúpidamente creyó que podría hacerle apreciar su vida un poco, porque vivir como lo hacía el mismo Eiji, eso no era vivir.
Había reparado, y prácticamente memorizado, cada una de sus facciones hasta que aquel rictus que al parecer variaba entre dolor y desesperación. Entonces de nuevo ese sentimiento de alarma que le pedía con ahínco que se diera media vuelta y se largara, que sería contraproducente continuar con aquel juego del dios omnipresente que observaba la vida de una mortal. ¿Para qué gastar su tiempo? No. Esa no era una pregunta válida, él no gastaba su tiempo, precisamente porque nunca tenía nada que hacer con él. Y aunque sabía que era una mala idea, no se pudo mover, solo se quedó observándola petrificado.
Luego esas palabras desconcertantes, que en cualquier otro momento habrían significado una sentencia de muerte para la muchacha. ¿¡Qué!? Él… él no había hecho nada, no la había tocado, apenas y había soltado un par de palabras... ¡Ni siquiera eran palabras para provocar una reacción así!
Idiotamente comenzó a mirar a todos lados, en vano buscando a alguien más a quien culpar por el tormento ajeno, y para al mismo tiempo asegurarse de que nadie estuviese viendo aquel espectáculo en que era completamente inocente. Aunque para su mala suerte no fuese así en ninguno de los dos sentidos, porque un par de extraños los miraban de reojo, pero nadie lo suficientemente cerca como para cargarle la culpa.
No sabía qué hacer. Por primera vez en mucho tiempo una reacción humana lo había desconcertado de ese modo. Tal vez porque estaba acostumbrado a las palabras contrarias, a los “no quiero morir”, “no me hagas nada” y “ten piedad”. Era humano el querer sobrevivir, era el instinto que corría en la sangre de todos esos seres de sangre caliente el que los llevaba suplicar y hacer maniobras desesperadas para no ser dañados.
Claro que sabía que aun no siendo como él, habían humanos que no soportan su propia existencia, suicidas en potencia o muertos en vida en el sentido más metafórico de la palabra. Pero nunca se había encontrado con uno, y aún más, Asakura Eiji jamás se habría preocupado por uno… tal vez como ahora.
Tragó algo de saliva y se puso en cuclillas para quedar confidentemente cerca de la chica, tan atormentada que incluso podía ver en ella partes de él mismo – Puedo ser un ángel de la muerte para ti… si quieres – le susurró al tiempo que a la fuerza quitaba una de las manos con las que trataba de cubrir sus oídos – No es que me importe, pero puedo acabar con ese dolor – se apresuró a agregar para tratar de ocultar su inminente interés.
Entonces se levantó, aprovechando la misma mano que había apartado para tironearla con él y obligarla a levantarse también – Si me das buenas razones y me convences con ellas… - dijo mirándola seria y fijamente – Te mataré – finalizó.
Claro que para que el asesinara se necesitaba mucho menos que eso ¡No se necesitaba nada en absoluto! Hambre, hastío, aburrimiento ¡Cualquier cosa! Pero esta vez, estúpidamente creyó que podría hacerle apreciar su vida un poco, porque vivir como lo hacía el mismo Eiji, eso no era vivir.
Eiji Asakura- Vampiro Clase Alta
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Re: Destiny has put me in their eyes[Privado]
Anastasia rio en ese momento, se quedo mirándole por unos segundos, sus rasgos decían que era un oriental, como ella, pero la única diferencia era que la piel de Anastasia y sus rasgos eran más nórdicos y no tenia aquellos ojos finos como los del hombre. ¿Nacía miedo en ella? Para nada, no sentía ni la pizca de temor que una persona normal sentiría en una situación así. Sonrió ampliamente, si mientras estaba en el suelo le sonreía de forma desquiciada como si le hubieran dicho la respuesta de la existencia de su universo. -¿Acabar con mi dolor?- susurro incrédula mientras como un trapo se levantaba cuando este la tiro hacia arriba.
Ahg… imbécil, dejo salir un grito de ira mientras se soltaba bruscamente de él… ¿debía darle razones? ¿! Que asesino a sangre fría necesitaba razones!? Solamente a este desgraciado se le ocurría aquella clase de cosas. –Maldito… si no vas a cumplir las cosas que propones no ilusiones a la gente- le grito prácticamente deseando escupirle a la cara… parecía enfurecida, miraba hacia los lados buscando un lugar para apartarse de todo eso.
Sin pensarlo le dio la espalda y comenzó a caminar alejándose de el, pero luego se dio media vuelta resignada por lo que debía decir –No soy real- declaro en voz alta. Algunas dos personas le miraron extraño pero siguieron su camino, tal vez pensaban en estaba siendo una pelea de amantes… ¿ella con el…? Era mejor que no la hicieran reír, podría morir de un chiste tan gracioso –Este cuerpo…- le señalo mientras fruncía el ceño –No es mío… si alguien conocido me ve me llamaría “Katiuska” pero yo… la que te está hablando se llama “Anastasia”- sonrió levemente para luego dejar salir un suspiro de resignación. –Si me crees Esquizofrénica, no me molestaría, a veces creo que lo soy y que todo esto lo invento- susurro mientras aquella voz comenzaba a susurrarle algunas cosas que dejo en la oscuridad. Sonrió levemente mientras se acercaba a el.
-No me molesta que me hagas algún daño, porque simplemente no es mi cuerpo, es de ella y cuando tú la mates… yo simplemente desapareceré y dejare existir como siempre debió ser- explico con una sonrisa tranquila. -¿es suficiente razón?- pregunto casi ansiosa por su respuesta
Ahg… imbécil, dejo salir un grito de ira mientras se soltaba bruscamente de él… ¿debía darle razones? ¿! Que asesino a sangre fría necesitaba razones!? Solamente a este desgraciado se le ocurría aquella clase de cosas. –Maldito… si no vas a cumplir las cosas que propones no ilusiones a la gente- le grito prácticamente deseando escupirle a la cara… parecía enfurecida, miraba hacia los lados buscando un lugar para apartarse de todo eso.
