I'm here [Privado]

El azul del cielo se tornaba entre azul y negro, el frescor le daba en la piel hasta quemarle, estaban entrando en invierno y en las zonas marginadas se sufría mas los estragos. Caminaba con lentitud sus parpados le pesaban debido al sueño y sus ropas estaban destrozadas y manchadas tan solo quería llegar a casa calentar un poco de agua para quitarse lo helado de las manos y pies, descansar un poco y desconectarse del mundo. Apenas subía sobre una de las colinas del cementerio se encontró con algunas personas, ese viejo de siempre, cavando una y otra vez porque un cadáver necesitaba espacio, pasó aún lado de aquel hombre y le detuvo, le miró con fijeza, acarició su rostro y después estrecho su mano –Siempre tarde Garrett –A veces olvidaba que mentía, se olvidaba de tantas cosas sus ojos cansados miraban a otro lado, concretamente a las mejillas manchadas de aquel hombre. Dejó que su brazo cayera denotando su cansancio y simplemente asintió a aquellas palabras, su primer paso fue tan pesado que su cuerpo temblaba y encima aquel hombre le había dado un par de palmadas que si no fuera por la pesadez de sus pies se hubiera caído ahí mismo. Se dirigió a su casa entrando como fuera, dejando la ropa de lado, busco paso para ir por un poco de agua y ponerla al fuego, mientras esperaba se tumbo en el suelo, lo que le hacía de ‘cama’ no le servía para descansar odiaba eso, se sentía incomodo y jamás conciliaba el descanso, apenas cerró los ojos se fue quedando dormido y lo que parecían cinco minutos había sido media hora, se despertó y fue a bañarse con esa agua caliente sin importarle si quemaba, necesitaba que la mugre se despegará de su piel, sólo se repetía que debía mantenerse en pie, se sentía tan reconfortante que después de ponerse la ropa terminó en la cama, bajo un par de sabanas y cobertores, mojando la almohada con sus cabellos sin secar.

Sus sueños en una cama se convertían en pesadillas constantes, él no hablaba mucho, tampoco se interesaba en nada o alguien, pero en la noche estaban y venían tras de él, aquellas personas aquellas cosas y todas las palabras que se habían quedado en sus labios, todo eso aturdía su mente, le llegaba por ahí en los pensamientos mismos que no tenía durante el día de pronto se despertó con un susto que le recorría por toda la espalda , sentía que le arrastraban, que le agarraban los tobillos y las muñecas amarrándole a la cama, sintió como un par de manos hechas de hueso estrangulaban su cuello, poco a poco le cortaban la respiración, se removió una y otra vez, de nada le servía ser brujo porque era un completo idiota no le llegaba ni un maldito hechizo a la cabeza, se dejaba llevar por todos los malestares que le agobiaban. Estaba completamente muerto, hasta que un golpe en la puerta le despertó, saltó de la cama, su respiración se cortaba y el sudor de su frente caía sobre las sábanas y los golpes seguían, insistían una y otra vez, no con desesperación pero si como si esperaran que él se presentara ahí. Se limpió el rostro y salió de la cama, tonteando por lo mareado que estaba, el cuello le dolía y seguramente estaba moreteado y con las marcas de aquello, no sabía si era un sueño o la realidad. Se recargó en la puerta antes de abrir y se encontró con algo y alguien. Un hombre, joven, de dinero, pero con un aura extraña, se le quedó viendo de pies a cabeza. Enarcó una ceja como si preguntará a que venía la visita de ese individuo.

“Disculpe... seguramente no me recuerde”, Todo para él había iniciado con ese simple gesto, estaba demasiado centrado en sus pensamientos, era cierto, Garrett no le recordaba de nada, el rostro del niño rubio de buenas ropas no le venía a la mente, inclusive cuando este pronunció su apellido, era común de nada le servía saberlo, ¿por qué un extraño de clase alta le pediría a él que le dejará pasar la noche?, bien podía irse a un hotel y estaría más cómodo e inclusive caliente, la hora no representaba un problema para ello, no mientras tuviera el dinero, Axel deslizo sus dedos por su garganta esa camisa mojada por el sudor le era estorbosa, pero tampoco era alguien con muchos pensamientos y nada inteligente si así lo querían ver algunos. –No hay camas suficientes –Susurró con esa voz media que cargaba y después de tener esas pesadillas su voz era aun más suave y fina. Era obvio, no era un hotel ni nada y camas solo había una, una donde las pesadillas e ideas más suicidas le visitaban y él las confundía con espíritus que le llamaban desde el más allá.

