Seráphine Fayt

Psicología

Seraphine tiene una personalidad entusiasta, impulsiva y sobretodo agresiva. Sus arrebatos de ira son bastante frecuentes, pero es muy poco el tiempo que duran puesto que su personalidad le permite calmarse con la misma rapidez. Es impaciente, intolerante con la lentitud ajena y se expresa con facilidad, sobretodo cuando quiere herir el orgullo de alguien. Insiste en salirse siempre con la suya, sin importar las consecuencias, aunque hay un hombre que puede hacerla cambiar de parecer y este es su creador. Desea creer que tiene una gran independencia pero depende mucho, sobretodo emocionalmente, de su creador. Eso sí, intenta arreglárselas siempre por su cuenta en asuntos triviales.

Es una persona que ha nacido para la popularidad y para la notoriedad, lo que la fastidia un poco, ya que a veces tiene que pasar demasiado desapercibida debido a su condición y también a las ordenes de su creador. Su creador juega un papel muy importante en su vida, no solo por quererlo, sino porque siente que hay algo más importante que la liga a él. Tiene también cierta predilección por lo oscuro y las ciencias oscuras, de ahí que se haya dejado convertir y que en cierto modo se sienta fascinada por todo aquello que se escapa al entendimiento humano. Si pudiese, estaría todo el día rodeada de brujos, pero no quiere que su creador se cabree. Odia, eso sí, a todos los cambiantes o mejor dicho al cuervo que acompaña a su creador cuando él lo requiere. Ahí es donde sale su lado más celoso.

Historia

Desearía decir que mi pasado es complejo, pero la verdad es que la simpleza está en cada una de las líneas de mi vida. Todo lo que hice, todo lo que soy, se lo debo a un solo hombre y antes de ese hombre mi vida era insignificante. Nací y crecí en Reims, en el seno de una familia rica y junto a otros seis hermanos mayores. Mi destino era el de una niña mimada y lo fui, incluso en mi adolescencia cuando los bailes sociales empezaron a marcar cada uno de mis pasos. Mi época favorita del año era la primavera, cuando los árboles muertos en invierno florecían y las invitaciones de los actos sociales llegaban. Mis hermanos, los más cercanos en edad a mi, temían cada una de las invitaciones por la cantidad de pretendientes que al final del verano tenía. Yo en cambio estaba encantada y mi arrogancia crecía con cada hombre que pretendía visitarme para coger mi mano en matrimonio. Los primeros años desde mi presentación en sociedad fueron así, pero luego algo cambio. No fue el interés de los hombres en mi, sino la llegada de un hombre desconocido a la ciudad y el revuelo que su presencia causó.

Un pobre invalido de clase alta, que milagrosamente todos querían en sus fiestas sociales. No lo entendía ¿Cómo podía alguien entender tal cosa descabellada? ¿Tanta influencia tenía el dinero? Estaban totalmente ciegos, igual que el desconocido llamado Thibault Lémieux. Después de aquella primera vez, cada vez que lo veía en las fiestas nocturnas mi resentimiento crecía como la espuma, así como la curiosidad. Era extraño, pero tampoco me entendía a mi misma. No entendía porque mis ojos le seguían ahí donde iba, o porque mis sueños eran atormentados por su mirada vacía. Cabreada, le enfrente una noche, en cuanto le encontré a solas en los jardines de una de las fiestas sociales. Mis palabras, lo reconozco, fueron duras para ser las palabras de una desconocida. El resentimiento hacia su persona surgió de esa parte de mi interior donde él me causaba interés y tal vez me importaba. Aquel rostro pasivo ante mis insultos despertó aún más mi rabia. Nada de lo que decía le importaba, ninguno de mis insultos le afectaban y las ganas de acabar con él eran como hierro al rojo vivo sobre mi carne abierta. Tras aquel primer encuentro todo se descontrolo a mi alrededor.

Los pretendientes dejaron de importarme y me pasaba los días esperando la noche para poder verle. El pique entre nosotros en cada una de las cenas se volvió un juego de lo más entretenido, no solo para mi, sino para él también. Aquellos que una vez gozaron de mi atención se sintieron insultados por el cambio repentino, pero … ¿Qué podía yo hacer? Mis ojos ya no eran míos, mi pensamiento había sido invadido por su personalidad y mi cuerpo solo me pedía tocarle cuando nos quedábamos a solas. Ansiaba aquellos momentos cuando podía robarle y llevarle a los jardines para hablar, o casi. Cuando estábamos a solas él me veía, a pesar de que sus ojos no podían verme realmente. A solas con él yo me sentía especial y en algún momento del camino me volví dependiente de ese sentimiento. Todos, en un final, se dieron cuenta de mi cambio y criticaron mi juicio, incluso aquellos que llamaba hermanos.  