Sin pensarlo le dio la espalda y comenzó a caminar alejándose de el, pero luego se dio media vuelta resignada por lo que debía decir –No soy real- declaro en voz alta. Algunas dos personas le miraron extraño pero siguieron su camino, tal vez pensaban en estaba siendo una pelea de amantes… ¿ella con el…? Era mejor que no la hicieran reír, podría morir de un chiste tan gracioso –Este cuerpo…- le señalo mientras fruncía el ceño –No es mío… si alguien conocido me ve me llamaría “Katiuska” pero yo… la que te está hablando se llama “Anastasia”- sonrió levemente para luego dejar salir un suspiro de resignación. –Si me crees Esquizofrénica, no me molestaría, a veces creo que lo soy y que todo esto lo invento- susurro mientras aquella voz comenzaba a susurrarle algunas cosas que dejo en la oscuridad. Sonrió levemente mientras se acercaba a el.
-No me molesta que me hagas algún daño, porque simplemente no es mi cuerpo, es de ella y cuando tú la mates… yo simplemente desapareceré y dejare existir como siempre debió ser- explico con una sonrisa tranquila. -¿es suficiente razón?- pregunto casi ansiosa por su respuesta
Katiuska Roslyakova- Humano Clase Baja
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Re: Destiny has put me in their eyes[Privado]
Cada vez entendía menos. No entendía a la muchacha, ni a él mismo por mostrar aquel estúpido interés en ella, y si hacía otra de sus gracias, solo una más, daría por terminado todo intento por ayudar a esa alma en pena. Porque era él, Eiji, quien había bajado de esa nube desde la que miraba con indiferencia al resto del mundo, solo para… bueno, ya no sabía realmente por qué lo hacía, pero de lo que si estaba seguro era que de la nada la joven frágil y desesperada había desaparecido casi por completo, para transformarse en alguien completamente diferente, alguien que por algún motivo, le agradaba menos la que muchacha que deseaba morir.
No supo cómo, pero se tragó las ganas de darle una bofetada que dejara su mano marcada en aquel pálido rostro, más con ese repentino cambio de aptitud que se le llegaba a antojar prepotente, tal vez como el suyo, motivo por el que su instinto volvió a hacer en vano esa llamada a la razón para que lo alejara. No la contesto y por inercia comenzó a seguir nuevamente a la muchacha, que seguía hablándole, como si supiera que aunque comenzará a andar él iría detrás suyo.
Eiji no era especialmente listo, pero tampoco era tan bruto como para no entender que la chica parecía sufrir de una neurosis que probablemente estaba dando paso a una esquizofrenia. Bueno, era eso o estaba poseída por algún espíritu altanero y prepotente… supuso que tendría que ser lo primero ¿Por qué si no estaría rogándole a la muerte que se la llevara?
Por unos segundos sintió lástima, la que se desvaneció cuando vio esa sonrisa en el rostro ajeno, coronado por aquella pregunta sobre la suficiencia de sus argumentos. Estaba mal. Pero nada lo obligaba a hacer lo que era correcto, así que seguirle el juego al par de chiquillas, al menos por un rato, podría despertar en él algo de interés, uno que se podía ver recompensado con esa liberación que solo el fin de la existencia podía dar.
- Supongo que es suficiente – dijo antes de tomarla del brazo y comenzar a tironearla para llevarla a un lugar más apartado en que pudiese jugar con ella de forma más privada – Pero lamentablemente ese ofrecimiento no era para ti, sino para Kat – agregó guiñándole un ojo, ahora ya divertido por esta extraña situación.
Esperaba estar en lo correcto y no haber confundido los nombres, aunque tampoco importaba demasiado porque la idea primaria se entendía a la perfección. Suspiró y dejó salir una casi imperceptible risa, hasta detenerse frente a un escaparate de una tienda que ahora se encontraba cerrada, pero que contaba con la suficiente iluminación como para que ambos pudiesen ver sus siluetas reflejadas en el cristal.
- No me agradas – dijo poniendo las manos sobre sus hombros, y volteándola para que mirase su reflejo - Y los atormentados ojos de… ¿Cómo era? ¿Katiuska…? Dejémoslo en Kat – dijo mientras la cogía del mentón para insistirle en que mirara – Sus ojos son más bellos que los tuyos – terminó con una sonrisa algo maliciosa en el rostro, que encubría una honestidad que jamás sería capaz de aceptar.
No sabía si seguía jugando con ella, o si por el contrario, estaba cayendo en su enfermiza trampa, tampoco podía estar seguro de que toda esa escena de la perturbada fuese cierta. Pero nada de eso iba a impedirle averiguar qué tan lejos podía llegar para saciar su curiosidad al tratar desentrañar una mente que era probable tuviese más problemas que la suya.
No supo cómo, pero se tragó las ganas de darle una bofetada que dejara su mano marcada en aquel pálido rostro, más con ese repentino cambio de aptitud que se le llegaba a antojar prepotente, tal vez como el suyo, motivo por el que su instinto volvió a hacer en vano esa llamada a la razón para que lo alejara. No la contesto y por inercia comenzó a seguir nuevamente a la muchacha, que seguía hablándole, como si supiera que aunque comenzará a andar él iría detrás suyo.
Eiji no era especialmente listo, pero tampoco era tan bruto como para no entender que la chica parecía sufrir de una neurosis que probablemente estaba dando paso a una esquizofrenia. Bueno, era eso o estaba poseída por algún espíritu altanero y prepotente… supuso que tendría que ser lo primero ¿Por qué si no estaría rogándole a la muerte que se la llevara?
Por unos segundos sintió lástima, la que se desvaneció cuando vio esa sonrisa en el rostro ajeno, coronado por aquella pregunta sobre la suficiencia de sus argumentos. Estaba mal. Pero nada lo obligaba a hacer lo que era correcto, así que seguirle el juego al par de chiquillas, al menos por un rato, podría despertar en él algo de interés, uno que se podía ver recompensado con esa liberación que solo el fin de la existencia podía dar.
