AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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The Path Not Taken [privado]
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The Path Not Taken [privado]
Eran pocas las ocasiones en las que Annabel salía de casa por el mero gusto de salir, y muchísimo más escasas aquellas veces en las que buscaba la compañía ajena. Durante las últimas semanas dicha reclusión se había acrecentado y ni siquiera el personal que tenía a su servicio la veía a menudo. El asunto pareció variar un poco cuando la joven pintora se alejó unos días. Aunque no había dado detalles (y no tenía por qué) de adonde había estado, a su regreso se le veía distinta, más animada quizás y con un algo intangible que provocaba un cambio en su mirada. No era felicidad ni mucho menos, puesto que hace mucho había olvidado lo que era eso, pero si se hacía notorio el que pareciese más interesada por lo que sucedía a su alrededor, como si una pequeña llama se hubiese encendido en ella y esta caldease su mirada, volviéndola más benevolente para con aquellos del servicio que se topaban con ella.
Era cierto que en los últimos días algunas cosas parecían haber cambiado para Annabel, como si por un tiempo extraordinariamente largo se hubiese encontrado en la penumbra y ahora comenzase a desear por un momento breve salir de ella y ver un poco de lo que acontecía a su alrededor. Y no era que hubiese olvidado su principal objetivo de vida ni mucho menos, al contrario, este lo tenía más presente que nunca, pero al mismo tiempo comenzaba a percatarse de otras cosas, de su anhelo de salir de su encierro auto impuesto e intentar recuperar una pequeña parte de quien solía ser.
Sumado a todo aquello, esa noche se cumplían dos años exactos desde aquella otra en la que había sido mordida, y debido a ello, se sintió compelida a volver al lugar adonde se había llevado a cabo su conversión. No había vuelto a pensar en ese suceso durante todo ese tiempo, como si una espesa neblina envolviese el recuerdo y apenas ahora comenzara a disiparse apenas lo suficiente para que lo fuese recordando poco a poco mientras caminaba entre los árboles de una zona alejada de la ciudad.
En aquella misma zona se había realizado el intercambio de monedas cuando por el precio correcto compró su licantropía. Según recordaba, quien la había mordido pertenecía a una manada que deambulaba por esos lugares, y no tenía la menor idea de si el grupo aún se encontraba allí o si hace ya mucho tiempo había emigrado a distintas tierras. Se preguntó, al escuchar ulular a un búho, si en realidad habría algo más a su alrededor que los meros animales que cabía esperar que habitasen una zona tan aislada.
Esa misma pregunta trajo otra a su mente. ¿Qué hacía exactamente una manada? Nunca se lo había cuestionado y la noción en si le era extraña y ajena. Se detuvo rápidamente al escuchar un ruido, le pareció que se trataba de pasos para nada semejantes a los que se escucharían provenir de un animal de pequeño o de mediano tamaño. Tuvo la seguridad de que era una persona que caminaba cerca, pero que esta fuese peligrosa o inofensiva faltaba determinarlo, aunque el aroma si lo reconoció enseguida, incluso a través del espeso follaje de los altos árboles que con facilidad ocultaba cualquier silueta que se aventurase entre ellos. -¿Qué tal si sales de donde estás y te dejas ver?- dijo en voz alta y bastante audible mientras la brisa nocturna agitaba sus castaños cabellos. Ella era así, directa y resuelta, y en ese momento se había percatado de que aquel ser, al igual que ella, había detenido su andar.
Era cierto que en los últimos días algunas cosas parecían haber cambiado para Annabel, como si por un tiempo extraordinariamente largo se hubiese encontrado en la penumbra y ahora comenzase a desear por un momento breve salir de ella y ver un poco de lo que acontecía a su alrededor. Y no era que hubiese olvidado su principal objetivo de vida ni mucho menos, al contrario, este lo tenía más presente que nunca, pero al mismo tiempo comenzaba a percatarse de otras cosas, de su anhelo de salir de su encierro auto impuesto e intentar recuperar una pequeña parte de quien solía ser.
Sumado a todo aquello, esa noche se cumplían dos años exactos desde aquella otra en la que había sido mordida, y debido a ello, se sintió compelida a volver al lugar adonde se había llevado a cabo su conversión. No había vuelto a pensar en ese suceso durante todo ese tiempo, como si una espesa neblina envolviese el recuerdo y apenas ahora comenzara a disiparse apenas lo suficiente para que lo fuese recordando poco a poco mientras caminaba entre los árboles de una zona alejada de la ciudad.