Dejó la puerta abierta para que el chiquillo ingresara sin más, recorrió la casa y no le preocupaba el aspecto de esta, era de clase media y no era suya, pero las pocas cosas que se encontraban ahí sí que le pertenecían. La casa era vieja y Garrett la cuidaba como si fuera su más preciado tesoro. La casa era de solo dos plantas, pero realmente era amplia, al abrir la puerta se encontraba un gran recibidor que Axel más bien usaba como almacén era donde se suponía debía poner los abrigos, pero el solo llegaba y botaba las cosas, frente a ese recibidor una escalera enorme y vieja que conducía a la segunda plata, a la derecha estaba la pequeña sala y eso era porque apenas tenía muebles ahí, un pequeño librero y dos sofás, uno de dos cojines y uno más pequeño para una persona donde se veían los montones de libros, era otro ‘almacén’ pero de papel, porque donde se mirara había pilas y pilas de libros, una lámpara inservible que tenía una luz débil iluminando el triste sofá de dos cojines. En su lado izquierdo estaba el comedor, era una mesa de madera simple con dos sillas una frente a la otra y encima una canasta de Pan duro y un pedazo de queso. Cruzando estaba la cocina.

-Ven conmigo–Susurró subiendo las escaleras con una cubeta llena de carbón y otra llena de madera, subió con dificultad y entonces al estar ahí avanzo unos pequeños pasos y solo se encontró con un pasillo y en él solo una puerta, la abrió y resulto ser el salón más amplio que tenía, una cama y más libros y en una esquina la estufa, donde puso el carbón y madera para que todo se mantuviera caliente, no dijo nada más hasta terminar lo que hacía, quito la ropa de un sofá que estaba casi frente a la cama para después pegarlo a la pared. –Esa es tu cama–Jaló una almohada y dos mantas y las coloco en el sofá. Muchos podrían decir que era absurdo pero aunque no ocupara la cama no pretendía compartirla, estaría despierto quizás leyendo con una vela encendida para no tener que ahuyentar al inquilino y también para estar alerta porque era realmente estúpido y no sabía defenderse ni cuidarse del todo. -¿Black?–Murmuró como recordando pero a la vez no haciéndolo.

¿‘Black’, significa negro en Inglés?, Se preguntó tontamente mientras veía el rostro del muchacho que paseaba por casi toda la habitación, pensó en decirle que arrimará mas aquel sofá a la estufa, pero no era ese tipo de persona amable ahora se comportaba así porque las circunstancias lo ameritaban. Se quedó en la cama, sentado en la posición que muchos llamaban ‘de loto’, solo saco un libro que se encontraba bajo una de las almohadas la pasta era vieja y color café como el tronco de un árbol, suspiró y no dijo nada, él era demasiado silencioso, tranquilo la mayoría de veces. Trataba de recordar y leyendo llegaban a él una que otra imagen, recordaba a François, más bien dicho ‘Su santidad François’ y él a su lado, más joven casi un niño, acompañándole con esas ropas elegantes, apenas bajaron del carruaje se encontró con algo asombroso, una mansión enorme, los dos avanzaron mientras Garrett cargaba un maletín que contenía todo lo que ‘su santidad’ pudiese ocupar. Pero tonteaba viendo la estructura, columna a columna y los cuadros, las ostentosas piezas de arte colgadas para que luego el polvo las tornara grises y aun más valiosas. No prestaba atención a las palabras de François ni mucho menos, solo quería ver que podía sacar de ahí, llegaron a la enorme sala, adornos por doquier, los asientos parecían de la realeza, todo olía tan bien y de pronto los sirvientes servían el té en lujosa porcelana que en su vida podría pagar, un té exótico, color rojo, con un aroma penetrante que se quedó para siempre en su memoria y las puertas se abrieron, ahí estaban los anfitriones, por decirlo de algún modo. Una mujer, un hombre y en brazos un pequeño con cabellos de oro, de piel blanca como las alas de los ángeles, se podría decir que era un querubín. Él lo bajo e inmediatamente la pareja se acercó a François para besar su mano, haciendo reverencias como si fuera el mismo Dios, el chiquillo se aferraba a la pierna de su padre y ‘su santidad’ solo puso su mano sobre esos cabellos costos, le sonrío y lo bendijo. Inmediatamente ‘su santidad’ ordeno que Garrett saliera, ni siquiera le dieron la oportunidad de presentarse. Garrett se levanto, inmediatamente noto que el dueño de aquella mansión susurraba algo al oído del principito, inmediatamente este se abrazo a la pierna de Garrett y los dos salieron de ahí.

