Daimmen Maupassant

• Nombre del Personaje: Daimmen Maupassant
• Edad: Aparente: 25 años — Real: 500 años  
• Especie: Vampiro
• Tipo, Clase Social o Cargo: Clase media-alta
• Orientación Sexual: Heterosexual
• Lugar de Origen: París
• Habilidad/Poder:

• Habilidades: Sigilo, sentidos aumentados, buenos reflejos, agilidad, flexibilidad, velocidad y fuerza sobrehumana.
• Atributos: Colmillos afilados, piel y cuerpo resistentes (aunque suave al tacto y a la vista), e inmortalidad.

• Sanación acelerada
• Percepción del aura

• Levitar
• Telepatía
• Persuasión

• Descripción Física: Daimmen es un vampiro que mide poco más de 1.80 mts. Posee una figura atlética, una musculatura definida por el entrenamiento militar que realizó durante su vida mortal y otro tanto gracias al embellecimiento que otorga el don oscuro. Tiene una sedosa caballera de color negro azabache que brilla deliciosamente bajo la luz. Suele peinarla hacia atrás, ocultando parte de su nuca al hacerlo; sin embargo siempre adquiere una apariencia ligeramente desaliñada ya que sus rizos son indomables. Ante los ojos de aquellos atraídos hacia él, las ondulaciones de su melena lucen como si tuvieran vida propia y estuvieran danzando de manera hipnótica, como si estuvieran rizándose más y más. Las facciones de su rostro son armónicas, tanto como lo serían en una representación en mármol de un hermoso ángel atormentado. Unas largas y gruesas cejas se encuentran sobre esas esmeraldas que tiene por ojos, gemas que resplandecen con la intensidad de los astros; pero que reflejan la tristeza y el dolor que afligen a su marchito corazón. Bajo su nariz de largo y recto tabique, se halla una amplia boca de labios carnosos y rosados, decorada por un bigote y una barba, la cual nace desde el centro de su labio inferior y baja hasta cubrir todo su mentón. Blanca y fría como la nieve es la piel de su cuerpo. Además, los siglos como inmortal se han encargado de eliminar la mayoría de sus poros, volviéndola tan lustrosa como el marfil. Las uñas las conserva tan cortas como las tenía el día en que recibió el abrazo mortal, con la diferencia de que ahora se asemejan al cristal. Viste con un frac sobrio, acorde a la época, aunque algo descuidado; no le gusta ostentar telas de excelente calidad ya que se ocupa de niños que lo han perdido todo. Sobre la cabeza utiliza un sombrero de copa alta.      

• Descripción Psicológica: Daimmen es un ser muy tranquilo, que habla lentamente y con suavidad, procurando no abrir demasiado la boca para que sus colmillos permanezcan ocultos, un esfuerzo que duplica si se encuentra delante de uno de los niños del orfanato. Dada la naturaleza maligna de su creador y la certidumbre de que los vampiros son predadores, se rehúsa a otorgarle el don oscuro a un humano, pues no desea ser el responsable de que un despiadado asesino ande suelto.
A pesar de los siglos que lleva como vampiro, no ha perdido su sensibilidad, por esta razón se niega a matar humanos. Sin embargo, su empatía no le impide perder el control si su sed es demasiado fuerte. En esas oportunidades busca criminales para alimentarse, con quienes se disculpa antes de arrebatarles la vida, ya que es muy respetuoso con todo el mundo. Afortunadamente para los criminales, son pocas las veces en que se descontrola porque es un individuo obstinado. Persuadirlo resulta bastante complicado. Generalmente, cuando cambia de opinión lo hace por su propia cuenta.
Ama profundamente a los niños del orfanato porque le recuerdan a sus hijos. No le agradan los grupos grandes, menos si son de vampiros, pues encuentra que cuando están en grupos se ven impulsados a actuar como meros estereotipos de ellos mismos. Ha preferido estar solo durante toda su existencia como inmortal pero, luego de cinco siglos, la soledad ya comienza a afectarlo.  

• Historia: Daimmen fue un simple comerciante parisino que perdió a su esposa e hijos en 1346 por culpa de la peste negra, en el inicio del pico máximo de la que fue una de las pandemias más devastadoras en la historia de la humanidad. El hecho de que sobreviviera mientras toda su familia había perecido, podría haber sido considerado como un milagro, pero para él no era así. Consideraba que vivir sin su amada familia era una pesadilla y fue azotado por una profunda depresión. Pasaba todo el día en la cama y durante la noche caminaba completamente embriagado por las zonas de París más afectadas por la peste, torturándose con el sonido del desconsolado llanto de familiares y la horrible visión a través de ventanas del mismo tono de piel negruzco que lucieron sus seres queridos luego de convertirse en víctimas de la enfermedad. Esperaba repetir la rutina hasta que el dolor fuera insoportable y se atreviera a quitarse la vida; sin embargo, nunca pudo concretar su plan.