- Supongo que es suficiente – dijo antes de tomarla del brazo y comenzar a tironearla para llevarla a un lugar más apartado en que pudiese jugar con ella de forma más privada – Pero lamentablemente ese ofrecimiento no era para ti, sino para Kat – agregó guiñándole un ojo, ahora ya divertido por esta extraña situación.
Esperaba estar en lo correcto y no haber confundido los nombres, aunque tampoco importaba demasiado porque la idea primaria se entendía a la perfección. Suspiró y dejó salir una casi imperceptible risa, hasta detenerse frente a un escaparate de una tienda que ahora se encontraba cerrada, pero que contaba con la suficiente iluminación como para que ambos pudiesen ver sus siluetas reflejadas en el cristal.
- No me agradas – dijo poniendo las manos sobre sus hombros, y volteándola para que mirase su reflejo - Y los atormentados ojos de… ¿Cómo era? ¿Katiuska…? Dejémoslo en Kat – dijo mientras la cogía del mentón para insistirle en que mirara – Sus ojos son más bellos que los tuyos – terminó con una sonrisa algo maliciosa en el rostro, que encubría una honestidad que jamás sería capaz de aceptar.
No sabía si seguía jugando con ella, o si por el contrario, estaba cayendo en su enfermiza trampa, tampoco podía estar seguro de que toda esa escena de la perturbada fuese cierta. Pero nada de eso iba a impedirle averiguar qué tan lejos podía llegar para saciar su curiosidad al tratar desentrañar una mente que era probable tuviese más problemas que la suya.
Eiji Asakura- Vampiro Clase Alta
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Re: Destiny has put me in their eyes[Privado]
Dolor. Era lo que sentía en esos momentos , era ya más que normal que prefirieran a Katiuska antes que a ella, porque “Kat” era linda, servicial y siempre tranquila, mientras Anastasia, aquella muchacha altanera que creía que las personas valían menos que un pedazo de pan, era rechazada, siempre había sido así. Suspiro profundamente sintiendo como sus ojos comenzaban a sentirse húmedos, estaban llenos de resentimientos y odio hacia aquel hombre. No, estaba equivocada, muy equivocada, aquello no era un hombre, era el mismísimo demonio…
¡El demonio la rechazaba! Eso era para reírse… irónico hasta la medula, ni el propio demonio deseaba matarla para dejar de sufrir. Su cuerpo, o mejor dicho el cuerpo compartido fue llevado a un lugar solitario en el cual fue obligada a observar aquel reflejo de su rostro, mostrándole que ella no tenía importancia que ella era más que una parte de la conciencia enferma de la leal… ¡oh! Como deseaba llorar en esos momentos, pero parecía que las lágrimas para ella habían sido privadas, solo podía ver cómo era arrastrada, obligada a ver algo que ya no deseaba. Sus piernas comenzaron a temblar mientras sentía como el cuerpo del hombre era una pared que le interponía retroceder de aquel reflejo que para ella era como medusa; la atrapaba, la convertía en piedra, la debilitada.
-Yo…- susurro débilmente. Una lagrima se aproximo llevando a su mejilla, su cabeza comenzaba a agitarse feroz mente, las manos de aquel ser la sujetaban de tal manera que sabía que si se desmoronaba el la podría acoger, pero acogería al cuerpo de Katiuska, porque el mismo había dicho que ella no le agradaba. Las lágrimas comenzaron a aflorar con mucha más potencia. Le daba gracias a dios que le haya dado la libertad de llorar libremente sin tener que esforzarse tanto. No sabía si en realidad tenia alma, era algo ridículo porque no sabía lo que exactamente era, pero en esos momento lloraba con toda su alma… -Porque…? ¡QUE ALGUIEN ME EXPLIQUE!- grito con todas sus fuerzas mientras ladeaba su rostro, había alzado la mirada, mirando aquella silueta que se divisaba gracias a la pequeña y lúgubre luz que llegaba a ese lugar -¿Cómo es que Katiuska a llegado a enamorar a la muerte y ella me rechaza a mi…?- susurro débilmente. –a mí que es quien la busca… ella no deseara morir- concluyo entrecerrando sus ojos –ella desea vivir… yo deseo morir- continuo mientras con sus manos buscaba aferrarse a la camisa del hombre, dando unos pasos para poder sentir el cuerpo en su espalda, que aunque la estaba privando de su libertad, ella deseaba imaginar que en realidad un abrazo le estaba brindando-estoy muerta en lo más profundo de su cuerpo con recuerdos que parecen piezas de un rompecabezas que parecen nunca encajar…-
Así era ella, era una pieza que no encajaría nunca, era algo que no debía existir y Katiuska se lo hacía recordar a cada instante que estaba en la oscuridad fría y tenebrosa –No sabes el daño que me haces… no lo sabes porque no has sufrido como yo- dijo sin pensarlo. Aquellos visones que tenían, aquello que parecía tan real pero a la vez un cuento de horror. Era imposible! Simplemente imposible… todo lo que en su mente estaba simplemente no pudo y nunca hubo para ello.
Deseaba saber como había sucedido aquello, abrió sus ojos ya cansados de llorar por algo que no iba a cambiar, se sentía estúpida por estar en ese lugar, con aquel hombre que solamente deseaba katiuska –Katiuska… Kat… Kat… eres como todos…- bramo comenzando a sentir en su cuerpo una ira que pronto comenzaría a volverse más violenta, busco forcejear para salir de su agarre, pero era lo más inútil que había hecho –no encontraras a alguien dispuesto a morir como yo, idiota… ella no desea Morir, ella ama la vida, ella es… ahh- dejo salir un grito de desesperación –déjame libre desgraciado- dijo moviéndose bruscamente entre sus brazos sin ningún resultado favorable. Por unos segundos entendió que aquello no iba a funcionar, dejo salir una leve risilla para luego acomodarse entre el pecho de aquel asiático sin hacer ningún esfuerzo.