Ahí se acababa su relato. Black, ese niño era él, con quien solía ‘jugar’ cuando François iba a visitar a su familia, ahora lo recordaba tras treinta minutos de imágenes borrosas y con los ojos clavados en el libro se levanto, camino y abrió una puerta que estaba a un lado de la estufa, era el baño, un pequeño pero cómodo baño, saco una toallas limpias de ahí y se las paso, salió de ahí para darle oportunidad al otro de cambiarse y fue donde los libros, cogiendo otro comenzó a rebuscar algo, en una pequeña bolsa color negra se encontraba, se pregunto porque jamás había vendido ese objeto y sin más subió, no sin antes asegurar la puerta por si algún ladrón aparecía porque después de todo esa era la parte tenebrosa de Paris. Sin importarle si él otro estaba desnudo o no, se acercó y dejó el libro en la cama, le examino con la mirada, ahora podía ver que si era el mocoso con que era obligado a jugar, aunque siempre terminaba de antipático porque era demasiado preguntón. –Seguro que vienes por esto –Susurró sacando de la bolsa una pequeña caja de oro y plata que en sus tantas visitas había cogido de aquella casa. Si mal no recordaba fue cuando dejo de visitarlos, cuando François fue arrastrado por la muerte. Dejó el objeto encima de las mantas y almohadas. Se fue de nuevo a la cama y suspiro. Estaba demasiado cansado y tenía frío, era difícil entrar en calor cuando su cuerpo no recibía alimento de la forma adecuada. -Te recuerdo, Black, el niño de los Black, ese chiquillo molesto que se pegaba a mi pierna hasta que empezó a crecer y ya no podía hacerlo. –No le importaba si el otro se avergonzaba. Y ahí terminaba todo, no quería hablar de cómo se sentía teniéndole ahí, tampoco de que si iba o no a dormir, esas cosas siempre las pasaba por alto y no era por mala educación, es porque su memoria no daba para más.

Enarcó una ceja después de ver la reacción del otro respecto a todo lo que había dicho, ¿estaba hablando en serio?, con respecto a lo último con lo del objeto no sabía y en realidad poco le interesaba. El libro que había traído de la sala se abrió y se concentro en esas palabras antes de decirle algo, en realidad ¿qué podía decirle? Y entonces empezaba a leer algo, un pequeño fragmento entre toda esa poesía que consideraba basura. ‘Amor constante más allá de la muerte. Amor impreso en el alma…Comunicación de amor invisible por los ojos, contraposiciones y tormentos de su amor. Definiendo el amor…’ Eso se quedó en su memoria y se levanto para estar frente a frente del muchacho, eran casi de la misma estatura Garrett más alto que el principito. Le observó fijamente y sus labios se abrieron, su mano se deslizo por la ajena misma que sostenía la cajita de oro y plata, dejo su fría mano posándola ahí. -¿Tu pena es por estar enamorado? –No encontraba más lógica eso y que su mente se revolvía con las palabras del libro. – ¿No te debo nada, verdad?, entonces, ¿estás enamorado? –Nunca reparo si estaba bien o mal que fuera hombre o mujer.