Tuvo la desgracia de atraer la atención de un vampiro tan curioso como perverso, un sobrenatural ser que lo acorraló en la primera oportunidad que tuvo. Lo tomó por el cuello, lo levantó del suelo y le confesó que lo había estado siguiendo y que no entendía porque arriesgaba su vida caminando por un sitio en el que podría contagiarse la peste negra. Daimmen le respondió que no le importaba morir, que estaría feliz de hacerlo si así lograba reunirse con su familia. Fue entonces cuando el vampiro comprendió lo que estaba sucediendo y sonrió con malicia. Abandonó la idea de alimentarse de él y decidió jugar. Entre risas se burló de Daimmen y del dolor que tan miserable hacia su vida mortal. Lo invitó a imaginar cómo se sentiría si en lugar de sufrir durante una vida, lo hiciera por toda la eternidad. El vampiro disfrutó al ver como la cara de su juguete se deformó por la expresión  de absoluto terror. El éxtasis del ser sobrenatural fue tal que no pudo resistirlo y le dio su letal abrazo. El hombre intentó resistirse, zafarse del poderoso agarre y alejarse, pero no fue capaz de hacerlo retroceder ni un solo milímetro. Tras beber su sangre, lo dejó caer al suelo y se cortó una de las muñecas, la cual acercó a la boca de un sumamente debilitado Daimmen. Este, con las pocas fuerzas que le quedaban, quiso oponerse moviendo su cabeza hacia un lado y luego al otro; pero, cuando no pudo evitar tragar una gota y se percató de cuan adictivo era el líquido, posó sus labios sobre el corté y succionó con desesperación. El inmortal rió a carcajadas al ver cómo se había quebrado la voluntad de quien pretendía rechazar el don oscuro.

Esa noche Daimmen nació por segunda vez, lo hizo como vampiro. Su pérfido creador, Caín, estuvo a su lado por un tiempo, enseñándole todo lo que debía saber pero también continuando con sus juegos, procurando corromperlo, intentando que bebiera sangre humana para que fuera el culpable de que otras personas sufrieran un dolor como el suyo. Sin embargo, se negó a atacar humanos y se mantuvo firme, solo se alimentaba de ratas. Así que después de un tiempo, su cruel mentor se aburrió y simplemente se marchó. Tanto en aquel período en el que estuvo acompañado por Caín como en los años en los que estuvo solo, una pregunta asaltaba incesantemente su mente: ¿La sangre del vampiro había sido realmente tan adictiva o un deseo inconsciente por vivir había provocado que bebiera de aquella muñeca hasta transformarse en un hijo de la noche? No lo sabía y tampoco sabía cómo encontrar una respuesta, pero creyó que viajar lo ayudaría a hacerlo. Tras vagar durante un siglo, descubrió y aceptó que le temía a la muerte, que sin importar cuánto sufriera no quería entregarse a ella sin conocer que había más allá. Quiso averiguar que le esperaba a uno luego de abandonar este mundo, pero ninguna de las explicaciones que encontró lo convenció, así que dejó de perseguir el enigma detrás de la muerte y se concentró en la vida. Se sumergió en una aventura de aproximadamente cuatro siglos en la que estuvo completamente determinado a olvidarse de sus lamentos y a disfrutar de una existencia en la que el paso del tiempo no atenta contra el cuerpo y en la que una mirada hechizante sirve para obtener todos los bienes materiales que se deseen. Aprovecho su inmortalidad para cumplir los sueños que tenía cuando era mortal, conocer cada hermoso paisaje creado por la madre naturaleza, aprender sobre cada cultura que haya pisado la tierra, descubrir cada universo que haya sido volcado en papel. Mientras acumulaba todo este capital cultural, supo amasar una pequeña fortuna vendiendo pinturas en las que retrataba lo que sus sobrenaturales ojos captaban. Cuando creyó que ya había visto suficiente, volvió a París con la intención de encargarse de aquellos que comprendían su dolor o que incluso padecían uno peor, el no haber conocido nunca a su familia. Consiguió el puesto de director del orfanato y adoptó la apariencia del ángel guardián de todos los niños sin hogar. Daimmen quería enseñarles que las heridas sanan, que el tiempo es capaz de curarlas y que cuando esto sucede, se puede apreciar lo bello de la vida.    
 
• Datos Extras:
— Su distinguido andar provoca la impresión de que flota por el aire.