El piano (reservado-Jack Slater)

por **Carolina Van de Valley** Lun Oct 04, 2010 4:25 am

Sólo la había leído una vez. Pero ya me sabía de memoria lo que ponía. La carta de mi Maestro que me decidí a leer hará más o menos una semana. Me la dio hace mucho tiempo, hará casi 50 años. "Si algo me ocurre, ábrela". Pero no me había atrevido a hacerlo hasta ese momento. Él sabía que la gente con la que estaba relacionándose no eran de fiar. Él sabía que podía pasarle algo malo. Él sabía que podía abandonarme y aún así...Siguió con ese estúpido plan suyo. "El nuevo orden" siempre estaba hablando del nuevo orden.

Sin embargo, aquella noche sostenía de nuevo la carta con manos temblorosas. Dispuesta a leerla una vez más. Tan sólo una vez más.

Mein lieber Carolina:

Si estás leyendo esta carta significa que, efectivamente, mis sospechas han sido ciertas y posiblemente esté purgando mi alma en el Infierno. Pero ahora no debes preocuparte más por mí. Todo vampiro con la suficiente cabeza sabe y entiende que nuestra vida, que a algunos se le antoja inmortal, también debe acabar. Y el Infierno es la última parada.

Mi ángel de música, te encomiendo ahora una misión que se te antojará un tanto extraña, pero que, sin embargo, es lo último que te pido; Debes encontrar el klavier. ¿Recuerdas cuando te hablaba de tal bello instrumento?
He estado buscándolo desde hace décadas. Ese piano perteneció a mi Creador y es muy importante que lo encuentres antes de que caiga de nuevo en sus manos. Te preguntarás por qué pero es una pregunta que no puedo responder. Cuanto menos sepas, mi pequeña Carolina, mejor será para tí.

Sólo espero, ángel de música, que algún día puedas perdonarme por haberte abandonado de tal modo. Mis últimos años de vida en muerte han estado entregados a encontrar éste instrumento valioso. Yo no he sabido encontrarlo, pero sé que tú, con tu inteligencia y astucia sabrás cómo dar con su paradero.

Si esto es una despedida, quiero que guardes en ese órgano que a nosotros no nos late tus últimos recuerdos felices conmigo. Te estaré esperando en el Infierno.

Tuyo eternamente, tu Maestro
Friedrich Dvorak

Sentía el pecho henchido, pero no de alegría o felicidad. Si no de rabia, pena y contención. Arrugé la carta y la tiré al fuego de la alumbre. Y observé, con una expresión pétrea en el rostro, como las llamas consumían el papel y derretían el sello; el sello de los Dvorak. No quería tener esa carta en mi despacho. Quería quemar hasta el último rastro que quedase de él, con la esperanza de olvidarlo. Pero sabía que para ello, entonces debería quemarme a mí misma también, pues su recuerdo estaba impregnado en mí.

Había tardado una semana en decidir si continuar con la labor de mi Maestro, hasta que, finalmente, había decidido que sí. Por supuesto que recordaba el piano. Por supuesto sabía que Friedrich parecía tenerle un apego especial. Siempre que hablaba de ese piano, sus ojos de inmortal relucían con un brillo que sólo le había visto cuando jugaba con sus víctimas, justo en el momento del pleno éxtasis de sangre. El piano parecía provocarle una sensación parecida. ¿Qué tenía aquel instrumento de especial? ¿Quién más lo buscaba? Aquella carta me había dejado más dudas de las que había despejado. Pero no podía negarme a cumplir sus últimos deseos. A él no podía negarle nada, incluso después de muerto.

Por eso, me había puesto en contacto con un forajido del lejano oeste. Según decían los rumores de París, él era el mejor cazador y rastreador que se pudiera encontrar. Y yo necesitaba al mejor. No me importaba el dinero que pudiera costarme sus investigaciones. Debía de dar con el piano.
Justo la noche pasada le envié una carta, un comunicado a través del chiquillo de los periódicos, citándolo en mi apartamento en este día y a esta hora. El reloj de pie dio la campanada de las 11:00.
Y yo esperaba expectante en mi despacho la llegada del forajido del oeste, con la esperanza de que él fuera el indicado para encontrar dicho instrumento del cual tenía algún que otro conocimiento que mi Maestro procuró no mostrar en su última carta de despedida.