No quito su mano y no dejo de verle, simplemente se concreto para saber la verdad, no había lógica alguna, es que no le parecía algo bueno, ¿quién en todos sus sentidos hacía eso, solo para buscar a un donnadie?, Se puso a pensar si tenía algo que ofrecerle, pero ni siquiera su poca magia podía considerarse un don, de hecho era todo un desastre, su personalidad no era la más brillante y su físico tampoco el más atractivo, ¿entonces qué diablos buscaba el chiquillo?, le parecía algo ilógico, algo no cuadraba. –Lo robe de tu casa, no lo he vendido porque se me ha olvidado pero supongo que algo valdrá. Ahora dime, ¿por qué? –Se refería a su motivo de estar ahí, no era un hombre que pidiese explicaciones, ese ‘príncipe’ como lo llamaba él, era un infante cuando le conoció eso y nada más.

‘Cuando yo era niño me enamore de una mujer, ella cuidaba de mí, ella me mantenía siempre contento, tomaba mis manos y las colocaba alrededor de su cuello y luego me cargaba por toda la ciudad mientras hacía las compras para cocinarles a todos en el orfanato, juré que cuando creciera me casaría con ella, juré que jamás volvería a trabajar, me enamore profundamente aun siendo un niño’….’Ella murió y entonces lo mío no pudo ser, pero ese era mi deseo y aun si ella viviera en este momento iría a buscarla’–Sonrío sin decir nada más, solo que no descartaba la posibilidad, a él le había pasado a la misma edad que conoció al ‘principito’ que ahora estaba ahí. Axel podía ser lo que fuera menos imbécil, notaba cada gesto, cada palabra y movimiento y estaba viendo lo nervioso que el otro se ponía cuando estaba así de cerca, cuando pronunciaba algo tan trivial como el amor, después de que aquella mano se deslizo tomo el objeto y mostro el culo de la caja, tenía el apellido ‘Black’ grabado. Esperaba que el otro lo viera.

Le parecía tonto y ridículo que un joven como ese no supiera que era el amor, pero no le importaba la vida del otro, tenía mejores cosas que preguntarse o de las cuales interesarse. – ¿Mañana te irás temprano?, ¿tus padres aun viven? –No sabía porque preguntaba cosas como esas pero no quería problemas si el niño había escapado en un acto de rebeldía, le gustaría saber si sus padres lo habían dejado así porque si. Quizás huía para no casarse con alguien y venia a buscar a su amor de la infancia. La imaginación de Axel volaba. Pero ¿de dónde venía tanto nerviosismo?, se subió en la cama de nuevo y trato de acostarse. Le dolía demasiado la espalda porque generalmente dormía en el suelo.  Se quejó apenas debido a que el dolor empezaba a atacar su columna vertebral, deseaba tener brazos más largos para poder sobarse o algo, sus huesos se podían vislumbrar inclusive si llevaba ropa puesta.  

-Espero que el sofá este cómodo –Susurró apenas con voz debido al dolor y trato de taparse con varias mantas que estaban sobre la cama, a veces un poco de árnica y algo de calor le hacía relajarse para que aquello pasará, pero no estaba en condiciones de bajar y preparar un té y mucho menos de dormir. Solo quería cerrar los ojos y que el dolor desapareciera. ¿Podría curarlo con magia?, era una pregunta tonta pero ojala así pudiera ser.

-¿Por qué de mí? –Susurró viéndole fijamente apenas moviéndose debido al dolor, todo lo que decía le sonaba a mero capricho y odiaba a la gente rica aunque bien se podía aprovechar de todo eso. Quería preguntar un par de cosas pero que el dolor invadiera su mente no le dejaba. Hizo una mueca y se trato de incorporar la cama era de un tamaño grande, para dos personas e inclusive mas –Puedes dormir aquí, pasarás demasiado frío ahí, además no tienes ropa –Respiro con dificulta y su frente comenzaba a humedecerse con las gotas de sudor. –Puedes coger ropa mía –Susurró señalado una cómoda sencilla. Y entonces se tumbo en la cama, dejándose caer sus huesos tronaron, estaba agotado. Entonces escucho la pregunta, algo de preocupación, una pequeña esperanza y algo de misericordia. –Te pediré algo, ve a la cocina busca árnica y prepara un té –esperaba que el ‘principito’ no fuera tan inútil, necesitaba aquello antes de continuar. –Una pregunta más antes de que te vayas… ¿Recuerdas mi nombre? – porque cuando estaba con François usaba otro y eso ahora le preocupaba.