Sus ojos se quedaron mirando aquellos bellos rasgos orientales que parecían intactos a sus esfuerzos de salir de sus brazos, sonrió alzando la mirada hasta chocar con sus ojos-Asi que eres también uno de aquellos seres iguales al jefe de Katiuska…- susurro de forma tan tranquila que daba miedo pensar que estaba en ese estado mientras estaba entre las garras de aquellos seres que no importaba lo que sucediera… tomaban la vida de la persona sin pensarlo dos veces-Kat siempre atrae la atención de esos seres…- dijo chasqueando la lengua –es tan servicial que me tan ganas de vomitar… pero ah… dime hablo mucho de Kat pero no la conoces… ¿deseas conocer a la leal?-
¡El demonio la rechazaba! Eso era para reírse… irónico hasta la medula, ni el propio demonio deseaba matarla para dejar de sufrir. Su cuerpo, o mejor dicho el cuerpo compartido fue llevado a un lugar solitario en el cual fue obligada a observar aquel reflejo de su rostro, mostrándole que ella no tenía importancia que ella era más que una parte de la conciencia enferma de la leal… ¡oh! Como deseaba llorar en esos momentos, pero parecía que las lágrimas para ella habían sido privadas, solo podía ver cómo era arrastrada, obligada a ver algo que ya no deseaba. Sus piernas comenzaron a temblar mientras sentía como el cuerpo del hombre era una pared que le interponía retroceder de aquel reflejo que para ella era como medusa; la atrapaba, la convertía en piedra, la debilitada.
-Yo…- susurro débilmente. Una lagrima se aproximo llevando a su mejilla, su cabeza comenzaba a agitarse feroz mente, las manos de aquel ser la sujetaban de tal manera que sabía que si se desmoronaba el la podría acoger, pero acogería al cuerpo de Katiuska, porque el mismo había dicho que ella no le agradaba. Las lágrimas comenzaron a aflorar con mucha más potencia. Le daba gracias a dios que le haya dado la libertad de llorar libremente sin tener que esforzarse tanto. No sabía si en realidad tenia alma, era algo ridículo porque no sabía lo que exactamente era, pero en esos momento lloraba con toda su alma… -Porque…? ¡QUE ALGUIEN ME EXPLIQUE!- grito con todas sus fuerzas mientras ladeaba su rostro, había alzado la mirada, mirando aquella silueta que se divisaba gracias a la pequeña y lúgubre luz que llegaba a ese lugar -¿Cómo es que Katiuska a llegado a enamorar a la muerte y ella me rechaza a mi…?- susurro débilmente. –a mí que es quien la busca… ella no deseara morir- concluyo entrecerrando sus ojos –ella desea vivir… yo deseo morir- continuo mientras con sus manos buscaba aferrarse a la camisa del hombre, dando unos pasos para poder sentir el cuerpo en su espalda, que aunque la estaba privando de su libertad, ella deseaba imaginar que en realidad un abrazo le estaba brindando-estoy muerta en lo más profundo de su cuerpo con recuerdos que parecen piezas de un rompecabezas que parecen nunca encajar…-
Así era ella, era una pieza que no encajaría nunca, era algo que no debía existir y Katiuska se lo hacía recordar a cada instante que estaba en la oscuridad fría y tenebrosa –No sabes el daño que me haces… no lo sabes porque no has sufrido como yo- dijo sin pensarlo. Aquellos visones que tenían, aquello que parecía tan real pero a la vez un cuento de horror. Era imposible! Simplemente imposible… todo lo que en su mente estaba simplemente no pudo y nunca hubo para ello.
Deseas mirar atrás
Para poder recordar
Cuando todo comenzó a ir tan mal
Pero todo lo que encuentras es horror
Escasa la verdad esta.
¿Dónde la encontraras?
Deberás ser como Alicia
Y buscar a un conejo
Aterrados todos están.
Amada Anastasia
Perdida siempre estas...
¿Dónde encontraras luz?
Tal vez la oscuridad
Esta lo que has de buscar
Para poder recordar
Cuando todo comenzó a ir tan mal
Pero todo lo que encuentras es horror
Escasa la verdad esta.
¿Dónde la encontraras?
Deberás ser como Alicia
Y buscar a un conejo
Aterrados todos están.
Amada Anastasia
Perdida siempre estas...
¿Dónde encontraras luz?
Tal vez la oscuridad
Esta lo que has de buscar
Deseaba saber como había sucedido aquello, abrió sus ojos ya cansados de llorar por algo que no iba a cambiar, se sentía estúpida por estar en ese lugar, con aquel hombre que solamente deseaba katiuska –Katiuska… Kat… Kat… eres como todos…- bramo comenzando a sentir en su cuerpo una ira que pronto comenzaría a volverse más violenta, busco forcejear para salir de su agarre, pero era lo más inútil que había hecho –no encontraras a alguien dispuesto a morir como yo, idiota… ella no desea Morir, ella ama la vida, ella es… ahh- dejo salir un grito de desesperación –déjame libre desgraciado- dijo moviéndose bruscamente entre sus brazos sin ningún resultado favorable. Por unos segundos entendió que aquello no iba a funcionar, dejo salir una leve risilla para luego acomodarse entre el pecho de aquel asiático sin hacer ningún esfuerzo.
Sus ojos se quedaron mirando aquellos bellos rasgos orientales que parecían intactos a sus esfuerzos de salir de sus brazos, sonrió alzando la mirada hasta chocar con sus ojos-Asi que eres también uno de aquellos seres iguales al jefe de Katiuska…- susurro de forma tan tranquila que daba miedo pensar que estaba en ese estado mientras estaba entre las garras de aquellos seres que no importaba lo que sucediera… tomaban la vida de la persona sin pensarlo dos veces-Kat siempre atrae la atención de esos seres…- dijo chasqueando la lengua –es tan servicial que me tan ganas de vomitar… pero ah… dime hablo mucho de Kat pero no la conoces… ¿deseas conocer a la leal?-
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Re: Destiny has put me in their eyes[Privado]
La sintió temblar bajo su cuerpo, casi tan claramente como sintió que la muchacha comenzaba a caer en la desesperación, lo que no esperaba era que comenzara a llorar de aquella forma, que comenzará a interpretar el papel de una mujer neurótica y escandalosa. No sabía por qué, pero le parecía que aun esa mujer que no era Katiuska, no era de aquellas que en la desesperación se volvían unas locas. No, creyó que ella podría tener incluso cierto grado de sofisticación y frialdad, pero al parecer se había equivocado garrafalmente.