En aquella misma zona se había realizado el intercambio de monedas cuando por el precio correcto compró su licantropía. Según recordaba, quien la había mordido pertenecía a una manada que deambulaba por esos lugares, y no tenía la menor idea de si el grupo aún se encontraba allí o si hace ya mucho tiempo había emigrado a distintas tierras. Se preguntó, al escuchar ulular a un búho, si en realidad habría algo más a su alrededor que los meros animales que cabía esperar que habitasen una zona tan aislada.
Esa misma pregunta trajo otra a su mente. ¿Qué hacía exactamente una manada? Nunca se lo había cuestionado y la noción en si le era extraña y ajena. Se detuvo rápidamente al escuchar un ruido, le pareció que se trataba de pasos para nada semejantes a los que se escucharían provenir de un animal de pequeño o de mediano tamaño. Tuvo la seguridad de que era una persona que caminaba cerca, pero que esta fuese peligrosa o inofensiva faltaba determinarlo, aunque el aroma si lo reconoció enseguida, incluso a través del espeso follaje de los altos árboles que con facilidad ocultaba cualquier silueta que se aventurase entre ellos. -¿Qué tal si sales de donde estás y te dejas ver?- dijo en voz alta y bastante audible mientras la brisa nocturna agitaba sus castaños cabellos. Ella era así, directa y resuelta, y en ese momento se había percatado de que aquel ser, al igual que ella, había detenido su andar.
Última edición por Annabel Hemingway el Vie Jun 10, 2016 2:02 am, editado 1 vez
Annabel Hemingway- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/01/2015
Re: The Path Not Taken [privado]
Años atrás había pasado por París, cuando recién había abandonado Finlandia. En ese entonces solo estuvo unos días, pues no le llamó nada la atención, pero ahora París parecía haberse vuelto la capital sobrenatural del mundo, lo cual hizo que la ciudad la atrajese de vuelta, como un imán. Venía llegando del sur, pues desde África nada más consiguió un barco hasta España, por lo que todo el resto de su viaje tuvo que ser a pie, completamente financiado por sus servicios médicos ilegales o por sus traducciones e interpretaciones esporádicas. Varios pares de zapatos se le habían gastado en el camino por tierra, al igual que los que llevaba puestos ahora, los cuales ya comenzaban a abrirse por el costado, haciendo que sus pies comenzaran a lastimarse. Podía ver a lo lejos el halo de luz que se emanaba de París a través del cielo, que aunque fuese ligero y apenas notable, le avisaba que estaba cerca, que faltaba ya poco por llegar. Detuvo sus pasos un segundo para observar su camino, suspirar con inspiración y determinación, y continuar caminando con incluso aún más ánimos, con una mano apretando el lienzo del bolso que colgaba de su hombro derecho y con la otra, sosteniendo fuertemente su conejo de felpa. Sin embargo, pronto le dio hambre y, a falta de algo que comer, se salió del camino en busca de arbustos frutales o algo que pudiese pillar.
Estaba en eso, caminando entre árboles y arbustos en busca de algo que pudiese cosechar, cuando de pronto sintió las palabras de alguien, las cuales le hicieron dar un respingo del susto ante lo repentino. Se detuvo en su lugar, mirando a su alrededor pero sin ver a nadie. Asustada, guardó cuidadosamente al conejo dentro de su cartera, dejando solo la cabeza de este afuera, como si le permitiera ver el paisaje a su alrededor. Llevó ambas manos entonces a afirmar bien el lienzo de la cartera, más o menos a la altura de su pecho, mientras que daba pasos a su alrededor en busca de aquella mujer que le había llamado.- ¿Hola? ¿Hay alguien ahí? ¿O solo soy yo escuchando voces? -Comenzó hablando con volumen, más su voz se fue convirtiendo en un susurro ya para el final. Sabía que no escuchaba voces por estar loca, sino porque a veces escuchaba fantasmas. Miró entonces el conejo, pensando que quizá este le estaba jugando alguna broma.- ¿Fuiste tú, Keleseth? -Preguntó entonces, pero el conejo no dio respuesta, por lo que miró nuevamente a su alrededor, confundida.
