Notas musicales [Dianthe]

por **Harmonie E. Marchessault** Lun Ene 04, 2016 7:13 pm

El sol comenzaba a iluminar la estancia, reflejando sus rayos sobre el piano de cola. Harmonie observaba ese bello juego de luces apoyada en la pared, con una buena taza de té entre sus manos. Le dio un sorbo y ladeó ligeramente la cabeza. Se acababa de levantar, no hacía ni media hora que estaba por el mundo, y todavía se encontraba en camisón, tapada únicamente por la bata que solía llevar, descalza y con la trenza que se hacía nada más levantarse para que los mechones de su cabello no le molestaran al deslizar sus dedos por las teclas del piano. Su vida entera pasaba por hacer sonar las notas dormidas del instrumento, pero desde que su padre le había dado la noticia del compromiso de su hermana una idea había acudido a su mente.

Se sentó sobre el taburete que tenía enfrente del piano, dejando la taza sobre una mesilla y tocando una simple escala a modo de calentamiento. Nunca había dado un concierto, no más allá de las cuatro paredes que conformaban su casa o cuando acudía a alguna que otra fiesta y se lo pedían, pero no creía que hubiera mejor momento que durante el banquete de la boda de su hermana. Ese sería su regalo. Daría lo mejor de ella para que nunca lo olvidara, para que ese día superara las expectativas que Dianthe tuviera.

Sin embargo, no conseguía decantarse por una partitura o por otra. Quizás tuviera que ir en busca de alguna nueva canción o pagarle a algún compositor por una de sus obras, no lo sabía. Quería que fuera algo especial, por lo que sería consecuente con su idea. De manera inconsciente, volvió a deslizar sus dedos sobre las teclas del piano, haciendo que en aire flotaran las notas de una de sus canciones favoritas, una vieja nana que siempre conseguía relajarla y a la que acudía cuando necesitaba tranquilizarse para poder pensar, para poner en orden sus ideas. La música era lo único que conseguía que dejara de pensar en cualquier cosa que no fuera la siguiente nota, el siguiente compás. Y esa canción, particularmente, le gustaba porque podía ir tarareándola a medida que le arrancaba las notas al instrumento.

por **Harmonie E. Marchessault** Jue Feb 04, 2016 3:39 pm

Quizás su profesora pudiera darle algún consejo. Estaba segura de que ella sabría mejor que nadie cuál sería la canción idónea, pero no la vería hasta dentro de unos días, por lo que no debía descuidarse. Si iba al centro de la ciudad, se acercaría a la pequeña tienda a la que solía ir. Le encantaban todas esas partituras antiguas, siempre que se perdía allí dentro soñaba despierta con encontrar una partitura perdida, una que en la que nadie hubiera reparado.

Estaba tan inmersa en acariciar las teclas del piano que no se dio cuenta de que alguien más se encontraba en esa parte de la mansión. La sala de música, como ella la llamaba, estaba apartada del resto de habitaciones, para evitar que la pequeña molestara a alguien de la casa. No es que lo hiciera, a sus hermanas les gustaba quedarse a escucharla mientras bordaban o cualquier otra cosa, pero Harmonie tenía que reconocer que era lo mejor. Muchas veces el tiempo pasaba volando y ella no se daba cuenta de que alguien podía estar intentando descansar.

No fue hasta cuando escuchó la voz de Dianthe que elevó la mirada y esbozó una sonrisa, deteniéndose de inmediato. –Ya sabes, querida hermana, cuando me siento ante el piano me olvido del mundo entero–le dijo y se incorporó, acercándose a ella para depositar un beso en su mejilla. –Que yo madrugue para tocar no es una novedad, pero…¿qué haces despierta? Todavía podrías enredar un par de horas en la cama, pocos placeres mayores que ese existen–comentó, divertida.

La miró unos segundos, pero después su estómago le recordó que no había comido mucho, por no decir nada. –¿Te apetece un buen té y unas tostadas? Me muero de hambre–le dijo y, antes de que respondiera hizo una reverencia, le ofreció su brazo y comenzó a reír a carcajadas. –Además, tienes que llenarte de energía…¿Cuándo tenías la prueba del vestido?

por **Akseli Nygard** Mar Mar 01, 2016 5:19 pm

La música era capaz de transportar a cualquiera a un mundo alejado de todo pesar, fue por eso quizás que Dianthe siguió el leve sonido de la música producida por el piano y definitivamente fue ver la satisfacción de su hermana al tocar, lo que le llevó a permanecer inmóvil en aquella habitación. El silencio que se produjo una vez que los dedos de Harmonie dejaron las teclas del piano, permitió a Dianthe hacer notar su presencia con aplausos y halagos para su querida hermana.