Bufó pero tenía que pedir la ayuda de alguien así, un inútil principito. Se acomodo en la cama y con los ojos cerrados comenzó a parlotear y más bien aquello era un ruido silencioso. –Baja las escaleras, en la otra habitación que apenas lograste ver esta la cocina, al fondo la estufa y arriba de esta unas repisas, en un frasco con una tapa color plata esta el árnica, es una hierba color…-Se detuvo antes de seguir, pensaba que aquel no sabía nada de herbolaría. Creía que con eso bastaba, observaba de pies a cabeza al sujeto, dejo que su mano indicara con un gesto que ya podía retirarse, no le pareció apropiado decirle donde estaban los recipientes para calentar agua dado que estos siempre permanecían sobre la estufa. Lo más importante, ¿el príncipe podría hacer fuego?, esperaba que si, se recostó cubriendo su cuerpo, estaba cansado, tenía noche sin dormir y eso podía observarse en su rostro, las ojeras eran grandes y oscuras en su tan pálida piel.

Estaba preguntándose las razones de aquel chiquillo, ¿capricho?, quizás solo quería experimentar y después de quedar saciado regresar como el hijo prodigo, sin embargo Axel tenía problemas con ello, no quería ser parte de todo el circo que aquel armara. -¿Entonces como me has encontrado? –Porque dar con él no era tarea fácil, siempre cambiaba de nombre, dirección, siempre andaba en esos malos pasos. –Axel Garrett –Susurró por fin, jamás había dicho su nombre completo y verdadero hasta pronunciarlo le hacía parecer idiota. Casi siempre le conocía como ‘Verona’, el apellido falso que se convirtió en nombre y así se había presentado en aquel entonces con la familia del principito.

Ahora solo le quedaba esperar esa taza de té, se acomodo de nuevo el dolor le tenía inquieto, comenzó a sentirse débil y pesado, trataba de escuchar los pasos y movimientos del otro mientras cerraba los ojos y entonces de nuevo esas manos comenzaron a jalarle a las profundidades del sueño.

Finalmente aquel niño era de clase alta, buscar a alguien debía ser tarea fácil mas cuando todo estaba a su disposición, Axel fue quedándose dormido conforme pasaba el tiempo, no tenía el sueño pesado y con cualquier ruido lograba despertarse, pero estaba cansado y era uno de esos días en los que todo se acumulaba y podía dormir horas y horas e inclusive días, el cuerpo se lo pedía y él no se lo iba a negar, estuvo en la cama todo el tiempo escuchando a lo lejos los ruidos en la cocina, le parecía extraño tener a alguien ahí en su casa, una modesta casa, desordenada y sucia en algunos aspectos pero al menos tenía donde caer muerto.

Cuando escuchó los pasos y esa cercanía se medio movió, ese bostezo de parte del otro le hizo replantearse si seguir o no en la cama, tomo aquella ¿taza?, era un enorme tazón de té, arrugó la frente como preguntando qué diablos había hecho pero no lo hizo, suspiró y se le quedó viendo. Tomo aquel tazón y bebió de golpe casi la mitad del liquido, hizo un gesto que descompuso sus facciones por lo amargo que era, jamás había probado algo mas repulsivo que aquel té y eso que era algo sencillo. –Espero que sobre árnica, un té es apenas una taza pequeña, algo mínimo y no es tan cargado. –susurró viendo el color verde del agua y finalmente tomo de golpe aquel líquido, sentía alivio en ese momento y se tumbo en la cama.