Entonces, y para su mayor sorpresa, empezaba a decir locuras también, por eso eran, y no podía dárseles otro nombre. ¿Enamorado él? ¡Por supuesto que no! Asakura Eiji era incapaz de enamorarse alguien que no fuese él mismo. Quizás de los cuerpos ajenos, sí, pero aquello era más efímero que la duración de un suspiro, y tal vez la mujer que cuya libertad ahora estaba restringiendo era bella, solo era cosa de mirar más allá de las harapientas ropas que contrastaban de forma aterradora con la delicadeza de sus facciones. Era alguien de quien se podía enamorar a primera vista, pero no él.
Lo que a primeras le había parecido un juego, ahora comenzaba a retorcerse a un nivel peligroso, que sobrepasaba con creces una mera jugarreta de alguien medio perturbado. Ella parecía estar enferma, parada en medio de un puente que pendía de un pequeño hilo que en cualquier momento iba a cortarse, acabando con la vida de ambas. Y al parecer era ella la que lo deseaba, pero que al mismo tiempo no era lo suficientemente valiente como para concretarlo.
Aflojó un poco el agarre para no hacerle daño, al menos durante el tiempo que estuvo un poco más tranquila, pero de la nada comenzó a forcejear nuevamente. Entonces tuvo que decidir, soltarla para dejar que continuara con su miseria o retenerla para hacerla entrar en razón. Y no fue necesario pensar demasiado para tomar una resolución, porque en sus mismas palabras llenas de desesperación había sentenciado lo que quería. Así que no la soltó.
La atrapó de forma firme pero flexible, único motivo por el que ella pudo voltearse para quedar frente a él, observándolo con aquel rostro lleno de lágrimas pero coronado con una sonrisa. Había estado en silencio mucho tiempo, porque había aprendido que cuando un altanero comenzaba a lanzar afiladas palabras contra lo que se le atravesara, era mejor dejarlo hasta que sus fuerzas mermaran, porque nada de lo que le dijese haría diferencia a oídos tapados con el orgullo.
- No me interesa en absoluto ayudarlas – dijo con la apatía de siempre – Sin embargo lo estoy haciendo, porque sabes que me sería realmente fácil tomar su sangre hasta que se les detuviese el corazón – continuó, pero sin aquel tono de amenaza que generalmente caracterizaba ese tipo de palabras – Pero lo dijiste, ella no quiere morir y no pienso darle en el gusto a una persona tan egoísta como tú – sentenció con seriedad, y quizás sin darse cuenta, comprometiéndose con ambas.
Ni él mismo sabía en qué lío se estaba metiendo, ni qué lo motivaba a meter sus narices en un asunto con el que no tenía relación alguna. Pero ya lo había hecho, y no estaba en su naturaleza faltar a sus promesas, porque a diferencia de su hermano el honor aun significaba mucho para él. Suspiró y aflojó aún más la fuerza con que la retenía, al punto de que si ella quisiese liberarse podría hacerlo sin mayor esfuerzo.
- Tienes razón – dijo suavizando un poco su expresión – Hablas demasiado de ella, pero ¿Qué hay de ti? – preguntó para ponerla en jaque, para entrar en su mente y tratar de solucionar el problema - ¿Qué es lo que quieres realmente? ¿Atención? – agregó, soltándola por completo.
¿Qué demonios estaba haciendo? Comenzó a cuestionarse, al tiempo que se quitaba el pesado abrigo para ponérselo por encima a Anastasia, o Katiuska, o quien fuera, porque a sus ojos, quien tenía frente a él era simplemente una mujer atormentada.
Entonces, y para su mayor sorpresa, empezaba a decir locuras también, por eso eran, y no podía dárseles otro nombre. ¿Enamorado él? ¡Por supuesto que no! Asakura Eiji era incapaz de enamorarse alguien que no fuese él mismo. Quizás de los cuerpos ajenos, sí, pero aquello era más efímero que la duración de un suspiro, y tal vez la mujer que cuya libertad ahora estaba restringiendo era bella, solo era cosa de mirar más allá de las harapientas ropas que contrastaban de forma aterradora con la delicadeza de sus facciones. Era alguien de quien se podía enamorar a primera vista, pero no él.
Lo que a primeras le había parecido un juego, ahora comenzaba a retorcerse a un nivel peligroso, que sobrepasaba con creces una mera jugarreta de alguien medio perturbado. Ella parecía estar enferma, parada en medio de un puente que pendía de un pequeño hilo que en cualquier momento iba a cortarse, acabando con la vida de ambas. Y al parecer era ella la que lo deseaba, pero que al mismo tiempo no era lo suficientemente valiente como para concretarlo.
Aflojó un poco el agarre para no hacerle daño, al menos durante el tiempo que estuvo un poco más tranquila, pero de la nada comenzó a forcejear nuevamente. Entonces tuvo que decidir, soltarla para dejar que continuara con su miseria o retenerla para hacerla entrar en razón. Y no fue necesario pensar demasiado para tomar una resolución, porque en sus mismas palabras llenas de desesperación había sentenciado lo que quería. Así que no la soltó.
La atrapó de forma firme pero flexible, único motivo por el que ella pudo voltearse para quedar frente a él, observándolo con aquel rostro lleno de lágrimas pero coronado con una sonrisa. Había estado en silencio mucho tiempo, porque había aprendido que cuando un altanero comenzaba a lanzar afiladas palabras contra lo que se le atravesara, era mejor dejarlo hasta que sus fuerzas mermaran, porque nada de lo que le dijese haría diferencia a oídos tapados con el orgullo.