Observar la alegría de su hermana también ayudaba a la joven Marchessault a olvidar sus propios pesares, así que dejándose envolver por ese mundo donde solo existían las dos y la felicidad, Dianthe se acercó algunos pasos a su hermana y respondió a su saludo besando la mejilla ajena.
– Eso es lo que me gusta cuando tocas, esa manera tan particular que tienes de perderte y disfrutar – una risita divertida salió de sus labios y asintió a lo que su hermana le decía – No es nada raro, de hecho me parece más raro que siquiera duermas. De ser por ti tocarías día y noche – aseguró antes de reír nuevamente. Las Marchessault se conocían tan bien que resultaba imposible que alguna de ellas pudiera ocultar algo a las demás; para demostrarlo, Harmonie preguntaba algo aparentemente inocente. Dormir era una de las actividades sin dudas favoritas de Dianthe, quien generalmente era la que se iba a acostar más temprano y se despertaba más tarde. – Hoy tenía deseos de levantarme antes que todas, pero ya te lo dije, me has ganado – con aquel comentario trataba de ocultar sus verdaderos motivos aunque más que motivos, eran preocupaciones.

Durante los segundos de silencio, el estomago de Harmonie había reclamado alimento justo cuando Dianthe estaba por decirle que era momento de seguir su camino a la cocina, siendo que al momento de abrir sus labios, en lugar de palabras se le escapó una carcajada.
– Ya me he dado cuenta de que tienes bastante hambre – se sujeto al brazo de su hermana – y que coincidencia, porque antes de venir para acá, mi destino era ir a tomar un té – con una sonrisa en los labios, comenzaron el trayecto en dirección a la cocina; de hecho, aun a pesar de que la pregunta de su hermana le traía un tema del que no deseaba para nada hablar, la sonrisa continúo en sus labios – La prueba es pasado mañana – observó a su hermana de reojo – Harmonie…. ¿Qué opinas de mi boda? – la pregunta fue hecha en apenas un susurro, como si Dianthe estuviera a punto de confesarle un terrible secreto y quizás así era. La Marchessault se había guardado demasiado y ahora, estando al lado de la hermana en quien más confiaba, era necesario que sus temores y dudas salieran a flote.

por **Harmonie E. Marchessault** Jue Mar 31, 2016 5:26 pm

Cuando la muchacha tocaba, parecía que el mundo no existiera. Se concentraba tanto en lo que hacía, en las notas que arrancaba del piano, que lo que ocurriera a su alrededor dejaba de tener importancia. La música y ella eran uno, pero se terminaban de fundir cuando Harmonie dejaba la mente en blanco y se dedicaba a tocar de corazón. Tal y como estaba haciendo en ese preciso momento.

Fue por ese motivo, por estar demasiado concentrada, que no se dio cuenta de la presencia de nadie más en la sala hasta que dicha persona habló. Se detuvo de inmediato y alzó la cabeza, mirando hacia la puerta, para después dedicarle una sonrisa a su hermana. Sonrisa que se amplió cuando ella le dio un beso en la mejilla.

─Sí─reconoció, riendo y acariciándose la cabeza─La verdad es que no eres la primera que me dice algo así. Papá siempre está comentando que ya puede estallar una tormenta de rayos y truenos en la habitación que, si estoy tocando el piano, no me enteraría de nada─estalló en cientos de carcajadas ante lo siguiente que dijo su hermana─Si hiciera eso, si dejara de dormir por tocar, papá me haría llamar al médico o me internaría en un sanatorio o algo por el estilo─se encogió de hombros, mordiéndose el labio inferior. Miró a Dianthe de arriba abajo, elevando una ceja.─¿Seguro? No suenas demasiado convencida. Además, de poder ser no te levantarías de la cama hasta que no estuviera hecho el estofado o te entrara tanta hambre que decidieras atacar la despensa. ¿Qué te ocurre? ¿Estás nerviosa por la boda? Dicen que eso es normal.

Durante los segundos de silencio, el estomago de Harmonie había reclamado alimento justo cuando Dianthe estaba por decirle que era momento de seguir su camino a la cocina, siendo que al momento de abrir sus labios, en lugar de palabras se le escapó una carcajada.