Agobiada por las palabras de los que no me conocían, intenté volver a mis viejos hábitos sin que él lo supiese. Jugaba a dos bandas con muy mal sabor de boca. Durante las mañanas recibía pretendientes en casa para aliviar la preocupación de mi familia y por las noches raptaba a Monsieur Lémieux y disfrutaba de nuestro pique compartido. Sabía que no era una situación de lo más ideal, pero al menos nadie salía herido salvo mis sentimientos. Caí en un circulo vicioso que al final tuvo que explotar por algún lugar.

En último acto social del verano uno de los pretendientes, que no era Monsieur Lémieux, me invito a pasear por los jardines y yo acepté. A diferencia de los paseos con Monsieur Lémieux, ese paseo se hizo interminable y la conversación demasiado estúpida para mi gusto. Mis ojos estaban constantemente puestos en la puerta esperando, por algún casual, al hombre que de verdad deseaba a mi lado; pero eso al parecer era mucho pedir. Los sucesos de aquella noche pasaron volando y aunque el tiempo está en mi contra, yo aún lo recuerdo como si hubiese sucedido ayer mismo. Mi acompañante, al notar mi distracción, me pidió una explicación y como es normal me preguntó si mi distracción tenía que ver con Monsieur Lémieux.

“¿Está usted loco? ¿Se refiere a aquel caballero ciego? Nunca me fijaría en un hombre sin ojos ¿Se imagina la noche de bodas? El ciego y yo inocente. Eso parecería un circo o un juego de muy mal gusto.  Un hombre de su calaña no se merece ni mi lastima. Soy demasiado buena para él.” Pero mi corazón sí albergaba lastima, no por Monsieur Lémieux, sino por mi misma. Intentaba mentir a un hombre que no me importaba con aquellas palabras y al parecer eso fue suficiente ya que al minuto siguiente el hombre hizo ademan de besarme ¡Que poco sabía yo de la vida en aquel entonces! En cuanto sus labios tomaron posesión de los míos, sentí el juicio volver a mi ser y lo intente empujar. No deseaba a aquel caballero, solo deseaba a mi Monsieur Lémieux y poco me importaba el cotilleo, inclusive el de mi familia.

Mis fuerzas por aquel entonces no eran las suficientes, y las manos del caballero habían empezado a ser muy osadas, hasta el punto de hacerme arañarlo. El pánico de aquel momento está gravado a fuego en mi alma, pero también lo está el alivio que sentí al ver a Thibault Lémieux detrás de nosotros. Sus ojos, a pesar de no funcionar, estaban puestos fijamente en la nuca de mi mala compañía y al minuto siguiente el caballero ya no estaba encima de mi, sino desangrado por el cuello a nuestros pies.  Me costó un momento, o varios según se mire, darme cuenta que él que había matado a aquel odioso caballero había sido Monsieur Lémieux, pero curiosamente no me importó. Ni entonces, ni ahora...

Aquella noche me rendí, por primera vez, ante la figura de aquel caballero ciego y reconocí mis sentimientos por él. Me hizo elegir y sin ser realmente consciente de ello, elegí una eternidad junto a él. Todo lo que conocía, todo lo que fui, se borró en cuestión de minutos. Así comenzó mi existencia… con un caballero y su deseo. Desde entonces he pasado mi vida con él, viajando y aguantando su odio hacía mi con absoluta entereza. Sé que nunca va a perdonar mis viejas palabras y aunque a veces desee abandonarlo, no puedo hacerlo. Él es mi creador, él es el amor de mi existencia y prefiero su odio a no volver a ver nunca más su rostro. Desde entonces no he vuelto a ceder a la tentación de confesarle mis sentimientos, pero le he cuidado de tal manera que estos se hacen evidentes para algunos como su cuervo cambiante. Cuando aquel bicho infame no está a su lado, soy yo sus ojos, soy yo su servidora y soy también la que le entretiene con el desafío. Mis palabras no son nunca duces o sumisas, porque no esta en mi ser así, pero mis actos son evidentes.

OTROS DATOS

♦ Abandono a su familia nada más convertirse en vampiro. Todos asumieron, después de dos años de desaparecida, que estaba muerta.
♦ Dos hijas de sus hermanos mayores llevan su nombre. Al parecer algunos la querían de verdad, a pesar de su manera de ser.
♦ Pensó en abandonar a su creador varias veces, pero no puede hacer eso porque siente que hay algo que los mantiene unidos. Algo más fuerte que lo que ella y él sienten el uno por el otro. Más fuerte que el odio o el amor.
♦ Es los ojos de él cada vez que lo necesita y muchas veces siente celos cuando busca a su cuervo y no a ella para ayudarle.
♦ Siempre le pica, no puede evitar meterse con él, porque es así su personalidad.