- No me interesa en absoluto ayudarlas – dijo con la apatía de siempre – Sin embargo lo estoy haciendo, porque sabes que me sería realmente fácil tomar su sangre hasta que se les detuviese el corazón – continuó, pero sin aquel tono de amenaza que generalmente caracterizaba ese tipo de palabras – Pero lo dijiste, ella no quiere morir y no pienso darle en el gusto a una persona tan egoísta como tú – sentenció con seriedad, y quizás sin darse cuenta, comprometiéndose con ambas.
Ni él mismo sabía en qué lío se estaba metiendo, ni qué lo motivaba a meter sus narices en un asunto con el que no tenía relación alguna. Pero ya lo había hecho, y no estaba en su naturaleza faltar a sus promesas, porque a diferencia de su hermano el honor aun significaba mucho para él. Suspiró y aflojó aún más la fuerza con que la retenía, al punto de que si ella quisiese liberarse podría hacerlo sin mayor esfuerzo.
- Tienes razón – dijo suavizando un poco su expresión – Hablas demasiado de ella, pero ¿Qué hay de ti? – preguntó para ponerla en jaque, para entrar en su mente y tratar de solucionar el problema - ¿Qué es lo que quieres realmente? ¿Atención? – agregó, soltándola por completo.
¿Qué demonios estaba haciendo? Comenzó a cuestionarse, al tiempo que se quitaba el pesado abrigo para ponérselo por encima a Anastasia, o Katiuska, o quien fuera, porque a sus ojos, quien tenía frente a él era simplemente una mujer atormentada.
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Re: Destiny has put me in their eyes[Privado]
Su rostro estaba enjuagado de lagrimas y alguno que otro fluido que salía por la nariz, sus labios fruncidos hacían pucheros inevitables en esos momentos, aunque deseara no podría controlarse, era demasiado difícil, el que a su mente llegaran tantas cosas en que pensar y no pudiera pensar en ninguna solución para ese mártir que estaba presenciando en esos momentos. Dejo salir un bufido mientras él hablaba, que estupideces decía ¿ella egoísta…? Katiuska era la egoísta, que no la dejaba mantener una vida plena y norma, ella tenía que estar en la oscuridad mientras la otra disfrutaba la vida que tal vez, en un pasado lejano y olvidado, no era así.
Ya se sentía libre, libre y con un calor extra gracias al abrigo que le habían puesto encima, ella había bajado la mirada, derrotada, muerta. Estando en un juego de ajedrez que prácticamente no había jugadas a las cuales podría acceder, mordió uno de sus labios sintiendo como algunas lagrimas recorrían sus mejillas para caer en el suelo y terminar de disolverse en la oscuridad. Gimoteo unos segundos hasta que al fin tuvo el valor de poner orden en aquella orquesta que sonaba en su cabeza, de forma desentonada y desafinada.
¿Qué carajos estaba haciendo? Se pregunto mientras su cuerpo, de forma involuntaria, daba los pasos que había retrocedido para encontrarse en con firme, frio, pero a la vez extrañamente, cálido pecho de aquel vampiro que era el ángel de su noche de tormentos. Se aferro a su camisa ocultando su rostro entre su pecho y con ayuda de sus rojizos cabellos que se pegaban a este gracias a sus lagrimas. Sabía que tal vez la mantendría en esa posición sin ningún tipo de afecto, tampoco estaba esperando una reacción de él, estaba acostumbrada a interactuar con cosas sin sentimiento, inanimadas, vanas. Pero el era más que eso, era una persona, tenía alma, aunque de forma retorcida, ya había superado la raza humana.
-¿Atención?- susurro dejando salir una leve risilla que hizo que su espalda convulsionara de forma grácil. Se veía tan frágil y distinta en aquel momento, pero el noto de voz y su forma de moverse decían que aun era Anastasia, no, aun no se aparecía Katiuska, aun mantenía la conciencia aquella joven altanera que no deseaba ser lo que era. Alzo su mirada con una sonrisa sarcástica y amplia -¿Tu me darás la atención que necesito?- pregunto volviendo a reír ante sus palabras. Era una simple locura lo que decía. Volvió a bajar la mirada mientras su nariz rozaba suavemente con la textura de la tela de la camisa, aspirando el olor natural del hombre, sin ninguna especie de aromático artificial, solamente se podía oler el olor del viento y la llovizna nocturna en su cuerpo.
Entrecerró sus ojos embriagándose por unos segundos con aquellos aromas sutiles y dulces que llegaban a su cerebro, disfrutando de aquel frio tan cálido que su cuerpo tocaba. –Abúrrete de una vez… y mátame- añadió en tono de suplica mientras sus huesos sentían un tremendo dolor en su núcleo. El frio comenzaba a aumentar y la luna era acompañada por las nubes rosadas, quienes sustituían a las estrellas del cielo. Las gotas comenzaron a caer en segundos, llegándole de pequeñas escarchas su cabello. –Tal vez lo único que deseo es paz… tranquilidad, deseo liberarme de todo lo que me ata… pero no puedo hacer eso. No sé lo que me ata a este mundo ¿tú sabes lo que es? Dime que es lo que hace que yo exista por favor… - sus lagrimas comenzaban a confundirse entre las gotas de lluvia que comenzaban a caer con más intensidad sobre ellos.
Ya se sentía libre, libre y con un calor extra gracias al abrigo que le habían puesto encima, ella había bajado la mirada, derrotada, muerta. Estando en un juego de ajedrez que prácticamente no había jugadas a las cuales podría acceder, mordió uno de sus labios sintiendo como algunas lagrimas recorrían sus mejillas para caer en el suelo y terminar de disolverse en la oscuridad. Gimoteo unos segundos hasta que al fin tuvo el valor de poner orden en aquella orquesta que sonaba en su cabeza, de forma desentonada y desafinada.