Las dos hermanas salieron de la sala de ensaño dispuestas a compartir un buen rato entre una taza de té y alguna que otra pasta. Tenían que aprovechar que el resto dormía, eso era algo que no solía darse demasiado a menudo y, aunque Harmonie adoraba a sus hermanas, le apetecía pasar algo de tiempo con Dianthe. Solas ellas dos, como cuando eran pequeñas y jugaban al escondite, que siempre iba juntas. Dio un sorbo a su bebida caliente y dejó que la reconfortara antes de hablar.─¿Tu boda?─preguntó, aunque no esperaba respuesta, la había escuchado perfectamente. Solo buscaba unos segundos antes de hablar.─Eres la primera en casarse y dicen que una boda siempre es motivo de alegría…Quizás nos venga bien, no sé. ¿Por qué lo dices?─la miró, preocupada─¿Hay algo que no sepa?

por **Akseli Nygard** Jue Mar 31, 2016 11:12 pm

No le sorprendía que su progenitor reprendiera de vez en cuando a Harmonie por su falta de atención al mundo, para él existían asuntos más importantes que sus hijas debían atender, asuntos como por ejemplo, reuniones donde demostrar que eran las hijas que cualquiera padre desearía tener, además de sus bodas y compromisos. A Dianthe no le parecía un asunto de gravedad el hecho de que su hermana se perdiera en su mundo, uno donde la música lo abarcaba todo; pero claro, ella no tenía hijos, era aún muy joven para saber realmente a todo lo que su padre se enfrentaba, mucho más considerando que Dios únicamente le dio hijas.
– Papá algunas veces exagera Harmonie – aseguró a su hermana – estoy segura que de pasar algo así, te darías cuenta de que algo ocurre pero no sabrías qué y mientras no estemos en peligro, todo estará bien – Las hermanas jamás dejaban a alguna de lado, por eso era que se llevaban la vida tan tranquilas, tan de cierta manera despreocupadas. Se tenían las unas a las otras y nada en el mundo podría dañarlas mientras fuera de esa manera – Padre no te encerraría en ningún sanatorio, quizás simplemente optaría por usar el piano de leña para la chimenea para que nos dejases dormir por la noche – bromeo, sabiendo que pese a que su hermana amaba el piano, nunca pasaba más del tiempo considerado sano frente al instrumento.

Hablar entonces de Dianthe y sus hábitos de sueño, despertó en Harmonie una curiosidad que de continuar, acabaría en una platica que la menor no podía esperar. Así que armándose de valor, tal y como lo hacía diariamente desde que le fuera informado su compromiso, sonrió a su hermana.
– Claro que estoy segura y más bien… – entrecerró los ojos, mirando de manera acusadora a su hermana y con voz falsamente ofendida le cuestionó – ¿Insinúas acaso que no puedo ser capaz de estar de pie antes que ustedes? Porque sé que suelo dormir bastante pero tampoco es que me sea imposible despertarme temprano – pero al escuchar como es que su hermana le cuestionaba sobre la boda, Dianthe tragó con algo de dificultad – Aunque… puede que sí sea un poco de nervios por la boda – sonrió ligeramente – Pero estoy bien, de verdad que sí – le aseguró a la mayor pese a ser aquello una gran mentira, y tomando entonces su brazo ambas comenzaron a andar rumbo a la cocina.

El silencio después de la interrogante se hizo presente. Las hermanas parecieron saber que la charla aquella estaba destinada a la calma de la cocina, donde apenas aparecieron ambas, una de las sirvientas les preparó té.
– Sí, mi boda – reitero nuevamente, observando como la mujer ponía las tazas frente a cada una de las Marchessault para salir después de cocina, dejando a ambas en soledad. Hacía tanto tiempo que Dianthe no charlaba de aquella manera con ninguna de sus hermanas, en especial con Harmonie, que de un momento a otro se sintió una vez más pequeña y vulnerable, efecto quizás de sus sentimientos en aquellos momentos. “Quizás nos venga bien” escuchó decir a su hermana y un suspiró salió de sus labios antes de que sus ojos fueran a dar con los ajenos – Sí Harmonie, hay algo que no sabes – dijo aquello, desviando entonces la mirada a la taza de té frente a ella, así como a sus propios dedos que jugueteaban con la fina porcelana – Yo no quiero casarme – soltó aquello sin más – Quiero quedarme aquí con todas ustedes, con papá… – observó a su hermana, con todos los temores y las dudas de semanas aflorándole en aquellos instantes – ¿Cómo voy a estar feliz si no sé con quien voy a casarme? ¿Qué se supone que debó hacer si apenas y puedo conmigo misma? ¿Por qué tengo que ser la primera Harmonie? ¿Por qué no puedo quedarme en casa? – con cada pregunta, notaba como el tono de su voz aumentaba, efecto de necesidad de soltar todo aquello de una buena vez.

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