Shavonne De Saint Jorus

A pesar de la estatura considerable de su difunto padre, Shavonne es una muñeca delicada al lado de muchos. Mide 1.64 centímetros y sus manos de dedos largos son delicadas, con curvilíneas falanges altas, y piel pálida igual a la porcelana; aún así guarda el significativo toque femenino. De nariz respingada, parece recta y luego al finalizar, cerca de los labios, está elevada y ligeramente redondeada. De pómulos apenas perceptibles y rosáceas mejillas, le confieren un delicadeza mayor. Además posee unos hermosos ojos azules con forma de almendra; cejas ligeramente rojizas, no tan pobladas y una larga, ondulante, bien cuidada cabellera rojiza que cae sobre su espalda cual cascada. Le acompaña unos labios carnosos, algunas pecas casi invisibles sobre su nariz y una seriedad natural debido a lo que trasmite su mirada. En cuanto a los ropajes, ¿qué se podría agregar? Es alguien bastante sencilla a pesar de la época, aún así le gusta regalarse lujos de vez cuando, sobretodo cuando puede asistir a fiestas.

Podría ser alguien apática a primera vista, con un porte de un ser que mira a los demás como si fuesen escorias, pero de hecho no es su culpa... simplemente su mirada se torna de esa manera, quizá por la experiencia pasada, yendo en contra de lo que puede sentir en cualquier momento y he ahí que la consideren alguien de mala sangre solo con verla a los ojos. Mas, Shavonne es algo rebelde, trágica, un alma que no le gusta quedarse quieta y bastante independiente. Eso sí, sumamente delicada. Y su pasión es el teatro, por ello es actriz. Admira el arte como una fuente que permite la comunicación entre el alma humana, la naturaleza y seres celestiales, como también los oscuros. No teme decir lo que piensa, aunque a veces llegue a ser doloroso y por ello se ha ganado enemistades y posibles pretendientes (cosa que a ella le da igual porque no está tan interesada en el amor). Proyecta su sueño con pasión y habla casi poéticamente; pese a tener un lado apacible y serio, también puede demostrar uno de titánide, de gran rudeza, y se vuelve más hiriente, más sincera; ella dice siempre tener la razón y afirmar que nunca hace nada malo, pero mediante lo hiriente que puede ser, sin ella misma darse cuenta, le hace bastante mal a los demás. El resto de su personalidad es una simple Caja de Pandora... lo cierto es que puede ser cooperadora si la tratan bien, así Shavonne trata por igual a quienes le rodean.

–¿Por qué siempre te molestas conmigo? ¡Es vuestro padre quien dice llamarme plebeya! –menciona indignada una llorosa Shavonne– Cuando en realidad tengo estatus, ¡aunque no sea como el vuestro! ¿No me comprendes por lo común que soy?

–No es lo que trato de decir, Shavonne –respondió Ivan. No entendía porque la lengua de su propio padre soltaba tanto veneno contra la mujer que él mismo amaba. A pesar de que estaban comprometidos por conveniencia, él amaba a la dama de cabellos rojizos que yacía frente suyo, sentada en una sillita de tapiz dorado y piezas de oro.

Ivan se acercó a ella. Su prometida apenas tenía dieciséis años y él ya había tenido una esposa que murió trágicamente. Con sus veintiséis años, Ivan era todo un hombre maduro, con facciones potentes, barbilla prominente, aún así guardaba en su rostro las dulces líneas francesas. Ambos siempre fueron orgullosos y no entendían por completo qué pasaba exactamente en sus vidas. Shavonne por siempre sería una espíritu libre que no debía ser atada a nada ni nadie, por desgracia Ivan la quería para él solo y nadie más. Detestaba que la mirasen como si fuese la única flor de lis que había en la faz de la tierra... y es que la belleza de Shavonne se hacía notar. Era como un eco su sola presencia, el vestido que pudiese tener cualquier noche la dama de cabellos rojizos quedaba atrás, mientras la divinidad del rostro mortal se anteponía a todo. Pero Shavonne nunca veía a Ivan con ojos de quererle por la eternidad o esperar que la muerte les separara.

Ivan acarició la brillante cabellera carmín... y...

–Os odio –le respondió Shavonne ante el tacto. Alzó los orbes azulinos, mirando al hombre que no deseaba como prometido. Los ojos se expresaron con tanta ira que el corazón de Ivan se rompió. Lo que Shavonne sentía exactamente era humillación. Nunca podría ser alguien digna para poder estar al lado del hombre con ojos lunares–. ¡Os odio tanto que mi corazón se ha marchitado infinitamente! ¡No lo mereces!

Y el destino les jugó una mala jugada. Ivan no resistió el poder tomarle, rodearle las caderas como si deseara quebrarle, y en el lecho de alba hizo suya a la mujer de cabellos de fuego. Fue suya por primera vez y la última. Le trató con la rudeza cuando una flor se marchita, inservible. Le habló como si no hubiese necesidad de recoger las cenizas y juntarlas en una esquina para poder limpiar detenidamente algo preciado. Fue el peor hombre del mundo en ese instante, mas para él fue lo más hermoso... poder sentirle por primera vez le volvió un ser completamente feliz, aunque tuviese que guardar dicho sentimiento, aunque tuviese que vivir sabiendo que Shavonne le odiaría por haberle tomado a la fuerza. Y en verdad la quebró.

Cuando terminó, Ivan le soltó lentamente la mano diestra. Los dedos femeninos cayeron de súbito sobre las sábanas de seda blanca. El rostro de Shavonne se hallaba ocultó por la espesa forma sudorienta de su cabellera flameante. Él sabía perfectamente que los hermosos ojos de cielo estaban llenos de lágrimas. Sabía que por las pálidas mejillas rodaban serpientes zigzagueantes que cavaban en la tersa piel femenina el más triste camino: la humillación. Ivan observó el curvilíneo cuerpo de caderas pronunciadas, los pequeños senos y la forma de aquel cuello de cisne... nuevamente y por última vez.

–Que esto nunca te haga olvidar a tu primer hombre. Seré la sombra en futuro. Tu desdicha –espectó el hombre con voz insensible, cuando por dentro se moría. Lentamente Ivan se vistió, arreglándose el cuello y dejando atrás a la silenciosa Shavonne, no si antes agregar a sus crueles palabras algo más irónico y detestable después de todo:– Je t’aime, ma chérie. –y se marchó.

Shavonne se arropó, sin importarle si su madre le conseguía de aquella manera. Si la pureza de su cuerpo fue robada. Nada le importaba. Esas palabras le mataron por completo. Qué irónico fue por parte de Ivan decirle que le amaba... cuando se convirtió prácticamente en su furcia. Sin sentimientos. Sin sensibilidad. Sin respeto. Sin elogios. Nada. Fue tomada cruelmente y convertida en una adulta antes de tiempo.

Desde ese día fue la última vez que escuchó la voz de Ivan, su prometido de clase alta. Luego, una semana después, escuchó que fue envenenado y no se encontró el autor de tal asesinato. Muchos sospecharon que fue ella, más las sirvientas de Ivan confirmaron que Shavonne nunca apareció; incluso la madre de Shavonne ratificó que su hija no salió de su habitación. Lo que sí era cierto es que Shavonne le seguía odiando; se sentía agradecida de que él hubiese sufrido... pero no obtendría apoyo financiero para su familia que perdía prestigio, y por ello mismo decidió ser actriz, para olvidar la humillación y así sobrevivir.

Ha pasado por mucho, a pesar de su talento, no es mucho lo que gana... aunque para ella algo es algo.