¿Qué carajos estaba haciendo? Se pregunto mientras su cuerpo, de forma involuntaria, daba los pasos que había retrocedido para encontrarse en con firme, frio, pero a la vez extrañamente, cálido pecho de aquel vampiro que era el ángel de su noche de tormentos. Se aferro a su camisa ocultando su rostro entre su pecho y con ayuda de sus rojizos cabellos que se pegaban a este gracias a sus lagrimas. Sabía que tal vez la mantendría en esa posición sin ningún tipo de afecto, tampoco estaba esperando una reacción de él, estaba acostumbrada a interactuar con cosas sin sentimiento, inanimadas, vanas. Pero el era más que eso, era una persona, tenía alma, aunque de forma retorcida, ya había superado la raza humana.
-¿Atención?- susurro dejando salir una leve risilla que hizo que su espalda convulsionara de forma grácil. Se veía tan frágil y distinta en aquel momento, pero el noto de voz y su forma de moverse decían que aun era Anastasia, no, aun no se aparecía Katiuska, aun mantenía la conciencia aquella joven altanera que no deseaba ser lo que era. Alzo su mirada con una sonrisa sarcástica y amplia -¿Tu me darás la atención que necesito?- pregunto volviendo a reír ante sus palabras. Era una simple locura lo que decía. Volvió a bajar la mirada mientras su nariz rozaba suavemente con la textura de la tela de la camisa, aspirando el olor natural del hombre, sin ninguna especie de aromático artificial, solamente se podía oler el olor del viento y la llovizna nocturna en su cuerpo.
Entrecerró sus ojos embriagándose por unos segundos con aquellos aromas sutiles y dulces que llegaban a su cerebro, disfrutando de aquel frio tan cálido que su cuerpo tocaba. –Abúrrete de una vez… y mátame- añadió en tono de suplica mientras sus huesos sentían un tremendo dolor en su núcleo. El frio comenzaba a aumentar y la luna era acompañada por las nubes rosadas, quienes sustituían a las estrellas del cielo. Las gotas comenzaron a caer en segundos, llegándole de pequeñas escarchas su cabello. –Tal vez lo único que deseo es paz… tranquilidad, deseo liberarme de todo lo que me ata… pero no puedo hacer eso. No sé lo que me ata a este mundo ¿tú sabes lo que es? Dime que es lo que hace que yo exista por favor… - sus lagrimas comenzaban a confundirse entre las gotas de lluvia que comenzaban a caer con más intensidad sobre ellos.
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Re: Destiny has put me in their eyes[Privado]
Cuando la mujer se acercó a él de aquel modo lo sintió como una victoria. Pensó que se estaba volviendo dócil tal y como lo necesitaba, por eso es que no se apartó ni hizo movimiento alguno que pudiese ser malinterpretado, ni para bien ni para mal, solo se quedó quieto esperando la respuesta que definiría su actuar frente a ella de ahora en adelante, porque sí, se estaba mostrando extremadamente paciente, pero aquello tenía su límite, más aun tratándose de alguien con quien no compartía lazos sanguíneos. Era una completa extraña. Y debía repetírselo a sí mismo varias veces para no ir por ahí haciendo promesas innecesarias, metiendo sus narices donde no había sido llamado.
Porque sí, debía admitir que si bien la muchacha se había cruzado en su camino, había sido él quien guiado por la curiosidad la había seguido, desencadenando todo lo que sucedió luego. Maldito fuese el aburrimiento, que tenía la culpa del embrollo en que se encontraba ahora, con una mujer que desesperadamente necesitaba ayuda pero que se negaba a obtenerla. ¿Quién era él para ir por ahí salvando almas atormentadas? No necesitaba reivindicar las muertes que ya había causado, y una más en el inventario no sería capaz de ensuciar más consciencia.
Pero no había sido una victoria. Por eso la miró con la misma frialdad de antes, porque creyó que era eso lo que se merecía después de haber menospreciado de esa forma el ofrecimiento que le había hecho. Él que no era amable con nadie que no llevara su apellido, había bajado de su pedestal para tenderle la mano a una mujer lamentable que en lugar de aceptarlo siguió burlándose. Ese era su límite.
- Probablemente estés aquí por error – le dijo tal vez con un poco de desprecio en la voz – Quizás no debiste nacer o siquiera ser concebida, pero aquí estas – agregó tomándola de los hombros para separarla de él, observando inmutable como nuevamente las lágrimas comenzaban a caer por sus mejillas, casi agradeciendo que aquel amago de lluvia las opacara, porque ya no quería sentir más lástima por alguien que la iba a desperdiciar.
La soltó y dio un par de pasos atrás, haciendo que entre ellos quedara una distancia de alrededor de un metro, como si con ello pudiese volver a ser objetivo, obviar la desesperación de los ojos ajenos para centrarse en lo que importaba. Debía largarse. Antes de que se volviese igual de demente que ella, o lo que podría ser peor, comenzar a preocuparse de ella de un modo extrañamente personal.
- Te concedí un deseo y te burlaste de ello – dijo mientras se quitaba un par de mechones empapados del rostro – Lo lamento por Kat, pero si quieres morir hazlo donde nadie pueda ver lo patética que eres, no voy a detenerte – dijo con aparente indiferencia al tiempo que se metía las manos en el bolsillo – Admito que eras un juguete interesante, una mascota moribunda no tiene gracia alguna y pude haberte convertido en una muñeca de porcelana para remediarlo, solo para ver como podías engañar a los ojos con una belleza que no tienes por dentro –
Esbozó una sonrisa afable, pero que considerada en su contexto podía parecer aterradora, quizás porque al menos esta vez había sido completamente honesto, estúpidamente honesto. Suspiró. Sabía que tenía que irse, alejarse de ella, por lo que se dio una media vuelta dispuesto a seguir un camino que no tenía un rumbo fijo, pero por algún motivo, uno que conocía pero no sería capaz de admitir, no pudo dar paso alguno – Hubiese sido divertido -
Porque sí, debía admitir que si bien la muchacha se había cruzado en su camino, había sido él quien guiado por la curiosidad la había seguido, desencadenando todo lo que sucedió luego. Maldito fuese el aburrimiento, que tenía la culpa del embrollo en que se encontraba ahora, con una mujer que desesperadamente necesitaba ayuda pero que se negaba a obtenerla. ¿Quién era él para ir por ahí salvando almas atormentadas? No necesitaba reivindicar las muertes que ya había causado, y una más en el inventario no sería capaz de ensuciar más consciencia.