Dio un par de pasos más, finalmente notando la presencia de alguien más. No la veía, estaba demasiado oscuro para sus ojos humanos, comunes y corrientes, pero lograba divisar la presencia de un aura que le avisaba había un licántropo cerca. Asustada, giró rápidamente el rostro para ver al cielo y verificar que no hubiese luna llena, dando un suspiro al ver que no era así. Soltó entonces una risa nerviosa, encogiéndose de hombros y comenzando a acercársele a la licántropa.- Ehm, ¡hola! Lo siento, no sabía que había alguien más aquí, no quería molestart-Sus palabras fueron interrumpidas por la caída que dio, pues había puesto un pie en unas ramas que tapaban un agujero. Quedó entonces con el pie atrapado, los brazos rasguñados por ramas y una pequeña herida en la frente, pues se dio de cara con el suelo. Ahora, no solo temía haber molestado a un lican, pero también se moría de vergüenza.- Esta no es forma de llegar a París... He hecho mejores entradas. -Susurró.
Estaba en eso, caminando entre árboles y arbustos en busca de algo que pudiese cosechar, cuando de pronto sintió las palabras de alguien, las cuales le hicieron dar un respingo del susto ante lo repentino. Se detuvo en su lugar, mirando a su alrededor pero sin ver a nadie. Asustada, guardó cuidadosamente al conejo dentro de su cartera, dejando solo la cabeza de este afuera, como si le permitiera ver el paisaje a su alrededor. Llevó ambas manos entonces a afirmar bien el lienzo de la cartera, más o menos a la altura de su pecho, mientras que daba pasos a su alrededor en busca de aquella mujer que le había llamado.- ¿Hola? ¿Hay alguien ahí? ¿O solo soy yo escuchando voces? -Comenzó hablando con volumen, más su voz se fue convirtiendo en un susurro ya para el final. Sabía que no escuchaba voces por estar loca, sino porque a veces escuchaba fantasmas. Miró entonces el conejo, pensando que quizá este le estaba jugando alguna broma.- ¿Fuiste tú, Keleseth? -Preguntó entonces, pero el conejo no dio respuesta, por lo que miró nuevamente a su alrededor, confundida.
Dio un par de pasos más, finalmente notando la presencia de alguien más. No la veía, estaba demasiado oscuro para sus ojos humanos, comunes y corrientes, pero lograba divisar la presencia de un aura que le avisaba había un licántropo cerca. Asustada, giró rápidamente el rostro para ver al cielo y verificar que no hubiese luna llena, dando un suspiro al ver que no era así. Soltó entonces una risa nerviosa, encogiéndose de hombros y comenzando a acercársele a la licántropa.- Ehm, ¡hola! Lo siento, no sabía que había alguien más aquí, no quería molestart-Sus palabras fueron interrumpidas por la caída que dio, pues había puesto un pie en unas ramas que tapaban un agujero. Quedó entonces con el pie atrapado, los brazos rasguñados por ramas y una pequeña herida en la frente, pues se dio de cara con el suelo. Ahora, no solo temía haber molestado a un lican, pero también se moría de vergüenza.- Esta no es forma de llegar a París... He hecho mejores entradas. -Susurró.
Sylvanas- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 16
Fecha de inscripción : 10/05/2016
Re: The Path Not Taken [privado]
La presencia ajena era bastante palpable para ella gracias a la agudeza de sus cinco sentidos. Al aguzar los oídos había escuchado como después de una breve pausa el individuo volvió a moverse. Podía percibir los pequeños crujidos provenientes de ramas que se partían por debajo de sus pies, e incluso de ramas de árboles que seguramente apartaba al caminar. De esa forma se tornaba para ella tan notorio como si estuviera gritándole a pleno pulmón. Obviamente no se trataba de alguien demasiado versado en el arte de pasar inadvertido, por lo que la licántropa inspiró para complementar su apreciación y de esa forma sus fosas nasales percibieron el característico olor de un ser humano.
A continuación escuchó una voz que con su timbre anunció a las claras que se trataba de una mujer pero fueron sus palabras las que lograron que la loba alzara una ceja. -Todo depende de la perspectiva con la que se le mire. Si fuera tan solo una voz que tú escuchas, ¿eso me haría menos presente?- Soltó una risita y salió de entre los arbustos. Por lo que acababa de oír, una mujer deambulaba de noche en el bosque, pero tratábase de una mera mortal. De ninguna manera le pareció que constituyera un peligro inmediato para ella así que sus ojos, que se habían ya acostumbrado a la oscuridad, buscaron a la portadora de la voz.