-Puedes acostarte a mi lado –Susurró como si le estuviera agradeciendo, las noches de invierno no eran muy crudas en esa casa pero si llegaban a calar, la cama era mas cómoda, mas grande y era limpia, extremadamente limpia porque era lo único en lo que podía ser exagerado, la ropa de la cama era costosa porque le gustaba darse esos lujos y a su vez no sufría en invierno, lo que más temía en ese momento era que alguna pesadilla atacará en su mente y pudiera hacer daño aquel principito. Después de eso se quedó entre las cobijas, cerró los parpados y perdió la noción del tiempo, ni siquiera le dio las gracias pero suponía que dejarlo dormir era como hacerlo.

Las cinco, quizás las seis, no sabía la hora, no sabía que hacía, solo que se encontraba en la entrada de la casa con la ropa llena de sangre con las manos llenas de tierra, aun era de madrugada, de nuevo se había repetido ese hecho incontrolable, ¿a qué hora había salido?, no es que caminara dormido, pero su mente se apagaba en ciertos momentos y entonces cuando se daba cuenta estaba de esa forma, su cabello tenía rastro, entro de forma silenciosa y busco un espejo, su rostro estaba salpicado de ese carmesí liquido. Quería ir a lavarse y tratar de recordar pero también le llego a la menoría la imagen del principito, durmiendo entre los edredones limpios, con ese color rojo en sus mejillas denotando que estaba a gusto en la cama y que no pasaba frío. –‘Verona’ –susurró recordando que alguien le había vuelto a llamar así.

Su cuerpo temblaba su piel estaba mas pálida y sus dedos casi morados debido al frío y debido al poco abrigo que traía puesto, subió sin ropa hasta la habitación y entro al baño, busco calentar agua y volvió a bañarse, el ruido del agua siendo vertida en la tina que tenía podía escucharse en toda la casa, con descuido había dejado la ropa ahí en la entrada, una vez que termino de sacar la suciedad de todo su ser volvió a buscar ropa, la camisa que mejor le quedaba la traía puesto aquel niño que aun dormía, se puso lo primero que encontró y casi muerto del frío entro en la cama, sin pensarlo abrazo aquel cuerpo para entrar en calor.

Se había sentido demasiado cómodo con los brazos atados a aquel cuerpo, el muchacho estaba en un ambiente cálido y el sueño le había llegado de golpe, la almohada se mojaba por sus cabellos húmedos, pero eso hizo que le aminorara el dolor de cabeza, sin recordar nada sentía un cansancio enorme, como si hubiese arrastrado miles de ladrillos. Su respiración se armonizo con el ambiente y abrazaba mas a esa persona hasta que fue llevado a las profundidades del sueño, ya no podía regresar a la realidad de momento, eran de esas veces en las que podía perderse por completo y seguir durmiendo una eternidad si la tuviera. Ni siquiera noto cuando el otro se había deshecho de su amarre, eso sí había una leve corriente de ahí que lo había sacado de sus pesadillas o lo que fuera que tuviera en la mente.

Se despertó después de un rato de que la corriente de aire se volviera un problema, enarcó una ceja y poco a poco abrió los parpados, vio esos cabellos rubios y ese cuerpo sobre la cama, Garrett se despertó del todo y se incorporo a medias para verle -¿Qué miras? –Susurró al notar su mirada, era extraño pero ahora le podía ver mejor, sus facciones habían cambiado y le parecía mas ‘feo’ ahora, de niño tenía un rostro hermoso, pero ahora sus labios se le asimilaban a los de una mujer y su nariz era sumamente respingada cuando antes era diminuta. Desvió la mirada a la ropa y suspiró. ¿Tenía que darle explicaciones?, al ver que no respondía lo jalo y le volvió a abrazar. –Duerme un poco más. Necesito tu calor –Susurró antes de cerrar de nuevo los parpados y quedarse ligeramente dormido aun sentía el cuerpo cansado, débil y la cabeza comenzaba a darle vueltas, como si los recuerdos quisieran llegar pero a su vez no.

¿Qué pensaría el otro?, no es que fuera un pervertido, pero ni él mismo se lo podía explicar, no sabía que había pasado, solo que estaba cómodo en una cama, cosa que jamás sucedía y por lo cual tenía dolores recurrentes de espalda, quería descansar, el invierno ameritaba que se la pasara en la cama todo el día. ¿Sería posible para el otro?