Pero no había sido una victoria. Por eso la miró con la misma frialdad de antes, porque creyó que era eso lo que se merecía después de haber menospreciado de esa forma el ofrecimiento que le había hecho. Él que no era amable con nadie que no llevara su apellido, había bajado de su pedestal para tenderle la mano a una mujer lamentable que en lugar de aceptarlo siguió burlándose. Ese era su límite.
- Probablemente estés aquí por error – le dijo tal vez con un poco de desprecio en la voz – Quizás no debiste nacer o siquiera ser concebida, pero aquí estas – agregó tomándola de los hombros para separarla de él, observando inmutable como nuevamente las lágrimas comenzaban a caer por sus mejillas, casi agradeciendo que aquel amago de lluvia las opacara, porque ya no quería sentir más lástima por alguien que la iba a desperdiciar.
La soltó y dio un par de pasos atrás, haciendo que entre ellos quedara una distancia de alrededor de un metro, como si con ello pudiese volver a ser objetivo, obviar la desesperación de los ojos ajenos para centrarse en lo que importaba. Debía largarse. Antes de que se volviese igual de demente que ella, o lo que podría ser peor, comenzar a preocuparse de ella de un modo extrañamente personal.
- Te concedí un deseo y te burlaste de ello – dijo mientras se quitaba un par de mechones empapados del rostro – Lo lamento por Kat, pero si quieres morir hazlo donde nadie pueda ver lo patética que eres, no voy a detenerte – dijo con aparente indiferencia al tiempo que se metía las manos en el bolsillo – Admito que eras un juguete interesante, una mascota moribunda no tiene gracia alguna y pude haberte convertido en una muñeca de porcelana para remediarlo, solo para ver como podías engañar a los ojos con una belleza que no tienes por dentro –
Esbozó una sonrisa afable, pero que considerada en su contexto podía parecer aterradora, quizás porque al menos esta vez había sido completamente honesto, estúpidamente honesto. Suspiró. Sabía que tenía que irse, alejarse de ella, por lo que se dio una media vuelta dispuesto a seguir un camino que no tenía un rumbo fijo, pero por algún motivo, uno que conocía pero no sería capaz de admitir, no pudo dar paso alguno – Hubiese sido divertido -
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Re: Destiny has put me in their eyes[Privado]
¿Hubiese sido divertido? Había terminado, todo había acabado, las personas ya comenzaban a verlos extraños y Anastasia se veía cada vez mas temerosa de algo que no sabía que podría ser, no era por aquel ser que la había llamado una muñeca de porcelana, no, no era por eso, era porque en realidad ella sabía que simplemente aquel vampiro estaba tratando con una cobarde que no tenía la suficiente fuerza como para quitarse la vida y terminar completamente con eso. ¿Cómo él iba a entender? El no estaba en sus zapatos, el no vivía en su interior, en aquel mundo oscuro, desgarrado por el sufrimiento que aquel cuerpo tenía que soportar. Hablando de ese cuerpo… ya estaba a punto de colapsar, de desmayarse a mitad del lugar, no quería formar un escándalo, probablemente el hombre la dejaría tirada y alguna persona la llevaría al hospital, cuando se enteraran de toda la historia ella sabía a dónde la llevarían.
-no.. no..- susurro recordando aquellos días cuando estuvo en aquel lugar mugroso llamado sanatorio mental, en ese lugar la trataban mal, debía esconderse en la mente de Katiuska para que al final notaran que nada iba mal y la dejaran salir, a Kat le gustaba ese lugar, porque anastasia no molestaba en el, aunque a ella tampoco le gustaba mucho estar encerrada, pues no podría entonces trabajar. –No quiero volver allí- susurro incorporándose, olvidándose de todo y comenzando a caminar en dirección contraria a aquel hombre. Ya no le importaba, nunca le había importado, ahora solamente deseaba escapar de las miradas que parecían estar centradas en ellas…
“No me miren, no lo hagan” musitaba en su cabeza moviendo su cuerpo de un lado a otro, buscando mecerse para tranquilizarse, hasta perderse entre las sombras mas espesas de aquellas calles parisinas, pronto llegaría a su hogar, a alguna cama caliente en donde aquel cuerpo destrozado por las horas de trabajo podría por fin descansar y luego ella, volvería a su estado normal, en donde apenas era una simple sombra de la conciencia.
-no.. no..- susurro recordando aquellos días cuando estuvo en aquel lugar mugroso llamado sanatorio mental, en ese lugar la trataban mal, debía esconderse en la mente de Katiuska para que al final notaran que nada iba mal y la dejaran salir, a Kat le gustaba ese lugar, porque anastasia no molestaba en el, aunque a ella tampoco le gustaba mucho estar encerrada, pues no podría entonces trabajar. –No quiero volver allí- susurro incorporándose, olvidándose de todo y comenzando a caminar en dirección contraria a aquel hombre. Ya no le importaba, nunca le había importado, ahora solamente deseaba escapar de las miradas que parecían estar centradas en ellas…
“No me miren, no lo hagan” musitaba en su cabeza moviendo su cuerpo de un lado a otro, buscando mecerse para tranquilizarse, hasta perderse entre las sombras mas espesas de aquellas calles parisinas, pronto llegaría a su hogar, a alguna cama caliente en donde aquel cuerpo destrozado por las horas de trabajo podría por fin descansar y luego ella, volvería a su estado normal, en donde apenas era una simple sombra de la conciencia.
Katiuska Roslyakova- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 21/06/2012
Localización : Por donde Anastasia quiera estar
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