Con facilidad la atisbó en tan solo unos minutos, desde donde estaba los rayos de plata provenientes del astro nocturno iluminaron la silueta de una joven mujer de cabello negro que a las claras se encontraba algo desconcertada y bastante nerviosa. La vio avanzar hacia ella y cerró un ojo cuando repentina y no muy atinadamente cayó sobre el suelo.
-¿Qué hace acá alguien que no conoce la zona y que se deja vencer por la naturaleza con tanta facilidad?- Se acercó y finalmente se detuvo a unos pasos de distancia. -Dame tu mano.- Observó la sorpresa reflejada en el rostro ajeno. -O confías en mi o preveo que no saldrás con facilidad de tu predicamento.- Señaló con el dedo hacia su pie atrapado en el pequeño y bien ajustado hoyo en la tierra.
Su mirada la recorrió brevemente, observando sus escasas pertenencias, antes detenerse sobre el rostro joven y polvoriento. -¿Con quien viajas?- Su expresión se tornó suspicaz ya que estaba segura de que le había oído hablar con otro y no quería toparse con sorpresas desagradables. -¿Donde está el Keleseth al cual te dirigías hace un momento?- Detuvo la mano en el aire y aguardó la respuesta.
A continuación escuchó una voz que con su timbre anunció a las claras que se trataba de una mujer pero fueron sus palabras las que lograron que la loba alzara una ceja. -Todo depende de la perspectiva con la que se le mire. Si fuera tan solo una voz que tú escuchas, ¿eso me haría menos presente?- Soltó una risita y salió de entre los arbustos. Por lo que acababa de oír, una mujer deambulaba de noche en el bosque, pero tratábase de una mera mortal. De ninguna manera le pareció que constituyera un peligro inmediato para ella así que sus ojos, que se habían ya acostumbrado a la oscuridad, buscaron a la portadora de la voz.
Con facilidad la atisbó en tan solo unos minutos, desde donde estaba los rayos de plata provenientes del astro nocturno iluminaron la silueta de una joven mujer de cabello negro que a las claras se encontraba algo desconcertada y bastante nerviosa. La vio avanzar hacia ella y cerró un ojo cuando repentina y no muy atinadamente cayó sobre el suelo.
-¿Qué hace acá alguien que no conoce la zona y que se deja vencer por la naturaleza con tanta facilidad?- Se acercó y finalmente se detuvo a unos pasos de distancia. -Dame tu mano.- Observó la sorpresa reflejada en el rostro ajeno. -O confías en mi o preveo que no saldrás con facilidad de tu predicamento.- Señaló con el dedo hacia su pie atrapado en el pequeño y bien ajustado hoyo en la tierra.
Su mirada la recorrió brevemente, observando sus escasas pertenencias, antes detenerse sobre el rostro joven y polvoriento. -¿Con quien viajas?- Su expresión se tornó suspicaz ya que estaba segura de que le había oído hablar con otro y no quería toparse con sorpresas desagradables. -¿Donde está el Keleseth al cual te dirigías hace un momento?- Detuvo la mano en el aire y aguardó la respuesta.
Annabel Hemingway- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/01/2015
Re: The Path Not Taken [privado]
Aún en el suelo, la bruja se incorporó dentro de lo que podía, pues aún tenía el pie atrapado. Nada más se sentó con el peso apoyado sobre su muslo y, girándose, miró hacia arriba y pasó una mano por su rostro para poder sacarse los cabellos y tirarlos hacia atrás, aunque aún quedándoles desordenados. Localizó nuevamente con la vista a la licántropo y sonrió nerviosa, como quien ha hecho un desastre y debe pagar consecuencias. Soltó entonces una risa medio resoplada, sin dejar de sonreír de aquella forma.- Pues, depende. Algunas veces hay fantasmas que no se quieren dejar ver, pero que hablan mucho de todas maneras, por eso me confundí, pero no, no significaría que estés menos presente. -Explicó con nerviosismo, preocupada de haber ofendido o no a la mujer.
Suspiró y entonces observó su pie, aún atrapado y que comenzaba a hincharse, por lo que debía sacarlo de aquel hoyo rápidamente, antes de que se vuelva más difícil hacerlo. Miró entonces hacia arriba a la licántropa que le extendía la mano, la cual le sorprendió en un instante, pero luego no dudó en tomarla en busca de la ayuda ofrecida. Notó entonces que la muchacha la examinaba con la mirada, algo que encontraba normal esperarse por parte de un desconocido en la mitad del bosque durante la noche, por lo que nada más sonrió de forma amigable y, sujetando su mano aún con fuerza, nada más contestó de forma calmada y con naturalidad.- Es un fantasma. A veces le hablo y él responde, otras veces no, pero no es capaz de comunicarse con otras personas aparte de mí.
Entonces, habiendo explicado aquello, haló de su mano con fuerza para que le ayudara a ponerse de pie, logrando sacar el pie del agujero pero no sin haberle raspado el pie, haciéndole pequeñas y ligeras heridas.- Oh vaya, justo cuando ya no tengo más medicamentos. -Comentó al aire mientras se miraba el pie, cojeando para correrse de allí y no cometer el error de meterlo de nuevo en aquella trampa de la tierra. Suspiró y arregló sus ropas, colocándose bien la cartera que estaba desordenada y medio abriéndose y, entonces, sacando de esta el muñeco de conejo que llevaba en ella.- Aquí está Keleseth. -Se lo mostró, sabiendo que como la mujer era una criatura que también veía auras, seguro notaría el pequeño halo que apenas se notaba del aura del fantasma que habitaba encerrado dentro del muñeco gracias a su magia negra. Se quedó expectante, esperando a ver cuál sería su reacción, pues a veces habían personas que actuaban de manera bastante entretenidas.
Suspiró y entonces observó su pie, aún atrapado y que comenzaba a hincharse, por lo que debía sacarlo de aquel hoyo rápidamente, antes de que se vuelva más difícil hacerlo. Miró entonces hacia arriba a la licántropa que le extendía la mano, la cual le sorprendió en un instante, pero luego no dudó en tomarla en busca de la ayuda ofrecida. Notó entonces que la muchacha la examinaba con la mirada, algo que encontraba normal esperarse por parte de un desconocido en la mitad del bosque durante la noche, por lo que nada más sonrió de forma amigable y, sujetando su mano aún con fuerza, nada más contestó de forma calmada y con naturalidad.- Es un fantasma. A veces le hablo y él responde, otras veces no, pero no es capaz de comunicarse con otras personas aparte de mí.
Entonces, habiendo explicado aquello, haló de su mano con fuerza para que le ayudara a ponerse de pie, logrando sacar el pie del agujero pero no sin haberle raspado el pie, haciéndole pequeñas y ligeras heridas.- Oh vaya, justo cuando ya no tengo más medicamentos. -Comentó al aire mientras se miraba el pie, cojeando para correrse de allí y no cometer el error de meterlo de nuevo en aquella trampa de la tierra. Suspiró y arregló sus ropas, colocándose bien la cartera que estaba desordenada y medio abriéndose y, entonces, sacando de esta el muñeco de conejo que llevaba en ella.- Aquí está Keleseth. -Se lo mostró, sabiendo que como la mujer era una criatura que también veía auras, seguro notaría el pequeño halo que apenas se notaba del aura del fantasma que habitaba encerrado dentro del muñeco gracias a su magia negra. Se quedó expectante, esperando a ver cuál sería su reacción, pues a veces habían personas que actuaban de manera bastante entretenidas.
Sylvanas- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 10/05/2016
Re: The Path Not Taken [privado]
¿Fantasmas parlantes? La loba escuchó la respuesta de la desconocida pero de buenas a primeras no estuvo segura de que pensar de aquello. No dudaba de la existencia de entes paranormales, teniendo en cuenta que en el transcurso de sus años infantiles nunca supo de la existencia de los licántropos o vampiros de la noche y resultaron ser tan verídicos como cualquier otro ser que poblaba la tierra. Pero aquellas razas eran perfectamente palpables una vez que topabas tus caminos con alguna. Otra cosa era hablar de fantasmas, a quienes no veías y por cierto de quienes nunca había tenido mayor ilustración que los pocos fiables relatos descritos en las páginas de un libro. Aunque si a esas íbamos tampoco tenía prueba del viento y no por ello dejaba de sentirlo en ese momento, soplando ligeramente entre las copas de los árboles que comenzaban a enverdecerse por la llegada de la primavera, y que alborotaba levemente su melena oscura.
La mortal se decidió a aceptar su mano y tras un breve tirón su pie quedó liberado de la trampa de tierra. Había algo diferente en esa humana, más allá del nerviosismo y de la juventud de su rostro. Por supuesto, no todos los días te encontrabas a alguien que afirmaba hablar con espíritus del otro lado, por lo que se mantuvo imparcial al escucharla mientras discernía si la mente de la joven mujer estaría en pleno dominio de sus facultades.
-Creo que deberías vendarte eso.- sugirió, al detener sus ojos en el pie de la joven, en el cual podía vislumbrar algunos cortes y rasguños. -Veo que cojeas y me pregunto si no te habrás dislocado el tobillo.- terminó con una especie de gruñido. Sabía lo doloroso que podía ser el sufrir de un dislocamiento ya que había sufrido uno de niña, y aunque la joven no parecía mostrarle gran atención el hecho de que cojeara distaba de ser una buena señal. Por otro lado, la loba se había vuelto tan ermitaña que el cruzar palabra con alguien aunque fuera de manera casual, estaba requiriendo de un gran esfuerzo por su parte.
Fue entonces cuando las palabras de la desconocida redirigieron su atención al muñeco de felpa, un conejo de largas orejas con ojos grandes e inmóviles le observaba impávido y del cual destellaba un aura que, en primer lugar, no tendría por qué envolver a un objeto inanimado. -¿Qué diablos?-
Elevó la mirada hacia la joven de piel pálida y luego de regreso al conejo. Su mirada no la engañaba, definitivamente había algo fuera de lo ordinario en él. -¿Intentas decirme que tienes pláticas con eso?- Señaló con el dedo hacia el muñeco ya que su olfato, de quien tanto se fiaba, no percibía nada fuera de lo ordinario excepto olor a algodón. -¿Con qué finalidad habría de esconderse un fantasma en tan reducido espacio?- La idea resultaba tan absurda que no pudo evitar el soltar una carcajada. La noche comenzaba a presentarse interesante de una forma bastante inusitada mientras su mirada perspicaz continuaba fija en la joven mujer. -¿Eres algo así como un médium?- De repente su rostro adquirió mayor sobriedad. Si en verdad era posible comunicarse con las almas del otro lado... el tema adquiría un matiz demasiado importante para ella y una antigua herida que jamás abría de sanar volvía a abrirse sacudiendo su espíritu.
La mortal se decidió a aceptar su mano y tras un breve tirón su pie quedó liberado de la trampa de tierra. Había algo diferente en esa humana, más allá del nerviosismo y de la juventud de su rostro. Por supuesto, no todos los días te encontrabas a alguien que afirmaba hablar con espíritus del otro lado, por lo que se mantuvo imparcial al escucharla mientras discernía si la mente de la joven mujer estaría en pleno dominio de sus facultades.
-Creo que deberías vendarte eso.- sugirió, al detener sus ojos en el pie de la joven, en el cual podía vislumbrar algunos cortes y rasguños. -Veo que cojeas y me pregunto si no te habrás dislocado el tobillo.- terminó con una especie de gruñido. Sabía lo doloroso que podía ser el sufrir de un dislocamiento ya que había sufrido uno de niña, y aunque la joven no parecía mostrarle gran atención el hecho de que cojeara distaba de ser una buena señal. Por otro lado, la loba se había vuelto tan ermitaña que el cruzar palabra con alguien aunque fuera de manera casual, estaba requiriendo de un gran esfuerzo por su parte.
Fue entonces cuando las palabras de la desconocida redirigieron su atención al muñeco de felpa, un conejo de largas orejas con ojos grandes e inmóviles le observaba impávido y del cual destellaba un aura que, en primer lugar, no tendría por qué envolver a un objeto inanimado. -¿Qué diablos?-
Elevó la mirada hacia la joven de piel pálida y luego de regreso al conejo. Su mirada no la engañaba, definitivamente había algo fuera de lo ordinario en él. -¿Intentas decirme que tienes pláticas con eso?- Señaló con el dedo hacia el muñeco ya que su olfato, de quien tanto se fiaba, no percibía nada fuera de lo ordinario excepto olor a algodón. -¿Con qué finalidad habría de esconderse un fantasma en tan reducido espacio?- La idea resultaba tan absurda que no pudo evitar el soltar una carcajada. La noche comenzaba a presentarse interesante de una forma bastante inusitada mientras su mirada perspicaz continuaba fija en la joven mujer. -¿Eres algo así como un médium?- De repente su rostro adquirió mayor sobriedad. Si en verdad era posible comunicarse con las almas del otro lado... el tema adquiría un matiz demasiado importante para ella y una antigua herida que jamás abría de sanar volvía a abrirse sacudiendo su espíritu.
Annabel Hemingway- Licántropo Clase Alta
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